El autor de este blog desea ante todo pedir disculpas por no haber advertido de antemano del retraso en la publicación del post correspondiente al Valencia-Betis. Un viaje profesional le impidió verlo en directo.
Visto ya en diferido –un plato esta vez bastante indigesto, y no solo por el resultado– el partido apenas merece un par de comentarios:
a) Sin tensión no hay forma de competir, más allá de sistemas y cuestiones tácticas. El Betis no supo aprovechar la blandura y falta de ritmo del Valencia porque fue aún más blando y lento que los valencianos. La falta de concentración fue patente en muchos jugadores, con mención especial para Paulão. Otros muchos, como Beñat o Pereira, estuvieron muy desacertados.
b) Ahora que el equipo tiene dos registros defensivos (los famosos planes A y B), creemos que Mel debería modular la posición del bloque en función del rival. Sin embargo cometió el mismo error que en Málaga, salvado entonces por la suerte. Explicaremos un poco esto.
El Real Madrid-Bayern del pasado miércoles es un buen ejemplo de cómo aprovechar un defecto recurrente en muchos equipos actuales de primer nivel: la falta de fondistas en el centro del campo que aguanten un ritmo físico fuerte y sostenido, esto es, de volantes (o interiores) de largo recorrido. Mourinho juega habitualmente con cuatro delanteros natos y, tras ellos, Alonso –un jugador de calidad y buena colocación, pero de recorrido limitado–, y Khedira, que tiene movimientos y tipo de central, o a lo sumo de cinco argentino. Semejante problema tiene el Sevilla desde que se marchó Keita, o el once inicial del Málaga hace pocas semanas ante el Betis (De Michelis de tapón y cinco jugadores de más clase que esfuerzo por delante). Tales equipos pueden acularse cerca de su área y tapar líneas de pase, pero no tienen apenas capacidad para presionar y recuperar la pelota lejos de su portería, a campo abierto: si el rival les esconde el balón la posesión puede acabar en porcentajes escandalosos, como los del Madrid y los alemanes hace unos días.
Ahora bien, si es tu equipo el que se acula atrás y regala la posesión a los así diseñados, el sufrimiento está asegurado. Pues bien, el sábado el Valencia presentó ante el Betis un equipo en el que –defensas aparte– apenas Feghouli tenía alguna capacidad para sostener un ritmo físico decente. El resto eran jugadores blandísimos (Parejo, Jonas), un delantero de clase recién salido de una larga lesión (y nos tememos que recién entrado en otra: Canales), el veteranísimo Albelda, que tira ya de poco más que oficio y patadas, y Soldado. Tal grupo de jugadores sólo puede hacer una presión fuerte (e insostenible para el partido completo) en un estado de sobreexcitación como el mostraron días después ante el Atlético, pero en condiciones normales sufrirá muchísimo si el rival le esconde la bola. Ni siquiera intentó tal cosa el Betis, y, como en Málaga, quedó entonces expuesto a la innegable calidad de esa alineación.
Tras la exagerada expulsión de Dorado hubo poco partido. Mel retiró a Pereira, desacertado, y dejó al equipo en un 4-3-2 sin extremo derecho, espacio que trataban de cerrar los hombres cercanos (Nélson, Beñat y Castro), pero que aprovechó mejor aún Canales para dar el 2-0. La entrada de Salva como interior izquierdo dejó un equipo algo más simétrico y junto, y mejoró la posesión.
Visto ya en diferido –un plato esta vez bastante indigesto, y no solo por el resultado– el partido apenas merece un par de comentarios:
a) Sin tensión no hay forma de competir, más allá de sistemas y cuestiones tácticas. El Betis no supo aprovechar la blandura y falta de ritmo del Valencia porque fue aún más blando y lento que los valencianos. La falta de concentración fue patente en muchos jugadores, con mención especial para Paulão. Otros muchos, como Beñat o Pereira, estuvieron muy desacertados.
b) Ahora que el equipo tiene dos registros defensivos (los famosos planes A y B), creemos que Mel debería modular la posición del bloque en función del rival. Sin embargo cometió el mismo error que en Málaga, salvado entonces por la suerte. Explicaremos un poco esto.
El Real Madrid-Bayern del pasado miércoles es un buen ejemplo de cómo aprovechar un defecto recurrente en muchos equipos actuales de primer nivel: la falta de fondistas en el centro del campo que aguanten un ritmo físico fuerte y sostenido, esto es, de volantes (o interiores) de largo recorrido. Mourinho juega habitualmente con cuatro delanteros natos y, tras ellos, Alonso –un jugador de calidad y buena colocación, pero de recorrido limitado–, y Khedira, que tiene movimientos y tipo de central, o a lo sumo de cinco argentino. Semejante problema tiene el Sevilla desde que se marchó Keita, o el once inicial del Málaga hace pocas semanas ante el Betis (De Michelis de tapón y cinco jugadores de más clase que esfuerzo por delante). Tales equipos pueden acularse cerca de su área y tapar líneas de pase, pero no tienen apenas capacidad para presionar y recuperar la pelota lejos de su portería, a campo abierto: si el rival les esconde el balón la posesión puede acabar en porcentajes escandalosos, como los del Madrid y los alemanes hace unos días.
Ahora bien, si es tu equipo el que se acula atrás y regala la posesión a los así diseñados, el sufrimiento está asegurado. Pues bien, el sábado el Valencia presentó ante el Betis un equipo en el que –defensas aparte– apenas Feghouli tenía alguna capacidad para sostener un ritmo físico decente. El resto eran jugadores blandísimos (Parejo, Jonas), un delantero de clase recién salido de una larga lesión (y nos tememos que recién entrado en otra: Canales), el veteranísimo Albelda, que tira ya de poco más que oficio y patadas, y Soldado. Tal grupo de jugadores sólo puede hacer una presión fuerte (e insostenible para el partido completo) en un estado de sobreexcitación como el mostraron días después ante el Atlético, pero en condiciones normales sufrirá muchísimo si el rival le esconde la bola. Ni siquiera intentó tal cosa el Betis, y, como en Málaga, quedó entonces expuesto a la innegable calidad de esa alineación.
Tras la exagerada expulsión de Dorado hubo poco partido. Mel retiró a Pereira, desacertado, y dejó al equipo en un 4-3-2 sin extremo derecho, espacio que trataban de cerrar los hombres cercanos (Nélson, Beñat y Castro), pero que aprovechó mejor aún Canales para dar el 2-0. La entrada de Salva como interior izquierdo dejó un equipo algo más simétrico y junto, y mejoró la posesión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario