BETIS (1): Fabricio; Nélson, Paulão, Dorado, Nacho; Montero, Cañas, Beñat (Salva Sevilla, m. 63), Pereira (Álex Martínez, m. 65); Santa Cruz (Jorge Molina, m. 76) y Rubén Castro.
RACING DE SANTANDER (1): Mario; Francis (Javi Martínez, m. 65), Torrejón, Bernardo, Christian; Arana, Diop, Gullón (Munitis, m. 55), Adrián (Stuani, m. 74); Edu Bedia y Babacar.
Goles: 1-0, m. 18, Santa Cruz; 1-1, m. 78, Stuani.
Árbitro: Álvarez Izquierdo (C. Catalán) amonestó a Dorado, Nacho y Paulão, por el Betis; y a Christian, Marcos Gullón, Edu Bedia y Arana, por el Racing.
El Betis ha dejado escapar una gran oportunidad de asegurarse prácticamente la permanencia al jugar un flojo partido ante el Racing.
Un balance frío de las ocasiones del partido dice que los béticos fueron superiores al Racing, pero cuando el rival es tan malo como ese y el marcador se pone a favor hay que cerrar el partido. Y es que el pecado capital del Betis hoy no fueron los nervios, pregonados como el gran peligro antes del partido, sino la relajación tras hacer el 1-0, fuera por indolencia o por inconsciencia de la importancia del partido. Hasta los últimos minutos no dio la sensación el Betis de jugarse la vida en cada balón.
Hasta el minuto 60
Consciente de las graves limitaciones de su plantilla y de que su defensa ha de jugar resguardada, Álvaro planteó un partido muy conservador, con un doble pivote escalonado en el que Diop jugaba al lado de Gullón pero ligeramente más adelantado que este; Bedia era mediapunta o tercer mediocentro algo más adelantado –para tomar a los mediocentros béticos junto a Diop–, y Babacar lidiaba arriba con los dos centrales béticos. Los racinguistas esperaron al Betis prácticamente en el centro del campo, sin presionar arriba casi nunca, ni siquiera –cosas veredes– en los últimos minutos del partido, aunque el empate no les valía para casi nada.
El Betis se encontró con la posesión en la primera mitad sin necesidad de apretar apenas, y es que con Santa Cruz y Cañas en el campo la situación defensiva cambia un poco. Mientras que Molina suele colocarse a la altura de Castro para la presión, Santa Cruz (cuyo físico no da para muchas carreras) suele meterse por detrás de este, emparejado a veces con el mediocentro rival más atrasado; Cañas prefiere hacer un trabajo más posicional que Iriney, de trabajo de lado a lado para ayudar a sus laterales antes que de volante agresivo que va arriba a buscar al rival. Mel metió dos extremos reales de juego vertical y por su lado natural, Montero y Pereira, en un 4-4-2 que era casi un 4-2-4 al atacar, a fin de abrir el campo. Sin llegada por su planteamiento conservador, el Racing se asomó arriba en pocas ocasiones en la primera parte –casi siempre por las subidas de su lateral derecho– y el Betis apareció con regularidad por el área racinguista hasta alcanzar el 1-0.
Tras el gol el Racing, siempre reservón, no cambia su posicionamiento en el campo. El Betis pierde progresivamente su impulso ofensivo, se conforma con el resultado y hace circular el balón por zonas cada vez más frías. Aún así acumula ocasiones suficientes para sentenciar el partido.
Entre el minuto 60 y el 1-1
El Racing atrasa a Bedia al mediocentro y mete delanteros. Mel sustituye a Pereira por Álex, es de suponer que para ganar control del partido, pero luego saca a un cansado Beñat por Salva Sevilla: el Betis pierde ese control y el Racing se va acercando con cierta timidez a base de tiros lejanos y balones colgados. En uno de ellos Stuani caza el 1-1.
Desde el 1-1 hasta el final
Tras alguna duda el Racing se echa inexplicablemente atrás y aun así defiende mal. El Betis no aprovecha sus opciones.
Jugador por jugador
Fabricio: No da sensación de seguridad en los tiros lejanos, pero hasta ahora los para. Difícil el 1-1; por arriba, bien.
Nélson: Parece haber aprendido a bascular en defensa y sigue desplegando mucha actividad, pero no acierta a la hora de soltar el balón y deja jugar demasiado a sus pares.
Paulão: Buen partido en general, con nervios de acero. En su debe, el exceso de pasividad y lentitud al jugar el balón tras el 1-0.
Dorado: Sujetó bien a Babacar, aunque casi siempre en superioridad.
Nacho: Debió saltar con más valentía en el 1-1 y llegar más arriba en ataque. En la primera parte permitió demasiado juego al Racing.
Montero: Hizo varias jugadas muy buenas, y también desperdició algunas con absurdos tiros sin fe. Debió mostrar más determinación en la segunda parte: es de los que gustan de los partidos estrella.
Cañas: Hizo bien la raya en su zona, aunque se le echa de menos un poco más de agresividad.
Beñat: Buen partido en casi todos los aspectos, incluso con llegada arriba. Presionó e hizo circular bien el balón.
Pereira: Hizo un partido muy típico suyo, intentando el 120% de lo que puede. Así pues perdió mil balones tontos (incluido un mano a mano clarísimo), se llevó otros tantos de rebote, y dio un gol y una asistencia.
Santa Cruz: Aunque haga un gol y muestre su clase da la sensación (tal vez virtual) de poder hacer mucho más.
Castro: Día aciago en lo suyo, el gol. Bien colocado siempre, estuvo muy desacertado con el balón, incluso hasta ser pitado.
Salva Sevilla: Su entrada no ayudó a que el Betis tuviera el balón, porque es volante y hacía falta un mediocentro.
Álex Martínez: No parecía el mejor día para su aparición (aun como extremo). Con balón lo hizo bien. En defensa debe situarse más dentro, no tan abierto en banda.
Molina: Poco tiempo, pocos balones que jugar.
El detalle
La única buena noticia del partido fue la fortaleza del Betis por arriba a balón parado: los visitantes colgaron muchas faltas al área y no remataron casi ninguna.
domingo, 25 de marzo de 2012
viernes, 23 de marzo de 2012
Betis 1 - Espanyol 1 (29ª jornada de Liga de Primera División)
Visto en diferido el Betis-Espanyol de anoche uno tiene la impresión de haber presenciado uno más de los muchos encuentros igualados que ha jugado el Betis en casa este año. No fue ni de lejos un partido brillante, pero tampoco tan malo como se ha leído después. Sí feo, pues los dos equipos mostraron más disciplina táctica que calidad arriba, y eso produce encuentros de pocas ocasiones.
