domingo, 31 de enero de 2016

Real Sociedad 2 - Betis 1 (22ª jornada de Liga de Primera División)

REAL SOCIEDAD (2): Rulli; Elustondo (Zaldúa, m. 46), Mikel González, Íñigo Martínez, Héctor; Illarramendi; Carlos Vela, Rubén Pardo (Bruma, m. 74), Xabi Prieto, Oyarzábal (Markel Bergara, m. 56); y Jonathas.
Real Betis (1): Adán; Molinero (Joaquín, m. 46), Pezzella, Bruno, Varela (Dani Ceballos, m. 71); Petros, N'Diaye; Cejudo, Fabián (Van Wolfswinkel, m. 46), Portillo; y Rubén Castro.
Goles: 1-0, m. 17: Xabi Prieto. 2-0, m. 33: Íñigo Martínez. 2-1, m. 50: Rubén Castro.
Árbitro: Prieto Iglesias, navarro. ostensiblemente casero. Amarillas para Molinero, Rubén Pardo, Joaquín y Portillo. 

Decepcionó ayer Juan Merino en el que probablemente era el partido decisivo para decidir su continuidad como entrenador del Betis. Su espantoso planteamiento del primer tiempo derrotó a su equipo pese a la sustancial mejora lograda al corregir sus defectos en el descanso.

Primera parte
Y es que Merino recordó al peor Mel de esta temporada en su diseño del equipo de la primera parte: mala alineación, mala distribución en el campo, plan de juego (si había tal) incoherente con el equipo en cancha, e incluso –este aspecto Mel sí lo cuidaba  fomento de las virtudes del rival.

Como es esperable en un entrenador de la escuela Barça la Real de Eusebio se distribuyó muy bien para atacar desde un armónico 4-3-3, en el que Illarramendi es mediocentro próximo a los centrales, tanto en fase ofensiva como en defensiva. En esta se organiza el habitual 4-1-4-1, siempre con Prieto y Pardo como interiores claramente por delante del pivote. La Real trata bien el balón y trata de presionar arriba tras pérdida: todo muy à la Barça.

Merino colocaba enfrente una alineación que adolecía, una vez más, de la ausencia de un segundo delantero que fijara a la defensa rival, bajara balones largos y, sobre todo, diera cierta presencia en el área a uno de los equipos menos goleadores de toda Europa. Pero además la aparición de Portillo como reemplazo de Kadir auguraba un atasco por exceso de circulación en la zona de interiores (Petros, Fabián, Portillo, a veces el propio Cejudo) y falta de hombres que pidieran el balón en largo, sobre todo a la espalda de la defensa rival: incluso Rubén Castro acabó pidiéndola cortita y al pie.

Primera parte: metido muy atrás, el Betis se monta un monumental atasco
en el interior derecho y es víctima fácil de la presión realista

Si al menos esta (mal distribuida) alineación hubiese jugado la baza de la posesión, para fomentar las virtudes propias –el toque corto, aunque fuese demasiado corto– y de paso obligar a la Real a jugar a contraestilo, el Betis habría tenido opciones. Sin embargo, como ya ocurriera en el pasado reciente, el equipo metió su 4-4-2 defensivo muy cerca de su portería, sin presionar jamás la salida de balón realista. Recuperaba la pelota muy atrás y era incapaz, por la naturaleza de sus jugadores, de sacar un solo contragolpe decente. Con la defensa muy arriba (pues había muy poca amenaza al espacio tras ella), la Real presionaba bien al racimo de interiores béticos, demasiado juntos y volcados hacia el sector derecho; sin embargo, el extremo izquierdo bético era un desierto: el Betis repartió sus ataques en esta primera parte en 20%/16%/64% (izquierda, centro, derecha). Las pocas veces que el Betis salia de la presión estaba aún lejísimos de la puerta rival y sin un solo jugador capaz de intentar ganar un desmarque en largo a la defensa. El resultado fue un justo 2-0 al descanso.

Segunda parte
Merino soluciona en el descanso todos los defectos del equipo: retrasa a Cejudo para meter un verdadero extremo derecho, Joaquín; introduce un delantero grande arriba, Ricky, que recibirá de espaldas, amenazará la de la defensa rival, pisará área y además equilibrará el juego (47%/26%/28%) junto a Rubén al caer por turnos al extremo izquierdo; y sobre todo, ya sin nada que perder, cambia el modo de juego lanzando al equipo a la presión alta. Ya bien distribuido en ataque y defensa, el Betis marca muy pronto.


 Segunda mitad: el equipo racionalmente situado en defensa (verde)
y ataque (blanco) que llevamos pidiendo toda la temporada

La Real tiene algún opción de ampliar el marcador, pero sobre todo es el Betis quien puede empatar, aunque el paso de los minutos le haga perder fuelle. Cerca del final Ceballos entra en los terrenos de Portillo, que es retrasado a lateral izquierdo.
 
Jugador por jugador
Adán: Buen partido. Estuvo a punto de parar el primer gol, un balón casi imposible.
Molinero: Cumplidor en defensa.
Pezzella: Cerró su zona sin problemas, aunque demasiado metido atrás. Sigue maltratando el balón.
Bruno: Junto a su compañero sostuvo al equipo ante el acoso de la primera parte, aunque debió adelantar más la línea.
Varela: Mal. Rebasado físicamente y poco fino técnicamente. Álex sigue en Elche.
Cejudo: No supo salir del enredo de piernas que fue su banda en el primer tiempo. Bien como lateral.
Petros: Flojo partido. Abusó de la conducción.
N'Diaye: De lo poquito salvable. La Real llegó más por las bandas que por su zona.
Portillo: Metido por dentro, o sea, en el mismo barullo que el resto del centro del campo, nunca encontró socios a los que jugar por delante, así que se dedicó con pertinacia a lo suyo: darla para atrás.
Fabián: Nunca encontró salida ni, otro más, nadie a quien dársela por delante.
Rubén: Sus venidas a la mediapunta de la primera parte ayudaron poco. En la segunda, ya con un socio, mejoró mucho.

Van Wolfswinkel: Buen partido, que incluyó una muy buena asistencia a Rubén. Es realmente inexplicable que el Betis vaya a fichar a un delantero centro de rendimiento incierto sin haber dado a este siquiera tres partidos seguidos.
Joaquín: Tal vez esté sólo para media hora, pero hace mucha falta.
Ceballos: Su semipenalti de cada semana, que algo es, y poco más.

Merino: Rectificar y reconocer los errores propios es de sabios, pero su competencia en las sutilezas tácticas, nunca demostrada, ha quedado más que nunca en entredicho, y eso le puede costar su merecida oportunidad.

