domingo, 28 de junio de 2020

Levante 4 - Betis 2 (32ª jornada de LaLiga)

LEVANTE U.D. (4): Aitor; Miramón, Vezo, Postigo, Clerc; Rochina (Melero, m. 63), Radoja (Róber Pier, m. 86), Campaña, Bardhi (Hernani, m. 63); Morales (Roger, m. 63) y Borja Mayoral (Sergio León, m. 74).
BETIS (2): Joel; Barragán (Juanmi, m. 46), Sidnei, Bartra (Guardado, m. 57), Feddal, Álex Moreno; Guido Rodríguez (Tello, m. 46), William; Canales; Fekir (Lainez, m. 82) y Loren (Borja Iglesias, m. 73).
1-0, m. 21: Borja Mayoral. 2-0, m. 34: Bardhi. 3-0, m. 49: Morales. 4-0, m. 58: Rochina. 4-1, m. 69: Canales. 4-2, m. 86: Juanmi.
Jaime Latre (Comité Aragonés). Mostró tarjeta amarilla a Feddal, Barragán, William y Borja Iglesias.
Partido a puerta cerrada por la Covid-19.

Resulta difícil elogiar el planteamiento táctico de un equipo que maquilló en los últimos minutos una bochornosa goleada ante un equipo sin el menor glamour. Pero lo cierto es que la disposición y puesta en escena del Betis en el campo del Levante (por llamar así al de La Nucía) fueron muy buenas de inicio, cuando el equipo jugó algunos de los mejores minutos de la temporada.

Primer cuarto de partido
Y es que el Betis presentó un novedoso y armonioso dibujo ofensivo, del que hemos hablado aquí muchas veces –por frustración de no verlo–: un armonioso 3-4-1-2 (o 3-2-3-2) de bonitos triángulos casi equiláteros que, sumado al rigor posicional de sus jugadores y a la incomodidad que producía en el 4-4-2 del Levante por falta de marcas claras, dio al Betis un cómodo control del partido durante veinte minutos:


Solo Carvalho y Guido tenían sobre sí una pareja clara (Radoja y Campaña); el resto quedaba en unas posiciones intermedias difíciles de defender, especialmente Loren y Fekir, que daban tarea a los cuatro defensas levantinistas para liberar a Álex y Barragán y hacer hueco a las llegadas de Canales, casi un tercer delantero:


Fekir, extremo diestro, fija al lateral para que Barragán quede libre. Loren y Canales crean dudas al resto de defensas.

El Betis ganaba con facilidad el tres contra dos de salida hasta liberar a un central (en la captura de arriba, Bartra), controlaba el partido de forma casi absoluta y creaba alguna ocasión, aunque poco clara.

Y si todo estaba tan bien, ¿qué sucedió?
El paciente lector se hará sin duda esa pregunta: a la hora de partido el Betis perdía 4-0, recordando al del tristísimo final de la temporada pasada. ¿Si este bloguero lo pinta todo tan bonito, qué ocurrió?

Podríamos decir que una tormenta perfecta había derrumbado el planteamiento de Alexis. Intentamos enumerar esa confluencia de factores:

1. La pura fortuna, digámoslo ya. En ese minuto 60 el Levante había embocado sus cuatro tiros entre los palos y el Betis ninguno, algo que ni siquiera una posible diferencia de calidad entre los porteros explica.

2. Los riesgos inherentes al modelo de juego: como explicamos en el post anterior a este (Betis-Espanyol) el Betis de Alexis vuelve a intentar una fuerte presión postpérdida, esto es, a defender hacia delante y muy lejos de su portería. Esta forma de jugar expone a sus defensas a muchas situaciones en que un mero error en la anticipación puede significar una ocasión clara para el rival por los enormes espacios que se le conceden.

