jueves, 31 de octubre de 2019

Betis 2 - Celta 1 (11ª jornada de LaLiga)

BETIS (2): Joel; Emerson, Mandi, Feddal, Álex Moreno; Joaquín (Guardado, m. 61), Ismael (Loren, m. 70), Bartra (Lainez, m. 78), Canales; Fekir; y Borja Iglesias.
CELTA (1): Rubén Blanco; Hugo Mallo, Aidoo, Araujo, Juncá; Lobotka, Fran Beltrán; Santi Mina (Brais Méndez, m. 46), Rafinha (‘Toro’ Fernández, m. 87), Denis Suárez (Bermejo, m. 85); e Iago Aspas.
Goles: 1-0, m. 8: Emerson. 1-1, m. 70: Iago Aspas, de penalti. 2-1, m. 90: Fekir.
Árbitro: Gil Manzano (Comité Extremeño). Amonestó a Feddal, Guardado, Ismael, Borja Iglesias, Emerson, Araujo y Joel Robles.
Incidencias: 43.000 espectadores. Protestas al inicio mantenidas por una pequeña minoría. 

Ganó el Betis agónicamente al Celta en un flojo partido que pudo decantarse para cualquiera de los dos equipos. Un día más los béticos mostraron su discreto nivel de esta temporada, que solo le permite ganar a rivales en mal estado y que difícilmente le alcanzará para superar a sus próximos oponentes en el calendario.

Primer cuarto de hora
Y es que, pese a las especulaciones en torno a la actitud del equipo, la famosa intensidad sigue siendo el único argumento al que puede agarrarse este Betis, en forma de esfuerzo y concentración desde el primer al último minuto del partido. Por el contrario sus argumentos tácticos son muy pobres –si es que existen, particularmente en ataque–, y están haciendo aflorar los problemas de la plantilla, en otro tiempo escondidos: la falta de un mediocentro defensivo (que la temporada pasada, curiosamente, nadie echó en falta), la poca adecuación de ciertos elementos de la plantilla a un fútbol de ida y vuelta a campo abierto, y en general la imposibilidad exigir a los jugadores un ritmo físico altísimo durante noventa minutos, lo que provoca largas fases de descontrol del juego.

Al menos Rubi está teniendo (a nuestro modesto entender) acierto en las alineaciones y cierta finura posicional. Anoche por fin casó su amplia nómina de buenos centrales y la acuciante necesidad de un mediocentro posicional para probar a Bartra en este puesto, como venían reclamando muchos comentaristas de este blog (aunque quien esto escribe hubiese preferido ahí a Mandi). Metió además frescura en esa zona con Ismael, para conformar un 4-2-3-1 bien escalonado en el que el canterano atacaba algo más arriba que Bartra y a su derecha; esto obligó a Fekir a pisar zonas de interior izquierdo más de lo que gusta (prefiere el sector opuesto), pero estas sutilezas no importan demasiado en un equipo muy móvil y con tan poco rigor posicional ofensivo como este Betis.

Enfrente el Celta se colocó de modo similar, con Rafinha como mediapunta y Mina y Suárez abiertos (el segundo con más tendencia natural a meterse por dentro para recibir). Muy paralelos al salir los mediocentros gallegos (una mala manera de colocarse en un sistema bastante posicional como el de Escribá), los béticos pudieron presionar durante muchos minutos la salida de balón celtista, generalmente con Ismael y Fekir apretando a esos mediocentros y uno de los extremos saltando sobre un central:

Un trigger clásico para presionar: cuando el balón va al lateral derecho del Celta (par de Canales) el extremo (Joaquín) abandona a su par y cierra al central de su lado.

Con Bartra muy activo en defensa y mucho desgaste físico el Betis lograba recuperar el balón y sacar ataques rápidos. Pronto llega el 1-0.

