jueves, 31 de diciembre de 2020

Levante 4 - Betis 3 (16ª jornada de LaLiga)

LEVANTE (4): Aitor Fernández; Miramón, Róber Pier, Óscar Duarte, Clerc; De Frutos (Son 62'), Radoja, Malsa (Melero 72'), Morales (Giorgi 89'); Dani Gómez (Coke 72') y Roger (Sergio León 62').
BETIS (3): Joel; Emerson, Mandi, Víctor Ruiz, Miranda; Guido Rodríguez (Paul 59'), Guardado (Rodri 65'); Aitor Ruibal, Fekir (Canales 59'), Tello (Sanabria 37'); y Juanmi (Lainez 59').
Árbitro: Estrada Fernández (catalán). Roja directa al granota Róber Pier (68'). Amarillas a los locales Roger, De Frutos y Clerc, así como a los visitantes Paul y Mandi. Esta vez el VAR favoreció por tres veces al Betis.
Goles: 1-0 (2') Óscar Duarte; 1-1 (16') Mandi; 2-1 (22') Morales; 3-1 (24') Morales; 4-1 (55') Roger; 4-2 (78') Canales, de penalti; 4-3 (86') Canales.

El marcador no es siempre fiel reflejo de lo sucedido en el campo, como bien demuestra el partido de anoche: tras una aceptable primera parte el Betis vio en el marcador un deshonroso 3-1 en contra, y sin embargo su muy flojo segundo tiempo fue maquillado gracias a la inocente –y justa– expulsión de un rival.

Primera media hora: un Betis a la Bordalás

Una mirada a los porcentajes de posesión cada quince minutos revela el decurso del partido:

1-15: 41,0%
15-30: 50,4%
30-45: 61,6 %
45-60: 69,9 %
60-75: 67,6 %
75-90: 75,0 %

La baja posesión del Betis en el primer tramo del encuentro fue voluntaria, y producto de la inversión de papeles de los dos equipos respecto al fútbol que conocemos en la historia reciente de ambos clubes. Ante un Levante en un 4-4-2 ultraofensivo Pellegrini planteó un partido claramente al contragolpe: prescindió de un nueve clásico (algo poco extraño visto el rendimiento de los tres en plantilla) y metió arriba a tres hombres habituados a correr –y muy rápido– al espacio, más Fekir tras ellos. El planteamiento, aunque más cercano a lo pedido por el sector exigente de la afición bética que por el autor de este blog, era bastante coherente con esa alineación: esperar al Levante con un bloque medio y hacer una presión fuerte y selectiva para buscar la velocidad tras robo. Tal modo de juego, eso sí, tenía un talón de Aquiles: la evidente (y conocida) debilidad del sistema defensivo bético en posicional, especialmente considerando a sus laterales (Emerson y un Miranda ayer decepcionante en este aspecto), a un Mandi más cómodo lejos de su área y a un Joel temblón.

Aunque parezca disparatado decirlo, tal planteamiento funcionó bien a nivel táctico: la primera media hora consistió en un intercambio de golpes. Los béticos ejecutaron bastante bien su plan y se plantaron media docena de veces en superioridad a la contra, tras robos altos en el centro del campo. Sin embargo la falta de contundencia en las áreas, en todos los sentido posibles, arruinó semejante táctica: al destrozo realizado por De Frutos ante Miranda se unió un Morales, par de Emerson, que (como suele ante el Betis) metió todo lo que tiró –esta vez por las escuadras–; culminó la ruina el tradicional error por omisión de Joel en la salida, grosero y prematuro esta vez. La inoperancia de los cuatro atacantes, incapaces de aprovechar una y otra vez contras con espacios y en ventaja, hizo el resto: solo Tello creó peligro, y el gol hubo de cocinarse entre Guido y Mandi.

Minutos 30 al 68

Con el marcador muy a su favor, el Levante, como era de su conveniencia, baja las revoluciones del partido y da un paso atrás. Tello se rompe apenas pasada la media hora y el Betis, ya con Sanabria en punta y Juanmi a la izquierda, se muestra completamente incapaz de crear el menor peligro. Los ataques béticos culminan una y otra vez en centros sin excesivo peligro por parte de los laterales desde los costados, para los que no hay rematador: Sanabria no caza una y Fekir no asoma. El ataque posicional bético sigue sin mostrar mecanismos muy trabajados y no progresa más allá de la inspiración de Guardado en zonas interiores o las infructuosas guerras individuales de Fekir y Ruibal. El Levante mete el cuarto a la contra.

Minuto 69 al final

Sobre la hora Pellegrini mueve el árbol sin tocar el esquema: cambia de pareja central (ahora Paul Akou-okou más Rodri) y de mediapunta (Canales), y pasa a Ruibal a la izquierda para meter a Lainez a la derecha. El joven mexicano protagoniza, con suerte desigual, las primeras jugadas y provoca involuntariamente la autoexpulsión de Pier.

El Betis comienza con escasa fe el nuevo partido que se abre, pero Canales, Rodri y Lainez toman el mando y, ante un Levante lógicamente encerrado en un 4-4-1, asedia el área de Fernández. Dos goles del cántabro acercan al equipo al empate, finalmente sin suerte.

Línea por línea

Aunque a veces Joel sea atacado injustamente son demasiados los partidos en los que se le responsabiliza de la derrota con justicia; comenzar el encuentro por debajo con, otro remate de un córner ea apenas un metro de su rostro es un nuevo error sin perdón posible; sea su causa psicológica, óptica o de otro tipo, no es sostenible en la portería un guardameta tan flojo en salidas por alto.

Loa laterales mostraron su debilidad en defensa, conocida en Emerson y comprobada ahora en Miranda; en ataque tampoco llevaron peligro. Mandi y Ruiz, que hubieron de defender muy atrás un largo tramo, hicieron un trabajo discreto.

Tampoco Guido y Guardado supieron proteger su área, aunque el mexicano sçi trabajó con acierto en la presión. Tello fue el jugador más incisivo del equipo hasta que fue sustituido por un Sanabria cuya discreta técnica lo convierte en un rematador muy mediocre. Ruibal trabajó sin fortuna, como un Juanmi cuyo caro fichaje cada vez es menos explicable.

Esta vez los suplentes aportaron muchísimo: la ambición personal de un Lainez no siempre acertado pero de insistencia muy elogiable dada su situación; el fútbol de un Rodri ideal para atacar defensas cerradas, como fue el caso; y la excelente noticia de la recuperación de Canales, omnipresente y goleador. Paul cumplió.

Capítulo aparte merece el sobrevalorado Fekir, sobresaliente ante cinco defensas pero incapaz de encontrar la jugada correcta cuando no tiene defensas delante. Discreto pasador, ya advertimos hace meses que la libertad de la mediapunta se le convertiría en un hándicap al obligarle a atacar atrasado, con tres compañeros más adelantados que él, en un lugar donde su regate y su disparo sirven para poco.

Pellegrini ha intentado dar un giro al estilo de juego, pero tras el espejismo de Pamplona se demuestra que la solución no pasa por convertir al equipo en contragolpeador, un cesto para el que carece de mimbres. Si nuestro tiempo nos lo permite trataremos de escribir un post sobre posibles soluciones a los problemas del equipo, pero adelantemos que una vez recuperados Mandi y Canales estas deben pasar por tres vías: aumentar la cuota de posesión, mejorar la defensa posicional (si es necesario, usando defensa de tres centrales) y acercar a Fekir a la portería rival.

El detalle

El hecho de que León, tantas veces reclamado como titular en el Betis del pasado reciente, sea muy suplente en este Levante debe hacer recapacitar a muchos sobre la verdadera calidad de una y otra plantilla.

Los comentario son bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.


 

jueves, 24 de diciembre de 2020

Betis 1 - Cádiz 0 (15ª jornada de LaLiga)

BETIS (1): Joel Robles; Montoya, Mandi, Víctor Ruiz, Miranda; Guido Rodríguez, Guardado; Aitor Ruibal (Lainez, m.64), Fekir, Joaquín (Tello, m.75); y Sanabria (Loren, m.84).
CÁDIZ (0): Ledesma; Iza, Cala, Mauro, Espino; Salvi Sánchez (Jairo, m.67), Jonsson, Fali (Garrido, m.67), Perea (Alex Fernández, m.65); Negredo y Malbasic ('Choco' Lozano, m.52).
Gol: 1-0, M.71: Guido Rodríguez.
Árbitro: Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Amonestó a Malbasic y Sanabria. La política de este blog sigue siendo no hablar de los arbitrajes, pese a todo.

La apuradísima e importante victoria de ayer del Betis ante el correoso Cádiz parece confirmar una virtud y un defecto tácticos de este Betis de Pellegrini, heredados de temporadas atrás: gana cuando tiene más balón que el rival y pasa graves apuros en el caso contrario.

Minutos 1 al 70

Es de suponer que los rivales del Betis conocen ya sobradamente sus virtudes y defectos, pero también tienen sus propias maneras de funcionamiento y a veces no son compatibles con el boicoteo del fútbol favorito del rival. Es el caso del Cádiz: su éxito suele pasar por regalar la posesión al rival. Por tanto ambos equipos buscaron de salida el partido que se vio durante los primeros 70 minutos y que se ajustaba a unos y otros: el Cádiz juntaba sus líneas en su trabajadísimo 4-4-2 de bloque bajo (que mantendría incluso en los minutos finales, aun por debajo en el marcador) y el Betis podía volver a intentar su fútbol de toque, instalación en campo rival y presión postpérdida practicado con éxito a inicios de temporada y casi olvidado en el último mes, aunque ayer lo practicase más inducido por el rival que por premeditada intención propia.

Muy académico, el Betis aplicó con corrección el manual del equipo que ataca un bloque bajo desde el toque: salida de balón paciente, cambios de juego, intentos de desordenar al rival con recepciones interiores, laterales y extremos abiertos, buena presión postpérdida, centrales anticipativos... Logró al menos que el partido se jugase en una sola dirección, que no es poco: hasta el descanso el Cádiz apenas salió de la cueva en una ocasión (disparo al larguero, aunque anulable). Sin embargo el Betis se encontró con varios problemas que le impidieron crear ocasiones claras:

1) Una velocidad de circulación insuficiente, sin apenas cambio de ritmo al llegar a tres cuartos: apenas Joaquín (y sin espacios) intentaba un juego conbinativo de toques rápidos, mientras Ruibal y Fekir aceleraban solo en intentos individuales, controlados por la defensa a base de ayudas.

2) El estudiadísimo y muy bien trabajado sistema defensivo cadista. Era notable apreciar cómo cada jugador (central, lateral, mediocentro, centrocampista de banda, delantero) y cada línea colectivamente tenían perfectamente previstos los movimientos a realizar y alturas a ocupar según la posición y la orientación del rival en posesión y sus compañeros.

3) Una mala disposición de los hombres de dentro, aspecto sorprendentemente descuidado por Pellegrini hasta ahora. Guardado y Guido partían de posiciones paralelas y, aunque con buen criterio se escalonaban para intentar ofrecerse a diferentes alturas (uno de ellos habitualmente formando línea de tres con los dos centrales, el otro en posición de interior), lo hacían de forma improvisada. Lo que es peor: Guardado, por la izquierda, solía ser el más adelantado (y debía, por características técnicas), y como Fekir se acostó absurdamente a ese costado de la mediapunta, ambos chocaron, mientras el interior derecho quedaba vacío.

