Pasado ya más de un mes del final de Liga es buen momento para hacer el balance habitual de la plantilla de la pasada temporada. Trataremos de ser breves y no extendernos demasiado en detalles técnicos muchas veces ya comentados.
Portería
Es común y acertada opinión que Adán fue el responsable principal, junto a Rubén Castro, de que se lograse la permanencia. Mostró todas las virtudes en él ya conocidas, que lo hacen un portero muy completo, junto a una regularidad superior a la de temporadas anteriores. La única inquietud para el bético es su baja cláusula de rescisión, que lo hace muy apetecible para la Premier (ya se habla del Liverpool). Debería trabajar su único pequeño lunar, un juego de pies sólo aceptable –especialmente en corto–, que podría quedar en evidencia si, como parece, el nuevo modelo de juego cuida más la salida de balón que el anterior –parece imposible cuidarla menos–. En cuanto a Dani Giménez, su rol de portero suplente clásico hace muy difícil valorar su labor, aunque parece mantener la tensión competitiva lo suficiente para cumplir cuando comparece como titular; su renovación así lo indica. La presencia de Pedro, por último, fue irrelevante.
Defensa
Los sistemas usados por Mel y Merino dieron un papel protagonista a la defensa, y le regalaron las ventajas de jugar arropada, con pocos metros a sus espaldas y con escasa exigencia a la hora de sacar el balón jugado. Desde esa privilegiada situación la cobertura bética cumplió satisfactoriamente con su papel. Piccini tuvo un rendimiento irregular, en línea con el del equipo: tras un magnífico inicio, decayó paulatinamente y una grave lesión lo apartó en enero, cuando parecía estar de vuelta; parece más fiable en defensa que el año anterior, y sus condiciones físicas y técnicas lo convierten en un prometedor elemento para un juego de ataques largos como el que parece avecinarse, en el que los laterales serían protagonistas. Al estar saliente de lesión no parece muy probable su salida del equipo, y esto es buena noticia. Molinero cumplió, como suele, aunque es jugador que necesita partidos para ponerse en forma y en el Betis difícilmente los tendrá: de hecho, muy pocas veces fue titular. No continuará en el club, y es natural, pero ha debido afinar bien la secretaría técnica para garantizarse una buena alternativa, a ser posible de perfil más defensivo que el de Piccini: el fichaje de Aïssa Mandi parece ir por ahí. La baja de Piccini fue solucionada en enero con Montoya, un lateral completísimo, muy potente físicamente pero al tiempo correcto en lo táctico y lo técnico e incluso capaz de jugar por ambas bandas; por desgracia, su ficha es altísima y no parece que el club vaya siquiera a intentar retenerlo, pese a que fue siempre indiscutible en el once.
El egipcio Tarek fue tal vez el fichaje menos explicable de la dirección deportiva bética para la pasada temporada. Por más que fuera alto, rápido y zurdo, pareció evidente (y así lo entendieron todos) que su nivel técnico y táctico era el esperable en un jugador cuyo mayor logro a los 23 años había sido jugar en la liga egipcia (y mandar a su equipo a Segunda, por cierto). Mucho mayor, y creciente con el curso de la temporada, fue el rendimiento del argentino Pezzella, que tardó en adaptarse al ritmo de la liga española pero acabó ofreciendo un excelente desempeño defensivo: pese a no ser muy rápido siempre mide bien, lo gana casi todo por alto e incurre en muy pocos errores en esa fase; desgraciadamente su salida de balón es espantosa; cierto que apenas comete pérdidas delicadas, pero a costa de unos porcentajes de acierto en el pase totalmente inaceptables. Su juego, por tanto, fue muy válido para el fútbol antediluviano propuesto por Merino –fue titular indiscutible con él– pero, salvo notable mejora con balón, difícilmente encontrará sitio si Poyet le pide a sus centrales un buen manejo de pelota y además tirar una línea de fuera de juego más alejada de su portería. El alemán Westermann fue un buen fichaje muy típico de Macià: veterano de gran trayectoria en la Bundesliga y doce veces internacional alemán que venía libre. Rindió a buen nivel, incluso excelente a veces, aunque las lesiones le impidieron jugar siquiera la mitad de los partidos. Su alta ficha y las dudas físicas parecen invitar a la directiva a buscarle salida, pero –si los médicos dan un mínimo visto bueno– nos perecería un error importante: a punto de cumplir 33 años, buena edad aún para un central, parece imposible encontrar nada mejor en el mercado para un club como el Betis. Su buen manejo de la pierna izquierda la da además un plus de valor si el equipo pretende salir con balón jugado la próxima temporada. Por su parte Bruno disipó, a quien las tuviera, las dudas sobre su rendimiento en la élite. Muy bueno en el uno contra uno (por potencia y velocidad), de aceptable salida de balón y siempre concentrado y bien colocado, fue de largo el más regular de la defensa, llegando incluso a ser (mal) usado como lateral. Su prestigio (y por tanto probablemente su sueldo) está por debajo de su rendimiento, así que bueno sería asegurarse su presencia a largo plazo. Con Poyet será probablemente titular. Jordi Figueras, elegido por la afición (no sin razón) como muñeco de pimpampum, salió del club ya en enero.
