Hace varias semanas (Granada, Athletic) nos lamentábamos aquí de la incoherencia del juego del Betis, que ponía en el campo un equipo de jugones para intentar realmente el pelotazo y la segunda jugada. Desde Málaga hay al menos un plan, el ultradefensivo, pero además de poco estético no parece adaptado a la plantilla, flexible ni bien ejecutado.
Sobre su no adaptación a la plantilla de este Betis escribimos en el post anterior, y vale como ejemplo que ayer los dos extremos en el campo que formaron el 4-1-4-1 bético son los únicos con los que cuenta Mel, lo que augura muy escaso vuelo a tal modelo de juego. De su falta de flexibilidad hubo de darse cuenta el entrenador a los siete minutos, cuando un error de Xavi Torres (cruel el destino al señalar a la apuesta ayer más discutible de Mel) dejó a los locales sin plan apenas iniciado el partido: si hace dos jornadas se recibía al Athletic con una temeraria alineación en la que Ceballos era segundo mediocentro con dos delanteros por delante, ayer no sólo había tres mediocentros defensivos en el campo (y Mel se quejaba hace muy poco de tener que jugar con dos), sino que uno de ellos, Digard, se veía obligado a jugar de interior, fuera de su sitio natural, mientras que Petros, perfecto para esa posición, quedaba fuera.
Esa extraña elección dejaba muy difícil la salida en corto desde atrás, y la soledad de Castro arriba casi imposible la salida en largo (salvo el pelotazo a N'Diaye a balón parado), de modo que el juego de ataque bético tomaría tintes velazqueños: simplemente no había plan de ataque, más allá de un posible robo alto de vez en cuando. El Betis entregaba pues la posesión al rival, cosa comprensible si hubiera sido voluntaria y en la dosis justa (a los atléticos no les gusta tenerla), y a priori adaptaba su esquema al previsible 4-4-2 del rival, con interiores sobre mediocentros como en el Carranza; ocurre que Simeone jugó otro 4-3-3 (o 4-1-4-1), lo que descuadró parejas.
Sólo en los quince minutos finales de este tiempo logró el Betis acercarse un tanto a la puerta rival.
Segunda parte
La natural salida de Ceballos formó un esquema mucho más equilibrado: un 4-4-2 defensivo que giraba bien a 4-3-3 ofensivo al caer el canterano al interior izquierdo en ataque y subir N'Diaye en esa fase al interior derecho. Contra el hábito esta temporada, el ataque se cargó desde entonces a la banda izquierda, y el juego se equilibró, aunque pagó entonces el Betis el otro grave defecto aquí denunciado de dejar a Castro solo arriba: no había la menor llegada arriba, salvo alguna carrera de Cejudo. Joaquín, muy castigado en el esquema al verse obligado a llegar muy arriba y a seguir a Filipe Luís (y mal ayudado por un amanerado Piccini), hubo de ser cambiado y ahí por fin, aunque muy tarde, Molina situó al equipo como debe. La solidez atlética y lesión de Digard a diez minutos del final dejaron al equipo, sin embargo, sin las esperanzas que su lucha merecía.
Mucho se ha hablado durante las últimas semanas sobre el estilo de juego adecuado a la plantilla 2015-16 del Betis y sobre la necesidad de fichar un extremo zurdo en el mercado de invierno. Trataremos aquí de analizar ambos puntos y responder a las preguntas tras ellos: ¿es el contragolpe el estilo que conviene a la actual plantilla del Betis?, ¿necesita el Betis el fichaje de un extremo?, ¿sería titular?, ¿implicaría ese fichaje un cambio de modelo de juego?
