domingo, 31 de julio de 2016

Dresden Cup: unos breves apuntes

El triunfo del Betis en la Dresden Cup, tras vencer primero al Werder Bremen y empatar luego contra el Everton (clásicos de nivel medio de la Bundesliga y la Premier, respectivamente), dejó un buen sabor de boca en el aficionado bético y algunas lecturas interesantes:

1. Resulta difícil valorar el potencial exacto de las alineaciones que opusieron los rivales, pero, esto a un lado, sorprendió que fuese superior –en fútbol y en resultado– el rendimiento del equipo propuesto por Poyet en el primer partido respecto al segundo, pese a tratarse de una alineación de canteranos y supuestos suplentes. No parece tener mucho sentido traer futbolistas para relleno de plantilla cuando están ya aquí un lateral como Navarro, un interior como Hinojosa (o como Narváez), un central como José Carlos o un centrocampista como Fabián.

2. Sea o no debido a la familiaridad de estos jugadores con el juego de posición y el 4-3-3, que ya practicaron con Romero en el filial al final de la temporada pasada, lo cierto es que al Betis le funcionó mejor el fútbol de toque y presión postpérdida ante el Werder Bremen, al que superó claramente en posesión, que ante el Everton. Fueron importantes para ello el buen manejo de un central zurdo como José Carlos, el toque de Fabián, el alto nivel de Ceballos –mucho mejor como interior izquierdo que como derecho– y, un día más, el excelente juego de espaldas de Alegría, que ofrece siempre una buena opción de pase a media distancia.

3. Como defectos más importantes se apreciaron en ese partido las malas elecciones de jugada en el último tercio del campo –se crearon pocas ocasiones para el volumen de juego generado– y cierta debilidad al defender en estático; en particular preocupa la espalda de los extremos, que no siempre siguen bien a los laterales rivales, algo típico del 4-3-3.

4. Ante el Everton el Betis fue rocoso pero le costó controlar la posesión de balón; se intentó de salida el mismo esquema, 4-3-3, y el mismo estilo, pero ni Adán la toca como Giménez, ni Pezzella saca el balón como José Carlos, ni Rubén Castro (delantero centro una vez más) tiene condiciones físicas para hacer de delantero-boya, ni Felipe Gutiérrez está aún en forma (como tampoco, por cierto, Sanabria, que jugó un buen tramo de cada partido).

5. Rubén Castro no está a gusto solo arriba (Cejudo y Joaquín, obligados a defender su banda, jugaron lejos de él), y resulta preocupante que Poyet no dé con la tecla para solucionar este problema. Es pronto para saberlo, pero tememos que pueda anteponer un esquema concebido de antemano a las condiciones concretas de los futbolistas importantes de la plantilla; Rubén Castro tiene las que tiene, y entre ellas están una facilidad asombrosa para meter goles y un físico limitado para ciertos trabajos, como la presión o bajar balones. A Poyet y su equipo les toca descubrir un modo de encajarlo.

6. A este respecto, conviene anotar que el fútbol de posición NO tiene por qué jugarse necesariamente con un esquema predeterminado. Sí conviene que el esquema separe adecuadamente en ataque a los jugadores, generalmente formando determinados triángulos, pero para ello hay muchas más posibilidades que el 4-3-3 tradicional del Barcelona. De hecho cuando el Betis jugó un 4-4-2 durante el último tercio de partido ante el Everton (con Sanabria y Rubén arriba), lo hizo en principio con un buen reparto de posiciones ofensivas; por un rato se vio una especie de rombo a la italiana (en verde, el 4-4-2 lineal en defensa; en blanco, posiciones de ataque), con Joaquín pidiéndola por dentro y Jonas de vértice por delante:


Es exactamente así, por cierto, como jugaba el Betis del último ascenso. No parece probable que Poyet se plantee jugar de este modo después de haber hecho un esfuerzo por traer a varios extremos, pero con Ceballos, Gutiérrez, Petros, Fabián y Jonase incluso Joaquín, Cejudo y Portillo en la plantilla no estaría de más plantearse usar un esquema que encaja perfectamente a dos delanteros y tres interiores, sin necesidad de extremos puros. Varios de esos jugadores podrían hacer perfectamente el delicado papel de punta ofensiva del rombo que luego cierra como mediocentro (el que hacía Vidal en la Juve), y además ese esquema se adapta como un guante a la presión alta.

Ante el Everton, la entrada al campo luego de Musonda, mucho más abierto que antes Joaquín, y el vacío en la banda izquierda una vez Alegría sustituyó a Rubén, nos hacen pensar sin embargo que la cosa fue más casual que premeditada y que –como cuando Merino jugó así el año pasado– Poyet encargó a Ceballos y Musonda papeles parecidos, de mediocampista de banda mal definido, algo que dice muy poco en favor del olfato táctico del entrenador. Esperaremos acontecimientos.

7. Durmisi dio de nuevo buena impresión. Toca muy bien las faltas y es muy rápido. El lateral izquierdo (Martínez anda bien también) parece hoy mejor cubierto que el derecho.

8. Adán volvió a tragarse un par de balones cruzados desde su derecha por atacarlos con un solo puño, y además el del lado del que viene el balón; uno costó un gol, y no es la primera vez. Tampoco es la primera vez que se desperdicia un córner absurdamente por poner el balón muy cerca de la línea de fondo.

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jueves, 21 de julio de 2016

Cinco maneras de encajar a Rubén

Un año más vuelve al Betis el pequeño debate sobre la posición de Rubén Castro y su papel en el equipo. Considerando ajenas al fin de este blog las medidas de reproche social que debieran tomarse si fuese condenado judicialmente, y considerando también que nadie cumple cinco años de una vez –o sea, que pese a su edad no es esperable un descenso muy abrupto de su rendimiento–, resulta extraño que se plantee siquiera la titularidad de un jugador que marcó la temporada pasada 19 de los 34 goles del equipo (sólo tres de ellos de penalti), y que ha sido clave en casi todo lo bueno hecho por el primer equipo desde que llegó al club: de hecho su única ausencia de facto provocó la hecatombe de los 25 puntos.

