BETIS (1): Fabricio; Chica, Paulão (Amaya, min. 46), Dorado, Nacho; Agra (Campbell, min. 69), Beñat, Cañas, Juan Carlos (Pozuelo, min. 57); Jorge Molina y Pereira.
RAYO VALLECANO (2): Rubén; Tito, Amat, Casado; Javi Fuego; Piti (Delibasic, m. 75), Adrián, Trashorras, José Carlos (Lass, m. 50); Leo (Gálvez, m. 65); y Nickie Bille.
Goles: 0-1, m. 2: Piti. 1-1, m.4: Jorge Molina. 1-2, m. 62: Leo.
Árbitro: Ayza Gámez (Colegio Valenciano). Amonestó a Casado, Tito, Beñat, Piti, Pereira y Nacho.
El fútbol es un deporte cuyos encuentros duran noventa minutos y se juegan en un campo de unos 7.000 metros cuadrados. Estas conocidísimas premisas implican que incluir un número suficiente de fondistas en el equipo es imprescindible para obtener un buen rendimiento. El Betis no lo hizo ayer y le costó el partido: Mel ha diseñado un equipo con muchos sprinters (Pereira, Juan Carlos, Agra) pero que es incapaz de realizar un trabajo sostenido de presión.
Avisábamos hace un mes, en este post, de Ia necesidad de tener en la plantilla al menos un jugador de largo recorrido que pudiera jugar por delante de (o al menos en paralelo con) Beñat para descargar a este de trabajo, y advertíamos de que en caso contrario habríamos de prepararnos para que cualquier equipo de medio pelo tocase el balón en el mediocampo bético sin oposición, cosa muy indigesta para las aficiones locales. Por desgracia pronto los hechos nos han dado la razón, y sólo podemos esperar que el fichaje de Igiebor compense esa carencia.
Primera parte
El entrenador bético ha decidido en los dos primeros partidos situar a su equipo en un 4-4-2 con rombo en el centro del campo, pues cuenta como acompañantes de Beñat con pivotes muy defensivos y bastante posicionales (Pérez y, más aún, Cañas), y los sitúa tras él. Esto, unido a la alineación de dos extremos abiertos y dos delanteros, obliga al vasco a cubrir una desmesurada parcela de terreno, con las exigencias añadidas de realizar una presión intensa y adelantada, y de retroceder hasta alinearse con sus compañeros de mediocampo si dicha presión es superada. La consecuencia es que las pilas le duran media hora (a él y a los extremos), algo natural si uno no es un superdotado físico; si el equipo no sale de ahí con una ventaja exagerada, como en Bilbao, el rival puede dominar la situación en el centro del campo con comodidad el resto del partido, y llevárselo. Ese mismo pecado, pretender que un equipo normal puede jugar con dos delanteros, dos extremos y un medio creativo, esto es, con un solo medio defensivo y sin volantes de recorrido, lo ha cometido el Sevilla en los últimos años con las consecuencias (y debates) de todos conocidas. Sólo el Barcelona puede permitirse ejercer una presión adelantada intensa sin especialistas de ese corte, y ello debido a que sus exageradas cifras de posesión le permiten concentrar los esfuerzos en períodos muy cortos de tiempo durante el partido: los inmediatos a la pérdida.
En el partido de ayer el arriesgado planteamiento de Paco Jémez hurgó aún más en esa herida: acumuló gente en mediocampo en un 3-1-4-1-1 con verdadera defensa de tres (Tito y Casado se emparejaban con los extremos béticos), Javi Fuego casi de líbero alemán de los setenta, una línea de cuatro más uno en frecuente intercambio de posiciones (de partida Trashorras y Adrián de interiores, Piti y José Carlos en banda y Leo en mediapunta) que recordaba el enjambre de jugones de su Las Palmas de hace un par de años, y Bille como delantero. En defensa los laterales béticos tomaban las más de las veces a Piti y José Carlos, y los extremos a los laterales, de manera que los adelantamientos del omnipresente Javi Fuego y los atrasos de Leo en apoyo de sus interiores dejaban a Beñat y Cañas en clara inferioridad numérica, y a todos los hombres de dentro del Betis sin parejas definidas, cosa bien incómoda.
