viernes, 23 de marzo de 2012

Betis 1 - Espanyol 1 (29ª jornada de Liga de Primera División)

Visto en diferido el Betis-Espanyol de anoche uno tiene la impresión de haber presenciado uno más de los muchos encuentros igualados que ha jugado el Betis en casa este año. No fue ni de lejos un partido brillante, pero tampoco tan malo como se ha leído después. Sí feo, pues los dos equipos mostraron más disciplina táctica que calidad arriba, y eso produce encuentros de pocas ocasiones.

El Espanyol jugó con ciertas precauciones, con el esquema defensivo de la mayoría de los equipos de la Liga española: un 4-2-3-1 en el que el mediapunta (Albín) se empareja con el mediocentro más retrasado del rival, esta vez Iriney, de modo que en la zona central del ataque del Betis podía jugar un tres contra dos sobre los delanteros béticos.

El Betis, como es su costumbre, emparejó sin embargo a sus delanteros con los centrales españolistas, lo que obligó a uno de los centrales a salir a por Albín para establecer el baile de parejas habitual cuando los béticos no tienen el balón. Pese a ello la defensa no tiró esta vez la línea demasiado adelantada, ni la presión bética fue demasiado fuerte, tal vez por falta de frescura física. En ataque Juanma y Montero empezaron como extremos derecho e izquierdo, respectivamente, para permutar sus posiciones justo mediada la primera parte. Este cambio de posiciones, más o menos indiferente para el juego de Montero, fue negativo para el de Juanma, ya inoperante en su lado natural. Por demás la falta de un mediapunta nato, la ausencia de Salva (con su juego entre líneas, sus últimos pases y su posición difícil de detectar) y la fijeza de los extremos en las bandas hicieron que el juego bético fuese tan disciplinado en defensa como previsible en ataque.

La entrada de Pereira a los 55 minutos, primero como extremo izquierdo y, un rato después de la entrada de Pozuelo –este inicialmente mediapunta central–, como delantero que desplazó a esa banda izquierda al canterano, revolucionó un poco el juego de ataque de un Betis al que, a esas alturas, le empezaban a fallar las fuerzas tras un intenso arranque de la segunda parte. Estos dos jugadores dieron un poco de movilidad al ataque bético, fiado hasta entonces sólo a las arrancadas de Montero, los pelotazos a Molina y alguna jugada de listo de Castro. El partido pareció decantarse, como suelen los de este corte, hacia el lado del primero que marcara, pero una cadena de errores al final permitió el empate: un mal control de Pozuelo y una indecisión entre dos béticos un tanto parecida a la del 1-0 de Vallecas, aunque esta vez más por miedo al daño que por indolencia. Para entonces Mel había mandado arriba a un Montero muy cansado y era Pereira quien cerraba la banda derecha.

En el Betis se puede destacar positivamente a Iriney y Paulão.

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