3. Alexis apenas ha tenido tiempo para trabajar esa presión postpérdida, y ya el día del Espanyol advertimos de espacios a las espaldas de los defensores. Hoy se produjeron dos problemas específicos en ella. El primero fue un exceso (en ocasiones) de hombres a la presión: en varias jugadas tres delanteros béticos trataron de presionar la salida de dos levantinistas, lo que obviamente produce no ya igualdad sino incluso superioridad numérica de delanteros rivales ante defensas béticos a la caza del consiguiente pelotazo largo. El segundo, un problema posicional: el elegante planteamiento bético dejaba en una posición extraña, casi fuera del juego, a los extremos levantinistas, Rochina y Bardhi, pero en dirección inversa los situaba en una pista de salida para comprometer con su velocidad a los centrales béticos, ya atareados con Morales y Mayoral:


En el mejor de los casos el problema se podía paliar con la basculación del lateral del lado opuesto al de la jugada (y eso con esfuerzo, pues en ataque estaban altísimos), pero incluso así las rápidas transiciones levantinistas pillaban en igualdad numérica a la defensa bética cuando los locales lograban salir de la presión:


4. Los errores individuales: no solo Joel no paró ninguna, sino que los centrales salieron retratados en los goles. En particular, Bartra, que esta vez midió mal los riesgos: en el 1-0 se borra de la jugada sin siquiera hacer falta (la escasa inteligencia para la falta táctica es otro handicap de este equipo), y en el 2-0 vende a su portero al permitir un tiro al segundo palo abriendo las piernas.


Sin duda el desquiciamiento por la situación y el cansancio jugaron también su papel, sobre todo a partir del 2-0, al que siguió una fase de pérdida total de control por parte bética: un fútbol tan arriesgado requiere absoluta concentración y fe en el modelo de juego.

Tras el descanso Alexis atrasó a Canales al mediocentro para meter arriba a Juanmi en un 3-4-1-2 más arriesgado al ser Fekir el mediapunta. Y antes del 4-0 Bartra dejó su sitio a Guardado y resultó una especie de 4-2-3-1 con Tello detrás de Canales en la derecha.

Último cuarto de partido
El Betis pone al menos dignidad y cierta fe, empuja, y maquilla el marcador ante un rival ya relajado.

Línea por línea
Aunque no cometiese errores de bulto tampoco es admisible que Joel no parase un solo balón de los cuatro que le llegaron, ninguno de ellos, por demás, imposible. Ni él ni el trío defensivo estuvieron a la altura del partido pese a que ya no tienen excusas en el modelo de juego ni el esquema. Tampoco un gris Barragán y el siempre alocado Álex Moreno, que desperdicia sus enormes condiciones físicas.

William dejó muestras de su clase con balón en una posición y esquema muy convenientes para él. En defensa lo mejoró Guido, menos cómodo sin embargo por delante de tres centrales a la hora de jugarla.

Loren mejoró a Borja, algo poco complicado. Canales hizo daño en una zona poco habituál para él en las últimas temporadas, y Fekir intervino poco, pero donde debe.

Alexis tiene tanta responsabilidad positiva por su buen planteamiento posicional como negativa por las debilidades de una plantilla de cuya confección es muy responsable. A nuestro entender el camino táctico seguido es el correcto, pero hay mucho por trabajar y poco tiempo para hacerlo.

Los comentarios son bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.

sábado, 27 de junio de 2020

Betis 1 - Espanyol 0 (31ª jormada de LaLiga)

BETIS (1): Joel; Mandi, Bartra, Feddal; Guido; Emerson (Barragán, m. 82), Canales, Guardado (Aleñá, m. 91), Pedraza (Álex Moreno, m. 91); Fekir (William Carvalho, m. 80) y Borja Iglesias (Loren, m. 80).
ESPANYOL (0): Diego López; Pipa (Gómez, m. 79), David López, Naldo, Pedrosa; Embarba (Nico, m. 79), Iturraspe (Melendo, m. 56), Marc Roca, Darder; Campuzano (Wu Lei, m. 56) y Calleri (Raúl de Tomás, m. 56).
1-0, m. 47: Bartra.
Árbitro: Martínez Munuera (Comité Valenciano). Mostró tarjeta amarilla a Pipa, Guido Rodríguez, Pedrosa, Naldo, Borja Iglesias y Emerson.
Encuentro a puerta cerrada en el estadio Benito Villamarín.

El primer partido postRubi trajo más mejora en las intenciones futbolísticas del Betis que mejora real del equipo, que ganó apuradamente a un Espanyol escasísimo de confianza.