El Espanyol jugó con ciertas precauciones, con el esquema defensivo de la mayoría de los equipos de la Liga española: un 4-2-3-1 en el que el mediapunta (Albín) se empareja con el mediocentro más retrasado del rival, esta vez Iriney, de modo que en la zona central del ataque del Betis podía jugar un tres contra dos sobre los delanteros béticos.
El Betis, como es su costumbre, emparejó sin embargo a sus delanteros con los centrales españolistas, lo que obligó a uno de los centrales a salir a por Albín para establecer el baile de parejas habitual cuando los béticos no tienen el balón. Pese a ello la defensa no tiró esta vez la línea demasiado adelantada, ni la presión bética fue demasiado fuerte, tal vez por falta de frescura física. En ataque Juanma y Montero empezaron como extremos derecho e izquierdo, respectivamente, para permutar sus posiciones justo mediada la primera parte. Este cambio de posiciones, más o menos indiferente para el juego de Montero, fue negativo para el de Juanma, ya inoperante en su lado natural. Por demás la falta de un mediapunta nato, la ausencia de Salva (con su juego entre líneas, sus últimos pases y su posición difícil de detectar) y la fijeza de los extremos en las bandas hicieron que el juego bético fuese tan disciplinado en defensa como previsible en ataque.
La entrada de Pereira a los 55 minutos, primero como extremo izquierdo y, un rato después de la entrada de Pozuelo –este inicialmente mediapunta central–, como delantero que desplazó a esa banda izquierda al canterano, revolucionó un poco el juego de ataque de un Betis al que, a esas alturas, le empezaban a fallar las fuerzas tras un intenso arranque de la segunda parte. Estos dos jugadores dieron un poco de movilidad al ataque bético, fiado hasta entonces sólo a las arrancadas de Montero, los pelotazos a Molina y alguna jugada de listo de Castro. El partido pareció decantarse, como suelen los de este corte, hacia el lado del primero que marcara, pero una cadena de errores al final permitió el empate: un mal control de Pozuelo y una indecisión entre dos béticos un tanto parecida a la del 1-0 de Vallecas, aunque esta vez más por miedo al daño que por indolencia. Para entonces Mel había mandado arriba a un Montero muy cansado y era Pereira quien cerraba la banda derecha.
En el Betis se puede destacar positivamente a Iriney y Paulão.
El Espanyol jugó con ciertas precauciones, con el esquema defensivo de la mayoría de los equipos de la Liga española: un 4-2-3-1 en el que el mediapunta (Albín) se empareja con el mediocentro más retrasado del rival, esta vez Iriney, de modo que en la zona central del ataque del Betis podía jugar un tres contra dos sobre los delanteros béticos.
El Betis, como es su costumbre, emparejó sin embargo a sus delanteros con los centrales españolistas, lo que obligó a uno de los centrales a salir a por Albín para establecer el baile de parejas habitual cuando los béticos no tienen el balón. Pese a ello la defensa no tiró esta vez la línea demasiado adelantada, ni la presión bética fue demasiado fuerte, tal vez por falta de frescura física. En ataque Juanma y Montero empezaron como extremos derecho e izquierdo, respectivamente, para permutar sus posiciones justo mediada la primera parte. Este cambio de posiciones, más o menos indiferente para el juego de Montero, fue negativo para el de Juanma, ya inoperante en su lado natural. Por demás la falta de un mediapunta nato, la ausencia de Salva (con su juego entre líneas, sus últimos pases y su posición difícil de detectar) y la fijeza de los extremos en las bandas hicieron que el juego bético fuese tan disciplinado en defensa como previsible en ataque.
La entrada de Pereira a los 55 minutos, primero como extremo izquierdo y, un rato después de la entrada de Pozuelo –este inicialmente mediapunta central–, como delantero que desplazó a esa banda izquierda al canterano, revolucionó un poco el juego de ataque de un Betis al que, a esas alturas, le empezaban a fallar las fuerzas tras un intenso arranque de la segunda parte. Estos dos jugadores dieron un poco de movilidad al ataque bético, fiado hasta entonces sólo a las arrancadas de Montero, los pelotazos a Molina y alguna jugada de listo de Castro. El partido pareció decantarse, como suelen los de este corte, hacia el lado del primero que marcara, pero una cadena de errores al final permitió el empate: un mal control de Pozuelo y una indecisión entre dos béticos un tanto parecida a la del 1-0 de Vallecas, aunque esta vez más por miedo al daño que por indolencia. Para entonces Mel había mandado arriba a un Montero muy cansado y era Pereira quien cerraba la banda derecha.
En el Betis se puede destacar positivamente a Iriney y Paulão.
jueves, 15 de marzo de 2012
Rayo Vallecano 3 - Betis 0 (28ª jornada de Liga de Primera División)
RAYO VALLECANO (3): Joel; Tito, Arribas, Pulido, Casado; Javi Fuego, Movilla (Diego Benito, m.88); Piti (Trashorras, m.75), Michu, Armenteros; y Diego Costa (Tamudo, m.83).
BETIS (0): Fabricio; Nélson, Dorado, Paulão, Nacho: Salva Sevilla (Jonathan Pereira, m.57), Iriney, Beñat, Jefferson Montero (Juanma, m.79); Jorge Molina (Santa Cruz, m.70) y Rubén Castro. Goles: 1-0: M.51, Armenteros; 2-0: M.78, Diego Costa; 3-0: M.90, Tamudo.
Árbitro: Undiano Mallenco (comité navarro). Amonestó a Javi Fuego y Casado del Rayo Vallecano, y a Nacho y Jonathan Pereira del Betis.
Muy mal partido el del Betis esta noche en Vallecas. El Rayo, un equipo muy limitado, ha sido justo vencedor aunque la goleada haya sido algo exagerada.
Esta vez sí consideramos justo señalar directamente a Mel como responsable de la derrota junto, naturalmente, a los jugadores. Y es que el Betis ha perdido hoy, en primer lugar, por una injustificable y preocupante falta de tensión competitiva, y, en segundo y desde nuestro punto de vista, por una serie de errores tácticos que ahora trataremos de desentrañar. Lo primero es preocupante en un equipo al que aún faltan cuatro victorias para asegurarse la permanencia: la actitud conformista y la constatación de que la mayoría de los jugadores acabó con la reserva llena son intolerables.
