domingo, 28 de octubre de 2018

Getafe 2 - Betis 0 (10ª jornada de LaLiga)

GETAFE C.F. (2): David Soria; Damián, Djené, Cabrera, Antunes; Foulquier, Arambarri, Maksimovic, Amath (Cristóforo, m. 83); Jorge Molina (Rober Ibáñez, m. 89) y Ángel (Mata, m. 70).
BETIS (0): Joel Robles; Mandi, Bartra, Sidnei (Tello, m. 70); William Carvalho; Barragán, Boudebouz (Canales, m. 60), Lo Celso, Junior; Sanabria y Loren.
Goles: 1-0, m. 60: Jorge Molina. 2-0, m. 62: Foulquier.
Árbitro: Jaime Latre (Comité Aragonés). Amonestó a Damián, Lo Celso y Barragán.
12.000 espectadores, con gran presencia de béticos.

El muy mal partido del Betis en Getafe significó su tercera derrota consecutiva en liga. Al contrario que ante el Valladolid, esta vez el equipo no tuvo el control del partido pese a poseer el balón, y no solo no creó apenas peligro sino que toleró media docena de ocasiones claras a su rival. La actuación, inexcusable por más que haber jugado en Milán tres días antes la explique en parte, obliga a Setién a tomar medidas.

Rotó jugadores en muy pocos puestos el entrenador, y ahí debe residir parte de esa explicación del horrible partido bético. Apenas la portería, un interior (Boudebouz) y uno de los delanteros (Loren) se renovaron. El Betis presentó pues de nuevo el 3-1-4-2 de aquel partido, esta vez más rígido, con el argelino a la derecha y en paralelo a Lo Celso, más Carvalho por detrás. El planteamiento y modo de juego del Getafe a nadie debió de sorprender: con la baja de Portillo, presentó su cerrado y bien trabajado 4-4-2 habitual, y, como era esperable en un equipo que gusta de las jugadas de pocos toques y los balones largos, alternó fases de presión alta con repliegues cerca de su área.

Primera hora de juego
También era previsible, y así sucedió, que la presión alta de un equipo que tiene bajas cuotas de posesión como el madrileño fuese intensa durante los primeros treinta minutos del primer tiempo y los quince primeros del segundo, y amainara en el tramo final de cada tiempo. Los getafenses, sin demasiado fútbol interior, fían sus posibilidades de gol al contragolpe, el balón parado y los balones cruzados desde las bandas a sus dos delanteros.

La posición de los jugadores de uno y otro equipo, tan previsible que fue idéntica a la de la temporada pasada, haría clave el desempeño por banda de unos y otros: el 3-1-4-2 bético no encajaba parejas claras en esa zona ni en defensa ni en ataque, de modo que Barragán y Junior quedaban en una posición difícil de controlar para la estrechísima doble línea de cuatro del Getafe, pero al tiempo los laterales getafenses (el antideportivo Damián y Antunes), fijados los carrileros béticos por Foulquier y Amath, no tendrían marca en ataque posicional si el Getafe –como efectivamente hizo, con toda la intención– era capaz de mover a los tres centrocampistas béticos con ataques veloces y cambios de juego ágiles. El propio gráfico del año pasado (cambien unos pocos nombres) nos valdrá perfectamente para visualizar esa situación.


Durante la primera hora la dinámica fue la prevista por Bordalás: el Betis tenía la pelota pero, desaparecido Lo Celso, inoperante como siempre Boudebouz y completamente invisibles sus delanteros (pese a estar en igualdad numérica ante los centrales locales), jamás se ponía de gol. Las pocas llegadas béticas sucedían, efectivamente, por los carriles, pero esta vez ni Barragán fue profundo ni Junior, que sí llegó muchas veces, fue preciso en sus centros. El Getafe no hacía un fútbol brillante pero entre algún robo alto, balones cruzados y contragolpes bien gobernados por Molina se ponía de gol varias veces.

Cuando parecía que el Betis iba a salir con bien de su típica primera hora de desgaste del rival llegan los dos goles locales, consecutivos y por el procedimiento previsto: en jugadas desde las bandas, una de ellas a la contra tras robo.