Empecemos por la pregunta de más fácil respuesta: es verdad que la plantilla del Betis necesita un extremo. Vadillo no da el nivel necesario –Mel en todo caso no cuenta con él– y Kadir y Cejudo, además de no darlo, tampoco tienen la características exactas de un extremo, concretamente por falta de velocidad. Mel lleva toda la razón y mucho tiempo reclamando esa velocidad, y aquí se pidió varias veces fichar al menos un jugador que tuviese un perfil intermedio entre los de Joaquín y Rubén Castro: un hombre rápìdo y con gol, que pudiese jugar en banda y en punta. Sin ese perfil, pues Macià trajo en su lugar a Van Wolfswinkel (un jugador mucho menos necesario estando ya Molina y Rennella en la plantilla), una baja de Castro o de Joaquín sería muy grave, y Mel pierde muchas opciones tácticas.
Establecida esa necesidad, veamos qué impacto tendría ese fichaje en el juego del Betis, y en concreto en la alineación y esquema principales que hipotéticamente podría usar Mel, a los que llamaremos el "plan A". Mucha (y muy desordenada) tinta se ha vertido ya sobre ello, y entre ella la del portavoz oficioso de Mel, Javier Mérida, aquí (con bastante tino, dicho sea de paso), y nosotros mismos, este bloguero y los comentaristas, aquí. Pongamos un poco de orden en esas ideas poniéndolas en forma de unos, digamos, postulados, que serán menos obligatorios de cumplir a medida que avancemos en la construcción, siempre, de ese plan A.
1º. Rubén Castro es titular en este Betis. Pocas discusiones caben en este punto.
2º. Rubén Castro debe jugar sin obligaciones defensivas, y con un delantero centro a su lado. Aquí está un centro de las discusiones tácticas sobre este equipo, y para valorarlo hay que atender a las características físicas de Castro: un jugador rápido, muy hábil, inteligente y asociativo en corto, pero sin potencia ni recorrido para la carrera larga, y sin presencia física para proteger balones largos de espaldas a portería. Dada la dependencia del equipo de sus goles y ese recorrido relativamente escaso, parece natural no alejarlo de la portería para hacerlo correr tras un lateral como extremo (sea en un 4-4-2 o un 4-3-3). Por otro lado aislarlo como punta único en un 4-3-3 o 4-2-3-1 traería dos graves consecuencias, ya sobradamente demostradas: (a) el equipo se quedaría sin salida en largo, y (b) se perdería el gol de un Molina o un Van Wolfswinkel, irremplazable por el que aportarían hipotéticamente extremos o mediapuntas: los que hay hoy en el Betis sencillamente no lo tienen. La posibilidad de usar a Joaquín como segunda punta mejoraría poco estas cosas y sacaría de la banda al único jugador específico que tenemos hoy.
3º. El Betis juega con cuatro defensas. No hay ninguna razón para que esto sea obligatoriamente así, más allá de la costumbre de Mel y del fútbol español, pero no parece previsible que esto vaya a cambiar. Sólo hay un esquema defensivo posible que incluya dos delanteros y cuatro defensas: el 4-4-2.
4º. Joaquín, N'Diaye y Ceballos serán titulares. Nuestras afirmaciones se van haciendo más discutibles, pero no parece probable que a largo plazo las alineaciones de Mel prescindan de estos jugadores. En todo caso, para la discusión que sigue, cambiar a N'Diaye por otro mediocentro como Digard, o a Ceballos por Portillo o Van der Vaart alterará poco los argumentos.
Los cuatro puntos arriba vistos dejan UN SOLO puesto libre en la alineación base de este Betis. Para que ese jugador sea el nuevo extremo de este plan A, habría que usar a Ceballos (o, peor aún, a Van der Vaart o Portillo) como mediocentro ofensivo, el cual tendría que defender como pivote en un 4-4-2 con dos extremos: un plan posible como alternativa para ocasiones señaladas, pero que no parece razonable como principal, al menos mientras Ceballos no madure (y mucho) en ese puesto; hemos visto ya ejemplos de ello, como ante el Athletic. Y es que aunque Mel reivindique que los cuatro mediocampistas de sus Betis hayan solido ser un pivote defensivo, otro ofensivo y dos hombres abiertos, conviene recordar que ni fue así las más de las veces (más acudió al falso extremo tipo Salva Sevilla), ni sus mediocampistas ofensivos (Beñat) lo eran tanto como Ceballlos o Portillo, ni cuando se jugó realmente así se alcanzaron siempre buenos resultados (recordemos rendimientos de parejas exteriores como Juanfran-Juan Carlos, de nefasto recuerdo). Por demás jugar con ese 4-4-2 con dos extremos y Ceballos en el centro condenaría al banquillo a la vez a Van der Vaart, Portillo y Petros, y el equipo, sin buenos recambios para Joaquín, Castro ni el nuevo extremo, quedaría obligado a cambiar de plan táctico al menor contratiempo en forma de lesión o sanción.
