lunes, 17 de febrero de 2020

Leganés 0 - Betis 0 (24ª jornada de LaLiga)

C.D. LEGANÉS (0): Juan Soriano; Bustinza, Awaziem, Siovas; Aitor Ruibal; Rubén Pérez, Recio (Assalé, m. 82), Jonathan Silva; Eraso (Bryan Gil, m. 55), Braithwaite y Kevin Rodrigues (Óscar, m. 55).
BETIS (0): Joel Robles; Emerson (Barragán, m. 46), Mandi, Bartra, Álex Moreno; Guido Rodríguez (Loren, m. 46); Aleñá, Canales, William Carvalho, Joaquín (Tello, m. 73); y Borja Iglesias.
Árbitro: Estrada Fernández (Comité Catalán). Expulsó a Borja Iglesias con tarjeta roja directa (m. 93). Mostró tarjetas amarillas a Emerson, Guido Rodríguez, Braithwaite, Rubén Pérez, Carvalho, Aitor Ruibal, Bryan Gil y Óscar.
11.000 espectadores en Butarque.

Resulta un tanto curiosa la reacción del entorno ante el partido jugado por el Betis en Leganés, ciertamente feísimo y disputado ante uno de los peores equipos de la liga española, pero al fin y al cabo igualado e incluso de cierta superioridad bética en ocasiones, algo a valorar si miramos los antecedentes históricos del Betis en Butarque e incluso de los jugados esta temporada dentro y fuera de casa por los ayer locales y visitantes.

Otra cuestión, claro está, son las percepciones de un entorno (prensa y afición) que sobrevalora claramente la calidad de un plantel bético lleno de jugadores más bonitos que buenos, y que se había habituado inconscientemente a un trato de balón que ahora, de forma igualmente inconsciente, añora. Y sucede también que, ciertamente, las pretensiones del club y la valoración económica del equipo exigen unos resultados que este año nunca llegan, que y en realidad casi nunca lo hacen en las últimos quince temporadas: el equipo está ya abocado a luchar sencillamente por no pasar apuros, para lo cual más le vale vencer en la próxima jornada.

Primera parte: la manta corta
Uno de los errores del entorno bético fue pensar que mejorar el juego de la anterior temporada sería tan sencillo como decirle a los jugadores que fuesen más verticales y arriesgasen menos en la salida de balón. Ayer Rubi eligió esas armas con un claro objetivo: desactivar las de un rival que destrozó al Betis en Butarque hace un año a base de robos altos y contras rápidas. Las evidentísimas limitaciones técnicas (incluso físicas) del Leganés convierten ese fútbol, junto a los consabidos balones largos y faltas colgadas al área, en su única esperanza de ganar algún partido; el Betis ciertamente logró (al menos en gran medida) evitar las pérdidas en salida de balón y cometer faltas cerca del área, y controló los pelotazos y, mal que bien, las segundas jugadas.

Pero a cambio de contrarrestar el escaso fútbol del Leganés (aquí la manta corta de Tim) el Betis desnaturalizó su fútbol y entró en un partido de balonazos, balones caídos y un ritmo insostenible para ambos equipos, tanto técnica como físicamente. Ante un Leganés que juntaba muchísimo las líneas de su 5-4-1 defensivo, el Betis mareaba la pelota atrás hasta intentar pases largos desatinados a la espalda de la defensa pepinera (mención especial para Carvalho en este aspecto), o hasta caer en la selectiva presión alta del Leganés y quitarse la pelota de encima con pelotazos infames: la salida de balón bética ya no es la que fue. Con Carvalho muy abierto y Canales invisible, el Betis no la jugaba jamás entre líneas y tampoco Emerson y Moreno, bien emparejados por los carrileros locales, progresaban jamás. El Betis era incapaz de instalarse en campo rival y no había contrapresión posible.

Segunda parte
Tras haber puesto en juego de inicio su 4-3-3 clásico –habitual desde que decidió prescindir de Edgar–, Rubi elimina a los tarjeteados (y desacertados) Emerson y Guido para montar un 4-4-2 en supuesto rombo. Carvalho (ahora pivote) y Aleñá, por desgracia, se escalonan poco en ataque, pero Canales y Joaquín, en los costados a pie natural (Canales más interior que extremo, Joaquín más extremo que interior), sí reciben ya entre líneas y el Leganés, cada vez más cansado, cede completamente la posesión al Betis, que en el tramo final encuentra algunos espacios y se acerca tímidamente y sin fortuna, al gol. El Leganés apenas lo hace en un puñado de jugadas a la contra poco claras y mal finalizadas por sus delanteros, de escasa calidad en el disparo.

Línea por línea
Joel abusó del mal pelotazo y cumplió bajo palos. Emerson y Álex Moreno estuvieron muy desacertados en ataque; al menos el habitual amago de penalti de Álex no culminó esta vez. Bartra y Mandi controlaron al incordioso Braithwaite, aunque no sacan la pelota como en tiempos más felices.