Heatmap de Fekir en la primera parte. Ataque: hacia la derecha.

Como efecto secundario Guido hubo de asomarse a posiciones altas, donde no se siente cómodo con balón, si bien el gol llegó, paradójicamente, por esta vía. La falta de amenazas por el carril central, donde el doble pivote del Cádiz solo tenía que controlar a Fekir, dificultó el juego por bandas al no obligar al Cádiz a cerrarse por dentro y liberar costados; solo Miranda pudo encontrar algunos espacios.

Tampoco parecen cuidarse suficientemente otros aspectos del buen juego posicional, como la salida de uno de los centrales como hombre libre para crear superioridades, o las permutas ofensivas, en las que solo parecen intervenir los cuatro hombres interiores.

Con el paso de los minutos, como sucedía hace un par de temporadas, el Cádiz fue madurando y sus cansados jugadores empezaban a llegar tarde a las ayudas. El Betis sube el ritmo y muy progresivamente va asediando el área del Cádiz, aunque este nunca se descompone. Pellegrini mete a Lainez y el mexicano propicia el gol.

Minuto 70 al final

Durante un breve tramo el Cádiz nivela la posesión y aquí reluce de nuevo un gravísimo defecto del sistema bético: su espantosa defensa de ataques posicionales, que aun sin meterse el equipo muy atrás permitió dos ocasiones muy claras de los visitantes en apenas diez minutos. Pasados esos apuros el Betis retoma el control del juego y mueve el balón de lado a lado sin que un fatigado Cádiz se atreva siquiera a presionar arriba.

Línea por línea

Aunque evidenció nervios y apenas tuvo trabajo es justo reconocer a Joel que su parada cerca del final salvó dos puntos y que se ha convertido en blanco de críticas cuando lo merece y cuando no (Granada).

El espantoso juego con balón de Montoya es impropio del lateral que fue y de la categoría. En defensa sí cumple, como un Miranda que abusa del centro a la olla pero conoce su oficio mejor que Moreno. Mandi corrió más riesgos de los necesarios pero fue el jugador del equipo con más criterio para conseguir ventajas en la salida de balón; además cuerpeó muy acertadamente con Negredo, algo difícil. Víctor Ruiz, por el contrario, parece un defensa del siglo XX: duro de cintura, lento de arrancada y algo tosco en conducción, aunque eficiente en su área.

Guido volvió a callar a sus detractores, si queda alguno, con una exhibición defensiva y un juego muy aseado en ataque, más el gol. Guardado parece hacer lo que hacía, pero su físico ya no le da para lo mismo. Algo similar ocurre a un Joaquín falto de chispa aunque inteligente y siempre preciso. Ruibal percutió sin fortuna.

Fekir demostró en grado superlativo sus virtudes y defectos: tremenda habilidad con balón, potencia física, capacidad de romper líneas, y también mala colocación para recibir, muy mala elección de jugada y poca precisión en el pase. Durante muchos minutos fue el único argumento ofensivo del Betis, aunque un argumento insuficiente. Sanabria hizo buenos movimientos y recepciones (tal vez demasiado atrás), pero sigue sin marcar ni, siquiera, tener ocasión de ello.

Lainez acertó en pocas jugadas, pero una fue gol, y basta. Tello –injustamente apartado de la titularidad, números en mano– y Loren aportaron muy poco.

Pellegrini parece haber estabilizado a ese moribundo que era el Betis de hace tres semanas. Ahora le toca recuperar mecanismos de juego que pareció tener hace meses, como una decente defensa posicional. Tiempo hay poco, y la clasificación, apretadísima, premiará o castigará cualquier leve movimiento.


miércoles, 23 de diciembre de 2020

Granada 2 - Betis 0 (14ª jornada de LaLiga)

GRANADA (2): Rui Silva; Foulquier, Germán, Domingos Duarte, Carlos Neva; Gonalons, Luis Milla (Yan Eteki, m.79), Yangel Herrera; Machís (Kenedy, m.61), Luis Suárez (Jorge Molina, m.79); y Soldado (Antonio Puertas, m.57).
BETIS (2): Joel; Emerson, Bartra, Víctor Díaz, Miranda; Guido Rodríguez (Tello, m.46), William (Mandi, m.92); Aitor Ruibal (Juanmi, m.46), Fekir, Rodri (Borja Iglesias, m.64); y Sanabria (Loren, m.64).
Goles: 1-0, M.14: Soldado, de penalti. 2-0, M.20: Soldado.
Árbitro: José María Sánchez Martínez (Comité Murciano). Amarillas a los locales Yangel Herrera (m.9), Soldado (m.15) y Gonalons (m.30) y a los visitantes Guido Rodríguez (m.11), Emerson (m.67), Fekir (m.87) y William (m.92). Expulsó con roja directa a Toni Doblas, entrenador de porteros del Betis (m.31).

Aunque espantosamente feo para el espectador neutral y desesperante para el aficionado bético por la impotencia sentida durante 70 minutos, el Granada-Betis de ayer tiene lecturas tácticas interesantes y conclusiones algo contradictorias. Por ejemplo en cuanto al marcador y a ocasiones de gol: por un lado es cierto que los locales tuvieron siempre el partido en escenarios controlados, y que a partir del minuto 20 les convino planificar lo que sucedió, un encuentro sin apenas acercamientos a las áreas; por el contrario, es tambien verdad que el Betis contó con más ocasiones que los locales, y que el temprano acierto de estos favoreció mucho su planteamiento. Véamoslo por tramos.

Minutos 1 al 20

El Granada de Diego Martínez saca rendimiento de una plantilla –muy al estilo del club en los últimos tiempos– de mucho más valor físico que técnico, para lo que practica un fútbol de notable alergia al balón que se mira en el espejo del Getafe: presión alta o repliegue según toca, juego preferentemente largo y aéreo, dominio de la segunda jugada y el balón parado, contundencia en las áreas y todo el repertorio bordalasístico de intimidacion, faltas tácticas, simulaciones y pérdidas de tiempo cuando conviene. Esto es, el Granada tiene todo lo que no tiene el Betis.

También carece de la calidad técnica de los Fekir, Carvalho o Rodri, y por ello seguiremos sosteniendo que al Betis, con esta plantilla, no le conviene entrar en ese tipo de fútbol. Sin embargo no es fácil huir de él ante rivales como este y Pellegrini tampoco le hace ascos, especialmente desde sus reformas de hace pocas jornadas, de modo que los primeros veinte minutos (además, siempre los más proclives a ser jugados a un ritmo físico alto) fueron un recital de pelotazos, choques, rebotes y patadas. Si el Betis salió vivo de tal juego en El Sadar no lo hizo en Los Cármenes, sea por falta de hábito en ese estilo o porque, sencillamente, el Granada es mejor equipo que Osasuna (y probablemente que este Betis). El 2-0 daba paso a un nuevo partido.

Minutos 20 al 90

Progresivamente el Granada da pasos atrás y la segunda parte acaba siendo un monólogo estéril del Betis, que tras el descanso prácticamente no logra acercarse con peligro al portal local pese a monopolizar la posesión. Y ello pese a los cambios de Pellegrini, muy ofensivos.

Con posesión el Betis de Pellegrini (particularmente en los últimos partidos) juega con los dos pivotes muy paralelos, de modo que a poco de iniciar la jugada prácticamente tiene cuatro hombres por detrás del balón; esto le da seguridad en caso de pérdida pero también problemas de elaboración por mala distribución. Tras el descanso el chileno arriesgó y escalonó ese doble pivote metiendo por dentro a Rodri, hasta entonces acostado a la izquierda, pasando a jugar con Tello y Juanmi por bandas. Pese a haber renunciado a Guido (y contra lo temido por este bloguero) el Betis siguió dominando el balón, más que por mérito propio por renuncia a este de un Granada muy metido ya atrás, con nueve jugadores en dos líneas muy cercanas. La doble punta arriba, que colocó a Fekir como vértice del rombo, tampoco propició más llegadas pese a los balones largos hacia ella.

Con la vista puesta ya en el inminente partido de Cádiz hay que hacer hincapié en los problemas de elaboración de jugada de un Betis que no parece tener mecanismos preconcebidos para ello, más allá de la inspiración individual de un Fekir liberado en ataque por delante de los pivotes, de una cierta movilidad general y de los dos contra dos en las bandas. No hay vías premeditadas ni se aprecia mucha preparación especifica para explotar las debilidades de cada rival.

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viernes, 18 de diciembre de 2020

UCAM 0 - Betis 2 (1ª eliminatoria de Copa)

UCAM (0): Unai Aguirre; Viti, Charlie Dean, Admonio, Josete Malagón, Tropi; Rafa de Vicente, Xemi Fernández; Alberto Fernandez, Johan y Eneko Jauregui.  
BETIS (2): Bravo; Montoya, Mandi, Víctor Ruiz, Miranda; William Carvalho, Guardado; Lainez, Joaquín, Rodri; y Sanabria.

En el Betis jugaron también Guido, Loren, Juanmi, Fekir y Tello. Césped aceptable en La Condomina.

El partido de anoche en La Condomina dio un perfecto ejemplo de la diferencia entre tener el control del balón y el control del partido. El Betis dominó la pelota durante los dos tiempos, pero solo tuvo el control del partido en la segunda mitad.

Primera parte

En la primera el Betis tuvo la posesión pero el partido estuvo donde queria el equipo católico, que no solo niveló la contienda: fue mucho mejor que el Betis y desperdició tres ocasiones de gol clarísimas, incluido un doble palo y un tiro a puerta vacía; mientras tanto el Betis apenas alcanzó un par de ocasiones poco claras antes del gol, llegado poco antes del descanso. El plan de los murcianos fue tan sencillo como antiguo: jugaron un 5-4-1 (clásico en situaciones de poca posesión, aunque cambiado a 4-1-4-1 tras una pronta lesión) con las líneas muy juntas y atrasadas, y dejaron a su peleón punta arriba para bajar balones ante Mandi y Ruiz y dar tiempo a salir a su equipo. No les hizo falta jugar mucho en largo: la deficientísima presión postperdida del Betis (la gran arma para dominar realmente el partido cuando el rival se encierra) permitió muchas salidas del UCAM con el balón controlado; lo que es peor, los centrocampistas del Betis tampoco corrieron hacia atrás con el empeño debido cuando su débil presión era superada, y si unimos a ello un par de errores individuales de los centrales béticos no extrañará ese lamentable balance de ocasiones ante un 2ªB.