Mucho más razonable parece jugar con Ceballos (u otro de su corte) en banda y un segundo verdadero mediocentro (sea un Digard o un Petros), o bien al menos, si Ceballos es adaptado a mediocentro ofensivo, taparse un poco por dentro con un falso extremo dando así de paso cancha a Portillo o Van der Vaart. En suma, se fiche extremo o no, el esquema principal debe seguir siendo el 4-4-2 asimétrico, que en ataque se convierte en 4-3-3, como hemos ya explicado aquí muchas veces. Los problemas ofensivos por la banda ciega son perfectamente resolubles con soluciones tácticas (abrir a veces al falso extremo, subidas del lateral, caídas de Castro...) y con el uso de jugadores más potentes físicamente como Vargas y Ceballos. En suma: el fichaje no debería ser titular, y, por tanto, es una falacia (o un mal negocio) pensar que cambiaría por ello el esquema principal de juego del equipo.
Pero queda aún por responder una pregunta más: ¿es el contragolpe el modelo de juego base que conviene a este Betis? Aquí sí hemos de afirmar que, a nuestro modesto entender, Mel yerra de lado a lado. Es comprensible que en este momento quiera estabilizar al equipo desde atrás, o que se tape en según que escenarios y ante qué rivales, pero es evidente (y su propia afirmación de que el equipo carece de velocidad arriba así lo evidencia) que este Betis no tiene hombres para aprovechar grandes distancias y espacios, y sí, por el contrario, buenos jugadores para un juego de posición, posesión y espacios cortos. Los Portillo, Van der Vaart e incluso Ceballos, Castro y Molina no tienen condiciones naturales para contragolpear con cincuenta metros por delante, y sí sin embargo para, si se entrenan bien ciertos conceptos y se colocan adecuadamente las piezas, sacar bien el balón desde atrás, alargar las posesiones y contrapresionar bien, y, en suma, encerrar al rival y encontrar fisuras en sus defensas. Si esto no se ha hecho bien tras los primeros partidos (en que sí se hizo) no hay que buscar las causas en las condiciones de los jugadores.
Peor aún: tratar de jugar un sistema contragolpeador obligará a sacar del campo a los jugones del equipo para hacer sitio a dos extremos más o menos potentes (do momento, obligatoriamente siempre Cejudo y Joaquín, sin suplentes válidos para refrescarse ni en caso de lesión), y eso forzará a dejar en el banquillo o la grada a, al menos, cinco hombres de la siguiente lista: Ceballos, Van der Vaart, Portillo, Molina, Van Wolfswinkel y Rennella. O sea, quedará una sola plaza libre para todos los mediapuntas y tanques de la plantilla, que no son pocos ni todos malos.
Capítulo aparte a este respecto merece el caso Petros, jugador extrañamente catalogado por Mel y la prensa como mediocentro defensivo, tal vez porque corre mucho, y que sin embargo ha demostrado tanta incapacidad para mantener la posición defensiva (defecto tan brasileño como, esperemos, corregible) como capacidad para el juego de posesión y presión inmediata tras pérdida, algo ideal junto a un Digard o un N'Diaye para plantar al equipo en campo contrario. Las pérdidas de balón del brasileño sólo existen en la imaginación de la prensa sevillana: las estadísticas lo colocan como uno de los mejores pasadores del equipo, algo estimable para un jugador que ataca en posiciones de interior avanzado.