Última media hora
Sin tocar el esquema Setién mete a Canales por Boudebouz, nulo como interior derecho y como izquierdo (permutó con Lo Celso al descanso). Más tarde sí lo toca: pasa a un 4-3-3 con Loren y Tello como extremos. Con Joaquín en la grada el Betis demuestra una preocupante falta de fe y capacidad de reacción, y los minutos pasan con balón siempre en pies del Betis pero sin siquiera ocasiones claras de gol, salvo alguna esporádica del Getafe.

Línea por línea
Joel Robles tuvo un mal día: dejó un peligrosísimo balón muerto en el primer tiempo, no supo adelantarse en el 1-0 y jugó mal con el pie en el 2-0. Abusó del balón largo, aunque para esa suerte tenga buen toque.

El trío de centrales sostuvo una vez más al equipo, aunque finalmente Bartra, con demasiados minutos en sus pies (y su cabeza) a estas alturas, falló en el primer gol. Sidnei dio un día más buena salida de balón.

William Carvalho hizo un muy buen partido, con diferencia su mejor encuentro desde que llegó al Betis. Si bien su posición apantalló un día más la salida natural de Bartra, asunto este importante, el portugués dio fluidez y cierta verticalidad al juego bético, y peleó bien en defensa. Muy por debajo de él estuvo Lo Celso, escondido; si quiere ser el jugador de primer nivel que pareció en Milán debe entender que la liga española requiere concentración en todos los partidos y no en cuatro al año como la francesa. Sí está al nivel (bajísimo) de la liga gala Boudebouz, que ya recuerda al López Ufarte del Betis de los ochenta: lo mejor que puede esperarse de sus intervenciones es que no pierda la pelota; y hoy estaba muy cerca de su posición óptima en el campo, con jugadores a los que lanzar por delante. Barragán, torpe con balón, y Junior, muy poco acertado en el centro final, desaprovecharon sus carriles en ataque y tuvieron dudas en defensa ante la doble llegada de los getafenses.

El partido de Loren, desacertado pero al menos voluntarioso y con presencia para algún remate y para bajar balones, puso en evidencia el lamentable partido de Sanabria, que directamente no compareció. La pareja de delanteros bética desaprovechó su igualdad numérica con los centrales madrileños (por más que estos tuviesen ayudas de los laterales): ni les provocaron dudas posicionales a los cuatro defensas, ni ofrecieron desmarques a sus espaldas, ni fueron buena diana para salvar la presión con balones en largo, ni cazaron los balones cruzados.

Canales y Tello no cambiaron la dinámica del partido, aunque con ellos el Betis al menos tuvo más control del juego y alguna profundidad.

Ni la falta de calidad de la delantera, ni el cansancio (más mental que físico), ni la falta de entrenamientos que provocan los partidos entresemana puden excusar el rendimiento de una plantilla del nivel de la bética: Setién debe tomar medidas, especialmente para mejorar el pésimo rendimiento ofensivo de un equipo que no solo no mete goles, sino que en los últimos partidos de liga tampoco crea ocasiones ni demuestra rebelión ante marcadores adversos.

El detalle
Hace muy pocos días en el entorno bético se llegó a hablar de "controlar la euforia"; aunque la afición futbolera sea de natural ciclotímica estaría bien controlar los excesos sentimentales, positivos y negativos.

viernes, 26 de octubre de 2018

Milan 1 - Betis 2 (3ª jornada de la fase de grupos de la Europa League)

MILAN (1): Reina; Calabria, Zapata, Romagnoli, Laxalt; Bakayoko (Cutrone, m. 46), Biglia (Bertolacci, m. 80), Bonaventura; Castillejo, Higuaín y Borini (Suso, m. 46)
BETIS (2): Pau López; Mandi, Bartra, Sidnei; William Carvalho (Feddal, m. 92); Barragán, Canales, Lo Celso, Junior; Sergio León (Tello, m. 66) y Sanabria (Loren, m. 78).
Goles: 0-1, m. 29: Sanabria. 0-2, m. 54: Lo Celso. 1-2, m. 82: Cutrone
Árbitro: Bas Nijhuis (Holanda). Amonestó a Romagnoli, Higuaín, Canales, Mandi, Lo Celso y Pau López. Roja directa a Castillejo en el minuto 94.
Buena noche para el fútbol y aceptable entrada en el estadio de San Siro. 7.000 béticos.

El Betis logró anoche un triunfo de brillo europeo gracias a una buena primera hora de juego y pese a los apuros con los que, desfondado, superó la última media.