Los comentarios son siempre bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7

lunes, 25 de enero de 2016

Betis 1 - Real Madrid 1 (21ª jornada de Liga de Primera División)

BETIS (1): Adán; Molinero, Bruno, Pezzella, Vargas; Ndiaye, Petros; Kadir (Joaquín, m. 57), Fabián (Dani Ceballos, m. 51), Cejudo (Portillo, m. 75); y Rubén Castro.
REAL MADRID (1): Keylor; Danilo (Carvajal, m. 63), Varane, Pepe, Marcelo; Kroos, Modric; Cristiano, Isco, James (Jesé, m. 78); y Benzema.
1-0, m. 6: Cejudo. 1-1, m. 70: Benzema.
Árbitro: Martínez Munuera (Comité Valenciano). Se equivocó en ambas direcciones en acciones relevantes. Mostró tarjeta amarilla a Molinero, Vargas, Petros, Danilo y Carvajal.
Casi lleno (48000 espectadores) en el Benito Villamarín. Excelente césped y tiempo.

El Betis ha arrancado un muy meritorio punto de la visita del Madrid gracias a un tenaz trabajo defensivo, a Adán y a una pizca de fortuna. El equipo es ya un bloque sólido, aunque sigue transmitiendo preocupantes señales en fase ofensiva.

Primera parte
Tras el fracaso del esquema de juego de Benítez (un rígido 4-4-2 con mucha gente por detrás del balón, doble pivote paralelo incluso en ataque y permutas estériles entre los cuatro de arriba) Zidane ha vuelto al sistema que conoció como segundo entrenador en la exitosa etapa del hoy añorado Ancelotti, que describimos aquí partiendo de un partido ante el Barcelona:

En rojo, las posiciones defensivas del Madrid de Ancelotti/Zidane. En blanco, las ofensivas. (Pinchen para ampliar)

Cambien un par de nombres y todo es idéntico a hace un año. Aunque la prensa nacional especule (de nuevo) una y otra vez en los prepartidos sobre si jugará un 4-4-2 o un 4-3-3, realmente el Madrid ataca siempre como el Barça clásico, en 4-3-3 con Kroos en el rol de Busquets, pero defiende en 4-4-2 porque Cristiano casi nunca sigue al lateral. Menos aún lo hace cuando intercambia posiciones con Benzema, una mala costumbre de tiempos de Benítez: ni Benzema puede dirigir el tráfico a su gusto desde el extremo ni CR7 sabe jugar al fútbol, algo imprescindible para brillar como punta que parte de parado y no como extremo en carrera, su puesto natural. Sí es cierto que hoy James se metió algo más atrás y algo más por dentro como extremo que Bale, titular en esa posición de extremo derecho.

Enfrente el Betis salió de nuevo con su 4-2-3-1 (o 4-4-1-1) de Villarreal, un esquema que le da un buen manejo de balón y una posición defensiva compacta, pero muy escasa llegada arriba. El equipo salió muy activado y la flauta sonó en la primera llegada, apenas pasados seis minutos. Desde entonces el partido transcurrió a un ritmo relativamente bajo, con posesiones largas de unos y otros, que no presionaban muy arriba y ahorraban fuerzas. Los únicos problemas le llegarían al Betis por la banda de Vargas, cuya tendencia a esconderse y falta de agresividad en la marca comprometen a los compañeros cercanos, en este caso por la libertad que tenía James. Modric además empezaba la jugada muy atrás y muy a la derecha y –remiso N'Diaye a salir tan fuera– se juntaba entre líneas con el colombiano; lo que en jugadores de menos calidad es un problema (juntarse en la misma zona), para ellos fue una ventaja. Huida la pareja de delanteros del Madrid de la zona de Molinero (cuyos recados a CR7 hicieron su efecto), Bruno no podía hacer ayudas, y si la vía abierta no hizo más daño al Betis fue porque las jugadas solían acabar en centros de Danilo, el inexplicable lateral derecho del Madrid.

El Madrid ataca y el Betis defiende en el primer tiempo

Segunda parte
Progresivamente desfondado, el Betis da un paso atrás y se amontona cerca de su área. Cuando recuperan el balón los béticos tardan un mundo en separarse para pedir el balón al compañero, si lo hacen. Sin suficiente potencia en las bandas para jugar tan lejos de la puerta rival, y con un Castro muy inferior a Pepe y Varane en los balones largos, los béticos se quedan sin contragolpe ni salida alguna, y por tanto a merced de la presión madridista: ya no la tienen casi nunca. El Betis se cierra bien por dentro pero el Madrid llega por las dos bandas (ya está Carvajal). Merino va cambiando nombres por lesiones y puro cansancio y el equipo aguanta como puede, aunque recibe el empate. Muy cerca del final Rubén está a punto de lograr una victoria que, ocasiones en mano, no habría sido justa.

Jugador por jugador
Adán: Partido excelente. Segurísimo en las salidas por alto y magnifico bajo palos, tanto en corto como desde lejos. Por ponerle un pequeño pero, debe evitar los pelotazos hacia Rubén y mandarlos hacia los extremos –siempre que no se trate de Portillo–.
Molinero: Jugó de lateral a la antigua, con oficio y toque al tobillo cuando pasaba el balón. Cristiano tampoco anda fino.
Pezzella: Sigue progresando, y esta noche hizo un partido francamente bueno pese a lo muy exigido. Incluso hizo buenos cruces de ayuda.
Bruno: Bien, sin alardes. La tocó con sentido.
Vargas: Se sabe lento (¿sobrepeso?) y lo disimula cediendo metros a los rivales y limitándose a guardar la posición, con lo que evita ser desbordado y quedar así en evidencia, pero que es muy nocivo defensivamente para el equipo. En ataque tampoco pudo hacer mucho más que tocarla en corto.
Kadir: Comenzó con ritmo pero se fue desdibujando. Si el equipo no la tiene luce poco.
Petros: El mejor, otra vez. Suma un gran acierto en el pase (88% esta vez) a un trabajo tremendo y un progreso en lo táctico que lo pone ya siempre en el lugar debido. Isco, por cierto, no le ganó nunca. La injusta tarjeta recibida lo cohibió mucho al final.
N'Diaye: La posición de Modric (enorme de nuevo, por cierto) le causó confusión. Buen partido, sin más.
Cejudo: Golazo tremendo y mucho trabajo. Confirmó que juega igual ante el Madrid que ante la Llagostera.
Fabián: Tocó bien la pelota entre líneas y ayudó a incomodar a Kroos. Se le puede apuntar una asistencia.
Castro: La brillante jugada final demuestra que se guardó demasiadas fuerzas. Hay que reconocerle sin embargo que el poquísimo peligro bético llegó gracias a él, y lo tenía muy difícil: solo y ante dos muy buenos centrales.

