BARCELONA (4): Bravo; Alves, Mascherano, Vermaelen, Mathieu (Adriano, m. 67); Busquets
(Bartra, m. 56), Rakitic, Sergi Roberto (Munir, m. 85); Messi, Neymar y
Luis Suárez.
BETIS (0): Adán; Molinero, Bruno (Pezzella, m. 16), Westermann (Digard, m. 35),
Vargas; Ndiaye, Petros; Cejudo, Ceballos, Van Wolfswinkel y Rubén Castro
(Van der Vaart, m. 74).
1-0, m. 29: Westermann, en propia puerta. 2-0, m. 32: Messi. 3-0, m. 46: Luis Suárez. 4-0, m. 83: Luis Suárez.
Árbitro: Vicandi Garrido (Comité Vasco). Prevaricador. Mostró tarjeta amarilla a Dani Alves,
Adán, Petros y Pezzella. Expulsó al entrenador del Betis, Pepe Mel, en el
minuto 30.
80.000 espectadores en el Camp Nou. Muy buen césped, como siempre, pasillo del Betis a los campeones del mundo y homenaje previo a Patrick O'Connell.
País de súbditos voluntarios, en el que la adulación del poderoso se premia muy por encima del respeto a las leyes, España tiene la Liga que se merece, adulterada tantas veces como sea necesario para regocijo de cortesanos y palmeros. Ayer tocó al Betis sufrir el bochorno al borde de la media hora de partido. Hasta entonces los béticos habían contenido de modo sobresaliente al mejor equipo del mundo, y desde entonces bajaron ostensiblemente su nivel y a ratos fueron arrollados, para lo que no hay excusa arbitral. El partido tuvo pese a todo mucho interés táctico, así que lo analizaremos con atención.
Primera media hora
Son bien conocidos el sistema y la mecánica de juego del Barça de Luis Enrique. Posicionalmente, los azulgrana atacan con su clásico 4-3-3, que rota a 4-4-2 en defensa estática al no retroceder Messi en persecución del lateral rival, de modo que Rakitic funciona como falso extremo.
Mel propuso por fin un posicionamiento similar al de este Barça, que es el que, como venimos reivindicando aquí desde hace tres meses, mejor se adapta a la plantilla bética actual. Extrañó que fuese precisamente el día de mayor riesgo el elegido para volver a jugar con dos delanteros; afortunadamente Mel lo hizo de forma consecuente y, en lugar de mandar a Castro a la banda para perseguir a Alves (función en la que se vuelve irrelevante en partidos como el de ayer, en los que los extremos juegan a setenta metros de la puerta rival), lo situó como segundo delantero con la función defensiva de incomodar a Busquets, y era Ceballos, falso extremo, el encargado de seguir al lateral brasileño. Van Wolfswinkel quedaba arriba para bajar pelotazos largos y ensuciar la salida en conducción de Mascherano y Vermaelen, cosa que logró con notable éxito y con el buen criterio de permitirla más por el lado del belga.
Con Petros como mediocentro derecho, en ataque el plan debía ser usar al brasileño y a Ceballos como interiores por delante de N'Diaye, y que Castro y Vargas aprovechasen los espacios vacantes en la banda izquierda; para ello sin embargo era necesario alargar las posesiones, algo muy difícil ante el equipo que ha hecho del toque y el Gegenpressing su marca distintiva.
Sí tuvo pleno éxito sin embargo el equipo bético en lo defensivo: el buen trabajo de los puntas (naturalmente no exento de desgaste) demostró que, contra la opinión general, jugar con un solo delantero y un mediapunta (tipo Ceballos, van der Vaart o Portillo) en muy poco mejora las prestaciones de un esquema defensivo que, al cabo, es un 4-4-2, e incluso ayer un 4-4-1-1 a pesar de jugarse formalmente con dos puntas. Verdad es que hubo ciertos problemas por la banda de Alves, pero más por negligencia de Ceballos, cuya capacidad física para hacer ese trabajo no se puede poner en duda, que por problemas tácticos reales. Bien cerrado el Barcelona por fuera y dentro, un Betis áspero y concentrado se beneficiaba de las rotaciones blaugranas (aunque estuviese presente la MSN) y por ellas de la inferior calidad de jugadores como Mathieu o Sergi Roberto para romper la temible continuidad del juego barcelonista; sólo pasaba apuros cuando tocaba el balón Neymar.
Minutos 30 al 46
Abierta la lata bética gracias al cuádruple error (¿error?) de Vicandi, el Betis pierde centrales, entrenador y concentración y, ahora sí, el Barcelona llega con asiduidad al área bética y marca dos goles más.
Minutos 46 al 90
Con poco ya que perder, Mel, hombre a la moda, decide arriesgar con la del Deportivo: manda la presión arriba y planta un sorprendente 4-3-1-2 en el que los tres de arriba (Ceballos, enganche cerca de Busquets, Van Wolfswinkel a la derecha y Rubén a la izquierda) no retroceden cuando la jugada los supera, de modo que el Barcelona ataca las más veces siete contra siete. Cejudo y N'Diaye (que luego permuta con el brasileño) quedan respectivamente como interiores derecho e izquierdo a los lados de Petros, mediocentro.
El juego se iguala en apariencia, pero el Betis tira poco y sin embargo el Barcelona llega a puerta innumerables veces, en estático y a la contra; Adán salva el resultado con paradas de todo tipo.
Jugador por jugador
Adán: Muy buen partido, y en particular sobresaliente en los uno contra uno, de los que salvó un puñado ante unos tales Messi o Suárez.
Molinero: Pasó apuros ante Neymar y no cerró bien en el 2-0.
Bruno: Apenas quince minutos.
Westermann: Como su compañero de línea, controló bien a Suárez durante el poco tiempo que permaneció en el campo.
Vargas: Negoció como pudo las ausencias de Ceballos en la persecución de Alves. Considerando el escenario, llegó bastante arriba en ataque.
Cejudo: Elegido por delante de Joaquín, demostró lo sabido: su fuerte es el físico más que la técnica, y eso le permite salir airoso de escenarios como el de ayer, aunque jamás con brillantez.
Petros: Ayudó lo que pudo a Molinero, pero tuvo mucha menos cuota de balón de lo usual.
N'Diaye: En partidos como el de ayer tal vez debiera regular menos sus fuerzas: trotó demasiado en la primera parte. Curiosamente lució más cuando se descolgó como interior izquierdo.
Ceballos: Si alguien tiene el duro para cambiarlo es él, pero esa calidad con balón no justifica cierta desaplicación en labores defensivas. Demostró potencia para salir de los regates, una diferencia muy sustancial sobre competidores por su plaza como Portillo o Van der Vaart. Debe aprenderse ese puesto, porque le esperan minutos ahí, donde Del Bosque colocó al mismísimo Zidane: para jugar en Primera o corre detrás del lateral o mete diez goles por temporada, y lo segundo no parece a su alcance.
Castro: Su sorda labor sobre Busquets le dificultó aparecer arriba, donde está habituado a recibir. También debe adaptarse a ello: al menos en partidos de poca posesión lo natural es que el tanque defienda por delante de él, para pescar los pelotazos que Rubén, por físico, no puede bajar.
Van Wolfswinkel: Aunque en la primera parte apenas apareció, luego sí demostró que tiene la combinación de fuerza, altura y movilidad necesaria para hacer bien de boya arriba. Eso y su gol le hacen falta a este equipo.
Pezzella: No se arrugó. Con balón, discreto.
Digard: Se adaptó tolerablemente al puesto de central y dio buena salida de balón.
Van der Vaart: Salida testimonial.
Mel: Resultó extraño el día elegido para destaparse un poco, pero por fin se atrevió a hacer lo que era necesario antes o después: meter un segundo delantero que dé al equipo la esperanza de marcar más de quince goles de aquí a final de temporada.
El detalle
Este escriba coincidió con el narrador de BeIN en inglés: I had actually never seen a penalty like this before.
En Twitter, @juanramonlara7. Los comentarios son siempre bienvenidos.
jueves, 31 de diciembre de 2015
domingo, 20 de diciembre de 2015
Betis 0 - Sevilla 0 (16ª jornada de Liga de Primera División)
BETIS (0): Adán; Molinero (Varela, m. 83), Bruno, Westermann, Vargas; Petros, N'Diaye; Cejudo, Dani Ceballos (Digard,
m. 75),
Joaquín (Van Wolfswinkel, m. 69); y Rubén Castro.
SEVILLA F.C. (0): Sergio Rico; Mariano, Rami, Kolo, Tremoulinas; Krohn-Dehli (Iborra, m. 59), Krychowiak; Vitolo, Banega, Konoplyanka (Reyes, m. 70); y Gameiro (Llorente, m. 82).
Árbitro: Clos Gómez (Comité Aragonés). Mostró tarjetas amarillas a Molinero, Westermann, Dani Ceballos, Cejudo, Joaquín, Adán, Digard, Krychowiak, Vitolo, Rami e Iborra.
Excelente entrada (50.000 espectadores), muy buen césped y gran ambiente en el Villamarín.
Un partido tan bueno en lo defensivo como malo en ataque permitió ayer al Betis alcanzar las tablas en un derbi típico, por lo tenso y por lo escaso de calidad. La grada, más la dureza de carácter y la experiencia de jugadores como Vargas o Westermann compensaron la superioridad futbolística de los visitantes.
Primeros 75 minutos
Aunque hubo rachas de cierto dominio de unos y otros, tácticamente el partido tuvo un decurso muy homogéneo, cuando menos hasta el cuarto de hora final. Betis y Sevilla presentaron esquemas muy semejantes. Los visitantes, como es en ellos habitual, sacaban un 4-2-3-1 con un mediapunta, digamos, muy centrocampista (Banega), un doble pivote con el más posicional (Krychowiak) a la izquierda y el de más tendencia a descolgarse por delante en ataque a su derecha (Krohn-Dehli), dos extremos bien adelantados y, afortunadamente para el Betis, su punta pequeño y móvil, Gameiro; al dejar en el banco a Llorente Emery daba dos ventajas al Betis: perdía salida en largo cuando el local presionase arriba, pues Gameiro muy pocas veces ganaría por alto a Bruno o Westermann; y –como demostró el partido– jugaba con un delantero centro al que la naturaleza no dotó del don del gol.
Mel calcaba el diseño: cambien a Ceballos por Banega, a Petros por Kronh-Dehli, etc., y resulta la disposición bética. Es comprensible que el técnico madrileño optara por tan defensivo equipo en circunstancias como las de ayer, pero al respecto hemos de repetir el análisis que hemos hecho muchas veces desde que se inició esta temporada: con esa alineación –Rubén Castro como único delantero– el Betis tendrá dos graves problemas que, caso de que se prolongue la situación, pueden llevar al equipo a Segunda. El primero es la falta de salida en largo, por razones similares a las de Gameiro ayer enfrente: Rubén pocos balones largos ganará ante los centrales rivales. El segundo es mucho más grave: la segunda línea bética –tras Rubén– no tiene gol ni presencia en el área rival. Sin tanque arriba (Molina, Ricky o quien sea) la cuenta más optimista de posibles goleadores béticos, estadísticas en mano, pone al equipo en el peligrosísimo entorno de los 30-35 goles a favor. Y en cuanto a mera presencia, una comparación con el Sevilla personaliza el asunto: Joaquín (sobre todo, pero tampoco Cejudo) no tiene el poder físico de un Vitolo para aparecer por el área rival y luego perseguir al lateral contrario hasta el área propia; obligado una y otra vez a apurar la jugada ofensiva ante la falta de rematadores a los que asistir, y a volver luego para tapar a un lateral largo como Mariano, el portuense estaba fundido a los treinta minutos.
A mayor abundamiento, el Betis, piense lo que piense su entrenador, carece de jugadores con la potencia necesaria para el contragolpe cuando defiende atrás, y apenas cabe llamar intentos de tal a un par de pelotazos de Adán (¡?) y una buena contra de Ceballos mal culminada por un ya cansadísimo Joaquín, allá por el minuto 35.
