Real Betis (1): Adán; Piccini, Bruno, Westermann (Pezzella, m. 58), Varela; Joaquín (Digard, m. 81), N’Diaye, Petros, Portillo; Rennella (Dani Ceballos, m. 53) y Rubén Castro.
Goles: 1-0, minuto 2: Foulquier. 1-1, minuto 39: Rubén Castro, de penalti.
Árbitro: Mateu Lahoz, valenciano. Amarillas para Javi Márquez, Rubén Pérez, Varela, Portillo, Biraghi y Digard.
Césped aparentemente irregular y 2500 béticos en Los Cármenes.
El punto obtenido es la única buena noticia del mal partido jugado por el Betis esta tarde en Granada. El encuentro fue de baja calidad y jugado a un ritmo superior al que convenía a los béticos: un verdadero correcalles que favoreció la superioridad física local.
Minutos 1 al 25
El planteamiento táctico inicial de Mel nos pareció muy acertado; si antes del partido se dudaba entre si el madrileño jugaría con dos puntas o bien introduciría a Ceballos como titular a costa del acompañante de Castro, finalmente el técnico daba la titularidad a Rennella, lo que garantizaría cierta salida en largo. Además Mel –fuese porque hubiese reflexionado sobre el reparto de espacios en ataque o por llevar a N'Diaye al lado de Varela para hacerle ayudas defensivas– corregía por fin el problema de solapamiento ofensivo de Petros y Portillo: el brasileño se situaba a la derecha de N'Diaye, mediocentro posicional en la salida de balón, de manera que aquellos quedaban como interiores en ataque, cada uno en un lado, y además Rubén Castro aprovechaba bien el espacio libre en el extremo izquierdo.
Los granadinos situaban por dentro un trivote muy físico, con Márquez algo más adelantado que Krhin y Pérez; por delante de ellos Piti y el potentísimo Success (que pronto se cambió a la derecha) ocupaban las bandas y en punta quedaba el sobrevaloradísimo El Arabi, toda una garantía de inmunidad para el portero rival. Muy deficientes técnicamente, sobre un césped irregular y con mucha fuerza arriba, los locales pusieron en práctica el plan que les convenía, muy similar al probado ante el mismo rival en el Carranza: presionar frenéticamente y muy arriba hasta que las fuerzas durasen, jugar el balón a toda velocidad –claramente por encima de sus posibilidades técnicas– y acudir en tropel al ataque cuando lo robaban. El plan funcionó muy pronto: una vez más los verdiblancos salieron del vestuario con un par de marchas menos que el rival y de nuevo lo pagaron con un gol encajado en los primeros minutos, esta vez tras un grave error de Westermann. Que el balón le fuese robado por el lateral derecho del Granada prueba la fe y el arrojo exagerados de los locales.
No mejoró para el Betis la situación en los minutos siguientes. Nunca la sacaba en corto y trataba también de presionar arriba pero lo hacía desordenadamente, con un Petros que iba al robo alto sin prevenir nunca qué dejaba a sus espaldas. La suerte, la falta de calidad rematadora de los locales y Adán libraban al Betis de recibir más goles.
Minutos 25 al 53
La presión local, manifiestamente insostenible, cede, y el Betis por fin comienza a tocar el balón con algún criterio, pese a mostrar vicios en la salida de balón como la falta de paciencia de los centrales y N'Diaye, tendentes al pelotazo, o la pertinaz costumbre de Petros de venir a tocar (queremos decir a devolver el balón a los centrales) muy atrás. Sin hacer un fútbol brillante el Betis roza el gol, lo alcanza tras un error infantil de Rubén Pérez y sigue mandando tras el descanso a través de la posesión.
Minuto 53 al final
Mel pasa finalmente al plan B, consistente en retirar al tanque y meter a Ceballos en la mediapunta, puesto que intercambiaría con el de falso extremo de Portillo. El posible problema de perder el llamado juego directo es desde entonces puesto en evidencia de forma inexplicable por la absurda tendencia a sacarla en largo de los centrales e incluso Adán (muchas veces ¡sin presión ni motivo alguno!). El Betis juega en adelante sin plan de ataque ninguno. Carente de poderío físico arriba, ni en forma de jugadores altos que la pidan de espaldas (por elección de Mel: van Wolfswinkel estaba en el banquillo) ni de hombres rápidos que la pidan al espacio (reivindicados con razón por Mel, que de esos ya sólo tenía en el campo a Joaquín), pero lleno de jugones que la piden al pie, sólo cabía jugar a tocarla, aunque fuese un fútbol previsible para el rival. Sin embargo el equipo insiste en los pelotazos, de modo que Portillo, Petros y Ceballos se limitan a ver volar el balón sobre sus cabezas.
Un juego de ataque de bajísima calidad: los jugadores no se separan al iniciar, ni se hace el menor intento de sacar el balón jugado –en la imagen hay para ello ocho béticos contra cuatro granadinistas–. El pelotazo es enviado a una zona sin un solo bético.
El Granada, refrescado por los cambios, superior físicamente e inferior técnicamente, y por tanto muy a gusto con el correcalles, va metiendo atrás al Betis, que apenas toma oxígeno con los inteligentes movimientos de Castro y con las apariciones de N'Diaye, único hombre capaz de sostenerse en semejante tipo de partido. La salida de Joaquín empeora si cabe las cosas; N'Diaye es ya mediapunta cazador de pelotazos, Castro se queda sin socio al que darle un balón y las bandas quedan ocupadas por gente sin uno contra uno. Al menos la defensa cumple, el equipo se faja y se salva un punto.Jugador por jugador
Adán: Salvó el partido en el primer tiempo. No se entiende su empeño en dar pelotazos.
Piccini: Partido flojo, espeso en ataque y apurado en la segunda parte ante Success.
Bruno: Uno de los pocos que aprueban, aunque tampoco la sacó limpia.
Westermann: Su error inicial lo sacó del partido y desde entonces fue un flan. Esperemos que no sea tan irregular como hasta ahora, porque ese defecto sólo se lo pueden permitir los delanteros. Es de suponer que fuese cambiado por lesión.
Varela: Hizo todo lo que pudo, pero pasó un verdadero suplicio en el primer tiempo ante Success, más rápido y más fuerte que él. Su lentitud, mezclada con ser un peso pluma, es un defecto de difícil solución en un lateral.
Joaquín: Impreciso y poco más que voluntarioso, aunque le ayudaron muy poquito.
Petros: Si no aprende a medir cuándo salir al robo y cuándo no, convertirá todos los partidos en un subeybaja sin control, algo que en días como este no convenía en absoluto.
N'Diaye: Muy buen partido, y es que era el único bético al que convenía un encuentro tan físico. Fue medio Betis en la segunda mitad.
Portillo: Si el equipo no tiene balón se queda en casi nada.
Rennella: El gol (porque fue gol) que salvó y su buen trabajo lo salvan del suspenso, pero no da el nivel.
Castro: Fue lo único decente del Betis en ataque.
Ceballos: Al igual que Portillo, no es jugador para ver el balón volar.
Pezzella: Cumplió en defensa. Es diestro cerrado, y eso se paga al tratar de sacar la pelota jugada por el lado malo.
Digard: Sólo le dio tiempo a hacer faltas.
Mel: Su planteamiento inicial fue muy acertado y funcionó mal por errores y falta de tensión del equipo, no por su culpa. Luego lo estropeó con los cambios y acabó dejando al equipo a la deriva, sin plan alguno. Hay bastante que mejorar en cuanto a organización de la presión y de la salida de balón.
Un ejemplo entre cien del caos posicional del Betis en la salida de balón. Petros (abajo a la izquierda) está en el sitio de N'Diaye; Ceballos y N'Diaye, que ni se ofrece, en el sitio de Portillo, que con buen criterio huye de ahí; Joaquín, en la zona donde debería pedirla Petros... Para el Granada es facilísimo presionar y recuperar el balón. (Pinchen para ampliar).
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