Minutos 15 al 60
Lastrado por su precipitación en ataque, que no permite al equipo presionar desde una situación favorable cuando pierde el balón, el Betis va pagando cada vez más el desgaste físico, el Celta monopoliza la pelota y pacientemente va encontrando agujeros en el sistema defensivo bético. Mal colocados en ataque (los jugadores se pisan zonas constantemente), los béticos sufren en la salida de balón y vuelven a caer en sus defectos ofensivos de esta temporada: solo se intentan bien pelotazos y saques rápidos del portero, o bien conducciones individuales (Fekir, Canales, los laterales...) que, pese a las buenas cualidades de muchos jugadores béticos, casi siempre naufragan ante una defensa mínimamente organizada. Castigados por el sistema, los extremos sufren en el retorno defensivo.

Última media hora
Reventado Joaquín, Rubi trata de recuperar control del balón con Guardado, para lo que manda a Fekir al extremo derecho (4-3-3). El Betis recupera posesión pero marca el Celta a balón parado.

Rubi arriesga: retira mediocentros, mete por dentro a Canales y acaba con un 4-4-2 muy ofensivo. El Betis marca muy al final.

Línea por línea
Una buena parada de Joel en la segunda parte pudo salvar el partido. Emerson se sintió a gusto en el ida y vuelta e incluso llegó muy arriba (gol y ocasión). Mandi sigue perdido, aunque Feddal mejoró. Moreno da sensación de tener mucho más potencial.

Ismael cumplió; no es mediocentro como algunos pretenden, sino un interior de aceptable calidad que puede ser una solución transitoria. Bartra aportó agresividad, físico y buena colocación cerca de los centrales; pese a su calidad con balón el cansancio le hizo tener problemas al girarse, algo delicado en su puesto. Fue cambiado, agotado, pues este puesto exige mucho más desgaste que el de central.

Como anunciamos hace muchos meses, un fútbol de ida y vuelta acabaría con la carrera de Joaquín, más aún al cumplir el rol, muy sacrificado, de extremo de un 4-2-3-1. Se le vio desquiciado y descolocado. Canales también lució poco. Fekir sigue mostrando una calidad tremenda en el desborde y sigue dando sensación de estar muy mal colocado en ataque: regatea donde no hace daño. Borja sigue desacertado, y ni baja balones ni los mete.

Guardado cumplió; como a Joaquín, el nuevo modelo de juego lo perjudica mucho. Loren mejoró a la delantera y Lainez, una vez más, apenas compareció.

El fútbol propuesto por Rubi sigue sin levantar vuelo, y difícilmente lo hará porque en ataque está anclado en tiempos muy pasados, de conducción y centro cruzado, un fútbol de acción individual muy superado ya por los ataques concebidos colectivamente; si los grandes equipos actuales juegan sistemáticamente a dos toques debe de ser por algo. Por demás sigue sin tener un plan de juego ofensivo definido.

Los comentarios son siempre bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.

domingo, 27 de octubre de 2019

Granada 1 - Betis 0 (10ª jornada de LaLiga)

GRANADA (1): Rui Silva; Víctor Díaz, Germán, Domingos, Carlos Neva; Gonalons, Herrera (Yan Eteki, m. 59); Vadillo (Soldado, m. 73), Azeez, Machís; y Carlos Fernández (Martínez, m. 78).
BETIS (0): Joel; Emerson, Mandi, Feddal (Borja Iglesias, m. 77), Pedraza (Álex Moreno, m. 71); Tello, Guardado, Javi García (Joaquín, m. 71), Canales; Fekir; y Loren.
1-0, m. 60: Vadillo.
Árbitro: Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Diplomático. Mostró tarjeta amarilla a Machís, Herrera, Soldado, Javi García, Fekir, Feddal y Joaquín.
19.000 espectadores.

Sufrió el Betis una nueva derrota tras una más que aceptable primera parte y una mala segunda, que confirmó una sorprendente evidencia: el Granada es hoy mejor equipo que el Betis, pese a ser muy inferior individualmente.

