sábado, 26 de agosto de 2017

Betis 2 – Celta 1 (2ª jornada de Liga)

BETIS (2): Adán; Barragán, Mandi, Feddal, Durmisi; Guardado, Javi García, Camarasa; Francis (Tello, m. 65), Sergio León (Sanabria, m. 79) y Joaquín (Narváez, m. 84).
CELTA (1): Sergio; Hugo Mallo, Sergi Gómez (Lobotka, m. 80), Roncaglia (Cabral, m. 74), Jonny; Wass ('Tucu' Hernández, m. 64), Radoja, Jozabed; Iago Aspas, Maxi Gómez y Pione Sisto.
0-1, m. 9: Camarasa (p.p.). 1-1, m. 31: Sergio León. 2-1, m. 76: Feddal.
Árbitro: De Burgos Bengoetxea. (Comité Vasco). Mostró tarjeta amarilla a Feddal, Mandi, Jozabed y Radoja.
Se estrenaban la nueva Grada de Gol Sur, la estética interior y una fuerte iluminación del césped en el Benito Villamarín. 46000 espectadores presentes en una nueva capacidad de casi 61000 espectadores, con excelente ambiente y buenas condiciones para el fútbol. Minuto de silencio en memoria de las víctimas de los atentados en Cataluña, de Pedro Buenaventura Gil y de Rocío Cortés.

Bienvenidos al fútbol moderno
Fue prometedor el estreno liguero del Betis, mejor que un buen Celta en un partido de alto ritmo. La hipermotivación del equipo en un día especial como el de ayer debe hacernos prudentes a la hora de sacar conclusiones, pero la combinación de buen manejo de balón y poder físico del equipo, más las probables mejoras en el juego de posición y en la delantera cuando se incorporen plenamente Tello y Boudebouz, invitan al optimismo. El equipo será sólido y al menos en el Villamarín los rivales sufrirán.

Minutos 1 al 75
Y en efecto el fútbol moderno –algunos preferirán llamarlo estilo de moda– ha llegado al Betis de la mano de Setién. El Celta lo conoce bien desde hace varias temporadas, de modo que el partido tuvo en lo táctico algo de juego de espejos: los dos equipos buscaron la posesión a partir de la presión alta en saques de puerta y tras pérdida, y de –pese a la presión rival– intentos de salir jugando desde atrás siempre que les fue razonablemente posible. Además ambos equipos pllantaron un claro 4-3-3, muy posicional: o sea, con las posiciones ofensivas muy planificadas para separar a los jugadores en procura de espacios.

De todo ello resultó que la situación más repetida en el partido –invertibles los colores de las camisetas– fue la posesión en zona de centrales y portero, con las posiciones siguientes (balón en pies de Adán):


La presión alta del Celta sobre los centrales béticos solían hacerla el delantero centro, Maxi Gómez, y Aspas. En el Betis sin embargo eran los dos extremos los que encimaban a los centrales y León solía quedar en esa posición algo extraña de Barcelona cercana al mediocentro rival pero marcándolo, digámoslo así, por delante. Como vemos, en mediocampo el equipo que presiona suele quedar en inferioridad, por lo que queda algún jugador libre; normalmente es un lateral y los porteros suelen sacar hacia él. El equipo defensor trata de bascular hacia ese lado o de sacar de la línea trasera de cuatro a un lateral propio para evitarlo.

En todo caso hacer un buen fútbol posicional no tiene por qué significar necesariamente ser extremista en la necesidad de sacar el balón jugado en corto desde la defensa: se puede arriesgar más o menos, y de hecho el Betis no debió de hacerlo mucho anoche porque prácticamente no cometió pérdidas en zonas sensibles. Sin embargo un buen reparto posicional y masticar el balón en la salida lo suficiente para obligar al rival a abrirse para esa presión provoca una apertura de espacios que permite que los balones largos no sean meros pelotazos divididos, sino pases recepcionables de espaldas por delanteros como León:


Inicio de la segunda parte. Una vez atraída la presión de las dos primeras líneas defensivas del Celta, queda suficiente espacio entre su defensa y su línea de centrocampistas para que León reciba un balón largo con comodidad (debajo).


La situación es similar a la del tiro exterior y el interior en el baloncesto: un buen tiro exterior abre a la defensa rival y facilita las recepciones de los pívots con suficiente espacio.