En resumen, a nuestro parecer Mel se equivoca al pensar que su plantilla es contragolpeadora por naturaleza, y no lo es justamente por la carencia de extremos rápidos que él mismo, ahí con razón, ha denunciado. Para convertirla en una plantilla contragolpeadora tendría que fichar a dos o tres jugadores más (¡y no se han fichado pocos ya!) y prescindir de varios de calidad contrastada, algo que no parece tener sentido ninguno. Digamos, por cierto, que las estadísticas repetidamente argüidas (ese "casi cien por cien" de goles conseguidos "a la contra") no son ciertas, por decirlo suavemente: de los 11 goles logrados 3 lo fueron en ataque posicional, 3 a balón parado y 5 al contragolpe, y casi todos estos en situaciones de presión alta, no con el equipo replegado.
En suma, creemos que hay mimbres para jugar bien al fútbol si se trabaja correctamente el ataque estático y la últimamente velazqueña salida de balón –algo en todo caso insoslayable, pues será necesario para marcadores en contra–. Y pensamos que el Betis puede construir una alineación equilibrada entre defensa y ataque, seguramente con dos mediocentros salidos de la terna N'Diaye-Digard-Petros, más un falso extremo, Joaquín, Castro y un tanque. Haber hecho mal ciertas cosas o victorias afortunadas no debe cegarnos.
Como siempre, los comentarios serán bienvenidos. Este blog no será puesto al día con regularidad tras los partidos las próximas semanas.
En Twitter: @juanramonlara7
MÁLAGA C.F. (0): Kameni; Rosales, Angeleri, Weligton, Boka; Fernando
Tissone, Recio (Cop, m. 70); Tighadouini (Mastour, m. 85), Duda,
Juankar (Horta, m. 76); y Charles.
BETIS (1): Adán; Piccini, Bruno, Westermann, Varela; Petros, Digard
(Xavi Torres, m. 46); Cejudo (Molinero, m. 85), Van der Vaart (Dani Ceballos,
m. 66), Joaquín; y Rubén Castro.
Gol: 0-1, minuto 64: Rubén Castro.
Árbitro: Prieto Iglesias, navarro. Amarillas para Bruno, Álvaro Cejudo, Angeleri, Piccini, Charles, Varela y Van Wolfswinkel (banquillo).
Buen tiempo y muy buena entrada en La Rosaleda, con cerca de un millar de béticos.
La sufrida (e injusta, ocasiones a la vista) victoria lograda anoche por el Betis agitará durante las próximas semanas el debate sobre el estilo de juego adecuado a este Betis, pero tranquilizará el ambiente en torno al entrenador y su equipo. Guste o no el trabajo de Mel, el observador objetivo ha de reconocer que el balance de puntos es bueno y que si estos se hubiesen ganado en casa es probable que no hubiese debate alguno.
Primera parte
Feo o bonito, acertado o no, anoche el Betis tuvo un plan y la alineación fue coherente con este. Convencido de que a su equipo no le debe preocupar tener el balón –asunto en el que entraremos largamente en un post que se publicará próximamente–, Mel esta vez sí dispuso un once preparado para el juego de pelotazo, robo y contragolpe. Ciertamente este juego parece más clementista (velazquista, habría que decir aquí) que melista; pero lo cierto es que el Betis, voluntaria o involuntariamente, ya venía jugando así en los partidos anteriores, y lo que se haga, sea lo que sea, conviene tratar de hacerlo bien.
Así pues Mel necesitaba, antes que manejadores de balón, jugadores con potencia para jugar al espacio y ganar metros por banda. En el ostracismo Vadillo, una mirada a su plantilla sólo le ofrecía dos con ese perfil: Joaquín y Cejudo, especialmente útil este cuando se espera un juego de choque y carrera. Sacrificado Portillo, Mel decidió prescindir del tanque arriba para dar minutos a Van der Vaart como mediapunta, lo que abandonaría a Castro a la soledad en la punta. El Málaga optó por un sistema idéntico: un 4-2-3-1 con un mediapunta, Duda, del mismo perfil que el holandés: zurdo con clase, veterano, de escaso físico, buen lanzador a balón parado y con un juego ofensivo más de centrocampista que de segundo delantero. El Málaga lleva cinco goles a favor en once partidos, y este esquema no es ajeno a ello. Veamos por qué y qué puede aprender el Betis de ello.
