miércoles, 12 de agosto de 2020

Balance de la temporada 2019-20

Una mala temporada era esto
Un balance táctico de la extraña y lamentable temporada 19-20 del Betis debe necesariamente centrarse en la figura de Rubi, el entrenador que supuestamente venía a perfeccionar y flexibilizar ese modelo de juego de la entidad desgastado tras el polémico segundo año Setién.

La realidad se demostró muy diferente desde los primeros entrenamientos ("se va a acabar eso de tocarla para atrás"): pese a su CV, Rubi demostró primero tener en sus planes un modelo de juego radicalmente opuesto al anterior, y luego una aparente falta de conocimiento del funcionamiento de ese modelo.

Primeros trece partidos
Y es que el primer Betis de Rubi hizo las cosas exactamente al revés de como se venían haciendo, planteando un modelo por supuesto lícito, pero opuesto al vendido por el club –y al conveniente para una plantilla bética tan hábil en lo técnico como limitada en lo físico–. Donde había rigor posicional hubo caos; donde juego asociativo a dos toques, conducciones y balones largos; donde ataques larguísimos muy elaborados, intentos de contragolpe y partidos de ida y vuelta; de una presión postpérdida bien preparada se pasó a ser uno de los peores equipos en presión en campo rival (estadísticas en mano); de una defensa metida en campo rival se pasó a defender en la propia área; incluso de un esquema de tres centrales se viró a un 4-3-3 para el que no había ni mediocentro posicional, ni laterales, ni casi nada.

Curiosamente, sí hubo conexión con la grada donde antes polémica, gracias a la buena comunicación del técnico con los influencers de la prensa local, a un fútbol de ritmo alto y demagógica diversión y, sobre todo, a que lo poco que se ganaba se ganaba en casa. Con eso, una buena plantilla y algo de infortunio Rubi puso al equipo al borde de la zona de descenso.

Los pesos pesados mandan parar
Con la espada de Damocles sobre su cabeza tras un mal derbi, Rubi cedió ante los líderes del vestuario y viró claramente hacia un modelo mucho más adecuado a la plantilla. El cambio funcionó durante un puñado de jornadas. Ayudado por la corrección del centro del campo gracias al descubrimiento de Edgar como MC de un singular 4-3-3, el equipo pareció sorprender a sus rivales y jugó los mejores partidos de la temporada en su estadio, aunque fuera de casa el nivel del equipo seguía siendo muy bajo.

Posición, no posesión
Ya antes del parón Covid el nuevo modelo comenzó a dar síntomas de agotamiento. El Betis tenía, sí, más posesión, y recuperó algunos mecanismos perdidos muchos meses atrás (como la atracción de rivales en salida), pero no así otros: ni la sutileza en el posicionamiento, ni el manejo de balón, ni, sobre todo, la presión postpérdida volvieron al nivel de un año antes. Sí volvió el fútbol lento y previsible para los rivales del fin de la temporada anterior, y el relevo por Alexis solo alcanzó para no pasar apuros al final. La temporada, en suma, había sido un fracaso, aunque se evitó el desastre absoluto.

Culpabes
Sea antes la gallina o el huevo, el bajo rendimiento individual de muchos futbolistas ha tenido relación directa con la floja temporada: apenas Canales, Joaquín, Emerson y (a su manera) Fekir dieron un nivel acorde al esperado o incluso por encima de este, en los casos de los dos diestros. La irregularidad y las lesiones de los Guardado, William, Joel o Álex Moreno (jugador de físico privilegiado, tecnica más que aceptable y muy bajo nivel táctico) tampoco ayudaron a dar rendimiento continuado al equipo.

Obviamente el culpable más directo del absoluto fracaso fue Rubi y quien lo trujo. Tras vender continuidad con matices, el catalán primero planteó un modelo de juego anticuado y absolutamente inadecuado para su plantilla, y luego demostró incapacidad para enseñar a sus jugadores un buen juego de posición. Lo que es peor: al revés que los mejores entrenadores, fue flexible en el estilo pero no en el esquema, lo que obligó a improvisar (primero) y fichar después un mediocentro posicional para jugar de ancla en un 4-3-3 completamente inadecuado a su plantilla. Solo el apoyo de la afición, que coadyuvó a un aceptable rendimiento en casa, y las jugadas a balón parado (ese córner que tanto nos gusta) salvaron del descenso a un equipo calamitoso fuera de su estadio.

Los comentarios son siempre bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.