Una vez más, el equipo tampoco tomó riesgos para intentar sacar la pelota jugada desde atrás. A balón parado desde campo propio (hubo docenas) redujo sus ataques a pelotazos hacia N'Diaye, mediapunta ocasional en esas situaciones. Siendo –esta vez– perdonable esa pusilanimidad por la tensión, es lástima que los béticos no aprovecharan la blandura defensiva sevillista, en especial por la banda de Konoplyanka: ni el frío ucraniano, ni Banega, ni Gameiro hacían el menor esfuerzo por presionar, de modo que las poquísimas veces que los béticos trataron de sacarla jugada, ya avanzado el primer tiempo, encontraron una autopista por ese flanco.
De lo arriba visto puede inferirse que el Betis no tuvo ocasiones de gol y que apenas merodeó el área rival por un procedimiento: el robo tras presión alta. Explicados ya los defectos, con ello pasamos a analizar las virtudes béticas ayer: una actitud excelente, casi fanática (ejemplo: la celebración con la grada de un despeje por parte de Petros en torno al minuto 65); y una buena coordinación en la presión, que asfixió la creación sevillista. Con esas armas el Betis consiguió cercar al rival en algunas fases, como los cinco minutos iniciales, el final de la primera mitad y el inicio de la segunda. Con la defensa bien adelantada, abrochada gracias a la velocidad de Bruno (sí: contra la opinión general, Bruno es rápido), el descomunal trabajo defensivo de Petros sobre Banega cegó la salida natural de los visitantes. Solidarios en el esfuerzo Rubén y (sobre todo) Ceballos, y mediante buenas basculaciones de Cejudo o Joaquín para evitar la aparición de espacios por dentro, el Betis casi nunca permitió al Sevilla sacar la pelota limpia, ni los toques necesarios para llevar a sus laterales a posiciones altas, como gusta. Las virtudes de Gameiro quedaron así neutralizadas; fuera de onda, afortunadamente, Konoplyanka –gracias al buen trabajo de Molinero y a la ayuda de Cejudo, para ello expresamente instalado por Mel en esa banda–, los sevillistas sólo llegaron en dos ocasiones aisladas resueltas por Adán y en mil faltas a la olla, muy bien defendidas por los béticos.
Con la entrada a los 69 minutos de Van Wolfswinkel Mel tuvo ocasión de poner arriba dos delanteros, pero, tal vez temeroso de que el ya castigado Ceballos no siguiera a Mariano, optó por enterrar en la banda izquierda a Rubén. Emery había metido músculo con Iborra, pivote en defensa pero mediapunta al estilo N'Diaye en los pelotazos largos.
Último cuarto de hora
Cansado, el Betis da un paso atrás y Mel opta por reforzarse por dentro: mete a Digard para montar un 4-1-4-1 con Petros y N'Diaye por delante del pivote. Emery apuesta ya descaradamente por el pelotazo con Llorente más las subidas de Iborra. La lesión de Molinero obliga a Mel a permutar a los de fuera: Varela empuja a Vargas al extremo, Rubén cambia de banda y Cejudo se atrasa a lateral. El partido termina entre faltas y balones colgados del Sevilla.
Jugador por jugador
Adán: Salvó el partido con dos salidas excelentes por bajo. Bien por alto y, esta vez, bien con el pie.
Molinero: Una entrada de tarjeta naranja al inicio lo dejó expuesto, pero, sin embargo, aguantó perfectamente el temible emparejamiento con Konoplyanka. Atacó poco.
Bruno: Tras alguna duda inicial cuajó un muy buen encuentro. Es muy difícil desbordarlo en el uno contra uno, algo fundamental para jugar con la defensa adelantada.
Westermann: Intervino más que su compañero, aunque también permitió las dos ocasiones de Gameiro por su zona. Aguantó bien con una injusta y pronta tarjeta.
Vargas: Hasta el tramo final hizo un partido muy suyo: casi perfecto en defensa y aceptable pero escaso de profundidad en ataque. Luego, tal vez muy cansado, perdió dos o tres balones absurdos y peligrosos.
Petros: Otro partido enorme. Hizo un millón de kilómetros y perdió muy pocos balones. Además esta vez midió mejor las salidas en defensa. Se ha convertido en hombre básico, y Mel debería aprovecharlo para hacer un fútbol de posesiones largas y contrapresión, para el que es perfecto.
N'Diaye: Partido de notable, con su habitual despliegue físico.
Cejudo: También un partido muy suyo: lucha, adaptación a lo que se le demanda (incluso de lateral), y poquito fútbol. Debe ser el decimosegundo hombre.
Ceballos: Peleó mucho y jugó bastante, aunque abusó del balón y del otro fútbol. Se le espera cerca del área.
Joaquín: Encarnó uno de los problemas béticos ayer: las limitaciones físicas, que, en un partido de enorme exigencia, le impidieron sacar partido de su calidad.
Rubén: Muy solo arriba, pudo hacer poco más que pelear. Ponerlo de extremo a sesenta metros de la portería rival es perderlo.
Van Wolfswinkel: Acabó poco, pero peleó y bajó algunos balones. Progresa. Debe jugar mucho más.
Digard: Cerró bien pero el Betis ya apenas hizo fútbol.
Varela: Cumplió.
Mel: El equipo recuperó actitud y coordinación en la presión, algo muy interesante para el futuro. Si sigue jugando con Castro solo arriba el Betis lo pasará muy mal.
El detalle
La prensa local sigue polarizada entre la hostilidad manifiesta hacia Mel y el sonrojante panegírico. La objetividad es imposible, pero al menos hay que intentarla.
Los comentarios son siempre bienvenidos.
En Twitter, @juanramonlara7.
SEVILLA F.C. (0): Sergio Rico; Mariano, Rami, Kolo, Tremoulinas; Krohn-Dehli (Iborra, m. 59), Krychowiak; Vitolo, Banega, Konoplyanka (Reyes, m. 70); y Gameiro (Llorente, m. 82).
Árbitro: Clos Gómez (Comité Aragonés). Mostró tarjetas amarillas a Molinero, Westermann, Dani Ceballos, Cejudo, Joaquín, Adán, Digard, Krychowiak, Vitolo, Rami e Iborra.
Excelente entrada (50.000 espectadores), muy buen césped y gran ambiente en el Villamarín.
Un partido tan bueno en lo defensivo como malo en ataque permitió ayer al Betis alcanzar las tablas en un derbi típico, por lo tenso y por lo escaso de calidad. La grada, más la dureza de carácter y la experiencia de jugadores como Vargas o Westermann compensaron la superioridad futbolística de los visitantes.
Primeros 75 minutos
Aunque hubo rachas de cierto dominio de unos y otros, tácticamente el partido tuvo un decurso muy homogéneo, cuando menos hasta el cuarto de hora final. Betis y Sevilla presentaron esquemas muy semejantes. Los visitantes, como es en ellos habitual, sacaban un 4-2-3-1 con un mediapunta, digamos, muy centrocampista (Banega), un doble pivote con el más posicional (Krychowiak) a la izquierda y el de más tendencia a descolgarse por delante en ataque a su derecha (Krohn-Dehli), dos extremos bien adelantados y, afortunadamente para el Betis, su punta pequeño y móvil, Gameiro; al dejar en el banco a Llorente Emery daba dos ventajas al Betis: perdía salida en largo cuando el local presionase arriba, pues Gameiro muy pocas veces ganaría por alto a Bruno o Westermann; y –como demostró el partido– jugaba con un delantero centro al que la naturaleza no dotó del don del gol.
Mel calcaba el diseño: cambien a Ceballos por Banega, a Petros por Kronh-Dehli, etc., y resulta la disposición bética. Es comprensible que el técnico madrileño optara por tan defensivo equipo en circunstancias como las de ayer, pero al respecto hemos de repetir el análisis que hemos hecho muchas veces desde que se inició esta temporada: con esa alineación –Rubén Castro como único delantero– el Betis tendrá dos graves problemas que, caso de que se prolongue la situación, pueden llevar al equipo a Segunda. El primero es la falta de salida en largo, por razones similares a las de Gameiro ayer enfrente: Rubén pocos balones largos ganará ante los centrales rivales. El segundo es mucho más grave: la segunda línea bética –tras Rubén– no tiene gol ni presencia en el área rival. Sin tanque arriba (Molina, Ricky o quien sea) la cuenta más optimista de posibles goleadores béticos, estadísticas en mano, pone al equipo en el peligrosísimo entorno de los 30-35 goles a favor. Y en cuanto a mera presencia, una comparación con el Sevilla personaliza el asunto: Joaquín (sobre todo, pero tampoco Cejudo) no tiene el poder físico de un Vitolo para aparecer por el área rival y luego perseguir al lateral contrario hasta el área propia; obligado una y otra vez a apurar la jugada ofensiva ante la falta de rematadores a los que asistir, y a volver luego para tapar a un lateral largo como Mariano, el portuense estaba fundido a los treinta minutos.
A mayor abundamiento, el Betis, piense lo que piense su entrenador, carece de jugadores con la potencia necesaria para el contragolpe cuando defiende atrás, y apenas cabe llamar intentos de tal a un par de pelotazos de Adán (¡?) y una buena contra de Ceballos mal culminada por un ya cansadísimo Joaquín, allá por el minuto 35.
Una vez más, el equipo tampoco tomó riesgos para intentar sacar la pelota jugada desde atrás. A balón parado desde campo propio (hubo docenas) redujo sus ataques a pelotazos hacia N'Diaye, mediapunta ocasional en esas situaciones. Siendo –esta vez– perdonable esa pusilanimidad por la tensión, es lástima que los béticos no aprovecharan la blandura defensiva sevillista, en especial por la banda de Konoplyanka: ni el frío ucraniano, ni Banega, ni Gameiro hacían el menor esfuerzo por presionar, de modo que las poquísimas veces que los béticos trataron de sacarla jugada, ya avanzado el primer tiempo, encontraron una autopista por ese flanco.
De lo arriba visto puede inferirse que el Betis no tuvo ocasiones de gol y que apenas merodeó el área rival por un procedimiento: el robo tras presión alta. Explicados ya los defectos, con ello pasamos a analizar las virtudes béticas ayer: una actitud excelente, casi fanática (ejemplo: la celebración con la grada de un despeje por parte de Petros en torno al minuto 65); y una buena coordinación en la presión, que asfixió la creación sevillista. Con esas armas el Betis consiguió cercar al rival en algunas fases, como los cinco minutos iniciales, el final de la primera mitad y el inicio de la segunda. Con la defensa bien adelantada, abrochada gracias a la velocidad de Bruno (sí: contra la opinión general, Bruno es rápido), el descomunal trabajo defensivo de Petros sobre Banega cegó la salida natural de los visitantes. Solidarios en el esfuerzo Rubén y (sobre todo) Ceballos, y mediante buenas basculaciones de Cejudo o Joaquín para evitar la aparición de espacios por dentro, el Betis casi nunca permitió al Sevilla sacar la pelota limpia, ni los toques necesarios para llevar a sus laterales a posiciones altas, como gusta. Las virtudes de Gameiro quedaron así neutralizadas; fuera de onda, afortunadamente, Konoplyanka –gracias al buen trabajo de Molinero y a la ayuda de Cejudo, para ello expresamente instalado por Mel en esa banda–, los sevillistas sólo llegaron en dos ocasiones aisladas resueltas por Adán y en mil faltas a la olla, muy bien defendidas por los béticos.
Con la entrada a los 69 minutos de Van Wolfswinkel Mel tuvo ocasión de poner arriba dos delanteros, pero, tal vez temeroso de que el ya castigado Ceballos no siguiera a Mariano, optó por enterrar en la banda izquierda a Rubén. Emery había metido músculo con Iborra, pivote en defensa pero mediapunta al estilo N'Diaye en los pelotazos largos.
Último cuarto de hora
Cansado, el Betis da un paso atrás y Mel opta por reforzarse por dentro: mete a Digard para montar un 4-1-4-1 con Petros y N'Diaye por delante del pivote. Emery apuesta ya descaradamente por el pelotazo con Llorente más las subidas de Iborra. La lesión de Molinero obliga a Mel a permutar a los de fuera: Varela empuja a Vargas al extremo, Rubén cambia de banda y Cejudo se atrasa a lateral. El partido termina entre faltas y balones colgados del Sevilla.
Jugador por jugador
Adán: Salvó el partido con dos salidas excelentes por bajo. Bien por alto y, esta vez, bien con el pie.
Molinero: Una entrada de tarjeta naranja al inicio lo dejó expuesto, pero, sin embargo, aguantó perfectamente el temible emparejamiento con Konoplyanka. Atacó poco.
Bruno: Tras alguna duda inicial cuajó un muy buen encuentro. Es muy difícil desbordarlo en el uno contra uno, algo fundamental para jugar con la defensa adelantada.
Westermann: Intervino más que su compañero, aunque también permitió las dos ocasiones de Gameiro por su zona. Aguantó bien con una injusta y pronta tarjeta.
Vargas: Hasta el tramo final hizo un partido muy suyo: casi perfecto en defensa y aceptable pero escaso de profundidad en ataque. Luego, tal vez muy cansado, perdió dos o tres balones absurdos y peligrosos.
Petros: Otro partido enorme. Hizo un millón de kilómetros y perdió muy pocos balones. Además esta vez midió mejor las salidas en defensa. Se ha convertido en hombre básico, y Mel debería aprovecharlo para hacer un fútbol de posesiones largas y contrapresión, para el que es perfecto.
N'Diaye: Partido de notable, con su habitual despliegue físico.
Cejudo: También un partido muy suyo: lucha, adaptación a lo que se le demanda (incluso de lateral), y poquito fútbol. Debe ser el decimosegundo hombre.
Ceballos: Peleó mucho y jugó bastante, aunque abusó del balón y del otro fútbol. Se le espera cerca del área.
Joaquín: Encarnó uno de los problemas béticos ayer: las limitaciones físicas, que, en un partido de enorme exigencia, le impidieron sacar partido de su calidad.
Rubén: Muy solo arriba, pudo hacer poco más que pelear. Ponerlo de extremo a sesenta metros de la portería rival es perderlo.
Van Wolfswinkel: Acabó poco, pero peleó y bajó algunos balones. Progresa. Debe jugar mucho más.
Digard: Cerró bien pero el Betis ya apenas hizo fútbol.
Varela: Cumplió.
Mel: El equipo recuperó actitud y coordinación en la presión, algo muy interesante para el futuro. Si sigue jugando con Castro solo arriba el Betis lo pasará muy mal.
El detalle
La prensa local sigue polarizada entre la hostilidad manifiesta hacia Mel y el sonrojante panegírico. La objetividad es imposible, pero al menos hay que intentarla.
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miércoles, 16 de diciembre de 2015
Sporting 3 - Betis 3 (3-5 global; partido de vuelta de 16º de final de Copa)
SPORTING DE GIJÓN (3): Alberto García; Luis Hernández, Guitián
(Mascarell, m. 67), Bernardo, Isma López; Pablo Pérez, Rachid, Nacho Cases
(Halilovic, m. 46),
Álex Menéndez; Barrera (Carlos Castro, m. 59) y Guerrero.
BETIS (3): Dani Giménez; Molinero, Pezzella, Jordi Figueras, Varela; Portillo, Xavi Torres (Ceballos, m. 85), N'Diaye, Álvaro Vadillo (Álvaro Cejudo, m. 66); Van der Vaart (Fabián, m. 59) y Ricky Van Wolfswinkel.
Goles: 1-0, minuto 14: Bernardo. 1-1, minuto 18: Van Wolfswinkel. 2-1, minuto 47: Halilovic. 3-1, minuto 71: Halilovic, de penalti. 3-2, minuto 83: Van Wolfswinkel. 3-3, minuto 87: Álvaro Cejudo.
Árbitro: González González, castellano-leonés. Amarillas para Xavi Torres, Pablo Pérez, Pezzella y Molinero.
El Betis ha pasado muchos apuros para superar la eliminatoria ante un Sporting físicamente superior, y sigue vivo en la Copa gracias a su acierto en las dos áreas y, claro está, a la ventaja (en goles y táctica) obtenida en la ida.
Primeros diez minutos
Mezcló Abelardo suplentes y titulares para formar un 4-4-2 (o 4-4-1-1) de extremos muy altos, sobre todo Menéndez, y con el duro Guerrero arriba. Enfrente Mel jugó un esquema similar, en el que Portillo era falso extremo derecho, Vadillo verdadero izquierdo y Van der Vaart hacía la mediapunta tras Ricky.
La timidez con la que salió el Sporting y la buena distribución ofensiva de los béticos dieron de inicio la posesión a los visitantes: Torres se metía entre unos abiertos centrales, N'Diaye se descolgaba a su izquierda y Portillo se metía de interior a su derecha, de modo que se creaban amplios espacios para tocar el balón, aunque la indecisión de los de arriba para darse media vuelta cuando había ventaja estropeara la ruptura de líneas lograda en el inicio de la jugada.
Minutos 11 al 45
Sin embargo los locales marcan en su primera llegada, un córner blando mal defendido. El Betis empata pronto, pero el Sporting, que ya había dado un paso adelante, no baja los brazos y ahí termina el buen juego bético. En cuanto los locales ganan un poco de cuota de posesión aflora de nuevo el gran problema defensivo bético: la descoordinación al presionar. Como es norma en ellos, los sportinguistas retrasan en cada jugada a uno de sus dos mediocentros para sacarla junto a los centrales; esta vez son sólo los dos béticos adelantados, Van der Vaart y Van Wolfswinkel, los que van cebados a presionarlos, sin medir sus movimientos, mientras N'Diaye y Torres guarda su posición, de modo que los locales logran ganar fácilmente el tres contra dos y sacar la pelota desde atrás en conducción con absoluta limpieza (logran el hombre libre), de manera que los cuatro centrocampistas béticos tienen que defender una y otra vez en inferioridad numérica, y al cerrar por dentro los locales llegan fácilmente por las bandas. El Betis se acula cerca de su área, raramente encuentra ya a Vadillo y Ricky, y carece de potencia en Van der Vaart y Portillo para salir con metros por delante, de modo que no la tiene casi nunca. La defensa, a un nivel aceptable, sostiene al equipo.
Segunda parte
Sin nada que perder, Abelardo quema naves y monta una defensa de tres para meter a Halilovic, que parte de la derecha pero se mueve por todo el frente de ataque y marca muy pronto. El Sporting sigue ganando fácilmente el tres contra dos en la salida de balón y el Betis sufre hasta recibir el 3-1 y rozar la eliminación, aunque naturalmente las urgencias y el cansancio de los locales provocan espacios cada vez mayores para las contras.
Mel introduce (ya antes del 3-1) a Fabián en el sitio de Van der Vaart y a Cejudo (derecha) por Vadillo, cambiando para ello de banda a Portillo. Muy cerca ya del final el Betis alrga sus posesiones, marca Ricky, entra Ceballos por N'Diaye, y Cejudo, en una larga carrera, marca el empate.
Jugador por jugador
Giménez: Alternó paradas casi milagrosas en la primera parte con errores (no de bulto, pero errores) como su mala colocación en el 1-0 o su lenta reacción en el 2-1. Bien en las (muchas) salidas por alto.
Molinero: Cumplidor, pero algo fallón.
Pezzella: Como le suele ocurrir, ni desentonó ni mostró nivel de titular.
Figueras: Buen partido, aunque mal con balón.
Varela: Es inferior físicamente a los rivales, así que, pese a hacer lo que debe, pasa apuros para mantenerlos a raya. Buena asistencia en el importante 3-2.
Portillo: Más de lo mismo: buenos toques en zonas inocuas, falta absoluta de potencia para avanzar con espacios por delante (y ocasiones tuvo), y bajada de persianas cuando se puede dar una asistencia. Estuvo muy cerca del gol, pero el hombre parece gafado para esto.
Torres: Su mejor acción fue un agarroncito al rematador casi bajo palos en la jugada que pudo decantar la eliminatoria, ya con 3-1. Por demás, tan en su sitio como invisible en ataque y defensa en la segunda mitad, algo grave en un mediocentro.
N'Diaye: Comparar su presencia en el campo con la de su compañero de línea convierte su buen partido en colosal. Tendría que cometer muchos más errores de los que comete (y esta vez falló en el 1-0 y el 3-1) para que compensaran negativamente su impresionante presencia física en el partido. Por necesidad (no estaba Petros) jugó demasiados minutos.
Vadillo: Siempre se queda en el casi porque siempre elige mal la jugada.
Van der Vaart: Una buena asistencia (1-1), buenos toques y visión, muy poquito físico y nulo en defensa: sin ocupar campo, sólo intenta robos imposibles.
Van Wolfswinkel: Un mal gol (con mucho que agradecer a Alberto García), un buen gol, buena movilidad y algunas recepciones interesantes de espaldas. Puede ser un Molina joven. Es difícil explicarse su ostracismo casi absoluto.
Fabián: Mejoró levemente las prestaciones de Van der Vaart. En este caso lo inexplicable es que esté perdiendo el tiempo sin minutos a su edad.
Cejudo: Potencia en el gol, pelea siempre.
Ceballos: Apenas la tocó, y en minutos de la basura.
Mel: Correcto en distribución y cambios, aunque debió reservar más a N'Diaye. Sigue habiendo problemas tácticos por trabajar.
Los comentarios son siempre bienvenidos.
En Twitter, @juanramonlara7
BETIS (3): Dani Giménez; Molinero, Pezzella, Jordi Figueras, Varela; Portillo, Xavi Torres (Ceballos, m. 85), N'Diaye, Álvaro Vadillo (Álvaro Cejudo, m. 66); Van der Vaart (Fabián, m. 59) y Ricky Van Wolfswinkel.
Goles: 1-0, minuto 14: Bernardo. 1-1, minuto 18: Van Wolfswinkel. 2-1, minuto 47: Halilovic. 3-1, minuto 71: Halilovic, de penalti. 3-2, minuto 83: Van Wolfswinkel. 3-3, minuto 87: Álvaro Cejudo.
Árbitro: González González, castellano-leonés. Amarillas para Xavi Torres, Pablo Pérez, Pezzella y Molinero.
El Betis ha pasado muchos apuros para superar la eliminatoria ante un Sporting físicamente superior, y sigue vivo en la Copa gracias a su acierto en las dos áreas y, claro está, a la ventaja (en goles y táctica) obtenida en la ida.
Primeros diez minutos
Mezcló Abelardo suplentes y titulares para formar un 4-4-2 (o 4-4-1-1) de extremos muy altos, sobre todo Menéndez, y con el duro Guerrero arriba. Enfrente Mel jugó un esquema similar, en el que Portillo era falso extremo derecho, Vadillo verdadero izquierdo y Van der Vaart hacía la mediapunta tras Ricky.
La timidez con la que salió el Sporting y la buena distribución ofensiva de los béticos dieron de inicio la posesión a los visitantes: Torres se metía entre unos abiertos centrales, N'Diaye se descolgaba a su izquierda y Portillo se metía de interior a su derecha, de modo que se creaban amplios espacios para tocar el balón, aunque la indecisión de los de arriba para darse media vuelta cuando había ventaja estropeara la ruptura de líneas lograda en el inicio de la jugada.
Minutos 11 al 45
Sin embargo los locales marcan en su primera llegada, un córner blando mal defendido. El Betis empata pronto, pero el Sporting, que ya había dado un paso adelante, no baja los brazos y ahí termina el buen juego bético. En cuanto los locales ganan un poco de cuota de posesión aflora de nuevo el gran problema defensivo bético: la descoordinación al presionar. Como es norma en ellos, los sportinguistas retrasan en cada jugada a uno de sus dos mediocentros para sacarla junto a los centrales; esta vez son sólo los dos béticos adelantados, Van der Vaart y Van Wolfswinkel, los que van cebados a presionarlos, sin medir sus movimientos, mientras N'Diaye y Torres guarda su posición, de modo que los locales logran ganar fácilmente el tres contra dos y sacar la pelota desde atrás en conducción con absoluta limpieza (logran el hombre libre), de manera que los cuatro centrocampistas béticos tienen que defender una y otra vez en inferioridad numérica, y al cerrar por dentro los locales llegan fácilmente por las bandas. El Betis se acula cerca de su área, raramente encuentra ya a Vadillo y Ricky, y carece de potencia en Van der Vaart y Portillo para salir con metros por delante, de modo que no la tiene casi nunca. La defensa, a un nivel aceptable, sostiene al equipo.
