lunes, 28 de noviembre de 2011

Betis 2 - Real Sociedad 3 (14ª jornada de Liga de Primera División)


BETIS (2): Casto; Chica (Jorge Molina, 78), Ustaritz, Dorado, Nacho; Pozuelo (Pereira, 67), Iriney, Beñat (Ezequiel, 58) , Salva Sevilla; Rubén Castro y Santa Cruz.
REAL SOCIEDAD (3): Bravo; Carlos Martínez, Mikel González, Iñigo Martínez, Estrada; Elustondo (Demidov, 71); Vela, Aranburu, Zurutuza (Rubén Pardo, 81), Griezmann; y Agirretxe. Goles: 0-1: Min. 55, Agirretxe. 0-2: Min. 75, Vela. 1-2: Min. 80, Pereira, 2-2: Min. 85, Pereira, 2-3: Min. 91, Iñigo Martínez.
Árbitro: Álvarez Izquierdo, catalán. Amonestó a los locales Casto, Beñat e Iriney, y a los visitantes Mikel González y Griezmann.


Hace poco más de seis años un Villarreal que marcaba época con su fútbol preciosista visitaba el estadio del Betis. Serra Ferrer había llegado a la conclusión –seguramente en un oscuro y exitoso partido de Copa en Cádiz celebrado meses antes–, de que sus centrocampistas no tenían calidad para jugar al fútbol y era mejor que su Betis se la jugara al contraataque y la contundencia en las áreas: Melli, Juanito y Rivas mordían en una, Edu y Oliveira en la otra. En ese partido los levantinos tuvieron una posesión muy superior a la bética, pero fueron laminados en rapidísimos contraataques, uno de ellos endiabladamente veloz.

Hace una semana el Villarreal esperaba al Betis en su estadio. Con ambos equipos varios escalones por debajo de sus predecesores, el Villarreal usó el mismo plan, con los papeles invertidos: el equipo de casa dejó el balón a su rival, y la blandura defensiva del Betis, incapaz de defender decentemente ni siquiera las jugadas a balón parado, hizo el resto.

No queremos ni siquiera insinuar que Mel deba hacer lo que hizo Serra. En este Betis el centro del campo funciona bien, como se demostró ayer. Los problemas vienen en las áreas: donde hay que morder. Hacer daño en la del rival es cuestión de calidad; en el Betis no sobra, pero en esta depauperada Liga, incapaz de retener a Agüero, Forlán, Osvaldo, Bojan, Emana y tantos otros, se pueden contar con los dedos de una mano los equipos con una pareja claramente superior a la que forman Castro y Santa Cruz. Los problemas vienen en el área propia, y no se arreglan tanto con táctica como con gritos, disciplina y mano dura.

Y es que en la primera parte del Betis-Real Sociedad los locales fueron muy superiores a los visitantes en el 80% del campo de juego. Una mirada fría –como la que permite el ver el partido en diferido– deja en buen lugar a Mel, que "hizo caso" (valgan por una vez las comillas) a muchas de las propuestas ofensivas aquí escritas, y acertó, según demuestra el juego. Eliminó un mediocentro, volvió al 4-4-2, mandó por fin a Salva a su perfil bueno en la banda izquierda, y juntó arriba a Castro y Roque. Ante una Real en un claro 4-1-4-1, el Betis presionó bien y desde muy arriba, con Iriney o Beñat saliendo a por el mediocentro, Elustondo, y la tocó en general en corto; a veces lo hizo en vertical, pero ayer de forma coherente porque Roque sí tenía a quién bajarle los balones. Sólo se echó de menos más profundidad y amplitud por las bandas, porque los extremos no fueron tales y Nacho y Chica no tuvieron suficiente recorrido. El resultado fue un fútbol fluido que no se reflejó en el marcador por falta de acierto y determinación arriba. Los pitidos de la grada en esa primera parte pueden justificarse sólo por los nervios debidos a la situación del equipo, pero el juego fue de lo mejor de esta temporada en casa.

Si esa primera mitad pudo acabar mal en el marcador fue por la ya citada e inaceptable vulnerabilidad defensiva: las ocasiones realistas no vinieron tanto por el rutinario adelantamiento defensivo, sino por errores en cadena (caso de la jugada del penalti) y por una escandalosa falta de concentración defensiva a balón parado, que viene de hace tiempo: incluso un córner a favor acabó en claro contraataque de la Real.

La segunda parte fue otra historia: tras un aceptable inicio, los nervios hicieron presa del equipo, y una defensa que blandeaba ya cuando apenas le llegaban balones complicados fue con espacios un puro coladero, con especial mención para Chica, tal vez falto de rodaje. Beñat, cansado y en riesgo de expulsión tras hacer un buen partido, fue sustituido por Ezequiel para pasar a Salva al mediocentro. Más tarde Pereira trató de pisar más el área que Pozuelo (con evidente éxito final), mandando a la derecha a Ezequiel: Mel trataba de abrir el juego con el uso de extremos en su lado natural. Encerradísima la Real, el Betis nadó con fe hasta el final contra el 0-2, y se ahogó en la orilla.