En los escasos días de preparación con que contó, el equipo técnico encabezado por Alexis y Merino incidió en las dos direcciones tácticas de mejora en que habíamos insistido en este blog, por demás bastante evidentes, y consistentes en sendos retornos al pasado:

- Volver a la línea de tres centrales atrás, detalle que podría solucionar de un plumazo muchos de los problemas defensivos del equipo y que colocaría de forma más natural a los jugadores de atrás (dos carrileros naturales como Emerson y Pedraza, más centrales como Mandi con tipo casi de lateral).
- Volver a un estilo de juego de más elaboración y posesiones más largas, evitando pérdidas que cogieran al equipo mal colocado para presionar. Este detalle traía como consecuencias entrar en largas fases de defensa posicional, o de juego de ida y vuelta; ni unas ni otro convenían a las características de sus jugadores.

Primera parte
A subir la cuota de posesión del Betis se sumaría el previsible Espanyol de Abelardo, un equipo compacto por dentro y bastante encerrado atrás que concedería el balón al Betis sin excesiva resistencia desde un 4-4-2 defensivo con Iturraspe + Roca en el doble pivote y Calleri como único punta puro. Resultaría este reparto de espacios:


Como vemos, Canales recuperaba su sitio natural en el perfil derecho, inexplicablemente hurtado por Rubi en las últimas semanas, y el equipo formaría un 3-1-4-2 (o 5-3-2) bastante cuidadoso posicionalmente, en el que solo la ubicación centrada de Guido (obligada por el esquema) y la libre de Fekir –empeñado una y otra vez en acercarse al compañero poseedor del balón, incluso a sus centrales– estorbarían el buen espaciamiento general. El equipo recuperaba pues uno de los viejos esquemas de tiempos de Setién y sobre todo algunos de los mecanismos de esa era, más o menos descuidados por Rubi: paciencia para ganar el hombre libre en la salida de balón, atracción de rivales antes de soltar la pelota (Bartra, notablemente), respeto a los espacios del compañero, incluso con alguna permuta posicional... El caso más notable fue el de la presión tras pérdida: en la interesante métrica PPDA (gracias, Nando), que mide cuántos pases tolera un equipo al rival en la mitad de campo de este antes de realizar una acción defensiva, el Betis pasaba de promediar unos 8 toques del rival a permitir menos de cinco.

Canales era el jugador más móvil en vertical, llegando a pedir la pelota en zona de Mandi o realizar desmarques a la espalda de la línea de cuatro defensas del Espanyol. El Betis buscaba de vez en cuando el balón frontal hacia esa zona tras la defensa espanyolista y, sobre todo, los envíos cruzados hacia Emerson y Pedraza, los hombres con más terreno libre por las grandes basculaciones laterales del equipo de Abelardo.

Cuando el Betis presionaba arriba uno de los carrileros, con más frecuencia Emerson, adelantaba su posición para buscar al lateral rival, resultando parejas en todo el campo y casi un 4-4-2:


Ahí pasó algún apuro la adelantadísima defensa bética cuando le buscaron su espalda, mal ayudada por Joel para tapar espacios. En la salida de balón ante presión alta rival también solía abrirse mucho Mandi y adelantarse Emerson, resultando igualmente una especie de 4-4-2 coyuntural (o contextual) con Guido como pivote delante de Bartra y Feddal.

Durante el primer tiempo el equipo funcionó razonablemente, aunque sin excesiva profundidad.

Minutos 45 al 65
El Betis mete una marcha más y marca muy pronto. A partir de ahí disfruta como en tiempos más felices: toca la pelota atrás para atraer la presión espanyolista y cuando el rival separa líneas lo castiga con llegadas que merecen el 2-0.

Minutos 65 al final
Con los mejores en el campo, Alexis no se atreve a hacer cambios como sí lo hace Abelardo, que se la juega al ataque. El Betis acumula cansancio (Guardado y Emerson, notablemente), pierde el control del partido pese a intentar seguir teniendo el balón y alejar al rival de su área, y permite llegadas con espacios al Espanyol que cerquísima estuvieron de costar el empate.

Con la entrada de William el Betis acabó formando un 5-4-1 con Guido y el portugués como mediocentros, un sistema con el que tapó mejor las subidas de los laterales rivales (uno de los grandes problemas del 5-3-2).

Línea por línea
Joel impidió con una parada milagrosa un empate que debió cortar antes en esa misma jugada; también en la primera parte consintió una llegada peligrosísima por no salir. La mala medición de las salidas (por alto y bajo) es sin duda su mayor defecto.

El trío de centrales recuperó viejas sensaciones, con un Mandi mejorado en ataque y un Bartra anticipativo en defensa. Emerson y Pedraza cumplieron, aunque en este sistema deben profundizar mucho más.

Guido estuvo de nuevo entre los mejores. Hace la raya y es seguro en el pase, aunque arriesgue poco. Guardado y Canales recuperaron tono.

El caótico posicionamiento ofensivo de Fekir quedó en evidencia por el mejorado orden ofensivo general. Es un aspecto a trabajar con el francés, aunque delicado: no es fácil meter en cintura a este tipo de jugador, acostumbrado a que el equipo gire a su alrededor. Puede aportar muchísimo si se sitúa bien, porque lo jugará en ventaja. Borja trabajó, de nuevo, con escaso acierto.

Los suplentes comparecieron demasiado tarde para aportar casi nada, único detalle censurable en un Alexis que mejoró más las sensaciones que el fútbol real, pero que encamina al equipo por el sendero correcto. La mejora en el control del juego es fundamental para esta plantilla.

Los comentarios son bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.

lunes, 22 de junio de 2020

Athletic de Bilbao 1 - Betis 0 (30ª jornada de LaLiga)

ATHLETIC (1): Unai Simón; Capa, Núñez, Íñigo Martínez, Yuri (Balenziaga, m. 92); Raúl García (Villalibre, m. 92), Unai López (Sancet, m. 86), Dani García, Córdoba; Williams (De Marcos, m. 92) y Muniain (Vesga, m. 73).
BETIS (0): Joel Robles; Emerson, Mandi, Bartra, Pedraza (Aleñá, m. 69); Lainez (Tello, m. 56), Guardado (Álex Moreno, m. 56), Guido Rodríguez (Juanmi, m. 86), Canales; Fekir y Borja Iglesias (Loren, m. 69).
Goles: 1-0, m. 7: Íñigo Martínez.
Árbitro: Pizarro Gómez (Comité Madrileño). Amonestó a Yuri, Muniain, Íñigo Martínez y Dani García.
Partido jugado a puerta cerrada por la Covid-19.

Los once meses de Rubi en el Betis, que antenoche tocaron a su fin, se han caracterizado por la indefinición táctica y los malos resultados.

Y es que si algún fantasma lo persiguió durante estos meses no fue el del anterior entrenador, sino el del modelo de juego de este –y supuestamente oficial en el club–, que había dotado de una identidad futbolística que defender a sus jugadores. Rubi sin embargo no logró convencerlos con su apuesta inicial (anticuada, de dudosa coherencia futbolística y horrible en resultados) y luego navegó entre sus ideas y las que le impusieron los jugadores. El invento duró un par de meses pero al primer obstáculo el grupo, carente ya de fe y de identidad (son profesionales, no béticos), perdió el rumbo.

El partido de ayer ni mucho menos fue de los peores, pero tampoco puede escudarse en el infortunio un equipo que fuera de casa ha ganado un solo partido de quince. Por demás el Athletic jugaba sin el apoyo de su público, asunto clave (como en el caso bético) en su aguerrido juego. Los vascos sí tienen una identidad clara desde hace muchas décadas: un típico juego norteño, físico, de ritmo alto, presión intensa, juego en largo y centros cruzados desde las bandas, materializado ayer desde un 4-2-3-1 (casi 4-4-2) en el que Williams y Muniain quedaban arriba y Raúl García se tiraba a la derecha para hacer de blanco de balones largos.