En el lateral izquierdo Mel y Macià acertaron al traer un fichaje, pero erraron al elegir a Varela por delante de Álex Martínez, por más que este estuviera saliente de una rotura de cruzado. Varela mostró lo que sospechábamos: por desgracia carece de condiciones físicas para la Primera División, porque es liviano y sin embargo lento, esto es, carece por completo de la potencia necesaria para sostener duelos individuales ante buenos extremos. Verse superado por las situaciones le hizo fallar demasiadas veces incluso en lo suyo, el golpeo y manejo de balón. Vargas, otro de esos veteranos reclutados por Macià en ligas europeas, sí tiene la potencia debida, y sin duda condiciones técnicas sobradas. Lo demostró con algunas actuaciones excelentes –meter goles de falta y salvarlos en la raya fueron sus curiosas especialidades–, pero su rendimiento fue muy irregular, incluidas interminables rehabilitaciones de lesiones aparentemente leves y algún exceso de peso, lo que, con el añadido de un incidente de indisciplina en su selección, ha llevado a diversos medios a insinuar falta de profesionalidad en el peruano. El club le busca salida y de hecho la acertada vuelta de Álex y el fichaje de Durmisi lo dejan sin sitio alguno.
Mediocentros e interiores
El anterior director deportivo, seguramente debido a la irresoluble contradicción de necesitar fichar mucho y de calidad pero desde un presupuesto escaso, optó por firmar a muchos futbolistas veteranos y/o en un estado físico dudoso, y convencerlos con largos compromisos. Ahí dejó, tal vez, su peor herencia, en forma de jugadores con contrato vigente pero en el ocaso de su carrera. El caso más evidente es el de Van der Vaart, cuyo rendimiento estaba ya en su último Hamburgo lejos del de sus mejores días, y para el que ni Mel supo encontrar sitio ni él pareció hacer mucho esfuerzo por hallarlo; una grotesca salida del terreno de juego allá por septiembre prácticamente lo sentenció. No seguirá, aunque no se sabe cómo conseguirlo. Aunque más joven, también fracasó el fichaje del mediocentro defensivo Digard, cuyas sucesivas lesiones (no jugó prácticamente un partido entero) le han impedido demostrar sus condiciones: pareció saber situarse, desplazar bien el balón en largo y poseer una técnica suficiente; tiene abierta la puerta de salida, pero no tanto como Xavi Torres, otro pivote cuyas prestaciones en lo físico y lo técnico nunca alcanzaron el nivel necesario –sí en lo táctico– para este club. Tampoco aportó lo esperado Portillo, cuyo físico enclenque y juego pusilánime convierten en irrelevante su excelente manejo de balón; pese a todo tal vez continúe, pero difícilmente será protagonista, incluso en el caso de que Poyet planee un 4-3-3 en el que encajaría bien como interior.
Para valorar el juego de los hombres que sí aparecieron con regularidad en las zonas interiores de este Betis, sobre todo en el aspecto ofensivo, hay que intentar el difícil ejercicio de deslindar las responsabilidades de jugadores y entrenadores. Salvando los primeros partidos de Mel, estos últimos mostraron un desinterés absoluto por una buena salida de balón y cometieron errores graves de colocación ofensiva en esa zona del campo: interiores que solapaban sus zonas de influencia, vacíos inexplicables en zonas intermedias, mediocentros paralelos sin un claro reparto de roles ni mecanismos para alternarlos, mala coordinación con los centrales... En general la gestación del juego se trabajó poco y mal, y como resultado los N'Diaye, Petros o Ceballos parecieron mucho menos capaces con balón de lo que realmente son. Si alguien funcionó como mediocentro posicional fue el senegalés, que por fin demostró, como aquí sosteníamos, que a un jugador que lucía como central y como interior ofensivo había al menos que probarlo ahí, en un puesto claramente intermedio entre esos. Es difícil explicarse qué clase de prejuicios llevaron primero (escandalosamente) a Velázquez y luego a Mel a no intentar aprovechar en ese sitio su tremenda ocupación de terreno en defensa, su buena colocación (si esta era la duda, se equivocaron de medio a medio), su potencia brutal en los balones divididos, su manejo de balón aceptable para la posición y su arrancada, ahí también útil. Cierto que su mal toque en largo lo limita, pero la falta de opciones de pase en corto por delante hizo que ese defecto quedara demasiado en evidencia. Desgraciadamente, parece que saldrá.