Las razones vienen a ser las habituales: la más importante, su poco aporte al juego en otros aspectos, y en particular su escasa capacidad física para hacer de delantero diana y aliviar así la salida de balón del equipo, más aún en el sistema que propone Poyet (un 4-3-3 que abandona a un delantero arriba en solitario cuando el equipo defiende en posicional, y para el que el juego de un tanque tipo Álex Alegría es muy conveniente). Se añadiría, al decir de algunos, su escaso trabajo defensivo en relación a las exigencias de Poyet.

Las declaraciones de hoy de Torrecilla, que al parecer busca un delantero con gol pero además adaptable a banda –un perfil que llevamos años reclamando aquí, siempre con Pabón en el recuerdo, pero que nos parece hoy un dispendio absurdo cuando se tiene en plantilla (¡y algunos recién fichados!) a Joaquín, Nahuel, Musonda, Cejudo, Sanabria y al propio Rubén–, e incluso el fichaje de otro tanque como Bas Dost ensombrecen un tanto más el futuro papel de Castro en el equipo.

Sin embargo el sentido común dice que sacar del equipo al hombre que está salvándolo temporada tras temporada es absurdo. No es Poyet el único entrenador que se encuentra con el problema de hallar acomodo para una estrella goleadora sin condiciones naturales para correr detrás de laterales rivales ni futbolísticas para hacer de delantero centro clásico, y de hecho, como veremos ahora, los mejores equipos hallan una solución para descargarlos de trabajo. Vamos pues a proponer a Poyet cinco maneras de encajar a Rubén Castro en su equipo, muchas de ellas compatibles entre sí y respetando en todas ellas su 4-3-3 ofensivo, que a nosotros también nos parece –por razones racionales pero que no explicaremos ahora– un esquema natural para jugar un buen fútbol posicional. En todas ellas Rubén será extremo, de modo que pueda compatibilizar su trabajo con la presencia de un delantero más físico en el centro.

1. Alargar las posesiones
Es este sin duda el mejor método, y también el más difícil de aplicar: el método Barça. El llamado 4-3-3, realmente un 2-1-4-3 en ataque y un 4-1-4-1 en defensa, es muy exigente físicamente con los extremos, que tienen que pisar el área rival y luego seguir a su lateral cuando la posesión cae en pies del oponente. Así pues, un buen juego posicional, que alargue las posesiones, consiga encerrar al rival y logre así que la presión postpérdida sea efectiva, evita esas persecuciones hacia atrás, muy dañinas para los extremos. Aquel Barça en el que Messi era falso delantero centro fue ejemplo máximo de esto: Villa y Pedro tenían un recorrido teórico enorme, pero realmente lo hacían pocas veces. Naturalmente realizar bien este juego requiere años de trabajo, pero hacerlo al menos aceptablemente será buena noticia para esos extremos. Poyet está en ello.

2. Cambiar a 4-4-2 en defensa
Los lectores veteranos de este blog conocen ya bien esta propuesta, a la que desgraciadamente tan poco caso hicieron Mel y Merino la temporada pasada. La idea es simple, y reside sobre todo en rechazar ese extraño (y extendidísimo) vicio de pensar que el esquema con que se ataca y se defiende es el mismo. De hecho casi nunca es el mismo, y no obstante, para nuestra sorpresa, pocas veces se reconoce la diferencia entre uno y otro. Sin embargo la aprovechan actualmente Real Madrid, Barcelona y, ayer mismo, Bayern de Múnich.

Como decíamos arriba, el llamado 4-3-3 es un esquema que realmente no se produce nunca. En verdad es una especie de 3-4-3 (o 2-1-4-3) en ataque posicional y un 4-1-4-1 en defensa posicional. Así pues, se pasa de atacar con tres puntas a defender con un solo, lo que obliga a los dos extremos a correr hacia atrás para emparejarse con los laterales rivales
. Lo vemos debajo: en blanco las posiciones ofensivas, y en rojo las defensivas del mismo equipo; las flechas indican los movimientos para pasar de defensa a ataque:


Nótese que los hombres de banda se desgastan mucho más que los de interior en las transiciones. Esta es la idea de Poyet, y admitimos que acumular diez hombres tras el balón (sólo el delantero centro queda más o menos liberado de trabajo defensivo) hace más fácil defender que hacerlo con nueve (y liberar a dos). Sin embargo muchos equipos defienden en 4-4-2, o sea, liberan a dos, y defienden muy bien. Incluso muchos atacan en 4-3-3 y defienden en 4-4-2. Logran así que su delantero centro tipo boya (receptor de espaldas, como Benzema, Lewandowski o Suárez) y su extremo figura (Cristiano, Ribéry o Messi) queden liberados de trabajo. La forma de conseguirlo es bien simple: en lugar de montar un centro del campo de cinco, lo montan de cuatro y (si comparamos en la línea de cinco) desplazan a esos cuatro levemente hacia la banda del extremo liberado, para cubrir su espacio. El lateral del lado del extremo estrella pasa a ser defendido por el interior de esa banda. Así lo hace el Barça de Luis Enrique. Las flechas juestran siempre los movimientos para pasar de defensa posicional a ataque posicional:


Así lo hacía el Madrid de Ancelotti (normalmente con Modric donde Isco):


Y asi lo hacía ayer mismo Ancelotti, muy aficionado a este sistema mixto, en su primer Bayern:


 Así podría quedar en este Betis:


Efectivamente, es el sistema que solicitamos hasta la náusea la temporada pasada, y seguirá siendo el mejor si el Betis quiere atacar con un 4-3-3 y contar con Rubén Castro. Se compagina la posibilidad de una buena salida de balón gracias a la presencia de un solo mediocentro y dos interiores (no el espantoso doble pivote que bloquea la salida de los centrales y reparte mal las distancias) con la seguridad defensiva del 4-4-2 que libera pese a ello a dos delanteros. Para ejecutarlo bien basta con dar instrucciones claras a los interiores para que asuman los roles de falso extremo y segundo pivote defensivo.

Si Poyet, pese a todo, se empeña en jugar un 4-3-3 a toda costa y Rubén no le funciona como delantero centro solitario, habrá que hallar el modo de minimizar el número de carreras hacia atrás del goleador bético.Veamos cómo lograrlo (adicionalmente a lo visto en el punto 1).

