Una vez visto en vídeo, el Betis - Córdoba me ha parecido un partido muy jugoso en cuestiones posicionales. Son justas las alabanzas al esfuerzo y la valentía del Betis en este partido, y es cierto que la superior calidad de los jugadores del Betis se notó, pero hubo además detalles posicionales decisivos.
El Córdoba, como es típico de los equipos de Alcaraz, buscó el juego largo y puso para ello un 4-4-2 con un hombre alto arriba; este sistema hizo pasar apuros al Betis, por ejemplo, en el Arcángel el año pasado, pero si el rival te empuja a tu campo, como empujó ayer el Betis al Córdoba, no suele servir de mucho porque un tanque es menos útil lejos de la portería rival. La cuestión es cómo empujó el Betis al Córdoba a su campo y cómo le atacó:
Con el balón en poder del Córdoba
El Barça B jugó el miércoles un 4-1-4-1 que causó (para desesperación de Emana) que los pivotes béticos se emparejaran con los interiores del Barça, de modo que Emana y Castro tuvieron que vérselas con los dos centrales y el mediocentro del Barça; esa fue, en parte, la causa de las largas posesiones del Barça B, en zonas frías, aunque a cambio llegaba poco a puerta: al Betis le sobraba un defensa central, como si jugara con líbero. Por contra el sábado, ante un 4-4-2, Mel tenía dos opciones sin balón; la cobarde era escalonar a los del medio, esto es, retrasar a Emana para auxiliar al mediocampo (Emana e Iriney, por ejemplo, contra los pivotes) y que el mediocentro restante (Beñat aquí) ayudara a los centrales contra los dos delanteros (tres contra dos). Eligió la valiente, un claro 4-4-2: los dos delanteros (Emana a la derecha, Molina -una vez salió Lopes- a la izquierda) fueron a por los dos centrales, Salva se emparejaba con el lateral derecho, Castro (antes Lopes) con el izquierdo, dos pivotes contra dos pivotes... Este uno contra uno en todo el campo invita a presionar, y al tiempo obliga a ello, porque si dejas tiempo al rival para jugar en largo con comodidad abandonas a tus centrales a un dos contra dos que, a la larga, resulta mortal. Así que el Betis presionó a muerte, incluso con los centrales saliendo al mediocampo a por los delanteros cordobesistas cuando se retrasaban a la mediapunta. Era un planteamiento valiente y exigente en lo físico.
Con el balón en poder del Betis
Es una buena noticia que el sistema de ataque que, previsiblemente, corresponderá a la futura alineación titular del Betis (con Castro, Iriney, Beñat, Salva; Emana y Molina) implique un importante caos posicional ofensivo: el desorden, en ataque, es bueno. Con balón en posesión del Betis Rubén Castro se metió hacia dentro, y Salva más descaradamente aún y, además, se retrasó. Ambos dejaron así espacio a las subidas de Isidoro y Nacho, y provocaron superioridad numérica en ciertas zonas centrales y una notable empanada a los laterales del Córdoba, sobre todo el derecho, casi siempre sin pareja ni función defensiva, como un alfil encerrado en el ajedrez. Las permutas constantes y las posiciones entre líneas de Salva, Castro, Emana y Nacho hicieron que los cordobesistas se encontraran en cada jugada con un problema diferente y que no cuadraba con sus posiciones de pizarra: algo difícil de contrarrestar aunque lo conozcas de antemano. Los dos mediocentros tuvieron que controlar a Salva, Beñat e Iriney más Emana y Castro buscándoles las espaldas.
Los defectos de este sistema pueden ser el cerrar un poco el campo por falta de extremos abiertos, y el esfuerzo que requiere de los laterales y de los falsos extremos, que han de recuperar la posición para volver al 4-4-2 defensivo: buenas carreras se pegó Salva para ello. Sin embargo creo que compensa: pone a los mejores jugadores en el campo y es menos defendible que el más estático de extremos fijos. Esperemos que funcione.
Por cierto: este sistema tiene recambios naturales para casi todos los puestos. Arzu por Beñat, un extremo (Israel, Ezequiel o Lopes e Isidoro detrás) por cualquiera de los de arriba, metiendo a Castro de mediapunta o delantero en su caso... Sólo Iriney y Nacho tienen mal repuesto.
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