ATHLETIC (4: Unai Simón; Capa, Yeray, Íñigo Martínez, Yuri (Balenziaga 86'); Unai Vencedor, Vesga; Williams (Raúl García 75'), Muniain (Sancet 70'), Berenguer (Morcillo 70'); y Villalibre (Lekue 86').
BETIS(0): Bravo; Emerson, Sidnei, Víctor Ruiz, Álex Moreno; William Carvalho (Carvalho 61'), Guido; Joaquín (Lainez 70'), Rodri (Aitor Ruibal 82'), Tello (Loren 61'; y Sanabria (Borja Iglesias 61').
Árbitro: Alberola Rojas. Sin amonestaciones.
Goles: 1-0 (9') Víctor Ruiz, en propia puerta; 2-0 (33') Capa; 3-0 (58') Muniain; 4-0 (68') Berenguer.
Perpetró anoche el Betis uno de los partidos más bochornosos que se le recuerdan en la última década. No es por desgracia raro que el equipo sufra algunas goleadas cada temporada, pero sí que lleguen tan merecidamente, sin avatar ni golpe de fortuna alguno que la justifique mínimamente. No es novedad tampoco caer en Bilbao, pero sí ante un rival tan pobre como el Athletic actual y sin que los vascos den una sola patada. Particularmente indignante fue la sospechosa indolencia de algunos jugadores, que no debería dejarse pasar sin consecuencias.
Salvo por el rival, como queda dicho un Athletic en baja forma, sin apoyo de su público y mucho más blando de lo habitual, el partido resultó una tormenta perfecta en la que el Betis naufragó en lo táctico, lo físico, lo psicológico y lo técnico. De esto último se encargaron las bajas, que eliminaron a Canales, el jugador más en forma del equipo, y al minusvalorado Mandi, más Fekir y Bartra. Para reemplazar a los primeros Pellegrini optó por el debutante Rodri y por Víctor Ruiz, retratado pronto en un autogol que denotó unos fundamentos deficientes –aunque despejar con la derecha, como pidió unánimemente la prensa anoche, le era materialmente imposible en esa jugada–.
El estado físico de ciertos jugadores del equipo tampoco parece actualmente el adecuado, aunque es difícil en ciertos casos separarlo del psicológico: el nivel de activación de varios de los titulares de anoche no alcanzó siquiera el nivel de un amateur digno, y no hablamos ya de sacrificio, sino de la mínima concentración que hace a un jugador ganar o perder la décima de segundo para anticiparse al rival.
Pero este blog se dedica a lo táctico, y, aunque esto no explica esta vez mucho de esta debacle, hay que analizar algunos aspectos del desastre. No lo explica, primeramente, porque si miramos los meros dibujos nada inhabitual ni apenas erróneo se saca de ellos. Athletic y Betis jugaron el 4-2-3-1 que parece hoy (de nuevo) de moda, con Muniain y Rodri, respectivamente, como mediapuntas. Ese esquema tendió en el Betis al 4-3-3 más que nunca. En efecto, al desplegarse el Betis en ataque William Carvalho, con buen criterio (aunque tal vez en exceso) y contra lo opinado por el ayer destinado Alberto Edjogo-Owono en TV, se descolgó a posiciones de interior derecho, y tan adelantado además como Rodri (interior izquierdo de hecho), dejando a Guido centrar su posición cerca de la defensa y a Joaquín y Tello en los extremos, bien abiertos. Inexplicablemente, eso sí, Pellegrini ordenó de nuevo a Carvalho jugar a la derecha del argentino, de modo que los dos interiores quedaron a pie natural; se trata de jugadores sin cambio de ritmo alguno (Carvalho por peso pesado, Rodri por falta de potencia) y por tanto poco capaces para progresar con la conducción (como sí Canales). Obligados ambos por tanto a combinar con los compañeros, y ante un Athletic que los presionaba de cerca, esa ubicación (además de inusual para William) resultó ruinosa para el equipo: al no poder meter el cuerpo para proteger las recepciones con su pierna buena jamás lograron girarse ni hacer nada más que devolver balones hacia atrás. El Athletic no hacía una presión demasiado alta; esperaba al Betis con el bloque medio y juntaba mucho las líneas, tratando de apretar cuando los béticos volcaban el balón hacia un lateral y dejando libre, como tantos equipos, al opuesto. El cansino ritmo del Betis, que cada vez cuida menos la salida de balón, combinado con el mal pie anoche de Bravo, convirtió la primera parte en una sucesión de pérdidas del Betis apenas pasado el círculo central, que provocaban contras locales.