Primera hora
El Milan está muy lejos de su nivel histórico; hoy es un buen equipo que en España pasaría sin pena ni gloria por la Primera División. Su planteamiento fue valiente: lejos de la imagen que tuvo como jugador, Gattuso plantó un equipo ofensivo que trató bien la pelota y disputó meritoriamente la posesión al Betis, dejándosela a los sevillanos en el nivel más bajo de la temporada (solo 49%/51% a su favor).

Para ello los lombardos propusieron un 4-3-3 al que un Betis igualmente valiente presionó muy arriba. Los béticos plantaron en teoría un 3-1-4-2 con (por fin) dos verdaderos delanteros, más Canales y Lo Celso tras ellos y Carvalho como mediocentro. Sin embargo al tirarse la presión alta Lo Celso iba a por Biglia y resultaba más bien un 3-4-1-2.



Aquí estuvo una sutil clave del partido: los tres centrocampistas interiores del Betis quedaron escalonados y Lo Celso, de natural móvil, jugó muy libre y por delante de sus dos compañeros, en una zona de mediapunta (o más bien en posición de fantasista a la italiana) desde la que destrozó el sistema defensivo del Milan.

La otra clave del partido fue que durante esta hora el Betis sí hizo una de las cosas que desde aquí –y desde otros foros– se le pedían con insistencia: verticalizar el juego cuando se sale de la presión alta rival, para castigar los riesgos de esta. El Milan no se atrevió a presionar arriba a todo coste y en todo momento, pero sí adelantó sus líneas lo suficiente para que Mandi y Bartra practicaran su mecanismo favorito, el de atraer a los rivales para provocar espacios entre las líneas de estos. Muy adelantada la defensa milanista (pero esta vez más amenazada por dos verdaderos delanteros), Carvalho, Lo Celso y Canales castigaron esos espacios y lanzaron ataques rápidos durante todo el primer tiempo; dos de ellos acabaron en gol (uno de ellos injustamente anulado) y pudo caer alguno más; faltó, como suele, acierto en el remate.

Última media hora de juego
Pero el fútbol es una manta pequeña y las mejoras que se intentan suelen tener un coste. La valiente presión alta del Milan y la verticalidad del juego bético provocaron durante esa primera hora un fútbol de ida y vuelta, de ataques más breves y posesión bastante más igualada de lo acostumbrado para el Betis de Setién. Como efecto secundario los béticos corrieron demasiados minutos tras el balón, y a campo abierto; la propia presión alta bética desgastó mucho a los verdiblancos, que llegaron sin fuerzas al tramo final.

Para entonces Gattuso había tratado de cambiar la dinámica del partido, ya en el descanso, metiendo arriba a Cutrone, acostado a la izquierda de Higuaín, y al gaditano Suso como interior, de lo que resultó un sistema un tanto asimétrico que en defensa era un 4-4-2 y en ataque casi un 4-3-3, con Castillejo como extremo a la derecha de sus dos delanteros centro y la banda izquierda limpia para las subidas (más bien los intentos de tal cosa) de un horrible Laxalt. Setién pasa a un 3-4-3 (5-4-1 sin balón) en el que Carvalho y Lo Celso cierran por dentro y Tello (izquierda) y Canales ocupan los flancos. El Betis no puede ya castigar los desajustes del Milan, no se encierra pero deja espacios por el centro, y aguanta como puede las embestidas locales, finalmente con Bartra como medio tapón.

Línea por línea
Pau cumplió bajo palos y tomó altos riesgos con balón, sin consecuencias. El trío de centrales fue un día más clave por su capacidad para sostener la presión alta del equipo gracias a la velocidad de hombres (caso de Sidnei) emparejados con delanteros rápidos, y con muchos metros por cubrir.

Barragán y Junior sostuvieron bien sus bandas, aunque –muy arriba en ataque, casi formando un 3-3-4– solo el segundo se proyectó con acierto en la ofensiva. Carvalho alternó buenas rupturas de líneas rivales (gracias a sus conducciones y a sus buenos pases filtrados) con pérdidas un tanto absurdas, y Canales, sin hacer un gran partido, sí encontró esta vez un fútbol más incisivo. Pero la gran estrella del partido fue sin duda Lo Celso, muy rápido en las arrancadas y los balones divididos, quien abrochó con un gran gol un partido en el que demolió al Milan con sus conducciones y pases, acumulando un impresionante número de jugadas decisivas desde el mismo arranque del partido.