El llamado mediapunta, cuando es del perfil arriba visto, es un jugador que defiende como delantero de un 4-4-2 (ayer Van der Vaart se quedaba arriba junto a Castro) y ataca como mediocampista, pues se retrasa para pedir la pelota en posiciones de interior cuando su equipo la tiene. Esto es, corre en dirección opuesta a la del equipo y si –caso de Duda y Van der Vaart– no tiene mucha potencia física, rara vez llega arriba a posiciones de remate. Tales privilegios, justificados por sus posibles asistencias y un buen movimiento de balón, requieren a cambio que los dos extremos del equipo se ofrezcan por delante, que ataquen y goleen como verdaderos delanteros y que defiendan como centrocampistas de banda del 4-4-2. La especie privilegiada capaz de tal hazaña es muy rara de hallar, y suele valer cara (Neymar o Pedrito, para entendernos); es más fácil encontrar a extremos que apenas pisan el área desde esa posición, como Joaquín, o que cuando la pisan rara vez aciertan con la portería, como Cejudo o Juankar (bien lo demostró anoche). La consecuencia suele ser que, por mucho que se alarguen los ataques para dar tiempo a esas idas y vueltas, el equipo pierde gol. El Betis de Verdú y este Málaga de Gracia son buenos ejemplos.
¿Qué ventajas supone esto respecto a un segundo delantero? Como vemos, nada en ataque, muy poco en defensa (sigue siendo un 4-4-2, y si se quiere retrasar en esta fase a un segundo punta, fácil es), y si sumamos el agravante de que se pierde salida en largo cuando te presionan arriba (ahí Molina suele aliviar mucho), resulta que con semejante perfil en esa zona (el de Portillo, Van der Vaart e incluso Ceballos) nada ganará el equipo. Otra cosa, huelga decirlo, es tener a un verdadero segundo delantero, como Müller en el Bayern o Bale en el Madrid, que toque entre líneas pero sí aporte goles, velocidad, salto y llegada.
No debe sorprendernos pues que la primera parte, tras un arranque muy intenso de los béticos (bien ahí por fin la mentalización previa del equipo), fuese dominada territorialmente por el Málaga, pero que sus remates con peligro no fuesen muchos. La mayoría de ocasiones locales llegaron cuando el Betis, con intención de no encerrarse muy atrás y de buscar esporádicamente el robo alto, cometía descoordinaciones en el mediocentro (Petros jamás guarda la posición y Digard casi siempre lo hace), que provocaron peligrosos espacios en esa zona. En dirección contraria la presión malagueña tampoco era muy intensa e incluso hacia el último cuarto de hora pudo el Betis tratar de salir tocando desde atrás, sin acierto, por cierto.
Minutos 46 al 64
Tras el cambio de mediocentro posicional por lesión, el Betis adelanta veinte metros la presión, por fin va todo a una y por primera vez en el encuentro da sensación de mando. Justo cuando el cansancio empieza a hacer mella, una jugada defensiva arriesgada pero bien coordinada (varios intentos de robo consecutivos) da el resultado buscado: la pelota le cae a Castro y naturalmente termina dentro.
Minuto 64 hasta el final
Mel mete, según lo previsto, a Ceballos por Van der Vaart; pero no como mediapunta, sino como falso extremo izquierdo para que un cansado Joaquín quede arriba liberado de obligaciones defensivas. A la fuerza el Málaga se va arriba y descubre una de las grandes debilidades del planteamiento bético: Castro arriba, pese a sus buenos movimientos, apenas puede pescar balones largos, y Joaquín apenas tiene fuerzas para ayudarle, de modo que los béticos son fácil presa de una presión alta y entregan el balón sin apenas ofrecer resistencia. El Málaga mete delanteros y el Betis pasa apuros, resueltos por un enorme Adán y, no lo despreciemos, por la gran ventaja de quien se encierra solidariamente: en espacios cortos casi siempre llega la ayuda oportuna o el compañero que estorba el remate final. Cerca del final Mel dobla lateral por la derecha con Molinero.