A cambio era de suponer que el Betis pudiese hacer daño en las bandas y arriba, pero la escasa posesión ni siquiera permitió llevar balones a esas zonas. Lejos de su área Beñat, los béticos la sacaban a pelotazos hacia Molina, que peinó lo que pudo hacia un nulo Pereira. El Betis recibía su medicina: sin dominio de la posesión, la primera parte fue un intercambio frenético de golpes en el que los béticos se llevaron la peor parte y cuyo ritmo fue normalizándose sólo a medida que las fuerzas de unos y otros decaían.
Segunda parte
Mel retrasó la primera línea de presión unos diez metros al principio de la segunda parte, reubicó a Beñat a la altura de Cañas, y el equipo trató mejor el balón, lo que bajó el ritmo físico, alargó las posesiones de unos y otros y mejoró mucho el juego del equipo, más a gusto al contraataque; sin embargo, una cadena de errores (pérdida absurda de Chica, pasividad de Cañas, blandura de Chica y Dorado, lentitud de Fabricio) permitió el 1-2. Pozuelo había desplazado poco antes a Pereira a la banda de Juan Carlos; poco después Jémez metió un central para pasar a un 4-2-3-1, y Campbell sustituyó a Agra como extremo derecho. El Betis no se echó arriba; hizo aún otros quince minutos aceptables jugando al contragolpe, pero eso ya no le valía porque el empate no llegaba y sí, al final, los nervios y los depropósitos.
Paradójicamente y a destiempo, el Betis había hecho una segunda parte más inteligente que la primera, resultado al margen: el equipo de hoy era más apto para abrigarse y contraatacar que para la pelea a campo abierto.
Jugador por jugador
Fabricio: Por razones que uno ignora se ha convertido en un manojo de nervios. Desde pretemporada falla incluso balones al área facilísimos, a uno por partido; contagia esos nervios y su entrenador no le ayuda a evitarlos con sus declaraciones. Ayer tuvo poca responsabilidad en el 0-1 y bastante en el 1-2, en el que de nuevo anduvo algo lento.
Chica: Intervino poco y sin embargo cometió errores de novato, como en el 0-2 o en la falta previa a la lesión de Paulão.
Paulão: Descolocado en la primera jugada, luego resolvió aceptablemente ante la movilidad y las llegadas en segunda línea de los rayistas.
Dorado: Estar siempre bien colocado es condición necesaria pero no suficiente para defender bien: lento en el primer gol, pasivo en el segundo.
Nacho: En el 0-1 apagó mal un fuego que no era suyo. Después, correcto.
Agra: Mucho más presente que en Bilbao, trabajador y siempre voluntarioso, necesita terminar mejor las jugadas.
Beñat: Como volante adelantado ha rendido muy bien en las primeras medias horas (lleva un gol, dos asistencias y un larguero en dos partidos), pero obligarle al trabajo de presión ahí es reventarlo, y no porque tenga poca resistencia: si además de ver bien el fútbol y tocar el balón maravillosamente corriera como Keita o Iriney, sería el mejor jugador de la historia del Betis. Como pasó con Pirlo, algún día su entrenador se dará cuenta de que es mejor retrasarlo y permitirle controlar el juego los noventa minutos a ritmo de diésel, con interiores por delante que le hagan el trabajo sucio; ahí puede ser un grande, aunque pierda llegada. A balón parado, su toque y la buena y variada preparación de jugadas de Mel provocó muchísimo peligro.
Cañas: Estuvo correcto en defensa y ataque, pero eso no le alcanzó para no verse superado claramente por el nutrido centro del campo rayista.
Juan Carlos: Lo poquísimo que hizo fue bueno.
Molina: Gran partido, en recepción y distribución de espaldas a portería, remate y esfuerzo defensivo. Está rápido.
Pereira: Una vez más, a noventa minutos fue muy poquita cosa.
Amaya: Muy buen segundo tiempo, ajeno a los nervios generales.
Pozuelo: Aceptables minutos, aunque pisó poca área.
Campbell: Detalles interesantes, sobre todo al remate.
