Más allá de la actual racha de resultados, los datos nos dicen que el Betis de la actual temporada 22/23 es más sólido defensivamente que el de la pasada (a estas alturas 14 goles en contra frente a 18 de la 21/22) pero mucho menos efectivo en ataque (19 goles fente a 30), algo que coincide con las negativas sensaciones ofensivas del equipo. Menos dominador y menos vistoso, el equipo gana casi siempre con sufrimiento, y está lejos del equipo alegre y brillante disfrutado hace poco menos de un año.
La memoria del bético reconoce la alineación de ese Betis que ganó la Copa, pero conviene recordar que a ella llegó Pellegrini tras muchos ajustes que fueron decantando un equipo titular en el que cada pieza se situó en el ecosistema futbolístico ideal para brillar. ¿Cómo funcionaba? ¿Qué se ha averiado?
Esa alineación reconocible defendía, siempre, en 4-4-2:
Partiendo de esa disposición en la transición al ataque, ese Betis se desplegaba así en salida de balón:
Es cierto que el modelo de juego del Betis de Pellegrini es muy poco posicional y esas ubicaciones eran muy móviles, particularmente con Canales, Fekir y sobre todo Carvalho acudiendo con frecuencia a la base de la jugada para sacar la pelota jugada. Pero también que el transcurso de los partidos fue decantando esas posiciones ofensivas, en las que cada jugador fue encontrando un lugar natural para sus condiciones. Equipo de largas posesiones, cuando la jugada progresaba las posiciones promedio pasaban a ser estas:
Llega el verano de 2022
El mercado de fichajes de la última pretemporada trajo un par de noticias relevantes:
- La baja de Bellerín, que dejaba como potenciales laterales a Sabaly, mejor defensor que el catalán pero menos profundo, y a Ruibal, jugador multifunción y a la vez sustituto natural de Juanmi en el extremo izquierdo, como uno de los pocos diestros extremos de la plantilla.
- El alta de Luiz Henrique, apuesta corporativa, jugador de enormes condiciones físicas y técnicas, que ha evolucionado muy positivamente en lo táctico en los últimos meses, pero con el que la dirección deportiva repetía un error muy concreto ya cometido con Lainez en tiempos de Serra, más allá del nivel de uno u otro jugador: se volvía a fichar un perfil superpoblado en la plantilla, el de jugón zurdo (mediapunta, extremo...), para el que ya se contaba con Canales, Fekir, Rodri e incluso Cruz en el filial (entonces fue Rober).
El inicio de temporada trajo una nueva noticia, y nada buena: la lesión de larga duración de Juanmi, jugador decisivo por sus goles y movimientos, pero además de perfil sin sustituto natural, más aún dada la necesidad de usar a Ruibal en el lateral derecho.
Pellegrini se vio entonces obligado a decidir quién ocuparía como titular ese puesto vacante de extremo izquierdo. Sin duda el chileno, que sabe muchísimo de esto y ve entrenar cada día a sus jugadores, tuvo sus razones para situar ahí a Canales y no a Luiz Henrique. Entre ellas, que el joven zurdo brasileño (al que no falta potencia para jugar a pie natural) siempre fue en su país extremo derecho, y cambiarlo de posición en el campo añadiría dificultades a quien ya debía adaptarse a un cambio de liga, de ciudad e incluso de continente. El damnificado fue Canales: el cántabro rinde mucho mejor a pie cambiado, en zonas de interior derecho, donde gana perspectiva como pasador y controla el balón con su zurda alejando a su marcador del balón, y ha sufrido en el Betis siempre que ha tenido que jugar en la banda izquierda.
Un par de detalles han complicado aún más la situación: el hábito de Luiz Henrique de pegarse a la cal de la banda en todas las fases del juego ofensivo, sin dejar espacio al lateral para doblarlo por fuera, y la baja de Álex Moreno, que abre la incógnita de si su sustituto, Abner, dará la profundidad debida al ataque. Todo ello ha mutado el último de los gráficos antes mostrado, el del ataque posicional del Betis, hacia esto:
No solo han desaparecido los goles de Juanmi: con un Luiz Henrique que la pide casi siempre al pie, el ataque del Betis ha perdido desmarques en profundidad, salvo los obvios de Borja y los esporádicos de Canales, y con ello no solo opciones de gol y juego por banda, sino también los espacios entre líneas que provocaban. Raramente hay desdobles por la derecha, al punto de que Sabaly (o Ruibal) se ve frecuentemente obligado a doblar a su extremo por dentro, con fortuna solo a veces (Ruibal vs. Elche). Abner es aún una incógnita. Canales no disfruta de perspectiva de pase, y el ataque es previsible, reducido en espacios, carente de rupturas y dependiente de la inspiración de Fekir y Carvalho.
¿Cómo solucionar esto? A la espera de la vuelta de Juanmi, lo natural parece cambiar a la izquierda a Luiz Henrique y pedirle más desmarques al espacio y llegada al área. Tiene potencia sobrada para ambas cosas, no maneja mal la derecha, y recolocaría automáticamente muchas piezas del mecanismo. A cambio, se pondría en riesgo su encarrilada adaptación a LaLiga, con todas las consecuencias (incluso económicas para el club) que esto pueda conllevar.
Sea como sea, el ataque del Betis necesita decisiones.