Primera parte
Y no es que los granadinos hagan un juego muy sofisticado ni innovador en lo táctico. Se trata de un equipo muy convencional, que juega un 4-2-3-1 bien trabajado defensivamente, con buena dosis de físico y velocidad en las bandas, y que parte de su seguridad defensiva para tratar de cazar al rival en un error, como fue el caso.

El problema, naturalmente, es hoy el bajo nivel del Betis, mantenido con gran regularidad y muy pocas excepciones durante los diez partidos de liga transcurridos. Lejos de rectificar y buscar solución a los defectos del equipo Rubi ahondó en su apuesta, y –contra muchos pronósticos– mantuvo la defensa de cuatro, algo que, como ya advertimos en el mes de julio, apenas comenzada la pretemporada, no es adecuado a los centrales, carrileros (más que laterales) y centrocampistas de que dispone en su plantilla.

Menos aún, según sus declaraciones de la semana y lo visto sobre el campo, parece Rubi dispuesto a rectificar un estilo de juego que tampoco parece el más ajustado a su plantel. Cierto es que hoy, al menos, dispuso un once coherente con esa idea, que en principio prometía más seguridad defensiva, cierta capacidad de defender posicionalmente (Javi García en el centro del campo, Feddal atrás) y velocidad para correr a la contra con Tello en banda. Con ello le alcanzó cuando menos para igualar el partido en la primera parte a un Granada precavido, que medía bien cuándo presionar arriba. En defensa el Betis formaba un claro 4-4-2 con Fekir (derecha) y Loren arriba, y Javi García y Canales formando un doble pivote.

En ataque Rubi organizó movimientos de cierta sofisticación para montar un 4-4-2 en rombo, algo asimétrico, con Fekir como fantasista con mucha (demasiada) libertad de movimientos y dos hombres por delante de él: una organizada alternancia de esquemas entre defensa y ataque ya probada en Pamplona (por el lado opuesto).


Por demás se veía a un Betis mainstream, más precavido de lo habitual, un tanto agresivo en su defensa, con limitada capacidad –algo ya habitual– para sacar el balón jugado, individualista, precipitado en ataque y sin capacidad alguna para crear peligro pese a tener más balón que su rival. 

Segunda parte
El Granada sube levemente su presión y a la hora encuentra la jugada que buscaba: robo alto y contra rápida. Aprovechó para ello un defecto habitual en este Betis: al retrasarse mucho García, Fekir y los interiores, y jugarse además hoy sin extremos, los laterales tienden a coger posiciones altas en la salida de balón y en cualquier robo los extremos rivales pueden contragolpear sin oposición; en el 1-0 sucedió por ambas bandas simultáneamente.

A partir de ahí, y tras estar a punto de recibir un segundo gol, Rubi busca ataque: primero Joaquín entra en la derecha por García y manda a Tello a la izquierda para montar un 4-2-3-1 convencional, mientras Álex entraba por Pedraza, y al final deja una defensa de tres (más bien de uno, Mandi) para poner en el campo un segundo delantero (3-4-1-2). Nada de eso funciona: el Granada se mete atrás pero no pasa el más mínimo apuro ante el inoperante e improvisado ataque bético.


Línea por línea
Joel, una vez más, paró lo parable. Emerson cumplió; Pedraza no acertó en ataque y mostró una inacptable indolencia en la jugada del 1-0. Mandi y Feddal están lejos de su mejor momento: lentos y fallones.

Javi García protagonizó negativamente la jugada del gol y pudo ser expulsado en la primera parte. Canales y Tello apenas dieron una en ataque y Guardado sigue en su mediocre estado de forma.

El mal estado del equipo y la falta de mecanismos bien planificados en ataque (no basta con colocar bien las piezas en la pìzarra) convierten los brillantes desbordes de Fekir en inútiles slaloms en zonas sin interés, al estilo del Messi de Argentina. Loren, sin buen suministro, apenas bajó balones.