Nota
El autor de este blog sólo ha podido ver el partido completo en diferido y con un día de retraso.
domingo, 26 de agosto de 2012
viernes, 24 de agosto de 2012
Entrevista a José Antonio Bosch
Nos salimos por una vez del objeto habitual de este blog para facilitar el enlace a la entrevista a José Antonio Bosch, el administrador judicial del paquete mayoritario de acciones del Betis, que el autor de este blog ha realizado junto a Miguel Campillo, director del programa Sintonía Laica, en Radiópolis (Sevilla, 98.4 FM) esta tarde del 24 de agosto de 2012 a las 16:30.
domingo, 19 de agosto de 2012
Athletic de Bilbao 3 - Betis 5 (1ª jornada de la Liga 2012-2013 de Primera División)
ATHLETIC DE BILBAO (3): Iraizoz; Iraola, Gurpegui, San José, De Marcos; Íñigo Pérez, Iturraspe (Ruiz de Galarreta, m. 24), Herrera (Ibai, m. 46); Susaeta, Toquero (Aduriz, m. 46) e Isma López.
BETIS (5): Fabricio; Chica, Paulão, Dorado, Nacho; Agra (Cañas, m. 60), Rubén Pérez, Beñat (Pozuelo, m. 75), Juan Carlos (Pereira, m. 79); Rubén Castro y Jorge Molina.
Goles: 0-1, m. 7: Rubén Castro. 0-1, m. 26: Jorge Molina. 0-3, m. 30: Beñat. 1-3, m. 46: De Marcos. 3-2, m. 66: San José. 3-3, m. 76: San José. 3-4, m. 80: Pozuelo. 3-5, m. 86: Jorge Molina.
Árbitro: José Antonio Teixeira Vitienes (Colegio Cántabro). Amonestó a Rubén Castro y Beñat.
Unos 25.000 espectadores en San Mamés.
Espectacular, brillante a ratos, irregular y extraño fue el partido del Betis hoy en San Mamés, del que los visitantes podrían emerger, si el Barça diese su permiso –cosa bien dudosa a estas horas– como primer líder de la categoría.
Los béticos se presentaban ante un Athletic no sólo zarandeado por navegar sobre aguas revueltas, sino además muy disminuido en lo estrictamente deportivo por bajas de la mayor importancia: Martínez, Llorente, Muniain, Amorebieta... Presentaban los bilbaínos una defensa muy sospechosa, de la que abusaron sin piedad los béticos, aunque Bielsa quiso mantener pese a ello su esquema (4-3-3 o sea 4-1-4-1) y estilo habituales de inicio.
Enfrente Mel sorprendía con la inclusión arriba de Molina, probablemente más explicable por su preocupación por la defensa aérea a balón parado que por razones ofensivas. El equipo quedaba en un claro 4-4-2 con extremos rápidos a pìe natural.
Primera parte
El Betis aplica su manual valiente de los días de presión adelantada, que suelen coincidir con la presencia de Molina en el campo: con balón en posesión del Athletic, él y Castro van arriba a por los centrales, Beñat –hipermotivado, cosa que pagará en la segunda parte– se sitúa claramente por delante de Pérez y busca a un Iturraspe que la pide cerca de su portero, los laterales buscan la anticipación ante los extremos vascos y entre Paulão y Rubén Pérez se arreglan para no permitir la recepción a los dos interiores del Athletic; el Betis sólo pasa algún apuro defensivo al final de esta primera parte cuando los laterales toman la espalda de Juan Carlos o Agra.
A cambio de un notable desgaste físico, el Betis roba muy arriba, percute rápido por las bandas –sobre todo gracias a Juan Carlos y a la distribución de un enorme Beñat– y acierta tres veces con la portería en remates tras centros rasos laterales.
Segunda parte hasta el 3-3
Bielsa cambia jugadores pero no esquema; con un equipo muy joven y un tanto ayuno de calidad, el Athletic sale a jugárselo todo y marca muy pronto. El Betis, cansado, comete el comprensible error de dar un paso atrás –empujado por el Athletic– y el imperdonable de renunciar al balón cuando procedía intentar tenerlo y abrirle el campo a un equipo inexperto y desesperado. Castro y Molina se emparejan aún con los centrales pero los dejan jugar en largo con comodidad, y éstos buscan con acierto a sus extremos, apoyados por los interiores y los laterales vascos.
Mel despeja las posibles dudas sobre las intenciones defensivas del banquillo al meter a Cañas por Agra, lo que manda a Castro a la banda derecha, a Beñat a la mediapunta y a Cañas al sitio de Beñat en el mediocentro, ya claramente en paralelo a Pérez, por su izquierda. El Betis sólo especula, la falta de calidad del Athletic apenas le alcanza para algunas llegadas por banda, pero la interminable sucesión de balones bien sacados a la olla acaba trayendo otros dos goles, el segundo de ellos justo tras la aparición de Pozuelo en la mediapunta.