En ese arranque Sanabria, por fin goleador, demostró con un mal control que el nivel de los delanteros béticos no es el del resto del equipo, aunque acumular dos supuso más probabilidad de gol y más desmarques a la espalda de la defensa rival, tan necesarios.

Los comentarios son bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.

lunes, 22 de octubre de 2018

Betis 0 - Valladolid 1 (9ª jornada de LaLiga)

BETIS (0): Pau López; Bartra, Javi García (Mandi, m. 42), Sidnei; Francis, Canales (Lo Celso, m. 71), William Carvalho, Junior; Boudebouz, Loren e Inui (Sergio León, m. 59).
VALLADOLID (1): Masip; Moyano, Kiko Olivas (Borja, m. 49), Calero, Nacho; Alcazar, Míchel; Antoñito, Leo Suárez (Anuar, m. 61), Toni Villa; y Enes Ünal (Miguel, m. 91).
0-1, m. 35: Antoñito.
Árbitro: Alberola Rojas (Comité Castellano-Manchego). Mostró tarjeta amarilla a Antoñito, Kiko Olivas y Masip. Casero fuera de las áreas, escamoteó inexplicablemente un penalti en el área vallisoletana en la seguna parte.
42.500 espectadores y muy buenas condiciones para el fútbol en el Villamarín.

Jugó un partido muy aceptable el Betis, castigado por la falta de acierto en las áreas. El equipo tuvo el control del partido –no solo la posesión– durante casi todo el desarrollo de este, y por ocasiones mereció la victoria mucho más que su rival. Ciertamente se puede argüir que este jugó a favor de marcador y que el modo de jugar del Betis dificulta llegar con claridad al área rival por falta de espacios y acumulación de jugadores, pero lo cierto es que el Valladolid apenas se asomó por el área bética y el Betis sí lo hizo innumerables veces por la vallisoletana. La falta de acierto ahí tiene poca relación con cuestiones tácticas, que son las que aquí valoramos, aunque ciertamente alarma: el Betis ha metido cinco goles en nueve partidos.

Primera parte
Los esquemas y planteamientos fueron más o menos previsibles: el Betis, sin Tello, Guardado ni Joaquín y tras el parón de selecciones, rotó en algunos puestos –faltaban de inicio Mandi y Lo Celso– y se colocó en un claro 3-4-3 con Carvalho y Canales como interiores y Boudebouz e Inui como extremos a pie cambiado. Enfrente el Valladolid jugaba un 4-2-3-1 con el incisivo Toni por la izquierda y Leo Suárez en la mediapunta; junto al tanque Ünal, Suárez trataba de dificultar la salida de balón de los tres centrales béticos al tiempo que intentaba sombrear la salida hacia Canales, en una especie de marca por delante (covershadow).

Durante los primeros veinte minutos el Valladolid, que tiene jugadores para tocar bien el balón, disputó con éxito la posesión al Betis, aunque sin excesiva profundidad. Con el paso de los minutos sin embargo el Betis logró hacerse con el balón y los visitantes colocaron ya sus tres líneas (4-4-2 defensivo) muy juntas y cerca de su área, de modo que el Betis esta vez no pudo abusar (como suele) del uso de su portero como hombre libre para la salida de pelota desde atrás; sí quiso asegurar la posesión e impuso un ritmo de juego lento, con escasa profundidad: muy desacertado Inui, inocuo Boudebouz –de esto escribiremos más adelante–, romo Canales al llegar arriba y poco profundos los carrileros, el Valladolid acumulaba hombres en su última línea pero pasaba pocos apuros.

En el campo bético, pese a jugar con la defensa adelantadísima, el Betis tampoco pasaba apuros, aunque la única llegada clara de los visitantes acababa dentro. Setién no toca el esquema pese a perder un central.

Minutos 45 al 80
Setién y Sarabia cambian de esquema: Inui (luego León) se coloca a la derecha de Loren y Carvalho pasa a ser pivote único de un 3-1-4-2 en el que Boudebouz y Canales son interiores. Sidnei, que casi siempre sale como hombre libre al cerrar los dos delanteros vallisoletanos a Bartra y Mandi, percute una y otra vez en vertical. El Betis mete dos marchas más y durante largos tramos de la segunda parte asedia la portería rival, aunque las llegadas acaban en centros laterales y barullos dentro del área, y casi nunca en tiros claros. A cambio la presión tras pérdida funciona y el Valladolid no sale nunca.