3. Cambiar al 4-4-2 en defensa... a veces 
Aunque Poyet insista en su 4-3-3 en defensa y ataque, tal vez se vea obligado por el planteamiento o el devenir de algún partido a usar como extremo a un delantero nato estilo Castro, que en ocasiones acabe las jugadas muy arriba y no tenga tiempo de volver para perseguir a su lateral. En ese caso el interior de ese lado se verá obligado a cerrar al lateral, y el interior del contrario se verá solo en el centro junto al mediocentro. O sea, el equipo estará cerrando de facto en un 4-4-2, y será necesario como solución momentánea. Por tanto, es planteable que Rubén juegue como extremo clásico de un 4-3-3 pero sólo se le obligue a correr hacia atrás en situaciones de poco desgaste (tales como saques de puerta del rival o jugadas en las que acabe muy en la banda), sin forzarlo a desgastarse en sprints defensivos evitables. Tal vez sea la solución más sutil e inteligente.

4. Recibir ayudas del otro delantero
Si un delantero tipo Sanabria, de características no muy diferentes a las de Rubén, jugase arriba, cabría intercambiar esporádicamente el trabajo defensivo, según las circunstancias del juego: Sanabria, en su caso, podría perseguir a veces al lateral del lado de Rubén, librando así a este de algunas carreras más.

5. Cambiarlo en el minuto 60
El 4-3-3 ( y el 4-2-3-1, por cierto) es un sistema que desgasta terriblemente a los extremos, y por ello es habitual que sean cambiados en torno a la hora de juego. Esto es, Poyet se verá forzado a hacer cambios en esa zona juegue ahí quien juegue (pensemos en Joaquín, por ejemplo): malo será perder media hora de Rubén, pero peor perderlo para el partido entero.

Las peculiaridades psicológicas de este jugador, que nunca rindió cuando no se sintió importante, hacen especialmente delicado el manejo de este tema, de modo que bien haría Poyet en buscar alguna solución, sea una de estas, todas juntas al tiempo, u otras salidas de su imaginación. Apartarlo de la titularidad será el verdadero riesgo para el equipo.

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miércoles, 20 de julio de 2016

Betis - Middelsbrough: Dr. Jekyll y Mr. Hyde

BETIS  (2): Adán; Piccini, Mandi, Pezzella, Durmisi; Petros; Dani Ceballos, Cejudo; Joaquín, Álex Alegría y Nahuel. Entraron durante el primer cuarto de hora del segundo tiempo Rafa Navarro, José Carlos, Rubén Castro, Fabián, Dani Giménez, Junior, Musonda, Álex Martínez, Narvaéz, Hinojosa y Bruno.
MIDDLESBROUGH (1): Dimi; Barragán, Morris, Gibson, McGinley; Clayton, De Roon, Reach, Downing; De Pena; y Nuget. También jugaron Mejías, Rhodes, Nsue, Baptiste, Gastón Ramírez, Jackson, Friend, De Sart, Forshaw, Stuani y Fischer.
Goles: 1-0, min. 27: Ceballos. 2-0, min. 72: Rubén Castro. 2-1, min. 73: Rhodes.
Árbitro: Raúl Chavet García. Amonestó al bético Petros y a los jugadores del Middlesbrough De Roon y McGinley.


Jugó el Betis su segundo encuentro de la pretemporada el pasado lunes ante la Balona Linense y el partido aportó pocas novedades tácticas al planteamiento del día de El Palo, salvo la mucho mayor resistencia del rival de 2ªB, que produjo en consecuencia un resultado mucho más corto, siempre favorable a los béticos (0-2).

El Middlesbrough de Karanka es sin embargo un recién ascendido a la Premier –la liga más rica del mundo– y algo más adelantado que los béticos en su calendario de pretemporada, por lo que suponía una muy buena piedra de toque en esta fase aún muy inicial de la preparación bética.

Más allá de detalles o del resultado, el mayor interés del partido en lo táctico residía en saber si el fútbol posicional à la Barça lucido por los béticos en los dos primeros encuentros de pretemporada era bien una mera consecuencia aparente de su superioridad futbolística, bien un plan de largo plazo pero en un estado de proyecto aún embrionario, o bien una realidad ya consolidada en el equipo. La respuesta quedó entre la segunda y la tercera opción: el fútbol mostrado durante la mayor parte del partido fue de ese tipo y, lo que es también importante, Poyet en sus declaraciones da claramente a entender que es el que pretende implantar y que el equipo va captando sus ideas; sin embargo, también se vio al equipo volver –fuese por hacer probaturas o a la fuerza– a sistemas y modos de jugar de la temporada pasada, y que ese fútbol posicional aún deja bastante que desear, algo lógico en un equipo que apenas lleva semanas tratando de cambiar radicalmente su manera de jugar.

Primera hora
En efecto, ante el 4-2-3-1 rival el Betis salió con un claro 4-3-3 en el que la mitad trasera empezaba a oler a titular, y con voluntad de jugar la pelota por bajo, alargar las posesiones y presionar arriba al rival. Entre los problemas por solucionar hay que señalar por un lado el posicionamiento de los centrales y el mediocentro en la salida de balón, demasiado cercanos y demasiado móviles, lo que obligó demasiadas veces a acudir a los pelotazos de Adán; y por otro una presión postpérdida demasiado lenta y dubitativa, tal vez porque las pérdidas no siempre lo fueron en las circunstancias correctas (con el rival muy junto y rodeado de béticos). A cambio, se adivinó un mecanismo muy útil cuando la presión alta rival te obliga a jugar largo: la conexión entre el portero y el delantero tanque, protagonizada por un Álex Alegría que jugó muy bien de espaldas a la puerta rival; cuando el rival presiona así, hombre a hombre y por tanto muy vacío en el centro del campo, controlar una vía se salida que no sea el mero balonazo sino que te permita ganar un alto porcentaje de balones es muy útil para desactivar esa presión, como demostraron Neuer y Lewandowski la pasada temporada (o Negredo en el arranque del Betis 3 - Sevilla 3 de hace algunos años).

Naturalmente alargar las posesiones ante un rival de cierto nivel no es fácil y entonces la presión alta cuesta demasiado desgaste físico y va decayendo con los minutos; así sucedió al Betis, que fue cediendo cuota de balón y organizando cada vez más una defensa estática en 4-1-4-1. Para llegar a esta, por cierto, los extremos estarán obligados a un gran trabajo. A cambio, el 4-3-3 / 4-1-4-1 es muy favorecedor para interiores como Ceballos, que jugó otro lucido partido.