Jugador por jugador
Adán: Partido realmente extraordinario, con una parada milagrosa al final, un par de muy buenas salidas a tapar y muchísima atención para anticiparse a los problemas.
Piccini: Mal colocado, pasó muchos problemas defensivos con Juankar y no se atrevió a encarar en ataque, pese a disfrutar de espacios.
Bruno: Bien –y trabajo tuvo– salvo en una peligrosa jugada de Tighadouini en la que se dejó regatear muy fácilmente.
Westermann: Como buen central alto luce más en espacios cortos. Muy bien.
Varela: Desgraciadamente no puede ofrecer el despliegue físico adecuado para repetir lo que hizo en la jugada del 0-1: apretar y robar. Cumplió en defensa.
Petros: Para bien o para mal su presencia mediatiza el juego del equipo. Corre y aprieta muchísimo, pero debería aprender a guardar la posición en las jugadas que lo demanden, no ir siempre a robar el balón. Con posesión de este, muy bien: aunque la prensa sevillana le cuelgue el sambenito de perder muchos balones las estadísticas dicen que ayer fue el mejor pasador del equipo (84%, nada menos).
Digard: Por debajo del partido anterior, pero hizo bien la raya y repartió juego con diligencia.
Cejudo: Tras Rubén y Adán, el mejor. Este juego de choques y arrancadas le va muy bien. Le dieron decenas de patadas.
Van der Vaart: Puso mucha voluntad, pero su estado físico da hoy para poquito.
Joaquín: Fue extremo a pie cambiado, a pie natural y mediapunta. Se vació, pero estuvo desacertado en lo suyo, el control de balón y el regate.
Castro: Gol partita y muy buen partido. Con mucha movilidad (caídas a la izquierda aun sin delantero tanque a su lado), se supo buscar la vida como delantero solitario con más acierto del habitual, y aunque falló una ocasión muy clara en la primera parte acabó por meter su golito.
Torres: Parece que ayer no se había vendido. Debería haber sido expedientado por el club hace mucho tiempo.
Ceballos: Corrió, pero no ayudó nada a tener el balón. No se entiende muy bien qué le pasa.
Molinero: Cumplió.
Mel: Por razones que desarrollaremos en otro post no nos parece que este estilo de juego sea el mejor para esta plantilla ni que las estadísticas lo justifiquen, pero ahora sí casa la forma de jugar con los jugadores que la llevan a cabo.
Los comentarios son siempre bienvenidos.
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BETIS (1): Adán, Piccini, Bruno, Pezzella,
Molinero (Varela, minuto 56); Joaquín, N'Diaye, Dani Ceballos (Jorge
Molina, minuto 81), Portillo (Digard, minuto 46); Rubén Castro y Van Wolfswinkel.
ATHLETIC DE BILBAO (3): Iraizoz; De Marcos (Bóveda,
minuto 50), Etxeita, Laporte, Balenziaga; Sabin Merino, San José, Beñat (Elustondo,
minuto 87), Williams (Lekue, minuto 78); Raúl García, y
Aduriz.
Goles: 0-1, m. 9: Williams. 0-2, m. 45: Williams. 1-2, m. 67: Rubén Castro, de penalti. 1-3, m. 86: Raúl García.
Árbitro: González González, castellano-leonés. Bien. Amarillas para Raúl García, San José, Dani Ceballos, Laporte y Bruno.
Unos 26.000 espectadores en el Villamarín en noche muy lluviosa. Césped algo pesado pero en excelente estado dada la cantidad de agua caída en la previa y durante el partido.
¿Una derrota pírrica?
