lunes, 29 de agosto de 2011

Granada 0 – Betis 1 (segunda jornada de Liga de Primera División)

Granada (0): Roberto; Nyom, Pamarot (Martins, min. 46), Mainz, Siqueira; Manuel Lucena, Mikel Rico; Jaime (Mollo, min. 67), Abel (Yebda, min. 46), Dani Benítez; e Ighalo.
Betis (1): Casto; Chica, Mario, Dorado, Nacho; Iriney, Beñat; Vadillo (Jorge Molina, min. 51), Salva Sevilla (Pereira, min. 85), Jefferson Montero (Álex Martínez, min. 92); y Rubén Castro. 
Gol: 0-1, min. 88: Rubén Castro.
Árbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Pamarot, Iriney, Dani Benítez y Dorado.

Tras el aplazamiento de la primera jornada por huelga, el Betis hizo el sábado en Granada un buen debut, premiado con la victoria.

Locales y visitantes se disfrazaron respectivamente de Real Madrid y Barcelona, por supuesto varios escalones de calidad por debajo de sus modelos. Los dos equipos pusieron un 4-3-3 con doble pivote y extremos abiertos (llámese 4-2-3-1 con mediapunta retrasado, si se desea), pero el concepto de juego fue radicalmente opuesto en unos y otros. Tal vez con el positivo recuerdo del 3-0 de la pasada temporada muy presente, el mezquino planteamiento de Fabri consistió en meter bien atrás un equipo con más físico que técnica, con un mediapunta (Abel) que era un centrocampista adelantado, dos extremos abiertos y rápidos (Jaime y Benítez, obligados a trabajar mucho) y un punta aislado para pescar alguno de los muchos pelotazos que le enviaban desde atrás (las llamadas transiciones rápidas o juego directo). La intimidación a base de patadas y golpes y la esperanza puesta en las jugadas a balón parado completaban una puesta en escena muy al modo de Mourinho –esto es, el mismísimo estilo que practicaba Clemente hace quince años–. Sólo durante el tercio medio de la primera parte, toda ella intensa e igualada pero de mediocre calidad, logró el Granada que esa apuesta funcionara; tal vez la buena presión del Betis no le dejó jugar a otra cosa, o tal vez la plantilla no le dé para mucho más a Fabri.

El Betis, por su parte, trató siempre de mandar en el partido haciendo valer sus señas de identidad de la temporada pasada, las de la escuela de Rijkaard: juego de toque desde atrás y presión muy adelantada y, sobre todo, inmediata a la pérdida de balón. Iriney y Beñat hacían en paralelo el doble pivote, con Salva Sevilla como un mediapunta muy libre, Vadillo y Montero por las bandas y Castro arriba. El Betis tocó generalmente la bola con criterio, aunque sus ataques morían bien en las carreras individuales de Montero y Vadillo, bien en tiros inocuos de un Salva que no encontraba el último pase en el bosque de piernas de la frontal del área del Granada, o en centros a la olla poco convencidos de los laterales.

El paso de los minutos –tal vez cansado de correr detrás de la pelota un Granada ya con Rico solo en el pivote– intensificó el dominio bético, que fue casi total en la segunda parte. Tras la entrada de Molina por Vadillo, que cambió la posición de Castro, y tras merecer el gol por varias vías (larguero, penalti escamoteado), Mel tuvo la valentía algo tardía de poner en cancha un delantero más, Pereira. El premio llegó finalmente.

Jugador por jugador
Casto: Hizo una difícil e importante parada al cuarto de hora, y estuvo casi siempre seguro y concentrado. Muy bien con los pies. Así da el nivel, sin duda.
Chica: Es un lateral-lateral, de los que cierran bien su banda (bailaba con la más fea, Benítez) y suben cuando pueden. En ataque poco pues, pero los defensas están para defender.
Mario: Rápido y valiente, tomó riesgos y le salió siempre cara. Tiene presencia y aprieta muy arriba, algo muy bueno para un equipo que quiere hacer una presión tan adelantada.
Dorado: En su línea seria, de buena colocación y pocos errores.
Nacho: Pasó sus habituales apuros atrás porque sube mucho y quiere ayudar en la presión y con basculaciones, pero el físico no le alcanza para cubrir tanto campo. Ataca mejor que defiende.
Iriney: Bien en defensa (aunque ya vio que en Primera los árbitros no son tan condescendientes con las tarjetas... o al menos con los visitantes), se complicó demasiado en ataque al intentar balones largos a las bandas y pases en profundidad demasiado difíciles, y que no le corresponden a él.
Beñat: Gran partido, particularmente por su criterio con el balón, por su precisión matemática en el pase y por las muchas veces que practicó su jugada favorita, el robo-sorpresa a la salida de balón del rival. A este nivel nos durará poco en el Betis.
Salva Sevilla: Trabajó en la presión a los centrales y dio fluidez al juego, pero no encontró soluciones en los últimos metros.
Vadillo: Tiene muchísimo que aprender (con dieciséis años ya podrá), pero técnica, velocidad y desparpajo para encarar no le faltan.
Montero: Buen partido. Tiene mucha facilidad para el regate, una tremenda velocidad de conducción (cuando gana un metro es inalcanzable) y mucha presencia ofensiva, pero le costó combinar y acabar las jugadas. Como Vadillo, estuvo individualista con balón y trabajador sin él. También tiene tiempo para aprender.
Castro: A los suyo: movilidad, juego de espaldas por bajo y gol.