El ataque bético tampoco funcionaba demasiado bien, aunque esto es más perdonable: ante un rival muy cerrado, con los carriles ocupados adecuadamente por la defensa de cinco y que corrió a todo gas durante media hora no era fácil encontrar espacios, pese a que el equipo trató de mover la pelota de lado a lado y de fuera adentro y de nuevo afuera con cierta velocidad. Cierto es que la posición paralela del doble pivote William-Guardado ayudó poco, pues dejaba fuera de la jugada a los centrales, un descentrado Mandi y un torpe Ruiz, de modo que la verdadera jugada solía iniciarse con balón en pies de William y ante él siete atacantes béticos cerrados por nueve defensores murcianos. La línea de mediapuntas bética, bastante móvil, la formaban (de izquierda a derecha) Rodri, Joaquín y Lainez. Sanabría acudía demasiado atrás a recibir.

Segunda parte

Tres factores cambiaron el partido tras el descanso: el gol al filo de este (tras jugadón de Joaquín), el desfondamiento progresivo del UCAM y, sobre todo, la sustitución de William por Guido. El portugués tocó bien el balón pero ha vuelto a ser ese jugador indolente que se limita a ir a las claritas en una estrecha franja de campo: ni robó, ni corrió a tiempo hacia atrás, ni ayudó a sus centrales (labor que se le suponía como medio más defensivo anoche) ni, claro está, se acercó al área rival en jugada. En cambio con Guido, que robó la tremenda cantidad de 9 balones en 45 minutos, el Betis casi nunca permitió la salida del UCAM, ni menos aún un juego fácil cerca de la frontal bética, y los locales nunca volvieron a llegar con peligro al área verdiblanca.

En lo individual cabe destacar las paradas salvadoras de Bravo (que impidió un drama en el primer tiempo), el horrible juego con balón de Montoya (pese a su gol), el desigual partido de Mandi (muy perdido en el primer tiempo, excelente en el segundo), la actividad de Guardado y la clase de Rodri y Joaquin. Loren y Lainez desperdiciaron su oportunidad; el ostracismo del canterano es aun así inexplicable, pero el del mexicano confirma lo que se sabía desde que fichó: con Rodri y Rober en el club era absurdo gastar 14 millones en repetir su perfil.

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lunes, 14 de diciembre de 2020

Betis 1 - Villarreal 1 (13ª jornada de LaLiga)

BETIS (1): Joel; Emerson, Bartra, Víctor Ruiz, Álex Moreno (Miranda 46'); William Carvalho, Guido Rodríguez; Aitor Ruibal (Joaquín 83'), Fekir, Guardado (Tello 46'); y Borja Iglesias (Sanabria 63')
VILLARREAL (1): Asenjo; Mario Gaspar, Albiol, Pau Torres, Estupiñán (Pedraza 41'); Iborra (Coquelin 40') (Jaume Costa 58'); Gerard Moreno, Parejo, Manu Trigueros, Kubo (Chukwueze 59'); y Fer Niño (Yeremi Pino 46').
Árbitro: Pizarro Gómez (C. Madrileño). Amarillas a los locales Borja Iglesias, Guido Rodríguez, Fer Niño y Pedraza.
Goles: 0-1 (5') Pau Torres; 1-1 (51') Aitor Ruibal.
Partido a puerta cerrada en el Estadio Benito Villamarín de Sevilla.

Salvó el Betis de Pellegrini un punto a base de esfuerzo ante un Villarreal hoy en día superior.

Primera hora de juego

Pellegrini parece querer (y va logrando) reconstruir su Betis desde atrás hacia delante, tras los dos calamitosos partidos ante Athletic y Eibar. Para ello repitió el victorioso planteamiento de Pamplona: escaso apetito por el balón, juego largo apenas se siente peligro de pérdida, intentos de contragolpe tras robo, verticalidad e intento de ser un equipo compacto en defensa. En cuanto a nombres, la baja de Canales se completó de nuevo con las suplencias de Joaquín y de Mandi (antes baja, ahora desplazado por Ruiz del equipo) lo que, junto a la ausencia de Bravo, formaba de nuevo un equipo mucho más esforzado que bien dotado técnicamente.

La compacidad defensiva se puso en grave peligro al recibir un gol temprano que forzó al Betis a presionar más arriba de lo previsto. Posicionalmente el Betis volvía a formar un conservador y claro 4-2-3-1 de pivotes muy paralelos, con Carvalho de nuevo (¡?) a la derecha de Guido; enfrente el Villarreal plantaba un 4-3-3 con bastante movilidad arriba, y de ese modo los esquemas de unos y otros encajaban con respectivo hombre de más en defensa. La inferioridad numérica a la hora de presionar era compensada por los béticos a través de posiciones intermedias, basculaciones laterales y muchísimo trabajo de los centrocampistas y delanteros.

Pese a ello la superioridad técnica del Villarreal lograba convertir a Iborra o alguno de los centrales en hombre libre en salida de balón y el Betis se vio obligado a correr hacia atrás muchas veces cuando su primera línea de presión era superada. Los kilómetros de los Guido, Guardado y Ruibal y el buen trabajo de una defensa adelantada y muy concentrada impidieron al Villarreal aprovechar esas salidas a campo abierto. Las lesiones fueron además minando a los visitantes, que perdieron progresivamente calidad en el centro del campo.

El Betis, en cambio, pocas veces lograba salir con limpieza, y menos aún por dentro, y Borja Iglesias nunca lograba bajar balones largos, de modo que la contra tras robo fue durante casi todo el partido la mejor forma de llegar al marco rival para los béticos. En el descanso Pellegrini mete a Tello como verdadero extremo por Guardado, y el equipo recibe premio muy pronto. El Betis aleja a su rival de su área pero pocas veces logra prolongar sus posesiones.

Última media hora

Emery, prácticamente obligado por las bajas, pasa a un 4-4-2 con Chukwueze en la derecha y Parejo y Trigueros por dentro: esto es, una pareja muy técnica pero de escaso empuje físico. Al Betis, agotado por el esfuerzo, pasa problemas para recuperar el balón y se mete progresivamente atrás; un conformista Villarreal no sabe hacer sangre y se limita a tocar sin profundidad.

Línea por línea

Joel fue responsable directo del 0-1, rematado desde un lugar (idéntico al del primer gol del Rennes hace año y medio) de su absoluta responsabilidad.

La defensa logró mantenerse lejos de su área y ha mejorado sustancialmente en los centros laterales. Los laterales apenas tuvieron oportunidad de subir por la brevedad de los ataques béticos.

Guido hizo de nuevo de pegamento defensivo del equipo, aunque el doble pivote paralelo le obliga a jugar la pelota en posiciones más adelantadas de lo que le permite su técnica. Carvalho, caso opuesto, tocó con acierto pero sigue siendo poco eficiente en lo defensivo. Ruibal parece convertirse en clave en este nuevo Betis por su trabajo y su llegada desde la banda, muy importante en este esquema. Por el contrario Guardado no puede aportarla desde la izquierda.

Arriba Fekir fue junto a Ruibal la única opción ofensiva real y el único jugador que supo retener la pelota arriba. Por el contrario Borja sigue demostrando su verdadero nivel, muy lejano de su precio.

Los suplentes comparecieron esta vez antes, aunque su aportación fue limitada. Pallegrini parece haber dado un giro de timón de cierta duración; resultará un fútbol de poco vuelo, pero tal vez alcance para una permanencia digna.

El detalle

 Lamentablemente el Betis sigue sin atraer rivales en los córneres a su favor.

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domingo, 6 de diciembre de 2020

Osasuna 0 - Betis 2 (12ª jornada de LaLiga)

OSASUNA (0): Sergio Herrera; Roncaglia, Aridane, David García, Iñigo Pérez (Nacho Vidal 80'); Roberto Torres, Moncayola, Brasanac (Oier 46'), Rubén García (Kike Barja 73'); Budimir y Gallego (Calleri 65').
BETIS (2): Joel Robles; Emerson, Bartra, Víctor Ruiz, Álex Moreno; William Carvalho, Guido Rodríguez; Aitor Ruibal (Joaquín 82'), Fekir (Sidnei 92'), Guardado (Miranda 82'); y Loren (Borja Iglesias 71').
Goles: 0-1 (76') Borja Iglesias; 0-2 (91') Miranda.
Árbitro: Hernández Hernández (C. Canario). Amonestó a los locales Aridane, Brasanac e Iñigo Pérez, y al visitante Víctor Ruiz.
Césped algo afectado por la lluvia y la nieve.

El plan B
Tal vez habría que llamarlo más bien el plan C, con c de catenaccio y contraataque, pero lo cierto es que el Betis de Pellegrini cambió su modo de juego, le valió para igualar a su rival y venció en Pamplona, algo siempre complicado, incluso ante un Osasuna en muy baja forma.

Antes del partido temiamos que el Betis de Pellegrini sufriera ante la presión alta osasunista, y ello por dos razones: la primera, que este Betis, hecho para tener el balón, sufre mucho cuando tiene posesiones bajas, como le ha sucedido ante quienes lo sometieron a un pressing avanzado; la segunda, que las bajas de Mandi y Canales han incidido directamente en sus problemas en la salida de balón y el equipo pasó por ello un calvario ante Athletic de Bilbao y Eibar. El mal estado del césped prometía empeorar este estado de cosas.

La solución de Pellegrini ha sido radical: sencillamente ha renunciado a la posesión y ha planteado un partido al contragolpe. No nos parece un plan válido a largo plazo, pero ha sido al menos aplicado con coherencia y, mal que bien, ha dado resultado hoy. Y no nos parece una solución válida a largo plazo porque demasiados titulares del plantel (los citados Canales y Mandi, más Joaquín, Guardado, William, los laterales...) sufren sin balón y no están preparados, ni táctica ni físicamente, para defender cerca de su área. Pero, vista la ausencia forzada de unos, Pellegrini asumió la situación y eliminó a otros jugadores poco preparados para defender muy atrás, como Joaquín y Sidnei, reforzó al equipo por dentro con William junto a Guido más Ruiz atrás, y dio orden de esperar al rival y jugar en largo sin arriesgar lo más mínimo al sacar la pelota, formando un 4-2-3-1 en el que Ruibal se encargaría de pedir el balón al espacio (véase el 0-1) y Guardado de poner cierto control.

La disposición bética era en realidad un 4-4-2 en fase defensiva; en ataque resultó asimétrica y difícil de explicar: de nuevo William (extrañamente) se colocó a la derecha de Guido, lo que, unido a la tendencia de Fekir a caer a esa banda y a la presencia allí de Emerson y de un Ruibal siempre más abierto que Guardado por el otro costado, volcó el juego bético a la banda diestra, mientras que la contraria, hoy sin Tello, apenas era hollada por Moreno y las caídas del delantero centro, Loren.



Osasuna formaba finalmente un 4-4-2 (aunque se especuló con que usase una defensa de cinco) y no apretaba tan arriba como era esperable, fuera por voluntad propia o porque las rápidas salidas béticas (en forma de intentos de contragolpe por abajo o pelotazos largos) no les daban apenas tiempo a armar la presión. El equipo navarro a su vez intentaba su juego habitual: también a base de balones largos, más llegadas por banda para cruzar balones, todo ello hacia una pareja de delanteros centro poderosa físicamente y apoyada por un centro del campo trabajador para la segunda jugada.

