jueves, 31 de diciembre de 2020

Levante 4 - Betis 3 (16ª jornada de LaLiga)

LEVANTE (4): Aitor Fernández; Miramón, Róber Pier, Óscar Duarte, Clerc; De Frutos (Son 62'), Radoja, Malsa (Melero 72'), Morales (Giorgi 89'); Dani Gómez (Coke 72') y Roger (Sergio León 62').
BETIS (3): Joel; Emerson, Mandi, Víctor Ruiz, Miranda; Guido Rodríguez (Paul 59'), Guardado (Rodri 65'); Aitor Ruibal, Fekir (Canales 59'), Tello (Sanabria 37'); y Juanmi (Lainez 59').
Árbitro: Estrada Fernández (catalán). Roja directa al granota Róber Pier (68'). Amarillas a los locales Roger, De Frutos y Clerc, así como a los visitantes Paul y Mandi. Esta vez el VAR favoreció por tres veces al Betis.
Goles: 1-0 (2') Óscar Duarte; 1-1 (16') Mandi; 2-1 (22') Morales; 3-1 (24') Morales; 4-1 (55') Roger; 4-2 (78') Canales, de penalti; 4-3 (86') Canales.

El marcador no es siempre fiel reflejo de lo sucedido en el campo, como bien demuestra el partido de anoche: tras una aceptable primera parte el Betis vio en el marcador un deshonroso 3-1 en contra, y sin embargo su muy flojo segundo tiempo fue maquillado gracias a la inocente –y justa– expulsión de un rival.

Primera media hora: un Betis a la Bordalás

Una mirada a los porcentajes de posesión cada quince minutos revela el decurso del partido:

1-15: 41,0%
15-30: 50,4%
30-45: 61,6 %
45-60: 69,9 %
60-75: 67,6 %
75-90: 75,0 %

La baja posesión del Betis en el primer tramo del encuentro fue voluntaria, y producto de la inversión de papeles de los dos equipos respecto al fútbol que conocemos en la historia reciente de ambos clubes. Ante un Levante en un 4-4-2 ultraofensivo Pellegrini planteó un partido claramente al contragolpe: prescindió de un nueve clásico (algo poco extraño visto el rendimiento de los tres en plantilla) y metió arriba a tres hombres habituados a correr –y muy rápido– al espacio, más Fekir tras ellos. El planteamiento, aunque más cercano a lo pedido por el sector exigente de la afición bética que por el autor de este blog, era bastante coherente con esa alineación: esperar al Levante con un bloque medio y hacer una presión fuerte y selectiva para buscar la velocidad tras robo. Tal modo de juego, eso sí, tenía un talón de Aquiles: la evidente (y conocida) debilidad del sistema defensivo bético en posicional, especialmente considerando a sus laterales (Emerson y un Miranda ayer decepcionante en este aspecto), a un Mandi más cómodo lejos de su área y a un Joel temblón.

Aunque parezca disparatado decirlo, tal planteamiento funcionó bien a nivel táctico: la primera media hora consistió en un intercambio de golpes. Los béticos ejecutaron bastante bien su plan y se plantaron media docena de veces en superioridad a la contra, tras robos altos en el centro del campo. Sin embargo la falta de contundencia en las áreas, en todos los sentido posibles, arruinó semejante táctica: al destrozo realizado por De Frutos ante Miranda se unió un Morales, par de Emerson, que (como suele ante el Betis) metió todo lo que tiró –esta vez por las escuadras–; culminó la ruina el tradicional error por omisión de Joel en la salida, grosero y prematuro esta vez. La inoperancia de los cuatro atacantes, incapaces de aprovechar una y otra vez contras con espacios y en ventaja, hizo el resto: solo Tello creó peligro, y el gol hubo de cocinarse entre Guido y Mandi.

Minutos 30 al 68

Con el marcador muy a su favor, el Levante, como era de su conveniencia, baja las revoluciones del partido y da un paso atrás. Tello se rompe apenas pasada la media hora y el Betis, ya con Sanabria en punta y Juanmi a la izquierda, se muestra completamente incapaz de crear el menor peligro. Los ataques béticos culminan una y otra vez en centros sin excesivo peligro por parte de los laterales desde los costados, para los que no hay rematador: Sanabria no caza una y Fekir no asoma. El ataque posicional bético sigue sin mostrar mecanismos muy trabajados y no progresa más allá de la inspiración de Guardado en zonas interiores o las infructuosas guerras individuales de Fekir y Ruibal. El Levante mete el cuarto a la contra.

Minuto 69 al final

Sobre la hora Pellegrini mueve el árbol sin tocar el esquema: cambia de pareja central (ahora Paul Akou-okou más Rodri) y de mediapunta (Canales), y pasa a Ruibal a la izquierda para meter a Lainez a la derecha. El joven mexicano protagoniza, con suerte desigual, las primeras jugadas y provoca involuntariamente la autoexpulsión de Pier.

El Betis comienza con escasa fe el nuevo partido que se abre, pero Canales, Rodri y Lainez toman el mando y, ante un Levante lógicamente encerrado en un 4-4-1, asedia el área de Fernández. Dos goles del cántabro acercan al equipo al empate, finalmente sin suerte.

Línea por línea

Aunque a veces Joel sea atacado injustamente son demasiados los partidos en los que se le responsabiliza de la derrota con justicia; comenzar el encuentro por debajo con, otro remate de un córner ea apenas un metro de su rostro es un nuevo error sin perdón posible; sea su causa psicológica, óptica o de otro tipo, no es sostenible en la portería un guardameta tan flojo en salidas por alto.