Mel puso sobre el campo su equipo titular habitual, esta vez con Jefferson volcado a la izquierda. Por su parte el Rayo también jugaba con los habituales: un 4-2-3-1 con los mediocentros escalonados (Movilla por delante de Fuego) y Michu como mediapunta, más los zurdos Piti y Armenteros en las bandas. Limitados técnicamente, los vallecanos fían su éxito en gran parte a las jugadas a balón parado, bien sacadas por este último.
Mel creyó conveniente adaptar su plan a las archiconocidas características peculiares del estadio de Vallecas, pequeño y con la grada encima (aunque esta vez con bastantes béticos en ella); sin embargo sacó a su equipo de siempre, que se supone diseñado para otro fútbol. El resultado fue un juego espantoso, previsible y romo, mezcla de lo peor de cada mundo. Lo explicaremos detalladamente en un análisis válido para casi todo el desarrollo del partido:
a) En ataque. El Betis ni tan siquiera intenta sacar la pelota jugada, sino que busca siempre el pelotazo directo hacia Molina, y aún más en todo saque de puerta, banda o falta, desde cualquier sitio del campo. La estrategia de Sandoval para parar ese juego es muy simple, porque parar un juego previsible es muy fácil: cuando el Rayo no tiene el balón deja solo a Costa contra Paulão y Dorado (que en todo caso no se atreven a jugar ese dos contra uno por miedo a los contragolpes), empareja a Michu con Iriney y a Movilla con Beñat, y usa al hombre que le sobra, Javi Fuego, como marcador por delante de Molina, emparedado entre un central y el mediocentro defensivo. Como lógica consecuencia este apenas consigue bajar balones claros. Además los béticos cercanos (Beñat, Salva) ni valen para ese fútbol de segunda jugada ni ponen el esfuerzo necesario para intentarlo. Con Jefferson sujeto, el juego ofensivo bético es pésimo.
b) En defensa. El Betis, al contrario que el Rayo, sí empareja a sus delanteros con los centrales rivales, pero no va a la presión de verdad sino que les deja jugar en largo con comodidad. El Rayo sí tiene gente arriba preparada para ello (Costa sobre todo, más Michu, Movilla cerca de ellos y dos extremos peleones: casi un 4-1-3-2 cuando la tiene) y, lo que es peor, tiene igualdad numérica ante los centrales béticos, de modo que Costa, su boya, se la juega siempre al uno contra uno ante Paulão, que lo mantiene a raya lo mejor que puede. La falta de presión hace que esos balones largos sean bastante precisos, y la falta de físico y de tensión (por no usar otro término) en el centro del campo bético hace que el Rayo gane muchos rebotes.
c) A balón parado. El Rayo pone en aprietos al Betis, como a casi todos los equipos. Sin embargo el Betis o bien hace saques en corto fracasados o bien Beñat intenta ponerla siempre al primer palo, con el resultado de que siempre se le queda en el primer defensa.
En la primera parte un fuerte viento en contra se suma al naufragio táctico para que el Betis no exista en ataque y pase algún apuro atrás. La segunda parte (viento a favor) parece empezar algo mejor, pero el gol del Rayo llega pronto y el Betis sigue con su guion monocorde e infructuoso. Mel cambia de hombres pero ni siquiera intenta poner dos hombres altos arriba para aprovechar su juego de pelotazos, ni cambia el esquema. Al final el Rayo ya sí cede claramente la posesión al Betis y lo machaca al contraataque.
Jugador por jugador
Castro: Aunque falló la única ocasión clara del equipo, estuvo acertado en los pocos balones que tocó, pero casi nunca fueron en zona de peligro. No supo combinar con Molina ni colocarse para ello.
Pereira: Intentó cambiar el ritmo del partido, aunque sin suerte.
Santa Cruz: Lleva cinco o seis partidos sin aportar absolutamente nada.
Juanma: Salida testimonial, como suele.
Nota
Contra lo previsto y anunciado en esta misma entrada, el autor de este blog no sólo pudo ver el partido sino que lo hizo en el propio estadio de Vallecas. Se agradecen especialmente a Lobo los comentarios en directo.
BETIS (0): Fabricio; Nélson, Dorado, Paulão, Nacho: Salva Sevilla (Jonathan Pereira, m.57), Iriney, Beñat, Jefferson Montero (Juanma, m.79); Jorge Molina (Santa Cruz, m.70) y Rubén Castro. Goles: 1-0: M.51, Armenteros; 2-0: M.78, Diego Costa; 3-0: M.90, Tamudo.
Árbitro: Undiano Mallenco (comité navarro). Amonestó a Javi Fuego y Casado del Rayo Vallecano, y a Nacho y Jonathan Pereira del Betis.
Muy mal partido el del Betis esta noche en Vallecas. El Rayo, un equipo muy limitado, ha sido justo vencedor aunque la goleada haya sido algo exagerada.
Esta vez sí consideramos justo señalar directamente a Mel como responsable de la derrota junto, naturalmente, a los jugadores. Y es que el Betis ha perdido hoy, en primer lugar, por una injustificable y preocupante falta de tensión competitiva, y, en segundo y desde nuestro punto de vista, por una serie de errores tácticos que ahora trataremos de desentrañar. Lo primero es preocupante en un equipo al que aún faltan cuatro victorias para asegurarse la permanencia: la actitud conformista y la constatación de que la mayoría de los jugadores acabó con la reserva llena son intolerables.
Mel puso sobre el campo su equipo titular habitual, esta vez con Jefferson volcado a la izquierda. Por su parte el Rayo también jugaba con los habituales: un 4-2-3-1 con los mediocentros escalonados (Movilla por delante de Fuego) y Michu como mediapunta, más los zurdos Piti y Armenteros en las bandas. Limitados técnicamente, los vallecanos fían su éxito en gran parte a las jugadas a balón parado, bien sacadas por este último.