Segunda parte
Sin nada que perder, Abelardo quema naves y monta una defensa de tres para meter a Halilovic, que parte de la derecha pero se mueve por todo el frente de ataque y marca muy pronto. El Sporting sigue ganando fácilmente el tres contra dos en la salida de balón y el Betis sufre hasta recibir el 3-1 y rozar la eliminación, aunque naturalmente las urgencias y el cansancio de los locales provocan espacios cada vez mayores para las contras.
Mel introduce (ya antes del 3-1) a Fabián en el sitio de Van der Vaart y a Cejudo (derecha) por Vadillo, cambiando para ello de banda a Portillo. Muy cerca ya del final el Betis alrga sus posesiones, marca Ricky, entra Ceballos por N'Diaye, y Cejudo, en una larga carrera, marca el empate.
Jugador por jugador
Giménez: Alternó paradas casi milagrosas en la primera parte con errores (no de bulto, pero errores) como su mala colocación en el 1-0 o su lenta reacción en el 2-1. Bien en las (muchas) salidas por alto.
Molinero: Cumplidor, pero algo fallón.
Pezzella: Como le suele ocurrir, ni desentonó ni mostró nivel de titular.
Figueras: Buen partido, aunque mal con balón.
Varela: Es inferior físicamente a los rivales, así que, pese a hacer lo que debe, pasa apuros para mantenerlos a raya. Buena asistencia en el importante 3-2.
Portillo: Más de lo mismo: buenos toques en zonas inocuas, falta absoluta de potencia para avanzar con espacios por delante (y ocasiones tuvo), y bajada de persianas cuando se puede dar una asistencia. Estuvo muy cerca del gol, pero el hombre parece gafado para esto.
Torres: Su mejor acción fue un agarroncito al rematador casi bajo palos en la jugada que pudo decantar la eliminatoria, ya con 3-1. Por demás, tan en su sitio como invisible en ataque y defensa en la segunda mitad, algo grave en un mediocentro.
N'Diaye: Comparar su presencia en el campo con la de su compañero de línea convierte su buen partido en colosal. Tendría que cometer muchos más errores de los que comete (y esta vez falló en el 1-0 y el 3-1) para que compensaran negativamente su impresionante presencia física en el partido. Por necesidad (no estaba Petros) jugó demasiados minutos.
Vadillo: Siempre se queda en el casi porque siempre elige mal la jugada.
Van der Vaart: Una buena asistencia (1-1), buenos toques y visión, muy poquito físico y nulo en defensa: sin ocupar campo, sólo intenta robos imposibles.
Van Wolfswinkel: Un mal gol (con mucho que agradecer a Alberto García), un buen gol, buena movilidad y algunas recepciones interesantes de espaldas. Puede ser un Molina joven. Es difícil explicarse su ostracismo casi absoluto.
Fabián: Mejoró levemente las prestaciones de Van der Vaart. En este caso lo inexplicable es que esté perdiendo el tiempo sin minutos a su edad.
Cejudo: Potencia en el gol, pelea siempre.
Ceballos: Apenas la tocó, y en minutos de la basura.
Mel: Correcto en distribución y cambios, aunque debió reservar más a N'Diaye. Sigue habiendo problemas tácticos por trabajar.
Los comentarios son siempre bienvenidos.
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domingo, 13 de diciembre de 2015
Las Palmas 1 - Betis 0 (15ª jornada de Liga de Primera División)
LAS PALMAS (1): Javi Varas; David Simón, Hernán, Garrido, D.Castellano; Jonathan Viera, Vicente Gómez, Roque Mesa (Valerón,
m. 85), Momo (Nauzet Alemán, m. 71); Tana (Willian,
m. 81), y Araujo.
BETIS (0): Adán; Piccini, Westermann, Jordi Figueras, Vargas; Joaquín (Vadillo, m. 78), Xavi Torres, Petros, Cejudo (Van Van Wolfswinkel, m. 90); Rubén Castro y Jorge Molina (Van der Vaart, m. 82).
Gol: Min, 93, Willian.
Árbitro: Gil Manzano (Comité Extremeño). Bien. Amonestó a Roque Mesa, Viera y Castellano.
Fuerte viento lateral, muchos béticos y aceptable césped en el Estadio Insular.
Como un espejo deformante, el juego al pie del Las Palmas de Quique Setién devolvió anoche al Betis de Mel una fea imagen de su fútbol actual: especulativo, desordenado y de mal trato al balón. El muy tardío gol de los locales (ojo: colistas) castigó justamente a un equipo que apenas si buscó el marco rival durante quince minutos.
Primer cuarto de partido
Es probable que la no alineación de N'Diaye sumara al efecto físico de su ausencia (cubre el doble de campo que Torres) uno psicológico: los jugadores parecieron pensar que el partido de ayer era un mero trámite a la espera del de la semana próxima, y fueron barridos por Las Palmas durante los primeros veinte minutos. Los locales presionaban muy arriba y hacían un verdadero descosido por el lateral derecho de la defensa bética, donde a las caídas a banda de Araujo se añadían la calidad de Jonathan Viera (extremo izquierdo a pìe cambiado), las subidas de Castellano, el toque de Tana, la escasa ayuda de Joaquín y el pésimo partido defensivo de Pîccini. Westermann, apagafuegos en la zona, Adán y la fortuna permitieron al Betis salir indemne de una verdadera catarata de ocasiones. Las Palmas aplicaba con pleno acierto el ciclo virtuoso del juego estilo Barça: ataques largos, buen toque por dentro y fuera que empuja al rival contra su área, riesgo de pérdida sólo cuando este está ya encerrado con sus hombres muy atrás y muy amontonados, y en consecuencia presión postpérdida muy eficiente, pues el rival, demasiado junto, no tiene a quién dársela. La posición de Molina, muy atrasado y lejos de Rubén, y por tanto imposible objetivo para los balones largos, ayudaba poco al Betis a tenerla.
Durante esta fase apareció además un grave y recurrente problema defensivo de este Betis, reconocido ayer por el propio Mel en la rueda de prensa: la descoordinación en la presión. Lo explicamos: ante el claro 4-4-2 defensivo del Betis Las Palmas estructuraba posicionalmente bien su 4-2-3-1 para atacar: Vicente Gómez solía meterse cerca de los centrales, Roque Mesa se adelantaba al interior derecho y Tana, mediapunta, caía a la zona de interior izquierdo. Ante este posicionamiento casi en 3-4-3, completamente previsible, el equipo defensor tiene las dos opciones defensivas habituales: o bien emparejar a sus mediocentros con los dos interiores y permitir un tres contra dos en la salida de balón, o ir arriba a presionar uno contra uno, en cuyo caso hay que atajar el problema del hombre de menos en el centro del campo: o bien salta un central, o se bascula lateralmente (y se libera de marca a un lateral rival), o el mediocentro posicional tiene que tapar mucho campo para paliar el problema.
El hombre clave del equipo defensor para decidir si se va o no a la presión alta es el mediocentro más adelantado: si espera y se empareja con un interior rival, el equipo debe esperar; pero si se va a por el mediocentro (o pivote) rival todo el equipo debe pasar al modo de presión alta y buscar el robo. Efectivamente ayer Petros saltó casi siempre a por el mediocentro –acompañado naturalmente por Molina y Rubén–, pero el resto del equipo se quedó metido atrás: ni Figueras tiene la agresividad de Bruno ni Torres el físico de N'Diaye. Incapaz Xavi de tapar tanto campo como el senegalés para contener a Tana y Roque Mesa, y con Joaquín y Cejudo bastante abiertos, el agujero en el centro fue de enormes dimensiones.
Segundo cuarto de partido
Intercambiadas por Mel las posiciones de Joaquín y Cejudo como extremos y, sobre todo, faltos de fuelle los locales tras una sucesión de salidas a presionar, el Betis toma aire y toca un poco el balón, sin mayores consecuencias. El partido entra en una fea fase de imprecisiones. El agujero por el centro sigue sin solucionarse (ni lo hará durante todo el encuentro), pero el Betis juega lejos de su porteria y los locales ya no llegan tanto arriba.
El buen posicionamiento ofensivo canario, por cierto, también dejó ayer en evidencia el mal trabajo posicional ofensivo de este Betis: una vez más su estructura pareció ser fruto de la improvisación. Sorprendentemente era el hiperactivo Petros quien venía a tocarla de cara cerca de los centrales, de modo que el segundo escalón quedaba para Torres, un hombre poco capacitado para jugar de espaldas, darse media vuelta y salir en conducción si la jugada lo requiere. Cejudo solía ayudar en esa zona interior, pero el fútbol bético rara vez superaba esa segunda línea.
Minutos 45 al 60
El Betis sale muy enchufado y por primera vez en todo el partido toca el balón con algún acierto y llega al área rival con algún peligro, aunque nunca logra continuidad en el juego ni fluidez.
Última media hora
Las Palmas ajusta de nuevo la presión y el Betis, mal situado en ataque, ya es incapaz de progresar con balón. El conformismo con el empate, a la espera del milagro habitual de Rubén, se apodera de los béticos. Uno y otro entrenador cambian jugadores sin tocar los esquemas, pero Setién es más ambicioso y mete al veteranísimo Valerón como centrocampista. El Betis trata en algunas jugadas de presionar arriba pero los locales tocan con riesgo y mucha paciencia desde atrás, de modo que las recepciones en la mediapunta de los canarios se repiten una y otra vez sin que los béticos impidan a Araujo, Tana o Willian José darse media vuelta a placer. La última vez que esto se tolera es ya dentro del área y en el minuto 93.
Jugador por jugador
Adán: Como casi siempre, muy bien en todos los aspectos salvo en su mediocre juego de pies.
Piccini: Su rendimiento descendente exige ya un banquillazo. Ahora ni ataca ni defiende: permitió mil veces que sus pares lo encararan y salieran por dentro sin ofrecer la menor oposición.
Westermann: Junto a Adán, el único salvable del equipo. Le aparecieron mil fuegos y los apagó casi todos, por alto y por bajo.
Figueras: Muy en su línea, se situó bien y no cometió errores graves pero –como en la jugada final– permitió el juego canario desde la pasividad. En ataque fue incapaz de mandar siquiera pelotazos bien orientados. Es preocupante que, imputado y todo, haya adelantado a Pezzella.
Vargas: Se ofreció poco en ataque pero casi nunca se dejó rebasar en defensa. Momo no las olió.
Joaquín: Mucha voluntad, pero muy escaso acierto.
Torres: Otro imputado cuya presencia como titular es de por sí preocupante. Sencillamente ni tiene nivel para el Betis, ni físico ni técnico.
Petros: Como ya hemos avisado en muchas ocasiones, si va a presionar sin acompañamiento ni medida su espalda se convierte en un latifundio para el rival. Quiso estar en todas, y es cosa del entrenador decirle en cuáles debe y puede estar y en cuáles no.
Cejudo: Como suele: enredado con balón y trabajador sin él. Asegura un rendimiento como y cuando sea, aunque mediocre.
Molina: Mal partido. Está lento y nunca se entendió con sus compañeros, ni siquiera con Rubén.
Castro: Algo ansioso por jugar donde jugaba, no supo asociarse ni acertó en las dos –difíciles– que tuvo.
Vadillo: Dio un cierto dinamismo al ataque.
Van der Vaart: La triste sensación que da su físico es la de exfutbolista.
Van Wolfswinkel: Mel lo usa para perder tiempo con 0-0.
Mel: Cansa un tanto observar ciertos errores tácticos recurrentes, como la desordenada presión o la salida de balón improvisada, que se repiten partido tras partido sin que se tomen medidas. El juego –una vez más– especulativo de su equipo tuvo justo castigo.
Los comentarios son, como siempre, bienvenidos.