Loa laterales mostraron su debilidad en defensa, conocida en Emerson y comprobada ahora en Miranda; en ataque tampoco llevaron peligro. Mandi y Ruiz, que hubieron de defender muy atrás un largo tramo, hicieron un trabajo discreto.

Tampoco Guido y Guardado supieron proteger su área, aunque el mexicano sçi trabajó con acierto en la presión. Tello fue el jugador más incisivo del equipo hasta que fue sustituido por un Sanabria cuya discreta técnica lo convierte en un rematador muy mediocre. Ruibal trabajó sin fortuna, como un Juanmi cuyo caro fichaje cada vez es menos explicable.

Esta vez los suplentes aportaron muchísimo: la ambición personal de un Lainez no siempre acertado pero de insistencia muy elogiable dada su situación; el fútbol de un Rodri ideal para atacar defensas cerradas, como fue el caso; y la excelente noticia de la recuperación de Canales, omnipresente y goleador. Paul cumplió.

Capítulo aparte merece el sobrevalorado Fekir, sobresaliente ante cinco defensas pero incapaz de encontrar la jugada correcta cuando no tiene defensas delante. Discreto pasador, ya advertimos hace meses que la libertad de la mediapunta se le convertiría en un hándicap al obligarle a atacar atrasado, con tres compañeros más adelantados que él, en un lugar donde su regate y su disparo sirven para poco.

Pellegrini ha intentado dar un giro al estilo de juego, pero tras el espejismo de Pamplona se demuestra que la solución no pasa por convertir al equipo en contragolpeador, un cesto para el que carece de mimbres. Si nuestro tiempo nos lo permite trataremos de escribir un post sobre posibles soluciones a los problemas del equipo, pero adelantemos que una vez recuperados Mandi y Canales estas deben pasar por tres vías: aumentar la cuota de posesión, mejorar la defensa posicional (si es necesario, usando defensa de tres centrales) y acercar a Fekir a la portería rival.

El detalle

El hecho de que León, tantas veces reclamado como titular en el Betis del pasado reciente, sea muy suplente en este Levante debe hacer recapacitar a muchos sobre la verdadera calidad de una y otra plantilla.

Los comentario son bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.


 

jueves, 24 de diciembre de 2020

Betis 1 - Cádiz 0 (15ª jornada de LaLiga)

BETIS (1): Joel Robles; Montoya, Mandi, Víctor Ruiz, Miranda; Guido Rodríguez, Guardado; Aitor Ruibal (Lainez, m.64), Fekir, Joaquín (Tello, m.75); y Sanabria (Loren, m.84).
CÁDIZ (0): Ledesma; Iza, Cala, Mauro, Espino; Salvi Sánchez (Jairo, m.67), Jonsson, Fali (Garrido, m.67), Perea (Alex Fernández, m.65); Negredo y Malbasic ('Choco' Lozano, m.52).
Gol: 1-0, M.71: Guido Rodríguez.
Árbitro: Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Amonestó a Malbasic y Sanabria. La política de este blog sigue siendo no hablar de los arbitrajes, pese a todo.

La apuradísima e importante victoria de ayer del Betis ante el correoso Cádiz parece confirmar una virtud y un defecto tácticos de este Betis de Pellegrini, heredados de temporadas atrás: gana cuando tiene más balón que el rival y pasa graves apuros en el caso contrario.

Minutos 1 al 70

Es de suponer que los rivales del Betis conocen ya sobradamente sus virtudes y defectos, pero también tienen sus propias maneras de funcionamiento y a veces no son compatibles con el boicoteo del fútbol favorito del rival. Es el caso del Cádiz: su éxito suele pasar por regalar la posesión al rival. Por tanto ambos equipos buscaron de salida el partido que se vio durante los primeros 70 minutos y que se ajustaba a unos y otros: el Cádiz juntaba sus líneas en su trabajadísimo 4-4-2 de bloque bajo (que mantendría incluso en los minutos finales, aun por debajo en el marcador) y el Betis podía volver a intentar su fútbol de toque, instalación en campo rival y presión postpérdida practicado con éxito a inicios de temporada y casi olvidado en el último mes, aunque ayer lo practicase más inducido por el rival que por premeditada intención propia.

Muy académico, el Betis aplicó con corrección el manual del equipo que ataca un bloque bajo desde el toque: salida de balón paciente, cambios de juego, intentos de desordenar al rival con recepciones interiores, laterales y extremos abiertos, buena presión postpérdida, centrales anticipativos... Logró al menos que el partido se jugase en una sola dirección, que no es poco: hasta el descanso el Cádiz apenas salió de la cueva en una ocasión (disparo al larguero, aunque anulable). Sin embargo el Betis se encontró con varios problemas que le impidieron crear ocasiones claras:

1) Una velocidad de circulación insuficiente, sin apenas cambio de ritmo al llegar a tres cuartos: apenas Joaquín (y sin espacios) intentaba un juego conbinativo de toques rápidos, mientras Ruibal y Fekir aceleraban solo en intentos individuales, controlados por la defensa a base de ayudas.

2) El estudiadísimo y muy bien trabajado sistema defensivo cadista. Era notable apreciar cómo cada jugador (central, lateral, mediocentro, centrocampista de banda, delantero) y cada línea colectivamente tenían perfectamente previstos los movimientos a realizar y alturas a ocupar según la posición y la orientación del rival en posesión y sus compañeros.

3) Una mala disposición de los hombres de dentro, aspecto sorprendentemente descuidado por Pellegrini hasta ahora. Guardado y Guido partían de posiciones paralelas y, aunque con buen criterio se escalonaban para intentar ofrecerse a diferentes alturas (uno de ellos habitualmente formando línea de tres con los dos centrales, el otro en posición de interior), lo hacían de forma improvisada. Lo que es peor: Guardado, por la izquierda, solía ser el más adelantado (y debía, por características técnicas), y como Fekir se acostó absurdamente a ese costado de la mediapunta, ambos chocaron, mientras el interior derecho quedaba vacío.

Heatmap de Fekir en la primera parte. Ataque: hacia la derecha.

Como efecto secundario Guido hubo de asomarse a posiciones altas, donde no se siente cómodo con balón, si bien el gol llegó, paradójicamente, por esta vía. La falta de amenazas por el carril central, donde el doble pivote del Cádiz solo tenía que controlar a Fekir, dificultó el juego por bandas al no obligar al Cádiz a cerrarse por dentro y liberar costados; solo Miranda pudo encontrar algunos espacios.

Tampoco parecen cuidarse suficientemente otros aspectos del buen juego posicional, como la salida de uno de los centrales como hombre libre para crear superioridades, o las permutas ofensivas, en las que solo parecen intervenir los cuatro hombres interiores.

Con el paso de los minutos, como sucedía hace un par de temporadas, el Cádiz fue madurando y sus cansados jugadores empezaban a llegar tarde a las ayudas. El Betis sube el ritmo y muy progresivamente va asediando el área del Cádiz, aunque este nunca se descompone. Pellegrini mete a Lainez y el mexicano propicia el gol.

Minuto 70 al final

Durante un breve tramo el Cádiz nivela la posesión y aquí reluce de nuevo un gravísimo defecto del sistema bético: su espantosa defensa de ataques posicionales, que aun sin meterse el equipo muy atrás permitió dos ocasiones muy claras de los visitantes en apenas diez minutos. Pasados esos apuros el Betis retoma el control del juego y mueve el balón de lado a lado sin que un fatigado Cádiz se atreva siquiera a presionar arriba.

Línea por línea

Aunque evidenció nervios y apenas tuvo trabajo es justo reconocer a Joel que su parada cerca del final salvó dos puntos y que se ha convertido en blanco de críticas cuando lo merece y cuando no (Granada).

El espantoso juego con balón de Montoya es impropio del lateral que fue y de la categoría. En defensa sí cumple, como un Miranda que abusa del centro a la olla pero conoce su oficio mejor que Moreno. Mandi corrió más riesgos de los necesarios pero fue el jugador del equipo con más criterio para conseguir ventajas en la salida de balón; además cuerpeó muy acertadamente con Negredo, algo difícil. Víctor Ruiz, por el contrario, parece un defensa del siglo XX: duro de cintura, lento de arrancada y algo tosco en conducción, aunque eficiente en su área.

Guido volvió a callar a sus detractores, si queda alguno, con una exhibición defensiva y un juego muy aseado en ataque, más el gol. Guardado parece hacer lo que hacía, pero su físico ya no le da para lo mismo. Algo similar ocurre a un Joaquín falto de chispa aunque inteligente y siempre preciso. Ruibal percutió sin fortuna.

Fekir demostró en grado superlativo sus virtudes y defectos: tremenda habilidad con balón, potencia física, capacidad de romper líneas, y también mala colocación para recibir, muy mala elección de jugada y poca precisión en el pase. Durante muchos minutos fue el único argumento ofensivo del Betis, aunque un argumento insuficiente. Sanabria hizo buenos movimientos y recepciones (tal vez demasiado atrás), pero sigue sin marcar ni, siquiera, tener ocasión de ello.

Lainez acertó en pocas jugadas, pero una fue gol, y basta. Tello –injustamente apartado de la titularidad, números en mano– y Loren aportaron muy poco.

Pellegrini parece haber estabilizado a ese moribundo que era el Betis de hace tres semanas. Ahora le toca recuperar mecanismos de juego que pareció tener hace meses, como una decente defensa posicional. Tiempo hay poco, y la clasificación, apretadísima, premiará o castigará cualquier leve movimiento.


miércoles, 23 de diciembre de 2020

Granada 2 - Betis 0 (14ª jornada de LaLiga)

GRANADA (2): Rui Silva; Foulquier, Germán, Domingos Duarte, Carlos Neva; Gonalons, Luis Milla (Yan Eteki, m.79), Yangel Herrera; Machís (Kenedy, m.61), Luis Suárez (Jorge Molina, m.79); y Soldado (Antonio Puertas, m.57).
BETIS (2): Joel; Emerson, Bartra, Víctor Díaz, Miranda; Guido Rodríguez (Tello, m.46), William (Mandi, m.92); Aitor Ruibal (Juanmi, m.46), Fekir, Rodri (Borja Iglesias, m.64); y Sanabria (Loren, m.64).
Goles: 1-0, M.14: Soldado, de penalti. 2-0, M.20: Soldado.
Árbitro: José María Sánchez Martínez (Comité Murciano). Amarillas a los locales Yangel Herrera (m.9), Soldado (m.15) y Gonalons (m.30) y a los visitantes Guido Rodríguez (m.11), Emerson (m.67), Fekir (m.87) y William (m.92). Expulsó con roja directa a Toni Doblas, entrenador de porteros del Betis (m.31).