Cuando la presión era superada se pasaba a defender en estático en un 4-1-4-1, en el que los extremos (Joaquín y Francis en el Betis, el peligroso Sisto y Aspas en el Celta) deben seguir a los laterales rivales; además, este sistema, con un solo delantero, obliga a los extremos a llegar al área rival al remate, combinación físicamente muy exigente.

Betis y Celta se fueron alternando en fases de dominio; la presión alta de unos y otros, naturalmente, fue cediendo con el paso de los minutos. Pese al gol celtista inicial el Betis, con gran despliegue físico, era algo mejor y lograba dar la vuelta al marcador; especialmente notable fue la capacidad de los centrocampistas béticos para los cambios de juego, que castigaron las basculaciones laterales del Celta.

Últimos veinte munutos
Ya en ventaja, el Betis da un paso atrás, aunque manteniendo siempore las líneas muy juntas –la defensa lejos de su puerta–. Renuncia demasiado a la posesión pero, pese a la incertidumbre del marcador, sufre poco.

Jugador por jugador
Adán: Poco trabajo, bien resuelto. Con los pies evoluciona favorablemente.
Barragán: Demasiado torpe con balón, pero es muy sólido en defensa.
Mandi: Parece ocupar mucho más campo que el año pasado. Buen partido.
Feddal: Buena colocación, buen manejo de pelota y velocidad en corto más que aceptable para un jugador por encima de 1'90 m. Naturalmente por arriba (ver el gol) va bien.
Durmisi: Aunque se equivoque bastantes veces a la hora de acabar la jugada en ataque es un huracán. Cumplió en defensa.
Guardado: Excelente partido, incluidas dos asistencias. Como era previsible será interior, no mediocentro, y para interior lo tiene todo: velocidad, juego en corto suficiente, muy buena zurda y visión de juego.
Javi García: Cumplió con lo que se esperaba: la sacó bien sin complicarse –pero suficientemente bien para un equipo que quiera el balón– y en defensa impone su físico.
Camarasa: Claramente por debajo de sus compañeros, parece un futbolista bastante completo pero no brillante. Con espacios saca partido de su potencia.
Francis: Intervino poco. Voluntad.
León: Tiene una combinación interesante entre la suficiente corpulencia para poder pelear con los centrales en el cuerpo a cuerpo y rapidez de movimientos con balón. Y un buen gol.
Joaquín: Lo hemos enterrado muchas veces pero se empeña en revivir por calidad y ganas. Aunque sigue recibiendo demasiado atrás, parece que va asimilando lo que se pide de él en este estilo, en particular en cuanto a posición y presión. Mejor a pie cambiado.

Tello: Se vio su velocidad en corto. Eligió mal en alguna jugada.
Sanabria: Mostró una extraña e inaceptable indolencia.
Narváez: Minutos para pelear y poco más.

Setién: Parece que tendrá la flexibilidad suficiente para sacar partido de un equipo más físico de lo que se auguraba.

El detalle
Ceballos habría disfrutado y aprendido mucho en este equipo; pese a su ausencia, la plantilla ha mejorado claramente en calidad en el centro del campo.

Los comentarios son siempre bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.

lunes, 21 de agosto de 2017

F.C. Barcelona 2 - Betis 0 (1ª jornada de Liga de la temporada 2017-18)

F.C. BARCELONA (2): Ter Stegen; Semedo, Mascherano, Umtiti, Jordi Alba (Digne, m. 86); Busquets; Rakitic, Sergi Roberto; Deulofeu (Aleix Vidal, m. 71), Messi y Alcácer (Denis Suárez, m. 81).
BETIS (0): Adán; Barragán, Mandi, Feddal, Tosca; Guardado;
Narváez (J. García, m. 67), Camarasa (Fabián, m. 77); Nahuel (Francis, m. 71), Sergio León y Joaquín.
1-0, m. 36: Tosca (p.p.). 2-0, m. 39: Sergi Roberto.
Árbitro: Trujillo Suárez (Comité Tinerfeño). Mostró tarjeta amarilla a Jordi Alba, Digne y Nahuel.
Dentro y fuera del Camp Nou se realizaron diversos actos de homenaje a las víctimas del atentado de Barcelona.


Realizó el Betis un flojo partido ante un Barcelona disminuido, y solo los postes libraron al blando equipo bético de una goleada en un partido que pareció una prolongación de la pretemporada.