Minutos 80 al final
Pese a la entrada de un incisivo Lo Celso el Betis pierde los nervios junto a su grada y el Valladolid ya sí logra alargar sus posesiones. En el tramo final el Betis llega poco.

Línea por línea
Pau comete un grave error en el gol al intentar parar con la mano un balón que iba directamente hacia su pie derecho. No tuvo más trabajo.

La línea de tres de atrás volvió a ser la mejor del equipo. Si poca culpa tiene Setién de la falta de calidad arriba, también hay que reconocer que su modelo de juego funciona tácticamente gracias a unos centrales capaces de anticiparse, superar al rival por alto y jugar a cincuenta metros de su portería, algo muy difícil. Bartra, García y Mandi cumplieron a su nivel habitual, y Sidnei, poderosísimo físicamente, hizo un partido excelente en defensa y en ataque.

En el centro del campo Carvalho hizo un buen partido hasta que el físico y la presión de ciertos sectores de la grada (que amenaza con convertirlo en su nuevo muñeco de pimpampún, tras el caso Francis) le hicieron fallar pases sencillos. No tiene fácil encaje en el esquema, pero progresará. Canales hizo otro buen y sacrificado partido en zonas medulares, pero se le apagaron de nuevo las luces en el balcón del área.

Los carrileros canteranos cumplieron de nuevo, cada uno a su estilo, pero plantean un interesante dilema táctico: si Setién quiere seguir jugando con defensa de tres centrales –algo lógico si tienes cinco buenos– los carrileros (no los extrremos) han de encarar en los uno contra uno en banda, fundamentales en el libro de estilo del fútbol de posición para tener profundidad. Aunque hoy las bajas de Joaquín y Tello privaran al equipo de plan B en esos puestos, es claro que ante rivales cerrados hay que encontrar ahí mejores soluciones que las de hoy.

Arriba Loren nunca recibió balones en ventaja. Interesante es analizar el juego, totalmente opuesto, de Inui y Boudebouz. El primero se gira, conduce y encara (o sea, ofrece la velocidad y la profundidad que tanto reclama parte de la grada), pero las perdió casi todas. El segundo hace lo contrario: la pide demasiado atrás, siempre al pie, y como extremo nunca progresa –carece de velocidad en conducción para aprovechar recepciones en ventaja– ni encuentra pases por delante, su supuesta virtud (lógicamente: no tiene apenas compañeros por delante, porque ahí... debería estar él): en suma, frena el juego y casi nada aporta, pese a que –por ejemplo hoy– le sale casi todo lo que intenta. Como interior, con dos delanteros por delante, mejoró, pero es jugador de muy difícil encaje y baja rentabilidad.

León nunca acertó a superar la poblada defensa vallisoletana. Lo Celso sí aportó frescura y profundidad.

Hace más de un año, recién aterrizado el entrenador, avisamos –sección 3 de esta entrada de blog– de que la grada tendría que habituarse a ciertos aspectos del llamado juego de posición que podían hacerle perder la paciencia. Dado que la situación está lejísimos de ser grave (tres victorias, tres empates y tres derrotas en liga, victoria y empate en Europa) sería recomendable relajar el ambiente de crispación que se está creando en torno al equipo.

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sábado, 6 de octubre de 2018

Lecciones del Doudelange: la posición de Carvalho

Lo mejor del 3-0 del Betis ante el Doudelange fue precisamente el resultado. Dieron algunos sustos los luxemburgueses, y la mejor lección que puede extraerse de una primera parte muy floja y de una segunda mucho más satisfactoria es que no hay rival pequeño si el equipo superior baja su ritmo de juego hasta aproximarlo al del rival; bien está el fútbol-control ante rivales iguales o superiores, pero ante enemigos de este porte conviene apretar mínimamente el acelerador para marcar las diferencias.

Un segundo asunto de mucho interés suscitó debate tras el partido: la posición de William Carvalho. Aún más lento de lo habitual por salir de una lesión, el portugués frenó bastante el ritmo del equipo. Más allá de cuestiones puntuales de forma física, ¿es solo un problema de capacidad individual o hay cuestiones tácticas colectivas que lo perjudican?