Mel creyó conveniente adaptar su plan a las archiconocidas características peculiares del estadio de Vallecas, pequeño y con la grada encima (aunque esta vez con bastantes béticos en ella); sin embargo sacó a su equipo de siempre, que se supone diseñado para otro fútbol. El resultado fue un juego espantoso, previsible y romo, mezcla de lo peor de cada mundo. Lo explicaremos detalladamente en un análisis válido para casi todo el desarrollo del partido:
a) En ataque. El Betis ni tan siquiera intenta sacar la pelota jugada, sino que busca siempre el pelotazo directo hacia Molina, y aún más en todo saque de puerta, banda o falta, desde cualquier sitio del campo. La estrategia de Sandoval para parar ese juego es muy simple, porque parar un juego previsible es muy fácil: cuando el Rayo no tiene el balón deja solo a Costa contra Paulão y Dorado (que en todo caso no se atreven a jugar ese dos contra uno por miedo a los contragolpes), empareja a Michu con Iriney y a Movilla con Beñat, y usa al hombre que le sobra, Javi Fuego, como marcador por delante de Molina, emparedado entre un central y el mediocentro defensivo. Como lógica consecuencia este apenas consigue bajar balones claros. Además los béticos cercanos (Beñat, Salva) ni valen para ese fútbol de segunda jugada ni ponen el esfuerzo necesario para intentarlo. Con Jefferson sujeto, el juego ofensivo bético es pésimo.
b) En defensa. El Betis, al contrario que el Rayo, sí empareja a sus delanteros con los centrales rivales, pero no va a la presión de verdad sino que les deja jugar en largo con comodidad. El Rayo sí tiene gente arriba preparada para ello (Costa sobre todo, más Michu, Movilla cerca de ellos y dos extremos peleones: casi un 4-1-3-2 cuando la tiene) y, lo que es peor, tiene igualdad numérica ante los centrales béticos, de modo que Costa, su boya, se la juega siempre al uno contra uno ante Paulão, que lo mantiene a raya lo mejor que puede. La falta de presión hace que esos balones largos sean bastante precisos, y la falta de físico y de tensión (por no usar otro término) en el centro del campo bético hace que el Rayo gane muchos rebotes.
c) A balón parado. El Rayo pone en aprietos al Betis, como a casi todos los equipos. Sin embargo el Betis o bien hace saques en corto fracasados o bien Beñat intenta ponerla siempre al primer palo, con el resultado de que siempre se le queda en el primer defensa.
En la primera parte un fuerte viento en contra se suma al naufragio táctico para que el Betis no exista en ataque y pase algún apuro atrás. La segunda parte (viento a favor) parece empezar algo mejor, pero el gol del Rayo llega pronto y el Betis sigue con su guion monocorde e infructuoso. Mel cambia de hombres pero ni siquiera intenta poner dos hombres altos arriba para aprovechar su juego de pelotazos, ni cambia el esquema. Al final el Rayo ya sí cede claramente la posesión al Betis y lo machaca al contraataque.
Jugador por jugador
Fabricio: Retrasó la catástrofe pero no la palió: se queda a media salida por arriba en el segundo y debió salir por abajo antes en el tercero. Con los pies, discreto. Se le notó más rebeldía por el resultado que a muchos compañeros.
Nélson: Muy activo (aunque casi siempre fuera de su zona) en la primera parte, en la que fue de los pocos que trató de tocarla. Aprobado.
Paulão: Aceptable partido, pero un hombre de su poderío por arriba y en un equipo de mediocampistas bajitos no debe ser tan reservón, y sí debe ir a muchos más balones altos cuando el rival juega en largo; la forma de compensar esas salidas de zona será cosa del entrenador. Usó demasiado las manos. Nunca se ofreció para sacarla jugada, es de suponer que por órdenes de Mel.
Dorado: Mandó mil pelotazos largos y fue responsable directo del 1-0 por su dureza de cintura.
Nacho: Una tarjeta pronta lo lastró. Pasó desapercibido.
Salva Sevilla: Aportó muy poco en ataque y en defensa y salió pronto del campo. Mal partido para su juego.
Iriney: Fue de los pocos que lo intentó al menos, pero no se impuso a un veteranísimo como Movilla.
Beñat: Ni el partido estaba para él ni él para el partido, así que hizo uno de los peores que uno le recuerda en el Betis. No vale para ver volar la pelota por encima de su cabeza, y además no estuvo concentrado ni el sitio de pelear las segundas jugadas. Además perdió mucho de lo poco que tocó y a balón parado mezcló malos balones al primer palo con desconcentraciones inaceptables en los saques cortos.
Montero: Marcadísimo y sin recibir balones aceptables, hizo alguna buena jugada suelta en las poquísimas que pudo intentar. Debe tirar a puerta cuando crea que va a meterla, no por tirar.
Molina: Voluntarioso pero en inferioridad, no tenía nunca a quién jugársela en ventaja.
Pereira: Intentó cambiar el ritmo del partido, aunque sin suerte.
Santa Cruz: Lleva cinco o seis partidos sin aportar absolutamente nada.
Juanma: Salida testimonial, como suele.
Nota
Contra lo previsto y anunciado en esta misma entrada, el autor de este blog no sólo pudo ver el partido sino que lo hizo en el propio estadio de Vallecas. Se agradecen especialmente a Lobo los comentarios en directo.
domingo, 11 de marzo de 2012
Betis 2 - Real Madrid 3 (27ª jornada de Liga de Primera División)
Real Betis (2): Fabricio; Nélson, Dorado, Paulão, Nacho; Jefferson Montero, Iriney (Cañas, m.77), Beñat, Salva Sevilla (Santa Cruz, m.73); Rubén Castro y Jorge Molina (Pozuelo, m.65).
Real Madrid (3): Casillas; Arbeloa, Pepe, Sergio Ramos, Marcelo; Khedira, Xabi Alonso; Özil (Benzemá, m.88), Kaká (Granero, m.75), Cristiano; e Higuaín (Callejón, m.78).
Goles: 1-0, M.10: Jorge Molina. 1-1, M.25: Higuaín. 1-2, M.52: Cristiano. 2-2, M.54: Jefferson Montero. 2-3, M.73: Cristiano.
Árbitro: Eduardo Iturralde González (Comité Vasco). Amonestó a los visitantes Kaká (m.36), Higuaín (m.37) y Arbeloa (m.92), y al local Iriney (m.35).
Incidencias: En la segunda parte tuvo que dirigir el partido el cuarto árbitro, Gorka Sagués Orkoz, ya que Iturralde González se lesionó.