Al modo de ver de quien esto firma las soluciones no pasan por echar a Mel, ni por cambiar la forma de jugar (como parece haber pedido cierto dirigente, buen administrador pero que hace un año no sabía cuánto duraba el descanso, y que perdió hoy una excelente oportunidad de callarse), ni por blindar defensivamente al equipo, por más que el Betis siempre encuentre menos espacios que el rival por la naturaleza de su propia forma de jugar. Puestos los mimbres correctos en la ofensiva, se trata, más bien, de concentración y contundencia defensiva, y eso pasa por cambiar algún jugador de atrás por otros de perfil más agresivo (Mario sin duda cuando esté, ¿Tosic?) y, sobre todo, por cambiar la actitud de todos los jugadores cuando están cerca de las porterías, donde no vale el jogo bonito. La paciencia debe de hacer el resto.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Villarreal - Betis: un breve análisis


Quien esto firma desea ante todo pedir disculpas por haber faltado a la cita habitual tras los partidos oficiales  del Betis. Aprovecho para advertir de que el próximo encuentro, frente a la Real, también será analizado con retraso.

Una vez visto en diferido el Villarreal - Betis, tarea harto farragosa por el bajísimo nivel del partido y la mezquina actitud de un pésimo Villarreal, sí es necesario al menos comentar algunos detalles:

- El estado anímico del equipo es preocupante. La evidente falta de fe en la victoria se tradujo en falta de intensidad y, en particular, en un estado futbolístico depresivo en algunos jugadores, como Castro. Mel y la psicóloga tienen trabajo.


- El trivote no funciona ni lo hará nunca, salvo circunstancias del partido muy favorables. Mel puso a Iriney y Cañas más o menos en paralelo y a Beñat en una posición móvil entre la mediapunta y el mediocentro. Cuando éste se encontraba cerca de los delanteros quedaba en evidencia su falta de condiciones para ese puesto, por lentitud y poco recorrido; especialmente triste fue verlo perder balones en las esquinas del campo. Cuando trató de sacarla junto a los centrales béticos se encontró con la pobre perspectiva de Cañas e Iriney como interiores a la espera de pase; así es imposible que el fútbol de ataque fluya ni haya circulación rápida. Confundir mediocentros, de los que no caben más de dos en un equipo, con interiores es un grave error. De esto último sólo podría servir Cañas, y mal.

- Parece que Mel (y todos los béticos) ha entendido el problema y pondrá remedio ante la Real: juntará por fin, esperemos, a Castro con Santa Cruz arriba y meterá a Salva Sevilla como falso extremo. Que el sacrificado sea Iriney, Cañas o Beñat no es esta vez lo más importante: sí importa que haya jugadores con capacidad de jugar entre líneas, se llamen Salva, Sergio o quienes sean. Con eso, un poco de apertura del campo y algo más de acierto de Castro (peor no puede hacerlo) el ataque mejorará necesariamente.

- Más preocupante es la blandura defensiva mostrada, particularmente a balón parado: cuestión de actitud, de nuevo.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Betis 0 - Málaga 0 (12ª jornada de Liga de Primera División)

Real Betis (0): Casto; Isidoro, Ustaritz, Dorado, Nacho; Pozuelo (Matilla, m. 81), Iriney, Cañas, Beñat (Ezequiel, m. 57); Rubén Castro (Jefferson Montero, m. 85) y Jorge Molina.
Málaga (0): Caballero; Gámez, Demichelis, Mathijsen, Monreal; Toulalan, Duda (Camacho, m. 77); Cazorla, Joaquín, Isco (Buonanotte, m. 61); y Rondón (Seba, m. 85).
Árbitro: F. Teixeira (Colegio Cántabro). Mostró amarilla a Gámez e Isidoro.


Aceptable hay que considerar el empate del Betis esta noche ante el multimillonario Málaga.

Consciente de que el fútbol "es como una manta pequeña", Mel ha decidido que para mantener su fútbol de presión adelantada ha de sacrificar cierto manejo de balón. Ha vuelto entonces al esquema más habitual en el Betis de su era, un 4-4-2
(que mañana la prensa sevillana convertirá en 4-3-3) con un falso extremo, pero ha destinado este último rol a Beñat (echado hoy a la izquierda) para introducir a Cañas como segundo pivote, a costa de sacar del equipo a Salva Sevilla. Por el extremo derecho (también con tendencia al interior, pero en un lugar más natural para sus condiciones) jugó Pozuelo. El Málaga, por su parte, se colocó al modo esperado, un 4-2-3-1 con Toulalan como tapón con la ayuda de un Duda algo más libre, y Joaquín por detrás de Rondón en intercambio habitual de posiciones con Cazorla (hoy, afortunadamente, poco acertado) e Isco.