Probablemente hay mucho de lo segundo, y no por ello (mucho nos tememos) tiene el problema fácil arreglo. La inversión hecha por el Betis en el futbolista, de unos 20 millones de euros, justifica que nos detengamos un poco a discutirlo. Carvalho es un típico mediocentro defensivo (aunque para Setién ese puesto no exista), de tipo posicional: un holding midfielder cuya ubicación ideal es como cierre por delante de la pareja de centrales en un 4-3-3. En la salida de balón su tarea más típica es sacar la pelota limpia con la ayuda de estos, ante la pareja de delanteros rivales:
 

 ... a veces haciendo lavolpiana (meterse entre los centrales) para resolver ese tres contra dos con más comodidad:


Por tanto, en ataque es uno de los jugadores más atrasados del equipo y está habituado a recibir el balón de cara o a lo sumo perfilado de lado, pero casi nunca de espaldas a la portería rival. Tener un giro lento es ahí poco inconveniente.

El gran problema de Carvalho en este Betis es que ese puesto realmente no existe. Este Betis juega siempre con defensa de tres centrales, y dado el rendimiento de los cinco de la plantilla es difícil que su entrenador deje fuera del equipo a la vez (salvo algún momento esporádico) a tres de ellos. Ahi el problema se le traslada a Setién –y sería interesante conocer cómo negoció este fichaje con Serra Ferrer el pasado verano–: cómo encajar al jugador en el esquema del equipo.

Si miramos la salida lavolpiana de más arriba, el rol de Carvalho podría ser justamente el de tercer central, pero el overbooking en el puesto y su escasa velocidad (requisito indispensable en un central para defender lejísimos de su portería como hacen los defensas del Betis) lo descarta ahí. Setién ha probado dos soluciones para encajarlo:

1) Mediocentro posicional en un 3-1-4-2, como este jueves ante el Doudelange. En ataque resultó esto:


Tal vez sea la situación más cómoda para el jugador, porque el puesto se asemeja bastante al suyo natural; pero con ese esquema Setién desviste varios santos para vestir a uno. El juego del Betis es muy posicional, o sea, los jugadores, tanto en defensa como en ataque, tienen que atenerse con bastante rigor al puesto asignado en el esquema, y eso convierte en muy importante que los espacios queden racionalmente repartidos en fase ofensiva. La forma más eficiente para ello es formar triángulos con los jugadores alternando líneas pares e impares (2-1-4-3, 3-4-3...) para evitar que solapen sus posiciones y dejen sin embargo espacios sin ocupar. Pues bien: como se ve arriba, el 3-1-4-2 es, en este sentido, bastante malo, especialmente si el rival junta líneas, como sucedió el jueves: los dos interiores y los dos delanteros suelen molestarse, y lo mismo sucede con el mediocentro posicional (WC) y el defensa más central de los tres, al que además obstaculiza la salida en conducción natural (... ¡y suele ser nada menos que Bartra!); el solapamiento de interiores y delanteros puede disimularse con movilidad, pero no es el caso en las posiciones traseras, muy fijas en la salida de balón. En el mejor de los casos, como se vio ante el 4-4-2 del Doudelange, la salida en 3 + 1 contra 2 es una especie de mal sucedáneo de la salida con dos centrales más mediocentro: si se logra salir con el balón limpio (por ejemplo si el propio Carvalho lo hace) es a costa de dejar atrás tres centrales contra dos delanteros, algo muy seguro defensivamente pero que a cambio no consigue ni siquiera igualdad numérica en el ataque, que suele resultar previsible y atascado.

La (correcta) tendencia natural a espaciarse de los jugadores suele convertir ese 3-1-4-2 en un 3-3-4, aunque entonces Carvalho acaba incrustado en posiciones muy adelantadas, de interior, donde tiene que jugar de espaldas a puerta y girarse, en las que está poco a gusto y para las que Setién tiene sin duda mejores alternativas, como Guardado:


2) Quique ha situado también a Carvalho como uno de los, digamos, mediocentros de un 3-4-3:


Como se ve fácilmente comparando con la segunda imagen de este artículo, en realidad se trata a efectos prácticos del puesto de interior clásico de un 4-3-3 cuando detrás se hace salida lavolpiana (para entendernos: Xavi e Iniesta cuando Busquets se metía entre centrales en el Barça). O sea, no es el puesto natural de Carvalho, también aquí obligado a jugar a veces de espaldas a puerta y girarse; pero al menos no gripa el funcionamiento del resto del equipo y aporta músculo en la zona.

Una posible solución intermedia sería partir de un 3-1-4-2 en fase defensiva y que en fase ofensiva uno de los dos interiores (podrían hacerlo alternadamente) bajase a la altura de WC, desplazando a este a un costado y convirtiendo el 3-1-4-2 en lo que se llamaría un 3-4-1-2 situacional, móvil, con buen reparto de espacios y diferente en cada jugada (algo nada fácil de defender):



En suma, Setién y Eder Sarabia tienen tarea con la posición de Carvalho. Es cierto que los fichajes se planean a largo plazo y que una plantilla debe planificarse abierta a cambios de esquemas y a variaciones de planes de juego, pero si los técnicos del Betis tenían claro cuál sería el esquema básico del equipo no se entiende muy bien que la gran apuesta económica de la temporada se hiciera en un jugador de difícil encaje en el esquema: un regalo envenenado de Serra Ferrer a Setién.

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lunes, 1 de octubre de 2018

Betis 1 - Leganés 0 (7ª jornada de LaLiga)

BETIS (1): Joel Robles; Mandi, Javi García, Bartra; Barragán (William Carvalho, m. 80), Canales (Sanabria, m. 75), Lo Celso, Tello; Boudebouz, Sergio León (Loren, m. 83) y Joaquín
LEGANÉS (0): Cuéllar; Juanfran, Tarín, Bustinza, R. García, Jonathan Silva; El Zhar (Sabin Merino, m. 54), Rubén Pérez, Gumbau, Óscar Rodríguez (Vesga, m. 54); y En-Nesyri (Guido Carrillo, m. 76) 1-0, m. 88: Loren
Árbitro: Sánchez Martínez (Comité Murciano). Amonestó a En-Nesyri, Bustinza, Cuéllar y Rubén Pérez.
48.100 espectadores

Una insólita desproporción en la posesión del 82'5% frente al 17'5% define por sí sola el partido jugado anoche por el Betis: una especie de apoteosis del mal llamado fútbol de posesión que tal vez atacó los nervios de la hinchada bética pero que a buen seguro gustó mucho menos a los aficionados del ultradefensivo equipo pepinero, sometido y finalmente derrotado de forma tan extrema como justa.

Minutos 1 al 75
Si cabe dividir de algún modo el partido habría que diferenciar apenas el tramo final, pues casi todo transcurrió de un modo similar, y por otra parte según la dinámica ya habitual en los partidos del Betis. Y ello pese a que de salida Quique rotó bastante en la alineación: solo cuatro jugadores repetían de salida respecto al jueves. El Betis no solo insistía (claro está) en su conocido plan de juego, sino también en esquema, pues se situaba de nuevo en un 3-4-3, con cambios apenas de nombres: los carrileros, Lo Celso por Guardado como interior (o mediocentro) izquierdo, León en punta, Joaquín como extremo izquierdo...

Curiosamente enfrente el Leganés repetía también el esquema del Girona, esto es, idéntico 3-4-3, que en teoría emparejaría también hombres contra hombres en todos los sectores del campo. Decíamos entonces que defensivamente el Girona se quedó a medio camino, y pese a esa colocación no fue a la presión alta pero tampoco pudo impedir las recepciones a la espalda de sus líneas de presión, situadas a media altura. El Leganés tomó nota y apretó líneas a pocos metros del borde de su área, esto es, aparcó el autobús sin misericordia. En consecuencia el Betis, con los carrileros altísimos, atacó de hecho en un elegante 3-2-5, mientras el Leganés defendía de facto en un 5-4-1.

Posiciones medias del Betis ante el Leganés

El partido entró en la dinámica propia de estos casos: larguísimas posesiones del Betis –sobre todo de sus centrales– y buen movimiento de balón, pero grandes dificultades de los béticos para batir líneas y, más aún, para conservar la ventaja posicional una vez logrado esto: la cercanía de las tres líneas defensivas del Lega permitía a sus jugadores retroceder rápidamente para deshacer esa ventaja una vez recibían por dentro los Canales o Lo Celso, y no digamos Joaquín, Boudebouz o León. A cambio, y es detalle en el que el Betis ha mejorado muchísimo respecto a la temporada pasada, el Leganés –juntísimo cuando recuperaba– era víctima inmediata de la presión postpérdida bética, pues el 80% del campo de juego era terreno dominado por los béticos y cualquier intento de despeje o jugada acababa en los pies de los locales, frescos (pues en sus largas posesiones los béticos se cansaban bien poco) y agresivos siempre. Es importante que el aficionado bético asuma la importancia de esto: las largas posesiones que encierran al rival tienen mucho que ver con los ceros en el marcador propio, y aunque los marcadores bajos conlleven alto riesgo de empate (con su escaso premio) es mucho más fácil ganar partidos si no se reciben goles. La liga española no es de nivel precisamente bajo y no conviene despreciar el monopolio de la posesión; los rivales no son malos  –el Leganés venció al Barça hace muy pocos días–, pero el Betis logra que lo parezcan.