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BETIS (0): Adán; Piccini, Westermann, Jordi Figueras, Vargas; Joaquín (Vadillo, m. 78), Xavi Torres, Petros, Cejudo (Van Van Wolfswinkel, m. 90); Rubén Castro y Jorge Molina (Van der Vaart, m. 82).
Gol: Min, 93, Willian.
Árbitro: Gil Manzano (Comité Extremeño). Bien. Amonestó a Roque Mesa, Viera y Castellano.
Fuerte viento lateral, muchos béticos y aceptable césped en el Estadio Insular.
Como un espejo deformante, el juego al pie del Las Palmas de Quique Setién devolvió anoche al Betis de Mel una fea imagen de su fútbol actual: especulativo, desordenado y de mal trato al balón. El muy tardío gol de los locales (ojo: colistas) castigó justamente a un equipo que apenas si buscó el marco rival durante quince minutos.
Primer cuarto de partido
Es probable que la no alineación de N'Diaye sumara al efecto físico de su ausencia (cubre el doble de campo que Torres) uno psicológico: los jugadores parecieron pensar que el partido de ayer era un mero trámite a la espera del de la semana próxima, y fueron barridos por Las Palmas durante los primeros veinte minutos. Los locales presionaban muy arriba y hacían un verdadero descosido por el lateral derecho de la defensa bética, donde a las caídas a banda de Araujo se añadían la calidad de Jonathan Viera (extremo izquierdo a pìe cambiado), las subidas de Castellano, el toque de Tana, la escasa ayuda de Joaquín y el pésimo partido defensivo de Pîccini. Westermann, apagafuegos en la zona, Adán y la fortuna permitieron al Betis salir indemne de una verdadera catarata de ocasiones. Las Palmas aplicaba con pleno acierto el ciclo virtuoso del juego estilo Barça: ataques largos, buen toque por dentro y fuera que empuja al rival contra su área, riesgo de pérdida sólo cuando este está ya encerrado con sus hombres muy atrás y muy amontonados, y en consecuencia presión postpérdida muy eficiente, pues el rival, demasiado junto, no tiene a quién dársela. La posición de Molina, muy atrasado y lejos de Rubén, y por tanto imposible objetivo para los balones largos, ayudaba poco al Betis a tenerla.
Durante esta fase apareció además un grave y recurrente problema defensivo de este Betis, reconocido ayer por el propio Mel en la rueda de prensa: la descoordinación en la presión. Lo explicamos: ante el claro 4-4-2 defensivo del Betis Las Palmas estructuraba posicionalmente bien su 4-2-3-1 para atacar: Vicente Gómez solía meterse cerca de los centrales, Roque Mesa se adelantaba al interior derecho y Tana, mediapunta, caía a la zona de interior izquierdo. Ante este posicionamiento casi en 3-4-3, completamente previsible, el equipo defensor tiene las dos opciones defensivas habituales: o bien emparejar a sus mediocentros con los dos interiores y permitir un tres contra dos en la salida de balón, o ir arriba a presionar uno contra uno, en cuyo caso hay que atajar el problema del hombre de menos en el centro del campo: o bien salta un central, o se bascula lateralmente (y se libera de marca a un lateral rival), o el mediocentro posicional tiene que tapar mucho campo para paliar el problema.
El hombre clave del equipo defensor para decidir si se va o no a la presión alta es el mediocentro más adelantado: si espera y se empareja con un interior rival, el equipo debe esperar; pero si se va a por el mediocentro (o pivote) rival todo el equipo debe pasar al modo de presión alta y buscar el robo. Efectivamente ayer Petros saltó casi siempre a por el mediocentro –acompañado naturalmente por Molina y Rubén–, pero el resto del equipo se quedó metido atrás: ni Figueras tiene la agresividad de Bruno ni Torres el físico de N'Diaye. Incapaz Xavi de tapar tanto campo como el senegalés para contener a Tana y Roque Mesa, y con Joaquín y Cejudo bastante abiertos, el agujero en el centro fue de enormes dimensiones.
Segundo cuarto de partido
Intercambiadas por Mel las posiciones de Joaquín y Cejudo como extremos y, sobre todo, faltos de fuelle los locales tras una sucesión de salidas a presionar, el Betis toma aire y toca un poco el balón, sin mayores consecuencias. El partido entra en una fea fase de imprecisiones. El agujero por el centro sigue sin solucionarse (ni lo hará durante todo el encuentro), pero el Betis juega lejos de su porteria y los locales ya no llegan tanto arriba.
El buen posicionamiento ofensivo canario, por cierto, también dejó ayer en evidencia el mal trabajo posicional ofensivo de este Betis: una vez más su estructura pareció ser fruto de la improvisación. Sorprendentemente era el hiperactivo Petros quien venía a tocarla de cara cerca de los centrales, de modo que el segundo escalón quedaba para Torres, un hombre poco capacitado para jugar de espaldas, darse media vuelta y salir en conducción si la jugada lo requiere. Cejudo solía ayudar en esa zona interior, pero el fútbol bético rara vez superaba esa segunda línea.
Minutos 45 al 60
El Betis sale muy enchufado y por primera vez en todo el partido toca el balón con algún acierto y llega al área rival con algún peligro, aunque nunca logra continuidad en el juego ni fluidez.
Última media hora
Las Palmas ajusta de nuevo la presión y el Betis, mal situado en ataque, ya es incapaz de progresar con balón. El conformismo con el empate, a la espera del milagro habitual de Rubén, se apodera de los béticos. Uno y otro entrenador cambian jugadores sin tocar los esquemas, pero Setién es más ambicioso y mete al veteranísimo Valerón como centrocampista. El Betis trata en algunas jugadas de presionar arriba pero los locales tocan con riesgo y mucha paciencia desde atrás, de modo que las recepciones en la mediapunta de los canarios se repiten una y otra vez sin que los béticos impidan a Araujo, Tana o Willian José darse media vuelta a placer. La última vez que esto se tolera es ya dentro del área y en el minuto 93.
Jugador por jugador
Adán: Como casi siempre, muy bien en todos los aspectos salvo en su mediocre juego de pies.
Piccini: Su rendimiento descendente exige ya un banquillazo. Ahora ni ataca ni defiende: permitió mil veces que sus pares lo encararan y salieran por dentro sin ofrecer la menor oposición.
Westermann: Junto a Adán, el único salvable del equipo. Le aparecieron mil fuegos y los apagó casi todos, por alto y por bajo.
Figueras: Muy en su línea, se situó bien y no cometió errores graves pero –como en la jugada final– permitió el juego canario desde la pasividad. En ataque fue incapaz de mandar siquiera pelotazos bien orientados. Es preocupante que, imputado y todo, haya adelantado a Pezzella.
Vargas: Se ofreció poco en ataque pero casi nunca se dejó rebasar en defensa. Momo no las olió.
Joaquín: Mucha voluntad, pero muy escaso acierto.
Torres: Otro imputado cuya presencia como titular es de por sí preocupante. Sencillamente ni tiene nivel para el Betis, ni físico ni técnico.
Petros: Como ya hemos avisado en muchas ocasiones, si va a presionar sin acompañamiento ni medida su espalda se convierte en un latifundio para el rival. Quiso estar en todas, y es cosa del entrenador decirle en cuáles debe y puede estar y en cuáles no.
Cejudo: Como suele: enredado con balón y trabajador sin él. Asegura un rendimiento como y cuando sea, aunque mediocre.
Molina: Mal partido. Está lento y nunca se entendió con sus compañeros, ni siquiera con Rubén.
Castro: Algo ansioso por jugar donde jugaba, no supo asociarse ni acertó en las dos –difíciles– que tuvo.
Vadillo: Dio un cierto dinamismo al ataque.
Van der Vaart: La triste sensación que da su físico es la de exfutbolista.
Van Wolfswinkel: Mel lo usa para perder tiempo con 0-0.
Mel: Cansa un tanto observar ciertos errores tácticos recurrentes, como la desordenada presión o la salida de balón improvisada, que se repiten partido tras partido sin que se tomen medidas. El juego –una vez más– especulativo de su equipo tuvo justo castigo.
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sábado, 12 de diciembre de 2015
Betis 1 - Celta 1 (14ª jornada de Liga de Primera División)
Mereció más premio el buen Betis que compareció el pasado sábado ante el Celta.
Primeros veinte minutos
El Betis repitió el equipo y esquema de una semana antes ante el Levante: un muy convencional 4-2-3-1 en el que Petros, generalmente a la derecha y más adelantado, era el mediocentro más ofensivo de la pareja, y Ceballos (buen partido, pero muy favorecido por este esquema) atacaba desde zonas bastante atrasadas y defendía a Augusto Fernández (mediocentro posicional de la pareja viguesa). El Celta calcaba el planteamiento bético, con Waas haciendo de Petros y Orellana en el papel de Ceballos.
Ni un equipo ni el otro consiguieron en esta fase prolongar una sola posesión: ambos caían pronto en alguna trampa en la salida de balón que permitía al rival adelantar la presión (o sea, pasar a un uno contra uno sobre los centrales) y forzar el pelotazo. El arranque de la jugada bético era tan desordenado y poco planificado como suele, y, tras un susto inicial de Bruno, pronto los centrales y Giménez (buen pie el suyo) buscaron el pase largo, especialmente a balón parado sobre N'Diaye. El Celta no lo hacía mejor: cuando, al salir, la pelota iba al sector derecho (el de Cabral), un elemental movimiento de Joaquín, consistente en ir a por Jonny a costa de liberar a su par, Planas, asustaba lo suficiente a los celtistas para que jugaran en largo.
Min 20 al 45
El Betis arriesga más, adelanta la línea defensiva y la presión, el Celta cede en la suya (en parte gracias a las apariciones por todas partes de Ceballos para dar continuidad al juego) y llegan ocasiones por lado y lado, aunque muchas más por el lado bético. Pese a ello es el Celta, que disfruta de muchos espacios a la espalda de Bruno y Westermann, quien marca pronto. En el Betis los de arriba, sobre todo Joaquín y Cejudo, permutan constantemente posiciones, y se llega con cierta asiduidad al balcón del área, pero –con un solo delantero y mediapunta muy atrasado– hay poca presencia en el área.
Segunda parte
De salida el Celta trata de cuidar más la posesión, pero el riesgo en la salida de balón le cuesta un robo alto de un adelantadísimo Petros y la (algo rigurosa) expulsión de Jonny. Berizzo monta el acostumbrado 4-4-1 defensivo: como Mel una semana antes, deja arriba un mediapunta y manda al delantero centro (Aspas) a una banda, aunque pronto rectifica y manda a Orellana a la derecha. Mel mete remate: Molina entra pronto por Cejudo (buen partido el suyo) y el equipo queda como venimos reclamando aquí desde hace meses: un 4-4-2 con falso extremo izquierdo (Ceballos) y caídas de Rubén hacia esa banda. Petros y N'Diaye se turnan para sacarla y descolgarse a zonas adelantadas. El Celta intenta no encerrarse, pero le cuesta contras béticas: el acoso del Betis es en adelante agobiante.
En el minuto 62 Mel arriesga: retira al tarjeteado N'Diaye y mete a Vadillo de extremo izquierdo para montar un 4-4-2 convencional con Petros y Ceballos (más arriba este) como mediocentros. Unos diez minutos después, sin nada que perder, va a por todas: Van der Vaart (su papel en este Betis bien puede ser ese de jugador de cuarto de hora) sustituye a Westermann; Petros queda como ancla de un 3-1-4-2. El empate llega tarde (min. 83), pero llega, y casi cae el segundo.
En el plano individual cabe destacar el partido del por fin alabado Petros, una vez más una máquina de posesión de balón: recupera muchas y elige siempre el pase correcto. En el colectivo, el buen criterio con posesión de balón y el buen juego interior en el segundo tiempo, aunque fuese, claro, con un hombre más: el equipo parece irse convenciendo de que para ser sólido no es necesario maltratar el balón.
Primeros veinte minutos
El Betis repitió el equipo y esquema de una semana antes ante el Levante: un muy convencional 4-2-3-1 en el que Petros, generalmente a la derecha y más adelantado, era el mediocentro más ofensivo de la pareja, y Ceballos (buen partido, pero muy favorecido por este esquema) atacaba desde zonas bastante atrasadas y defendía a Augusto Fernández (mediocentro posicional de la pareja viguesa). El Celta calcaba el planteamiento bético, con Waas haciendo de Petros y Orellana en el papel de Ceballos.