Primera parte
La alineación bética sorprendió poco: si acaso en la inclusión de Tosca por Durmisi, es de suponer que debida a la superioridad del rumano en defensa. Por demás los béticos presentaban un equipo parecido al futuro titular de mediocampo para atrás (a la espera de Javi García), pero plagado de futuros suplentes arriba. El Betis se plantaba en el campo con el habitual 4-3-3.

El Barcelona, lleno igualmente de bajas y también de dudas (Piqué, Suárez, fichajes por llegar con los millones de Neymar...), se plantó también con un 4-3-3 pero Valverde recuperó la variante del Messi falso delantero centro de los tiempos de Guardiola, Villa y Pedro: Alcácer se abría a la izquierda y Deulofeu era extremo derecho, de modo que Messi cerraba un rombo con Busquets atrás y Sergi Roberto y Rakitic (algo más atrasado este en la elaboración del juego) en los costados.

Hemos hablado aquí del círculo virtuoso que se produce cuando un equipo alarga sus posesiones, encierra al rival y ejerce una fuerte (y breve) presión tras la pérdida: fue el Barça quien logró ponerlo en práctica durante la primera media hora, en la que los béticos casi no salieron de su campo. A ello –además de la entrega del Barça en la presión– contribuyeron varios factores por parte bética.

En fase defensiva el Betis fue blando (es significativo que recibiera una sola tarjeta en todo el partido) y no supo ensuciar la salida de balón del Barcelona; la ambigua ubicación de León ayudó a ello. En la imagen vemos el movimiento de los interiores béticos cuando la pelota iba hacia un central (Mascherano aquí):


Como vemos, (en este caso) Camarasa salía a presionar a ese central; se supone que la basculación de Narváez y Guardado debía bastar para tapar a los mediocampistas del Barça. Pero Busquets, inteligentemente, se alejaba de León lo suficiente para ofrecerse, de modo que los tres mediocampistas locales quedaban en superioridad numérica ante los dos béticos restantes y el Barça salía jugando sin el menor agobio. La presencia de Messi casi como cuarto centrocampista empeoraba las cosas en esa zona, pues los cuatro defensas béticos, demasiado atareados para estar solo ante dos delanteros, raramente salían de su zona para anticiparse.

 Situación similar con el balón en el otro costado. Guardado está con Messi. Los cuatro defensas béticos marcan a solo dos delanteros, y a cambio en el centro del campo hay cinco béticos contra el cuarteto más dos laterales, y cuando Narváez sale a por Umtiti deja aún más desguarnecida la zona.

En ataque el Betis padecía otro problema recurrente esta pretemporada: Nahuel y, sobre todo, Joaquín nunca se ofrecían en largo, sino siempre a la corta, estrechando la zona de juego del equipo y facilitando que tanto ellos (los defensas sabían de antemano dónde iban a intentar la recepción) como los interiores fuesen encimados. Demasiado junto y atrasado el Betis cuando recuperaba, la presión postpérdida del Barça tenía éxito casi siempre; fueron especialmente incomprensibles algunos despejes rasos de los béticos cuando se veían forzados finalmente a jugar en largo. Las ocasiones para los barcelonistas se sucedieron; que el 1-0 llegase previo fuera de juego o que León (el único que amenzaba la espalda de la defensa blaugrana) tuviese una ocasión clarísima instantes antes del 2-0 son meras anécdotas.Tan solo durante el cuarto de hora final aflojó el Barça la presión y salió algo más el Betis.

Segunda parte
El escenario apenas cambia. El Betis, sin fe alguna, la tiene algo más, pero en zonas frías y sin amenazar nunca la portería barcelonista. Messi colecciona tiros al palo. La entrada de Javi García por Narváez coloca a Guardado como interior, seguramente su puesto futuro, Camarasa es cambiado con calambres y Francis pone voluntad.

