Acabemos los análisis con la delantera.
Rubén Castro
Para mí, sin duda, ha sido el mejor jugador de la temporada, y con dudas puede serlo la que viene. A uno aquí le entran las incertidumbres del salto a Primera: si este jugador es tan bueno como ha parecido este curso, ¿qué hacía en Segunda con treinta años? ¿Estaremos sobrevalorando a esta plantilla por la baja calidad de la categoría?
Lo cierto es que Castro ha sido decisivo en infinidad de partidos y desde todas las posiciones de la delantera posibles, ha repartido los goles del modo más rentable (marcó en más de una veintena de partidos, algo impresionante), y es listo, rápido y trabajador. La mala racha del equipo de hecho puede explicarse de una manera simple: Castro dejó de meter goles. Ha dejado partidos antológicos, como el de Getafe en Copa. En su contra sólo cabe decir que le puede faltar algo de fútbol para jugar de mediapunta por detrás de un delantero centro, pero su inteligencia táctica (defensiva y ofensiva) y su adaptabilidad hacen de este un defecto menor. A cambio es destacable su capacidad para aprovechar los espacios que crea la movilidad y las falsas posiciones de sus compañeros, y su talento para aparecer en zonas de remate sin abandonar las obligaciones defensivas cuando ha sido extremo. Es imprescindible.
Emana
Una buena forma de medir de la importancia real de un jugador, el daño que hace al contrario, es preguntar a los rivales, aunque sea virtualmente, a qué hombre querrían borrar de la alineación enemiga. Pues bien, Emana ha provocado terror en casi todos los equipos que se han enfrentado al Betis, que se han obsesionado con él.
Seguramente no es tan bueno como parece ni tan prescindible como algunos creen. Como le pasaba a Joaquín, Emana hace a veces tan fáciles las cosas difíciles que da la impresión de poder fulminar al rival en cada jugada, pero ni para él mismo es tan sencillo como aparenta: no hay que frustrarse por que no lo haga. Tiene buena técnica, imaginación, una potencia brutal y buen tiro, sobre todo con la derecha. A cambio, no es un pasador demasiado fino, y es tan imprevisible, en ataque y en defensa, que desconcierta a sus propios compañeros y rompe algunos mecanismos del equipo, en la presión y a veces en la fluidez de circulación del balón: su juego barroco es siempre a un toque o a muchos, nunca a dos o tres. A cambio, aunque sus cifras de goles y asistencias no sean espectaculares, mediatiza muchísimo el juego defensivo del rival y le obliga a un esfuerzo enorme.
Tiene calidad para jugar de complemento en un grande (como jugador de veinte minutos sería mortal y valdría hasta para un Barcelona, aunque fuera tirado a un extremo), pero difícilmente va a encontrar un hábitat mejor que este Betis para disfrutar y rendir. En general su actitud es buena, aunque tantos focos sobre su cabeza le perjudiquen. Por ello, si los problemas económicos lo permiten, sería conveniente que siguiera, pero si llega una buena oferta (por encima de los cinco millones, por ejemplo) habría que calcular amortizaciones (acaba de cumplir 29 años) y los dolores de cabeza que ahorraría al club no tener que rebajarle el sueldo radicalmente, asunto que puede convertirlo en una bomba andante.
Molina
Un tanque de los de siempre, pero mejor que alguno que nos han colado en los últimos años. Necesita muchos partidos (y muchos minutos dentro de cada uno) para coger ritmo, pero en forma tiene una velocidad aceptable, juega bien de espaldas y cuando encara puerta suele acertar, una virtud nada despreciable. Continuará, aunque difícilmente será titular indiscutible.
Pereira
Como le pasaba a Poli Rincón (salvando las distancias) es tan torpe fuera del área como habilidoso dentro. Sólo piensa en la portería rival, lo que en el centro del campo suele convertirse en precipitación, muchas pérdidas de balón y situaciones a veces ridículas, pero cerca de puerta su verticalidad es muy buena, y además le pega bien con las dos piernas, también a un toque, y aparece en las zonas de remate aunque parta de la banda. Al tiempo corre mucho hacia atrás, más incluso que Castro, de manera que persigue a su lateral y ayuda al equipo en defensa. Pese a su ficha alta convendría que siguiera, aunque no parece sencillo encontrarle el sitio ideal: demasiado bajito para ser delantero centro, le falta técnica para ser segundo delantero, y en la banda se aleja de la portería rival, aunque parece el mejor acomodo para su fútbol. Tendrá que asumir un papel secundario, como recurso para partidos enredados.
Aunque para el salto de categoría lo ideal sería fichar a un delantero completo, que mejorara a Emana, Castro y Molina, y pudiera complementarse con ellos como punta o mediapunta (por soñar, digamos un tipo Forlán, o al menos otro Castro) está bien claro que la situación económica no permite estas alegrías en las zonas caras del campo. La salida de Emana, sin embargo, prácticamente obligaría a fichar a un hombre de similares características, si es que lo hay: un segundo delantero que fuese capaz de crear fútbol por detrás del punta y tuviese al tiempo velocidad y gol suficientes (un rol que, por ejemplo, difícilmente puede asumir Salva Sevilla).