Un buen partido ha jugado el Betis hoy ante el Madrid, al que ha igualado en juego y también en ocasiones. Para puntuar ante ellos hace falta que acompañe la suerte y un arbitraje valiente, y eso no depende ya de sus jugadores ni del equipo técnico.
El partido tuvo un desarrollo bastante homogéneo. Los béticos, contra lo que mandaba la prudencia, se atrevieron a plantear un partido bastante abierto. Durante la primera parte hicieron una presión adelantada, aunque algo más tímida que otras veces, para no forzar demasiado la intensidad del partido. El Real Madrid tampoco revolucionó el partido: defendió con cierta cautela y guardó fuerzas para el tramo final (o para el partido de Champions del miércoles).
Los dos entrenadores alinearon los equipos y esquemas previstos. El Madrid ponía su 4-2-3-1 habitual con Özil tirado a la derecha para dejar la mediapunta a Kaká. Mel plantaba su 4-4-2 asimétrico habitual, pero era Montero quien se echaba a la derecha, probablemente no tanto para parar a Cristiano, como es pensamiento general, sino para que el ecuatoriano defendiera las subidas de Marcelo y aprovechara su espalda, dejando así que las carencias defensivas de Salva se disimularan con las ofensivas de Arbeloa. Los cinco minutos de la segunda parte en que invirtieron sus posiciones demostraron que Marcelo era un grave problema si era Salva quien debía cerrarlo.
El Betis supo llevar en la primera parte el partido a su terreno: el de un ritmo relativamente bajo que impidiera que la superioridad física de los madridistas se evidenciara. Para ello, acertadamente, temporizó al máximo los saques de banda y puerta, y trató de tocarla desde atrás sin rifarla nunca: una de las pocas carencias de este Madrid es su falta de intensidad en la presión, que permite a los rivales posesiones largas. Los madridistas, por su parte, buscaban las espaldas de los laterales béticos a base de pelotazos cruzados, en un juego que se llamaría clementista si no lo hiciera The Special One.
El marcador reflejó un tanto exageradamente un juego (por parte de ambos equipos) de alto nivel pero escaso en ocasiones. En la segunda mitad el Betis, lógicamente más cansado que el rival, retrasó un poco sus líneas y, tras los dos intercambios de goles previos, el oportunismo de Cristiano puso el 2-3. Ahí el Madrid sí echó el resto en defensa para tratar de conservar un resultado muy valioso, y lo logró finalmente gracias a las ayudas externas habituales.
Jugador por jugador
Fabricio: Los goles que entran por el palo del portero no siempre son culpa de éste, y el de Higuaín, un tiro cercano, muy fuerte y muy ajustado, es prueba de ello. En el 2-3 se ve obligado a escupir hacia delante el balón porque tiene un delantero a su derecha y porque está muy cerca de la raya de gol, además de parar un remate muy complicado y rozado por Khedira en fuera de juego: su mirada al línea le delata.
Nélson: Siempre gaseoso en ataque, controló bien a Cristiano en defensa. Si Higuaín no está en fuera de juego en el 1-1 es por su culpa, algo que ya le sucedió un par de veces ante el Levante y que es imperdonable en un lateral. En la segunda parte subió bien.
Paulão: Aunque algo tímido a veces para abandonar su zona (particularmente en los balones largos del rival hacia su mediapunta), su buena colocación, calma y poderío físico lo convierten en un buen central.
Dorado: Tuvo mucho fuegos que apagar y no siempre lo logró. En el 1-1 se evidenció su lentitud (permitió tres controles de Higuaín), y tuvo un mal día en el pase.
Nacho: Trató la pelota con su inteligencia habitual, esperando siempre el momento justo para soltarla. En defensa disimuló bien su falta de potencia.
Montero: Otra vez fue de los mejores, y además metió un buen gol. Hizo un gran esfuerzo físico, como suele en los partidos importantes. Valdría la pena probarlo como delantero en finales de partido con el marcador favorable, como hoy con el 2-2.
Iriney: Corrió mucho y muy bien, y jugó bien la pelota. Además hizo muy pocas faltas: la de su tarjeta era necesaria.
Beñat: Empezó algo frío, como casi siempre, y mejoró de nuevo con los minutos. En el último pase sigue sin encontrar a sus compañeros, hoy más por culpa de estos que suya.
Salva Sevilla: Dio mucha fluidez al juego de ataque. Sigue sin aplicarse en la persecución de su par.
Castro: Hizo buenos movimientos ofensivos pero, alejado del área, pocas veces llegaron a algo útil.
Molina: Buen partido fuera del área. El gol mostró una de sus virtudes: cuando le pega a puerta, mejor o peor, casi siempre va entre palos.
Pozuelo: Jugó primero como mediapunta tras Castro y luego como extremo izquierdo. Quiere asegurar la posesión, algo poco útil cuando juegas cerca del área y (hoy) vas perdiendo.
Santa Cruz: Bajó algunos buenos balones, pero debe tener más intensidad e impacto en el juego.
Cañas: Hizo correctamente el trabajo de Iriney.
El detalle
Los errores arbitrales son difíciles de justificar cuando siempre caen del mismo lado, pero al menos tienen el atenuante de ocurrir en décimas de segundo. El tratamiento informativo de ellos por parte de los medios madrileños (también conocidos como nacionales), ya en frío, es más indignante.
Real Madrid (3): Casillas; Arbeloa, Pepe, Sergio Ramos, Marcelo; Khedira, Xabi Alonso; Özil (Benzemá, m.88), Kaká (Granero, m.75), Cristiano; e Higuaín (Callejón, m.78).
Goles: 1-0, M.10: Jorge Molina. 1-1, M.25: Higuaín. 1-2, M.52: Cristiano. 2-2, M.54: Jefferson Montero. 2-3, M.73: Cristiano.
Árbitro: Eduardo Iturralde González (Comité Vasco). Amonestó a los visitantes Kaká (m.36), Higuaín (m.37) y Arbeloa (m.92), y al local Iriney (m.35).
Incidencias: En la segunda parte tuvo que dirigir el partido el cuarto árbitro, Gorka Sagués Orkoz, ya que Iturralde González se lesionó.
Un buen partido ha jugado el Betis hoy ante el Madrid, al que ha igualado en juego y también en ocasiones. Para puntuar ante ellos hace falta que acompañe la suerte y un arbitraje valiente, y eso no depende ya de sus jugadores ni del equipo técnico.