Último cuarto de hora
El Betis, ahora valiente aunque por la fuerza de las circunstancias, da un paso adelante y quiere otra vez el balón; el Athletic, asfixiado, no puede replicarle, Pozuelo mete mucho oxígeno donde no lo había y el Betis resuelve.
Jugador por jugador
Fabricio: Flojo partido; pudo hacer más en el previsible primer gol –muy del estilo de los que para Casto, para porteros rápidos por bajo–, salió en falso en el segundo, y anduvo cerca de formar un lío en un balón inocuo al final. En las salidas por alto ganó muy pocas, aunque es justo reconocer que el Athletic sacó muy bien a balón parado. Si no sube su nivel, hay un problema.
Chica: Otra vez le pillaron la espalda en San Mamés y costó un gol; en general, sin embargo, estuvo correcto en defensa pese a la escasa ayuda recibida, y empujó por su banda.
Paulão: Partido enorme, de defensa caro: imponente por alto, bien colocado por bajo y agresivo para la anticipación.
Dorado: No cometió errores, pero su presencia en el partido fue muy inferior a la de su compañero de línea, y hoy hacía falta verlo más, sobre todo por arriba. Se espera a Mario.
Nacho: Hizo el partido correctísimo que le hemos visto mil veces. Se dejó la espalda una sola vez, por suerte sin consecuencias.
Agra: Mal. Parece rápido y de buena conducción, pero le falta mucho por aprender; por ejemplo, a soltar el balón a tiempo y a seguir a su lateral. Campbell le quitará el sitio a poco que haga.
Rubén Pérez: Hizo bien el difícil trabajo de cerrar una zona que suele quedar en inferioridad cuando se presiona arriba, y además ayudó siempre que pudo a Chica cuando Agra llegaba tarde. Con balón estuvo correcto, sin más: no se complicó. Parece confirmar que es un jugador muy similar a Cañas, tal vez algo más agresivo en defensa: muy apto para destruir, más cómodo en su campo que en el ajeno, y de pocos toques para la construcción.
Beñat: Empezó el partido acelerado y así destrozó al Athletic: robos arriba a Iturraspe (¿su competencia futura?), presión asfixiante, distribución, una asistencia en jugada personal (robo, conducción y pase de la muerte) y un golazo. Durante esa primera parte jugó muy adelantado, de volante, donde sorprendió su aceptable velocidad, pero donde sufrió un exagerado desgaste que pagó en la la segunda parte. Como mediapunta apenas apareció.
Juan Carlos: Muy buen partido, completado con dos asistencias decisivas. Está más rápido que los rivales, maneja muy bien la conducción y el toque, y persigue además a su lateral. Con la derecha se defiende bien además.
Castro: Partido muy suyo: buenos movimientos que desequilibraron una defensa poco inteligente, cierto individualismo, y su golito.
Molina: El quinto gol, una bonita vaselina corta de zurda, retrata su brillante partido, en el que sumó dos tantos a un enorme desgaste físico en la presión y la recepción.
Cañas: Su aparición empujó al equipo excesivamente hacia atrás, aunque esto es culpa (o elección pragmática: hay que reconocer que, una vez más, el autobús cumplió el objetivo) de Mel, no suya. Su brillante jugada en el 3-4 demostró que no es ningún paquete con el balón en los pies, como algunos parecen pensar.
Pozuelo: Mel acertó con su cambio aun con 2-3, pues Beñat estaba asfixiado y no tenía (nunca la tuvo, menos a esas alturas) la movilidad que requiere la mediapunta. Mal controlado por los defensas vascos, encontró espacios y además marcó.
Pereira: Una vez más fue decisivo en el breve ratito que jugó y sumó puntos a su balance +/-: entró con 3-3 y le dio tiempo a dar un gol y a presenciar otro. ¿Se le pide más?
BETIS (5): Fabricio; Chica, Paulão, Dorado, Nacho; Agra (Cañas, m. 60), Rubén Pérez, Beñat (Pozuelo, m. 75), Juan Carlos (Pereira, m. 79); Rubén Castro y Jorge Molina.
Goles: 0-1, m. 7: Rubén Castro. 0-1, m. 26: Jorge Molina. 0-3, m. 30: Beñat. 1-3, m. 46: De Marcos. 3-2, m. 66: San José. 3-3, m. 76: San José. 3-4, m. 80: Pozuelo. 3-5, m. 86: Jorge Molina.
Árbitro: José Antonio Teixeira Vitienes (Colegio Cántabro). Amonestó a Rubén Castro y Beñat.
Unos 25.000 espectadores en San Mamés.
Espectacular, brillante a ratos, irregular y extraño fue el partido del Betis hoy en San Mamés, del que los visitantes podrían emerger, si el Barça diese su permiso –cosa bien dudosa a estas horas– como primer líder de la categoría.
Los béticos se presentaban ante un Athletic no sólo zarandeado por navegar sobre aguas revueltas, sino además muy disminuido en lo estrictamente deportivo por bajas de la mayor importancia: Martínez, Llorente, Muniain, Amorebieta... Presentaban los bilbaínos una defensa muy sospechosa, de la que abusaron sin piedad los béticos, aunque Bielsa quiso mantener pese a ello su esquema (4-3-3 o sea 4-1-4-1) y estilo habituales de inicio.
Enfrente Mel sorprendía con la inclusión arriba de Molina, probablemente más explicable por su preocupación por la defensa aérea a balón parado que por razones ofensivas. El equipo quedaba en un claro 4-4-2 con extremos rápidos a pìe natural.
Primera parte
El Betis aplica su manual valiente de los días de presión adelantada, que suelen coincidir con la presencia de Molina en el campo: con balón en posesión del Athletic, él y Castro van arriba a por los centrales, Beñat –hipermotivado, cosa que pagará en la segunda parte– se sitúa claramente por delante de Pérez y busca a un Iturraspe que la pide cerca de su portero, los laterales buscan la anticipación ante los extremos vascos y entre Paulão y Rubén Pérez se arreglan para no permitir la recepción a los dos interiores del Athletic; el Betis sólo pasa algún apuro defensivo al final de esta primera parte cuando los laterales toman la espalda de Juan Carlos o Agra.
A cambio de un notable desgaste físico, el Betis roba muy arriba, percute rápido por las bandas –sobre todo gracias a Juan Carlos y a la distribución de un enorme Beñat– y acierta tres veces con la portería en remates tras centros rasos laterales.
Segunda parte hasta el 3-3
Bielsa cambia jugadores pero no esquema; con un equipo muy joven y un tanto ayuno de calidad, el Athletic sale a jugárselo todo y marca muy pronto. El Betis, cansado, comete el comprensible error de dar un paso atrás –empujado por el Athletic– y el imperdonable de renunciar al balón cuando procedía intentar tenerlo y abrirle el campo a un equipo inexperto y desesperado. Castro y Molina se emparejan aún con los centrales pero los dejan jugar en largo con comodidad, y éstos buscan con acierto a sus extremos, apoyados por los interiores y los laterales vascos.
Mel despeja las posibles dudas sobre las intenciones defensivas del banquillo al meter a Cañas por Agra, lo que manda a Castro a la banda derecha, a Beñat a la mediapunta y a Cañas al sitio de Beñat en el mediocentro, ya claramente en paralelo a Pérez, por su izquierda. El Betis sólo especula, la falta de calidad del Athletic apenas le alcanza para algunas llegadas por banda, pero la interminable sucesión de balones bien sacados a la olla acaba trayendo otros dos goles, el segundo de ellos justo tras la aparición de Pozuelo en la mediapunta.
Último cuarto de hora
El Betis, ahora valiente aunque por la fuerza de las circunstancias, da un paso adelante y quiere otra vez el balón; el Athletic, asfixiado, no puede replicarle, Pozuelo mete mucho oxígeno donde no lo había y el Betis resuelve.
Jugador por jugador
Fabricio: Flojo partido; pudo hacer más en el previsible primer gol –muy del estilo de los que para Casto, para porteros rápidos por bajo–, salió en falso en el segundo, y anduvo cerca de formar un lío en un balón inocuo al final. En las salidas por alto ganó muy pocas, aunque es justo reconocer que el Athletic sacó muy bien a balón parado. Si no sube su nivel, hay un problema.
Chica: Otra vez le pillaron la espalda en San Mamés y costó un gol; en general, sin embargo, estuvo correcto en defensa pese a la escasa ayuda recibida, y empujó por su banda.