Ceballos: Se vende.
Joaquín: Su estado físico es preocupante.
Portillo: Dio dos pasos adelante y tres para atrás.

Merino: La actitud del equipo ha girado diametralmente, y en defensa se recuperan las bases correctas. En ataque hay mucho que mejorar.

El detalle
La llegada inminente de Leandro Damião, delantero alto y de área, ayudará a Rubén (¡esperemos que jueguen juntos!) y confirma que el gran fracaso de Macià está en la delantera: ninguno de los tres tanques que empezaron la temporada (Molina, Van Wolfswinkel y Rennella) han contado apenas para ninguno de los entrenadores.

Como siempre, los comentarios son bienvenidos.

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domingo, 17 de enero de 2016

Villarreal 0 - Betis 0 (20ª jornada de Liga de Primera División)

ViILLARREAL (0): Areola; Mario, Musacchio, Víctor Ruiz, Adrián Marín; Dos Santos, Manu Trigueros, Bruno, Denis Suárez (Samu Castillejo, m. 73); Bakambu y Soldado (Léo Bãptistao, m. 67).
BETIS (0): Adán; Piccini (Molinero, m. 83), Pezzella,
Bruno, Vargas; N'Diaye, Petros; Kadir, Fabián (Portillo, m. 79), Cejudo; y Rubén Castro (Jorge Molina, m. 74).
Árbitro: González González (Comité Castellano-leonés). Amonestó a Víctor Ruiz, Petros y Samu Castillejo.
500 béticos entre los 15.000 espectadores en el estadio de El Madrigal. Noche fría.

El Betis jugó anoche un partido de notable alto, lo que es una muy buena noticia visto el lamentable estado del equipo hace apenas unos días. Merino parece haber logrado revivir una plantilla muerta en lo anímico, lo físico y lo táctico.

Es en esto último donde más se notó la mano del entrenador, que consiguió que su trabajo –en cinco o seis sesiones– de ciertos conceptos cundiera más que lo hecho durante los seis meses anteriores. De ahí –y de la fortuna, que evitó un nuevo gol tempranero en contra, que pudo ser demoledor– se derivó la reconstrucción anímica y física del equipo: a partir de la posesión del balón creyó en sus posibilidades e hizo correr al rival

La citada mejora táctica no vino de cuestiones de esquemas de juego –del mismo modo que el desastre del Pizjuán tampoco provino de tales asuntos–, sino de la propia manera de trabajar en equipo de los jugadores. Curiosamente ha sucedido lo mismo que hace un año, cuando Mel relevó a Velázquez: por fin el nuevo entrenador ha recuperado una buena salida de balón, completamente descuidada por el equipo técnico anterior. Los béticos casi nunca la rifaron anoche, y cuando jugaron en largo lo hicieron sólo tras obligar al rival a adelantar las dos primeras líneas de presión, creándose así espacios para una posible recepción de los hombres de arriba. Los centrales béticos, con la ayuda de uno de los mediocentros (generalmente N'Diaye) y de Adán tocaron con paciencia ante Soldado y Bakambu; pero más importante aún fue el buen juego colectivo de la siguiente línea (laterales, Petros, Fabián, con apariciones de Kadir), que se ofrecieron bien abriendo espacios, triangulando a uno o dos toques y buscando las espaldas de los laterales locales, en lugar de realizar el absurdo juego de manoseo de balón en tres metros cuadrados de apenas días antes.

Defensivamente el Betis no buscó demasiadas veces recuperar el balón inmediatamente tras pérdida, pero su presión media-alta funcionó bien. Fue gracias al generoso trabajo de Fabián y Rubén en la primera línea de un 4-4-2 defensivo, y sobre todo al despliegue físico impresionante de N'Diaye y Petros, que, como el resto del equipo, supieron salir a presionar en el momento adecuado pero también –importantísimo– recuperar la posición si el compañero era rebasado. Tuvo que ver en ello la solidaridad entre compañeros fomentada por un Merino que confeccionó una alineación más ética que táctica, sin pleitesía alguna a los galones de ciertas vacas sagradas.


El Villarreal jugó su habitual 4-4-2, con ciertas similitudes con el del City de Pellegrini, en el que los mediocentros Bruno y Trigueros apenas se escalonan en ataque (mala cosa) y los extremos alternan la banda con el juego interior. Los béticos los defendían en el llamado 4-2-3-1, con Fabián de mediapunta: presionaban desde el mencionado 4-4-2, y, si eran superados, el canterano retrocedía hasta tomar a Bruno. En ataque resultaba un 4-3-3, pues Kadir y Cejudo hacían de extremos y Fabián bajaba hasta posiciones de interior, con cierta tendencia a pisar los mismos terrenos de interior derecho que Petros; supieron alejarse uno de otro, pero el juego resultó mucho más cargado hacia esa banda. Si bien durante fases del segundo tiempo el Betis quedó parado algo atrás, en general se alternaron fases de posesión y ocasiones para los dos equipos, algo meritorio ante un rival que pasa por dominador de sus partidos, y especialmente en casa, donde llevaba cuatro victorias consecutivas.

Sí conviene detenerse en el único –y previsto– defecto del Betis anoche: su falta de gol. El equipo acaba de establecer un récord negativo de seis jornadas sin marcar, y no es asunto que deba sorprender –de hecho fue largamente discutido hace meses en este enlace (punto 2)– mientras sus entrenadores se empeñen en jugar con un solo punta. Afición y prensa elogian semana a semana el buen papel del mediapunta de turno cuando juega en su verdadero sitio, como fue el caso ayer de Fabián y otros días de Ceballos o Portillo, y lamentan la falta de líneas de pase profundo ante ellos para crear situaciones de gol. Sin embargo nadie parece querer entender que una cosa es consecuencia de la otra: el Betis no tiene extremos capaces de hacer su trabajo defensivo de seguir a laterales largos, caso de ayer, más luego pisar el área rival –tipo de jugador, por otra parte, nada fácil de encontrar–. Como lógica consecuencia de su poca presencia muy arriba, los Kadir, Cejudo, Vadillo o Joaquín tienen poco gol, de modo que poner a un interior sin llegada a defender como segundo delantero (pues no otra cosa es eso que llaman mediapunta) es renunciar al hombre que pueda rematar en el área los centros de esos extremos cuando llegan a la línea de fondo, que se desmarque por detrás de los centrales rivales, que pivote de espaldas a portería, que se asocie con Rubén y, sobre todo, que llegue al gol. No es asunto de fácil arreglo, porque jugar con dos arriba tiene sus peajes, pero mientras el fútbol consista en meter más goles que el rival no se atisba otra solución. La posible llegada de un extremo difícilmente mejore esto, dada la disponibilidad económica del club: con las cifras que se manejan mal se garantiza que venga alguien superior a los arriba citados.

Jugador por jugador
Adán: Sorprendentemente preciso con los pies, algo muy positivo para desahogar el juego hacia el lateral del lado débil cuando se quiere retener el balón ante la presión rival. Estuvo a punto de arruinar el partido cuando malparó un extraño centro-chut de Soldado.
Piccini: En su mejor partido de la temporada junto al de ida contra el mismo rival, estuvo concentrado en defensa y subió mucho y bien. Su lesión es preocupante.
Pezzella: Bien colocado, firme en defensa y, una vez más, espantoso en ataque. Convendría que al menos dirigiera sus pelotazos a zonas donde hubiese alguna camiseta de su color.
Bruno: Manejó la pelota decentemente considerando que jugó en su perfil malo. En defensa, cumplidor pero, esta vez, sin alardes.
Vargas: Mal. Lento y, sobre todo, muy descolocado en defensa; se quedó abierto sin pareja cada vez que Dos Santos hacía la rutinaria maniobra de meterse por dentro para que Mario lo doblase. Ahí hay un problema. Llamen a Elche.
Kadir: En un buen estado físico muy sorprendente en un jugador marginado durante cuatro meses, lució, incluso con brillantez, su conocido buen juego corto. Como es sabido, al llegar al área se le apagan las luces.
Petros: Hizo muchísimos kilómetros, además siempre bien colocado, y trató el balón con su inteligencia habitual.
N'Diaye: Partido impresionante. Junto a Petros fue capaz de dominar amplias fases del encuentro gracias a un buen manejo de pelota (si no sabe qué hacer sale en conducción con su potencia) y un gran empuje físico. Demostró que si cubre una parcela de campo descomunal no es sólo por su recorrido, enorme, sino porque sabe colocarse perfectamente para hacer ayudas al lateral o meterse entre los centrales cuando la jugada lo requiere. Pese a los prejuicios de quienes se resistían a probarlo como medio de cierre, ha demostrado ya sobradamente que en ese puesto tiene un nivel muy alto: si sigue así pronto llegarán ofertas serias. Por cierto: no olviden que ante el Sevilla no jugó.
Cejudo: Lo de siempre: trabajador, pero enredado en ataque.
Fabián: Hace fácil y a dos toques ese juego entre líneas que para otros es barroco y complicado. Corrió mucho, además. Hace un mes no existía.
Rubén: Aunque no marcó, hizo mucho bueno por el equipo, tanto a la hora de ofrecerse en solitario arriba (mucha movilidad) como a la de defender. Fue cambiado, cosa rarísima.

Molina: Tocó muy pocos balones y tampoco corrió lo que pudo.
Portillo: Se echó de menos más presencia, pero la jugó bien y sí corrió.
Molinero: Cumplió.

Merino: Su arriesgada apuesta de poner hombres por delante de nombres le ha salido muy bien. El equipo estuvo solidario y motivadísimo, y además parece haber progresado en ciertos conceptos más en una semana que en las quince anteriores. Demostró, por cierto, que el equipo que hace correr al rival siempre parece estar físicamente bien.

Como siempre, los comentarios son bienvenidos.

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miércoles, 13 de enero de 2016

Sevilla 4 - Betis 0 (partido de vuelta de octavos de final de Copa)

SEVILLA (4): Sergio Rico; Mariano, Rami, Kolo, Escudero; Iborra, Nzonzi; Reyes (Krohn-Dehli, m. 73) , Banega (Kakuta, m 63), Konoplyanka; y Llorente (Gameiro, m. 73).
BETIS (0): Adán; Piccini, Pezzella, Bruno, Vargas; Digard (Kadir, m. 59), Petros; Joaquín, Dani Ceballos (Fabián, m. 46), Portillo; y Rubén Castro (Jorge Molina, m. 82).
Goles: 1-0, m. 4: Reyes. 2-0, m. 34: Rami. 3-0, m. 73: Gameiro. 4-0: m. 89: Kakuta.
Árbitro: Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Amarillas a Rubén Castro e Iborra.
Unos 40.000 espectadores en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, incliidos unos 500 seguidores del Betis.

Empeñado en los últimos años en que su afición conozca nuevos sufrimientos en cada visita a Nervión, el Betis experimentó ayer la humillación de ver a su equipo goleado por un eterno rival misericordioso que jugó a medio gas.

Ni siquiera el apaciguamiento por las horas pasadas logrará que hagamos el análisis pormenorizado habitual que, esta vez, no merece la pena. La inferioridad bética fue tan manifiesta que cuestiones como las actuaciones individuales o los esquemas de juego quedan en segundo plano. En lo anímico, en lo táctico y en lo físico el equipo bético (ayer, el titular) se encuentra ahora mismo a años luz incluso de un Sevilla que no está en su mejor momento, reservó hombres y jugó con el freno de mano echado. La responsabilidad del debutante Juan Merino existe (aun parcial) en el aspecto anímico, pero evidentemente lo táctico y lo físico son responsabilidad del equipo anterior, al que deberemos olvidar en todo caso lo antes posible.

Y es que el Betis, víctima otra vez de un gol tempranero, lo intentó siempre pero no tuvo convicción nunca. Ni su presión media ni la alta de la segunda parte (algo mejor coordinada) funcionaron, y en ataque jugó a la mentira, a un tiquitaca falso de balón al pie y ritmo de veteranos. Evidentemente tienen mucho que ver en ello las carencias físicas de la plantilla, formada en gran parte por mayores de treinta y carente de gente habituada al desmarque de ruptura; pero si cuando menos esos problemas físicos se compensaran con la sabiduría táctica que también suele proporcionar la edad podrían paliarse sus efectos.

Muy al contrario, los béticos ayer actuaron tácticamente como juveniles inmaduros, y bien hace Merino en preocuparse por ello. En defensa mostraron descoordinaciones graves en la presión (¿cuántas veces en los últimos partidos se ha visto a dos delanteros béticos presionar al mismo defensa?), encabezadas por un Ceballos que corre, y mucho, hacia delante sin la menor reflexión sobre lo que tiene a su alrededor, y por un Joaquín perennemente colocado en una tierra de nadie en la que ni sigue a su lateral ni presiona al central. En el extremo contrario hombres como Vargas dan metros al rival para esconder sus carencias. En un caso y otro el resultado es una falta de solidaridad y coordinación colectiva que da ventajas al rival.