Aunque espantosamente feo para el espectador neutral y desesperante para el aficionado bético por la impotencia sentida durante 70 minutos, el Granada-Betis de ayer tiene lecturas tácticas interesantes y conclusiones algo contradictorias. Por ejemplo en cuanto al marcador y a ocasiones de gol: por un lado es cierto que los locales tuvieron siempre el partido en escenarios controlados, y que a partir del minuto 20 les convino planificar lo que sucedió, un encuentro sin apenas acercamientos a las áreas; por el contrario, es tambien verdad que el Betis contó con más ocasiones que los locales, y que el temprano acierto de estos favoreció mucho su planteamiento. Véamoslo por tramos.

Minutos 1 al 20

El Granada de Diego Martínez saca rendimiento de una plantilla –muy al estilo del club en los últimos tiempos– de mucho más valor físico que técnico, para lo que practica un fútbol de notable alergia al balón que se mira en el espejo del Getafe: presión alta o repliegue según toca, juego preferentemente largo y aéreo, dominio de la segunda jugada y el balón parado, contundencia en las áreas y todo el repertorio bordalasístico de intimidacion, faltas tácticas, simulaciones y pérdidas de tiempo cuando conviene. Esto es, el Granada tiene todo lo que no tiene el Betis.

También carece de la calidad técnica de los Fekir, Carvalho o Rodri, y por ello seguiremos sosteniendo que al Betis, con esta plantilla, no le conviene entrar en ese tipo de fútbol. Sin embargo no es fácil huir de él ante rivales como este y Pellegrini tampoco le hace ascos, especialmente desde sus reformas de hace pocas jornadas, de modo que los primeros veinte minutos (además, siempre los más proclives a ser jugados a un ritmo físico alto) fueron un recital de pelotazos, choques, rebotes y patadas. Si el Betis salió vivo de tal juego en El Sadar no lo hizo en Los Cármenes, sea por falta de hábito en ese estilo o porque, sencillamente, el Granada es mejor equipo que Osasuna (y probablemente que este Betis). El 2-0 daba paso a un nuevo partido.

Minutos 20 al 90

Progresivamente el Granada da pasos atrás y la segunda parte acaba siendo un monólogo estéril del Betis, que tras el descanso prácticamente no logra acercarse con peligro al portal local pese a monopolizar la posesión. Y ello pese a los cambios de Pellegrini, muy ofensivos.

Con posesión el Betis de Pellegrini (particularmente en los últimos partidos) juega con los dos pivotes muy paralelos, de modo que a poco de iniciar la jugada prácticamente tiene cuatro hombres por detrás del balón; esto le da seguridad en caso de pérdida pero también problemas de elaboración por mala distribución. Tras el descanso el chileno arriesgó y escalonó ese doble pivote metiendo por dentro a Rodri, hasta entonces acostado a la izquierda, pasando a jugar con Tello y Juanmi por bandas. Pese a haber renunciado a Guido (y contra lo temido por este bloguero) el Betis siguió dominando el balón, más que por mérito propio por renuncia a este de un Granada muy metido ya atrás, con nueve jugadores en dos líneas muy cercanas. La doble punta arriba, que colocó a Fekir como vértice del rombo, tampoco propició más llegadas pese a los balones largos hacia ella.

Con la vista puesta ya en el inminente partido de Cádiz hay que hacer hincapié en los problemas de elaboración de jugada de un Betis que no parece tener mecanismos preconcebidos para ello, más allá de la inspiración individual de un Fekir liberado en ataque por delante de los pivotes, de una cierta movilidad general y de los dos contra dos en las bandas. No hay vías premeditadas ni se aprecia mucha preparación especifica para explotar las debilidades de cada rival.

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viernes, 18 de diciembre de 2020

UCAM 0 - Betis 2 (1ª eliminatoria de Copa)

UCAM (0): Unai Aguirre; Viti, Charlie Dean, Admonio, Josete Malagón, Tropi; Rafa de Vicente, Xemi Fernández; Alberto Fernandez, Johan y Eneko Jauregui.  
BETIS (2): Bravo; Montoya, Mandi, Víctor Ruiz, Miranda; William Carvalho, Guardado; Lainez, Joaquín, Rodri; y Sanabria.

En el Betis jugaron también Guido, Loren, Juanmi, Fekir y Tello. Césped aceptable en La Condomina.

El partido de anoche en La Condomina dio un perfecto ejemplo de la diferencia entre tener el control del balón y el control del partido. El Betis dominó la pelota durante los dos tiempos, pero solo tuvo el control del partido en la segunda mitad.

Primera parte

En la primera el Betis tuvo la posesión pero el partido estuvo donde queria el equipo católico, que no solo niveló la contienda: fue mucho mejor que el Betis y desperdició tres ocasiones de gol clarísimas, incluido un doble palo y un tiro a puerta vacía; mientras tanto el Betis apenas alcanzó un par de ocasiones poco claras antes del gol, llegado poco antes del descanso. El plan de los murcianos fue tan sencillo como antiguo: jugaron un 5-4-1 (clásico en situaciones de poca posesión, aunque cambiado a 4-1-4-1 tras una pronta lesión) con las líneas muy juntas y atrasadas, y dejaron a su peleón punta arriba para bajar balones ante Mandi y Ruiz y dar tiempo a salir a su equipo. No les hizo falta jugar mucho en largo: la deficientísima presión postperdida del Betis (la gran arma para dominar realmente el partido cuando el rival se encierra) permitió muchas salidas del UCAM con el balón controlado; lo que es peor, los centrocampistas del Betis tampoco corrieron hacia atrás con el empeño debido cuando su débil presión era superada, y si unimos a ello un par de errores individuales de los centrales béticos no extrañará ese lamentable balance de ocasiones ante un 2ªB.