De entre los suplentes apenas Joaquín dio señales de vida y tomó responsabilidades por su costado derecho.

A diferencia de lo sucedido en otras temporadas y con otros entrenadores, ni el juego ni la trayectoria en el club dan el menor indicio de que el equipo vaya a mejorar su paupérrimo rendimiento con Rubi al mando. Hoy está doce puestos por debajo del tan exigido objetivo (que situaremos modestamente en alcanzar la Europa League), y el calendario augura tiempos peores.

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domingo, 20 de octubre de 2019

Real Sociedad 3 - Betis 1 (9ª jornada de LaLiga)

REAL SOCIEDAD (3): Remiro; Zaldua, Le Normand, Zubeldia, Monreal; Guevara (Sangalli, m. 68), Merino; Portu, Odegaard, Oyarzabal (Barrenetxea, m. 83); y Willian José (Isak, m. 75)
BETIS (1): Joel; Barragán, Mandi, Bartra, Álex Moreno (Pedraza, m. 52); Javi García; Joaquín, Fekir, Canales (Guardado, m. 65), Loren; y Borja Iglesias (Tello, m. 65).
0-1, m. 11: Loren. 1-1, m. 21: Javi García, en propia portería. 2-1, m. 35: Willian José. 3-1, m. 57: Portu.
Árbitro: Soto Grado (Comité Riojano). Mostró tarjeta amarilla a Guevara, Odegaard, Javi García y Joaquín.
28.000 espectadores en Anoeta. Césped en aceptables condiciones dado el aguacero caído.

Poco sorprendió la derrota de hoy a quienes hayan seguido esta temporada a Betis y Real Sociedad. Los verdiblancos jugaron a su flojo nivel habitual –más aún fuera de casa– y fueron claramente superados por una Real muy superior actualmente como equipo.

Primera hora de juego
Las razones de esa superioridad son mayormente tácticas, aunque bien haría también la afición bética en concienciarse de que ni su plantilla (heredada en una amplia mayoría, dicho sea de paso, de la era Serra Ferrer) es tan buena como le parecía en los últimos tiempos ni se debe menospreciar a rivales que, con Illarra de baja, ponen sobre el campo a Monreal, Merino, Portu, Oyarzabal o Willian José –todos los cuales serían holgadamente titulares en este Betis–.

Sin embargo un Betis mejor preparado habría plantado cara a esta Real. Más allá de esquemas o alineaciones, de los que hablaremos a continuación, el más grave problema de este Betis es la decadencia de sus conceptos tácticos colectivos e individuales. No solo carece de un modelo de juego claro y acude al individualismo del regate y la conducción sistemática como únicos recursos para hacer progresar las jugadas –una forma de jugar propia del siglo XX, ya muy superada–, sino que comete errores de concepto que provocan sensación de inferioridad numérica en todo el campo por su mala gestión de los espacios. Entre esos errores –no los únicos– están:

- La mala ubicación en el inicio de la jugada, que facilita la presión rival por falta de espacios en los que jugar el balón tras recuperarlo: los jugadores tardan en separarse para pedir el balón y se distribuyen sin demasiada premeditación.
- Una mala planificación de cuándo salir en largo y cuándo en corto, asunto que ha cambiado respecto a la temporada anterior y que la plantilla aún no ha digerido.
- Otro más sutil: la tan cacareada verticalidad, panacea que a entender de docenas de expertos con tribuna en prensa pondría al Betis en la eterna senda de los triunfos, produce (naturalmente) muchas pérdidas de balón cuando el equipo aún está largo y avanzando hacia campo rival. Al no estar instalados en campo rival el oponente no está encerrado, cuando recupera tiene (él sí) espacios para escapar de la presión postpérdida, y los partidos se convierten en correcalles para los que los Joaquín, Guardado, Fekir o Javi García no están preparados. Tal vez Brasanac, Camarasa o Petros harían mejor papel en semejante escenario poyetiano de presión a campo abierto, lo que requeriría una remodelación completa de la plantilla.