En ataque las carencias son más graves, si cabe. Bien está formar un equipo lleno de jugones, habituados a pedirla cortita y al pie. Pero es inconcebible que estos piensen que la manera de apoyar al compañero sea acercarse hacia su posición, de espaldas a portería, sin ganar metros, sin romper líneas, sin abrir espacios (todo lo contrario: ahogando la zona de posesión), sin más aspiración que soltar el balón hacia otro compañero –y casi siempre en peores condiciones que cuando lo recibieron–. A tal juego mentiroso se dedicaron con especial empeño Ceballos y Portillo, y naturalmente las consecuencias fueron posesiones estériles en zonas inocuas y nula presencia física en las zonas importantes, esto es, las áreas, donde el Sevilla siempre tuvo superioridad numérica. Si a ello añadimos que los sevillistas eran casi todos más altos, más fuertes y más rápidos que los béticos se explica que el Betis no se asomara al área rival y que los locales marcaran en cuatro de las seis o siete veces que lo hicieron.

Individualmente cabe destacar el nulo rendimiento (feo asunto) de los dos pilares del equipo, Adán y Castro; el portero, desconcentrado, bien pudo parar al menos dos de los goles recibidos. No mejor fue el juego, ya descrito, de la línea de mediapuntas, y si cabe salvar algo sea el esfuerzo de Petros y la potencia de Piccini, el único jugador capaz de ganar metros.

De cara al futuro resultan especialmente preocupantes los aspectos anímicos: la actuación ayer de los cabecillas de la plantilla, la experiencia anterior con Mel y casos paralelos (uno no puede evitar pensar en la relación Chelsea/Mourinho) hacen temer que la ruptura de la tupida red de fidelidades personales tejida estos años traiga consecuencias. En lo táctico, lo físico y lo estratégico hay carencias muy evidentes que, mucho más allá de posibles fichajes salvadores, sólo se paliarán con un buen entrenador y mucho trabajo.

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sábado, 9 de enero de 2016

Getafe 1 - Betis 0 (19ª jornada de Liga de Primera División)

GETAFE (1): Guaita; Damián, Cala, Vergini, Lago; Lacen, Juan Rodríguez; Víctor Rodríguez (Moi Gómez, m. 78), Pedro León (Mensah, m. 85), Sarabia; y Álvaro (Scepovic, m. 73). 
BETIS (0): Adán; Piccini, Pezzella, Bruno, Vargas; Portillo, N'Diaye, Petros (Joaquín, m. 74), Dani Ceballos (Van der Vaart, m. 80); Jorge Molina (Van Wolfswinkel, m. 69) y Rubén Castro.
Árbitro: Álvarez Izquierdo (Comité Catalán). Amonestó a Piccini (m. 53), Vargas (m. 61), Bruno (m. 64) y Pezzella (m. 90).
Viento racheado (más favorable al Getafe en el primer tiempo y al Betis en el segundo), buen césped y la habitual floja entrada en el Coliseum Alfonso Pérez Muñoz.

Unos más que aceptables 60 minutos y unos muy malos 30 finales han dado como resultado una nueva derrota del Betis de Mel. El partido deja una buena noticia y una mala: la primera es que el equipo parece querer volver a la senda de fútbol asociativo que le dio éxitos recientemente, y la mala que tras el gol del Getafe dio la imagen de estar roto anímica y físicamente.

Primera hora de juego
Fuese por reflexión propia, por imposición de los jugadores o por mandar un recado (más) a la dirección deportiva, Mel pegó otro volantazo táctico con la alineación de hoy, pero esta vez, entendemos, en la buena dirección. Simple y explícitamente calcó el equipo base con el que hace medio año devolvió al Betis a Primera, salvo los cambios imprescindibles: un 4-4-2 defensivo que en ataque buscaba la asociación para plantarse en campo rival y presionar si era posible tras pérdida, con la pareja Castro-Molina arriba, Portillo y Ceballos como falsos extremos derecho e izquierdo respectivamente –en constante movimiento–, N'Diaye como mediocentro que se descuelga (con su habitual tendencia a irse a la derecha), Petros en el papel de mediocentro posicional que correspondía a Xavi Torres, y laterales altos. Resultaba un estilo de juego mucho más adecuado a esta plantilla que el usado en los últimos meses, aunque con dos defectos, posicionalmente hablando: habría sido más lógico intercambiar los puestos ofensivos de Petros y N'Diaye, pues el brasileño tiene mejor futbol entre líneas; y, sobre todo, al defenestrar Mel de un plumazo a los dos extremos (Cejudo y Joaquín) el equipo sufriría, como la temporada pasada, cierto atasco en la zona de interiores, sin abrir el campo en posesión como es debido con un tercer delantero –o al menos con el adelantamiento de un interior a falso delantero centro y la apertura de los delanteros, a la manera del rombo italiano–.

Sí notó el equipo positivamente la mayor cercanía entre sus jugadores y respecto a la puerta rival, que mitiga los efectos de su falta de velocidad y físico para el uno contra uno; y también la presencia de Molina arriba, con sus recepciones de espaldas y sus asociaciones con Rubén. Los mayores apuros –riesgos de este modo de jugar pero también consecuencia del, evitable, excesivo apelotonamiento en media cancha– los pasó a partir de la media hora, cuando varias pérdidas cogieron al equipo con muchos hombres por delante del balón y el Getafe llegó en contras peligrosas. Los madrileños jugaban un 4-2-3-1 en el que la línea de mediapuntas (León, Rodríguez y Sarabia) intercambiaba posiciones, notablemente con el cambio de banda del primero de derecha a izquierda en el descanso. En su ataque estático sólo las subidas de los laterales, mal cerrados (sobre todo por Ceballos) crearon problemas al Betis.

Los mejores minutos béticos llegaron en el primer cuarto de hora de la segunda mitad, cuando el equipo apretó bien arriba, monopolizó la posesión y llegó en varias ocasiones claras, sobre todo en pies de N'Diaye. Sin embargo fue justamente en esos minutos cuando marcó el Getafe en una llegada aislada.

Última media hora
Tal vez a consecuencia de la ansiedad por el resultado el equipo deja de jugar por abajo, y pasa a hacerlo en largo y a perder muy pronto el balón. El equipo ya no está junto tras pérdida y el Getafe maneja la pelota en mediocampo con mucha comodidad, sin que el Betis, desubicado, se atreva a presionar. Tras cambiar (demasiado pronto) de delantero centro, Roberto Ríos (esto es, Mel) trata de meter más empuje ofensivo, pero lo hace a costa de separar aún más al equipo y vaciar el centro del campo, lo que tiene consecuencias nefastas: retirado el pegamento Petros, Ceballos (luego Van der Vaart) queda como mediocentro adelantado, Joaquín nada aporta, a Portillo se le termina la reserva y N'Diaye, después de un impresionante desgaste físico, ya no puede llegar a apagar los fuegos. El Getafe la tiene en adelante casi siempre y deja pasar el tiempo; el Betis queda a su merced, dando una muy preocupante sensación de impotencia física y una más preocupante aún de absoluta resignación, sin nadie que alce la voz para animar o abroncar a los compañeros. Sin el menor gesto de rebelión.