Ni un equipo ni el otro consiguieron en esta fase prolongar una sola posesión: ambos caían pronto en alguna trampa en la salida de balón que permitía al rival adelantar la presión (o sea, pasar a un uno contra uno sobre los centrales) y forzar el pelotazo. El arranque de la jugada bético era tan desordenado y poco planificado como suele, y, tras un susto inicial de Bruno, pronto los centrales y Giménez (buen pie el suyo) buscaron el pase largo, especialmente a balón parado sobre N'Diaye. El Celta no lo hacía mejor: cuando, al salir, la pelota iba al sector derecho (el de Cabral), un elemental movimiento de Joaquín, consistente en ir a por Jonny a costa de liberar a su par, Planas, asustaba lo suficiente a los celtistas para que jugaran en largo.
Min 20 al 45
El Betis arriesga más, adelanta la línea defensiva y la presión, el Celta cede en la suya (en parte gracias a las apariciones por todas partes de Ceballos para dar continuidad al juego) y llegan ocasiones por lado y lado, aunque muchas más por el lado bético. Pese a ello es el Celta, que disfruta de muchos espacios a la espalda de Bruno y Westermann, quien marca pronto. En el Betis los de arriba, sobre todo Joaquín y Cejudo, permutan constantemente posiciones, y se llega con cierta asiduidad al balcón del área, pero –con un solo delantero y mediapunta muy atrasado– hay poca presencia en el área.
Segunda parte
De salida el Celta trata de cuidar más la posesión, pero el riesgo en la salida de balón le cuesta un robo alto de un adelantadísimo Petros y la (algo rigurosa) expulsión de Jonny. Berizzo monta el acostumbrado 4-4-1 defensivo: como Mel una semana antes, deja arriba un mediapunta y manda al delantero centro (Aspas) a una banda, aunque pronto rectifica y manda a Orellana a la derecha. Mel mete remate: Molina entra pronto por Cejudo (buen partido el suyo) y el equipo queda como venimos reclamando aquí desde hace meses: un 4-4-2 con falso extremo izquierdo (Ceballos) y caídas de Rubén hacia esa banda. Petros y N'Diaye se turnan para sacarla y descolgarse a zonas adelantadas. El Celta intenta no encerrarse, pero le cuesta contras béticas: el acoso del Betis es en adelante agobiante.
En el minuto 62 Mel arriesga: retira al tarjeteado N'Diaye y mete a Vadillo de extremo izquierdo para montar un 4-4-2 convencional con Petros y Ceballos (más arriba este) como mediocentros. Unos diez minutos después, sin nada que perder, va a por todas: Van der Vaart (su papel en este Betis bien puede ser ese de jugador de cuarto de hora) sustituye a Westermann; Petros queda como ancla de un 3-1-4-2. El empate llega tarde (min. 83), pero llega, y casi cae el segundo.
En el plano individual cabe destacar el partido del por fin alabado Petros, una vez más una máquina de posesión de balón: recupera muchas y elige siempre el pase correcto. En el colectivo, el buen criterio con posesión de balón y el buen juego interior en el segundo tiempo, aunque fuese, claro, con un hombre más: el equipo parece irse convenciendo de que para ser sólido no es necesario maltratar el balón.
viernes, 11 de diciembre de 2015
Levante 0 - Betis 1 (13ª jornada de Liga de Primera División)
Tal vez el hecho de ver un partido sin las inquietudes del resultado sesgue las sensaciones; y con seguridad el tempranero gol facilitó las cosas tácticamente mucho a los béticos, pero lo cierto es que el Betis dio sensación de control de la situación a lo largo del partido de Valencia de hace casi dos semanas, a pesar de no disfrutar mucho de la posesión de la pelota. Su muy superior calidad arriba hizo el resto.
Primera media hora
Y es que aunque los dos equipos partieran de posicionamientos en teoría parecidos (4-2-3-1, con Ceballos y Verza respectivamente como mediapuntas) hubo tres factores que dieron clara superioridad al Betis pese a, insistimos, poseer el balón, sobre todo en la primera mitad, mucho menos que los locales. Primero, la mucha mayor calidad de los béticos arriba (Joaquín, Castro, Ceballos...), retratada –pero, ojo, no sólo ahí– en las dos jugadas decisivas de la primera parte: el tempranero gol de Castro y el garrafal fallo de Deyverson, precedido de uno no menos grave de Bruno, y uniquísima ocasión levantina de esta fase. Segundo, los mayores espacios de que pudieron disfrutar los béticos, gracias a ese gol y a su carácter de visitantes. Y tercero, la superioridad futbolística de los verdiblancos en el centro, debida por un lado al benitesco planteamiento de Rubi, que cuando su equipo tiene el balón apenas permite a sus dos mediocentros (Simão y Camarasa, de por sí muy defensivos y posicionales ambos) alejarse de sus propios centrales, facilitando muchísimo al rival el control de la zona de mediapuntas –que N'Diaye gobernó a placer–; y, por otro, a la presencia enfrente de un jugador, Petros, que cumple bien el difícil doble papel de mediocentro en defensa e interior ofensivo en ataque, lo que alejó el planteamiento de Mel del muy conservador y rigidísimo de una semana antes ante el Atlético (entonces con N'Diaye, Digard y Torres en esa zona).
El Betis sí tenía pues un planteamiento sensato, alejado de los experimentos ultradefensivos y ultraofensivos de semanas anteriores, y que ocupaba racionalmente el espacio: Petros quedaba a la derecha de N'Diaye y se coordinaba bien con Ceballos, que solía caer a la zona contraria como interior en ataque; como variante, en los saques de Adán N'Diaye era quien se adelantaba a la mediapunta para buscar el cabeceo. sólo se echaba de menos, como ya hemos advertido muchas veces aquí, el gol del que carecen los hombres de segunda línea verdiblancos.
Minutos 30 al 78
El Betis aumenta mucho su cuota de posesión, aunque pierde progresivamente profundidad: la atrasada colocación de Ceballos en ataque (mala enseñanza traída de las selecciones inferiores), la presencia de un solo delantero y, en general, la falta de ambición ofensiva convierten el juego bético en un tiquitaca poco profundo. Con todo el Levante sólo llega en algún error aislado de la defensa; muy conservador, Rubi sólo se atreve a cambiar delanteros por delanteros y mediapunta. El Betis trata de gobernar el partido con balón, con una presión postpérdida de Petros y Ceballos bastante acertada, aunque siempre echa de menos más llegada a gol.
Último cuarto de hora
Rigurosísimamente expulsado Westermann apenas había entrado Van der Vaart por Cejudo, Mel monta un 4-4-1 curiosamente con el holandés arriba, y Rubén y Joaquín en las bandas. El equipo no se encierra ni entrega gratuitamente el balón, y los centrales y el conservadurismo en los cambios ya hechos de Rubi hacen el resto: el Betis concede pocas ocasiones.
Entre las actuaciones individuales cabe destacar la continuidad en el trabajo de Joaquín y la solidez en el centro de N'Diaye y Petros, que parece haber aprendido a elegir mejor los momentos en que conviene presionar o mantener la posición.
Primera media hora
Y es que aunque los dos equipos partieran de posicionamientos en teoría parecidos (4-2-3-1, con Ceballos y Verza respectivamente como mediapuntas) hubo tres factores que dieron clara superioridad al Betis pese a, insistimos, poseer el balón, sobre todo en la primera mitad, mucho menos que los locales. Primero, la mucha mayor calidad de los béticos arriba (Joaquín, Castro, Ceballos...), retratada –pero, ojo, no sólo ahí– en las dos jugadas decisivas de la primera parte: el tempranero gol de Castro y el garrafal fallo de Deyverson, precedido de uno no menos grave de Bruno, y uniquísima ocasión levantina de esta fase. Segundo, los mayores espacios de que pudieron disfrutar los béticos, gracias a ese gol y a su carácter de visitantes. Y tercero, la superioridad futbolística de los verdiblancos en el centro, debida por un lado al benitesco planteamiento de Rubi, que cuando su equipo tiene el balón apenas permite a sus dos mediocentros (Simão y Camarasa, de por sí muy defensivos y posicionales ambos) alejarse de sus propios centrales, facilitando muchísimo al rival el control de la zona de mediapuntas –que N'Diaye gobernó a placer–; y, por otro, a la presencia enfrente de un jugador, Petros, que cumple bien el difícil doble papel de mediocentro en defensa e interior ofensivo en ataque, lo que alejó el planteamiento de Mel del muy conservador y rigidísimo de una semana antes ante el Atlético (entonces con N'Diaye, Digard y Torres en esa zona).
El Betis sí tenía pues un planteamiento sensato, alejado de los experimentos ultradefensivos y ultraofensivos de semanas anteriores, y que ocupaba racionalmente el espacio: Petros quedaba a la derecha de N'Diaye y se coordinaba bien con Ceballos, que solía caer a la zona contraria como interior en ataque; como variante, en los saques de Adán N'Diaye era quien se adelantaba a la mediapunta para buscar el cabeceo. sólo se echaba de menos, como ya hemos advertido muchas veces aquí, el gol del que carecen los hombres de segunda línea verdiblancos.
Minutos 30 al 78
El Betis aumenta mucho su cuota de posesión, aunque pierde progresivamente profundidad: la atrasada colocación de Ceballos en ataque (mala enseñanza traída de las selecciones inferiores), la presencia de un solo delantero y, en general, la falta de ambición ofensiva convierten el juego bético en un tiquitaca poco profundo. Con todo el Levante sólo llega en algún error aislado de la defensa; muy conservador, Rubi sólo se atreve a cambiar delanteros por delanteros y mediapunta. El Betis trata de gobernar el partido con balón, con una presión postpérdida de Petros y Ceballos bastante acertada, aunque siempre echa de menos más llegada a gol.
Último cuarto de hora
Rigurosísimamente expulsado Westermann apenas había entrado Van der Vaart por Cejudo, Mel monta un 4-4-1 curiosamente con el holandés arriba, y Rubén y Joaquín en las bandas. El equipo no se encierra ni entrega gratuitamente el balón, y los centrales y el conservadurismo en los cambios ya hechos de Rubi hacen el resto: el Betis concede pocas ocasiones.
Entre las actuaciones individuales cabe destacar la continuidad en el trabajo de Joaquín y la solidez en el centro de N'Diaye y Petros, que parece haber aprendido a elegir mejor los momentos en que conviene presionar o mantener la posición.
martes, 8 de diciembre de 2015
Nota
De vuelta ya en Sevilla, en los próximos días esperamos poder ver y analizar los últimos partidos del Betis. Disculpen la ausencia.
martes, 24 de noviembre de 2015
Betis 0 - Atlético de Madid 1 (12ª jornada de Liga de Primera División)
Hace varias semanas (Granada, Athletic) nos lamentábamos aquí de la incoherencia del juego del Betis, que ponía en el campo un equipo de jugones para intentar realmente el pelotazo y la segunda jugada. Desde Málaga hay al menos un plan, el ultradefensivo, pero además de poco estético no parece adaptado a la plantilla, flexible ni bien ejecutado.
Sobre su no adaptación a la plantilla de este Betis escribimos en el post anterior, y vale como ejemplo que ayer los dos extremos en el campo que formaron el 4-1-4-1 bético son los únicos con los que cuenta Mel, lo que augura muy escaso vuelo a tal modelo de juego. De su falta de flexibilidad hubo de darse cuenta el entrenador a los siete minutos, cuando un error de Xavi Torres (cruel el destino al señalar a la apuesta ayer más discutible de Mel) dejó a los locales sin plan apenas iniciado el partido: si hace dos jornadas se recibía al Athletic con una temeraria alineación en la que Ceballos era segundo mediocentro con dos delanteros por delante, ayer no sólo había tres mediocentros defensivos en el campo (y Mel se quejaba hace muy poco de tener que jugar con dos), sino que uno de ellos, Digard, se veía obligado a jugar de interior, fuera de su sitio natural, mientras que Petros, perfecto para esa posición, quedaba fuera.