Última media hora
Como en la novela de Stevenson, tras los cambios el Betis se transmutó en su otro yo, el feo, idéntico al de casi toda la temporada pasada: no sólo pasó a un 4-2-3-1 en el que el canterano Hinojosa acompañaba a Fabián en un claro doble pivote, sino que renunció al balón, juntó líneas atrás y esperó a que Castro, muy solo arriba (e incapaz, además, de bajar los balones largos que sí guardaba Alegría), pescara una. Como siempre, la pescó, y salvó así por adelantado el gol del Middlesbrough. Lo cierto es que el Betis también tuvo la fiabilidad del de Merino y pasó pocos apuros.

Entre las valoraciones individuales cabe destacar la tremenda velocidad de Durmisi, que le permite (un poco al modo de Roberto Carlos) corregir sus errores posicionales en defensa; el muy mal partido de Piccini, al que habrá que esperar pues sale de una lesión grave; la capacidad de asociación de un activo Joaquín y de un Nahuel mucho menos chupón que Musonda; y el buen trato de balón de Rafa Navarro y José Carlos.

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sábado, 16 de julio de 2016

Primer amistoso de pretemporada ante El Palo: cambio radical.

Los primeros partidos de una pretemporada suelen ser muy poco significativos por la escasa resistencia que oponen rivales muy inferiores y por el poco competitivo estado físico de unos y otros. Sin embargo estos encuentros sí pueden ser reveladores del modelo de juego y las ideas futbolísticas que pretende implantar el cuerpo técnico –eso que se suele malllamar filosofía–, y un ejemplo clarísimo lo tuvimos ayer: el partido contra El Palo es muy relevante para quien analice el juego del Betis porque significa un giro copernicano respecto del fútbol jugado por el equipo de Merino y el último Mel.

Como describimos aquí muchas veces, el Betis de Merino despreció por completo el balón y asumió un juego anticuado y rácano aunque efectivo, de contragolpe, nulos riesgos, cuidado del balón parado, especulación y esfuerzo. Pues bien, a poco que se confirme lo visto ayer (y lo visto fue tan claro que difícilmente veamos otra cosa), las fortalezas de aquel Betis serán las debilidades de este, y sus limitaciones serán ahora sus mejores argumentos. Recitó el Betis de ayer el catálogo completo del fútbol de posición de la escuela del Barcelona, llevado a su apogeo en los tiempos de Guardiola. Entre sus rasgos más notables se apreciaron:
- Intento de salida de balón limpia desde atrás, sin rifar una sola pelota (salvo necesidad extrema) y con búsqueda bien de la salida en conducción de uno de los centrales, bien del pase raso y seguro hacia la siguiente línea, o bien del cambio de juego a los pies del lateral del lado opuesto.
- Con balón, posicionamiento alto –y muy abierto en los laterales– a partir de los triángulos de un 4-3-3 en el que los interiores esperan con paciencia y entre líneas a que les llegue el balón, sin atrasarse para ayudar a los centrales a sacarla; el objetivo básico es aumentar las distancias entre los jugadores propios para abrir espacios. Los extremos esperan también arriba y abiertos, aunque se meten por dentro tras la subida de los laterales.
- Tras secuencias largas de pases en campo contrario, que consiguen encerrar al rival: presión muy alta e inmediata tras la pérdida, realizada de forma colectiva y muy orientada hacia el poseedor del balón (la llamada manada de lobos), con cambios de asignación de par para cerrar ante todo a los más próximos a la pelota, y prioridad al corte de las líneas de pase.
- Para ello, la defensa juega muy adelantada; por ello son necesarios centrales rápidos.

A cambio el equipo mostrará, claro está, debilidades y riesgos, justamente los opuestos a los de la temporada pasada: por ejemplo, balón y espacios para los contragolpes rivales si no se roba, debilidad por alto (porque si uno elige centrales rápidos difícilmente serán también altos y fuertes) y por tanto a balón parado, peligro de pérdidas en zonas sensibles, etc. Obviamente esos riesgos no se vieron ayer por la categoría del rival, un Tercera; ocurre que este fútbol es vistoso y muy efectivo ante rivales inferiores, pero naturalmente arriesgado ante iguales o superiores; sin embargo, entrenadores como Jémez han demostrado que también es aplicable en esas situaciones.

Poyet utilizó dos alineaciones completamente diferentes. En el primer tiempo jugaron: Adán; Rafa Navarro, Mandi, José Carlos, Álex Martínez; Fabián; Jonas, Francis; Joaquín, Rubén Castro y Nahuel. En el segundo: Pedro; Piccini, Bruno, Pezzella, Junior; Petros; Narváez, Ceballos; Cejudo, Álex Alegría y Musonda.

El partido dejó muchos detalles individuales interesantes, especialmente si los vemos desde la perspectiva de este nuevo sistema de juego:
- Mandi es un central muy interesante, de buen manejo de balón.
- El central canterano José Carlos es zurdo, lo que le da un plus de valor para la (antes despreciada y) ahora crucial fase de salida de balón desde atrás.
- Si progresa en lo defensivo (y el de mediocentro es un puesto muy importante en este modo de juego, especialmente en la transición de ataque a defensa) Fabián puede ser una buena alternativa al mediocentro que llegue; esperemos que se postule al puesto por delante de Xavi Torres quien, como el resto de descartes anunciados, no jugó un solo minuto.
- Jonas Martin mostró buen posicionamiento y buena llegada al área rival, algo importante en este sistema (dos goles).
- Joaquín fue tal vez el que menos adaptación mostró al nuevo modo de juego, especialmente durante la primera media hora (que jugó por la derecha; luego se permutó con Nahuel): acudió demasiado atrás a recibir el balón y, al jugar a pie natural, buscó más la vieja jugada de regate y balón colgado que la portería; no es lo más apropiado para este sistema, pues hay pocos rematadores y las pérdidas tras colgar el balón dificultan la recuperación posterior (aunque Guardiola en el Bayern logró solucionar esto).
- Rubén jugó como delantero centro, no como extremo.
- Piccini no mostró secuela alguna de su lesión de cruzado y se vio favorecido por jugar muy arriba y con posesiones largas.
- Pezzella, en pareja con Bruno, jugó en el perfil izquierdo.
- Debutó Junior, un prometedor lateral izquierdo del filial: poderoso físicamente y con buen equilibrio entre cualidades ofensivas y defensivas para el puesto.
- Petros fue mediocentro, una posición que no parece la más apropiada para él: debería ser el Keita de aquel Barça, o sea, la alternativa más física como interior.
- El puesto de interior izquierdo es perfecto para Ceballos, un futbolista al que esta manera de jugar viene como anillo al dedo: mucho balón, posición ideal, buenas condiciones para la presión postpérdida...
- Álex Alegría dio buenas sensaciones: marcó tras goles, merodeó un par más y mostró buen manejo de las dos piernas, incluso para el disparo.