Canales mejoró con los minutos pero hizo un partido flojo. Carvalho demostró de nuevo que le faltan condiciones para su supuesto puesto de interior, y mejoró mucho con balón como pivote sin que (esta vez) el equipo sufriera defensivamente por su presencia ahí. A ello contribuyó el buen trabajo de Aleñá, aunque falta saber si su posicionamiento ofensivo en esa segunda mitad, demasiado paralelo a William, fue cosa suya u órdenes del banquillo. Joaquín, sin espacios, hizo poco y mal. Guido mostró inteligencia, cierta velocidad y un mal trato de balón que dudamos mejore mucho.

Borja sumó otro mal partido: el mal movimiento de balón bético de la primera parte escupió demasiados balones hacia él sin haber atraído a jugadores del Leganés, así que peleó en inferioridad y no bajó ninguna.

Loren y Barragán cumplieron al menos, lo que no puede decirse de un Tello mal colocado (es absurdo ponerlo a pie natural para que luego lo doble Barragán por fuera en jugadas elaboradas) y con la cabeza en otro lugar (sea cual sea).

La apuesta de Rubi por Guido y Borja en lugar de Edgar y Loren, que han rendido consistentemente por encima de ellos, tiene como única explicación la política interna y no los méritos: un lamentable hecho que impide la rentabilísima promoción de canteranos de años anteriores, y que resta competitividad y alma canterana al equipo. La falta de aprecio por la cantera, más allá de las declaraciones, sigue siendo un mal endémico del club y su afición.

Los comentarios son bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.

Con emocionado agradecimiento a Paco del Guadiana, junto al que ya no podremos ver más al Betis.

lunes, 10 de febrero de 2020

Betis 2 - F.C. Barcelona 3 (23ª jornada de LaLiga)

BETIS (2): Joel Robles; Emerson, Mandi, Bartra, Álex Moreno; Guido Rodríguez (Tello, m. 85); Aleñá, William Carvalho (Joaquín, m. 69), Canales, Fekir; y Borja Iglesias (Loren, m. 61).
F.C. BARCELONA: Ter Stegen; Semedo, Umtiti, Lenglet, Junior (Jordi Alba, m. 56); Busquets; Sergi Roberto, Arturo Vidal (Arthur, m. 56), De Jong; Messi y Griezmann (Rakitic, m.88).
Goles: 1-0, m. 5: Canales, de penalti. 1-1, m. 8: De Jong. 2-1, m. 26: Fekir. 2-2, m. 45+2: Busquets. 2-3, m, 72: Lenglet.
Árbitro: Sánchez Martínez (Comité Murciano). Expulsó con doble tarjeta amarilla a Fekir (m. 74) y a Lenglet, también por doble amarilla (m. 78). Amonestó a Lenglet, Sergi Roberto, Arturo Vidal, Emerson, Mandi, Rubi y Busquets.
Excelente entrada (54.500 espectadores) en el Villamarín.

Una muy buena primera parte de ambos equipos y una segunda en la que el Barcelona fue claramente superior produjeron una nueva derrota bética en casa ante los culés. Un año más los béticos pagaron en la segunda mitad el sobreesfuerzo realizado en la primera.

Primera parte
Tal vez Setién recordó el buen papel hecho hace un año en el mismo escenario por Vidal al meterlo de nuevo en la alineación del Barça en lugar de un tercer delantero. Sin embargo el cántabro alteró el 4-3-3 habitual del Barcelona, que esta vez formaría un 4-4-2 en rombo con el chileno como centrocampista avanzado y Sergi Roberto y De Jong en los interiores –esquema que, por cierto, respeta los triángulos marca de la casa Barça y espacia bien a los jugadores–; en defensa posicional se convertiría en un 4-4-2 lineal. No nos fue posible adivinar ni ese ni el esquema elegido por Rubi: el catalán montó de nuevo un 4-3-3, pero con Carvalho como interior izquierdo, Fekir de extremo por ese costado (a pie natural pues) y Canales y Aleñá como interior y extremo izquierdos.

La gran batalla del partido sería la de la posesión: acostumbrados ambos equipos a tener mucho más balón que su rival, unos y otros intentarían entrar en el círculo virtuoso posesión larga-presión postpérdida-recuperación-posesión larga e impedir que el rival lo consiguiera, pero para ello era necesario presionar arriba la salida del balón del rival y a su vez tratar de evitar el balón largo dividido al ser apretado. El Betis lo hizo con este esquema de presión:


Fekir, tal vez el menos dotado para este trabajo, quedaba con Umtiti (en incómoda posición: a pie cambiado), y Borja le hacía una curiosa covershadow a Busquets: lo marcaba por delante para no atrasarse mucho y saltar a por Ter Stegen cubriendo su línea de pase. Los riesgos de la presión bética, mano a mano en todo el campo, eran dos y evidentes: un desgaste físico tremendo y dejar a Messi y Griezmann en uno contra uno contra una defensa muy alta, aunque ciertas basculaciones (por ejemplo Álex marcaba a veces a Sergi Roberto) trataban de sumar gente por dentro para evitarlo.