Jugador por jugador
Adán: Bien bajo palos. Sigue teniendo problemas con el juego de pies.
Barragán: Más sólido sin balón que con él.
Mandi: El mejor de la defensa. Sigue progresando.
Feddal: Su feo error del 2-0 ensucia un partido en el que, como toda su línea, apagó muchos fuegos.
Tosca: Muy bien en defensa, pese al autogol, y apañado en ataque.
Guardado: Muy presionado, no se ofreció lo suficiente ni dio la fiabilidad necesaria en la salida de balón. No jugará ahí. 
Narváez: Fue el único bético capaz de dar una salida durante la primera mitad, y de hecho recibió muchas faltas.
Camarasa: Tiene presencia física, pero con balón sigue resultando irrelevante.
Nahuel: Cuando hay que tirar, la pasa. Cuando hay que pasar, regatea. Cuando hay que regatear, tira.
León: Se movió muy bien, pero Umtiti le ganó el duelo físico.
Joaquín: Sigue mostrando su calidad con balón, pero, perdida su velocidad, ni encara ni la pide al espacio jamás, de manera que acaba pisando en todas las jugadas ofensivas terrenos de interior. O lo ponen definitivamente de interior o el entrenador se inventa una permuta (¿con Narváez, por ejemplo?) para que ataque y defienda en diferentes puestos, pero de extremo strictu sensu no puede jugar más en un sistema tan posicional como este. Tampoco ha aprendido –algo muy importante en este estilo– a hacer una presión decidida cuando su par rival tiene el balón y no tiene salida: siempre se para a dos metros.

García: Tocó bien la pelota, pero en minutos ya sin presión.
Francis: Metió cierto pique.
Fabián: Se le fue una ocasión muy favorable.

Setién: La voluntad de salir jugando estuvo ahí, pero hay mucho que ajustar en ataque y en defensa para que el equipo funcione. Habrá de entrenar mucho con la nueva delantera.

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lunes, 7 de agosto de 2017

El juego de posición en el Betis de Setién

El estilo de juego que Setién pretende instaurar en el Betis, el llamado juego de posición, tiene algunas características que pueden sorprender al aficionado y por ello conviene entenderlo bien. Hay ya muchos y muy buenos artículos sobre el asunto. Aquí vamos a intentar explicar en qué consiste desde el punto de vista actual y de este Betis, aunque a quienes sigan al Betis Deportivo de J.J. Romero todo les resultará familiar: es uno de los ejemplos actuales más ortodoxos de este juego.

Antes que nada: ¿por qué de posición? La evolución del juego en las últimas décadas, y en particular la mejora de los terrenos de juego y la generalización de las defensas zonales, ha llevado por un lado a que sea posible sostener posesiones de balón mucho más largas, y por otro a concebir el fútbol de ataque –hace no mucho dejado prácticamente a la costumbre y la inspiración de los jugadores– de forma también mucho más planificada, colectiva y zonal: el cuidado de la posesión de balón y el reparto planificado de posiciones en ataque son dos características básicas de este fútbol.

Para explicar su funcionamiento es conveniente hablar de las cuatro fases en que hoy se suele dividir temporalmente el juego: defensa (balón en posesión del rival), transición defensa-ataque (segundos inmediatos a la recuperación), ataque (balón en posesión de nuestro equipo) y transición ataque-defensa (segundos inmediatos a la pérdida). Pues bien, las veremos de última a primera, porque el mecanismo fundamental de este fútbol se da en la:

4) Transición ataque-defensa
El momento clave es la llamada presión postpérdida (o contrapresión, o Gegenpressing). Cuando nuestro equipo pierde la pelota, en lugar de correr hacia atrás a posiciones defensivas trata de ganar de nuevo inmediatamente la posesión presionando y cerrando las líneas de pase al jugador rival que ha recuperado la pelota, y encimando rápidamente a sus compañeros cercanos. Si se logra reganar el balón se impide, obviamente, el ataque rival, y se consigue una gran oportunidad de reatacar de inmediato con el rival mal colocado por estar en plena salida; de hecho muchos goles en este fútbol provienen de verdaderos minicontraataques lanzados así.

¿Cuándo es efectiva esta presión? Para que lo sea es necesario que el rival esté muy junto, tan amontonado defensivamente cerca de su área como sea posible, y rodeado de nuestros jugadores. Veamos un ejemplo del Stuttgart-Betis (de oscuro) de esta pretemporada (pinchar para agrandar):


 Pérdida en corto con rival replegado atrás y rodeado de los nuestros.

  Presión postpérdida...

 ... que obliga al rival a jugar en largo.
 
  Recuperación y reinicio del ataque. 