El partido tuvo un desarrollo bastante homogéneo. Los béticos, contra lo que mandaba la prudencia, se atrevieron a plantear un partido bastante abierto. Durante la primera parte hicieron una presión adelantada, aunque algo más tímida que otras veces, para no forzar demasiado la intensidad del partido. El Real Madrid tampoco revolucionó el partido: defendió con cierta cautela y guardó fuerzas para el tramo final (o para el partido de Champions del miércoles).
Los dos entrenadores alinearon los equipos y esquemas previstos. El Madrid ponía su 4-2-3-1 habitual con Özil tirado a la derecha para dejar la mediapunta a Kaká. Mel plantaba su 4-4-2 asimétrico habitual, pero era Montero quien se echaba a la derecha, probablemente no tanto para parar a Cristiano, como es pensamiento general, sino para que el ecuatoriano defendiera las subidas de Marcelo y aprovechara su espalda, dejando así que las carencias defensivas de Salva se disimularan con las ofensivas de Arbeloa. Los cinco minutos de la segunda parte en que invirtieron sus posiciones demostraron que Marcelo era un grave problema si era Salva quien debía cerrarlo.
El Betis supo llevar en la primera parte el partido a su terreno: el de un ritmo relativamente bajo que impidiera que la superioridad física de los madridistas se evidenciara. Para ello, acertadamente, temporizó al máximo los saques de banda y puerta, y trató de tocarla desde atrás sin rifarla nunca: una de las pocas carencias de este Madrid es su falta de intensidad en la presión, que permite a los rivales posesiones largas. Los madridistas, por su parte, buscaban las espaldas de los laterales béticos a base de pelotazos cruzados, en un juego que se llamaría clementista si no lo hiciera The Special One.
El marcador reflejó un tanto exageradamente un juego (por parte de ambos equipos) de alto nivel pero escaso en ocasiones. En la segunda mitad el Betis, lógicamente más cansado que el rival, retrasó un poco sus líneas y, tras los dos intercambios de goles previos, el oportunismo de Cristiano puso el 2-3. Ahí el Madrid sí echó el resto en defensa para tratar de conservar un resultado muy valioso, y lo logró finalmente gracias a las ayudas externas habituales.
Jugador por jugador
Fabricio: Los goles que entran por el palo del portero no siempre son culpa de éste, y el de Higuaín, un tiro cercano, muy fuerte y muy ajustado, es prueba de ello. En el 2-3 se ve obligado a escupir hacia delante el balón porque tiene un delantero a su derecha y porque está muy cerca de la raya de gol, además de parar un remate muy complicado y rozado por Khedira en fuera de juego: su mirada al línea le delata.
Nélson: Siempre gaseoso en ataque, controló bien a Cristiano en defensa. Si Higuaín no está en fuera de juego en el 1-1 es por su culpa, algo que ya le sucedió un par de veces ante el Levante y que es imperdonable en un lateral. En la segunda parte subió bien.
Paulão: Aunque algo tímido a veces para abandonar su zona (particularmente en los balones largos del rival hacia su mediapunta), su buena colocación, calma y poderío físico lo convierten en un buen central.
Dorado: Tuvo mucho fuegos que apagar y no siempre lo logró. En el 1-1 se evidenció su lentitud (permitió tres controles de Higuaín), y tuvo un mal día en el pase.
Nacho: Trató la pelota con su inteligencia habitual, esperando siempre el momento justo para soltarla. En defensa disimuló bien su falta de potencia.
Montero: Otra vez fue de los mejores, y además metió un buen gol. Hizo un gran esfuerzo físico, como suele en los partidos importantes. Valdría la pena probarlo como delantero en finales de partido con el marcador favorable, como hoy con el 2-2.
Iriney: Corrió mucho y muy bien, y jugó bien la pelota. Además hizo muy pocas faltas: la de su tarjeta era necesaria.
Beñat: Empezó algo frío, como casi siempre, y mejoró de nuevo con los minutos. En el último pase sigue sin encontrar a sus compañeros, hoy más por culpa de estos que suya.
Salva Sevilla: Dio mucha fluidez al juego de ataque. Sigue sin aplicarse en la persecución de su par.
Castro: Hizo buenos movimientos ofensivos pero, alejado del área, pocas veces llegaron a algo útil.
Molina: Buen partido fuera del área. El gol mostró una de sus virtudes: cuando le pega a puerta, mejor o peor, casi siempre va entre palos.
Pozuelo: Jugó primero como mediapunta tras Castro y luego como extremo izquierdo. Quiere asegurar la posesión, algo poco útil cuando juegas cerca del área y (hoy) vas perdiendo.
Santa Cruz: Bajó algunos buenos balones, pero debe tener más intensidad e impacto en el juego.
Cañas: Hizo correctamente el trabajo de Iriney.
El detalle
Los errores arbitrales son difíciles de justificar cuando siempre caen del mismo lado, pero al menos tienen el atenuante de ocurrir en décimas de segundo. El tratamiento informativo de ellos por parte de los medios madrileños (también conocidos como nacionales), ya en frío, es más indignante.
martes, 6 de marzo de 2012
Levante 3 - Betis 1 (26ª jornada de Liga de Primera División)
LEVANTE (3): Munúa; Pedro, Ballesteros, Cabral, Juanfran; Torres, Iborra; Valdo (Pallardó, m. 86), Ghezzal (Rubén, m. 76), Barkero; y Koné (Javi Venta, m. 72).
BETIS (1): Fabricio; Nelson, Paulão (Santa Cruz, m. 53), Dorado, Nacho; Salva Sevilla (Cañas, m. 64), Iriney, Beñat, Jefferson Montero (Pereira, m. 59); Rubén Castro y Jorge Molina.
Goles: 1-0, m. 34, Barkero; 2-0, m. 41, Torres; 2-1, m. 43, Jorge Molina; 3-1, m. 50, Koné.
Árbitro: Estrada Fernández (Comité catalán) amonestó a Pedro López, Ballesteros, Iborra y Valdo, del Levante; y para Salva Sevilla y Pereira, por el Betis.
Parte del encanto del fútbol reside en la –digámoslo así– diversidad cultural que admite. Es notable ver cómo mientras la Valencia valencianista exige a su equipo, sin piedad alguna, fútbol vistoso jornada tras jornada, la levantinista se ha identificado con el juego especulativo y táctico de su equipo hasta el punto de asistir sin rechistar primero y haciendo la ola al final a una admirable exhibición, esta noche, de lo que muchos llamarán racanería futbolística. Es algo intolerable en el Bernabéu pero casi entrañable en el Ciudad de Valencia.