Cuando no llegaba a la contra el Athetic lo hacía en ataque posicional ante un sistema defensivo bético que hacía aguas en todos los aspectos. Como el Betis jamás se instalaba en campo rival no había sombra de Gegenpressing, así que cuando no se veían obligados a correr hacia atrás los béticos trataban de juntar líneas con el bloque medio, antes compacto y funcional. Sin embargo las distancias entre sus líneas se le hicieron siderales; en primer lugar, porque Sidnei y Ruiz no eran capaces de empujar la línea hacia delante (como sí hacen Mandi y Bartra) y, por el contrario, pasaron un calvario ante la movilidad de Villalibre. Pero además el desorden del centro del campo y la actitud pasiva de ciertos jugadores convirtió el cuadrado entre Joaquín, Emerson, Sidnei y William en un latifundio por el que Muniain, Berenguer e incluso Vesga camparon a sus anchas.
Una jugada que deja en mal lugar el estudio bético del rival se repitió una y otra vez: Sanabria cerraba más a Yeray que a Martínez (algo sorprendente siendo este zurdo y de buen pie); el central ex de la Real salía libre, y (con Rodri tratando de cerrar a Vencedor) Carvalho le salía al paso sin criterio ni medida dejando a su espalda un tremendo espacio vacío sobre el que jugar a placer.
El insólito passmap de Martínez al descanso: jamás un central jugó tan fácilmente hacia delante (hacia abajo, en el gráfico)
Tras el descanso Pellegrini permutó a William y Guido (y por tanto a Rodri con el portugués en fase ofensiva), lo que no produjo tantos efectos positivos como preveía este bloguero al pedir esa permuta media hora antes, pero al menos dio al equipo un plácido arranque de segunda parte sin mayores humillaciones. No tardaron en llegar estas sin embargo, y solo a la hora el entrenador chileno cambió el guion pasando a un 4-4-2 con dos puntas y Guardado junto a Guido.
Línea por línea
Bravo tuvo escasa culpa bajo palos, aunque sus pases de media distancia fracasaron una y otra vez. El desastre de la línea defensiva fue absoluto, hasta tal punto que un Moreno tan desbordado como siempre fue el mejor. El agujero en la zona de Emerson y Sidnei fue descomunal; Ruiz al menos enseñó buen pie para el pase.
El buen partido de Guido, con talento y vergüenza, pareció excelente ante lo que le rodeaba. Perdido Tello, Joaquín, entregado, apenas mostró un par de detalles y tampoco supo ayudar a tapar bien su costado. La línea editorial de este blog, reacia al improperio y la palabra gruesa, nos impide calificar el partido de William Carvalho.
Poca responsabilidad se puede echar sobre Rodri, que trató de combinar a ratos con Joaquín y Emerson, aunque siempre con escasos espacios y poca colaboración. Sanabria hizo un decente partido descargando los pocos balones potables que le llegaron para, al menos, bajarlos.
De los suplentes solo cabe destacar las ganas y buen juego de Lainez, un fichaje que fue inexplicable hace dos años, cuando Rodri y Rober ya asomaban la cabeza en el filial, y lo sigue siendo ahora. Del resto de suplentes apenas puso empeño Guardado.
Cabe preguntarse si Pellegrini ha perdido el control de la situación o hay algo turbio en el vestuario que explique actuaciones del equipo como la de ayer.
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