Paulão: Partido enorme, de defensa caro: imponente por alto, bien colocado por bajo y agresivo para la anticipación.
Dorado: No cometió errores, pero su presencia en el partido fue muy inferior a la de su compañero de línea, y hoy hacía falta verlo más, sobre todo por arriba. Se espera a Mario.
Nacho: Hizo el partido correctísimo que le hemos visto mil veces. Se dejó la espalda una sola vez, por suerte sin consecuencias.
Agra: Mal. Parece rápido y de buena conducción, pero le falta mucho por aprender; por ejemplo, a soltar el balón a tiempo y a seguir a su lateral. Campbell le quitará el sitio a poco que haga.
Rubén Pérez: Hizo bien el difícil trabajo de cerrar una zona que suele quedar en inferioridad cuando se presiona arriba, y además ayudó siempre que pudo a Chica cuando Agra llegaba tarde. Con balón estuvo correcto, sin más: no se complicó. Parece confirmar que es un jugador muy similar a Cañas, tal vez algo más agresivo en defensa: muy apto para destruir, más cómodo en su campo que en el ajeno, y de pocos toques para la construcción.
Beñat: Empezó el partido acelerado y así destrozó al Athletic: robos arriba a Iturraspe (¿su competencia futura?), presión asfixiante, distribución, una asistencia en jugada personal (robo, conducción y pase de la muerte) y un golazo. Durante esa primera parte jugó muy adelantado, de volante, donde sorprendió su aceptable velocidad, pero donde sufrió un exagerado desgaste que pagó en la la segunda parte. Como mediapunta apenas apareció.
Juan Carlos: Muy buen partido, completado con dos asistencias decisivas. Está más rápido que los rivales, maneja muy bien la conducción y el toque, y persigue además a su lateral. Con la derecha se defiende bien además.
Castro: Partido muy suyo: buenos movimientos que desequilibraron una defensa poco inteligente, cierto individualismo, y su golito.
Molina: El quinto gol, una bonita vaselina corta de zurda, retrata su brillante partido, en el que sumó dos tantos a un enorme desgaste físico en la presión y la recepción.
Cañas: Su aparición empujó al equipo excesivamente hacia atrás, aunque esto es culpa (o elección pragmática: hay que reconocer que, una vez más, el autobús cumplió el objetivo) de Mel, no suya. Su brillante jugada en el 3-4 demostró que no es ningún paquete con el balón en los pies, como algunos parecen pensar.
Pozuelo: Mel acertó con su cambio aun con 2-3, pues Beñat estaba asfixiado y no tenía (nunca la tuvo, menos a esas alturas) la movilidad que requiere la mediapunta. Mal controlado por los defensas vascos, encontró espacios y además marcó.
Pereira: Una vez más fue decisivo en el breve ratito que jugó y sumó puntos a su balance +/-: entró con 3-3 y le dio tiempo a dar un gol y a presenciar otro. ¿Se le pide más?
El detalle
El arbitraje de Teixeira II fue sorprendentemente bueno; en particular, dejó fluir el juego.
sábado, 4 de agosto de 2012
Balance de la temporada y planificación: delantera
Acabamos –tardíamente– nuestro repaso con la línea de delanteros.
Rubén Castro
Fue otro de los que disipó las dudas de su validez para Primera, una categoría en la que no se había consolidado nunca en más de diez años de carrera. Cuando el equipo jugó un verdadero 4-3-3 (con trivote) se vio obligado a tirarse a una banda, un sitio incómodo para él porque lo aleja del gol y no tiene velocidad para encarar sin amenazar con el disparo. Junto a Molina jugó en paralelo y con Santa Cruz lo hizo claramente por delante de éste, su sitio más gustoso porque le permite pisar mucho el área, donde se siente mejor. Aún le queda un añito o dos a pleno rendimiento. Seguirá, desde luego, aunque tres años en el mismo equipo serán un verdadero hito en su carrera.