3) Ataque
Esas condiciones propicias para que funcione el mecanismo de la contrapresión solo se dan si perdemos la pelota tras un ataque prolongado y, además, en el juego corto –el intentar un regate o un pase corto–. Por ello es básico en este fútbol evitar perder la pelota en ciertos modos y lugares que no cogen al rival encerrado o que sorprenden a los nuestros lejos de la zona de pérdida. Naturalmente –más abajo abundaremos en esto– está contraindicado hacerlo en el inicio del ataque por nuestros defensas, ni por pérdida en corto ni por pelotazo largo. Tampoco son especialmente adecuados los contragolpes a campo abierto, pues caso de pérdida tendremos a nuestros jugadores muy lejos del balón; gran parte de las discusiones tácticas sobre el Barcelona de Luis Enrique giraban en torno a este asunto concreto.

Una vez iniciado un ataque posicional de muchos toques y ya replegado el rival, no es conveniente (contra el hábito general) acabar el ataque con disparos lejanos, porque dan oportunidad al rival de sacar de puerta; también hay que cuidar los cambios de juego, que han de ser seguros, y dosificar los balones cruzados a la olla –si bien Guardiola logró incorporarlos en su Bayern trabajando la línea de rechace para lograr otra forma de recuperación inmediata–. Si hay que perder la pelota sí es mucho más conveniente hacerlo en combinaciones cerca del área rival o en el uno contra uno de un extremo: ahí nuestra contrapresión triunfará en el noventa por ciento de las ocasiones, y la pérdida será pues irrelevante (o incluso positiva).

Que el equipo no precipite contragolpes rápidos, no dispare a puerta desde media distancia o no cuelgue balones al área en situaciones que parecen ser adecuadas puede exasperar la paciencia del aficionado, pero son detalles que hay que leer en esa clave defensiva de la recuperación posterior del balón.

2) Transición defensa-ataque
Para lograr un ataque posicional largo que encierre al rival es evidentemente necesario conservar el balón cuando lo logramos recuperar o al sacar de puerta. Por ello, como decimos arriba, en el fútbol de posición son raros los contragolpes a campo abierto –que arriesgan la posesión–, y además hay que contar con centrales, portero y mediocentro que manejen bien el balón y eviten el pelotazo –o, peor, la pérdida– cuando son presionados.

Para evitar esa pérdida si eres presionado hombre a hombre en el inicio de la jugada se usan mecanismos como el juego de pies del portero –normalmente sin pareja–, el llamado tercer hombre o el entrenamiento intensivo de la posesión a través de los famosos rondos. Si aun así hay que recurrir al pelotazo largo hacia los delanteros, si hemos masticado la jugada atrás el rival estará muy abierto, con grandes distancias entre líneas, y emparejado uno contra uno con nuestros delanteros, lo que dará muchas más opciones de crear peligro por juego directo: Lewandosky o Luis Suárez han sido muy útiles para este recurso en Bayern o Barcelona. Además, si hemos logrado obligar al rival a una presión prolongada le habremos provocado un desgaste físico que nos dará ventaja en fases posteriores del partido.

Si, por el contrario, el rival se repliega y nos permite iniciar la jugada con un hombre de más (típicamente los dos centrales y nuestro mediocentro contra los dos delanteros, en el caso de atacar contra un 4-4-2), intentaremos convertir la salida de balón en el inicio de una cascada de hombres libres. Veámoslo: si separamos a nuestros tres hombres (abriendo mucho a los centrales) será imposible que los dos delanteros defensores marquen a los tres a la vez; se trata pues de mover el balón con paciencia hasta hacer llegar el balón a uno de los tres cuando esté solo (el hombre libre). Para ello vale también triangular con los interiores como terceros hombres. Logrado esto, este central o mediocentro liberado conducirá el balón hacia delante hasta obligar a un rival de la siguiente línea –típicamente uno de los cuatro centrocampistas del 4-4-2– a cerrarle el paso –mecanismo llamado atraer o dividir al rival–, abandonando para ello a su par y creando así otro hombre libre al que haremos llegar el balón, para que a su vez repita el mecanismo hacia la siguiente línea, ya cerca del área contraria. Veámoslo en una jugada del Betis (de claro) contra el Eintracht:


 Mandi inicia el tres contra dos jugando con De la Hoz, que se ha metido entre los centrales (lavolpiana).

 De la Hoz conduce el balón hacia el delantero derecho alemán para obligarlo a salirle al paso y alejarlo así de Feddal (lo divide, en la jerga)...

 ... que recibe desmarcado (hombre libre) y obliga al extremo a salir a por él...

 
... convirtiendo a su par natural, el lateral izquierdo Tosca, en el nuevo hombre libre, que recibe haciendo avanzar la jugada y obligando al lateral derecho alemán a salir a por él.

