domingo, 6 de julio de 2014
Balance de la plantilla 2013-2014 (y III)
No es quien esto firma partidario de grandes limpias, pero la lamentabilísima temporada del Betis 2013/14 y su viciado vestuario dejan naturalmente una larguísima lista de jugadores que deben salir inexcusablemente de la plantilla por su responsabilidad en el desastre y (o) por su nula proyección en el club. Construiremos esta pequeña lista de la infamia en decrescendo: los últimos serían los primeros en una lista de candidatos a, en caso inevitable, quedarse.
Verdú
Uno de los grandes bluffs de la historia del club, a la altura (o mejor bajura) del López Ufarte de tiempos de Retamero. Seguramente hipervalorado de antemano por prensa, afición, secretaría técnica (tenía un sueldo de primerísimo nivel, en la franja de Castro) y algún bloguero, mostró sus defectos (lentitud en carrera, falta de llegada al área rival respecto a las necesidades de su puesto, indolencia defensiva, absoluta incompetencia táctica en defensa) y no se le vio por ninguna parte su presunta gran virtud, la de dar asistencias a sus compañeros. Tiene muy buena técnica, sin duda, pero se limitó al pasecito cómodo, nunca acertó en el vertical, y, lo peor de todo, mediatizó el sistema del equipo con la anuencia de Mel, lo que originó el despeñe del equipo.
Dídac
Su buen mes allá por febrero, su cartel (tiene contrato nada menos que con el Milan) y sus buenas condiciones naturales para el fútbol nos llevan a pensar que su lamentable temporada tiene más que ver con su actitud profesional que con su aparente incapacidad para este deporte. A su edad ha podido tirar su carrera.
Matilla
Inició la temporada al 120% y en la única posición en la que puede jugar a un nivel más o menos alto, la de medio de cierre, pues su bajísima velocidad en la conducción y escaso recorrido lo incapacitan para ser interior o mediapunta en Primera. Esa hipermotivación le permitió ocultar durante un mes sus defectos para el mediocentro (las lagunas de concentración y su poca ocupación de espacios por su físico débil), y lucir su toque y colocación.
Muy pronto renovó, tras los primeros malos resultados Mel lo retiró de las alineaciones, y ahí se terminó su motivación: como otras veces, dimitió de sus obligaciones sin el menor decoro. Ni da el nivel ni la actitud necesaria. A pesar de su calidad técnica su presencia en la plantilla sería dañina y señal de decadencia.
Paulão
Su rendimiento ha ido en inexorable declive desde su magnífica aparición en su primera temporada. Arrastrado por los problemas tácticos del equipo y el general desquiciamiento, a los que contribuyó, el penoso espectáculo de Vallecas (no sólo por los goles, sino sobre todo por su huida) lo incapacita para volver a vestirse la camiseta del Betis.
Sara
Tras un buen inicio de temporada (¿otro hipermotivado que jugó por encima de su nivel real?) bajó poco a poco su rendimiento y acabó superado por los acontecimientos. Un portero del montón, sin virtudes que reseñar más allá de sus reflejos en corto.
Andersen
Portero alto pero de escasa velocidad de movimientos, su tendencia a parar más por intuición que por reflejos lo convierte en tremendamente irregular, capaz de hacer un puñado de buenos partidos incluso en una Eurocopa pero incapaz de afianzarse como titular en ningún equipo de élite. Una vez más ha sido el caso, y afortunadamente salió hace ya meses.
Baptistão
Su fichaje fue otro de los (muchos) vodeviles del club en esta temporada. Tiene grandes virtudes (sobre todo, un excelente regate en corto), pero el empeño de los entrenadores en alejarlo del área, su pusilanimidad y su escaso acierto goleador (algo que no es nuevo) convirtieron la desmesurada inversión en su medio año en un pésimo negocio. Gratis podría ser interesante, pero está cotizado muy por encima de lo que rinde.