Huelga decir que el juego de posición no garantiza victorias, pero el equipo de Poyet al menos sí promete un fútbol mucho más moderno y vistoso que el soportado por los béticos durante la campaña anterior. Nunca en el primer equipo del Betis (sí, por cierto, el año pasado en el B de José Juan Romero) se había intentado implantar de forma tan radical este modelo de juego, ni siquiera en los tiempos más jugones de Mel. Confiemos en que triunfe.

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sábado, 9 de julio de 2016

Planificación de la plantilla 2016-17

Hecho ya balance de la plantilla de la pasada temporada, y ya con parte del trabajo de fichajes veraniegos adelantado en el club, veamos qué necesidades han de cubrirse aún y qué puede esperarse de este grupo de jugadores.

Estado actual
Durante y al final de la temporada recién cerrada han causado baja de la plantilla bética Molinero, Montoya (muy difícilmente repescable), Figueras, Tarek, N'Diaye, Vadillo, Rennella, Damião, Molina y Van Wolfswinkel. Muy probablemente lo hagan también Varela, Vargas, Kadir, Xavi Torres y Van der Vaart. Digard y Portillo están también en la rampa de salida, pero su futuro no parece claro en este momento.

Las altas ya oficializadas son las que siguen. Responden en su mayoría a un perfil común: jugadores en torno a los 25 años, ya testados y con experiencia en ligas europeas, de precio medio, contratados por un largo periodo y a los que se supone en vísperas de sus años de mejor rendimiento deportivo.

- Riza Durmisi, 1'68 m., 22 años, lateral zurdo danés (de origen albanés) fichado del Brondby por 2 millones de euros. Internacional ya once veces, rápido, técnico y más valorado por sus virtudes ofensivas que por las defensivas.
 
- Aïssa Mandi: central diestro francoargelino de 24 años, procedente del recién descendido Stade de Reims. 1'85 m. Para su puesto es tenido por rápido y buen manejador de balónadaptable a lateral derecho. Fichado por unos 4,5 millones de euros.

- Jonas Martin, mediocentro francés de 1'84 metros y 26 años. Fichado del Montpellier francés por unos 2,5 millones. Jugador de recorrido amplio, ha jugado como mediocentro de cierre pero también como interior box to box de posición más libre, que al parecer es la función que le reserva Poyet.

- Felipe Gutiérrez. 1'70 m., 25 años, 28 veces internacional con Chile (algo nada desdeñable por edad y selección), fichado del Twente holandés por unos tres millones. Viene ligeramente lesionado. Interior zurdo, su fútbol y aspecto le hacen semejarse a Portillo, pero con bastante más potencia física y profundidad.

- Matías Nahuel Leiva. Internacional español en categorías inferiores aunque nacido en Argentina, de sólo 19 años, viene cedido por el Villarreal por dos años con cláusulas de compra y recompra. Extremo diestro que suele jugar por la izquierda, trae inevitablemente a la memoria a Jefferson Montero por edad, contrato, procedencia y puesto.

Hemos de sumar a estas incorporaciones las de dos canteranos cedidos en Segunda: el lateral izquierdo Álex Martínez, uno de los mejores del equipo en la infausta era Velázquez, y Álex Alegría, delantero centro de 23 años y 1'90 m. de altura que hizo 12 goles la temporada pasada en el Numancia.

Si colocamos en el campo a los veintidós jugadores que resultan de añadir estos a los que probablemente permanecerán en la plantilla y los situamos en el campo de juego, dibujando a los presuntos titulares (incluidos entre ellos los fichajes) en color más claro, resulta este esquema:



Necesidades
Considerando que faltan ahí los Torres, Vargas,Varela, Kadir y Van der Vaart, queda clara la primera necesidad: dar salida a media docena de jugadores, algo tan públicamente deseado en el mes de junio por entrenadores y directores deportivos como luego difícil de lograr. Antes de ir con los futuros fichajes, y aunque este punto no debería ser decisivo a la hora de confeccionar una plantilla, hay que señalar que según todos los indicios Poyet piensa colocar al equipo en un 4-3-3 (o 4-1-4-1); esto explicaría la sobrepoblación de interiores, esto es, de centrocampistas móviles que juegan por dentro, como Petros, Ceballos, Fabián o Gutiérrez. También conviene apuntar que el entrenador parece desear un equipo que trate bien el balón, disfrute de posesiones largas y juegue con la defensa lejos de la portería propia. 

Con esto en mente, la plantilla necesita hoy imperativamente fichar a dos jugadores de calidad del perfil de:

- Un mediocentro posicional que haga el trabajo de pivote en un 4-3-3: alto (el equipo anda corto de centímetros, y es puesto de mucho cabeceo), con una salida de balón al menos aceptable, inteligente tácticamente (algo muy importante en este puesto y este fútbol) y con fuerza y resistencia. Lo ideal: un N'Diaye con mejor golpeo, sobre todo (también algo muy importante en este fútbol) en largo.

- Un delantero goleador y, en lo posible, muy completo (del tipo Ricardo Oliveira): que sea capaz jugar solo arriba –o sea, potente físicamente y con cierto juego aéreo– pero también de complementarse con Rubén Castro o de tirarse a la banda para jugar de extremo en un 4-3-3, siguiendo al lateral en defensa. Semejante mirlo blanco, si además es joven, debe de ser caro. Los técnicos béticos creen haberlo encontrado en Sanabria, paraguayo de veinte años que hizo once goles la temporada pasada en el Sporting.