El partido quedó pues convertido en una sucesión de pelotazos largos e intentos de ataques rápidos a un ritmo excesivo para unos y otros; solo Fekir, enchufadísimo y ya en buen estado físico, era capaz de retener mínimamente la pelota y tratar de imponer su calidad. El francés se movió con total libertad e intentó explotar la espalda de los mediocentros osasunistas, especialmente la de Brasanac, aunque siempre fue perseguido sin piedad por uno de los centrales osasunistas; gracias a su fútbol el Betis pudo tener cierto control del balón en tramos como el central de la primera parte, aunque sin apenas ocasiones.

Segunda mitad
El paso de los minutos aumenta el empuje de un Osasuna que arriesga cada vez más. A un cuarto de hora del final llega la jugada decisiva, significativa de la mejora bética en defensa posicional: Emerson, retratado por su debilidad en los centros laterales en los partidos anteriores, saca un complicado balón cruzado y en la contra el plan funciona: bajada de balón del punta (ya Borja), conducción y pase de Fekir, Ruibal la pide y la encuentra al espacio y Borja la empuja.

A partir de ahí Pellegrini redobla su apuesta y parece querer montar una defensa de cinco, aunque en realidad es de seis porque tanto Miranda como Joaquín persiguen hasta meterse atrás a los laterales osasunistas, ya altísimos. Los locales bombardean el área desde los costados, aunque la pobladísima defensa bética (acabó con seis defensores en el campo) aguanta los balones cruzados y el partido llega a su fin sin excesivos apuros para Joel.

Línea por línea
Sin apenas trabajo real para Joel, hay que destacar la mejora colectiva de la defensa bética, mucho más concentrada y expeditiva que en partidos pasados. Con el doble pivote mucho más cerca –líneas más juntas–, los centrales tuvieron que defender menos espacios y, a cambio, resolver acertadamente los muchos centros que cruzaron su área.

Carvalho sigue lejos de quien debe ser, aunque al menos dejó detalles de calidad en un mediocampo también más trabajador que en partidos anteriores. Arriba Loren demostró merecer más minutos de los que ha disfrutado, y Fekir lideró al equipo como debe por sus emolumentos.

Pellegrini arriesgó con su cambio de plan y salió cara, a lo que contribuyó su acierto en los cambios.

Los comentarios son siempre bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.


martes, 1 de diciembre de 2020

Betis 0 - Eibar 2 (11ª jornada de LaLiga)

BETIS (0): Joel Robles; Emerson (Montoya 46'), Bartra, Sidnei, Álex Moreno; Guido Rodríguez, Guardado (Carvalho 54'); Joaquín, Fekir (Lainez 69'), Tello (Loren 54'); y Sanabria (Borja Iglesias 69').
EIBAR (2): Dimitrovic; Correa, Esteban Burgos, Bigas, Arbilla; Pozo, Diop, Expósito, Inui; Bryan Gil (Sergio Álvarez 92'); y Muto (Sergi Enrich 77').
Goles: 0-1 (50') Muto; 0-2 (54') Esteban Burgos, de penalti.
Árbitro: Martínez Munuera (Comité Valenciano). Amonestó el bético Emerson y al visitante Bryan Gil.

La afición bética fue sometida anoche a un nuevo bochorno por parte del Betis de Pellegrini. Tras una primera mitad floja pero más o menos decente, el equipo dio en la segunda una imagen deplorable, explicable más por razones psicológicas que tácticas.

Intentaremos una vez más explicar las segundas, aunque las primeras, materializadas en una mezcla de desidia y nervios, producen ya los típicos síntomas de un equipo en descomposición: jugadores que se esconden o hacen la guerra por su cuenta, desconcentración, pánico e insolidaridad entre compañeros.

En cuanto a lo táctico, más allá de errores concretos cometidos en este partido (que veremos más adelante) o de estudiar las fases en que se desarrolló, nos parece más útil detenernos en qué cosas hacía (más o menos) bien el Betis de Pellegrini hace apenas dos meses y hace ahora rematadamente mal.

1. Salida de balón.

Si hace pocas semanas un análisis de las jornadas transcurridas nos decía que el Betis ganaba contra los malos y perdía contra los buenos, una puesta al día de ese análisis nos da una clave más profunda: este Betis juega bien contra los equipos que se dejan encerrar a la espera del contragolpe –y casi siempre les gana: la salvedad fue el buen partido ante el Atlético–, pero lo pasa muy mal ante equipos que le hacen presión alta, algo de lo que ya se han percatado todos los cuerpos técnicos de España y que es seña de identidad de Athletic, Eibar y, mucho nos tememos, Osasuna. Desde inicio de temporada hemos advertido de que el equipo cuidaba poco los mecanismos de salida de balón y, aunque no maltrataba la pelota, fiaba demasiado su suerte a que los balones largos de Bravo fuesen cazados por Sanabria. A la baja del portero chileno (mal sustituido en este aspecto por Joel) se ha unido a la ausencia de dos jugadores clave en la buena salida por bajo de la pelota: el siempre minusvalorado Mandi y el omnipresente Canales. La escandalosa baja forma (o directa desaparición) de William y Guardado ha rematado un estado de cosas que provocó que anoche se jugara, como en Getafe, al estilo que más convenía al rival, mientras los Fekir y Joaquín veían volar la pelota por encima de sus cabezas. Anoche los intentos de sacar la pelota jugada apenas duraron la media hora debida para que Guido cometiera varias pérdidas muy peligrosas; a partir de ahí el equipo renunció al juego corto.

2. Ausencia absoluta de contrapresión.

Como consecuencia de esa imposibilidad de sacar la pelota jugada el Betis casi nunca logra encerrar a este tipo de rivales en su campo; anoche, apenas durante un minuto mediada la primera parte. Las pérdidas de balón ocurren tras pelotazos largos, con los dos equipos anchos y largos, a campo abierto, un contexto que el Betis no domina ni por físico ni por hábito (segundas jugadas, rebotes, duelos...). Así le es imposible poner en marcha el mecanismo del Gegenpressing, la presión tras pérdida, que requiere encerrar antes al rival y para la que sus jugadores sí están bien preparados; en particular, defensas como Sidnei, Bartra, Emerson o Mandi, rápidos y anticipativos sin importarles tener muchos metros a sus espaldas (aunque discretos defensores en su área).

3. Defensa posicional con líneas separadas.

El primer Betis de Pellegrini solía ser paciente y juntar líneas cuando no se daban esas condiciones debidas para presionar y por tanto se veía obligado esperar a su rival en defensa posicional. Pero ya apuntaba un defecto: saltar con demasiada alegría y demasiados elementos a la presión alta desde defensa posicional, algo para lo que tampoco tiene ni el físico ni la coordinación debida (sí el Eibar, por ejemplo). Ayer en concreto se repitió una jugada absurda y ya vista antes: los delanteros béticos no solo presionaban uno contra uno a los defensores eibarreses (algo ya arriesgado por dejar mano a mano a tus defensas, e innecesario: el Eibar juega en largo sin necesidad de apretarle), sino que uno de los delanteros béticos saltaba a por el portero mientras dos compañeros lo hacían a por los centrales, dejando en inferioridad numérica (¡?) a sus defensores ante los delanteros vascos. Naturalmente el desarrollo del marcador aumentó la ansiedad del equipo y este defecto empeoró con el paso de los minutos.

Si la delantera apretaba demasiado arriba, la defensa, ausente un Mandi con mando, tampoco se atrevía a acompañarle echando arriba la línea lo suficiente. En consecuencia las otrora líneas juntas del sistema defensivo posicional bético se convertían en un enorme prado para que Bryan Gil (de momento no más que un nuevo Capel) o Inui recibieran a sus anchas.

La suma de todos estos defectos produce un Betis que, efectivamente, defiende muy mal, y al que (con esta plantilla) no le irá la vida mejor aculándose cerca de su área al estilo Simeone, donde su pésima defensa de los centros laterales (ayer con Emerson como protagonista) suele costarle muy cara. La clave de todo el edificio, claro está, pasa por recuperar una buena salida de pelota, lo que permitiría al equipo encerar al rival y defender como le gusta. La futura vuelta de Mandi y Bravo promete mejorar este aspecto, pero falta mucho trabajo para que los pelotazos del portero sean complemento para buscar a delanteros en ventaja, no recurso cómodamente previsto para rivales en superioridad defensiva.

A estos defectos se suman la baja forma (o directamente ausencia) de elementos importantes del equipo como Joaquín, Emerson, Guardado, Fekir o Carvalho, tal vez favorecida por un Pellegrini que insiste en alinear siempre el mismo once sin aplicar en apariencia la menor meritocracia: jugadores como Loren, Lainez o Juanmi siguen en el ostracismo aprovechen o no los escasos minutos con que cuentan. 

Semejante rigidez muestra Pellegrini en lo táctico: apenas retoca más que la disposición del triángulo interior en ataque (2+1, como ayer, o 1+2), sin adivinarse, al menos en apariencia, trabajo alguno de scouting del rival; más allá de la anécdota del primer penalti de anoche (¿sabía Joel que iba a ir por el centro?), no se vislumbra estudio del rival ni preparaciones específicas para aprovechar sus debilidades o hacerlo jugar a contraestilo. Incluso los cambios de esquema de las segundas partes son previsibles. Naturalmente el desarrollo de los partidos mina la confianza de los jugadores –cuya actitud está dejando en general mucho que desear, llegando a veces a lo intolerable–, y el equipo acaba desquiciado y convertido en un guiñapo en manos de rivales que por calidad y presupuesto no debían ser superiores.

Apenas por comentar brevemente un aspecto posicional del partido de anoche, sorprendió la disposición paralela de Guido y Guardado en fase ofensiva, además sin apenas movilidad ni ayuda del mediapunta Fekir (que jamás vino a zonas de interior a recibir), lo que los hizo presas fáciles de Diop y Expósito (que incluso se permitían apoyar a sus centrales, siempre superiores por alto a Sanabria):


Previsiblemente obturada la salida de los centrales y sin posibles recepciones interiores, los pelotazos de Joel (¿de verdad era ese el plan?) casi nunca fueron bajados por Sanabria.

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martes, 24 de noviembre de 2020

Athletic de Bilbao 4 - Betis 0 (10ª jornada de LaLiga)

ATHLETIC (4: Unai Simón; Capa, Yeray, Íñigo Martínez, Yuri (Balenziaga 86'); Unai Vencedor, Vesga; Williams (Raúl García 75'), Muniain (Sancet 70'), Berenguer (Morcillo 70'); y Villalibre (Lekue 86').
BETIS(0): Bravo; Emerson, Sidnei, Víctor Ruiz, Álex Moreno; William Carvalho (Carvalho 61'), Guido; Joaquín (Lainez 70'), Rodri (Aitor Ruibal 82'), Tello (Loren 61'; y Sanabria (Borja Iglesias 61').
Árbitro: Alberola Rojas. Sin amonestaciones.
Goles: 1-0 (9') Víctor Ruiz, en propia puerta; 2-0 (33') Capa; 3-0 (58') Muniain; 4-0 (68') Berenguer.