Satisfactorio pero irregular, entre el sobresaliente y el insuficiente, resultó el juego de Petros, un típico volante box to box, esto es, interior de largo recorrido, que mezcla muy bien manejo de balón (su porcentaje de acierto en el pase es mucho mayor de lo que piensan algunos, sobre todo considerando que pisa zonas complicadas) con un tremendo esfuerzo defensivo; es inteligente, con balón y sin él, y en un equipo con un mínimo respeto por el cuero debería ser una máquina de aumentar la cuota de posesión, porque presiona cuando y donde debe, recupera muchísimos balones y los suelta con sensatez; si el Betis del próximo año ataca en 4-3-3 y quiere el balón, será pieza importante por delante del mediocentro; además es perfectamente válido para defender desde el doble pivote, y ese tipo de mediocentro descolgable es raro de encontrar.
La temporada de Ceballos da para un ensayo. Pese a su rendimiento desigual, su llegada a la élite ha dejado más que claro –para quien esto firma– que tiene unas condiciones técnicas y físicas extraordinarias, y que a poco que su cabeza dé para mejorar en lo psicológico y lo táctico será un jugador de primer nivel. Como hemos ya explicado aquí mil veces, tiene resistencia, ciertas potencia y velocidad (más que sobradas para atacar como interior), altura, y abarca campo; muy dotado en lo técnico, le sobra calidad en el control, la conducción entre líneas, el regate y el pase; además tiene visión de juego e intuición para hacer daño al rival (en los dos sentidos de la palabra, por cierto).
Sus limitaciones, de momento, vienen de una cabeza que no siempre estuvo centrada en lo deportivo (sobre todo a principio de temporada) y de un juego tácticamente aún inmaduro: tiende a retrasarse y acercarse demasiado al balón en ataque, en lugar de esperar con paciencia que le llegue en el lugar debido –regla de oro, por cierto, en el juego de posición estilo Barça para los interiores–; a veces abusa del balón, cuando en su zona podría hacer estragos jugando a dos o tres toques; en defensa, aunque tiene buena intuición y sabe cerrar líneas de pase en la presión postpérdida (sus largas piernas le son ahí muy útiles), la suele hacer de forma irreflexiva, y aún no recupera bien la posición para defender en estático (piernas no le faltan para poder hacerlo). En conclusión, puede ser un interior perfecto para el 4-3-3, pero en defensa aún no está claro qué sitio sería el suyo en un 4-2-3-1 (o 4-4-2): inmaduro para defender en el mediocentro, le falta gol y velocidad para jugar detrás del punta, de modo que el falso extremo parece ahora su lugar. Por demás, su antideportiva tendencia a buscar la bronca, simular faltas, cargar de tarjetas al rival y sacarlo de quicio es tan desagradable para los amantes del fair play como útil en lo competitivo... mientras no le cojan la matrícula, cosa que parece estar ocurriendo ya.
Un error en el que el club es reincidente es el cometido con Fabián: a su edad necesita partidos, y no los tuvo ni en el filial ni en el primer equipo, salvo algunos con Merino. Como le sucede a Ceballos, su tendencia a ocupar zonas retrasadas en ataque lo convierte en un mediapunta de los que penalizan demasiado a su equipo, porque deja al punta muy aislado y obliga a los extremos a un recorrido exagerado. Le faltan velocidad en corto y gol para jugar más arriba, así que su puesto futuro debería ser el de interior de un 4-3-3 o mediocentro ofensivo de un 4-4-2, para lo que deberá mejorar en defensa pero donde aprovecharía su muy buen toque, su capacidad de asociación y su visión de juego. Su futuro parece prometer, pero es aún una incógnita.
Extremos y delanteros
El de Joaquín es, por razones obvias, un caso muy especial de entre los fichajes de veteranos ya citados. Su rendimiento venía siendo también decreciente antes de llegar al Betis, y tras un brillante arranque fue perdiendo importancia en las alineaciones, pues su físico ya no le alcanza para hacer durante noventa minutos su antiguo trabajo de extremo clásico que desbordaba, pisaba el área rival y seguía al lateral al defender. Pese a su imagen mediática frívola, sigue siendo el futbolista trabajador, regular y con clase que siempre fue. Sea como extremo o mejor como segundo punta (que no mediapunta, pues suele pedir el balón a espaldas del centro del campo rival), descargado de trabajo defensivo, seguirá aportando minutos de calidad y dedicación al club.