A la inversa de las inútiles victorias del rey Pirro contra Roma allá por el siglo III a.C., el desastre del Betis anoche ante el Athletic puede traer consecuencias muy beneficiosas para el equipo a medio y largo plazo, como ocurriese hace un año contra el Alavés. Si Mel pone cordura en sus alineaciones y planteamientos no hará falta, como entonces, que ruede la cabeza del entrenador.
Primera parte
La alineación del Athletic contenía los ingredientes esperados: un equipo muy equilibrado, fuerte físicamente (muy bien en este aspecto Beñat, por cierto), con velocidad por fuera en Williams y mucho poder arriba en la pareja García-Aduriz: los bilbaínos tendrían capacidad para mezclar a su conveniencia el juego corto y el largo, el estático y la contra veloz.
Enfrente Mel, tal vez influido por (o tal vez según anunciaba en) el final de este artículo, ponía en escena un temerario equipo de jugones en el que llamaban poderosamente la atención dos cosas: la aparición de Molinero a pie cambiado, probablemente por temor a la velocidad de Williams ante el lento Varela; y sobre todo la insistencia en alinear a Portillo y no a Digard, lo que obligaba a meter a Ceballos (titular previsible) como mediocentro ofensivo.
La magnífica respuesta del nuevo césped disipó un primer temor: que un equipo así naufragara entre el barro. Sin embargo ocurrió algo peor: un equipo así naufragó ante la incoherencia del juego bético, inexplicablemente empeñado durante cuarenta y cinco minutos –como ya ocurriera y ya denunciáramos en la segunda parte ante el Granada– en convertir el partido en un correcalles de pelotazos a campo abierto, ante un rival físicamente muy superior. Esto es, no sólo el equipo tenía un perfil desequilibrado hacia lo técnico y lo ofensivo, sino que entraba exactamente en el juego que menos le convenía. Y es que, al igual que un equipo de baloncesto debe tener un buen equilibrio entre juego interior y exterior –y, en todo caso, si no tienes hombres altos has de apostar por el tiro exterior–, un equipo de fútbol debe equilibrar juego largo y corto y, si es mucho más técnico que físico, debe retener el balón, agruparse en torno a él y descolocar al rival a base de toque, para llegar arriba y para ganar efectividad en la presión postpérdida.
Pero, al contrario que Deportivo o Espanyol, a cuyo repliegue atribuyó Mel las dificultades del equipo para desplegar buen juego, el Athletic tiró la presión bastante arriba; el Betis jamás intentó superarla tocando el balón desde atrás: uno apenas recuerda en este periodo un par de jugadas de salida de balón desde los centrales, ni por tanto fue esta vez el problema el reparto de espacios entre Ceballos y Portillo como interiores. Los ataques del Betis –más bien los saques en largo hacia N'Diaye– eran brevísimos, pues los Joaquín, Portillo y Ceballos no son hombres de choque y segunda jugada. Al no haber posesión ni el Betis se ordenaba ni el rival se encerraba, de modo que, muy separadas las líneas béticas y débil defensivamente su mediocampo, la presión bética sólo lograba ofrecer al rival un verdadero latifundio para que Beñat lanzara a placer balones largos hacia los potentísimos saltos de Aduriz o las carreras de Williams. El habitual (¡¡??) gol visitante en el arranque, merecidísimo tras varias ocasiones claras (inexplicable de nuevo que el rival salga mucho más metido en el partido), empeoró naturalmente la situación: la ansiedad provocó más separación de líneas y una presión más desorganizada. Sin corrección desde el banquillo, sólo la suerte libró al Betis de recibir más de dos goles tras siete ocasiones muy claras de los visitantes, por ninguna local.
Segunda parte
Mel tiene la admirable humildad de rectificar de pleno sus dos apuestas. De salida refuerza el mediocampo con dos medidas: sumarle un hombre al retrasar a Rubén al extremo izquierdo de un 4-1-4-1 y, sobre todo, prescindir de Portillo y meter como mediocentro a Digard, contrafuerte tras N'Diaye y Ceballos, interiores derecho e izquierdo desde entonces.