Si el proceso se ve en dificultades es importante evitar el pelotazo o la pérdida: se juega hacia atrás y se reinicia la jugada cuantas veces sea necesario. Sin embargo sí es importante que se aprovechen las rupturas de líneas sin desperdiciar la ventaja lograda, por ejemplo con pases, controles o regates hacia atrás que pierdan innecesariamente la línea ganada.

Para crear esos sucesivos hombres libres es necesario separar al máximo a nuestros jugadores atacantes entre sí, y para ello se necesita que estos ocupen determinadas posiciones (juego de posición), que generalmente forman triángulos casi equiláteros: los extremos, laterales y centrales se abren, los delanteros amenazan la espalda de los defensas, los interiores ocupan los espacios intermedios sin acercarse demasiado al balón y el mediocentro hace laviolpiana (meterse entre los centrales). Movimientos como, por ejemplo, que un interior venga atrás a ayudar en la salida cuando los centrales y el mediocentro ya están en superioridad numérica están prácticamente prohibidos: cada jugador tiene que respetar su posición sin invadir la del compañero, o a lo sumo permutar posiciones con estos. Para ello los equipos que practican este fútbol entrenan el ataque con campos divididos en sectores o practican permutas ensayadas de dos  o incluso tres jugadores.

Como demostraremos pronto –en un artículo que publicaremos en septiembre– el 4-3-3 y el 3-4-3 son los esquemas que mejor logran esa separación, y de hecho son los que más se utilizan en este tipo de juego. Particularmente el primero de ellos, el 4-3-3 con un mediocentro de movimientos muy restringidos, dos interiores móviles, dos extremos regateadores y un delantero, es el clásico de referencia en la historia del Barcelona y en el Betis de Setién.

 
Betis en salida ante Benfica: típica formación en triángulos en 2-1-4-3 como progresión del ataque desde el llamado 4-3-3. Elaboración de la imagen: @salehruba199 y Juan Ramón Lara.

1) Defensa
Como vemos, en este fútbol se trata de evitar a toda costa la fase de defensa estática (balón en posesión rival). No obstante, si la presión postpérdida no logra su objetivo tras unos breves segundos, hay al menos que frenar el ataque del oponente –estorbando al poseedor de balón rival y cerrándole pasillos por dentro– y replegar al esquema defensivo básico –que en los equipos que juegan el llamado 4-3-3 suele ser realmente un 4-1-4-1– para esperar pacientemente la ocasión propicia de presionar. No se trata pues de presionar de cualquier modo y en todo momento –algo que tiene gran coste físico–, sino de hacerlo intensamente solo en los momentos propicios.


Defensa posicional en 4-1-4-1 (Betis, verde; fuera de plano, los cuatro defensas).

Los riesgos
Este fútbol conlleva varios riesgos importantes, que conviene tener asumidos:

- Al jugar mucho y muy en corto en la salida de balón (centrales y mediocentro) hay obvios riesgos de cometer pérdidas cerca de tu propia portería y sin más ayuda detrás; no hay que atribuir siempre esas pérdidas a errores o desconcentraciones, sino asumirlas como riesgo propio del sistema de juego.
- Se intenta defender (la contrapresión) corriendo hacia delante, en busca del robo. Si esa presión falla, el rival ese encuentra con pista libre y superioridad numérica para contragolpear ante una defensa con enormes espacios a su espalda.
- El perfil del jugador adecuado para este fútbol no suele ser de mucho porte físico, por lo que es habitual que nuestro equipo sufra a balón parado.

 
Naturalmente muchas de estas características no son exclusivas de este tipo de fútbol, ni hay que llevarlas necesariamente a una posición extrema. De hecho, casi todos los equipos de alto nivel asumen hoy en mayor o menor grado muchas de las premisas vistas, como un posicionamiento en ataque mucho más planificado que hace pocos años o una salida elaborada, jugando en largo solo tras atraer la presión rival. Por otra parte existen variantes diversas, como las marcas casi individuales de Bielsa y su escuela, aunque Setién parece decantarse por un estilo más ortodoxo de la escuela Barça.