Perpetró anoche el Betis uno de los partidos más bochornosos que se le recuerdan en la última década. No es por desgracia raro que el equipo sufra algunas goleadas cada temporada, pero sí que lleguen tan merecidamente, sin avatar ni golpe de fortuna alguno que la justifique mínimamente. No es novedad tampoco caer en Bilbao, pero sí ante un rival tan pobre como el Athletic actual y sin que los vascos den una sola patada. Particularmente indignante fue la sospechosa indolencia de algunos jugadores, que no debería dejarse pasar sin consecuencias.

Salvo por el rival, como queda dicho un Athletic en baja forma, sin apoyo de su público y mucho más blando de lo habitual, el partido resultó una tormenta perfecta en la que el Betis naufragó en lo táctico, lo físico, lo psicológico y lo técnico. De esto último se encargaron las bajas, que eliminaron a Canales, el jugador más en forma del equipo, y al minusvalorado Mandi, más Fekir y Bartra. Para reemplazar a los primeros Pellegrini optó por el debutante Rodri y por Víctor Ruiz, retratado pronto en un autogol que denotó unos fundamentos deficientes –aunque despejar con la derecha, como pidió unánimemente la prensa anoche, le era materialmente imposible en esa jugada–.

El estado físico de ciertos jugadores del equipo tampoco parece actualmente el adecuado, aunque es difícil en ciertos casos separarlo del psicológico: el nivel de activación de varios de los titulares de anoche no alcanzó siquiera el nivel de un amateur digno, y no hablamos ya de sacrificio, sino de la mínima concentración que hace a un jugador ganar o perder la décima de segundo para anticiparse al rival.

Pero este blog se dedica a lo táctico, y, aunque esto no explica esta vez mucho de esta debacle, hay que analizar algunos aspectos del desastre. No lo explica, primeramente, porque si miramos los meros dibujos nada inhabitual ni apenas erróneo se saca de ellos. Athletic y Betis jugaron el 4-2-3-1 que parece hoy (de nuevo) de moda, con Muniain y Rodri, respectivamente, como mediapuntas. Ese esquema tendió en el Betis al 4-3-3 más que nunca. En efecto, al desplegarse el Betis en ataque William Carvalho, con buen criterio (aunque tal vez en exceso) y contra lo opinado por el ayer destinado Alberto Edjogo-Owono en TV, se descolgó a posiciones de interior derecho, y tan adelantado además como Rodri (interior izquierdo de hecho), dejando a Guido centrar su posición cerca de la defensa y a Joaquín y Tello en los extremos, bien abiertos. Inexplicablemente, eso sí, Pellegrini ordenó de nuevo a Carvalho jugar a la derecha del argentino, de modo que los dos interiores quedaron a pie natural; se trata de jugadores sin cambio de ritmo alguno (Carvalho por peso pesado, Rodri por falta de potencia) y por tanto poco capaces para progresar con la conducción (como sí Canales). Obligados ambos por tanto a combinar con los compañeros, y ante un Athletic que los presionaba de cerca, esa ubicación (además de inusual para William) resultó ruinosa para el equipo: al no poder meter el cuerpo para proteger las recepciones con su pierna buena jamás lograron girarse ni hacer nada más que devolver balones hacia atrás. El Athletic no hacía una presión demasiado alta; esperaba al Betis con el bloque medio y juntaba mucho las líneas, tratando de apretar cuando los béticos volcaban el balón hacia un lateral y dejando libre, como tantos equipos, al opuesto. El cansino ritmo del Betis, que cada vez cuida menos la salida de balón, combinado con el mal pie anoche de Bravo, convirtió la primera parte en una sucesión de pérdidas del Betis apenas pasado el círculo central, que provocaban contras locales.

Cuando no llegaba a la contra el Athetic lo hacía en ataque posicional ante un sistema defensivo bético que hacía aguas en todos los aspectos. Como el Betis jamás se instalaba en campo rival no había sombra de Gegenpressing, así que cuando no se veían obligados a correr hacia atrás los béticos trataban de juntar líneas con el bloque medio, antes compacto y funcional. Sin embargo las distancias entre sus líneas se le hicieron siderales; en primer lugar, porque Sidnei y Ruiz no eran capaces de empujar la línea hacia delante (como sí hacen Mandi y Bartra) y, por el contrario, pasaron un calvario ante la movilidad de Villalibre. Pero además el desorden del centro del campo y la actitud pasiva de ciertos jugadores convirtió el cuadrado entre Joaquín, Emerson, Sidnei y William en un latifundio por el que Muniain, Berenguer e incluso Vesga camparon a sus anchas.

Una jugada que deja en mal lugar el estudio bético del rival se repitió una y otra vez: Sanabria cerraba más a Yeray que a Martínez (algo sorprendente siendo este zurdo y de buen pie); el central ex de la Real salía libre, y (con Rodri tratando de cerrar a Vencedor) Carvalho le salía al paso sin criterio ni medida dejando a su espalda un tremendo espacio vacío sobre el que jugar a placer.

 

 

 El insólito passmap de Martínez al descanso: jamás un central jugó tan fácilmente hacia delante (hacia abajo, en el gráfico)

Tras el descanso Pellegrini permutó a William y Guido (y por tanto a Rodri con el portugués en fase ofensiva), lo que no produjo tantos efectos positivos como preveía este bloguero al pedir esa permuta media hora antes, pero al menos dio al equipo un plácido arranque de segunda parte sin mayores humillaciones. No tardaron en llegar estas sin embargo, y solo a la hora el entrenador chileno cambió el guion pasando a un 4-4-2 con dos puntas y Guardado junto a Guido.

Línea por línea

Bravo tuvo escasa culpa bajo palos, aunque sus pases de media distancia fracasaron una y otra vez. El desastre de la línea defensiva fue absoluto, hasta tal punto que un Moreno tan desbordado como siempre fue el mejor. El agujero en la zona de Emerson y Sidnei fue descomunal; Ruiz al menos enseñó buen pie para el pase.

El buen partido de Guido, con talento y vergüenza, pareció excelente ante lo que le rodeaba. Perdido Tello, Joaquín, entregado, apenas mostró un par de detalles y tampoco supo ayudar a tapar bien su costado. La línea editorial de este blog, reacia al improperio y la palabra gruesa, nos impide calificar el partido de William Carvalho.

Poca responsabilidad se puede echar sobre Rodri, que trató de combinar a ratos con Joaquín y Emerson, aunque siempre con escasos espacios y poca colaboración. Sanabria hizo un decente partido descargando los pocos balones potables que le llegaron para, al menos, bajarlos.

De los suplentes solo cabe destacar las ganas y buen juego de Lainez, un fichaje que fue inexplicable hace dos años, cuando Rodri y Rober ya asomaban la cabeza en el filial, y lo sigue siendo ahora. Del resto de suplentes apenas puso empeño Guardado.

Cabe preguntarse si Pellegrini ha perdido el control de la situación o hay algo turbio en el vestuario que explique actuaciones del equipo como la de ayer.

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domingo, 8 de noviembre de 2020

F.C. Barcelona 5 - Betis 2 (9ª jornada de LaLiga)

F.C. BARCELONA (5): Ter Stegen; Sergi Roberto, Piqué, Lenglet, Jordi Alba; Busquets (Pjanic 86'), De Jong; Dembélé (Trincao 66'), Griezmann (Braithwaite 78'), Pedri; y Ansu Fati (Messi 46').
BETIS (2): Bravo; Emerson, Mandi, Bartra, Álex Moreno; William Carvalho, Guido Rodríguez; Joaquín (Aitor Ruibal 63'), Canales (Rodri 86'), Tello (Víctor Ruiz 63'); y Sanabria (Loren 71').
Árbitro: Cuadra Fernández (madrileño). Roja directa al verdiblanco Mandi (60'). Amarillas a los locales Ansu Fati y Pedri, así como a los visitantes Mandi y Álex Moreno.
Goles: 1-0 (22') Dembélé; 1-1 (45+3') Sanabria; 2-1 (49') Griezmann; 3-1 (61') Messi, de penalti; 3-2 (74') Loren; 4-2 (82') Messi; 5-2 (90') Pedri.
Incidencias: Puerta cerrada en el Camp Nou.

Volvió a caer el Betis frente a un grande tras un flojo partido, en cuyo resultado el arbitrario VAR puso la justicia que no quiso poner antes la fortuna. Contra el tópico histórico del club, el equipo de Pellegrini parece previsible: ha vencido con solvencia frente a los equipos de la parte baja y ha sido inferior a casi todos los rivales de nivel a los que se ha enfrentado.

Primera parte

En el primer tiempo no fueron ni Messi ni cuestiones de ajedrez con los esquemas los que desequilibraron el choque, pues no jugó el argentino y ambos equipos plantearon esquemas e incluso movimientos muy similares. Tampoco era Fekir de la partida, y unos y otros salían con un 4-2-3-1 de mediocentros bastante paralelos. En el Betis, extrañamente, William se colocaba a la derecha de Guido, tal vez para emparejarse con De Jong. Incluso los planes de juego fueron casi idénticos (no así el fruto de ellos de cara a portería): ambos equipos trataban de presionar arriba pero al tiempo guardaban un hombre de más (4 vs 3) en su línea trasera, de modo que un centrocampista rival quedaría libre. El elegido para ser flotado, con buen criterio por no ser peligroso en la conducción cuando se reconoce como hombre libre, fue Sergio Busquets (pues Guido, su posible par, cuidaba más que William la zona de mediapuntas):

Presión alta: el Betis flota a Busquets

Consecuencia de esa forma de presionar un tanto imprudente de unos y otros, con inferioridad numérica de defensores en el centro del campo, fue un correcalles sin control en el que el Betis sufrió mucho más que el Barcelona. A ello contribuyó mucho su precipitación con balón: los béticos nunca arriesgaron atrás y abusaron del balón largo y del intento de contragolpe en las ocasiones en las que la salida jugada fue posible. A consecuencia de ese exceso de velocidad el Betis jamás se pudo instalar en campo rival, y menos aún hacer una presión tras pérdida efectiva; en suma, el Betis no supo hacer jugar a contraestilo al Barcelona (no quiso o no supo quitarle el balón) y tampoco se vio favorecido por el partido de ida y vuelta que resultó, en el que la velocidad de Fati y Dembélé pesó más que la de Tello. Pese a ello, una jugada algo afortunada al filo del descanso dio el empate a los visitantes.

Minutos 45 al 60

En el descanso comparece Messi; el Betis da un paso atrás, ya no presiona tan arriba e intenta juntar líneas desde su bloque medio habitual, esta vez casi bajo. Ahí el círculo virtuoso de posesión - rival encerrado - presión pstpérdida -nueva posesión es definitivamente barcelonista y caen ocasiones hasta el penalti con expulsión de Mandi (3-1).

Última media hora

Pellegrini monta el típico 4-4-1 con Ruibal y Canales en las bandas, y el Betis hace un muy digno tramo final al contragolpe en el que incluso amenaza el triunfo local. Un exceso de optimismo muy al final del canterano Rodri desencadena el 5-2.

Línea por línea

Sin responsabilidad alguna en Bravo, los centrales béticos demostraron una vez más sufrir mucho cuando el juego se mete en su área. Tampoco Emerson ni menos aún Moreno (este al menos acertado en ataque) supieron frenar a sus pares.