El Betis asistió como víctima al recital estratégico de los jugadores del Levante. No hicieron los béticos un gran partido, sin duda, y bueno será rebelarse contra esta derrota para no caer en el conformismo que casi arruina la temporada hace una vuelta; pero tampoco sería justo cebarse con un entrenador y un equipo que hicieron lo que pudieron dentro de sus limitaciones, y a los que la fortuna ayudó poco.
El partido arrancó con la única variante de la alineación de Ghezzal como segundo delantero por parte del Levante, que desplazó a Barkero a la banda izquierda. El equipo local fue por demás el de la ida: muy veterano e inteligente atrás, y más joven y rápido arriba; prescinde de la posesión del balón, acumula diez hombres (todos menos Koné) por detrás de la pelota cuando no la tiene (que es casi siempre); se sabe inferior al rival en casi todos los unos contra uno que se le plantean, así que juega atrás y juntito, muy bien situado, con ayudas defensivas constantes y dos mediocentros con tipo de centrales (Iborra y Torres), altos y más posicionales que fondistas. No concede pérdidas en zonas sensibles porque no arriesga la pelota en esas ni le importa perderla en otras, no comete errores tácticos ni de concentración casi nunca, y es prácticamente inabordable por alto. Espera su oportunidad al contraataque o a balón parado. Si tiene suerte y marca primero, el plan funciona. Si no, le vienen los problemas porque tiene que plantear la batalla en campo abierto.
Ante eso el Betis hizo también su alineación, planteamiento y fútbol habituales, con paciente toque atrás (cosa fácil hoy, porque el rival no presionaba arriba en absoluto), e intentos de aceleración arriba. Como la calidad no le sobra, las llegadas eran pocas y casi todas venían por las arrancadas de Jefferson Montero.
Así las cosas las ocasiones eran muy escasas, y desgraciadamente para el Betis en las dos primeras claras, alrededor de la media hora (una falta al borde de cada área), el acierto fue del Levante. A partir de ahí el partido fue un quiero y no puedo del Betis ante un rival muy bien cerrado. Los cambios de Mel fueron lógicos: lesionado Paulão, Iriney hizo de central clavado en la línea del centro del campo (o sea, casi su sitio natural) para el resto del partido, abriendo Santa Cruz a Castro para que Salva hiciera de mediocentro; Jefferson salió por puro cansancio –porque su ritmo es casi insostenible durante noventa minutos– y porque el fútbol de Pereira, bueno o malo, era hoy necesario; y Cañas entró finalmente en el sitio de Salva Sevilla. Para entonces el partido estaba ya 3-1, fruto exagerado de las poquísimas ocasiones que tuvieron unos y otros.
Jugador por jugador
Fabricio: Apenas intervino y se llevó tres goles. En el primero se tira tarde. No hay nada que objetarle en los dos últimos.
Nélson: Vuelve a mostrar sus carencias tácticas (esas que ningún jugador del Levante tiene): habilitó un par de veces a jugadores a la espalda de los centrales por tirar mal el fuera de juego y se dejó la suya con absoluta pasividad en el 2-0. En ataque estuvo activo pero tiró sólo centros sin sentido.
Paulão: Bien en general, perdió de vista a su marca, Koné, en la jugada del 3-1, y el equipo lo pagó caro.
Dorado: Mal día para su juego, muy expuesto a la velocidad del rival en las contras. Permitió junto a Paulão que Koné interviniese mucho, aunque erró poco.
Nacho: Partido gris. Debió tomar más riesgos en el segundo tiempo. Su falta del 1-0 no fue tal.
Salva: Hizo su trabajo habitual de falso extremo derecho: tocarla bien por el centro y olvidarse a veces de cerrar su banda. Acertado o no, se fue cuando más falta hacía.
Iriney: Tampoco era un buen día para su juego, pues el Levante te regala el balón sin dar tiempo a presionar. Bien como central adelantado, aun con algún problemilla para alinear el fuera de juego.
Beñat: En la primera parte hizo circular el balón con seguridad y la necesaria velocidad en los cambios de juego. En la segunda comprendió que había que arriesgar mucho más y meter pases verticales; el problema fue que le salieron todos mal.
Montero: Excelente partido pese a que tampoco era el mejor día para su juego. Se fue siempre y sacó una tarjeta a su lateral antes del cuarto de hora; a partir de entonces los listísimos jugadores locales acudieron como un enjambre a hacerle ayudas. El equipo debió buscarlo aún más, porque fue el único jugador que imprimió la velocidad necesaria al juego.
Rubén Castro: Trató de aprovechar los espacios creados por Salva a la derecha, pero no acertó. En la segunda parte acabó de extremo con escasas intervenciones.
Molina: Buen partido, con gol, mucha pelea y buen juego fuera del área. Por arriba no ganó nada.
Santa Cruz: Jugó de segundo punta por detrás de Molina. Ante equipos bien cerrados como el Levante recibirla entre líneas como él tiene un gran valor porque se rebasa así la primera línea defensiva; ahí hay que arriesgar y meter velocidad al juego, pero sin embargo se le apreció un defecto recurrente: es demasiado conservador en esas situaciones y o bien la devuelve hacia atrás o se retrasa él mismo, permitiendo que el rival vuelva a meter ocho o nueve defensores por detrás del balón, con lo que se conserva la posesión (inútil ayer) pero se pierde la ventaja. Por arriba tampoco ganó nada.
Pereira: Buscó sus jugadas veloces habituales, hoy necesarias, pero casi nunca recibió la pelota cerca del área ni en condiciones de siquiera intentarlo.
Cañas: Su tipo de juego no era el más conveniente para la situación del partido, pero hizo correr bien el balón y tuvo mucha presencia.
BETIS (1): Fabricio; Nelson, Paulão (Santa Cruz, m. 53), Dorado, Nacho; Salva Sevilla (Cañas, m. 64), Iriney, Beñat, Jefferson Montero (Pereira, m. 59); Rubén Castro y Jorge Molina.
Goles: 1-0, m. 34, Barkero; 2-0, m. 41, Torres; 2-1, m. 43, Jorge Molina; 3-1, m. 50, Koné.