El ataque bético tampoco funcionaba demasiado bien, aunque esto es más perdonable: ante un rival muy cerrado, con los carriles ocupados adecuadamente por la defensa de cinco y que corrió a todo gas durante media hora no era fácil encontrar espacios, pese a que el equipo trató de mover la pelota de lado a lado y de fuera adentro y de nuevo afuera con cierta velocidad. Cierto es que la posición paralela del doble pivote William-Guardado ayudó poco, pues dejaba fuera de la jugada a los centrales, un descentrado Mandi y un torpe Ruiz, de modo que la verdadera jugada solía iniciarse con balón en pies de William y ante él siete atacantes béticos cerrados por nueve defensores murcianos. La línea de mediapuntas bética, bastante móvil, la formaban (de izquierda a derecha) Rodri, Joaquín y Lainez. Sanabría acudía demasiado atrás a recibir.

Segunda parte

Tres factores cambiaron el partido tras el descanso: el gol al filo de este (tras jugadón de Joaquín), el desfondamiento progresivo del UCAM y, sobre todo, la sustitución de William por Guido. El portugués tocó bien el balón pero ha vuelto a ser ese jugador indolente que se limita a ir a las claritas en una estrecha franja de campo: ni robó, ni corrió a tiempo hacia atrás, ni ayudó a sus centrales (labor que se le suponía como medio más defensivo anoche) ni, claro está, se acercó al área rival en jugada. En cambio con Guido, que robó la tremenda cantidad de 9 balones en 45 minutos, el Betis casi nunca permitió la salida del UCAM, ni menos aún un juego fácil cerca de la frontal bética, y los locales nunca volvieron a llegar con peligro al área verdiblanca.

En lo individual cabe destacar las paradas salvadoras de Bravo (que impidió un drama en el primer tiempo), el horrible juego con balón de Montoya (pese a su gol), el desigual partido de Mandi (muy perdido en el primer tiempo, excelente en el segundo), la actividad de Guardado y la clase de Rodri y Joaquin. Loren y Lainez desperdiciaron su oportunidad; el ostracismo del canterano es aun así inexplicable, pero el del mexicano confirma lo que se sabía desde que fichó: con Rodri y Rober en el club era absurdo gastar 14 millones en repetir su perfil.

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lunes, 14 de diciembre de 2020

Betis 1 - Villarreal 1 (13ª jornada de LaLiga)

BETIS (1): Joel; Emerson, Bartra, Víctor Ruiz, Álex Moreno (Miranda 46'); William Carvalho, Guido Rodríguez; Aitor Ruibal (Joaquín 83'), Fekir, Guardado (Tello 46'); y Borja Iglesias (Sanabria 63')
VILLARREAL (1): Asenjo; Mario Gaspar, Albiol, Pau Torres, Estupiñán (Pedraza 41'); Iborra (Coquelin 40') (Jaume Costa 58'); Gerard Moreno, Parejo, Manu Trigueros, Kubo (Chukwueze 59'); y Fer Niño (Yeremi Pino 46').
Árbitro: Pizarro Gómez (C. Madrileño). Amarillas a los locales Borja Iglesias, Guido Rodríguez, Fer Niño y Pedraza.
Goles: 0-1 (5') Pau Torres; 1-1 (51') Aitor Ruibal.
Partido a puerta cerrada en el Estadio Benito Villamarín de Sevilla.

Salvó el Betis de Pellegrini un punto a base de esfuerzo ante un Villarreal hoy en día superior.

Primera hora de juego

Pellegrini parece querer (y va logrando) reconstruir su Betis desde atrás hacia delante, tras los dos calamitosos partidos ante Athletic y Eibar. Para ello repitió el victorioso planteamiento de Pamplona: escaso apetito por el balón, juego largo apenas se siente peligro de pérdida, intentos de contragolpe tras robo, verticalidad e intento de ser un equipo compacto en defensa. En cuanto a nombres, la baja de Canales se completó de nuevo con las suplencias de Joaquín y de Mandi (antes baja, ahora desplazado por Ruiz del equipo) lo que, junto a la ausencia de Bravo, formaba de nuevo un equipo mucho más esforzado que bien dotado técnicamente.

La compacidad defensiva se puso en grave peligro al recibir un gol temprano que forzó al Betis a presionar más arriba de lo previsto. Posicionalmente el Betis volvía a formar un conservador y claro 4-2-3-1 de pivotes muy paralelos, con Carvalho de nuevo (¡?) a la derecha de Guido; enfrente el Villarreal plantaba un 4-3-3 con bastante movilidad arriba, y de ese modo los esquemas de unos y otros encajaban con respectivo hombre de más en defensa. La inferioridad numérica a la hora de presionar era compensada por los béticos a través de posiciones intermedias, basculaciones laterales y muchísimo trabajo de los centrocampistas y delanteros.

Pese a ello la superioridad técnica del Villarreal lograba convertir a Iborra o alguno de los centrales en hombre libre en salida de balón y el Betis se vio obligado a correr hacia atrás muchas veces cuando su primera línea de presión era superada. Los kilómetros de los Guido, Guardado y Ruibal y el buen trabajo de una defensa adelantada y muy concentrada impidieron al Villarreal aprovechar esas salidas a campo abierto. Las lesiones fueron además minando a los visitantes, que perdieron progresivamente calidad en el centro del campo.

El Betis, en cambio, pocas veces lograba salir con limpieza, y menos aún por dentro, y Borja Iglesias nunca lograba bajar balones largos, de modo que la contra tras robo fue durante casi todo el partido la mejor forma de llegar al marco rival para los béticos. En el descanso Pellegrini mete a Tello como verdadero extremo por Guardado, y el equipo recibe premio muy pronto. El Betis aleja a su rival de su área pero pocas veces logra prolongar sus posesiones.

Última media hora

Emery, prácticamente obligado por las bajas, pasa a un 4-4-2 con Chukwueze en la derecha y Parejo y Trigueros por dentro: esto es, una pareja muy técnica pero de escaso empuje físico. Al Betis, agotado por el esfuerzo, pasa problemas para recuperar el balón y se mete progresivamente atrás; un conformista Villarreal no sabe hacer sangre y se limita a tocar sin profundidad.

Línea por línea

Joel fue responsable directo del 0-1, rematado desde un lugar (idéntico al del primer gol del Rennes hace año y medio) de su absoluta responsabilidad.

La defensa logró mantenerse lejos de su área y ha mejorado sustancialmente en los centros laterales. Los laterales apenas tuvieron oportunidad de subir por la brevedad de los ataques béticos.

Guido hizo de nuevo de pegamento defensivo del equipo, aunque el doble pivote paralelo le obliga a jugar la pelota en posiciones más adelantadas de lo que le permite su técnica. Carvalho, caso opuesto, tocó con acierto pero sigue siendo poco eficiente en lo defensivo. Ruibal parece convertirse en clave en este nuevo Betis por su trabajo y su llegada desde la banda, muy importante en este esquema. Por el contrario Guardado no puede aportarla desde la izquierda.

Arriba Fekir fue junto a Ruibal la única opción ofensiva real y el único jugador que supo retener la pelota arriba. Por el contrario Borja sigue demostrando su verdadero nivel, muy lejano de su precio.

Los suplentes comparecieron esta vez antes, aunque su aportación fue limitada. Pallegrini parece haber dado un giro de timón de cierta duración; resultará un fútbol de poco vuelo, pero tal vez alcance para una permanencia digna.

El detalle

 Lamentablemente el Betis sigue sin atraer rivales en los córneres a su favor.

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domingo, 6 de diciembre de 2020

Osasuna 0 - Betis 2 (12ª jornada de LaLiga)

OSASUNA (0): Sergio Herrera; Roncaglia, Aridane, David García, Iñigo Pérez (Nacho Vidal 80'); Roberto Torres, Moncayola, Brasanac (Oier 46'), Rubén García (Kike Barja 73'); Budimir y Gallego (Calleri 65').
BETIS (2): Joel Robles; Emerson, Bartra, Víctor Ruiz, Álex Moreno; William Carvalho, Guido Rodríguez; Aitor Ruibal (Joaquín 82'), Fekir (Sidnei 92'), Guardado (Miranda 82'); y Loren (Borja Iglesias 71').
Goles: 0-1 (76') Borja Iglesias; 0-2 (91') Miranda.
Árbitro: Hernández Hernández (C. Canario). Amonestó a los locales Aridane, Brasanac e Iñigo Pérez, y al visitante Víctor Ruiz.
Césped algo afectado por la lluvia y la nieve.

El plan B
Tal vez habría que llamarlo más bien el plan C, con c de catenaccio y contraataque, pero lo cierto es que el Betis de Pellegrini cambió su modo de juego, le valió para igualar a su rival y venció en Pamplona, algo siempre complicado, incluso ante un Osasuna en muy baja forma.

Antes del partido temiamos que el Betis de Pellegrini sufriera ante la presión alta osasunista, y ello por dos razones: la primera, que este Betis, hecho para tener el balón, sufre mucho cuando tiene posesiones bajas, como le ha sucedido ante quienes lo sometieron a un pressing avanzado; la segunda, que las bajas de Mandi y Canales han incidido directamente en sus problemas en la salida de balón y el equipo pasó por ello un calvario ante Athletic de Bilbao y Eibar. El mal estado del césped prometía empeorar este estado de cosas.

La solución de Pellegrini ha sido radical: sencillamente ha renunciado a la posesión y ha planteado un partido al contragolpe. No nos parece un plan válido a largo plazo, pero ha sido al menos aplicado con coherencia y, mal que bien, ha dado resultado hoy. Y no nos parece una solución válida a largo plazo porque demasiados titulares del plantel (los citados Canales y Mandi, más Joaquín, Guardado, William, los laterales...) sufren sin balón y no están preparados, ni táctica ni físicamente, para defender cerca de su área. Pero, vista la ausencia forzada de unos, Pellegrini asumió la situación y eliminó a otros jugadores poco preparados para defender muy atrás, como Joaquín y Sidnei, reforzó al equipo por dentro con William junto a Guido más Ruiz atrás, y dio orden de esperar al rival y jugar en largo sin arriesgar lo más mínimo al sacar la pelota, formando un 4-2-3-1 en el que Ruibal se encargaría de pedir el balón al espacio (véase el 0-1) y Guardado de poner cierto control.

La disposición bética era en realidad un 4-4-2 en fase defensiva; en ataque resultó asimétrica y difícil de explicar: de nuevo William (extrañamente) se colocó a la derecha de Guido, lo que, unido a la tendencia de Fekir a caer a esa banda y a la presencia allí de Emerson y de un Ruibal siempre más abierto que Guardado por el otro costado, volcó el juego bético a la banda diestra, mientras que la contraria, hoy sin Tello, apenas era hollada por Moreno y las caídas del delantero centro, Loren.



