Haremos ahora el tradicional balance de la actuación de los jugadores durante la temporada que ha terminado, justo antes de que comience el carrusel de entradas y salidas de cada verano. Servirá el balance también para valorar la actuación del director deportivo saliente, Miguel Torrecilla, tan breve en el cargo como es costumbre en el club y como era previsible al oir los (también acostumbrados) halagos prematuros de la prensa del verano pasado.
Porteros
Adán ha hecho una notable temporada, de rendimiento muy regular y gran fiabilidad, aunque su progresión bajo palos parece haber tocado techo y sus partidos brillantes han sido pocos. Sí ha mejorado notablemente en el juego de pies, algo muy conveniente en el fútbol actual. Su futuro sin embargo es confuso: con dos años de contrato por delante y ocho millones de cláusula, las negociaciones para su renovación se han estancado e incluso circulan habladurías negativas sobre su influencia en el vestuario –pese a que sus declaraciones públicas suelen ser intachables–. El club maneja ofertas y parece tener algún as en la manga (¿Adrián, aun recién renovado en Inglaterra?); más le vale, porque el puesto de portero es importantísimo y dejar salir a Adán sin un relevo de garantías sería un grave error.
Giménez, como en la anterior temporada, ha dado siempre la impresión de ser ese buen suplente en el punto justo de inferioridad con el titular que acata su situación pero trabaja con aplicación. En un plano terciario, como era de esperar, quedó Herrera, un fichaje tan inexplicable y sospechoso como el de Tarek por Macià un verano atrás.
Defensas
Los fichajes de Torrecilla se enfocaron hacia jugadores de precio medio y a las puertas del apogeo de sus carreras (en torno a los 24 años). Fue el caso del gran acierto de su trabajo del pasado verano, el danés de origen albanés Riza Durmisi, un jugador de unas condiciones físicas y técnicas extraordinarias (en particular tiene un excelente golpeo de balón, buen control de este y una tremenda velocidad) que puede llegar a la élite si mejora su mentalización defensiva.
Varios escalones por debajo en todos los aspectos está Aïsa Mandi; rapidito pero demasiado lento para ser lateral, no lo suficientemente fuerte y alto para ser central, aseado técnicamente pero sin calidad para ser mediocentro, rindió aceptablemente en un costado de la defensa de tres pero nunca justificó el fuerte desembolso por su fichaje. Su buena salida de balón le da ciertas chances con Setién, pero si no corrige su blandura la defensa del Betis sufrirá mucho con él como titular.
Al igual que Durmisi, Piccini (que ya ha abandonado el club) se vio favorecido por un sistema que ocultó sus carencias defensivas; aun así el canterano Rafa Navarro le robó la titularidad en el lateral derecho gracias a su superioridad en ese aspecto, y a una técnica efectiva aunque poco vistosa: una vez más se demostró que para gastar millones fuera hay que estar muy seguro de no tener algo mejor o cuando menos de nivel similar en casa. Menguante fue el rendimiento de Álex Martínez en la otra banda, y aunque como suplente puede ser un relleno de plantilla aceptable parece que saldrá del Betis.
El también canterano José Carlos dio sensaciones similares a las de Martínez: no aprovechó sus oportunidades –en particular demostró peor manejo del balón de lo que parecía prometer– y su papel, en el mejor de los casos, será de suplente en un futuro cercano. Al no convencer su rendimiento Víctor solicitó para el perfil de central zurdo al rumano Tosca; como Mandi, tiene un encaje dudoso en defensa de cuatro, aunque nos parece que por velocidad, buen uso del cuero (si bien lo conduce mucho mejor de lo que lo pasa) y falta de altura su puesto natural sería el de lateral izquierdo, con un perfil defensivo. Bruno tuvo poca continuidad esta temporada, aunque sus actuaciones fueron siempre al menos aceptables; aunque rápido y uno de los mejores defensas puros de la plantilla, si no mejora su salida de balón (margen tiene) tendrá muy difícil jugar con Setién.
