miércoles, 25 de mayo de 2016

Resumen táctico del Betis 2015-16

Sorprende la unanimidad entre la afición bética al juzgar la temporada de un Betis recién ascendido que ha quedado décimo; y más aún sorprende porque, lejos de lamentarse de la mala suerte y la persecución arbitralcomo es norma entre los aficionados al fútbol–, el veredicto es cruel hacia su propio equipo: el Betis ha tenido mucha suerte de acabar en ese puesto, y se lo debe básicamente al acierto de quien mete los goles (Rubén Castro) y quien los para (Adán).

No contradiremos nosotros esa sentencia. Es difícil recordar partidos perdidos esta temporada por mala fortuna, y por el contrario fácil evocar muchos en los que la suerte o el acierto de esos dos jugadores dieron puntos sin los cuales el Betis habría caído a Segunda. De hecho el juego verdiblanco ha sido casi tan lamentable como en la ignominiosa temporada de los 25 puntos, y sólo la ausencia entonces de un buen portero y (de facto) de Castro diferencian esa temporada de esta. Por tanto, este post tratará de averiguar y explicar las causas del espantoso juego bético esta temporada.

Para ello trataremos de eludir el fácil debate entre melistas y maciaístas, esto es, entre los que culpan de ese juego a los entrenadores y los que culpan a la falta de calidad de la plantilla –de la que hablaremos en próximas entradas–. Probablemente el elenco no era tan bueno como creía Mel cuando no le ponía un pero en agosto, en tiempos en que tenía buena relación con su director deportivo; pero tampoco tan malo como para justificar el paupérrimo juego realizado. Por demás, el que aquí estimábamos como peor defecto de la plantilla, la falta de gol y de alternativas a Rubén, quedó afortunadamente en un cierto segundo plano gracias al acierto del canario.

El arranque de temporada: el tiquitaca
El Betis de Mel había rematado el ascenso con un vistoso fútbol de toque en el que un mediocampo de buena elaboración y sin extremos auténticos –con Ceballos y Portillo como falsos– surtía a dos delanteros. La plantilla conformada tras el ascenso, con cuatro delanteros puros y llena de tocadores de balón de físico escaso (como Portillo, Van der Vaart o Joaquín) parecía invitar a seguir ese camino, y así lo hizo Mel en los primeros partidos en casa. En su nuevo mediocampo titular aparecía como novedad Joaquín por un Ceballos por entonces con la cabeza en otra parte, y Petros y Van der Vaart se alternaban respectivamente con Torres y Portillo, pero la idea parecía la misma: buscar posesiones largas, ahogar al rival cerca de su área y acompañar a Castro con un segundo delantero –al menos en los partidos de casa–. La cosa empezó funcionando bien: el Betis sumaba once puntos en las primeras siete jornadas. Sin embargo el inmerecido tropiezo ante el Deportivo en la quinta y una fea victoria en Vallecas empezaron a hacer bullir en la mente de los técnicos béticos ideas nocivas. Pronto las pondrían en práctica.

Mel pierde los papeles: los errores tácticos
La derrota en casa ante el Espanyol, fruto de una mezcla de infortunio, desconcentración –volvían ese día los goles en contra tempraneros, de nefasto recuerdo para el bético– y de un error táctico muy concreto de Mel, unida a algunas afortunadas victorias fuera de casa y un par de buenas defensas numantinas con diez, convencen a Mel y su cuadro técnico de que su plantilla no está hecha para el toque sino para el patadón y el juego ultradefensivo, de líneas juntitas y un solo delantero. Transmutado en un moderno Clemente, Mel se desorienta y su Betis se despeña. Tratemos de explicar por qué.

El primer error, repetido por Mel y luego por Merino, ha sido descrito en este blog hasta la hartura. Nos limitaremos a explicarlo brevemente a partir de los esquemas de tres partidos:
 




Como vemos (en verde el esquema defensivo del equipo; en blanco, ya con balón), Petros se juntaba con el falso extremo izquierdo, o tenía que hacer extraños movimientos para evitarlo. En el primero de estos partidos (jornada tres), aún victorioso, habíamos detectado aquí el problema pero no la solución (echamos en cara a Portillo que "está muy bien que juegue como interior, pero debe cruzar menos al lado contrario del campo porque es innecesario y luego llega tarde y cansado a defender su parcela"; pues no: era necesario). Desgraciadamente Mel no fue capaz de ver en diecinueve jornadas ni problema ni solución: al jugar con falso extremo izquierdo y a la vez situar a Petros una y otra vez a la izquierda de su mediocentro de cierre –o, simplemente, obviar ese detalle– ocupó irracionalmente el espacio y condenó a la ruina a sus interiores, tal vez la pieza más decisiva en este tipo de fútbol. Cambiar de lado a Petros y N'Diaye, sencillísimamente, habría mejorado mucho las posesiones béticas: con metros disponibles cualquier jugador parece bueno.