Santa Cruz
Fue el fichaje de relumbrón del año, casi un milagro financiero en la actual coyuntura del club. Tras una larga carrera con algunas lesiones graves ha dado la sensación de jugar con el freno de mano puesto: raramente intentó carreras en velocidad a tope –ante el Sevilla a final de temporada probó alguna– o giros de riesgo. Aun así, su clase, su calidad técnica y su inteligencia futbolística le alcanzaron para hacer un buen papel y meter una aceptable cantidad de goles, pese a perderse muchos partidos a mediados de temporada. En el juego de ataque fue retrasando levemente su posición hasta jugar prácticamente de mediapunta por detrás de Rubén, desde donde tocó la pelota con acierto y peinó pelotazos hacia éste o los extremos. En defensa esa posición retrasada, que generalmente lo acercó al mediocentro rival, empujó hacia atrás al equipo, que con él hizo una defensa más posicional, menos presionante y menos agresiva que con Molina: esperó entonces al rival construyendo el sistema de atrás adelante, con un defensa de más tras el balón.
Su rendimiento, aceptable (aunque sin duda muy inferior a su caché, que es altísimo y paga más el City que el Betis), y su plena integración como veterano ilustre en la plantilla hacen recomendable su continuidad, aunque no requieren volverse económicamente locos por lograrla.
Molina
Se repartió con Santa Cruz minutos y goles, lo cual no es poco para un hombre que había llegado al último tramo de su carrera profesional sin pisar la Primera División. En ataque dio un rendimiento aceptable, por goles y por su buen juego de cabeza y de espaldas a puerta, aunque su lentitud de tanque quedó en evidencia, naturalmente, ante defensas de la máxima categoría. Con balón en pies del rival hizo un buen trabajo de presión alta en paralelo con Rubén Castro, algo meritorio en un hombre relativamente pesado como él y que llevó al equipo a apretar a los rivales muy arriba. Seguirá, aunque no será titular.
Pereira
A su pesar, el paso de los partidos lo acabó convirtiendo en el prototipo de jugador revulsivo para la media hora final. Como titular no tuvo muchos partidos pero tampoco reivindicó más; desde el banquillo sí dio un buen rendimiento: su ratio minutos/jugadas decisivas (goles, penaltis provocados, asistencias...) fue buena. Para ello Pereira jugó a su estilo, por encima de sus posibilidades, siempre revolucionado, lo cual no es del todo malo en un delantero: más vale alternar ridículos y acciones brillantes, como es su caso, que pecar de conservador en una posición donde el riesgo es necesario. La falta de extremos naturales lo desplazó muchas veces a una banda, donde se sacrificó en defensa pero, alejado de la portería, aportó poco en ataque. Seguirá, pero el club no le haría ascos a una buena oferta por él, pues su ficha es muy alta.
Pozuelo
Al igual que Pereira y Castro, tuvo que jugar esporádicamente en la banda, aunque no parece su puesto natural porque no tiene la velocidad necesaria. Sus características parecen más de mediapunta central: buen manejo de la pelota con las dos piernas (es prácticamente ambidiestro), cierta rapidez en corto, regate, visión de juego y llegada. Su problema será entonces estar al nivel del puesto donde más calidad se le exige a un jugador. Como defectos se le detectan a veces cierta tendencia (inversa a la de Pereira) a asegurar excesivamente el balón sin buscar la verticalidad, y no tener demasiada facilidad para el gol. De seguir mostrándolos, si quiere llegar a jugar en el máximo nivel tendrá que acostumbrarse al sacrificio y tal vez atrasar su posición al la de interior. Seguirá al menos una temporada más, donde tendrá que decidir su futuro, hacia la élite o hacia abajo.
Por el momento el club no ha hecho más movimientos veraniegos en esta zona que intentar la renovación de Santa Cruz y, por parte de Mel, usar a veces a Campbell como punta. En una liga en devaluación como la española se podrá hacer un aceptable papel con estos actores –siempre que la salud respete a Castro–, pero a medio plazo y cuando la situación económica lo permita convendría fichar a un delantero de alto nivel, idealmente del perfil de Ricardo Oliveira. No obstante es este un puesto caro y habrá que pensarse bien cualquier movimiento antes de malgastar en mediocridad.
Rubén Castro
Fue otro de los que disipó las dudas de su validez para Primera, una categoría en la que no se había consolidado nunca en más de diez años de carrera. Cuando el equipo jugó un verdadero 4-3-3 (con trivote) se vio obligado a tirarse a una banda, un sitio incómodo para él porque lo aleja del gol y no tiene velocidad para encarar sin amenazar con el disparo. Junto a Molina jugó en paralelo y con Santa Cruz lo hizo claramente por delante de éste, su sitio más gustoso porque le permite pisar mucho el área, donde se siente mejor. Aún le queda un añito o dos a pleno rendimiento. Seguirá, desde luego, aunque tres años en el mismo equipo serán un verdadero hito en su carrera.