Durante la primera mitad el Betis llegó con cuentagotas a puerta, aunque en el arranque de la segunda subió el ritmo y las llegadas con peligro sí se sucedieron con frecuencia. El Leganés, significativamente, no enganchó un solo contragolpe y solo asustó en un par de robos altos en las escasas ocasiones en que apretó arriba.

Un par de detalles posicionales hay que destacar: en la primera parte Canales repitió, esta vez con mucha más insistencia, una colocación muy cercana a la banda derecha que ya practicó a veces en Girona, arrastrando a Boudebouz a posiciones más retrasadas, a Barragán más arriba y a Lo Celso prácticamente al eje central. Esa insistencia, que quitó sorpresa, y una ejecución de las permutas bastante más defectuosa que la del año pasado en ese sector hizo muy poco efectivo el movimiento, descartado en la segunda parte. Un segundo detalle fueron los grandes riesgos que corrieron los centrales del Betis: adelantadísimos Mandi y Bartra, Javi García se vio abandonado demasiadas veces a expuestísimas situaciones de mano a mano sin ayudas contra En-Nesyri, afortunadamente bien solventadas; Quique pareció querer corregir el problema mediada la segunda parte, para lo que bastaba retrasar un poco al central del lado en que no estuviera la pelota.

Minuto 75 al final
Setién cambia de esquema: al meter a un segundo punta pasa al 3-1-4-2 con Lo Celso como mediocentro y Joaquín y Boudebouz en los interiores; al poco Joaquín se va al carril derecho (como ante el Athletic), William entra como mediocentro y Lo Celso sube a interior. El Betis, con buen criterio, toma más riesgos: cuando el partido acaba y se arriesga un solo punto pierde sentido alargar tantísimo las posesiones y merece la pena aumentar el número de llegadas aun a costa de facilitar algún ataque al rival.

El Leganés, cansado, empieza a tener problemas para volver en las ocasiones en que se estira, y en una de ellas Lo Celso y Tello enganchan dos excelentes pases para poner a Loren el 1-0. El Leganés lo intenta, pero ya sin fortuna ni convicción.

Línea por línea
En su debut en Liga Joel rifó más balones de los debidos, aunque cumplió perfectamente bajo palos. El trío de centrales fue de nuevo de lo mejor del equipo, pese a alguna pérdida de riesgo. Javi García mereció mención especial.

En los carriles el mediocre partido de Barragán se vio compensado por el acertado de Tello, que tal vez debió encarar más pero jugó con criterio y pocas pérdidas. Canales, en gran forma física, volvió a dar un recital con balón, y Lo Celso mejoró con los minutos y mostró un enorme potencial, aunque aún debe aprender los mecanismos de colocación y uso del balón del equipo; su lugar natural parece algo más cercano a la puerta rival, pues parece mejor conductor y regateador que pasador –nada malo, por cierto–.

Arriba Joaquín volvió a dar una excelente asistencia desde el carril, León dio movilidad desde su ingrato puesto y Boudebouz, aunque muy voluntarioso y acertado en el pase (hacia el final de partido cogió una buena colocación en el sector derecho), volvió a demostrar su falta de comprensión de lo que necesita el equipo de él: ya no solo la pide siempre al pie, sino que llegó a interrumpir jugadas de compañeros para jugar hacia atrás (¡?).

Lejos de la perfección pretendida por Quique Setién, creemos que el equipo puede y debe mejorar algunos detalles ofensivos ante rivales tan encerrados, como por ejemplo realizar movimientos verticales y horizontales de la última línea que amenacen las espaldas de las defensas y alboroten su colocación, o hacer permutas organizadas en otros sectores que les provoquen dudas. Pero en general es evidente que el equipo juega a lo que quiere, y funciona.

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