Como deseos dependientes de la salida de jugadores, sería conveniente traer a:

 - Un delantero tanque (se habla de hecho del holandés Dost), que mitigue la inquietud por la falta de gol en segunda línea del equipo y lo incierto del rendimiento de varios jugadores de la delantera (Alegría es un melón por calar, y Castro trae de nuevo las dudas de su edad y de sus problemas extradeportivos).

- Un segundo mediocentro posicional, idealmente adaptable a central y zurdoesto especialmente importante si se cometiese el error de dejar salir a Westermann–.

- Un lateral derecho de perfil más defensivo que el de Piccini, sobre todo si se piensa en Mandi como central y, como parece, este apunta a titular.

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lunes, 4 de julio de 2016

Balance de la plantilla 2015-16

Pasado ya más de un mes del final de Liga es buen momento para hacer el balance habitual de la plantilla de la pasada temporada. Trataremos de ser breves y no extendernos demasiado en detalles técnicos muchas veces ya comentados.

Portería
Es común y acertada opinión que Adán fue el responsable principal, junto a Rubén Castro, de que se lograse la permanencia. Mostró todas las virtudes en él ya conocidas, que lo hacen un portero muy completo, junto a una regularidad superior a la de temporadas anteriores. La única inquietud para el bético es su baja cláusula de rescisión, que lo hace muy apetecible para la Premier (ya se habla del Liverpool). Debería trabajar su único pequeño lunar, un juego de pies sólo aceptable –especialmente en corto–, que podría quedar en evidencia si, como parece, el nuevo modelo de juego cuida más la salida de balón que el anterior –parece imposible cuidarla menos–. En cuanto a Dani Giménez, su rol de portero suplente clásico hace muy difícil valorar su labor, aunque parece mantener la tensión competitiva lo suficiente para cumplir cuando comparece como titular; su renovación así lo indica. La presencia de Pedro, por último, fue irrelevante.

Defensa
Los sistemas usados por Mel y Merino dieron un papel protagonista a la defensa, y le regalaron las ventajas de jugar arropada, con pocos metros a sus espaldas y con escasa exigencia a la hora de sacar el balón jugado. Desde esa privilegiada situación la cobertura bética cumplió satisfactoriamente con su papel. Piccini tuvo un rendimiento irregular, en línea con el del equipo: tras un magnífico inicio, decayó paulatinamente y una grave lesión lo apartó en enero, cuando parecía estar de vuelta; parece más fiable en defensa que el año anterior, y sus condiciones físicas y técnicas lo convierten en un prometedor elemento para un juego de ataques largos como el que parece avecinarse, en el que los laterales serían protagonistas. Al estar saliente de lesión no parece muy probable su salida del equipo, y esto es buena noticia. Molinero cumplió, como suele, aunque es jugador que necesita partidos para ponerse en forma y en el Betis difícilmente los tendrá: de hecho, muy pocas veces fue titular. No continuará en el club, y es natural, pero ha debido afinar bien la secretaría técnica para garantizarse una buena alternativa, a ser posible de perfil más defensivo que el de Piccini: el fichaje de Aïssa Mandi parece ir por ahí. La baja de Piccini fue solucionada en enero con Montoya, un lateral completísimo, muy potente físicamente pero al tiempo correcto en lo táctico y lo técnico e incluso capaz de jugar por ambas bandas; por desgracia, su ficha es altísima y no parece que el club vaya siquiera a intentar retenerlo, pese a que fue siempre indiscutible en el once. 

El egipcio Tarek fue tal vez el fichaje menos explicable de la dirección deportiva bética para la pasada temporada. Por más que fuera alto, rápido y zurdo, pareció evidente (y así lo entendieron todos) que su nivel técnico y táctico era el esperable en un jugador cuyo mayor logro a los 23 años había sido jugar en la liga egipcia (y mandar a su equipo a Segunda, por cierto). Mucho mayor, y creciente con el curso de la temporada, fue el rendimiento del argentino Pezzella, que tardó en adaptarse al ritmo de la liga española pero acabó ofreciendo un excelente desempeño defensivo: pese a no ser muy rápido siempre mide bien, lo gana casi todo por alto e incurre en muy pocos errores en esa fase; desgraciadamente su salida de balón es espantosa; cierto que apenas comete pérdidas delicadas, pero a costa de unos porcentajes de acierto en el pase totalmente inaceptables. Su juego, por tanto, fue muy válido para el fútbol antediluviano propuesto por Merino –fue titular indiscutible con él– pero, salvo notable mejora con balón, difícilmente encontrará sitio si Poyet le pide a sus centrales un buen manejo de pelota y además tirar una línea de fuera de juego más alejada de su portería. El alemán Westermann fue un buen fichaje muy típico de Macià: veterano de gran trayectoria en la Bundesliga y doce veces internacional alemán que venía libre. Rindió a buen nivel, incluso excelente a veces, aunque las lesiones le impidieron jugar siquiera la mitad de los partidos. Su alta ficha y las dudas físicas parecen invitar a la directiva a buscarle salida, pero –si los médicos dan un mínimo visto bueno– nos perecería un error importante: a punto de cumplir 33 años, buena edad aún para un central, parece imposible encontrar nada mejor en el mercado para un club como el Betis. Su buen manejo de la pierna izquierda la da además un plus de valor si el equipo pretende salir con balón jugado la próxima temporada. Por su parte Bruno disipó, a quien las tuviera, las dudas sobre su rendimiento en la élite. Muy bueno en el uno contra uno (por potencia y velocidad), de aceptable salida de balón y siempre concentrado y bien colocado, fue de largo el más regular de la defensa, llegando incluso a ser (mal) usado como lateral. Su prestigio (y por tanto probablemente su sueldo) está por debajo de su rendimiento, así que bueno sería asegurarse su presencia a largo plazo. Con Poyet será probablemente titular. Jordi Figueras, elegido por la afición (no sin razón) como muñeco de pimpampum, salió del club ya en enero.