Derrotado tres veces en casa y triunfador fuera en noches de fortuna, Mel decid, como queda dicho, cambiar de modelo de juego a uno contragolpeador. Así no sólo traicionaba sus antiguos principios futbolísticos, sino que –a nuestro modesto entender– cometía dos errores más:

- Prescindir de un segundo punta que acompañase a Rubén, lo que apenas produciría frutos defensivos (en todo caso se acababa defendiendo en algún tipo de 4-4-2) y sin embargo dificultaba mucho la salida en largo y anunciaba, como escribimos aquí entonces repetidas veces, un Betis escasísimo de gol, pues muy poco tenía en segunda línea y además Mel jamás trabajó bien el balón parado. Efectivamente, el Betis acabó la temporada como equipo menos goleador de las grandes ligas europeas, con amplia diferencia, y ello a pesar (deo gratias) de Rubén Castro.

- Con una plantilla de veteranos y jugones, con más técnica que físico, y sin extremos rápidos (culpa esto de Macià, pero un hecho insoslayable a esas alturas), las distancias a salvar hasta la portería rival serían imposibles, y entrar en un juego de pelotazos y segundas jugadas, absurdo. Sin la menor voluntad de dar tres pases seguidos tampoco era posible plantear una presión alta que cogiese al rival encerrado. Como en los peores tiempos de Velázquez el Betis, sencillamente, no tenía plan de juego, más allá de apretar los dientes, evitar errores y encomendarse a Adán y Rubén.

Mel se enrocó entonces en pedir un extremo a la carta –curiosamente nunca usó ahí a Piccini, aparentemente mucho más útil para ese fútbol que el Portillo de turno– y culpabilizar a la configuración de la plantilla del mal juego del equipo. Sin ilusión, el equipo era una ruina táctica: incapaz de jugar a dos o tres toques y sin la menor voluntad ni mecanismos de salida de balón por bajo, su ataque quedaba reducido a pelotazos y carreras individuales, para desesperación de los Portillo, Van der Vaart, Ceballos, Joaquín o Castro; se juntaba cuando había que separarse –para tocarla– y se separaba cuando tocaba defender, en intentos mal temporizados de presión alta que cogían al rival bien desplegado y se convertían pues en temerarios. Jugadores como Portillo o Van der Vaart quedaan definitivamente condenados al ostracismo, mientras chocadores como Cejudo se convertían en básicos. El entrenador entró en una extraña dinámica de bandazos: unos días ponía equipos ultraofensivos (con resultados desastrosos, pues ni así tenía balón), los más ultradefensivos, unos días con falso extremo, otros con dos extremos, unos con Castro y mediapunta, alguno con dos tanques arriba y sin extremos –en vergonzosa tarde ante el rival doméstico–... Finalmente el equipo se desmoronó y Mel acabó despedido.

La segunda etapa de Merino
El nombramiento de Juan Merino coincidió con el cambio de vuelta y las llegadas, cedidos, de Montoya, Musonda y Damião. En sus cuatro partidos postvelázquez de la temporada anterior su trabajo había aportado poco en lo táctico y mucho en lo psicológico: 4-4-2 rígido, poquito gusto por el balón y mucha seguridad defensiva. Ahora tomaba al equipo en una situación muy parecida (Mel se había metamoforseado en un nuevo Velázquez) y, efectivamente, lo mismo aportó: el equipo se rearmó mental y defensivamente, y con Musonda ganó al menos velocidad para aprovechar los espacios en el juego a la contra. Eso, y un mejor trabajo a balón parado, dieron al Betis unos mínimos argumentos ofensivos más allá de los goles de Rubén; con ello y la mejora defensiva el equipo se puso en disposición de competir los partidos y, Adán y Castro de por medio, logró la salvación.

