S.D. EIBAR (1): Riesgo; Rubén Peña, Ramis (Paulo Oliveira, m. 72), Arbilla, Cote; Orellana (De Blasis, m. 88), Joan Jordán, Escalante (Diop, m. 48), Cucurella; Sergi Enrich y Kike García.
1-0, m. 21: Sanabria. 1-1, m. 72: Orellana, de penalti.
Árbitro: Del Cerro Grande (Comité Madrileño). Amonestó a Escalante, Ramis, Lo Celso, Feddal, Jordán y Paulo Oliveira.
49.500 espectadores y lanzamiento de peluches en el descanso en el Vilamarín. Muy buenas condiciones para el fútbol.
Jugó un mal partido el Betis ante un buen Eibar, y suerte tuvo de escapar con un punto del apuro. Cierto exceso de tacticismo desnaturalizó el juego del equipo bético, que nunca controló el encuentro.
Primeros 80 minutos
Las acusaciones de cierta prensa sevillana contra el equipo bético por el presunto uso de jugadas a contraestilo podrían encontrar hoy la justificación de la que suelen carecer, aunque a cambio habrán de conceder –no se puede acusar a la vez de una cosa y de lo contrario– que hoy sí hubo plan B. No un solo plan B: dos, porque el Betis se salió de su uso habitual en el tipo de juego y en lo posicional.
En cuanto a lo primero, el tipo de partido buscado, el Betis repitió un planteamiento que le dio buen resultado ante el Eibar –al menos en el marcador– la temporada pasada: se trataba de eludir un partido de ida y vuelta, de transiciones, como sería del gusto de un equipo que aprieta arriba y juega vertical como el Eibar, y para ello los béticos renunciaron a su vez a su habitual presión adelantada mano a mano; por el contrario, ante el clásico 4-4-2 de los vascos (Jordán y Escalante paralelos en el doble pivote), el Betis plantó en defensa un 5-4-1 que permitía posesiones largas y la salida limpia a alguno de los centrales eibarreses, en espera (correcta) de que se toparan con sus marcados mediocentros. A cambio el Betis tenía superioridad numérica en la zona de sus centrales, evitando la peligrosa igualdad dos contra dos que suelen buscar los vascos con balones cruzados desde las bandas. Muy esporádicamente Joaquín saltaba a por un central del Eibar y Tello a por Peña, para pasar a una presión alta hombre a hombre.
Metido bastante más atrás de lo habitual en defensa y practicando sus habituales maniobras de atracción de la presión cuando inicia el ataque posicional, el Betis buscaba salidas veloces al espacio, muchas veces inmediatamente tras recuperar la pelota: esto es, buscaba el contragolpe. No por ello dejaba de tratar bien el balón, ni renunciaba ni mucho menos a la posesión, pero sí permitía más igualdad en ella de la usual (54/46% al descanso) y pocas veces encerraba a su rival en su campo como mandan los cánones clásicos del fútbol de posición
Un 5-4-1 en defensa suele corresponderse naturalmente con un 3-4-3 en ataque, y así lo prometía la colocación inicial de los equipos:
Pero las cosas no serían como parecían: el ajedrecista Setién trató de meterle un cilindro a Mendilibar para, con buen criterio, aprovechar la velocidad de Tello: el Betis repetía (por el lado contrario) la salida de balón que hizo contra el Sevilla y organizaba un 4-4-2 (2-4-4 realmente) que obligaba a Orellana a salir a por el falso lateral izquierdo, Sidnei, luego Feddal. Joaquín trataba de fijar a Peña, su pareja teórica, cuando no mediapunteaba en el espacio entre este y los mediocentros, y Tello quedaba directamente sin marca o, en el peor de los casos, obligaba a la línea de cuatro del Eibar a marcar mano a mano:
Inicio de la jugada del 1-0: Joaquín ha arrastrado a su lateral y Orellana está lejos de Tello, completamente solo.
Posicionalmente el invento funcionó, e incluso de hecho el 1-0 llegó gracias a una incorporación de Tello, pero el Betis pocas veces logró aprovechar el filón como este prometía: pocas veces hubo cambios de juego rápidos hacia esa zona (apenas en el tramo inicial de la segunda parte gracias a Canales), y unas veces la lentitud en la circulación y otras defectos de ejecución (malos controles del propio Tello incluidos) anularon esa superioridad a la espalda de Peña. El planteamiento tuvo otro defecto, tal vez más grave: tiró a una banda a Lo Celso, lejos de la posición por detrás de los delanteros en que tan buen rendimiento está dando, y el argentino intervino poco durante casi todo el partido.
En resumen, por anular las virtudes de su rival los béticos renunciaban a virtudes habituales de su juego, como la contrapresión, el castigo del físico del rival, la colocación en triángulos o la posición de Lo Celso. Lo que era peor: la actitud de los béticos a partir del 1-0 fue muy conformista, y el partido transcurría a un ritmo muy bajo, entre contragolpes béticos en los que fallaba el último pase y ocasiones demasiado claras del Eibar. Finalmente Del Cerro Grande decide hacer justicia por su cuenta.
Últimos diez minutos
Sin reacción desde el banquillo, incluso tras el gol los béticos no tocan jugadores ni esquema y muestran una mezcla de desconcentración y falta de fe; tan solo permutan a Canales (en adelante delantero por la derecha) y Lo Celso, ya en zona de mediocentros pero más adelantado que Carvalho. Finalmente Loren comparece en el puesto de Joaquín (delantero tirado a la izquierda), y solo el paso atrás de los visitantes permite posesiones más largas del Betis, que crea escaso peligro.
Línea por línea
Pau estuvo muy seguro pero no detuvo el penalti pese a lanzarse al lado correcto. Mandi hizo un excelente partido, especialmente en el pase (muy buenas diagonales); acertó mucho más que un Bartra desatinado en el golpeo. Feddal cumplió tras la luxación de Sidnei.
Carvalho hizo un aceptable partido, aunque estuvo algo más fallón en el pase de lo habitual; su –escalonado– compañero de posición, Canales, más ágil de lo habitual a la hora de hacer circular la pelota, hizo uno de sus partidos más completos en ese puesto. Francis sufrió en defensa y acertó poco en ataque, y Tello, muy a su estilo, provocó menos peligro del mucho que debió, aunque de sus botas salieron finalmente las mejores opciones.
Joaquín y Lo Celso, tal vez en posiciones incómodas, decepcionaron, y la voluntad de Sanabria no se correspondió con su acierto: ni siquiera lo hizo bien en el gol.
Setién no supo encontrar el plan C para dar un volantazo al partido cuando su interesante planteamiento hacía claramente aguas.
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