Osasuna formaba finalmente un 4-4-2 (aunque se especuló con que usase una defensa de cinco) y no apretaba tan arriba como era esperable, fuera por voluntad propia o porque las rápidas salidas béticas (en forma de intentos de contragolpe por abajo o pelotazos largos) no les daban apenas tiempo a armar la presión. El equipo navarro a su vez intentaba su juego habitual: también a base de balones largos, más llegadas por banda para cruzar balones, todo ello hacia una pareja de delanteros centro poderosa físicamente y apoyada por un centro del campo trabajador para la segunda jugada.

El partido quedó pues convertido en una sucesión de pelotazos largos e intentos de ataques rápidos a un ritmo excesivo para unos y otros; solo Fekir, enchufadísimo y ya en buen estado físico, era capaz de retener mínimamente la pelota y tratar de imponer su calidad. El francés se movió con total libertad e intentó explotar la espalda de los mediocentros osasunistas, especialmente la de Brasanac, aunque siempre fue perseguido sin piedad por uno de los centrales osasunistas; gracias a su fútbol el Betis pudo tener cierto control del balón en tramos como el central de la primera parte, aunque sin apenas ocasiones.

Segunda mitad
El paso de los minutos aumenta el empuje de un Osasuna que arriesga cada vez más. A un cuarto de hora del final llega la jugada decisiva, significativa de la mejora bética en defensa posicional: Emerson, retratado por su debilidad en los centros laterales en los partidos anteriores, saca un complicado balón cruzado y en la contra el plan funciona: bajada de balón del punta (ya Borja), conducción y pase de Fekir, Ruibal la pide y la encuentra al espacio y Borja la empuja.

A partir de ahí Pellegrini redobla su apuesta y parece querer montar una defensa de cinco, aunque en realidad es de seis porque tanto Miranda como Joaquín persiguen hasta meterse atrás a los laterales osasunistas, ya altísimos. Los locales bombardean el área desde los costados, aunque la pobladísima defensa bética (acabó con seis defensores en el campo) aguanta los balones cruzados y el partido llega a su fin sin excesivos apuros para Joel.

Línea por línea
Sin apenas trabajo real para Joel, hay que destacar la mejora colectiva de la defensa bética, mucho más concentrada y expeditiva que en partidos pasados. Con el doble pivote mucho más cerca –líneas más juntas–, los centrales tuvieron que defender menos espacios y, a cambio, resolver acertadamente los muchos centros que cruzaron su área.

Carvalho sigue lejos de quien debe ser, aunque al menos dejó detalles de calidad en un mediocampo también más trabajador que en partidos anteriores. Arriba Loren demostró merecer más minutos de los que ha disfrutado, y Fekir lideró al equipo como debe por sus emolumentos.

Pellegrini arriesgó con su cambio de plan y salió cara, a lo que contribuyó su acierto en los cambios.

Los comentarios son siempre bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.


martes, 1 de diciembre de 2020

Betis 0 - Eibar 2 (11ª jornada de LaLiga)

BETIS (0): Joel Robles; Emerson (Montoya 46'), Bartra, Sidnei, Álex Moreno; Guido Rodríguez, Guardado (Carvalho 54'); Joaquín, Fekir (Lainez 69'), Tello (Loren 54'); y Sanabria (Borja Iglesias 69').
EIBAR (2): Dimitrovic; Correa, Esteban Burgos, Bigas, Arbilla; Pozo, Diop, Expósito, Inui; Bryan Gil (Sergio Álvarez 92'); y Muto (Sergi Enrich 77').
Goles: 0-1 (50') Muto; 0-2 (54') Esteban Burgos, de penalti.
Árbitro: Martínez Munuera (Comité Valenciano). Amonestó el bético Emerson y al visitante Bryan Gil.

La afición bética fue sometida anoche a un nuevo bochorno por parte del Betis de Pellegrini. Tras una primera mitad floja pero más o menos decente, el equipo dio en la segunda una imagen deplorable, explicable más por razones psicológicas que tácticas.

Intentaremos una vez más explicar las segundas, aunque las primeras, materializadas en una mezcla de desidia y nervios, producen ya los típicos síntomas de un equipo en descomposición: jugadores que se esconden o hacen la guerra por su cuenta, desconcentración, pánico e insolidaridad entre compañeros.

En cuanto a lo táctico, más allá de errores concretos cometidos en este partido (que veremos más adelante) o de estudiar las fases en que se desarrolló, nos parece más útil detenernos en qué cosas hacía (más o menos) bien el Betis de Pellegrini hace apenas dos meses y hace ahora rematadamente mal.

1. Salida de balón.

Si hace pocas semanas un análisis de las jornadas transcurridas nos decía que el Betis ganaba contra los malos y perdía contra los buenos, una puesta al día de ese análisis nos da una clave más profunda: este Betis juega bien contra los equipos que se dejan encerrar a la espera del contragolpe –y casi siempre les gana: la salvedad fue el buen partido ante el Atlético–, pero lo pasa muy mal ante equipos que le hacen presión alta, algo de lo que ya se han percatado todos los cuerpos técnicos de España y que es seña de identidad de Athletic, Eibar y, mucho nos tememos, Osasuna. Desde inicio de temporada hemos advertido de que el equipo cuidaba poco los mecanismos de salida de balón y, aunque no maltrataba la pelota, fiaba demasiado su suerte a que los balones largos de Bravo fuesen cazados por Sanabria. A la baja del portero chileno (mal sustituido en este aspecto por Joel) se ha unido a la ausencia de dos jugadores clave en la buena salida por bajo de la pelota: el siempre minusvalorado Mandi y el omnipresente Canales. La escandalosa baja forma (o directa desaparición) de William y Guardado ha rematado un estado de cosas que provocó que anoche se jugara, como en Getafe, al estilo que más convenía al rival, mientras los Fekir y Joaquín veían volar la pelota por encima de sus cabezas. Anoche los intentos de sacar la pelota jugada apenas duraron la media hora debida para que Guido cometiera varias pérdidas muy peligrosas; a partir de ahí el equipo renunció al juego corto.

2. Ausencia absoluta de contrapresión.

Como consecuencia de esa imposibilidad de sacar la pelota jugada el Betis casi nunca logra encerrar a este tipo de rivales en su campo; anoche, apenas durante un minuto mediada la primera parte. Las pérdidas de balón ocurren tras pelotazos largos, con los dos equipos anchos y largos, a campo abierto, un contexto que el Betis no domina ni por físico ni por hábito (segundas jugadas, rebotes, duelos...). Así le es imposible poner en marcha el mecanismo del Gegenpressing, la presión tras pérdida, que requiere encerrar antes al rival y para la que sus jugadores sí están bien preparados; en particular, defensas como Sidnei, Bartra, Emerson o Mandi, rápidos y anticipativos sin importarles tener muchos metros a sus espaldas (aunque discretos defensores en su área).

3. Defensa posicional con líneas separadas.

El primer Betis de Pellegrini solía ser paciente y juntar líneas cuando no se daban esas condiciones debidas para presionar y por tanto se veía obligado esperar a su rival en defensa posicional. Pero ya apuntaba un defecto: saltar con demasiada alegría y demasiados elementos a la presión alta desde defensa posicional, algo para lo que tampoco tiene ni el físico ni la coordinación debida (sí el Eibar, por ejemplo). Ayer en concreto se repitió una jugada absurda y ya vista antes: los delanteros béticos no solo presionaban uno contra uno a los defensores eibarreses (algo ya arriesgado por dejar mano a mano a tus defensas, e innecesario: el Eibar juega en largo sin necesidad de apretarle), sino que uno de los delanteros béticos saltaba a por el portero mientras dos compañeros lo hacían a por los centrales, dejando en inferioridad numérica (¡?) a sus defensores ante los delanteros vascos. Naturalmente el desarrollo del marcador aumentó la ansiedad del equipo y este defecto empeoró con el paso de los minutos.

Si la delantera apretaba demasiado arriba, la defensa, ausente un Mandi con mando, tampoco se atrevía a acompañarle echando arriba la línea lo suficiente. En consecuencia las otrora líneas juntas del sistema defensivo posicional bético se convertían en un enorme prado para que Bryan Gil (de momento no más que un nuevo Capel) o Inui recibieran a sus anchas.

La suma de todos estos defectos produce un Betis que, efectivamente, defiende muy mal, y al que (con esta plantilla) no le irá la vida mejor aculándose cerca de su área al estilo Simeone, donde su pésima defensa de los centros laterales (ayer con Emerson como protagonista) suele costarle muy cara. La clave de todo el edificio, claro está, pasa por recuperar una buena salida de pelota, lo que permitiría al equipo encerar al rival y defender como le gusta. La futura vuelta de Mandi y Bravo promete mejorar este aspecto, pero falta mucho trabajo para que los pelotazos del portero sean complemento para buscar a delanteros en ventaja, no recurso cómodamente previsto para rivales en superioridad defensiva.

A estos defectos se suman la baja forma (o directamente ausencia) de elementos importantes del equipo como Joaquín, Emerson, Guardado, Fekir o Carvalho, tal vez favorecida por un Pellegrini que insiste en alinear siempre el mismo once sin aplicar en apariencia la menor meritocracia: jugadores como Loren, Lainez o Juanmi siguen en el ostracismo aprovechen o no los escasos minutos con que cuentan. 

Semejante rigidez muestra Pellegrini en lo táctico: apenas retoca más que la disposición del triángulo interior en ataque (2+1, como ayer, o 1+2), sin adivinarse, al menos en apariencia, trabajo alguno de scouting del rival; más allá de la anécdota del primer penalti de anoche (¿sabía Joel que iba a ir por el centro?), no se vislumbra estudio del rival ni preparaciones específicas para aprovechar sus debilidades o hacerlo jugar a contraestilo. Incluso los cambios de esquema de las segundas partes son previsibles. Naturalmente el desarrollo de los partidos mina la confianza de los jugadores –cuya actitud está dejando en general mucho que desear, llegando a veces a lo intolerable–, y el equipo acaba desquiciado y convertido en un guiñapo en manos de rivales que por calidad y presupuesto no debían ser superiores.

Apenas por comentar brevemente un aspecto posicional del partido de anoche, sorprendió la disposición paralela de Guido y Guardado en fase ofensiva, además sin apenas movilidad ni ayuda del mediapunta Fekir (que jamás vino a zonas de interior a recibir), lo que los hizo presas fáciles de Diop y Expósito (que incluso se permitían apoyar a sus centrales, siempre superiores por alto a Sanabria):


Previsiblemente obturada la salida de los centrales y sin posibles recepciones interiores, los pelotazos de Joel (¿de verdad era ese el plan?) casi nunca fueron bajados por Sanabria.

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