ESPANYOL (1): Roberto; Rosales, Lluis, Mario Hermoso, Javi López; Víctor Sánchez, Marc Roca, Melendo (Granero, m. 67); Baptistao (Darder, m. 94), Borja Iglesias y Piatti (Sergio García, m. 81)
0-1, m. 33: Baptistao. 1-1, m. 76: Lo Celso. 2-1, m. 95: Sergio León. 3-1, m. 99: Mandi
Árbitro: De Burgos Bengoetxea (Comité Vasco). Mediada la segunda parte entró on fire en lo disciplinario. Amonestó a Mario Hermoso, Lainez, Lo Celso, Mandi, Rosales, Granero, Baptistao, Canales, Sergio León, Sergio García y Francis. Expulsó a Marc Roca en el minuto 93 por doble amarilla.
40.000 espectadores y excelente ambiente y condiciones en el Villamarín. El Betis pasó la eliminatoria tras prórroga (1-1 en la ida).
Apenas cuatro minutos después de saltar al campo Sergio León picó un desmarque a la espalda de la defensa españolista y se plantó junto a Joaquín ante el portero.
La jugada no acabó en gol pero empujó quince metros atrás a la defensa visitante y marcó el viraje de un partido dominado tácticamente hasta entonces por el Espanyol: fue atropellado por el Betis en la media hora siguiente.
Primera hora
Hasta entonces el Espanyol había vivido un cómodo partido. Su bloque defensivo, compacto y tirado a una altura media –ni repliegue bajo ni presión muy alta–, había cerrado sin problemas los lentos movimientos de balón del Betis, y gracias a los desmarques a la espalda de la defensa bética de Borja Iglesias y a los lanzamientos a balón parado los españolistas habían creado las únicas ocasiones claras del partido, una de ellas embocada por Baptistao.
Posicionalmente los españolistas jugaron un buen sistema mixto del que aquí hemos hablado en alguna ocasión: aunque en ataque se trataba de un 4-3-3, con Melendo y Hermoso como interiores, en defensa montaban un 4-4-2 que dejaba arriba a Iglesias y Baptistao, mientras Piatti y el propio Melendo ocupaban las bandas. Los visitantes cargaban mucho su juego de ataque por la izquierda, sector al que mandaban sin rubor pelotazos divididos cuando el Betis apretaba mínimamente. En defensa Melendo, muy pendiente de Lo Celso, hacía prácticamente un aclarado a Guardado:
Y es que, con buen criterio, Setién había elegido al zurdo mexicano como carrilero izquierdo: no daría profundidad, pero al menos no taponaría la salida de balón por su banda. Pocas elecciones de alineación tenía Setién, y el Betis formaba una vez más un 3-1-4-2, sistema que a su mala distribución intrínseca por solapamiento de ciertas posiciones sumaba en esta ocasión el defecto de tirar a Lo Celso al sector izquierdo, donde nuestro pequeño Messi pierde perspectiva de pase y tiro; creemos que en situaciones como la de ayer sería planteable echar ahí a Canales, un jugador cuya velocidad en conducción hace daño –que se lo digan a Marc Roca– a pie natural.
No serían sin embargo esos los defectos más graves del ataque bético, sino, un día más, la falta de ritmo con balón, la ausencia de amenazas por banda y la falta de desmarques a la espalda de la defensa españolista –y de intentos de hacerles llegar el balón las pocas veces que se producían–. El Betis tocaba entre sus centrales con la paciencia debida para salir con un hombre libre en ventaja, generalmente Sidnei debido al hueco defensivo en ese costado rival, pero a partir de ahí nunca cambiaba de ritmo y los visitantes basculaban sin problemas para detener los ataques. Con la defensa (punto importante este) muy cómodamente situada a cuarenta metros de su portería por falta de amenazas a su espalda, y sin intentos serios de uno contra uno en las bandas por la falta de velocidad de Guardado y Francis, el Espanyol juntaba líneas y vivía muy cómodo.