El Betis, curiosamente, clonaba su esquema del partido de presentación jugado ante Las Palmas hace muchos meses, y tristemente el equipo demostraba escaso progreso en su fútbol desde entonces. Se trataba de un 4-2-3-1 a mayor gloria de Fekir, con Canales exiliado de nuevo en la banda izquierda, a pie natural, tal vez en previsión de un partido de ida y vuelta que le diera ocasión de lucir su zancada. Ambos equipos defendían en 4-4-2 pero con más empeño en cortar prudentemente líneas de pase que en desgastarse encimando arriba hombre a hombre como los esquemas prometían:


El lamentable primer tiempo bético nos recordó una vez más la debilidad de la defensa bética, que volvió a recibir un gol en jugada preparada (uno de los puntos fuertes que promete trabajar todo entrenador que debuta en el club... casi siempre con nulos resultados). Como hemos ya discutido aquí, este asunto de la defensa ha sido uno de los más significativos del naufragio táctico de Rubi, y ello en dos sentidos:

- En primer lugar mostró los peajes de tener un modelo de juego indefinido e incoherente: con centrales de buena salida de balón y muy buenos defendiendo lejos de su portería, pero no tanto dentro de su área (Mandi, Bartra, Sidnei, y algo similar podría decirse de los laterales) procedía respetar un modelo de juego que potenciaba sus virtudes y disimulaba sus defectos mediante altas cuotas de posesión, defensa adelantada y presión tras pérdida. Sin embargo el juego de Rubi (alto ritmo de juego en todos los sectores y por tanto pérdidas, balones largos si el rival hacía una presión ambiciosa, salida de balón escasamente trabajada) los expuso a defender mucho en posicional y cerca de su área, resultando una defensa permeable (ayer un coladero por las bandas) que ha encajado un número de goles escandaloso.

- Tampoco supo nunca interpretar Rubi las características individuales de sus defensas al plantear su esquema. No tenía mediocentro defensivo, ni apenas defensas contundentes en su área (Mandi y Bartra blandos en el cuerpeo, Sidnei rápido a campo abierto pero lento en corto, Álex una bomba en área propia); sí tenía carrileros natos como Emerson y Álex, centrales con tipo casi de lateral como Mandi y Bartra, y mediocentros de buen manejo como Canales, Carvalho y Guardado. En suma, problemas de permeabilidad y falta de dominio de espacios al replegarse. Por tanto era absurdo imponer el 4-3-3 (obligando incluso a la directiva a ficharle a Guido) cuando una defensa de tres centrales solucionaba de un plumazo todos esos problemas.

Recibido un tempranero gol que aplacó la presión vizcaína, el ataque bético no tuvo tampoco el sábado una buena coordinación: deslavazada la salida de balón y sin mecanismos previstos ni rematadores que pisaran el área (más allá de Borja), apenas las subidas de Emerson y los destellos del siempre impresionante Fekir provocaron algún peligro.

Los cambios fueron un tanto extraños pero lo cierto es que con el paso de los minutos el equipo mejoró sus prestaciones ofensivas y se acercó muchísimo al gol (también el rival, por cierto). Primero Rubi prescindió de Lainez cuando hacía su mejor partido para doblar lateral por la izquierda (?) centrando a Canales; el cántabro formó luego doble pivote con Aleñá mientras Tello se estorbaba en banda izquierda con Álex Moreno.

Poco puede destacarse del partido a nivel individual: si acaso, el rápido giro y buenos recortes de Lainez, el buen manejo y posicionamiento de un Guido en crecimiento y la exagerada calidad individual de Fekir, que haciendo al partido por su cuenta se plantó ante Simón en una jugada sin aparente peligro, provocó un penalti, obligó al VAR a revisar un gol fantasma y estuvo a punto de marcar de falta.

En el currículum de Rubi quedará haber desperdiciado a un jugador de este nivel. Por demás solo deja su honradez, afabilidad y la conexión con una grada que parece más contenta por recibir jabón en las ruedas de prensa que por ver a su equipo arriba en la clasificación. Futbolísticamente Rubi solo organizó algo parecido a un modelo de juego cuando obedeció a sus jugadores; cuando sucedió lo contrario solo hubo caos y un fútbol inconsistente y anticuado. Flexible e indefinido en el modelo de juego pero absurdamente rígido en cuanto a esquemas, tamcpo supo dar a cada uno de sus jugadores el contexto táctico en el que mejor explotaran sus cualidades. Su fracaso, en suma, ha sido eminentemente táctico.