Más allá del orden defensivo, de nuevo desde ese ya citado 4-4-2 sin balón jugase el Betis con segundo delantero o con mediapunta–, poca mejora táctica se observó, y ninguna en ataque. El Betis despreció ya por completo el buen trato al balón, y a ello contribuyó además el mal posicionamiento del equipo en ataque en la mayoría de los partidos, jugados con dos puntas (pues un tanque o Joaquín solieron acompañar a Castro) y dos extremos. Con N'Diaye prácticamente entre los centrales en la salida desde atrás, todos los jugadores del Betis menos su acompañante en el mediocentro (generalmente Petros) quedaban situados en un enorme círculo que dejaba vacía –y coja– la zona de interiores:


El juego de ataque bético osciló desde entonces entre lo flojo y lo grimoso. Cada decisión de Merino llevó al extremo el desprecio del último Mel por la posesión y por una salida de balón decente: Pezzella, tan eficiente en defensa como alérgico al balón, se convirtió en indiscutible; fue habitual ver no ya a un diestro cerrado como central izquierdo, sino como lateral izquierdo –e incluso que los diez jugadores de campo fuesen diestros–, o que Bruno jugase de lateral derecho. El posicionamiento en zonas interiores siguió totalmente descuidado: con dos extremos y dos delanteros ocurría lo arriba visto; si se jugaba con falso extremo en un lado se repetía el problema de solapamiento de Petros con Ceballos o con quien ahí jugase; por tanto, el juego interior sólo fue aceptable cuando Fabián o Ceballos jugaron como mediapunta, y ello, dada la escasa presencia arriba de los extremos, a costa de debilitar hasta la nulidad la llegada al área rival. La disyuntiva toque o gol se dio en adelante por inevitable en banquillo y prensa.

A cambio de semejarse en estos aspectos al último de Mel, el de Merino fue un equipo muy mejorado en defensa desde un bloque bajo de líneas juntas; y en general fue mucho más competitivoraramente recibía ya goles tempraneros o bajaba los brazos–, a lo que bien pudo contribuir una política de convocatorias del entrenador aparentemente caprichosa pero probablemente muy relacionada con el trabajo semanal. Con ello, un puñado de goles a balón parado, las aportaciones de Musonda y un muy buen Montoya (de Damião nada se supo), la notoria mejoría de Ceballos y, ante todo, los goles y las paradas de los dos de siempre, la salvación se logró con relativa holgura, aunque no tanta como insinúa el engañosísimo décimo puesto final.

Los comentarios son, como siempre, bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.

6 comentarios:

  1. Insuperable resumen JR, tanto en el contenido como en la redacción.

    Hay que decir en descargo de los dos entrenadores que la la plantilla disponible, inevitablemente, ha tenido algo que ver en sus decisiones. Me da la impresión de que si a Mel le hubieran traído finalmente a Adrián, ese tipo de delantero muy participativo, con calidad y complementario a Castro, habría mantenido su plan inicial y probablemente acabado la temporada en el cargo. Pero no fue así, todos los demás delanteros han sido tanques y ninguno ha dado el nivel. Otro condicionante que han sufrido ambos entrenadores, especialmente Mel, ha sido la dependencia de Vargas; con cada ausencia del peruano se desperdiciaba toda la banda tanto en defensa como en ataque.
    Luego vinieron Musonda y Montoya que han elevado significativamente el nivel del equipo, pero Merino solo los ha aprovechado en su faceta defensiva.
    Saludosa todos, y aquí aguardamos, afilando el cuchillo para cuando lleguen las calificaciones jugador por jugador...

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    1. Llegarán pronto... El meyor error de Macià, desde mi punto de vista, fue no traer un delantero de verdadera calidad, aunque para mí mejor un tanque. Arriba raramente hay gangas, y es mejor invertir fuerte en uno que traer Rennellas, Damiãos y Rickys. En el lateral izq. hubo un problema grande, cierto, y Mel hizo bien en pedir a uno (menos mal), aunque también erró gravemente con Varela y no Álex.

      Muchas gracias por las palabras primeras, Palmera. 8))
      JR

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  2. Buenas,

    Hacia mucho tiempo que no comentaba por aqui. Tras la aciaga temporada de los 25, emigre para trabajar fuera de España y ver la segunda division
    desde fuera de la frontera era imposible. Esta temporada he podido seguir algo al equipo y redescubrir el blog :)

    Desde mi punto de vista sobre el juego (para la plantilla ya habra tiempo en otros post) ha dejado evidente lo fuera de onda que estan Mel y Merino del futbol de primera division, fisicamente los jugadores sin ponerlos en forma, sin trabajo colectivo en la presion, sin saberse ubicar cuando ocupan la misma zona del campo. Es bueno que un entrenador se adapte a lo que tiene, pero no que de bandazos sin ton si son, porque demuestra que no tiene ningun plan. Respecto al problema del gol, no es solo que Castro haya sido el unico delantero que ha cumplido, sino que la plantilla carecia de llegadores, rematadores, tiradores, etc en segunda linea. Se puede tener un buen equipo sin un delantero de 20 goles si tienes varios delanteros o llegadores que rondan entre los 8 goles.