Los comentarios, críticas o preguntas son bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.

sábado, 5 de agosto de 2017

Eintracht 3 - Betis 0: preocupante, ma non troppo

El Betis ha mostrado esta tarde, ante un equipo del nivel medio de la Bundesliga, los defectos que ya ha dejado ver en anteriores partidos de la pretemporada. Tal vez el más procupante de ellos a estas alturas sea el escaso carácter del equipo, muy manso ante las adversidades y sin fe apenas se encuentra un gol en contra; y si, como es el caso, se juega un tipo de fútbol peculiar es necesaria la fe en el modelo de juego.

Por demás el intento de Setién, un partido más, de que el Betis practicara un buen fútbol de posición se encontró con tres problemas, algunos más fáciles de resolver que otros:

- Falta de calidad en la salida de balón. El rombo de salida durante la primera hora larga de partido (Adán, Pezzella, Amat y Guardado) mostró carencias técnicas y, como veremos después, tácticas. Adán comete errores de toque groseros, Pezzella no da el ritmo de balón necesario, Amat –un fichaje que empieza a resultar difícil de explicar, especialmente si viene Javi García– comete errores de concepto gravísimos y Guardado, como veremos de inmediato, no comprende aún este sistema y modo de juego. No nos sorprendería demasiado que la pareja de centrales acabase siendo Mandi-Feddal, y que el portero no sea Adán. Guardado debe mejorar tácticamente o su puesto no será el de mediocentro.

- Falta de calidad en la delantera. El Betis salió con un ataque formado por Loren, Zozulia y Nahuel, esto es, un delantero del filial –de un filial cuya delantera no fue la línea más destacada la pasada temporada– y dos desahuciados por los varios entrenadores que desfilaron por el equipo el año pasado: Nahuel tiene carencias importantes en la comprensión del juego –a lo sumo puede ser relleno de plantilla– y Zozulia es uno de los peores jugadores que uno recuerda en este club. El juego de posición obliga a los atacantes a jugar en pequeños espacios, cosa que pone aún más en evidencia estas carencias. Es de suponer que el esperado Boudebouz, Tello, Sanabria, León, más minutos de Joaquín y Castro a su vuelta y algún fichaje que aún debe llegar para esta línea mejoren sustancialmente el rendimiento en esa zona del campo.

- Problemas tácticos, por falta de comprensión de muchos jugadores de lo que quiere Setién. Un partido más, y evidentemente no es algo casual, fueron los jugadores del filial los que mejor se movieron en el campo, algo que llama la atención (lo normal es que los veteranos hayan evolucionado más en este sentido) pero que sorprende menos si consideramos que J.J. Romero lleva más de un año inclucando a sus jugadores exactamente las mismas ideas (y con el mismo esquema) que pretende implantar Setién.

La salida de balón fue especialmente significativa en este sentido. Los alemanes presionaron solo en ciertas situaciones; casi siempre pusieron a sus dos hombres más adelantados en paralelo para tratar de cerrar a los centrales y mediocentro béticos. Resolver bien ese 3 contra 2 consiguiendo que acabe en salida de un jugador libre es crucial para este fútbol; Guardado, que se mueve demasiado para el puesto, y unos centrales lentos en el manejo de balón no supieron hacerlo, y a veces se salió con problemas por un lateral y otras se amasó el balón tanto tiempo que se acumularon riesgos hasta sufrir la terrible pérdida en zona de peligro.

Con balón en pies de un central (Amat, por ejemplo) los delanteros alemanes hacían un movimiento muy típico: cerraban línea de pase hacia Guardado y aproximaban hacia este al delantero del lado sin balón, para provocar el pase inocuo hacia el otro central (Pezzella aquí).


Los interiores no supieron apoyar como tercer hombre, forma sencilla de resolver el bloqueo de la línea de pase logrando la salida limpia por el mediocentro como hombre libre. En el ejemplo, triangular por Narváez.


Pasada la hora de juego entró De la Hoz, un hombre de Romero, y acabó con el problema de un plumazo de un modo muy guardiolesco: se atornilló entre centrales en esa fase de la jugada (o sea, hizo lavolpiana), los abrió y movió la pelota de lado a lado con velocidad hasta que uno de los centrales quedaba libre:


Que Feddal sea zurdo ayuda, claro está. Detalles tácticos como este son los que recomiendan tener paciencia con la propuesta de Setién, que difícilmente podrá ahormar el fútbol que desea hasta que pasen varias jornadas de Liga, pues la mayoría de sus jugadores no conoce este tipo de juego y no ha podido entrenar a presumibles titulares hasta hace días (o, en casos como Boudebouz o los fichajes por llegar, ni eso).

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