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martes, 16 de junio de 2020

Betis 2 - Granada 2 (29ª jornada de LaLiga)

BETIS (2): Joel; Emerson (Barragán, m. 81), Mandi, Feddal, Pedraza; Edgar (Lainez, m. 70); Canales, Guardado (Aleñá, m. 60); Fekir, Loren (Borja Iglesias, m. 70) y Joaquín (Tello, m. 60).
GRANADA (2): Rui Silva; Foulquier, Vallejo, Germán (Duarte, m. 57), Neva; Yan Eteki, F. Vico (Martínez, m. 73); Antonio Puertas, Azeez, Machís (Víctor Díaz, m. 57); y Carlos Fernández (Soldado, m. 73)
0-1, m. 28: Carlos Fernández. 1-1, m. 84: Canales, de penalti. 2-1, m. 87: Tello. 2-2, m. 90: Soldado.
Soto Grado (Comité Riojano). Mostró tarjeta amarilla a Edgar, Pedraza, Vallejo, Germán y Foulquier
Encuentro disputado a puerta cerrada en el Villamarín.

Un nuevo mal partido ha colocado al Betis de Rubi al borde de terreno pantanoso. Es momento de que los pesos pesados del vestuario pongan orden y eviten acercarse al precipicio antes de que aparezcan fantasmas conocidos.

Primera parte
El elogiado Granada de Diego Martínez sigue básicamente el plan usual del club desde hace ya muchas temporadas: un equipo fuerte físicamente y muy sacrificado en defensa que –a falta de mayor calidad técnica– busca el espacio al contragolpe para dañar al rival. En defensa utiliza para ello el usual 4-4-2 con doble mediocentro defensivo, esquema usual de repliegue de este tipo de equipos, aunque con lso delanteros escalonados en ataque. A ello suma las consabidas jugadas preparadas para el balón parado, y en efecto fueron esos, contra y córner, los dos modos en que cantaron bingo.

Llegado pues el 0-1 tras robo y contra, el partido ahondó en el plan granadinista y en los problemas del ataque posicional del Betis de Rubi. Para ningun equipo es fáci jugar ante un rival rocoso y encerrado, y menos aún para un Betis mal trabajado en ataque que tiene problemas de colocación ofensiva y de circulación de balón. Con los buenos de vuelta al equipo, Edgar realizó otra vez su función de mediocentro defensivo convertido en tercer central en salida de balón, aunque esta salida fue un tanto caótica, diferente en cada inicio de jugada, con el canterano a veces en el centro, otras a un costado, otras adelantado a posiciones de interior... El trío trasero bético solía lograr, trabajosamente, la salida de uno de ellos como hombre libre, pero la mala distribución bética en ataque y los escasos (y lentos) cambios de juego daban tiempo al Granada a bascular para conseguir siempre superioridad numérica de defensas en la zona del balón: en particular Loren ante los centrales y Emerson en sus subidas se vieron sistemáticamente tapados por más de un jugador, imposibilitando la progresión del ataque en juego largo y por la banda derecha, respectivamente.

Algunos de los problemas de distribución de los béticos se debían otra vez a detalles mal resueltos: Canales aparecía (como el jueves) de nuevo en el interior izquierdo, donde se pierden sus diagonales y sus permutas con Fekir, además de obligar a Guardado a abrirse a banda en defensa, algo más natural en el cántabro. El propio fantasista francés se estorbaba una y otra vez con Emerson: Fekir parece haberse tomado demasiado al pie de la letra su posición de extremo derecho y no solo se abre cuando el equipo está largo en salida de balón (algo correcto), sino que sigue pegado a la cal cuando el ataque progresa y sería mejor que se metiera por dentro para dejar espacios al lateral y pefilarse para el disparo; una sola vez lo hizo y cerquísima estuvo del gol.


Posiciones óptimas de un extremo derecho de un 4-3-3 en la primera y la última fases del ataque. Sentido del ataque: de abajo arriba.