Esa extraña elección dejaba muy difícil la salida en corto desde atrás, y la soledad de Castro arriba casi imposible la salida en largo (salvo el pelotazo a N'Diaye a balón parado), de modo que el juego de ataque bético tomaría tintes velazqueños: simplemente no había plan de ataque, más allá de un posible robo alto de vez en cuando. El Betis entregaba pues la posesión al rival, cosa comprensible si hubiera sido voluntaria y en la dosis justa (a los atléticos no les gusta tenerla), y a priori adaptaba su esquema al previsible 4-4-2 del rival, con interiores sobre mediocentros como en el Carranza; ocurre que Simeone jugó otro 4-3-3 (o 4-1-4-1), lo que descuadró parejas.
Sólo en los quince minutos finales de este tiempo logró el Betis acercarse un tanto a la puerta rival.
Segunda parte
La natural salida de Ceballos formó un esquema mucho más equilibrado: un 4-4-2 defensivo que giraba bien a 4-3-3 ofensivo al caer el canterano al interior izquierdo en ataque y subir N'Diaye en esa fase al interior derecho. Contra el hábito esta temporada, el ataque se cargó desde entonces a la banda izquierda, y el juego se equilibró, aunque pagó entonces el Betis el otro grave defecto aquí denunciado de dejar a Castro solo arriba: no había la menor llegada arriba, salvo alguna carrera de Cejudo. Joaquín, muy castigado en el esquema al verse obligado a llegar muy arriba y a seguir a Filipe Luís (y mal ayudado por un amanerado Piccini), hubo de ser cambiado y ahí por fin, aunque muy tarde, Molina situó al equipo como debe. La solidez atlética y lesión de Digard a diez minutos del final dejaron al equipo, sin embargo, sin las esperanzas que su lucha merecía.
Sobre su no adaptación a la plantilla de este Betis escribimos en el post anterior, y vale como ejemplo que ayer los dos extremos en el campo que formaron el 4-1-4-1 bético son los únicos con los que cuenta Mel, lo que augura muy escaso vuelo a tal modelo de juego. De su falta de flexibilidad hubo de darse cuenta el entrenador a los siete minutos, cuando un error de Xavi Torres (cruel el destino al señalar a la apuesta ayer más discutible de Mel) dejó a los locales sin plan apenas iniciado el partido: si hace dos jornadas se recibía al Athletic con una temeraria alineación en la que Ceballos era segundo mediocentro con dos delanteros por delante, ayer no sólo había tres mediocentros defensivos en el campo (y Mel se quejaba hace muy poco de tener que jugar con dos), sino que uno de ellos, Digard, se veía obligado a jugar de interior, fuera de su sitio natural, mientras que Petros, perfecto para esa posición, quedaba fuera.
Esa extraña elección dejaba muy difícil la salida en corto desde atrás, y la soledad de Castro arriba casi imposible la salida en largo (salvo el pelotazo a N'Diaye a balón parado), de modo que el juego de ataque bético tomaría tintes velazqueños: simplemente no había plan de ataque, más allá de un posible robo alto de vez en cuando. El Betis entregaba pues la posesión al rival, cosa comprensible si hubiera sido voluntaria y en la dosis justa (a los atléticos no les gusta tenerla), y a priori adaptaba su esquema al previsible 4-4-2 del rival, con interiores sobre mediocentros como en el Carranza; ocurre que Simeone jugó otro 4-3-3 (o 4-1-4-1), lo que descuadró parejas.
Sólo en los quince minutos finales de este tiempo logró el Betis acercarse un tanto a la puerta rival.
Segunda parte
La natural salida de Ceballos formó un esquema mucho más equilibrado: un 4-4-2 defensivo que giraba bien a 4-3-3 ofensivo al caer el canterano al interior izquierdo en ataque y subir N'Diaye en esa fase al interior derecho. Contra el hábito esta temporada, el ataque se cargó desde entonces a la banda izquierda, y el juego se equilibró, aunque pagó entonces el Betis el otro grave defecto aquí denunciado de dejar a Castro solo arriba: no había la menor llegada arriba, salvo alguna carrera de Cejudo. Joaquín, muy castigado en el esquema al verse obligado a llegar muy arriba y a seguir a Filipe Luís (y mal ayudado por un amanerado Piccini), hubo de ser cambiado y ahí por fin, aunque muy tarde, Molina situó al equipo como debe. La solidez atlética y lesión de Digard a diez minutos del final dejaron al equipo, sin embargo, sin las esperanzas que su lucha merecía.
miércoles, 18 de noviembre de 2015
Una verdad y varias falacias
Mucho se ha hablado durante las últimas semanas sobre el estilo de juego adecuado a la plantilla 2015-16 del Betis y sobre la necesidad de fichar un extremo zurdo en el mercado de invierno. Trataremos aquí de analizar ambos puntos y responder a las preguntas tras ellos: ¿es el contragolpe el estilo que conviene a la actual plantilla del Betis?, ¿necesita el Betis el fichaje de un extremo?, ¿sería titular?, ¿implicaría ese fichaje un cambio de modelo de juego?
Empecemos por la pregunta de más fácil respuesta: es verdad que la plantilla del Betis necesita un extremo. Vadillo no da el nivel necesario –Mel en todo caso no cuenta con él– y Kadir y Cejudo, además de no darlo, tampoco tienen la características exactas de un extremo, concretamente por falta de velocidad. Mel lleva toda la razón y mucho tiempo reclamando esa velocidad, y aquí se pidió varias veces fichar al menos un jugador que tuviese un perfil intermedio entre los de Joaquín y Rubén Castro: un hombre rápìdo y con gol, que pudiese jugar en banda y en punta. Sin ese perfil, pues Macià trajo en su lugar a Van Wolfswinkel (un jugador mucho menos necesario estando ya Molina y Rennella en la plantilla), una baja de Castro o de Joaquín sería muy grave, y Mel pierde muchas opciones tácticas.
Establecida esa necesidad, veamos qué impacto tendría ese fichaje en el juego del Betis, y en concreto en la alineación y esquema principales que hipotéticamente podría usar Mel, a los que llamaremos el "plan A". Mucha (y muy desordenada) tinta se ha vertido ya sobre ello, y entre ella la del portavoz oficioso de Mel, Javier Mérida, aquí (con bastante tino, dicho sea de paso), y nosotros mismos, este bloguero y los comentaristas, aquí. Pongamos un poco de orden en esas ideas poniéndolas en forma de unos, digamos, postulados, que serán menos obligatorios de cumplir a medida que avancemos en la construcción, siempre, de ese plan A.
1º. Rubén Castro es titular en este Betis. Pocas discusiones caben en este punto.
2º. Rubén Castro debe jugar sin obligaciones defensivas, y con un delantero centro a su lado. Aquí está un centro de las discusiones tácticas sobre este equipo, y para valorarlo hay que atender a las características físicas de Castro: un jugador rápido, muy hábil, inteligente y asociativo en corto, pero sin potencia ni recorrido para la carrera larga, y sin presencia física para proteger balones largos de espaldas a portería. Dada la dependencia del equipo de sus goles y ese recorrido relativamente escaso, parece natural no alejarlo de la portería para hacerlo correr tras un lateral como extremo (sea en un 4-4-2 o un 4-3-3). Por otro lado aislarlo como punta único en un 4-3-3 o 4-2-3-1 traería dos graves consecuencias, ya sobradamente demostradas: (a) el equipo se quedaría sin salida en largo, y (b) se perdería el gol de un Molina o un Van Wolfswinkel, irremplazable por el que aportarían hipotéticamente extremos o mediapuntas: los que hay hoy en el Betis sencillamente no lo tienen. La posibilidad de usar a Joaquín como segunda punta mejoraría poco estas cosas y sacaría de la banda al único jugador específico que tenemos hoy.
3º. El Betis juega con cuatro defensas. No hay ninguna razón para que esto sea obligatoriamente así, más allá de la costumbre de Mel y del fútbol español, pero no parece previsible que esto vaya a cambiar. Sólo hay un esquema defensivo posible que incluya dos delanteros y cuatro defensas: el 4-4-2.
4º. Joaquín, N'Diaye y Ceballos serán titulares. Nuestras afirmaciones se van haciendo más discutibles, pero no parece probable que a largo plazo las alineaciones de Mel prescindan de estos jugadores. En todo caso, para la discusión que sigue, cambiar a N'Diaye por otro mediocentro como Digard, o a Ceballos por Portillo o Van der Vaart alterará poco los argumentos.
Los cuatro puntos arriba vistos dejan UN SOLO puesto libre en la alineación base de este Betis. Para que ese jugador sea el nuevo extremo de este plan A, habría que usar a Ceballos (o, peor aún, a Van der Vaart o Portillo) como mediocentro ofensivo, el cual tendría que defender como pivote en un 4-4-2 con dos extremos: un plan posible como alternativa para ocasiones señaladas, pero que no parece razonable como principal, al menos mientras Ceballos no madure (y mucho) en ese puesto; hemos visto ya ejemplos de ello, como ante el Athletic. Y es que aunque Mel reivindique que los cuatro mediocampistas de sus Betis hayan solido ser un pivote defensivo, otro ofensivo y dos hombres abiertos, conviene recordar que ni fue así las más de las veces (más acudió al falso extremo tipo Salva Sevilla), ni sus mediocampistas ofensivos (Beñat) lo eran tanto como Ceballlos o Portillo, ni cuando se jugó realmente así se alcanzaron siempre buenos resultados (recordemos rendimientos de parejas exteriores como Juanfran-Juan Carlos, de nefasto recuerdo). Por demás jugar con ese 4-4-2 con dos extremos y Ceballos en el centro condenaría al banquillo a la vez a Van der Vaart, Portillo y Petros, y el equipo, sin buenos recambios para Joaquín, Castro ni el nuevo extremo, quedaría obligado a cambiar de plan táctico al menor contratiempo en forma de lesión o sanción.
Mucho más razonable parece jugar con Ceballos (u otro de su corte) en banda y un segundo verdadero mediocentro (sea un Digard o un Petros), o bien al menos, si Ceballos es adaptado a mediocentro ofensivo, taparse un poco por dentro con un falso extremo dando así de paso cancha a Portillo o Van der Vaart. En suma, se fiche extremo o no, el esquema principal debe seguir siendo el 4-4-2 asimétrico, que en ataque se convierte en 4-3-3, como hemos ya explicado aquí muchas veces. Los problemas ofensivos por la banda ciega son perfectamente resolubles con soluciones tácticas (abrir a veces al falso extremo, subidas del lateral, caídas de Castro...) y con el uso de jugadores más potentes físicamente como Vargas y Ceballos. En suma: el fichaje no debería ser titular, y, por tanto, es una falacia (o un mal negocio) pensar que cambiaría por ello el esquema principal de juego del equipo.
Pero queda aún por responder una pregunta más: ¿es el contragolpe el modelo de juego base que conviene a este Betis? Aquí sí hemos de afirmar que, a nuestro modesto entender, Mel yerra de lado a lado. Es comprensible que en este momento quiera estabilizar al equipo desde atrás, o que se tape en según que escenarios y ante qué rivales, pero es evidente (y su propia afirmación de que el equipo carece de velocidad arriba así lo evidencia) que este Betis no tiene hombres para aprovechar grandes distancias y espacios, y sí, por el contrario, buenos jugadores para un juego de posición, posesión y espacios cortos. Los Portillo, Van der Vaart e incluso Ceballos, Castro y Molina no tienen condiciones naturales para contragolpear con cincuenta metros por delante, y sí sin embargo para, si se entrenan bien ciertos conceptos y se colocan adecuadamente las piezas, sacar bien el balón desde atrás, alargar las posesiones y contrapresionar bien, y, en suma, encerrar al rival y encontrar fisuras en sus defensas. Si esto no se ha hecho bien tras los primeros partidos (en que sí se hizo) no hay que buscar las causas en las condiciones de los jugadores.