El Athletic da un pasito atrás y el Betis por fin la tiene e intenta jugarla. Digard demuestra su calidad ofensiva y defensiva: ocupa campo, gana balones divididos y mueve bien al equipo. A los pocos minutos, obligado por un marcador que forzaba a abrir el campo en ataque, Mel rectifica (aunque la presencia de Molinero era razonable) y arriesga con Varela (¡único zurdo junto a... Adán!) como lateral. Aunque el Athletic sigue siendo mejor y llegando más, el partido se equilibra, el Betis tiene incluso una ocasión para empatar y finalmente llega la merecida sentencia del Athletic, tras un 2-5 en ocasiones claras en esta segunda parte.
Jugador por jugador
Adán: Tal vez pudo hacer algo más en el primer y el tercer gol, pero si así fuera estaría más que compensado por las varias paradas de mérito, alguna milagrosa, con las que evitó males mayores.
Piccini: Pareció desmotivado. Poco activo.
Bruno: A campo abierto se le notan naturales carencias, y Aduriz, tremendo en ese juego, lo superó por alto. Aun así, salvó también peores desastres.
Pezzella: Le llegaron en oleadas, pero lo cierto es que por su sector llegó mucho peligro. Su buen cartel justifica la espera de mejor rendimiento, pero preocupan sus aparentes carencias físicas: ni va muy bien por arriba, ni es rápido, ni ágil. Ya hace lo que sabe y esas cosas tienen mal arreglo, así que...
Molinero: Cumplió en defensa como pudo y fue previsiblemente nulo en ataque.
Joaquín: Calidad, pero mucho rival y muy poco apoyo. El correcalles los reventó ya en la primera parte.
Ceballos: Totalmente desubicado en la primera mitad, demostró que ponerlo como mediocentro puede ser hoy un recurso ante rivales ultradefensivos o situaciones desesperadas, pero jamás el plan A. Mejoró luego.
N'Diaye: Excelente partido. Como en Granada, fue el único que se sintió en su medio, un caos a campo abierto, aunque lógicamente no pudo apagar todos los incendios.
Portillo: Sólo vale para partidos jugados en espacios pequeños, sea para defender (cumple) o para tener el balón (ahí brilla, aunque en zonas frías). En cuanto el partido se abre y el equipo pierde posesión es una nulidad, que ni gana balones divididos ni metros a la contra –porque no tiene velocidad en carrera–. Ayer además tuvo un mal día. No debe volver a ser titular, ni lo será. Dio su primer pase decisivo de la temporada, aunque en el lado equivocado.
Castro: Trató de tocarla en la mediapunta pero no le llegó nada decente. Le faltó agilidad de piernas para cazar el 2-2.
Van Wolfswinkel: Hace cositas interesantes, pero de momento tiene mucho que demostrar para quitarle el sitio a Molina.
Digard: Demostró las virtudes que le dieron un nombre en la liga francesa. Es un mediocentro posicional muy completo, con carácter, que se sitúa bien, gana los balones en el choque y la toca bien en corto y en largo (aunque ayer abusó algo de los cambios de juego). Además rompe líneas con pases verticales, algo fuertes por cierto, y tiene un disparo potentísimo a puerta. En este Betis, titularísimo.
Varela: Intervino poco. No desentonó, ni para bien ni para mal.
Molina: Apenas tiempo para calentarse.
Mel: Su alineación fue absolutamente temeraria, y además el modo de juego fue completamente incoherente con ella. Como desde hace varias jornadas, no hay plan de juego, y la presunta tendencia del equipo a jugar a la contra ni es tal ni es adecuada a sus mimbres. Urge empezar el edificio por los cimientos, con Digard y N'Diaye como mediocentros (en casa o fuera), Ceballos en banda y por tanto un adecuado equilibrio entre toque y fuerza física: con una alineación como esa el equipo puede jugar al fútbol, y muy bien.
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