Sí defendió con acierto e incluso jugó con soltura el balón Guido; en cambio su compañero de línea, William, se vio completamente superado por el ritmo del partido. Como en el caso del siempre ausente Guardado sería bueno que el club le recordara que sus obligaciones profesionales están antes con su club que con su selección.

Muy gris Joaquín (floja temporada la suya hasta el momento) y poco presente Canales, Tello fue de nuevo el animador del ataque bético, y fue por su banda por donde el equipo volcó, premeditadamente, el juego. Sanabria y luego Loren (muy buenos sus minutos) mostraron el camino a Borja Iglesias.

Desde nuestro punto de vista el planteamiento de Pellegrini pecó, como otras veces, de exceso de prisa por llegar a la puerta contraria; cuando el rival no se deja encerrar y lo presiona arriba el equipo quiere correr siempre, entra en partidos de ida y vuelta que no le interesan, y nunca logra encerrar ni someter al contrario. Tal vez esto explique su curiosa regularidad de resultados: machaca sin piedad a los elches que se le encierran mansamente pero nunca controla los partidos ante rivales que le aprietan arriba.

Resulta por otra parte difícil entender la resistencia del chileno a agotar los cambios, y menos aún en partidos de mucho desgaste físico y con el equipo en inferioridad numérica, como fue el caso; cualquier jugador del plantel hubiera acabado el partido mejor que Carvalho.

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lunes, 2 de noviembre de 2020

Betis 3 - Elche C.F. 1 (8ª jornada de LaLiga)

BETIS (3): Bravo; Emerson, Mandi, Bartra (Víctor Ruiz 76'), Álex Moreno; Guido Rodríguez, Canales; Fekir (Lainez 81'), Joaquín (William Carvalho 65'), Tello; y Sanabria.
ELCHE C.F.. (1): Edgar Badía; Josan (Rigoni 74'), Barragán, Gonzalo Verdú, Josema, Fidel; Raúl Guti (Víctor Rodríguez 81'), Marcone (Mfulu 74'), Sánchez Miño (Cifu 46'); Lucas Boyé (Nino 74') y Pere Milla.

Árbitro: Medié Jiménez (catalán). Amarilla a los locales Fekir y Sanabria, así como al visitante Sánchez Miño.
Goles: 1-0 (7') Sanabria; 2-0 (29') Tello; 3-0 (56') Tello; 3-1 (60') Josan.

Partido disputado a puerta cerrada en el Estadio Benito Villamarín. El Elche compareció con su histórica segunda equipación.

El Betis de Pellegrini superó ayer con gran solvencia a un limitado Elche. El equipo tiene ya claras señas de identidad y se impone con claridad a equipos inferiores.

Y era inferior este Elche, aunque no deje de ser meritorio demostrar la superioridad y aunque los ilicitanos vinieran de una racha de partidos sin perder muy notable. La verdad es que esa racha la había logrado con malos números subyacentes: en concreto, pocos remates a puerta y muchos concedidos en la suya, o sea, un acierto desmesurado en las áreas (que por cierto mantuvo ayer). Por demás el Elche apenas se ha reforzado tras un ascenso un tanto afortunado.

Primera parte

Si no fue pues una gran sorpresa la absoluta superioridad verdibanca de la primera parte, tampoco sorprendió el escenario táctico del partido, en cuanto a esquemas y en cuanto a modelos de juego. Este Elche suele tener cuotas de posesión muy bajas y efectivamente concedió el balón al Betis desde el inicio, tratando de juntar líneas desde una defensa bastante adelantada y un bloque medio que formaba un claro 5-3-2, con sus dos delanteros escalonados en fase defensiva para que el segundo tapase a Guido:

Pellegrini renunciaba a Carvalho para usar a Canales como segundo mediocentro en su ya habitual 4-2-3-1. Más que nunca, ese esquema era un 4-4-2 en defensa (Fekir en paralelo al punta Sanabria) y un ordenado 4-3-3 en ataque, pues (véase la imagen) Canales se escalonaba claramente por delante y a la izquierda de Guido, ocuando una posición de interior izquierdo adelantado casi paralela a la de Fekir (interior derecho), y ambos buscaban la espalda de los interiores del Elche.

Los dos primeros goles mostraron dos graves problemas sufridos ayer por los de Almirón. El primero de ellos, posicional, y ya padecido también alguna vez por el propio Betis, fue la tremenda exigencia física a la que se vieron sometidos sus tres centrocampistas: como se ve en la imagen de arriba, los laterales béticos (Emerson y Álex) no tenían pareja natural y los dos interiores ilicitanos se verían obligados a tremendas basculaciones laterales para taparlos. El Betis movía bien el balón de lado a lado, por lo que casi siempre llegaron tarde a tal misión.

Fijados los dos carrileros por los abiertos extremos béticos, Tello y Joaquín, los laterales béticos subieron casi a placer por la zona de centro del campo: en la jugada de la captura superior, momento de la asistencia del 1-0, Moreno tiene todo el espacio que necesita para temporizar su pase a Tello, quien castiga el adelantamiento de la defensa del Elche. Por cierto que el 3-0, muy parecido, castigó de nuevo ese adelantamiento, peligroso si no está sincronizado con una buena presión al pasador.

El segundo problema para el Elche fue la excelente presión postpérdida bética; pese a que los visitantes trataron de sacar el balón jugado desde atrás (con buen trato de pelota e incluso con riesgos), la mejor colocación de los béticos en el momento de sus pérdidas, muy metidos en campo del rival y con este encerrado, más la intensidad e inmediatez con que hacian la presión –muy bien temporizada por Guido–, provocaron una cuota de posesión abusiva a favor del Betis y muchas recuperaciones en el momento de la salida del Elche. Al contrario de lo que se hacía en tiempos de Setien (cuyo Betis también hacía muy buena presión postpérdida) este equipo sí acelera la jugada en ese momento de la recuperación en campo rival, y de pequeños contragolpes verticales así gestados nació el 2-0.

Segunda parte

El peaje de ese dinamismo y verticalidad del juego bético es la pérdida de control: a partir de los veinte minutos de la primera parte y durante algunas fases de la segunda el Elche logró posesiones largas, ante las que los béticos mantuvieron su buen bloque defensivo a altura media en 4-4-2, aunque a costa de bastante desgaste físico. Tras embocar el Elche su primer tiro que mereciera tal nombre (en un muy buen remate à la Kroos) el Betis, cansado, pasa momentos de relativo apuro, pero el equipo mantiene la cabeza fría y gracias a William se permite un plácido tramo final, de larguísimas posesiones de balón ante un rival no menos cansado y que ni siquiera se atreve a intentar una presión alta. El Betis acabó con Lainez (antes Fekir) como extremo derecho y Canales en la mediapunta.

Línea por línea

Apenas exigido ni como portero ni como iniciador del juego, vale la pena recuperar para Bravo el viejo sin calificar por falta de trabajo. Tampoco Mandi ni Bartra, atentos a la anticipación y valientes tirando la línea, pasaron el menor apuro. Emerson y, sobre todo, Álex, se dieron un festín sin apenas oposición; el zurdo ha subido muchísimo su nivel desde que tiene competencia.

Guido volvió a recitar una clase magistral sobre el puesto de pivote. El partido de Canales pasó discretamente desapercibido pese a sus excelentes asistencias a Tello, este sin duda en su mejor momento en el Betis. Menos brillaron Joaquín y Fekir; en este blog fuimos críticos con la alabada primera temporada del francés, y sin embargo no compartimos los crueles ataques que sufre ahora su juego: muy buen regateador y peligroso en el disparo, su actual papel de interior en ataque quita brillo a su juego por alejarlo del área y ser además Fekir un discreto pasador (algo importante ahí); sin embargo está respondiendo con un sacrificio defensivo más inteligente e implicado que la pasada temporada. Sanabria jugó bien lejos del área, cazó balones cruzados y marcó por fin –aunque poco le faltó ahí para fallar un remate sencillo: no es la técnica su fuerte–.

Pellegrini retrasó demasiado, precisamente, el cambio del tarjeteado Fekir, pero pocos peros más se pueden poner a su dirección de un equipo de juego muy reconocible y que se impone con autoridad a buena parte de sus rivales.

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domingo, 25 de octubre de 2020

Atlético de Madrid 2 - Betis 0 (7ª jornada de LaLiga)

ATLÉTICO DE MADRID (2): Oblak; Trippier, Savic, Felipe, Hermoso (Lodi 77'); Correa (Joao Félix 56'), Torreira (Herrera 46'), Koke, Lemar (Carrasco 46', Vitolo 83'); Llorente; y Luis Suárez.
BETIS (0): Bravo; Montoya, Mandi, Bartra, Álex Moreno; Guido Rodríguez (Víctor Ruiz 80'), William (Joaquin 64'); Fekir, Canales, Tello (Loren 64'); y Sanabria (Borja Iglesias 80').
Goles: 1-0 (46') Llorente; 2-0 (91') Luis Suárez.
Árbitro: Mateu Lahoz (valenciano). Auxiliado por González Fuertes en el VAR. Amonestó a Luis Suárez y Koke.

Una buena primera parte y una floja segunda terminaron con derrota del Betis en el Wanda.

Primer tiempo

Cualquier análisis del partido debe partir de un hecho obvio: aunque sin el glamour de otros grandes, el Atlético es un verdadero equipo de Champions, instalado en un nivel económico y deportivo un par de escalones por encima del del actual Betis. Desde esa perspectiva resultó muy meritorio el primer tiempo de los béticos; tal vez exagerara un poco Simeone en el postpartido al decir que el Betis fue superior en ese periodo, pues su Atlético no dejó de controlar el partido a su estilo y de mantenerlo en un escenario para ellos conocido y más o menos cómodo. Sin embargo es cierto que el Betis superó en posesión a los locales e incluso lo igualó en ocasiones de gol, más numerosas las béticas, más claras las atléticas.

Durante esa primera parte, y aunque suene un poco paradójico, los dos equipos pusieron el partido donde les gusta. Aunque formalmente ambos conjuntos partían de un 4-2-3-1, con Llorente y Canales de mediapuntas respectivos (Fekir y Tello tirados a derecha e izquierda en el Betis, Correa y Lemar en los locales), el Atlético se colocó en defensa en un prudente 4-1-4-1 que concedía superioridad numérica en la salida de balón al Betis...

... a cambio de tener superioridad dos contra uno de los centrales sobre Sanabria. Aquí el Betis hizo por fin lo que le reclamábamos desde hace muchas jornadas: sin necesidad de correr grandes riesgos en la salida de balón fue capaz de mantener la posesión atrás; esto es, al contrario de tantos partidos anteriores, no abusó del patadón de Bravo hacia los puntas. Mención especial debe recibir en este aspecto el juego corto de Mandi y Carvalho, y que el portero supiese detectar al hombre libre y usar el pase diagonal hacia los laterales, apenas usado últimamente. Entre eso y la pelea de Canales y Sanabria en los escasos balones largos enviados, el Betis pudo empujar al Atlético hacia su propio campo y entrar en el círculo virtuoso de posesión larga, pérdida, presión rápida tras esta, recuperación y nueva posesión, que desea Pellegrini y cualquier entrenador actualizado.