La presencia de Vadillo ha sido, desgraciadamente, anecdótica. Como bien vio algún comentarista por aquí, su técnica sólo aceptable nunca le permitió explotar su notable velocidad, y como temíamos aquí nunca resolvió sus problemas de elección de jugada. Saldrá como promesa frustrada. Un caso similar fue durante la primera mitad de la temporada el de Kadir, pero la llegada de Merino resucitó sus virtudes: trabajo y, sobre todo, muy buen juego corto. Tampoco ha arreglado sus problemas al pisar el área rival, donde se le nublan las ideas y carece del menor instinto asesino, lo que convierte a su juego en demasiado poco relevante para el papel de extremo, aunque combinase con acierto por dentro y por fuera en zonas frías. Se le busca salida.
Musonda fue, junto a Montoya, el gran acierto del equipo de Macià, llegado naturalmente cuando tuvo meses para planificar. Mejoró sustancialmente una de las mayores carencias de la plantilla elaborada en verano por la dirección deportiva: la falta de velocidad arriba. La escasez de juego interior del equipo lo obligó a pisar demasiadas veces zonas de mucho tráfico, donde pierde valor, pero cuando aparece arriba su uno contra uno hace estragos ante los laterales rivales. Tiene poco gol –y, dada su escasa musculatura, difícilmente tendrá nunca un disparo potente–, pero a cambio posee un recorrido enorme por la banda, algo importantísimo para el equipo. Seguirá en el Betis, aunque de nuevo cedido. También seguirá el esforzado Cejudo, futbolista limitado técnicamente para su puesto pero fuerte y duro de pelar y que resulta incómodo para el rival sea este el Alcoyano o el Real Madrid: un aceptable relleno de plantilla.
El que, desde nuestro punto de vista, fue el gran error de la planificación deportiva del verano del 2015, no fichar a un delantero de garantías, se vio mitigado por el excelente año de Rubén Castro. Ni se lesionó ni le afectaron sus feos problemas extradeportivos, y compensó por sí solo la escandalosa falta de gol del resto de la plantilla, con el hándicap añadido del pésimo juego ofensivo del equipo y de ser abandonado muchas veces a una soledad en la punta que no le conviene. Seguirá, pero su edad y esos problemas citados hacen muy arriesgado jugarse la temporada en lo ofensivo a su acierto.
Con Van Wolfswinkel, fichado a ultimísima hora en agosto, se demostró que, como decía Aragonés, el gol es caro, y que raramente un delantero de precio medio o bajo puede garantizarlo. La errática política de Mel y Merino hacia él y Molina, a los que jamás dieron la menor continuidad en las alineaciones ni por tanto para lo físico –jugadores grandes necesitan partidos– y lo táctico –cuando tanta falta hacía un complemento para Castro–, dejó el rendimiento de ambos en una incógnita mal resuelta, como sucedió luego con el inexplicable fichaje de Damião, al que no se dio la menor oportunidad de compensar una falta de ritmo que todos sabían que lo lastraría inicialmente. Los tres salen del club, como lo hizo en enero el cuarto (¡?) tanque, Rennella (ojo: ¡la mitad de los minutos se jugó sin ninguno de ellos en el campo!).
La nula aportación, y por tanto valoración, de los jugadores venidos del filial cierra este balance. Pese a la biliosa campaña mediática desatada contra él, una evaluación estrictamente deportiva de la labor de Macià y su equipo ha de saldarse con un holgado aprobado: tomó una plantilla venida de Segunda, llena de importantes carencias, y, con unos recursos bastante limitados la convirtió en competitiva para la Primera División hasta el punto de acabar –con mucha suerte, cierto– en décima posición; ello pese a ser dirigida de forma, digámoslo diplomáticamente, bastante mejorable, y por cierto por entrenadores que él no eligió.
En un próximo post valoraremos los fichajes ya hechos y las necesidades para la temporada que comienza.
Los comentarios son bienvenidos, como siempre. En Twitter, @juanramonlara7.
Lo malo de hacer análisis tan perfectos, JR, es que no dejas prácticamente margen alguno a comentarios. Francamente, juro que he intentado buscar algún punto por donde rebatirte pero no hay manera. Sólo queda decir amén a todo lo que tú dices...
ResponderEliminarAmén y GRACIAS.
Vaya, yo creía que es que estábais todos en la playa, jeje... Muchas gracias, y me voy al post de la planificación a contestaros, que ahí sí hay divergencias.
ResponderEliminarJR
Nada que añadir a lo apuntado por Javier Rubio. Felicitarte por seguir de "guardia" en verano, JR. Algunos no estamos en la playa. Saludos.
ResponderEliminarNo hay de qué, Francisco. otros tampoco, jeje. Un saludo.
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