En el lateral izquierdo Mel y Macià acertaron al traer un fichaje, pero erraron al elegir a Varela por delante de Álex Martínez, por más que este estuviera saliente de una rotura de cruzado. Varela mostró lo que sospechábamos: por desgracia carece de condiciones físicas para la Primera División, porque es liviano y sin embargo lento, esto es, carece por completo de la potencia necesaria para sostener duelos individuales ante buenos extremos. Verse superado por las situaciones le hizo fallar demasiadas veces incluso en lo suyo, el golpeo y manejo de balón. Vargas, otro de esos veteranos reclutados por Macià en ligas europeas, sí tiene la potencia debida, y sin duda condiciones técnicas sobradas. Lo demostró con algunas actuaciones excelentes –meter goles de falta y salvarlos en la raya fueron sus curiosas especialidades–, pero su rendimiento fue muy irregular, incluidas interminables rehabilitaciones de lesiones aparentemente leves y algún exceso de peso, lo que, con el añadido de un incidente de indisciplina en su selección, ha llevado a diversos medios a insinuar falta de profesionalidad en el peruano. El club le busca salida y de hecho la acertada vuelta de Álex y el fichaje de Durmisi lo dejan sin sitio alguno.

Mediocentros e interiores
El anterior director deportivo, seguramente debido a la irresoluble contradicción de necesitar fichar mucho y de calidad pero desde un presupuesto escaso, optó por firmar a muchos futbolistas veteranos y/o en un estado físico dudoso, y convencerlos con largos compromisos. Ahí dejó, tal vez, su peor herencia, en forma de jugadores con contrato vigente pero en el ocaso de su carrera. El caso más evidente es el de Van der Vaart, cuyo rendimiento estaba ya en su último Hamburgo lejos del de sus mejores días, y para el que ni Mel supo encontrar sitio ni él pareció hacer mucho esfuerzo por hallarlo; una grotesca salida del terreno de juego allá por septiembre prácticamente lo sentenció. No seguirá, aunque no se sabe cómo conseguirlo. Aunque más joven, también fracasó el fichaje del mediocentro defensivo Digard, cuyas sucesivas lesiones (no jugó prácticamente un partido entero) le han impedido demostrar sus condiciones: pareció saber situarse, desplazar bien el balón en largo y poseer una técnica suficiente; tiene abierta la puerta de salida, pero no tanto como Xavi Torres, otro pivote cuyas prestaciones en lo físico y lo técnico nunca alcanzaron el nivel necesario –sí en lo táctico– para este club. Tampoco aportó lo esperado Portillo, cuyo físico enclenque y juego pusilánime convierten en irrelevante su excelente manejo de balón; pese a todo tal vez continúe, pero difícilmente será protagonista, incluso en el caso de que Poyet planee un 4-3-3 en el que encajaría bien como interior.

Para valorar el juego de los hombres que sí aparecieron con regularidad en las zonas interiores de este Betis, sobre todo en el aspecto ofensivo, hay que intentar el difícil ejercicio de deslindar las responsabilidades de jugadores y entrenadores. Salvando los primeros partidos de Mel, estos últimos mostraron un desinterés absoluto por una buena salida de balón y cometieron errores graves de colocación ofensiva en esa zona del campo: interiores que solapaban sus zonas de influencia, vacíos inexplicables en zonas intermedias, mediocentros paralelos sin un claro reparto de roles ni mecanismos para alternarlos, mala coordinación con los centrales... En general la gestación del juego se trabajó poco y mal, y como resultado los N'Diaye, Petros o Ceballos parecieron mucho menos capaces con balón de lo que realmente son. Si alguien funcionó como mediocentro posicional fue el senegalés, que por fin demostró, como aquí sosteníamos, que a un jugador que lucía como central y como interior ofensivo había al menos que probarlo ahí, en un puesto claramente intermedio entre esos. Es difícil explicarse qué clase de prejuicios llevaron primero (escandalosamente) a Velázquez y luego a Mel a no intentar aprovechar en ese sitio su tremenda ocupación de terreno en defensa, su buena colocación (si esta era la duda, se equivocaron de medio a medio), su potencia brutal en los balones divididos, su manejo de balón aceptable para la posición y su arrancada, ahí también útil. Cierto que su mal toque en largo lo limita, pero la falta de opciones de pase en corto por delante hizo que ese defecto quedara demasiado en evidencia. Desgraciadamente, parece que saldrá.

Satisfactorio pero irregular, entre el sobresaliente y el insuficiente, resultó el juego de Petros, un típico volante box to box, esto es, interior de largo recorrido, que mezcla muy bien manejo de balón (su porcentaje de acierto en el pase es mucho mayor de lo que piensan algunos, sobre todo considerando que pisa zonas complicadas) con un tremendo esfuerzo defensivo; es inteligente, con balón y sin él, y en un equipo con un mínimo respeto por el cuero debería ser una máquina de aumentar la cuota de posesión, porque presiona cuando y donde debe, recupera muchísimos balones y los suelta con sensatez; si el Betis del próximo año ataca en 4-3-3 y quiere el balón, será pieza importante por delante del mediocentro; además es perfectamente válido para defender desde el doble pivote, y ese tipo de mediocentro descolgable es raro de encontrar.

La temporada de Ceballos da para un ensayo. Pese a su rendimiento desigual, su llegada a la élite ha dejado más que claro –para quien esto firma– que tiene unas condiciones técnicas y físicas extraordinarias, y que a poco que su cabeza dé para mejorar en lo psicológico y lo táctico será un jugador de primer nivel. Como hemos ya explicado aquí mil veces, tiene resistencia, ciertas potencia y velocidad (más que sobradas para atacar como interior), altura, y abarca campo; muy dotado en lo técnico, le sobra calidad en el control, la conducción entre líneas, el regate y el pase; además tiene visión de juego e intuición para hacer daño al rival (en los dos sentidos de la palabra, por cierto).