Santa Cruz
Fue el fichaje de relumbrón del año, casi un milagro financiero en la actual coyuntura del club. Tras una larga carrera con algunas lesiones graves ha dado la sensación de jugar con el freno de mano puesto: raramente intentó carreras en velocidad a tope –ante el Sevilla a final de temporada probó alguna– o giros de riesgo. Aun así, su clase, su calidad técnica y su inteligencia futbolística le alcanzaron para hacer un buen papel y meter una aceptable cantidad de goles, pese a perderse muchos partidos a mediados de temporada. En el juego de ataque fue retrasando levemente su posición hasta jugar prácticamente de mediapunta por detrás de Rubén, desde donde tocó la pelota con acierto y peinó pelotazos hacia éste o los extremos. En defensa esa posición retrasada, que generalmente lo acercó al mediocentro rival, empujó hacia atrás al equipo, que con él hizo una defensa más posicional, menos presionante y menos agresiva que con Molina: esperó entonces al rival construyendo el sistema de atrás adelante, con un defensa de más tras el balón.
Su rendimiento, aceptable (aunque sin duda muy inferior a su caché, que es altísimo y paga más el City que el Betis), y su plena integración como veterano ilustre en la plantilla hacen recomendable su continuidad, aunque no requieren volverse económicamente locos por lograrla.
Molina
Se repartió con Santa Cruz minutos y goles, lo cual no es poco para un hombre que había llegado al último tramo de su carrera profesional sin pisar la Primera División. En ataque dio un rendimiento aceptable, por goles y por su buen juego de cabeza y de espaldas a puerta, aunque su lentitud de tanque quedó en evidencia, naturalmente, ante defensas de la máxima categoría. Con balón en pies del rival hizo un buen trabajo de presión alta en paralelo con Rubén Castro, algo meritorio en un hombre relativamente pesado como él y que llevó al equipo a apretar a los rivales muy arriba. Seguirá, aunque no será titular.
Pereira
A su pesar, el paso de los partidos lo acabó convirtiendo en el prototipo de jugador revulsivo para la media hora final. Como titular no tuvo muchos partidos pero tampoco reivindicó más; desde el banquillo sí dio un buen rendimiento: su ratio minutos/jugadas decisivas (goles, penaltis provocados, asistencias...) fue buena. Para ello Pereira jugó a su estilo, por encima de sus posibilidades, siempre revolucionado, lo cual no es del todo malo en un delantero: más vale alternar ridículos y acciones brillantes, como es su caso, que pecar de conservador en una posición donde el riesgo es necesario. La falta de extremos naturales lo desplazó muchas veces a una banda, donde se sacrificó en defensa pero, alejado de la portería, aportó poco en ataque. Seguirá, pero el club no le haría ascos a una buena oferta por él, pues su ficha es muy alta.
Pozuelo
Al igual que Pereira y Castro, tuvo que jugar esporádicamente en la banda, aunque no parece su puesto natural porque no tiene la velocidad necesaria. Sus características parecen más de mediapunta central: buen manejo de la pelota con las dos piernas (es prácticamente ambidiestro), cierta rapidez en corto, regate, visión de juego y llegada. Su problema será entonces estar al nivel del puesto donde más calidad se le exige a un jugador. Como defectos se le detectan a veces cierta tendencia (inversa a la de Pereira) a asegurar excesivamente el balón sin buscar la verticalidad, y no tener demasiada facilidad para el gol. De seguir mostrándolos, si quiere llegar a jugar en el máximo nivel tendrá que acostumbrarse al sacrificio y tal vez atrasar su posición al la de interior. Seguirá al menos una temporada más, donde tendrá que decidir su futuro, hacia la élite o hacia abajo.
Por el momento el club no ha hecho más movimientos veraniegos en esta zona que intentar la renovación de Santa Cruz y, por parte de Mel, usar a veces a Campbell como punta. En una liga en devaluación como la española se podrá hacer un aceptable papel con estos actores –siempre que la salud respete a Castro–, pero a medio plazo y cuando la situación económica lo permita convendría fichar a un delantero de alto nivel, idealmente del perfil de Ricardo Oliveira. No obstante es este un puesto caro y habrá que pensarse bien cualquier movimiento antes de malgastar en mediocridad.
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