Pese a que el equipo corre mucho (mucho más, seguramente, que la temporada pasada) la Real tuvo siempre superioridad en las zonas en que le convenía. A ello contribuyó también el buen esquema de los realistas y la extraña colocación de los béticos. Y eso que (a nuestro discutible entender) Rubi puso en el campo a lo mejor que tiene y por fin equilibró al equipo entre defensa y ataque: Álex Moreno y Barragán eran los laterales y Javi García un verdadero mediocentro defensivo conocedor del puesto, al que de inicio acompañaban Fekir y Canales como interiores.
 

Para encajar a dos delanteros puros en ese 4-3-3 (4-1-4-1 en defensa) tuvo sin embargo que forzar una vez más la posición de Loren, convertido en extremo izquierdo y sometido al martirio de tener que recorrer noventa metros en cada jugada para seguir las subidas del lateral derecho realista y pisar área rival.

Jugada del 2-1: Loren llega tarde a cerrar a Zaldua.

No sería ese el único defecto del esquema verdiblanco: aunque inicialmente el salto a la presión alta lo hacía uno de los extremos (Loren sobre un central habitualmente) abandonando a un lateral rival como hombre libre momentáneo, pronto Fekir comenzó a salirse de su puesto de interior y a defender como segundo delantero, lo que provocó una inferioridad numérica a sus espaldas, típica del 4-3-3, que ya estudiamos hace un par de años (curiosamente en este mismo enfrentamiento en casa de la Real); finalmente el Betis pasó ya a jugar claramente un 4-2-3-1, aunque las recepciones interiores entre sus líneas se siguieron sucediendo durante una hora.

La Real, por su parte, jugaba un 4-2-3-1 desde el inicio, y muy bien planificado: en ataque Guevara se acercaba a sus centrales y Merino se adelantaba al interior izquierdo, donde se dio un festín futbolístico sin estorbar a Odegaard, que caía al interior derecho: un verdadero 4-3-3 ofensivo que el Betis nunca supo contrarrestar.

Última media hora
Imanol retira al tarjeteado Guevara y mete a Sangalli y Odegaard como interiores junto a Merino. Rubi cambia jugadores sin tocar el esquema, aunque Tello obliga a Joaquín a cambiar de banda mandando a Loren a la punta. La Real, cansada, da un paso atrás y entre cierto intercambio de golpes el Betis se encuentra con los palos.

Línea por línea
Un día más Joel tuvo escasa responsabilidad en los goles. Barragán tardó quince minutos en justificar su titularidad, y Moreno, sin apenas oportunidades de subir y un tanto individualista, rindió mejor en defensa que en ataque. Mandi y Bartra capearon aceptablemente el temporal, aunque no saben jugar tan aculados en su área.

Javi García cumplió, por encima de un Canales directamente desaparecido. Fekir, siempre voluntarioso, volvió a tocar demasiados balones donde no hace daño.

Borja Iglesias bajó muy pocos balones y no apareció en el área, donde Loren sigue tocado por una varita: las mete hasta con el pie de apoyo. Joaquín sigue triste.

Ni Pedraza, ni Tello ni Guardado tuvieron apenas relevancia.

Son muy preocupantes, un día más, las declaraciones postpartido de Rubi, optimista hasta rozar la inconsciencia, pese a que esta vez no había infortunio, VAR ni marcador a remontar para culparles del resultado. Si el doctor no diagnostica la enfermedad y ni siquiera le parece que exista dolencia ninguna es imposible que cure al enfermo.