Sus limitaciones, de momento, vienen de una cabeza que no siempre estuvo centrada en lo deportivo (sobre todo a principio de temporada) y de un juego tácticamente aún inmaduro: tiende a retrasarse y acercarse demasiado al balón en ataque, en lugar de esperar con paciencia que le llegue en el lugar debido –regla de oro, por cierto, en el juego de posición estilo Barça para los interiores–; a veces abusa del balón, cuando en su zona podría hacer estragos jugando a dos o tres toques; en defensa, aunque tiene buena intuición y sabe cerrar líneas de pase en la presión postpérdida (sus largas piernas le son ahí muy útiles), la suele hacer de forma irreflexiva, y aún no recupera bien la posición para defender en estático (piernas no le faltan para poder hacerlo). En conclusión, puede ser un interior perfecto para el 4-3-3, pero en defensa aún no es claro qué sitio sería el suyo en un 4-2-3-1 (o 4-4-2): inmaduro para defender en el mediocentro, le falta gol y velocidad para jugar detrás del punta, de modo que el falso extremo parece ahora su lugar. Por demás, su antideportiva tendencia a buscar la bronca, simular faltas, cargar de tarjetas al rival y sacarlo de quicio es tan desagradable para los amantes del fair play como útil en lo competitivo... mientras no le cojan la matrícula, cosa que parece estar ocurriendo ya. 

Un error en el que el club es reincidente es el cometido con Fabián: a su edad necesita partidos, y no los tuvo ni en el filial ni en el primer equipo, salvo algunos con Merino. Como le sucede a Ceballos, su tendencia a ocupar zonas retrasadas en ataque lo convierte en un mediapunta de los que penalizan demasiado a su equipo, porque deja al punta muy aislado y obliga a los extremos a un recorrido exagerado. Le faltan velocidad en corto y gol para jugar más arriba, así que su puesto futuro debería ser el de interior de un 4-3-3 o mediocentro ofensivo de un 4-4-2, para lo que deberá mejorar en defensa pero donde aprovecharía su muy buen toque, su capacidad de asociación y su visión de juego. Su futuro parece prometer, pero es aún una incógnita.

Extremos y delanteros
El de Joaquín es, por razones obvias, un caso muy especial de entre los fichajes de veteranos ya citados. Su rendimiento venía siendo también decreciente antes de llegar al Betis, y tras un brillante arranque fue perdiendo importancia en las alineaciones, pues su físico ya no le alcanza para hacer durante noventa minutos su antiguo trabajo de extremo clásico que desbordaba, pisaba el área rival y seguía al lateral al defender. Pese a su imagen mediática frívola, sigue siendo el futbolista trabajador, regular y con clase que siempre fue. Sea como extremo o mejor como segundo punta (que no mediapunta, pues suele pedir el balón a espaldas del centro del campo rival), descargado de trabajo defensivo, seguirá aportando minutos de calidad y dedicación al club.

La presencia de Vadillo ha sido, desgraciadamente, anecdótica. Como bien vio algún comentarista por aquí, su técnica sólo aceptable nunca le permitió explotar su notable velocidad, y como temíamos aquí nunca resolvió sus problemas de elección de jugada. Saldrá como promesa frustrada. Un caso similar fue durante la primera mitad de la temporada el de Kadir, pero la llegada de Merino resucitó sus virtudes: trabajo y, sobre todo, muy buen juego corto. Tampoco ha arreglado sus problemas al pisar el área rival, donde se le nublan las ideas  y carece del menor instinto asesino, lo que convierte a su juego en demasiado poco relevante para el papel de extremo, aunque combinase con acierto por dentro y por fuera en zonas frías. Se le busca salida. 

Musonda fue, junto a Montoya, el gran acierto del equipo de Macià, llegado naturalmente cuando tuvo meses para planificar. Mejoró sustancialmente una de las mayores carencias de la plantilla elaborada en verano por la dirección deportiva: la falta de velocidad arriba. La escasez de juego interior del equipo lo obligó a pisar demasiadas veces zonas de mucho tráfico, donde pierde valor, pero cuando aparece arriba su uno contra uno hace estragos ante los laterales rivales. Tiene poco gol –y, dada su escasa musculatura, difícilmente tendrá nunca un disparo potente–, pero a cambio posee un recorrido enorme por la banda, algo importantísimo para el equipo. Seguirá en el Betis, aunque de nuevo cedido. También seguirá el esforzado Cejudo, futbolista limitado técnicamente para su puesto pero fuerte y duro de pelar y que resulta incómodo para el rival sea este el Alcoyano o el Real Madrid: un aceptable relleno de plantilla.

El que, desde nuestro punto de vista, fue el gran error de la planificación deportiva del verano del 2015, no fichar a un delantero de garantías, se vio mitigado por el excelente año de Rubén Castro. Ni se lesionó ni le afectaron sus feos problemas extradeportivos, y compensó por sí solo la escandalosa falta de gol del resto de la plantilla, con el hándicap añadido del pésimo juego ofensivo del equipo y de ser abandonado muchas veces a una soledad en la punta que no le conviene. Seguirá, pero su edad y esos problemas citados hacen muy arriesgado jugarse la temporada en lo ofensivo a su acierto.

Con Van Wolfswinkel, fichado a ultimísima hora en agosto, se demostró que, como decía Aragonés, el gol es caro, y que raramente un delantero de precio medio o bajo puede garantizarlo. La errática política de Mel y Merino hacia él y Molina, a los que jamás dieron la menor continuidad en las alineaciones ni por tanto para lo físico –jugadores grandes necesitan partidos– y lo táctico cuando tanta falta hacía un complemento para Castro–, dejó el rendimiento de ambos en una incógnita mal resuelta, como sucedió luego con el inexplicable fichaje de Damião, al que no se dio la menor oportunidad de compensar una falta de ritmo que todos sabían que lo lastraría inicialmente. Los tres salen del club, como lo hizo en enero el cuarto (¡?) tanque, Rennella (ojo: ¡la mitad de los minutos se jugó sin ninguno de ellos en el campo!).

La nula aportación, y por tanto valoración, de los jugadores venidos del filial cierra este balance. Pese a la biliosa campaña mediática desatada contra él, una evaluación estrictamente deportiva de la labor de Macià y su equipo ha de saldarse con un holgado aprobado: tomó una plantilla venida de Segunda, llena de importantes carencias, y, con unos recursos bastante limitados la convirtió en competitiva para la Primera División hasta el punto de acabar –con mucha suerte, cierto– en décima posición; ello pese a ser dirigida de forma, digámoslo diplomáticamente, bastante mejorable, y por cierto por entrenadores que él no eligió. 

En un próximo post valoraremos los fichajes ya hechos y las necesidades para la temporada que comienza.

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