Última media hora del tiempo ordinario de partido
Setién aprovecha la baja de Carvalho por lesión para mover piezas: Joaquín entra y se pega a la banda derecha –Francis cambia de banda y Guardado pasa al mediocentro–, poco después León entra por Lainez, Canales se va claramente a la posición de extremo izquierdo (velocidad no le falta para ello) y el Betis cambia completamente de plan: pasa a un 4-4-2 con Guardado y Lo Celso escalonados por dentro, extremos a pie natural y dos delanteros natos.
El partido cambia radicalmente por varias razones:
- En primer lugar, el desmoronamiento físico y psicológico del Espanyol, que ya había dado síntomas de miedo a ganar y que desde entonces juega cohibido por la grada, lo que permitió al Betis controlar el partido pese a tener como mediocentros a Guardado y Lo Celso –enorme, por cierto, el sacrificio físico de ambos, que no son fondistas de natural–, y ello pese a que el Espanyol trató de reforzarse en el centro del campo con cambios tácticos y de hombres. La presencia de León y Joaquín no fue, en absoluto, ajena a este golpe psicológico.
- En segundo lugar, el cambio de ritmo del partido, jugado desde entonces a tumba abierta por el Betis, más entero físicamente (¿gracias a su estilo de juego?).
- La tercera razón, arriba citada, el paso atrás de la defensa españolista a partir del momento en que León comenzó a tirar desmarques a su espalda, lo que provocó espacios entre sus líneas.
- En cuarto, la mejor posición de Lo Celso, echado a la derecha.
- Y en quinto, por fin, la profundidad por las bandas, en las que Joaquín y Canales hicieron daño serio en el uno contra uno, abriendo aún más espacios interiores.
Estirar por fuera crea espacios por dentro: en la jugada del empate el uno contra uno de Joaquín y el desmarque de León desvían a tres defensores y aclaran la recepción de Lo Celso.
En la banda izquierda Francis supo suplir con empuje físico y pases a la espalda de la defensa su falta de profundidad. En la derecha se puso en funcionamiento el mecanismo de lateral-interior amagado a ratos ante el Athletic y que reclamábamos aquí para Mandi recientemente; no solo Joaquín permaneció pegado a la cal, sino que esta vez Lo Celso sí se metió arriba, entre las dos líneas defensivas españolistas:
Con cada jugador en su puesto funcionalmente ideal el Betis hacía estragos por los costados y las ocasiones caían con la misma frecuencia que las tarjetas. El partido y el árbitro entran en combustión y el Espanyol, aterrorizado, recibe un gol y una justa expulsión.
Prórroga
El Espanyol trata de montar un 4-4-1 (que lego vira a 4-3-2 en vista del resultado). Tras el brillante 2-1 de León el Betis trata de abrochar el centro del campo con García pero una lesión de Sidnei obliga al murciano a retrasarse a central y a meter al brasileño como mediocentro de ocasión. Pese a ello el Espanyol no tiene fe ni fuerzas y el Betis domina el resto del partido sin muchos problemas.
Línea por línea
El buen partido en general de Joel se vio empañado por su resistencia a salir por alto en los minutos finales: notó la presión.
Los centrales hicieron otro buen partido. Francis, cohibido hasta entonces, mejoró paradójicamente su rendimiento al cambiar de banda; por la izquierda Guardado tocó con demasiada parsimonia y sin profundidad; mejoró como centrocampista.
Carvalho cumplió pero, en una posición poco cómoda, no supo subir el ritmo del partido. Sí lo hicieron Canales y Lo Celso, excelentes a partir de los cambios tácticos.
Loren hizo un buen trabajo pero nunca apareció al remate. Lainez dejó una preocupante muestra de falta de criterio al inicio (renunció a encarar en un uno contra uno ventajoso) y la pidió siempre al pie, pero sus defectos parecen propios de la edad.
León y Joaquín dieron la vuelta al partido con valentía, velocidad y fútbol. García cumplió con balón y sin él.
Setién y Sarabia supieron dar la vuelta al partido con decisiones valientes. Aunque en fútbol toda mejora tiene su coste –por ejemplo: no es fácil mantener el control defensivo de un partido al ritmo del último tramo del de anoche–, las carencias tácticas del equipo parecen señaladas por los últimos encuentros y deben de ser subsanables. Tienen, eso sí, una difícil papeleta con la gestión de tres competiciones con una plantilla corta, a la que las lesiones y el cansancio comienzan a minar.
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