Jugador por jugador
Adán: Tuvo mala fortuna en el gol, tocado por Vargas. Por demás, muy bien.
Piccini: Mejoró sustancialmente respecto a anteriores partidos, sobre todo en ataque.
Pezzella: Jugó por su perfil bueno, lo que no obstó para que abusara, una vez más, del pelotazo hacia nadie. En defensa, cada vez mejor.
Bruno: Buen partido. Muy firme, trató bien el balón pese a jugar por la izquierda.
Vargas: Cumplió en defensa, pero desde hace un mes parece jugar con las botas cambiadas: no golpea bien ninguna, ni a balón parado.
Portillo: Buen primer tiempo, incluso con un muy buen balón en profundidad a Molina. Con el paso de los minutos fue perdiendo balones a medida que perdía energía, y acabó en un estado físico lamentable.
N'Diaye: Gran primera hora de partido, en la que apareció por todas partes en defensa y ataque, aunque falló en dos remates muy claros. Acabó también reventado.
Petros: Mel lo designó para una labor oscura, cuya efectividad se notó sobre todo cuando fue cambiado: desde entonces el mediocampo del Betis no existió.
Ceballos: Fue tal vez el peor en el primer tiempo, en el que ni eligió bien la jugada ni siguió diligentemente a su lateral. Comandó sin embargo con brillantez los minutos centrales del partido. Como mediocentro, nada.
Molina: Aceptable partido, con buenos movimientos pero falto de remate. Hay que darle minutos para ver si vuelve a su nivel.
Castro: Voluntarioso y participativo, pero poco acertado. Seguramente estemos presenciando el hecho biológico: el descenso de rendimiento de su pareja con Molina, progresivo pero muy probable a esta edad.

Van Wolfswinkel: Se atrasó mucho y no mejoró en nada a Molina.
Joaquín: Muy mal.
Van der Vaart: Exfutbolista.

Mel: Como Velázquez el año pasado o Benítez este en el Madrid, ha empezado a hacer las cosas con lógica una semana tarde, y probablemente ya no le alcance para salvar la cabeza. Se empeña en culpar de sus problemas a la composición de una plantilla a la que en septiembre no ponía un pero, algo desleal y nocivo para el club. Además, aun si Mel llevase razón, difícilmente se puede ahora poner remedio adecuado. Así y todo, si siguiera, trabajara como no parece haber hecho hasta ahora y perseverase en el fútbol que se adapta a esta plantilla, sería menos arriesgado para el club que acabase la temporada.

Los comentarios son, como siempre, bienvenidos.

En Twitter, @juanramonlara.

miércoles, 6 de enero de 2016

Betis 0 - Sevilla 2 (partido de ida de octavos de final de Copa)

BETIS (0): Dani Giménez; Piccini, Pezzella, Jordi Figueras, Varela; N'Diaye, Petros (Joaquín, 35), Digard, Portillo (Dani Ceballos, m. 51); Jorge Molina (Rubén Castro, m. 68) y Van Wolfswinkel.
SEVILLA (2): Sergio Rico; Coke, Rami, Kolo, Trémoulinas; Krychowiak, Cristóforo; Vitolo (Reyes, m. 54), Banega, Krohn-Dehli (Konoplyanka, m. 75); e Immobile (Gameiro, m. 64).
Goles: 0-1, m. 13: Krohn-Dehli. 0-2, m. 48: Krychowiak
Árbitro: Del Cerro Grande (Comité Madrileño). Erró en varias decisiones importantes. Mostró tarjeta amarilla a Petros, N'Diaye, Piccini, Pezzella, Ceballos, Rami, Krychowiak, Kolo y Coke. Expulsó por doble amonestación a N'Diaye en el minuto 85.
36000 espectadores y buen césped en el Villamarín.

Un mal Betis ha caído esta noche ante el peor Sevilla de los últimos años dando una sensación de completa impotencia. El crédito de Mel ante afición y club parece ya agotado.

Primer tiempo hasta el minuto 35
Ante un ambiente no excesivamente caldeado para tratarse de un derbi, Mel da muestras una vez más de no comprender la relevancia de estos partidos y, por tanto, no saber transmitírsela al equipo: saca una alineación de desechos de tienta, incoherente en sí y con el modo de juego del equipo en los últimos partidos –si hay tal cosa–, y en la que no se adivina plan de juego alguno. El madrileño reservó a Castro, Adán, Joaquín (que no había jugado un solo minuto en los dos últimos encuentros), Ceballos y Vargas. Puso en el campo dos delanteros –algo que sólo ha hecho en los últimos meses ante Barcelona y Sevilla (¡¡??)–, además ambos de tipo tanque, y sin embargo esta vez no alineó a extremo natural alguno, algo que habría dado algún sentido a tal apuesta. Esto es: si el domingo Vadillo y Cejudo no tenían quien rematara sus balones colgados al área, esta vez Molina y Van Wolfswinkel no tenían quien se los centrara, pues tras ellos Mel alineaba una extraña línea de cuatro de centrocampistas interiores. La labor de llegar arriba por las bandas quedaría en manos de los laterales, muy adelantados; Digard se metería entre los centrales y N'Diaye, Petros y Portillo completarían una especie de 3-5-2 en ataque que era también incoherente en el modo de juego: tras haber soportado los béticos partidos de pelotazo sin punta adecuado arriba, hoy Mel ordenó al equipo (o este lo hizo por su cuenta, que sería peor) jugar la pelota por abajo a toda costa y riesgo, pese a tener arriba dos hombres con buen juego de espaldas. El resultado fue un mal fútbol, producto de la más absoluta falta de mecanismos combinativos y posicionales trabajados, y una posesión equilibrada pese al bajo ritmo del mediocampo sevillista.

Defensivamente Mel acertó con el diagnóstico: en el banquillo Konoplyanka, el peligro sevillista más previsible era Banega. Su receta, acertada desde nuestro punto de vista pero no exenta de problemas, fue ordenarle un marcaje personal de Petros, de modo que el Betis quedaría en defensa en un 4 - 3+1 - 2 en el que Portillo, Digard y N'Diaye (de izquierda a derecha) harían la línea de mediocampo con la obligación de compensar los espacios que provocara el movimiento de Banega y su marcador. El 0-1 evidenció los riesgos de tal esquema: Krohn-Dehli se filtró por uno de esos espacios. Por demás el Sevilla jugaba según lo previsto pero con el danés de falso extremo: un 4-4-2 defensivo poco presionante que pasaba en ataque (Krychowiak entre centrales) a una especie de 3-4-3 de extremos cerrados y laterales altos.