La presión alta de unos y otros en la primera parte produjo un ritmo frenético en un campo larguísimo. El Betis logró varios robos altos y dos de ellos acabaron en goles, mientras que la libertad de que disfrutó Messi le permitió asistir para el primer gol del Barcelona. Los culés, que además lograron empatar a dos al filo del descanso, solo habían encerrado severamente al Betis en esta primera parte durante un tramo central; los béticos defendieron entonces en un 4-5-1:


La altísima posición de Junior y Semedo, que no siempre eran seguidos por Fekir y Aleñá, daba problemas al Betis; también se los dieron la presencia de suficientes barcelonistas ofreciendo líneas de pase por delante del balón (a Messi, por ejemplo) y su movilidad por dentro (véase el gol de De Jong): estos asuntos habían lastrado el ataque posicional barcelonista en partidos anteriores.

Segunda parte
Con el paso de los minutos el Betis va sufriendo un importante efecto del despectivamente llamado tiquitaca de Setién, tantas veces practicado ayer entre sus defensas: la calidad técnica de los barcelonistas unida a una trabajada salida de balón había obligado a los béticos a correr tras la pelota durante muchos minutos, y a campo grande. Cansados, la presión llegaba cada vez más tarde y el Betis se veía progresivamente encerrado: ya casi nunca pasaría del centro del campo. Tras varias ocasiones falladas por Messi llegaba el 2-3 a balón parado.

Tras las expulsiones el Barcelona monta un 4-4-1 con Busquets atrás, y el Betis entra en caos, aunque finalmente parece jugar un 4-3-2 con Tello y Loren arriba. Pese a los espacios creados por el diez contra diez el Betis, desfallecido, apenas logra llegar con peligro arriba.

Línea por línea
Joel afeó sus buenas paradas a Messi con su resbalón en el 2-3. Mandi y Bartra sufrieron ante la falta de marcas claras: Messi y Griezmann (sobre todo el primero) huían de la punta y los dejaban muchas veces sin referencias. Los laterales cumplieron en defensa pero apenas tuvieron ocasión de llegar arriba, como suelen, en ataque.

Guido hizo un debut prometedor, aunque habrá que verlo con más balón. Parece colocarse bien y tener cierta velocidad para un mediocentro defensivo, más un manejo de balón aceptable. Canales fue tal vez el bético más atinado del centro del campo; Carvalho jugó con mucha corrección pero se asfixió (naturalmente) a la hora de juego.

Aleñá y Borja trabajaron pero apenas rascaron bola en ataque. Todo lo contrario hizo Fekir, que hizo una de las primeras partes más deslumbrantes que uno recuerda a un jugador del Betis. Como además trabajó en defensa, a la hora de juego estaba también fundido, pero es claro que su lugar debe estar cerca del área rival, donde su brutal calidad y su cambio de ritmo hacen estragos.

Joaquín, Loren y Tello aportaron poco. Rubi ve cómo su equipo se queda sin objetivos (o peor: con la permanencia como objetivo) a quince jornadas del final. Saque cada uno sus conclusiones.

El detalle
El arbitraje merecería un capítulo aparte, aunque no es materia habitual de este blog. Sánchez Martínez cometió errores de todos los tipos imaginables (no todos por cierto en contra del Betis); tal vez la manifiesta falta del 2-3 y la actitud previa a la expulsión de Fekir fuesen los más censurables.

Los comentarios son bienvenidos; en Twitter, @juanramonlara7.

lunes, 3 de febrero de 2020

Eibar 1 - Betis 1 (22ª jornada de LaLiga)

S.D. EIBAR (1): Dmitrovic; Tejero (Arbilla, m. 68), Esteban Burgos, Bigas, Cote; Edu Expósito, Pape Diop (Cristóforo, m. 83); Pedro León (De Blasis, m. 75), Orellana, Inui; y Sergi Enrich.
BETIS (1): Joel Robles; Emerson, Mandi, Bartra, Álex Moreno; Edgar (Guido Rodríguez, m. 81); Fekir, Canales, Aleñá, Joaquín (Loren, m. 70); y Borja Iglesias (Tello, m. 87).
Goles: 0-1, m. 7: Fekir. 1-1, m. 15: Orellana, de penalti.
Árbitro: Martínez Munuera (Comité Valenciano). Amonestó a Edgar, Orellana, Barragán (banquillo) y Burgos.
6.600 aficionados, con amplia presencia de béticos.