Chuli
Puso voluntad pero, sencillamente, no da el nivel para jugar en el Betis. Para ser delantero en un club así hay que ser más rápido, más ágil, más técnico y más goleador. Mel no lo quería, y era por algo.
Vadillo
Un curioso caso de jugador mejor aconsejado por su entorno de lo que merece. Como ya manifestamos en el tramo final de la temporada, creemos que sus escasas luces futbolísticas le impedirán sacar rendimiento a sus condiciones, de manera que lo mejor que podría hacer el club es aceptar una buena oferta que lo valore en lo que parece que será y no será nunca: hablamos de un caso J. A. Reyes a escala baja. Si no llegase esa buena oferta, de al menos tres o cuatro millones (cartel tiene), cabría darle una última oportunidad: es muy joven aún y la bajada de nivel de Segunda podría darle una continuidad de la que nunca ha gozado. Tiene lo más raro de ver, velocidad y calidad técnica (al menos para el control y el regate), pero no entiende el juego, elige mal, no tiene buen disparo, no llega al gol y su mala actitud defensiva (observen su solidaridad en el tercer gol de Vallecas en abril) lo invalida como mediocampista de banda.
Jordi Figueras
Es una especie de Chechu Dorado en malo: tiene sus defectos en mayor grado y sus virtudes en mucho menor. Es zurdo (algo muy útil en una plantilla por si se juegan defensas de cinco), inteligente, tapa bien disparos y se coloca generalmente con criterio; y aparentemente tuvo buena actitud. Pero es muy lento, saca mal la pelota en largo (tiró innumerables pedradas verticales por su lado), no es fiable y es incapaz de usar decentemente la pierna derecha. Tal vez haya sido excesivamente señalado por la afición, e incluso podría tener alguna utilidad en Segunda, pero sin duda no merece seguir.
Nacho
Su baja durante casi toda la temporada hizo mucho daño, porque era uno de los jugadores más regulares de la plantilla. Su mal estado físico, combinado con la edad, y en un puesto que requiere velocidad en el uno contra uno, hacen muy dudoso que pueda volver a un buen nivel. Su profesionalidad y versatilidad podrían hacerle un hueco con salario bajo.
Merecen una mención, claro está, los entrenadores. Aun cesado prematuramente, Mel tiene sin duda gran responsabilidad en el descenso, en particular por no haber sabido mantener en la plantilla la intensidad de trabajo debida. Tampoco él demostró este año un gran empeño: el equipo estaba mal trabajado tácticamente y descuidó los detalles de forma a veces casi escandalosa. Tácticamente tampoco dio con la tecla: pareció querer volver a los tiempos de la presión alta pero sin los jugadores adecuados, y pronto dio incoherentes bandazos que minaron la escasa confianza del equipo. Su política de rotaciones, muy criticada, nos pareció sin embargo correcta y la mantuvo hasta cuando debió: la cosa se puso pronto fea y ahí la prioridad por la Liga fue absoluta.
Garrido fue una mala elección: trabajador y con conocimientos, pero polémico, inexperto y sin mucha psicología, parece más un entrenador de cantera o de largo plazo que un apagafuegos. Aun así, su primer partido (Copa en Lérida) demostró que su peor problema sería la impresentable actitud de la plantilla, y eso no era de su responsabilidad. Acabó desbarrando tácticamente, con desastres memorables como su Betis - Real Madrid.
Calderón se encontró con una labor muy complicada y pese a su empeño no logró llevarla adelante. Mejoró –un poco al menos– la antes pésima actitud del vestuario, recuperó al díscolo Castro y tuvo interesantes y variadas ideas tácticas; pero el rendimiento que logró fue sin duda muy inferior al esperable de una plantilla que nadie consideraba la peor de Primera y que ya contaba con el citado Castro, más Adán, N'Diaye o Baptistão. Rozó un posible cambio de tendencia, pero los penaltis de la Europa League acabaron con esa posibilidad –precisamente en un partido en el que, diga incluso él lo que diga, creemos que acertó en el planteo–, y el equipo ya se dejó ir.
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