Segunda parte

Con el paso de los minutos y el desgaste de un Granada que mete más defensas y cede terreno, el Betis monopoliza la posesión (pese a una presión tras perdida que sigue siendo bastante defectuosa), pero apenas crea peligro real. Tras arriesgar atrasando a Fekir a interior, por puro empuje y cuando la cabeza de Rubi pendía de un hilo remonta el partido en dos jugadas afortunadas: un penalti muy riguroso y un centro-chut al barullo. Ni aun así supo conservar el resultado.

Línea por línea
Joel tuvo responsabilidad directa en el parable 2-2. Emerson cuajó un buen partido, mejor que Pedraza por el costado contrario, pese a las complicaciones tácticas con las que su propio equipo lo traba. Los centrales volvieron a naufragar: Feddal y Mandi fueron responsables directos del 2-2, y el argelino demuestra con sus frecuentes pelotazos que está jugando a contraestilo.

Edgar anduvo espeso en su retorno, aunque es necesario defensivamente. Guardado y Canales jugaron con demasiada lentitud (cierto que pocas veces en ventaja). Loren poco pudo hacer, encerrado en una jaula de cuatro defensores, y Joaquín, protagonista negativo en el 0-1, fue el único atacante que se movió con sentido común. Fekir esta vez se excedió en su rigor posicional e intervino muy poco.

Los cambios agitaron al menos el equipo, aunque con escaso peligro real.

Rubi, una vez más, se quedó a un gol de la destitución. Su oroyecto está más que agotado y solo un calendario benévolo hace mirar al futuro con algún optimismo.

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sábado, 13 de junio de 2020

Sevilla 2 - Betis 0 (28ª jornada de LaLiga)

SEVILLA F.C.: Vaclik; Navas, Koundé, Diego Carlos, Reguilón (Escudero, m. 80); Joan Jordán, Fernando, Óliver Torres (‘Mudo’ Vázquez, m. 80); Ocampos (Banega, m. 70), De Jong (En-Nesyri, m. 70) y Munir (Suso, m. 73).
BETIS: Joel Robles; Emerson, Bartra, Sidnei (Feddal, m. 46), Álex Moreno (Pedraza, m. 77); Aleñá (Joaquín, m. 69), Guido Rodríguez, Canales; Fekir, Borja Iglesias (Loren, m. 69) y Tello (Lainez, m. 60).
Goles: 1-0, m. 55: Ocampos, de penalti. 2-0, m. 62: Fernando.
Árbitro: Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Amonestó a Emerson y Bartra.
Incidencias: Partido disputado a puerta cerrada.

Pasado el espejismo de una victoria aislada y lustrosa degustada durante el largo confinamiento, la afición del Betis sufrió el jueves una dura vuelta a la realidad en forma de derbi. El Betis de Rubi es uno de los peores de la última década y su trayectoria reciente (una victoria en los últimos nueve partidos) no invita al optimismo.

No aprovechó el entrenador catalán tan larguísima preparación para preparar sorpresa táctica alguna ante un rival archiconocido, que tampoco sorprendió –ni falta que le hace, vista la clasificación–. De hecho el Sevilla jugó con el equipo esperado y de la forma esperada: un 4-3-3 muy rocoso, con jugadores muy del corte de Monchi –muy fuertes físicamente, menos en lo técnico– y con tanta facilidad para dominar los partidos desde su empuje físico como problemas para crear ocasiones de gol, que de hecho solo alcanzaron a balón parado.

Las sorpresas llegaron enfrente en forma de alineación, y fueron desagradables. Los titulares sevillistas llegaban todos a la cita, pero no así los béticos, fuera por causas médicas o por falta de forma física de la que bien entrenador o bien jugadores deberán dar explicaciones: Joaquín, Guardado, Carvalho y Edgar quedaban fuera del equipo. A ello se sumaban las torpezas de Rubi, como mandar al banco a Aïssa Mandi –cuyo bajo rendimiento y falta de sitio en el once se deben a la incompetencia táctica de su entrenador, incapaz de adaptar su esquema de juego al material con el que cuenta– y a Loren, este por cuestiones políticas. Como efecto secundario, el Betis no alineaba a un solo canterano, algo tan sintomático como improcedente en un derbi.