No significó esto que el Betis disfrutara de muchas ocasiones, como queda dicho, y no tanto por falta de acierto como por el magnífico manejo del Atlético de las situaciones en su área, famoso a nivel europeo. Los béticos se plantaron un puñado de veces en zonas de pase de la muerte, particularmente Tello, pero la acumulación y colocación defensiva de los de Simeone apenas permitieron un par de remates, y poco claros. En el área contraria, sin embargo, las escasas pérdidas béticas fueron castigadas con llegadas muy limpias al contragolpe y ocasiones para Suárez, escenario conocido para los colchoneros desde los años 70 del siglo pasado. Cada equipo, en suma, jugaba a su estilo y el Betis nivelaba el partido, que no era poco.

Segunda parte

Poco desgastados los suyos y probablemente poco contento Simeone con este estado de cosas, el Atlético sale del vestuario con dos hombres de refresco –sin tocar su esquema– y con toda la cuerda dada. Los locales marcan apenas iniciado el juego, y el Betis vuelve a un defecto conocido desde tiempos de Setién: durante unos minutos el equipo queda noqueado y desconectado del partido. Se entra en un escenario de posesiones breves y transiciones en el que el Atlético (es otra de sus especialidades) llega una y otra vez al área bética en superioridad numérica. Bravo salva al equipo de recibir más goles. 

Poco mejoró al Betis el reemplazo de William y el de Tello –en su mejor forma desde que llegó al Betis–, a los que Pellegrini mandó al banco para sustituirlos por Joaquín y un irrelevante Loren. Pasó el Betis así a jugar un 4-4-2 con Canales junto a Guido y dos verdaderos puntas. Poco antes Simeone había escorado a Llorente para hacer sitio a Félix. Cuando amainaba la tormenta para los béticos, González Fuertes decide el partido desde el VAR con la expulsión de Montoya, y solo restan minutos de la basura.

En lo individual cabe destacar las paradas de Bravo, que compensaron su leve error en el 1-0 (deja un resquicio indebido, pero muy pequeño), el desempeño más que aceptable de Moreno, muy por encima de su horrible nivel habitual esta temporada, y al siempre fiable Guido, mejorado en el pase y tan presente como siempre en defensa; el argentino es hoy el jugador menos sustituible del equipo.

El detalle

Seguimos sin ver la atracción de defensores en los córneres, ni siquiera cuando Canales y Joaquín están en el campo; con diez atléticos en el área fue casi imposible rematar. Sí se ve ya defensa en zona a balón parado, y es buena noticia esta puesta al día táctica: cada vez más equipos se convencen de la eficacia de este forma de defender.

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lunes, 19 de octubre de 2020

Betis 0 - Real Sociedad 3 (6ª jornada de LaLiga)

BETIS (0): Bravo; Ruibal, Bartra, Sidnei, Álex Moreno (Miranda 74'); Guido Rodríguez, Canales (Carvalho 58'); Joaquín (Loren 58'), Fekir, Tello (Lainez 74'); Borja Iglesias (Sanabria 46').
REAL SOCIEDAD: Remiro; Gorosabel, Aritz Elustundo, Le Normand, Monreal; Guevara (Zubimendi 65'), Mikel Merino; Portu, Silva (Roberto López 84'), Oyarzabal (Januzaj 84'); y Willian José (Isak 68').
Árbitro: Estrada Fernández (Colegio Catalán). Amonestó a los locales Sidnei y Bartra y al visitante Isak.
Goles: 0-1 (43') Portu; 0-2 (73') Oyarzabal (penalti); 0-3 (88') Januzaj.
Incidencias: partido a puerta cerrada.

Un aceptable Betis fue anoche levemente superado por la buena Real Sociedad de Imanol, que goleó con excesivo estrépito.

Primera parte

El partido es un buen ejemplo de la importancia en el fútbol actual de dos aspectos interconectados del juego de un equipo: la salida de balón y la presión. Betis y Real parten de intenciones tácticas similares: un 4-2-3-1 (tendente al 4-4-2 en defensa y el 4-3-3 en ataque) con voluntad de cuidar la posesión y presionar arriba al rival para recuperar pronto. Sin embargo la Real ejecutó mejor el plan, sobre todo en la primera mitad, de la que salió con ventaja.

En primer lugar, los realistas escalonaron mejor a sus mediocentros, conformando en ataque un 4-3-3 prácticamente perfecto en cuanto a ocupación de espacios, con Merino y el mediapunta Silva como interiores:



El parecido de las posiciones realistas con un modelo informático que maximiza la separación entre atacantes es asombroso –y ahora veremos qué consecuencias tiene–. Como vemos en el esquema, el Betis (y lo mismo haría la Real) trató de presionar dejando un hombre de más en defensa: línea de cuatro contra los dos extremos y el delantero centro del rival; a cambio, unos y otros pudieron sacar el balón en superioridad numérica.

Aquí aparecen las diferencias; la Real, con esa excelente colocación y una salida muy bien trabajada, jugaba una especie de megarrondo en superioridad en el que casi siempre encontraba al hombre libre. Solía ser Le Normand, el central que jugaba a pie cambiado; en ocasiones Joaquín intentó saltar a por él, provocando a su vez el salto de Ruibal sobre Monreal y dejando así expuesta a la defensa bética a un peligroso mano a mano. Si no se saltaba a ese mano a mano, las grandes distancias entre realistas (aquí la importancia de esa colocación) hacían llegar tarde siempre a los béticos en sus basculaciones en inferioridad, y en particular los esforzados Borja y Fekir no podían impedir la salida limpia de alguno de sus tres oponentes: los dos centrales y Guevara. Una vez lograda, los realistas castigaban con velocidad el adelantamiento bético.

Rondo ganado. Guevara sale libre, rebasando a los dos puntas béticos.

Enfrente el Betis intentaba un esquema y juego muy similares, aunque con Canales peor escalonado respecto a Guido y, sobre todo, con una salida mucho menos trabajada. Bien está hacer uso del excelente toque largo de Bravo, pero si no se mastica antes la salida de balón para atraer la presión rival es difícil que los delanteros, en inferioridad numérica y sin espacios, bajen muchos de esos balones. A esto se añadió ayer la presencia del inoperante Borja Iglesias; si ante el Valencia Sanabria fue capaz de hacerse con un altísimo porcentaje de esos balones largos (pues el uso e incluso abuso de ese método en este Betis no es nuevo), anoche Borja no fue capaz de superar jamás en ese fútbol a Elustondo y Le Normand.

Pese a todo lo dicho –y a las sensaciones a posteriori–, no hubo muchas ocasiones en la primera parte: este Betis defiende bien incluso cuando es inferior a su rival, y la Real solo tuvo dos, de las que embocó una; el Betis, varias poco claras.

Segunda parte

Pellegrini corrige el problema Borja, el Betis se tira arriba con todo (aun a costa de gastar su físico en los primeros minutos) y canta muy pronto bingo. El VAR y el árbitro, en actuación escandalosísima, impiden el empate y soslayan un penalti, acciones ambas del propio Sanabria, que además sí dio problemas a la defensa realista en los balones largos. Al cuarto de hora, ya casi a la desesperada, Pellegrini mete doble punta y releva a un inoperante Canales para meter a Carvalho y acostar a Fekir a la banda derecha. En el intercambio final de golpes, ante un Betis cansado, la Real sentencia.

Línea por línea

Retornado el importante Bravo, la baja de Emerson volvió a notarse mucho: incluso en sus días menos brillantes el brasileño fuerza a su par a un trabajo extenuante que empuja al rival contra su área. La de Mandi también influyó en la deficiente salida de balón, especialmente desafortunada ayer en Bartra y Álex Moreno, que por fin tiene un relevo.

El buen trabajo de Guido compensó parcialmente la desaparición de Canales; sin embargo ni esta ni el escaso juego de Fekir deben atribuirse solo a su mal desempeño, sino a un fútbol (de balones voladores sobre sus cabezas) que no es el que más les conviene, especialmente al francés; la definitiva integración de Fekir en el sistema defensivo del equipo es una muy buena noticia que debe apuntarse en su haber y el de Pellegrini. Joaquín y Tello contaron con pocos balones decentes, y de Borja solo cabe decir que sus oportunidades parecen definitivamente terminadas. De entre los suplentes hay que destacar sin duda a Sanabria, que pudo voltear él solo el partido.

Accidentes como el de ayer preocupan menos si el equipo sigue rindiendo defensivamente a buen nivel, aunque Pellegrini deberá regular mejor la presión en campo rival (superada por equipos técnicos, casos de Madrid y Real) y la salida de balón, demasiado volcada al balón largo.

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domingo, 4 de octubre de 2020

Valencia C.F. 0 - Betis 2 (5ª jornada de LaLiga)

VALENCIA C.F. (0): Jaume Doménech; Thierry Correia, Diakhaby, Hugo Guillamón, Gayà; Wass, Kondogbia (Carlos Soler 81'); Jason (Kang-In Lee 56'), Gameiro (Manu Vallejo 81'), Guedes (Álex Blanco 56'); y Maxi Gómez
BETIS (2): Joel; Emerson, Bartra, Sidnei, Álex Moreno; Guido Rodríguez, Canales; Joaquín (William Carvalho 81'), Fekir (Guardado 92'), Tello (Juanmi 92'); y Sanabria (Borja Iglesias 86').
Árbitro: Cuadra Fernández (Balear). Muy casero en la apreciación de faltas. Mostró amarillas a los locales Guedes y Hugo Guillamón, así como a los visitantes Bartra y Canales.
Goles: 0-1 (19') Canales; 0-2 (75') Tello.

Fue muy superior el Betis de Pellegrini a este Valencia experimental y disminuido de Gracia, y venció con justicia y sin el menor apuro.

No fue un Betis muy diferente en modelo de juego al de Getafe, y sin embargo la impresión y el resultado fueron radicalmente distintos. ¿Qué cambió de un partido a otro? ¿Fue, como se dijo una vez más, la intensidad con la que se aplicaron los jugadores béticos el factor diferencial? Más allá de que la fortuna, colocarse pronto arriba o abajo en el marcador o verse ante un rival incómodo puedan motivar más o menos a los jugadores, creemos que la diferencia entre un partido y otro hay que buscarla más bien en factores tácticos: el rival, su tipo de juego y las presencias y ausencias en el propio Betis.

En cuanto a alineaciones, la presencia de Emerson –que reventó a Guedes antes de la hora de juego–, la de Tello en el extremo izquierdo por Juanmi y el retraso en la posición de Canales a la de Carvalho dieron al once un perfil más dinámico, tanto a la hora de moverse para pedir el balón como a la de ganar segundas jugadas; frente a ellos, el Valencia presentaba un equipo claramente de peor calidad que en temporadas anteriores (y peor aún si se miraba al banquillo).

En cuanto a modelos de juego (y aquí hay nuevas diferencias respecto al partido de Getafe), el Valencia trató de realizar un fútbol similar al del Betis, de presión alta, buen trato del esférico –sin correr tampoco riesgos excesivos– y velocidad cuando se superase la presión rival: esto es, ambos equipos pretendían instalarse en campo contrario y ganar la batalla de la posesión. También coincidían los esquemas: 4-2-3-1 (que parece de nuevo de moda) con segundos puntas bastante adelantados, hasta formar prácticamente un 4-4-2 en defensa.