Minuto 35 al final
Tarjeteado Petros, Mel decide adelantar la introducción prevista de Joaquín y prescindir de la vigilancia especial a Banega para montar un 4-4-2 más convencional en defensa, desde el que N'Diaye y Portillo atacarían como interiores por delante de Digard a costa de dejar el extremo izquierdo vacante. El Sevilla baja el ritmo tras el 0-1 y el Betis logra hacerse con la posesión en varias fases (mediadas ambas partes, sobre todo) a base de trabajo en el centro del campo y una presión relativamente bien coordinada. Sin embargo el ritmo de circulación de balón es bajo, Joaquín y los delanteros (con Molina algo más tirado atrás o a banda a recibir) nunca ganan a sus pares y el Betis no llega nunca.

Emery cambia cromos y Mel también, pero Castro y, sobre todo, antes Ceballos aportan un plus de velocidad, cierta verticalidad y un juego combinativo que provoca alguna ocasión de peligro, notablemente un penalti marrado por Rubén, aunque a costa de riesgos en el área bética. Del cansancio de los locales y la expulsión de N'Diaye resulta un tramo final muy cómodo para el Sevilla.

Jugador por jugador
Giménez: Lento en salir en el 0-1, luego resolvió varias situaciones muy delicadas. Bien con los pies.
Piccini: Un dos contra dos cerca del final denota que sigue teniendo carencias tácticas defensivas graves. En ataque, aceptable.
Pezzella: Pese al grave lunar del 0-1, hizo tal vez su mejor partido como bético. Muy anticipativo y concentrado.
Figueras: Lo que hace lo suele hacer bien, pero hace poco.
Varela: Definitivamente no tiene nivel físico para jugar en Primera. A balón parado tampoco lució mucho. Si hay posibilidad, sería bueno pegarle al Elche el cambiazo por Álex.
Petros: Apretó mucho en su rato. Ovacionado.
N'Diaye: Una vez más su despliegue físico, enorme, dio menos fruto del debido. Sus conducciones encontraron esta vez un obstáculo poco habitual en Krychowiak.
Digard: Es cierto que juega en zona cómoda, viendo el fútbol de frente, pero también que tiene buen toque corto y muy buen pase largo. En defensa cumplió.
Portillo: Un día más su incapacidad física y su escaso carácter le impidieron aprovechar ventajas. Tuvo balón, pero nunca ganó metros.
Molina: Mel lo ha tratado durante este trimestre como Velázquez el año pasado: no le ha dado tres partidos seguidos. Así es imposible saber si hubiera rendido, porque su físico necesita continuidad. Poquito. 
Van Wolfswinkel: Muy mal mientras estuvo Molina en el campo, en la última media hora se movió mejor y jugó de espaldas y de frente.

Joaquín: No anda nada fino. No le salen ni los saques a balón parado.
Ceballos: En menos tiempo que Portillo, y en su misma posición, sacó un penalti y una asistencia entre las piernas de un defensa. Esta vez apareció más por donde debe. Sigue defendiendo como un infantil, con tanto ardor como escasa inteligencia posicional.
Castro: Últimamente falla hasta penaltis. Jugó demasiado atrás, en lugar de buscar el extremo izquierdo.

Mel: El equipo carece de un modo de jugar reconocible y de mecanismos de juego repetidos y trabajados. Además ahora en las alineaciones el entrenador da volantazos muy difíciles de comprender. A balón parado apenas sabe hacer siquiera lo básico, que es al menos colgarla bien. Parece tener los días contados. Es menester acertar con el sucesor.

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domingo, 3 de enero de 2016

Betis 0 - Eibar 4 (18ª jornada de Liga de Primera División)

BETIS (0): Adán; Molinero, Pezzella, Jordi Figueras (Kadir, m. 69), Vargas; Cejudo, Petros, N'Diaye, Vadillo (Molina, m. 46); Ceballos (Portillo, m. 77) y Rubén Castro.
S.D. EIBAR (4): Riesgo; Capa, Pantic, Ramis, Luna; Escalante, Dani García, Adrián; Keko Gontan, Sergi Enrich (Borja Bastón, m. 75) e Inui (Saúl Berjón, m. 60).
0-1, m. 3: Capa. 0-2, m. 16: Keko Gontan. 0-3, m. 70: Adrián. 0-4, m. 81: Borja Bastón.
Árbitro: Prieto Iglesias (Comité Navarro). Amonestó a Inui, Jordi Figueras, Vargas, Molina, Adrián, Luna, Rubén Castro.
33.500 espectadores y césped húmedo en el Villamarín.

El Betis ha cerrado su primera vuelta en casa con un ridículo de los dignos de recuerdo. Muchas de las causas que han confluido para hacerlo posible señalan, ya sin dudas de clase alguna, al equipo técnico bético como máximo responsable. El Eibar ni siquiera tuvo que hacer un partido brillante para desnudar las graves carencias colectivas de un Betis que, huelga decirlo, es superior indivudualmente a un equipo liderado por Asier Riesgo, Adrián (sí, el hijo de Michel) o Enrich.

Ocurre sin embargo que el Eibar es un club gestionado con seriedad y visión de largo plazo, y su primer equipo no parece haber olvidado, como sí lo ha hecho el del Betis, las más elementales bases del juego colectivo: liderazgo en el campo, madurez táctica, trabajo durante la semana y apoyo entre compañeros. Si a ello sumamos notables dosis de suerte (que hace devolver al Betis en casa todo lo ganado fuera con su ayuda), un arbitraje nada casero, una (otra) entrada del Betis en el partido con diez minutos de retraso y, si nos apuran, un tiempo atmosférico vasco, el resultado final es un nuevo esperpento casero en el Villamarín. Nos centraremos, naturalmente, en las cuestiones tácticas.

Primera parte
En la alineación Mel da un incomprensible volantazo en dirección contraria a la apuntada en Barcelona: para nuestra estupefacción vuelve a insistir en alinear a un solo delantero. Ante un Eibar que previsiblemente entregaría la pelota a los béticos sólo cabe atribuir semejante elección al ramplón tópico de que había que abrir el campo con dos extremos, porque el plan para llegar al gol no se adivinaba por ninguna parte: con Ceballos, un día más, lejísimos de la puerta rival, poco remate en Petros y N'Diaye y dos extremos, Vadillo y Cejudo, que jamás pisan el área, era previsible que las jugadas béticas terminasen –así fue– en balones bombeados desde los costados a los que Rubén acudiría al remate bien escoltado por los dos centrales y el mediocentro rival; naturalmente no pescó ninguno, salvo un centro raso cerca del descanso.