Pese a lo dicho y a su escasa calidad técnica en ciertas zonas del campo (como por ejemplo en la zona de Isidoro, Ustaritz e Iriney o Cañas) el Betis intentó jugar el balón por abajo, favorecido por el bajo ritmo de un Málaga que, aunque estuvo trabajador, carece en general de condiciones para la recuperación. Entre esa voluntad y la buena presión desde arriba el Betis se hizo con la posesión durante la mayor parte del partido, con la notable excepción del primer cuarto de hora del segundo tiempo, en el que Joaquín hizo estragos tirado a la banda izquierda. Salvo latigazos sueltos por su calidad y ese cuarto de hora (en el que sí metió miedo), el Málaga llevó relativamente poco peligro.

El problema del Betis viene de otro sitio, y para detectarlo basta mirar un dato: ha hecho un solo gol en los últimos siete partidos. Falta calidad en la mediapunta y, sobre todo, arriba, donde un Castro en baja forma y un Jorge Molina demasiado lento para la categoría no alcanzan para materializar el buen juego de las líneas traseras. La única esperanza en este aspecto es que Rubén mejore y que Santa Cruz juegue el mayor número posible de minutos. El escaso acierto de Castro y Beñat (un hombre sin uno contra uno y al que se le ofrecieron pocas líneas de pase por delante) y la falta de extremos provocaron una ausencia casi total de profundidad, apenas amagada cuando Pozuelo la tocaba entre líneas.

Tras abrir mucho más el extremo izquierdo con la aparición de Ezequiel, Mel acabó jugando un 4-2-3-1 con éste y Jefferson (derecha) en los extremos, y Matilla como mediapunta retrasado.

Jugador por jugador
Casto: Un buen partido más. Hizo una muy buena parada ante Rondón en la segunda parte, y estuvo siempre atento, aunque irregular con los pies.
Isidoro: Discretamente cumplidor, en el buen sentido de la palabra.
Ustaritz: Bien situado en defensa, lanzó varias pedradas a sus compañeros. En el dos contra tres con el que comienzan casi todas las jugadas de ataque estático (hoy él, Dorado e Iriney contra Rondón y Joaquín) debe comprender que para abrir líneas de pase ha de abrirse y retrasarse más.
Dorado: Valiente y mucho más activo que en partidos anteriores. La sacó bien.
Nacho: Poco exigido, aunque Joaquín encontró la línea de fondo con facilidad las pocas veces que pisó su zona.
Cañas: De los mejores otra vez: hiperactivo en defensa y aseado en ataque.
Iriney: Parece que la competencia de Cañas lo ha espabilado. Volvió a parecerse a sí mismo.
Beñat: Flojo. Jugó exactamente al modo de Salva Sevilla, esto es, cerrando la banda en defensa (cuando llegaba a tiempo) y huyendo de ella como de la peste en ataque. Al jugar tan abierto y tan arriba tuvo poca gente por delante para pasarla, y se vio obligado a largas conducciones en lugar de hacer su fútbol de dos toques, pero no tiene la rapidez de movimientos necesaria para ello. Además, en defensa tuvo que hacer un trabajo menos posicional y de mucho recorrido: se fue reventado. En ese sitio se puede ser menos inteligente pero hay que ser más rápido y ligero.
Pozuelo: El único que dio la sensación de poder desequilibrar el partido, por su buen juego entre líneas. Jugó de teórico extremo, aunque sea más bien mediapunta. Saca las faltas con la derecha, pero por demás es casi imposible saber cuál es su pierna mala. Corrió tanto que acabó cambiado por los calambres.
Castro: Buenos movimientos sin balón, pero con él no dio ni una. A breves ratos pareció incluso fuera del partido.
Molina: Hizo lo que pudo, pero no puede mucho. No sacó partido de la archiconocida lentitud de Demichelis y Mathijsen.

Ezequiel: Metió miedo al Málaga desde su posición muy pegada a la cal, lo que desahogó mucho la última media hora del equipo. Al menos como recurso tiene su papel en este equipo.
Matilla: Tiene síndrome de Asperger futbolístico: apenas se comunica con la grada y poco con sus compañeros. Jugará muchos ratitos de diez minutos, así que más le vale que se muestre menos frío y se deje la piel en ese rato, o acabará señalado.
Jefferson Montero: Como extremo derecho (¡por fin!) apenas tuvo tiempo de hacerse una carrera de ochenta metros.