Alguna justificación tenía la titularidad de Tello, no por esperarse de él goles en derbis (pura superstición) sino para perseguir a Navas, un peso pluma que coge rapidísimamente forma física en situaciones como esta (una extraña minipretemporada). Positiva resultó la de un digno Guido, pero mucho más difícil es explicar la presencia de un insulso Aleñá que además desplazó al interior opuesto a Canales, impidiendo las usuales permutas de este con Fekir. El Betis jugaba en todo caso su habitual y singular 4-3-3, en el que Fekir, extremo por la derecha, tiene permiso para moverse con libertad en ataque y defensa (que suele devenir en 4-4-2).

Los buenos entrenadores son flexibles en el uso de esquemas pero bien definidos en su modelo de juego. El caso de Rubi esta temporada es el opuesto: se empeña en jugar con defensa de cuatro sin mimbres ningunos para ello (muchos buenos centrales pero poco contundentes, carece de un buen cierre y de laterales de corte defensivo...), y sin embargo no trabaja un modelo de juego definido. Su Betis caótico y temerariamente vertical de inicios de temporada ha acabado convertido (traumáticas reuniones por medio) en un sucedáneo del Betis anterior, que toca la pelota cuando le dejan pero (mal colocado en ataque, con jugadores demasiado juntos) no sabe hacerlo bajo presión, y cuya incapacidad para instalarse bien colocado en campo rival lo convierte en uno de los peores de LaLiga en presión tras la pérdida, un mecanismo fundamental del modelo que parece imitar. El jueves se sumaron a esta indefinición algunos pequeños detalles negativos: los problemas defensivos en la banda derecha, donde Aleñá no llegaba a tiempo para tapar las carencias defensivas de Fekir; la mala coordinación de Tello y Álex en la izquierda (ambos tienden a jugar por fuera); y la extraña posición de Guido en la salida de balón, innecesariamente incrustado entre los centrales, que ya tenían un dos contra uno ventajoso ante De Jong:


Cerrado Guido por el holandés, un salto desde el extremo sobre Sidnei o Bartra (flechas) bastaba al Sevilla para obligarlos a jugar en largo sobre un Borja tan inferior físicamente a los (buenos) centrales sevillistas como incapaz de buscarles las espaldas o ganarles por bajo.

Torpe con balón pero dominador, el Sevilla lograba acercarse a la puerta bética a balón parado y así le llegaba un doble premio, tal vez algo exagerado, sobre la hora de juego. Ni siquiera entonces reaccionaba un Rubi que inexplicablemente dio poco más de veinte minutos de juego a Joaquín y Loren, pese a contar con cinco cambios. La leve mejora dio para poco.

Línea por línea
Joel tuvo escasa responsabilidad en los goles, aunque su juego de pies sigue siendo muy mejorable. La defensa mantuvo aceptablemente el tipo, aunque hasta la entrada de Feddal carecieron de contundencia en el área, y se pagó caro.

Es difícil explicarse la configuración del centro del campo bético. Aleñá demostró de nuevo que sus carencias físicas (es lento y tiene poco fondo) no son compensadas por su juego con balón y sus buenos movimientos, y menos aún en un modelo de juego de posesión mediocre como el de Rubi. Canales, fuera de sitio, apenas funcionó en algunas conducciones. Guido mantuvo bien el sitio en defensa: una de las pocas buenas noticias del partido.

Fekir, de nuevo, hubo de pelear en contextos poco favorables. Borja no puede ser titular ante Loren, y Tello fue el jugador torpe con pelota que ya conocemos.

De los cambios apenas puede destacarse (por fin) el desborde de Lainez, otro peso pluma como Navas. Inexplicablemente, pese a la marcha del partido, el entrenador no movió con ellos un solo varal táctico.

La etapa de Rubi al frente del primer equipo del Betis está amortizada, y de él solo se espera ya que no dé un susto final, algo no del todo descartable. Los que pensaban que era muy fácil mejorar lo hecho en la temporada pasada se han equivocado de lado a lado.

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