El detalle
Pese a la sensación popular el Betis no recibió mucho castigo a balón parado considerando el bombardeo recibido desde las cercanías del área. En particular, defendió bien (con defensa y medio, que es lo mejor que puede hacerse) las amenazas realistas de córner en corto.

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domingo, 6 de octubre de 2019

Betis 1 - S.D. Eibar 1 (8ª jornada de LaLiga)

BETIS (1): Joel; Emerson, Mandi, Bartra, Pedraza (Fekir, m. 57); Joaquín (Tello, m. 83), Canales, Guardado (Diego Lainez, m. 90), Álex Moreno; Borja Iglesias y Loren.
S.D. EIBAR (1): Dmitrovic; De Blasis, Oliveira, Arbilla, Bigas (Tejero, m. 46); Diop; Orellana, Escalante, Edu Expósito (Q. González, m. 69), Inui; y Kike García (Charles, m. 85).
Goles: 0-1, m. 33: Orellana, de penalti. 1-1, m. 68: Loren.
Árbitro: Hernández Hernández. Amarillas a Canales, Bigas, Arbilla, Fekir, Diop y Mandi. Expulsó por doble amarilla a Escalante (m. 90).
Césped en estado mejorable (se levanta mucho y será reemplazado) y buena entrada (47.000 espectadores).

Tropezó el Betis otra vez en casa ante un equipo menor, esta vez sin inferioridad numérica de por medio, y el calendario se cierne ya amenazante sobre el futuro del equipo. Si no mejora inmediatamente fuera de casa el Betis se enfrentará al derbi de noviembre en una situación muy delicada. El partido se desarrolló por cauces conocidos ya en el Betis de Rubi: falta de control del juego, esfuerzo denodado de los fubolistas, fases de correcalles y merecimientos de victoria insatisfechos por los enormes riesgos corridos.

El análisis del equipo en este partido debe partir de un detalle significativo del modelo de juego que pretende imponer Rubi, definitivamente opuesto al de las dos últimas temporadas: la elección de jugadores en la alineación. Sustituido Carvalho por Guardado el Betis volvía a presentar un equipo eminentemente físico, en el que todos los jugadores de campo (excepto, justamente, el mexicano) tienen cualidades para ganar el uno contra uno al rival: Canales, Joaquín, Pedraza, Álex Moreno, Emerson... e incluso los tres relevos posteriores, Fekir, Lainez y Tello. Naturalmente esta elección va en detrimento de jugadores de mayor capacidad asociativa, y convierte el juego de ataque en una permanente búsqueda del avance individual en conducción y del regate como forma de eliminar adversarios y sacar el balón jugado, con el pelotazo largo como única alternativa y el contragolpe como escenario favorito. El juego a dos o tres toques, tendencia del fútbol actual por ser superior a esos modelos del siglo XX, queda prácticamente descartado. En cambio se producen disfunciones como ver a Canales de mediocentro posicional, elegir a un jugador incapacitado técnicamente como Emerson por delante de Barragán (iniciador de las tres jugadas de gol hace una semana ante el Levante), o a Álex Moreno y Pedraza pisarse los terrenos en la banda izquierda.

Primera parte
Rubi repitió el esquema de Villarreal (una goleada escandalosa recibida como éxito táctico), que al menos es coherente con esta forma de jugar: un 4-4-2 que sitúa compactamente al equipo para defender. El 4-3-3 (o 4-1-4-1) del Eibar encajaba bien para dejar las parejas claras desde el saque inicial, con la habitual excepción del hombre de más en zona defensiva: 3 contra 2 en la defensa del Eibar (Diop más los centrales contra Borja y Loren), y 2 contra 1, el solitario Kike García, en el área bética.


En los dos costados béticos se doblaban de nuevo hombres puros de banda, aunque una vez más Joaquín pisaba terrenos interiores, y en concreto un espacio intermedio muy aprovechable cuando el rival (como el Eibar) defiende en 4-1-4-1: la espalda del interior y el extremo.