Peor aún: tratar de jugar un sistema contragolpeador obligará a sacar del campo a los jugones del equipo para hacer sitio a dos extremos más o menos potentes (do momento, obligatoriamente siempre Cejudo y Joaquín, sin suplentes válidos para refrescarse ni en caso de lesión), y eso forzará a dejar en el banquillo o la grada a, al menos, cinco hombres de la siguiente lista: Ceballos, Van der Vaart, Portillo, Molina, Van Wolfswinkel y Rennella. O sea, quedará una sola plaza libre para todos los mediapuntas y tanques de la plantilla, que no son pocos ni todos malos.
Capítulo aparte a este respecto merece el caso Petros, jugador extrañamente catalogado por Mel y la prensa como mediocentro defensivo, tal vez porque corre mucho, y que sin embargo ha demostrado tanta incapacidad para mantener la posición defensiva (defecto tan brasileño como, esperemos, corregible) como capacidad para el juego de posesión y presión inmediata tras pérdida, algo ideal junto a un Digard o un N'Diaye para plantar al equipo en campo contrario. Las pérdidas de balón del brasileño sólo existen en la imaginación de la prensa sevillana: las estadísticas lo colocan como uno de los mejores pasadores del equipo, algo estimable para un jugador que ataca en posiciones de interior avanzado.
En resumen, a nuestro parecer Mel se equivoca al pensar que su plantilla es contragolpeadora por naturaleza, y no lo es justamente por la carencia de extremos rápidos que él mismo, ahí con razón, ha denunciado. Para convertirla en una plantilla contragolpeadora tendría que fichar a dos o tres jugadores más (¡y no se han fichado pocos ya!) y prescindir de varios de calidad contrastada, algo que no parece tener sentido ninguno. Digamos, por cierto, que las estadísticas repetidamente argüidas (ese "casi cien por cien" de goles conseguidos "a la contra") no son ciertas, por decirlo suavemente: de los 11 goles logrados 3 lo fueron en ataque posicional, 3 a balón parado y 5 al contragolpe, y casi todos estos en situaciones de presión alta, no con el equipo replegado.
En suma, creemos que hay mimbres para jugar bien al fútbol si se trabaja correctamente el ataque estático y la últimamente velazqueña salida de balón –algo en todo caso insoslayable, pues será necesario para marcadores en contra–. Y pensamos que el Betis puede construir una alineación equilibrada entre defensa y ataque, seguramente con dos mediocentros salidos de la terna N'Diaye-Digard-Petros, más un falso extremo, Joaquín, Castro y un tanque. Haber hecho mal ciertas cosas o victorias afortunadas no debe cegarnos.
Como siempre, los comentarios serán bienvenidos. Este blog no será puesto al día con regularidad tras los partidos las próximas semanas.
En Twitter: @juanramonlara7
Empecemos por la pregunta de más fácil respuesta: es verdad que la plantilla del Betis necesita un extremo. Vadillo no da el nivel necesario –Mel en todo caso no cuenta con él– y Kadir y Cejudo, además de no darlo, tampoco tienen la características exactas de un extremo, concretamente por falta de velocidad. Mel lleva toda la razón y mucho tiempo reclamando esa velocidad, y aquí se pidió varias veces fichar al menos un jugador que tuviese un perfil intermedio entre los de Joaquín y Rubén Castro: un hombre rápìdo y con gol, que pudiese jugar en banda y en punta. Sin ese perfil, pues Macià trajo en su lugar a Van Wolfswinkel (un jugador mucho menos necesario estando ya Molina y Rennella en la plantilla), una baja de Castro o de Joaquín sería muy grave, y Mel pierde muchas opciones tácticas.
Establecida esa necesidad, veamos qué impacto tendría ese fichaje en el juego del Betis, y en concreto en la alineación y esquema principales que hipotéticamente podría usar Mel, a los que llamaremos el "plan A". Mucha (y muy desordenada) tinta se ha vertido ya sobre ello, y entre ella la del portavoz oficioso de Mel, Javier Mérida, aquí (con bastante tino, dicho sea de paso), y nosotros mismos, este bloguero y los comentaristas, aquí. Pongamos un poco de orden en esas ideas poniéndolas en forma de unos, digamos, postulados, que serán menos obligatorios de cumplir a medida que avancemos en la construcción, siempre, de ese plan A.
1º. Rubén Castro es titular en este Betis. Pocas discusiones caben en este punto.
2º. Rubén Castro debe jugar sin obligaciones defensivas, y con un delantero centro a su lado. Aquí está un centro de las discusiones tácticas sobre este equipo, y para valorarlo hay que atender a las características físicas de Castro: un jugador rápido, muy hábil, inteligente y asociativo en corto, pero sin potencia ni recorrido para la carrera larga, y sin presencia física para proteger balones largos de espaldas a portería. Dada la dependencia del equipo de sus goles y ese recorrido relativamente escaso, parece natural no alejarlo de la portería para hacerlo correr tras un lateral como extremo (sea en un 4-4-2 o un 4-3-3). Por otro lado aislarlo como punta único en un 4-3-3 o 4-2-3-1 traería dos graves consecuencias, ya sobradamente demostradas: (a) el equipo se quedaría sin salida en largo, y (b) se perdería el gol de un Molina o un Van Wolfswinkel, irremplazable por el que aportarían hipotéticamente extremos o mediapuntas: los que hay hoy en el Betis sencillamente no lo tienen. La posibilidad de usar a Joaquín como segunda punta mejoraría poco estas cosas y sacaría de la banda al único jugador específico que tenemos hoy.
3º. El Betis juega con cuatro defensas. No hay ninguna razón para que esto sea obligatoriamente así, más allá de la costumbre de Mel y del fútbol español, pero no parece previsible que esto vaya a cambiar. Sólo hay un esquema defensivo posible que incluya dos delanteros y cuatro defensas: el 4-4-2.
4º. Joaquín, N'Diaye y Ceballos serán titulares. Nuestras afirmaciones se van haciendo más discutibles, pero no parece probable que a largo plazo las alineaciones de Mel prescindan de estos jugadores. En todo caso, para la discusión que sigue, cambiar a N'Diaye por otro mediocentro como Digard, o a Ceballos por Portillo o Van der Vaart alterará poco los argumentos.
Los cuatro puntos arriba vistos dejan UN SOLO puesto libre en la alineación base de este Betis. Para que ese jugador sea el nuevo extremo de este plan A, habría que usar a Ceballos (o, peor aún, a Van der Vaart o Portillo) como mediocentro ofensivo, el cual tendría que defender como pivote en un 4-4-2 con dos extremos: un plan posible como alternativa para ocasiones señaladas, pero que no parece razonable como principal, al menos mientras Ceballos no madure (y mucho) en ese puesto; hemos visto ya ejemplos de ello, como ante el Athletic. Y es que aunque Mel reivindique que los cuatro mediocampistas de sus Betis hayan solido ser un pivote defensivo, otro ofensivo y dos hombres abiertos, conviene recordar que ni fue así las más de las veces (más acudió al falso extremo tipo Salva Sevilla), ni sus mediocampistas ofensivos (Beñat) lo eran tanto como Ceballlos o Portillo, ni cuando se jugó realmente así se alcanzaron siempre buenos resultados (recordemos rendimientos de parejas exteriores como Juanfran-Juan Carlos, de nefasto recuerdo). Por demás jugar con ese 4-4-2 con dos extremos y Ceballos en el centro condenaría al banquillo a la vez a Van der Vaart, Portillo y Petros, y el equipo, sin buenos recambios para Joaquín, Castro ni el nuevo extremo, quedaría obligado a cambiar de plan táctico al menor contratiempo en forma de lesión o sanción.
Mucho más razonable parece jugar con Ceballos (u otro de su corte) en banda y un segundo verdadero mediocentro (sea un Digard o un Petros), o bien al menos, si Ceballos es adaptado a mediocentro ofensivo, taparse un poco por dentro con un falso extremo dando así de paso cancha a Portillo o Van der Vaart. En suma, se fiche extremo o no, el esquema principal debe seguir siendo el 4-4-2 asimétrico, que en ataque se convierte en 4-3-3, como hemos ya explicado aquí muchas veces. Los problemas ofensivos por la banda ciega son perfectamente resolubles con soluciones tácticas (abrir a veces al falso extremo, subidas del lateral, caídas de Castro...) y con el uso de jugadores más potentes físicamente como Vargas y Ceballos. En suma: el fichaje no debería ser titular, y, por tanto, es una falacia (o un mal negocio) pensar que cambiaría por ello el esquema principal de juego del equipo.
Pero queda aún por responder una pregunta más: ¿es el contragolpe el modelo de juego base que conviene a este Betis? Aquí sí hemos de afirmar que, a nuestro modesto entender, Mel yerra de lado a lado. Es comprensible que en este momento quiera estabilizar al equipo desde atrás, o que se tape en según que escenarios y ante qué rivales, pero es evidente (y su propia afirmación de que el equipo carece de velocidad arriba así lo evidencia) que este Betis no tiene hombres para aprovechar grandes distancias y espacios, y sí, por el contrario, buenos jugadores para un juego de posición, posesión y espacios cortos. Los Portillo, Van der Vaart e incluso Ceballos, Castro y Molina no tienen condiciones naturales para contragolpear con cincuenta metros por delante, y sí sin embargo para, si se entrenan bien ciertos conceptos y se colocan adecuadamente las piezas, sacar bien el balón desde atrás, alargar las posesiones y contrapresionar bien, y, en suma, encerrar al rival y encontrar fisuras en sus defensas. Si esto no se ha hecho bien tras los primeros partidos (en que sí se hizo) no hay que buscar las causas en las condiciones de los jugadores.
Peor aún: tratar de jugar un sistema contragolpeador obligará a sacar del campo a los jugones del equipo para hacer sitio a dos extremos más o menos potentes (do momento, obligatoriamente siempre Cejudo y Joaquín, sin suplentes válidos para refrescarse ni en caso de lesión), y eso forzará a dejar en el banquillo o la grada a, al menos, cinco hombres de la siguiente lista: Ceballos, Van der Vaart, Portillo, Molina, Van Wolfswinkel y Rennella. O sea, quedará una sola plaza libre para todos los mediapuntas y tanques de la plantilla, que no son pocos ni todos malos.
Capítulo aparte a este respecto merece el caso Petros, jugador extrañamente catalogado por Mel y la prensa como mediocentro defensivo, tal vez porque corre mucho, y que sin embargo ha demostrado tanta incapacidad para mantener la posición defensiva (defecto tan brasileño como, esperemos, corregible) como capacidad para el juego de posesión y presión inmediata tras pérdida, algo ideal junto a un Digard o un N'Diaye para plantar al equipo en campo contrario. Las pérdidas de balón del brasileño sólo existen en la imaginación de la prensa sevillana: las estadísticas lo colocan como uno de los mejores pasadores del equipo, algo estimable para un jugador que ataca en posiciones de interior avanzado.
En resumen, a nuestro parecer Mel se equivoca al pensar que su plantilla es contragolpeadora por naturaleza, y no lo es justamente por la carencia de extremos rápidos que él mismo, ahí con razón, ha denunciado. Para convertirla en una plantilla contragolpeadora tendría que fichar a dos o tres jugadores más (¡y no se han fichado pocos ya!) y prescindir de varios de calidad contrastada, algo que no parece tener sentido ninguno. Digamos, por cierto, que las estadísticas repetidamente argüidas (ese "casi cien por cien" de goles conseguidos "a la contra") no son ciertas, por decirlo suavemente: de los 11 goles logrados 3 lo fueron en ataque posicional, 3 a balón parado y 5 al contragolpe, y casi todos estos en situaciones de presión alta, no con el equipo replegado.
En suma, creemos que hay mimbres para jugar bien al fútbol si se trabaja correctamente el ataque estático y la últimamente velazqueña salida de balón –algo en todo caso insoslayable, pues será necesario para marcadores en contra–. Y pensamos que el Betis puede construir una alineación equilibrada entre defensa y ataque, seguramente con dos mediocentros salidos de la terna N'Diaye-Digard-Petros, más un falso extremo, Joaquín, Castro y un tanque. Haber hecho mal ciertas cosas o victorias afortunadas no debe cegarnos.
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