Sin embargo al Betis le funcionó mucho mejor el plan que a los chés. Aunque los béticos abusaron un poco (una vez más) de los pelotazos largos, especialmente Robles, cuando estos fueron bien preparados y orientados el buen trabajo de Sanabria y la superioridad por alto de Joaquín sobre Gayà, más una mejor activación para la segunda jugada y un rival más blando (que el Getafe) dieron muchos balones a los béticos en situaciones abiertas, tras ese pelotazo. Cuando se jugaba en corto, un excelente Canales y un aseado Guido cometieron muy pocas pérdidas en salida, y el avance del partido, con un Valencia cada vez más desquiciado y descolocado, mejoró si cabe esa segura fluidez.

Enfrente la presión bética –ejercida ayer en casi todas las jugadas– pudo parecer desmedida, demasiado arriesgada y extenuante, pero su buena ejecución y la falta de calidad del Valencia por dentro la hicieron muy eficiente. Veamos un ejemplo del arranque del partido, tras un saque en corto:

Esquematizada:

Emparejado aquí Guido con Gameiro para hacer superioridad atrás, el Betis presionaba en inferioridad numérica, con Sanabria, Fekir y Canales contra los dos centrales y los dos mediocentros valencianistas, pero la mala ubicación y la falta de calidad técnica de estos producía salidas de balón casi siempre sucias por dentro, o pelotazos sin rumbo de los laterales; además Maxi, recíprocamente en inferioridad, rara vez ganó la partida a Sidnei y Bartra. Los béticos usaban bien las posiciones intermedias para hacer dudar a los valencianos en el juego corto, con Fekir y Sanabria muy trabajadores a la hora de apretar al poseedor o replegarse para molestar a los mediocentros locales (como habían hecho los delanteros del Getafe con el Betis una semana antes).

El transcurso del partido fue cómodo para el Betis, que apenas vio en peligro una vez su puerta y sin embargo llegó en media docena de ocasiones claras a la del rival. Con algo de fortuna cayeron las más difíciles dentro, y el equipo (pese a los tardíos cambios de Pellegrini) nunca defendió cerca de su área ni entregó la posesión a su rival.

Individualmente destacaron un Canales omnipresente y exquisito en el 0-1, el habitual despliegue de Emerson, un Guido que ganó mil balones y un Sidnei que ocupó muchísimo campo; lento de movimientos cortos pero rápido en largo, se ve favorecido por jugar con la defensa muy adelantada, y apunta al futuro como titular en detrimento de Bartra. Entre los de arriba, Joaquín y Tello resultaron decisivos, y Sanabria y Fekir suplieron con mucho trabajo sus conocidos defectos: las carencias técnicas en el primer caso, que le privaron de embocar dos ocasiones clarísimas, y la tendencia al efectismo irrelevante del segundo, que se conectó mucho como interior derecho con Joaquín y Emerson pero pocas veces dio velocidad y profundidad al juego.

Pasado el mal día de Getafe, Pellegrini parece ganar crédito ante la afición. Su esquema, alineación y plan general de juego parecen muy definidos, coherentes y diferentes de los de temporadas pasadas: un fútbol mucho más colectivo que el de Rubi (ahora es juego a dos toques y presión organizada) y no tan acaparador de la de posesión como el de Setien: pretende mandar en los partidos y presionar arriba pero sin arriesgar perdidas atrás, y juega con mucha verticalidad cuando se roba arriba o se supera la presión rival. Los jugadores parecen creer en él, y el equipo da para estar de mitad de tabla para arriba. Y, asunto no menor, parece haber logrado integrar a Fekir en el sistema defensivo del equipo con un rol táctico definido.

El detalle

Ls córneres directos a la olla sin atracción previa de rivales no están funcionando. Hay que dar una vuelta a ese asunto.

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miércoles, 30 de septiembre de 2020

Getafe 3 - Betis 0 (4ª jornada de LaLiga)

GETAFE (3): David Soria; Damián (Cabaco 73'), Etxeita, Djené, M. Olivera; Nyom (Portillo 86'), Maksimovic, Arambarri (Palaversa 86'), Cucurella; Ángel (Timor 73') y Cucho Hernández (Jaime Mata 62').
BETIS (0): Joel Robles; Bartra, Mandi, Sidnei, Alex Moreno; Guido Rodríguez (Borja Iglesias 46'), William (Paul 61'); Canales, Fekir (Tello 72'), Juanmi (Aitor Ruibal 61'); y Sanabria (Loren 72').
Gol: 1-0 (13') Ángel; 2-0 (38') Cucurella; 3-0 (42') Ángel.
Árbitro: Martínez Munuera (alicantino). Amonestó a Damián, Olivera, Arambarri, Cabaco (Getafe), Fekir, Paul (Betis). Expulsó a Mandi (83').

Ni siquiera líder e ilusionado puede el Betis contemporáneo deshacerse de su fantasma particular, el siempre desagradable Getafe de Bordalás, que destrozó al nuevo Betis en una terrible primera parte de los andaluces. Como siempre que el Betis es derrotado por este equipo volvieron los cantos a la intensidad, las gónadas y el espíritu competitivo, factores que simulan ser una explicación de lo sucedido para quien no es capaz de darla.

Y es que, sin negar la importancia de la concentración y el esfuerzo en este deporte, otros muchos factores son igualmente decisivos. Suelen citarse cuatro: psicológico (digamos que es el ya mencionado), técnico, táctico y físico. Es probable que el Getafe superara al Betis en lo psicológico y dudoso que sea mejor en lo técnico, pero desde luego anoche fue mucho mejor en lo físico y en lo táctico.

Es mejor en lo físico por configuración de su plantilla: hombres como Nyom o Cucurella, laterales en cualquier equipo, son extremos para Bordalás, y sus mediocentros y delanteros son igualmente jugadores trabajadores y potentes físicamente por naturaleza y elección de su técnico; si te ganan los balones divididos no es (o no solo es) por concentración y esfuerzo, sino porque suelen ser más fuertes y más rápidos que los tuyos. Para que esa elección de Bordalás funcione, naturalmente, el partido ha de dirigirse por los derroteros que les convienen, en los que oculten su inferioridad técnica respecto a los Mandi, William o Fekir que jugaban ayer enfrente. De eso se encargó la parte táctica: el trabajadísimo equipo de Bordalás, que lleva años jugando con el mismo modelo de juego e incluso con el mismo esquema (4-4-2), supo llevar al Betis a su terreno de balones divididos, segundas jugadas, pelotazos verticales, ritmo alto y posesiones breves, un juego que sencillamente hacen mejor (con huevos o sin ellos) porque lo conocen, saben colocarse para él, saben cómo activarse para la segunda jugada y tienen mejor físico para los duelos. Esta vez ni siquiera necesitaron acudir a su habitual repertorio de faltas tácticas, juego violento y pérdidas de tiempo.

¿Pudo el Betis evitar ese juego y llevar al Getafe al que le convenía? No es fácil, obviamente. Los azulones practican una trabajada presión de líneas muy juntas que parte de un bloque medio (defensa bien adelantada y pareja de delanteros no muy lejana a la divisoria) que sube según las circunstancias de la jugada. Presonan muy fuertemente las recepciones interiores, que obligan a escupir hacia atrás, y fuerzan a jugar hacia el lateral para entonces bascular fuertemente y ahogar la jugada rival en la banda. Nada nuevo, claro está, pero si se hace bien y con solidaridad de todo el equipo (nadie tiene en su once licencia para no correr) es difícil de contrarrestar. Cuando recuperan, buscan un juego vertical hacia los extremos o directamente el pelotazo hacia los dos puntas, sin arriesgarse jamás a la pérdida por el centro.

Anoche su 4-4-2 encajaba hombre con hombre con el del Betis, así que las parejas eran claras y la superioridad numérica defensiva la conseguían los locales con basculaciones y posiciones intermedias; por ejemplo, el punta pareja del central con balón lo hostigaba, pero el otro venía a apantallar por delante el pase hacia los mediocentros. Con balón en pies de Sidnei, por ejemplo, resultaba:

Como ven, el pase está casi prohibido hacia cualquiera salvo Mandi o Moreno. En el primer caso la situación es la misma (simétrica por derecha), y en el segundo entra en juego la basculación y el ahogamiento en banda.

¿Cómo contrarrestar este fútbol? No es fácil, insistimos, y requiere correr otro tipo de riesgos, pero hay maneras: hacer circular el balón en corto con mucha rapidez de banda a banda; realizar cambios de juego directos (en la imagen, de Sidnei a Bartra); ofrecerse con movilidad e intercambio de posiciones por parte del trío interior (Carvalho, Guido y Fekir) para obligar a los mediocentros y centrales a perder bien la marca o bien el sitio; alternar desmarques en corto y largo (especialmente el delantero) para buscar la espalda de los centrales; y, sobre todo, tener el valor de aguantar la posesión bajo presión para obligar al rival a separar líneas y encontrar así espacios interiores y tras su defensa, e incluso pinchar balones al delantero.

Nada de eso hizo este Betis. Al contrario: jugó en corto con lentitud (ayudado por un césped clementísticamente seco); apenas Mandi hizo cambios de juego acertados; fue terriblemente estático por dentro, con Fekir lejos de la jugada (ahora que es mediapunta debe aparecer en zonas de interior) y Carvalho y Guido paralelos y estáticos, siempre de espaldas y presa fácil de Maksimovic y Arambarri; hubo muy pocos desmarques interesantes de Sanabria; y. en fin, se abusó del pelotazo como ya empezábamos a vislumbrar con preocupación en partidos anteriores y de forma anoche constante, con mención especial para Joel.

Orientado pues el juego bético bien al pelotazo vertical o bien hacia Bartra y Álex, uno lateral ocasional y otro en un espantoso estado de forma, el Betis fue víctima fácil para el Getafe, que además embocó todo lo que tiró. Sin instalarse jamás en campo rival, el Betis nunca pudo hacer presión postpérdida alguna, y tampoco presión de ningún otro tipo porque ante el Getafe (que está encantado de jugar largo) no hay ocasión. El resultado de todo ello, un 3-0 excesivo en el primer tiempo pero justo tras un segundo tiempo que de nuevo se jugó a lo que quisieron los locales, pese a los intentos de cambios ofensivos de Pellegrini (sin tocar el esquema) y a los cambios de banda de los extremos que se intentaron en diversos momentos del partido.

Del once bético apenas pueden salvarse los dos centrales y la voluntad de Canales y los canteranos. Mención negativa particular merecen Joel, que ni para ni pasa; las pérdidas de Moreno y Carvalho (dos de este, mortales); la indolencia de Sanabria y Fekir; y la irrelevancia de Juanmi, nulo siempre lejos del área.

El plan de partido de Pellegrini fue demasiado timorato y pareció centrarse en evitar las pérdidas por el centro (que, sin duda, son un peligro ante este Getafe); a cambio de evitarlas cayó por completo en el partido que deseaba el rival.

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