El central de mejor rendimiento fue con diferencia Pezzella, pese a que su temporada no fue tampoco brillante. Defensa a la antigua como Bruno, se manejó bien para sus condiciones cuando la defensa jugó adelantada, y lució siempre su imponente juego aéreo.
Centrocampistas
La espantosa gestión del puesto de mediocentro posicional o pivote por parte de Torrecilla acabó con Ryan Donk como único candidato más o menos natural al puesto, aunque su físico fuese más de defensa central. El holandés había llegado a la treintena sin apenas pisar una gran liga, y aunque demostró ciertas virtudes, como una gran presencia física y un toque de balón mucho mejor de lo que se le ha reconocido, mostró también un bajo ritmo de juego que lo invalida para el nivel de la liga española.
Para mejorar en ese puesto, sobre todo en lo ofensivo, se parcheó en la ventana navideña con Pardo, una especie de copia algo empeorada de Beñat cuyo rendimiento fue decreciente: tras un gran debut, en el que además de lucir gran cambio de juego robó infinidad de balones por inteligencia, su rendimiento defensivo fue bajando. Llegado cedido, su continuidad puede ser interesante pero no hará dar un salto cualitativo a la plantilla; por otra parte su sitio natural no parece del todo claro en un 4-3-3.
De los interiores llegados en verano, todos de nuevo en torno a los 24 años, el más interesante fue Brasanac, extraño fichaje llegado como oportunidad de final de mercado cuando se buscaba otro perfil, de jugador más posicional. El serbio no es más que eficiente con balón, pero sin él aprovecha muy inteligentemente su buen recorrido para crear espacios a los compañeros y negárselos al rival. Jugador de colmillo retorcido, va duro al choque y no se arruga ante nadie. Debe continuar. Mucho más decepcionantes fueron Felipe Gutiérrez, cuyas buenas maneras nunca se desarrolaron al ritmo debido para nuestra liga, y Jonas Martin, jugador que finalmente resultó ser más bien un delantero o segundo delantero que un centrocampista: ni es fiable en el pase ni guarda la posición, pero sí tiene cierta velocidad, dinamismo y llegada para jugar más arriba; no obstante nadie lo echará de menos si sale.
Petros hizo una temporada irregular, algo decepcionante para los que confiábamos en su explosión; bajó mucho su rendimiento tras renovar, y entró y salió demasiadas veces del equipo. Jugador inteligente tácticamente, curiosamente rindió mejor como pivote de emergencia que como interior, puesto en el que no se mostró tan fiable con balón como la temporada pasada, aunque sí muy activo, como siempre. Por su parte Fabián se vio perjudicado por la inflación de interiores y, sin apenas jugar, acabó cedido en Elche.
La estrella del centro del campo bético fue sin duda Dani Ceballos, que por fin se puso en el escaparate de la Primera División con su brillante final de temporada tras su inexplicable ostracismo en tiempos de Poyet. Contrastado ya en este nivel podemos afirmar que estamos ante el jugador con mejores cualidades físico-técnicas salido de la cantera bética cuando menos desde Joaquín, si no desde Gordillo. Superada su inmadurez, sus únicas carencias parecen ya las tácticas, subsanables en un chico que cumplirá pronto 21 años: aún no sabe esperar el balón en la posición correcta y con él pierde demasiado tiempo en regates y conducciones, y por todo ello frena el ritmo de la jugada, para alivio del rival; si aprende de Modric a usar sus recursos técnicos para jugar de forma sencilla acabará en un grande, porque tiene cualidades técnicas similares a las de Isco en un cuerpo (el suyo sí) nacido para el fútbol. Si sigue, con Setién podrá pulir esos detalles y sin duda brillará en un sistema y modo de juego perfectos para él: su manejo de pelota y su modo de presionar tras pérdida (agresividad, largas piernas que tapan mucho campo) lo convierten en el perfecto interior de un 4-3-3 para el juego de posición, en el que futbolistas así suben muchísimo la cuota de posesión de balón de su equipo.