    Para mi Mel toco su cenit con la temporada en que conto con Pabon y un Beñat en plan kaiser, pero no supieron plantear que equipo hacer. Sin Castro, se le desmonto el chiringuito. Esos fueron el cenit y la caida de Mel y dudo que su carrera de entrenador se recupere, quedando la sombra que su carrera de entrenador queda marcada por haber contado con los Castro, Beñat, Pabon, Ceballos... que le han tapado sus carencias. Era evidente que aun salvando del descenso la epoca de Mel habia llegado a su final, pero su enfasis en borrarse del equipo como hizo a mi me explica bien el porque el Betis de Mel perdia a los 10 minutos, o recibia goleadas como un boxeador grogui, o pajaras sin ganar... no era mas que lo que el entrenador transmitia: bandazos, dinamitar con quejas, la capacidad de bajar los brazos si las cosas vienen mal dadas.

    Merino por otra parte es un entrenador tan honesto como limitado, que confia solo en la inspiracion y la calidad individual para romper la defensa rival. Una pena porque defensivamente, hace equipos espartanos. Lo del circulo vacio en el ultimo esquema era tan evidente, incluso para la maruja en la grada que solo acompaña a su marido. Es increible que Merino/Capi no notara cuando ocurria y no lo corrigiera. Ojala con el tiempo pueda aprender a tener una vision equilibrada, porque Merino es un buen betico, pero me temo que no ocurrira. Mis esperanzas de entrenador en el futuro las veo mas en Jose Juan Romero.

    Soy optimista por naturaleza y el tandem Poyet/Torrecilla me despierta ilusion, esta vez parece que no se fichan primero jugadores y tras eso, se compone la idea de juego de la temporada, sino al reves, primero se decide como se quiere jugar y con eso, se ficha jugadores aptos para esa idea. Es una apuesta arriesgada, pero como se suele decir si no haces cosas diferentes, no esperes conseguir resultados diferentes.

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  3. Efectivamente lo más sorprendente de Mel esta temporada fue esa bajada de brazos, porque otros años, en momentos difíciles, había confiado en sus ideas y apretado. Esta vez parecía desear que lo echaran. Como dices, no se veían movimientos entrenados en ataque ni en defensa, ni plan ni casi nada.

    En lo de la segunda línea llevas razón (bien lo avisamos a inicios de temporada: sólo había que buscar a Joaquín o Van der Vaart en la wiki para ver sus últimas cifras). La ausencia de segundo delantero agravó el tema.

    Yo también espero más de Romero que de Merino, pero muchísimo más. Merino me ha decepcionado pese a cumplir. Más raro parece que nadie a su alrededor se preocupara de esos detalles. Hace unos días vi a Unzue con pinganillo, o sea, que como club serio tienen un tipo arriba viendo el partido con perspectiva para avisar de estas cosas; y luego hay vídeos y semana para ver detalles que hay que estudiar en el rival. ¿Ni en los suyos los ven? ¿Tal incompetencia?

    Vamos a ver este año. La única diferencia a priori con las sensaciones de hace doce meses es eso que dices: Torrecilla y Poyet (y Haro) parecen ir a una, que ya es algo.

    Me alegra reverte por aquí, que ya ghacía mucho tiempo, sí. Será un placer leernos ;)
    JR