Dejó pasar el Betis una nueva oportunidad de lograr una victoria pese a su buen juego ofensivo. La debilidad defensiva y los errores en las áreas están penalizando al equipo, que aunque ha mejorado su juego de forma evidente sigue sin controlar suficientemente los encuentros ante rivales en teoría inferiores.

El partido de ayer fue un nuevo choque de estilos, y no porque el Eibar de Mendilibar renuncie precisamente al balón (fue uno de los pocos equipos que superó en posesión al Betis de la etapa anterior) sino porque, un poco al estilo del Getafe del segundo tiempo de la pasada semana, pretende hacerse con el balón e instalarse en el campo rival a base de una desmayante presión.

El Betis, dirán, también trata de presionar arriba y hacerse con la posesión. La diferencia es que los béticos lo hacen gracias a un toque paciente que encierra al rival, y a breves intentos de recuperación rápida tras la pérdida (la contrapresión); el Eibar, por el contrario, aplica el tradicional método norteño (o británico): tiene jugadores muy físicos capaces de sostener esa presión largos minutos, y oculta la escasa capacidad técnica que a cambio tienen hombres como Diop con un fútbol vertiginoso de contragolpes, balones largos y segundas jugadas –mucho más noble, dicho sea de paso, que el de Bordalás–.

El esfuerzo que requirió Mendilibar fue aún mayor porque los vascos aseguraron su zona defensiva con superioridad numérica (ayer, Borja contra dos centrales), de modo que sus hombres de arriba del 4-4-2 (Orellana defendía alto junto a Enrich) hacían la presión en inferioridad numérica, dejando en esta ocasión como hombre libre al mediocentro del Betis, inicialmente Edgar:


La clave, como ven, es que los marcadores del Eibar se sitúan lejos de sus pares marcados (ver líneas rectas: siempre más atrás y más hacia el centro que ellos), ocupando las llamadas posiciones intermedias. A cambio de dejar cierto aire a los receptores, los defensores no solo se aseguran de no ser rebasados y cierran líneas interiores de pase, sino que cualquiera de ellos puede saltar sobre otro hombre distinto de su par para robar el balón, y particularmente ayer sobre Edgar, que ocupaba un sitio peligroso y complicado porque obliga a recibir de espaldas. Llegó así la jugada de la imagen: la del 1-1.

En la segunda mitad Rubi hizo con Edgar lo que el Madrid con Casemiro: permutarlo en la salida de balón con uno de los interiores, que tuviera mejor giro y control de balón (Aleñá), para asegurar una salida limpia de pelota desde atrás, aunque fuese a cambio de perder fluidez en el interior derecho, un escalón más arriba:

 

Aleñá sí supo girarse bien como hombre libre y a su vez obligó al Eibar a girarse y correr hacia atrás en muchas ocasiones:


A partir de ahí un equipo como el Betis debe elegir: una vez se sale de la presión rival puedes bien correr para castigar al contrario, o bien instalarte arriba sin poner en riesgo la posesión para encerrar al rival y someterlo a tu control (ciclos de posesión larga y contrapresión). El Betis anterior elegía lo segundo, pero el Betis de Rubi suele elegir lo primero, lo que implica más ocasiones de gol pero también menos control del juego, convertido a veces en correcalles con ocasiones en ambas porterías. Fue lo sucedido ayer, sobre todo en una segunda parte jugada a campo abierto y a un ritmo muy alto, en la que el Betis debió de ganar pero también pudo perder.

Entre las actuaciones individuales cabe destacar a Joel bajo palos (no tanto con el pie) y el excelente partido de los centrales, Mandi y Bartra. Aleñá tiene evidentes limitaciones físicas pero con balón cumplió magníficamente con las labores de distribución, lanzando a un desigual Canales, que creció con el partido. Arriba unos grises Borja y Joaquín no acompañaron el brillante partido de Fekir, que demostró ser muchísimo más decisivo cuando se sujeta a posiciones de delantero que cuando pretende ayudar al equipo en labores de construcción del juego.

Rubi ha mejorado de forma evidente al equipo pero el tiempo perdido pasa factura y sin ganar partidos fuera de casa el objetivo europeo, antes tan essihido, se pone imposible. Por demás el equipo sigue sin controlar del todo los partidos y concede en consecuencia demasiadas ocasiones.

Tello mostró una vez más sus virtudes y defectos: su brutal velocidad le permitió de nuevo ponerse delante del portero, pero su dudoso pie le impidió culminar; conviene recordar que para fallar ocasiones hay que conseguir tenerlas, y él las tiene porque tiene esa velocidad, al alcance de muy pocos.

El detalle
Muy abierto Canales como interior, la banda izquierda del Betis sufrió un curioso embotellamiento en la segunda parte.

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