Si poco plan había para llegar arriba, ninguno para sacar la pelota jugada desde atrás. Esta vez no dibujaremos esquema alguno porque, sencillamente, no lo hubo. El ataque estático bético, consentido por un Eibar que muy rara vez fue arriba a presionar, consistió en un absoluto caos en el que cada cual, más aún tras recibir el gol tempranero de costumbre, hizo la guerra por su cuenta. A la base de la jugada acudían por turnos o en tropel Ceballos –que toma su libertad de movimientos por carta blanca para atacar y defender como mejor le parece–, Petros, N'Diaye, Vadillo, o incluso Cejudo en ocasiones: Mel –como el también madridista Benítez– parece haber detenido su reloj táctico en el año 1990, cuando los equipos dejaban el juego ofensivo a la inspiración del momento. Su admiración de antaño por Guardiola y su escuela no parece haber dejado la menor huella.

Con más razón, de mediocampo en adelante no había reparto de espacios planificado de ninguna clase, ni menos aún mecanismos de juego posicional, sino un intercambio espasmódico de plazas de unos jugadores que por demás actuaban como si nadie les hubiese recordado los conceptos tácticos más básicos en los últimos meses. Con poca gente por delante de la pelota, las jugadas acababan bien en centros inocuos de los laterales o bien en intentos verticales de Vadillo o Cejudo ante cuatro defensas, quienes las detenían por pura inercia. Tampoco hubo suerte a balón parado (única esperanza) ni en los ridículos intentos de contragolpe (el mecanismo de juego que, Mel dixit, mejor se adapta a esta plantilla), que consistieron un día más en meros pelotazos de Adán hacia Rubén a los que la segunda línea tardaba un mundo en acudir.

Tal vez en previsión de un 4-2-3-1 bético (si cabe llamar así a lo que hicieron los locales), el Eibar defendió en 4-1-4-1, con Dani García escoltado por Escalante y Adrián (que tomaban a Petros y N'Diaye), más los trabajadores Keko e Inui como extremos y Enrich en punta. La falta de continuidad e individualismo del juego bético provocaban casi siempre pérdidas de los locales que cogían al equipo lejos del balón, de modo que los vascos se quitaban con relativa facilidad de encima la desorganizada presión bética (¿cuántas veces dos jugadores fueron a por el mismo poseedor de balón?) para sacar contragolpes que, estos sí, daban sensación de ser fruto de movimientos planificados.

Segunda parte
Mel parece recapacitar y saca a Molina (¿por qué no a Van Wolfswinkel? o ¿por qué sí en Barcelona?), lo que durante breves minutos parece situar al equipo de una forma mínimamente racional (el 4-4-2 asimétrico que tantas veces hemos pedido aquí), aunque las apariciones de unos y otros por donde mejor entienden (Cejudo por dentro, por ejemplo, e incluso luego permutado con Ceballos) hacen mejorar poco la cuestión. El Betis aprieta un poco pero el Eibar se mantiene firme.

A los 69 minutos Mel trata de meter más madera con Kadir, para lo que pasa a Cejudo definitivamente a la izquierda y retrasa a N'Diaye a central. El caótico Ceballos se encargaría desde entonces de ser el segundo mediocentro, pero sólo de forma teórica: el Eibar encuentra pista libre para hacer dos goles más. Muy al final Portillo sustituye al de Utrera.

Jugador por jugador
Adrián: En lo futbolístico sólo puede responsabilizársele del previsible y parable cuarto gol, en el que, falto de tensión, mete la mano muy tarde. Es uno de  los que deben tomar el mando en la plantilla, y falta hace.
Molinero: Su mal partido en general empeora por el 0-2, en el que se despista y se come un movimiento elemental de Keko.
Pezzella: A su escaso mando y despliegue suma ahora la mala suerte.
Figueras: Su conocida lentitud le impide encimar como es debido, por ejemplo en los dos primeros goles.
Vargas: Muy mal partido. Lento en defensa (el 0-1 es tremendo), desconcentrado en ataque. Sólo sus saques de falta se pueden salvar.
Cejudo: Hizo media hora aceptable y luego se desquició. Nunca desentona, pero nunca muestra calidad para protagonizar nada en ataque.
N'Diaye: Una de las víctimas del caos posicional del equipo. Hay que rodearlo de un entorno organizado, porque él solo no sabe hacerlo.
Petros: El único salvable del naufragio. Aunque a partir del 0-2 decidió presionarlo todo irreflexivamente, al menos pone concentración y comprende el juego.
Vadillo: En el minuto tres dejó de perseguir a su lateral (0-1). Luego intentó jugadas imposibles.
Ceballos: Su partido de hoy daría para escribir un libro. Su progreso táctico en los últimos seis meses es nulo, lo que convierte su fútbol en digno de un (mal) joven de liga de barrio: sigue viniendo muy atrás a recibir el balón (algo que Mel ya le afeaba en el vestuario en el partido del ascenso: ¿no lo ha aprendido aún?) y por tanto ni rompe la jugada ni llega nunca a zonas de remate; sigue presionando al balón con empeño demagógico y sin embargo no sigue al lateral cuando juega de falso extremo –un movimiento elemental para el que le sobra fuerza– ni intenta siquiera recuperar el sitio como mediocentro; como consecuencia, corre en dirección contraria al equipo, algo que tiene mucha relación con la sensación hoy de superioridad numérica del Eibar en las zonas importantes. Parece además más pendiente de la bronca y la simulación que de jugar al fútbol. En suma, desperdicia una calidad que le sigue saliendo a raudales de las botas, y que si hiciese los movimientos correctos sería decisiva, porque tiene juego combinativo y uno contra uno.
Castro: Muy abandonado arriba, incluso estuvo fallón (y desafortunado) en su especialidad, el gol.

Molina: Lento y torpe como estuvo, al menos aportó algo que el equipo echa muy en falta: juego de espaldas a puerta.
Kadir: Prácticamente nada relevante.
Portillo: Su cambio a esas alturas es poco comprensible, pero es justo reconocer que lo hizo casi todo bien.

Mel: Las sospechas de que el equipo estaba poco trabajado (el asunto del balón parado era un indicio muy claro) son ya una evidencia casi escandalosa. Los (a nuestro modesto entender) errores tácticos son perdonables y discutibles, pero la falta de mecanismos de juego y de progreso individual de los jóvenes es inexcusable. Se ha ganado a pulso que la espada de Damocles penda sobre él.

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