Molina: Trató de activarse rápidamente, y es que este año jugará muchas medias horas. Más voluntad que acierto.
Pereira: Salió, cogió la pelota, se fue para la portería y dio un pase de gol. ¿Quién le pide más?
Álex Martínez: Cambio casi testimonial, para perder tiempo y estorbar.

El detalle
Pérez Lasa estuvo muy casero y permisivo con la violencia del Granada.

domingo, 14 de agosto de 2011

Juventus 0 – Betis 0 (amistoso, Salerno, 13 de agosto de 2011)

Según la crónica de La Gazzetta dello Sport si el Betis no marcó ayer fue “grazie all'eccessivo narcisismo degli spagnoli, che hanno cercato quasi di entrare in porta con il pallone”. En efecto, el Betis dio un notable baño de fútbol a un grande de Europa (cierto que venido a menos y con una semana menos de rodaje), pero volvió a carecer de remate, como ya se ha visto demasiadas veces esta pretemporada; en verdad, siempre que ha tenido delante una defensa de Primera. En cuatro partidos y medio el Betis ha sido incapaz de hacer un gol.

Por más que falte Emana y que el salto de categoría sea importante, hay que confiar en unos jugadores que hicieron cerca de cien goles en Liga la temporada pasada. Sacar conclusiones precipitadas de las pretemporadas no es además recomendable. Pero es claro que el equipo barroquiza en exceso el (muy buen) fútbol de toque que construye en el centro del campo; en los últimos metros hay que acelerar el ritmo y usar recursos que vayan más allá del tiquitaca. Como dice la Gazzetta, no se puede entrar en la portería con la pelota: llevar hasta allí el toque es convertirlo en dogma absurdo.

El Betis sólo tuvo ayer dos recursos para tratar de culminar sus jugadas: la velocidad de Jefferson Montero –único hombre que intenta el uno contra uno– y el toque por el centro en jugada colectiva. Habría que abrir el abanico de recursos para acabar las jugadas, lo que haría el ataque menos previsible y distraería a la defensa rival. Entre esos recursos pueden estar:

- El tiro desde veinticinco metros. Sin llegar a ser grandísimos pegadores, los cuatro hombres que juegan tras Molina y Castro tienen un notable disparo y, dada la facilidad con que el Betis alcanza el balcón del área rival, tendrán docenas de ocasiones de practicarlo: el gol es cuestión de probabilidad. Por otro lado, como es bien sabido, acabar los ataques impide el contraataque rival.

- El balón colgado desde el lateral del área. El fútbol funciona por modas impuestas por los triunfadores, y lo que en tiempos de Míchel, Gordillo o Zamorano era jugada obligatoria (llegar a la línea de fondo y ponerla arriba) parece anatema desde que Rijkaard empezó a usar extremos a pie cambiado en Barcelona y triunfó con ellos. Sin embargo si uno tiene buenos rematadores de un toque en el área, como Castro, Molina o Pereira cuando está, esta es una forma tan válida como otras de llegar al gol. Además, obliga al rival a abrirse para atender las bandas y a aliviar así la densidad defensiva por dentro, que complica muchísimo el juego de paredes bético. Por otra parte en el caso de la banda derecha bética, sin extremo, esta parece la única manera de que Chica acabe las jugadas: habría pues que insistir en la posibilidad de cambiar de banda a Jefferson y Salva (Nacho sube y centra mejor que Chica), o traer a Lopes.

- Reemplazar a Molina por un fichaje –no precisamente tipo Zigic, si se quiere a jugar así– o por Pereira. La mecánica de ataque actual del Betis, que casi nunca levanta el balón del suelo, saca muy poco partido del juego de espaldas de un tanque del estilo de Molina, de modo que se puede plantear la posibilidad de jugar arriba con dos pequeños, al menos en algunas fases. Habría que calcular sin embargo los costes, como la pérdida de altura para defender a balón parado (un aspecto ya preocupante) y el buen desgaste físico del rival que provoca Molina, que suele rendir mejor en 90 minutos que en 30.


Por lo demás el partido dejó ver en un grado superlativo la calidad del fútbol de toque y presión del Betis; los cerca de 30.000 salernitanos que vieron el partido pitaron claramente a la Juve en la segunda parte porque no olía la pelota. Casto hizo una parada extraordinaria, Mario es un buen complemento de Dorado, pues es muy anticipativo (aunque demasiado impulsivo a veces), Chica parece al menos un aceptable lateral para andar por Primera, y Montero se hace necesario (y Mel bien lo sabe) para abrir el campo y cambiar el ritmo en los últimos metros, aunque ayer no bastara para alcanzar el gol.