Sin embargo los planes de Rubi no pasaban por filtrar balones a esa zona con juego asociativo. Más cerca Guardado y Canales de sus centrales que de ese espacio, y bien vigilados por Escalante y Expósito, el Betis manejaba el balón atrás con escasa intención de salir jugando, y con mucha de provocar el salto para presionar de los extremos Orellana o Inui sobre un central, y buscar entonces el pelotazo diagonal de 70 metros hacia el extremo del lado opuesto, o el balón directo hacia uno de los delanteros.

Un plan de juego clementista: balones diagonales de 70 m.

El Eibar, muy a su estilo, lograba jugar en campo rival, y el Betis parecía dejarse dominar para buscar esos balones largos o alguna contra, plan ya probado con éxito ante los de Mendilibar en tiempos recientes. Bien cerrados atrás los béticos, las escasas ocasiones eran verdiblancas, pero una vez más un accidente ponía a los béticos por debajo y desbarataba los planes.

Segunda parte
Sin nada ya que perder, el Betis se va arriba y el partido entra progresivamente en una dinámica de correcalles. Tras el descanso Rubi toca el esquema: de salida mete a Joaquín como mediapunta, para lo que desplaza a Loren a la banda derecha en defensa y en ataque (!); la cosa (4-2-3-1) funciona razonablemente porque Guardado y Joaquín se reparten bien los espacios de interior. Poco después da entrada a Fekir y monta un 4-4-2 en rombo con Joaquín y Guardado como interiores, Canales mediocentro y Fekir cerca de los delanteros, aunque al poco rato (¿autogestión?) el francés se pasa a la zona de interior derecho y Guardado se sitúa junto a Canales, algo mucho más razonable y un buen puesto para Fekir, de hecho: sitúa bien al francés para tomar responsabidad defensiva (seguir al lateral izquierdo rival) y no deja tan expuesto al equipo por el centro.

Fekir interior en un rombo: ¿un esquema válido para encajarlo tras dos puntas?

El Betis empata a balón parado y de inmediato Mendilibar mete un segundo delantero para formar un 4-4-2. Muy al final el Betis acumula hombres de banda sin demasiado sentido ni intentos de combinar por dentro, y el partido acaba a pelotazos: el equipo no logra aprovechar siquiera la superioridad numérica final para provocar ocasiones. 

Línea por línea
Robles tuvo escaso trabajo más allá del penalti. Mandi y Bartra se manejaron muy bien en situaciones de alto riesgo. La velocidad y el voluntarioso trabajo de Pedraza y Emerson no justifica que se alinee a jugadores que tienen problemas para entender su posición defensiva y que tampoco aportan mucho en ataque. Pedraza solapa su posición con Moreno cuando el ataque se alarga un poco (ambos la piden fuera siempre); Emerson provoca terror entre el público por sus controles, no ya por los que no consigue sino por los que intenta.

La voluntad tampoco salva a Guardado de su pésimo estado de forma, aunque aguantó dignamente el partido completo. Canales, fuera de sitio, salvó con éxito balones comprometidos en la salida pero cometió un absurdo penalti y su mal retorno defensivo provocó situaciones grotescas en alguna transición:


Moreno y Joaquín acabaron poco pero al menos lograron progresar. Borja sigue desacertado, al contrario que un pletórico Loren.

Fekir, aunque aún lejos de su mejor estado, provocó faltas y una expulsión. Tello y Lainez, una vez más, no aportaron nada en absoluto.

Rubi ha agotado la parte amable del calendario sin lograr que su equipo asimile su modelo de juego, que –cada vez es más evidente– tiene diferencias radicales con el anterior. El equipo da sensación de desorganización, sin apenas estructura ni mecanismos reconocibles, sobre todo en ataque, y queda expuesto –un poco al estilo del Madrid de Zidane– a la calidad, la inspiración y la motivación de sus jugadores para superar a los rivales.

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