Obviamente la cláusula de Ceballos (15 millones, se repartan como se repartan) está muy por debajo de su potencial valor, que probablemente de triplicará de aquí a un par de años; por suerte para el Betis no parece tener ahora una salida natural: el Atlético tiene cerrado el mercado, está verde todavía para Barcelona y Real Madrid, y o mucho nos equivocamos o su adaptación lingüística a otras ligas como la Premier sería en este momento tan complicada como lo fue la de su paisano Reyes. En suma, y dado que un traspaso con cesión en el Betis sería mal digerido por la grada, le conviene seguir cumpliendo contrato en el club, sea con renovación o sin ella.
Extremos y delanteros
Seguramente hemos asistido al último año de Rubén Castro en el Betis. Penalizado primero por la absurda posición de extremo en que lo usó Poyet y luego por la pérdida de chispa que es natural a su edad, hizo una buena temporada pese a todo, pero no fue tan decisivo como antes. Tampoco Joaquín está ya en su mejor momento físico, pero también el portuense guarda cualidades que lo hacen útil para el equipo: perdida su arrancada ya no hace daño en el uno contra uno, pero su calidad técnica (nadie en el Betis la controla como él en espacios cortos), su entrega y su juego combinativo pueden dar aún rendimiento.
Decepcionante fue el rendimiento de Sanabria, al que por edad y condiciones técnicas y (sobre todo) físicas habrá que dar tiempo; el club arriesgó mucho con su fichaje, realizado en condiciones casi abusivas, pero las lesiones y la falta de continuidad nunca le permitieron mostrar todo su potencial. A cambio Álex Alegría ofreció un puñado de buenas actuaciones, sobre todo en su papel de referencia de los balones largos; no parece dar el nivel de titular, pero si aprende a soltarla en pocos toques y sube su aportación goleadora puede ser un recurso táctico útil, bien encajable además en un 4-3-3.
Cejudo contó poco, aunque siempre dio la cara y cumplió, y nos tememos que saldrá del equipo, aunque sin duda muchos más merecimientos para ello hicieron Nahuel, que jamás se postuló siquiera para titular (pese al buen cartel que traía como promesa) y Zozulia, fichaje difícil de explicar y personaje cuya esperpéntica historia con el Rayo Vallecano volvió a proyectar una mala imagen del club. Igualmente extraño resultó el caso de Musonda, que en tres meses pasó de fichaje bomba a salir por la puerta de atrás sin digerir un papel secundario que tampoco fue fácil de entender: aun sin gol, su fútbol debió haber encajado bien en lo que pedía Poyet de un extremo.
Poco bueno puede decirse de la gestión como director deportivo de Torrecilla que, como nos temíamos, en nada mejoró a la del denostado Macià. En su favor es justo reconocer que trató de fichar jugadores contrastados en ligas medias pero con proyección futura (por tanto, claro está, más caros) y, sobre todo, que la permanente inestabilidad en su puesto complica mucho el trabajo, pues una vez más el director deportivo hubo de jugarse su puesto en un puñado de fichajes realizados a los pocos meses de llegar, sin tiempo para siquiera organizar un equipo de trabajo a medio plazo.
Juzgado pues como mero fichador, entendemos que el salmantino cometió varios errores: optar (otra vez) por la cantidad en lugar de la calidad, cambiando media plantilla; desequilibrar el equipo, poblando exageradamente zonas como la de interior –con lo que además se tapaba la progresión de algunos de los mejores canteranos del B– mientras puestos como el de mediocentro posicional o el de central zurdo quedaban prácticamente vacíos, asunto del que avisamos en septiembre pasado y que obligó a parchear exactamente esos puestos en el mercado invernal; y, por último y principalmente, acertar poco, pues de los muchos jugadores venidos solo Durmisi subió claramente el nivel respecto a lo que había; muchos apenas cumplieron (Tosca, Pardo, Mandi, Brasanac, Donk, el retornado Alegría), y el resto se movió entre la decepción, el fracaso absoluto y el puro esperpento (Sanabria, Jonas, Gutiérrez, Nahuel, Herrera, Zozulia). En el puesto de entrenador tampoco acertó.
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