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  4. Me uno a las felicitaciones por este extraordinario análisis, JR. Pero, de acuerdo a mi línea crítica, me atrevo a destacar algunas cosas con las que no estoy totalmente de acuerdo contigo:
    -ahora parece que todo el mundo estamos de acuerdo en que este año el equipo no ha jugado un pimiento. Pues bien, esto no fue siempre así. Recuerdo que allá por octubre-noviembre, cuando estábamos el octavo o noveno a nueve puntos del descenso, yo clamaba en el desierto afirmando que teníamos más puntos de los que nos merecíamos. Defendía que partidos como lo jugados en Gijón, vallecas o Valencia (contra levante) los habíamos ganado "injustamente". Tú no opinabas igual, JR. De hecho recuerdo oirte decir en persona que en vallecas el Betis jugó muy bien.
    -Tu crítica más furibunda al proyecto de este año fue, en efecto, la falta de un segundo delantero de categoría que acompañase/sustituyese a Rubén Castro. Pues bien, una vez concluida la temporada, cabe afirmar que este defecto, obvio, al final no ha sido tan determinante como otros que han pasado más desapercibidos. Me estoy refiriendo al puesto de mediocentro. Ndiaye y Petros han estado a un buen nivel o, por lo menos, aceptable. Lo reconozco. De hecho, a mí estos dos jugadores me gustan. Lo cual no es óbice para seguir pensando que hacen falta no uno sino dos centrocampiostas más, uno posicional con jerarquía que asegure una distribución más segura que Ndiaye y otro ofensivo que aporte gol, ya sea anotando o asistiendo. Esta petición mía de dos mediocentros, emitida desde un principio de temporada y acentuada en invierno, fue objeto de bromas reiteradas por tu parte (recuerdo whatsapps tuyos con "cachondeíto al respecto). Ahora Torrecilla y Poyet andan detrás de dos mediocentros ("centrocampistas que jueguen por dentro" les llama, acertamente, Torrecilla, uno más defensivo y otro más ofensivo), tras comprobar que Portillo y Xavi Torres no les valen y que Ceballos es volante o falso extremo (o mediapunta) pero no mediocentro.
    -tampoco me gusta eso de aceptar por cierto como si de un dogma de fe se tratara meros juicios de valor como el que se desprende de la frase "Ceballos por entonces con la cabeza en otra parte". ¿cómo o quién sabe dónde tenía la cabeza Ceballos por entonces? ¿es que se le hizo un TAC que lo demostraba? ¿o más bien tenemos que creernos a pies juntillas lo que Mel filtraba a la prensa y ésta se encargaba de vender un día sí y otro también? El hecho es que Mel empezó no poniendo a Ceballos y sí a Portillo y Cejudo. Y eso es algo que no tiene discusión. Aquí algunos protestamos enérgicamente ante esa decisión pero mucha otra gente no lo hizo. De hecho sigue habiendo gente, tú y yo la conocemos, que defiende que Portillo es mucho mejor futbolista que Ceballos.
    Que conste que lo que acabo de escribir lo he hecho para dar un poco de vidilla al blog. Tu análisis es tan bueno que sólo cabe elogiarlo y leerlo una y otra vez para relamerse de gusto por cómo está escrito y por cómo describe de forma perfecta toda una temporada. Enhorabuena y gracias de verdad.

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  5. Muchas gracias por los piropos, Javi. Y por la caña, que como dices le da vidilla a esto... Vamos a pegarnos ;)

    - Reconozco que al principio de la temporada fui algo benevolente con el juego del equipo, aunque también a veces con razón: jugaba bien, o lo intentaba al menos. Justamente tras Vallecas ya le di caña aquí, aunque es cierto que tú protestaste antes por ciertos problemas (reconóceme que tampoco ha habido descenso ominoso, como vaticinaste y temiste hasta el minuto 89 del Eibar-Betis).
    - Yo creo que el tema del delantero se ha resuelto por la pura suerte de que Rubén no haya tenido juicio o se haya resfriado, pero efectivamente no ha sido determinante. Y llevas razón en que el mediocentro ha funcionado mal ofensivamente, es evidente. Pero ojo a dos asuntos: primero, he de insistir (coincido) en que los jugadores siempre parecieron capaces de más, o sea, de que había problemas colectivos por encima de la calidad individual de Petros o N'Diaye. Segundo, y con otro ejemplo: tener un portero suplente que vaya muy bien en las salidas por alto no sirve para que el equipo mejore en eso. O sea, si fichamos un mediocentro posicional fino, ¿N'Diaye suplente? O si el nuevo no juega porque N'Diaye es mejor ahí, ¿qué hemos ganado?

    Sobre el tema Ceballos tengo fuentes de información diversa, y una de ellas venía del primer cuerpo técnico (creo que sabes de qué fuente intermedia hablo). Y hay muchos muchos indicios sobre el tema.

    Ceballos es muy bueno: sobre eso yo no tengo dudas. Es más o menos un Portillo en corto, casi un Petros para correr y con la mala leche de un Stoichkov. Lo tiene todo, vamos.

    Pronto, a valorar jugadores, ¿no? Ahí te quiero ver.

    Salud
    JR

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