Árbitro: Estrada Fernández (Comité catalán) amonestó a Pedro López, Ballesteros, Iborra y Valdo, del Levante; y para Salva Sevilla y Pereira, por el Betis.
Parte del encanto del fútbol reside en la –digámoslo así– diversidad cultural que admite. Es notable ver cómo mientras la Valencia valencianista exige a su equipo, sin piedad alguna, fútbol vistoso jornada tras jornada, la levantinista se ha identificado con el juego especulativo y táctico de su equipo hasta el punto de asistir sin rechistar primero y haciendo la ola al final a una admirable exhibición, esta noche, de lo que muchos llamarán racanería futbolística. Es algo intolerable en el Bernabéu pero casi entrañable en el Ciudad de Valencia.
El Betis asistió como víctima al recital estratégico de los jugadores del Levante. No hicieron los béticos un gran partido, sin duda, y bueno será rebelarse contra esta derrota para no caer en el conformismo que casi arruina la temporada hace una vuelta; pero tampoco sería justo cebarse con un entrenador y un equipo que hicieron lo que pudieron dentro de sus limitaciones, y a los que la fortuna ayudó poco.
El partido arrancó con la única variante de la alineación de Ghezzal como segundo delantero por parte del Levante, que desplazó a Barkero a la banda izquierda. El equipo local fue por demás el de la ida: muy veterano e inteligente atrás, y más joven y rápido arriba; prescinde de la posesión del balón, acumula diez hombres (todos menos Koné) por detrás de la pelota cuando no la tiene (que es casi siempre); se sabe inferior al rival en casi todos los unos contra uno que se le plantean, así que juega atrás y juntito, muy bien situado, con ayudas defensivas constantes y dos mediocentros con tipo de centrales (Iborra y Torres), altos y más posicionales que fondistas. No concede pérdidas en zonas sensibles porque no arriesga la pelota en esas ni le importa perderla en otras, no comete errores tácticos ni de concentración casi nunca, y es prácticamente inabordable por alto. Espera su oportunidad al contraataque o a balón parado. Si tiene suerte y marca primero, el plan funciona. Si no, le vienen los problemas porque tiene que plantear la batalla en campo abierto.
Ante eso el Betis hizo también su alineación, planteamiento y fútbol habituales, con paciente toque atrás (cosa fácil hoy, porque el rival no presionaba arriba en absoluto), e intentos de aceleración arriba. Como la calidad no le sobra, las llegadas eran pocas y casi todas venían por las arrancadas de Jefferson Montero.
Así las cosas las ocasiones eran muy escasas, y desgraciadamente para el Betis en las dos primeras claras, alrededor de la media hora (una falta al borde de cada área), el acierto fue del Levante. A partir de ahí el partido fue un quiero y no puedo del Betis ante un rival muy bien cerrado. Los cambios de Mel fueron lógicos: lesionado Paulão, Iriney hizo de central clavado en la línea del centro del campo (o sea, casi su sitio natural) para el resto del partido, abriendo Santa Cruz a Castro para que Salva hiciera de mediocentro; Jefferson salió por puro cansancio –porque su ritmo es casi insostenible durante noventa minutos– y porque el fútbol de Pereira, bueno o malo, era hoy necesario; y Cañas entró finalmente en el sitio de Salva Sevilla. Para entonces el partido estaba ya 3-1, fruto exagerado de las poquísimas ocasiones que tuvieron unos y otros.
Jugador por jugador
Fabricio: Apenas intervino y se llevó tres goles. En el primero se tira tarde. No hay nada que objetarle en los dos últimos.
Nélson: Vuelve a mostrar sus carencias tácticas (esas que ningún jugador del Levante tiene): habilitó un par de veces a jugadores a la espalda de los centrales por tirar mal el fuera de juego y se dejó la suya con absoluta pasividad en el 2-0. En ataque estuvo activo pero tiró sólo centros sin sentido.
Paulão: Bien en general, perdió de vista a su marca, Koné, en la jugada del 3-1, y el equipo lo pagó caro.
Dorado: Mal día para su juego, muy expuesto a la velocidad del rival en las contras. Permitió junto a Paulão que Koné interviniese mucho, aunque erró poco.
Nacho: Partido gris. Debió tomar más riesgos en el segundo tiempo. Su falta del 1-0 no fue tal.
Salva: Hizo su trabajo habitual de falso extremo derecho: tocarla bien por el centro y olvidarse a veces de cerrar su banda. Acertado o no, se fue cuando más falta hacía.
Iriney: Tampoco era un buen día para su juego, pues el Levante te regala el balón sin dar tiempo a presionar. Bien como central adelantado, aun con algún problemilla para alinear el fuera de juego.
Beñat: En la primera parte hizo circular el balón con seguridad y la necesaria velocidad en los cambios de juego. En la segunda comprendió que había que arriesgar mucho más y meter pases verticales; el problema fue que le salieron todos mal.
Montero: Excelente partido pese a que tampoco era el mejor día para su juego. Se fue siempre y sacó una tarjeta a su lateral antes del cuarto de hora; a partir de entonces los listísimos jugadores locales acudieron como un enjambre a hacerle ayudas. El equipo debió buscarlo aún más, porque fue el único jugador que imprimió la velocidad necesaria al juego.
Rubén Castro: Trató de aprovechar los espacios creados por Salva a la derecha, pero no acertó. En la segunda parte acabó de extremo con escasas intervenciones.
Molina: Buen partido, con gol, mucha pelea y buen juego fuera del área. Por arriba no ganó nada.
Santa Cruz: Jugó de segundo punta por detrás de Molina. Ante equipos bien cerrados como el Levante recibirla entre líneas como él tiene un gran valor porque se rebasa así la primera línea defensiva; ahí hay que arriesgar y meter velocidad al juego, pero sin embargo se le apreció un defecto recurrente: es demasiado conservador en esas situaciones y o bien la devuelve hacia atrás o se retrasa él mismo, permitiendo que el rival vuelva a meter ocho o nueve defensores por detrás del balón, con lo que se conserva la posesión (inútil ayer) pero se pierde la ventaja. Por arriba tampoco ganó nada.
Pereira: Buscó sus jugadas veloces habituales, hoy necesarias, pero casi nunca recibió la pelota cerca del área ni en condiciones de siquiera intentarlo.
Cañas: Su tipo de juego no era el más conveniente para la situación del partido, pero hizo correr bien el balón y tuvo mucha presencia.
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