Julio Velázquez
Inexperto a alto nivel y tópicamente castellano de carácter, el único resultado positivo que cabe atribuirle –junto a la aparición de Ceballos– es haber recuperado, al menos parcialmente, la ética del trabajo de unos jugadores cuya actitud había abochornado a su afición durante la segunda mitad de la temporada anterior, y que sin embargo se habían mantenido mayoritariamente en la plantilla. En casi todo lo demás falló, y seguramente la culpa fue más de quien lo trajo que suya, porque si antes triunfó en alguna parte fue proponiendo lo mismo que en el Betis: un fútbol rácano, miedoso y de equipo menor, esto es, justo lo contrario de lo que necesita un Betis en Segunda.
En efecto sus planteamientos iniciales se dirigieron básicamente a la estabilidad defensiva, a minimizar errores y a salir al contragolpe cuando lo permitiera el error del rival; apenas se intentaba una salida de balón desde atrás medianamente decente, no se ambicionaba la posesión, casi nunca se intentaba la presión alta y, en fin, el Betis pretendía jugar simplemente como un equipo más de la categoría: al cerocero y a esperar que se equivoque el rival o acierte el de casi siempre. Lejos de dar así seguridad a los jugadores, sólo logró minar su confianza y fomentar el miedo al error, naturalmente transmitido pronto a la grada. Ni siquiera pareció haber trabajado a fondo el balón parado, supuestamente una de sus virtudes. Tácticamente, el Betis jugaba variantes del 4-4-2 con el bloque a media altura en defensa, y un doble pivote que, como ya advertíamos antes de empezar la temporada, pasaría graves problemas para sacar el balón jugado por situarse demasiado paralelo, sin escalonarse, y con frecuencia con hombres (Torres, Reyes) poco dotados para avanzar como interiores. Velázquez intentó arreglarlo atrasando a Matilla a esa posición, pero la salida de balón seguía siendo improvisada y mal escalonada –Matilla venía demasiado atrás, entre los centrales–, de modo que sólo logró perder potencia defensiva. A estos problemas se añadían bajas sucesivas de Álex Martínez (su banda fue la única salida de balón aceptable en esa fase de la temporada), más la inexplicable decisión de dejar en el banquillo a Molina y N'Diaye, y la no menos importante (pero entonces ignorada aún por el aficionado) de no dar minutos a Bruno y Ceballos. Los resultados fueron desastrosos.
Al avanzar los partidos, y especialmente tras una racha de cuatro sin marcar un solo gol ni mercerlo, Velázquez pareció consciente de que todo un Betis en Segunda no podía renunciar al balón y someter a su afición a recitales de toque de equipos como el Albacete, de modo que cedió a las presiones y, tal vez inspirado en sus propias palabras, decidió cambiar al tiempo la actitud del equipo y el sistema. Ya con voluntad de tocar el balón y someter al rival, con cierto escalonamiento por dentro, e incluso con probaturas imaginativas de sistemas, el juego de ataque mejoró sustancialmente a partir de la décima jornada, pero el equipo estaba tácticamente poco trabajado y era psicológicamente débil: era demasiado tarde, y Velázquez fue derribado por el primer viento en contra.
Juan Merino
El canterano cogió al equipo en estado depresivo y aportó poco en lo táctico, pero mucho en lo psicológico: su rígido 4-4-2 fluía poco en ataque pero concedía poquísimo en defensa porque Merino inoculó en sus jugadores el carácter que tenía como jugador. Igualmente importante, pero hoy poco recordado, fue el cambio en las alineaciones: desaparecía Matilla y entraban ya con regularidad Bruno, Ceballos y N'Diaye, e incluso Molina. En cuatro partidos el linense había puesto las bases del ascenso.
Mel
La directiva se vio ante una difícil decisión, y el tiempo dice que no se equivocó. Pese a la opinión, más o menos fundada, de sus muchos detractores, Mel ha demostrado con los hechos que es el mejor entrenador que ha tenido el club al menos desde la marcha de Serra.
Sus armas para continuar la tendencia iniciada por Merino fueron un cambio en el modelo de juego y, por qué no decirlo, la suerte, que dio puntos y confianza cuando el proyecto apenas estaba afianzado. Mel apostó desde el inicio por el fútbol que implantó en 2010, también en Segunda: partiendo de la supuesta superioridad de su plantilla en la categoría –que otra cosa será mantener el modelo en Primera, ante rivales iguales o mejores que el Betis–, y con algún remiendo ad hoc (Portillo), Mel decidió apostar por el juego de posición à la Barça, o sea, presión alta y tras pérdida, mucho toque, salida de balón paciente y bien escalonada, juego al pie y movilidad ofensiva.
Consciente de la necesidad de jugar con un solo mediocentro de cierre (Reyes o Torres) para sacar aceptablemente el balón, de la calidad de su eterna pareja de delanteros, de la inoperancia de sus supuestos extremos (Cejudo, Pacheco, luego Vadillo), y auxiliado involuntariamente por la baja de Matilla, Mel se vio casi obligado a apostar por un mediocampo en rombo en cuyo vértice se alternaron Ceballos y N'Diaye, y en el que los hombres de los costados (Kadir, Portillo o el propio Ceballos) pisaron más zonas interiores que la cal; la profundidad por banda quedó entregada al emergente Varela y a Molinero.
Movimientos de defensa (verde) a ataque (blanco) del Betis de Mel 2014-15
A pesar de las quejas apocalípticas al primer pinchazo, las estadísticas dicen que el equipo fue, si no siempre brillante, sí extremadamente regular; si pasó de mirar con esperanza la promoción a ganar uno de los campeonatos de Segunda más caros de los últimos años fue porque realizó una segunda vuelta excelente. Guste o no, Mel había vuelto a hacerlo.
Los comentarios son siempre bienvenidos.
Sin duda alguna, está claro que con Velazquez no hubieramos subido en ascenso directo, puede que en play off (y lo dudo mucho) y no era exactamente el entrenador que mejor nos convenía. Fallo gordo de la ST.
ResponderEliminarMerino le cambio la cara al equipo, y aunque no jugábamos mejor, le echaban mas testiculina a la cosa, y para mi fue clave sentar a Matilla.
Y ya con Mel es incontestable que fuimos a mejor, y que salvo el partido del Leganes, todos jugamos más o menos.
Ahora la pregunta del millón: ¿Que rendimiento nos dará Mel en primera? Por nuestro bien, espero que el correcto, y que no pasemos apuros en mantenernos.
Grandes análisis JR, da gusto leeros.
Saludos cordiales.
Fco. Javier
Muchas gracias, F.J. Sobre el rendimiento de Mel en Primera las estadísticas de años anteriores dan buenas perspectivas: con él, derbis aparte, se hicieron tres años buenos y medio malo que luego sin él derivó en catastrófico. Parece además querer un Betis flexible, y eso lo estimo buena noticia.
ResponderEliminarSaludos
JR