Una vez repasado el rendimiento de los jugadores durante la pasada campaña es momento de debatir las necesidades de la plantilla para la próxima temporada.
Un balance basado en nuestros posts anteriores dejaría en el primer equipo bético a los porteros actuales, a Molinero, Bruno, Álex Martínez y Varela como defensas, a Reyes, N'Diaye, Ceballos y Portillo como centrocampistas interiores y a Rubén Castro y Rennella (más, tal vez, el extremo Kadir) como delanteros.
El gravísimo asunto de la presunta venta de la derrota ante Osasuna hace un año deja además a dos jugadores, Figueras y Molina, en una delicada situación. Ambos, especialmente Molina, se han ganado en el campo la continuidad. Pero, por doloroso que resulte, si existen indicios que apunten a la culpabilidad de alguno de ellos el club debe actuar como parte perjudicada y acusadora: de ser cierto, los béticos quedaríamos reducidos al patético papel de espectadores ingenuos de un teatrillo, de un pressing catch tomado en serio. Ante esa traición no hay perdón posible.
La invasión de los interiores
Antes de recontar vacantes hay que pasar revista a las incorporaciones que se están produciendo. Caso curioso, desde hace un año todas las altas han insistido en un tipo de futbolista de cuya carencia nos quejábamos hace nueve meses: el interior, o sea, centrocampista con capacidad para jugar por dentro, entre líneas. En septiembre de 2014 el único jugador destinado a ese trabajo, y sin embargo por debajo del nivel (sobre todo físico) requerido para jugar en el Betis, era Matilla. Desde entonces han llegado nada menos que cuatro, por todas las vías posibles. Ceballos apareció, como agua de mayo, desde la cantera. Mel insistió en el fichaje de Portillo el pasado invierno.
Hace una semana se anunció la llegada de Van der Vaart, futbolista holandés de fina zurda y 32 años. Bien conocido, nadie duda de su calidad, pero sí de su rendimiento, que ha sido decepcionante en sus últimos años en Hamburgo. De su actitud dependerá que se convierta en un útil apoyo y alternativa para Ceballos, con el que podría compartir minutos, o en una rémora al estilo de Verdú. En todo caso en manos de Mel estará obligarle a aportar el trabajo defensivo debido (sea como mediocentro móvil o como falso extremo, dé para los minutos que dé) y no privilegiarlo con ese malhadado puesto llamado mediapunta que obligaría a suprimir un delantero de la alineación bética.
Al parecer a punto de aterrizar en Sevilla estaría el brasileño Petros. Visto algún partido se confirman las informaciones (inicialmente contradictorias) que se han manejado estos días: se trata de otro interior, en este caso con menos calidad técnica pero más capacidad física que los anteriores. Tiene un aceptable manejo de balón, para el pase y sobre todo para la conducción. Muy trabajador, en un 4-4-2 podría defender en cualquiera de las cuatro posiciones de la línea de medios, pero en ataque ni es un mediocentro posicional ni tampoco un extremo propiamente dicho porque, siendo rapidito, no lo es lo suficiente para encarar a un lateral con ventaja. Esta incorporación confirmaría que la idea base de Mel es jugar con mucha gente por dentro, sea desde un 4-4-2 en rombo (digamos 4-3-1-2) sin extremos como el de final de temporada (o de la Juve en la pasada final de Champions), o bien desde un 4-3-3 asimétrico, o sea, un 4-4-2 con extremo auténtico en un lado y falso en el otro; en todo caso sería necesario contar con un par de extremos rápidos en la plantilla para manejar otras alternativas, como ha pedido el propio entrenador.
Contando pues con los jugadores vistos, y suponiendo en principio que Figueras y Molina permanezcan en la plantilla, el Betis necesitaría:
- Un lateral derecho, cuyo perfil (complementario al del muy regular Molinero) podría ser el de Piccini, siempre que los médicos consideraran mínimamente fiable su estado físico, o el del recordado y siempre a tiro Miguel Lopes: un lateral de recorrido y buena proyección ofensiva.
- Dos defensas centrales. Al menos uno de ellos debería ser de alta calidad (o sea, un claro titular a priori) y, si es posible, zurdo. El segundo de ellos podría jugar también de...
- Mediocentro posicional, esto es, ser pivote por delante de los centrales en ataque y uno de los mediocentros del 4-4-2 en defensa, como ahora Xavi Torres. En esta posición se cuenta únicamente con N'Diaye, cuyo rendimiento ahí es una pura incógnita. Si siguieran Torres o Reyes no deberían ser más que personajes de importancia secundaria.
- Un delantero móvil y de calidad que cubriera posibles ausencias de Castro (en absoluto descartables desde enero, y en todo caso inevitables a largo plazo) pero que pudiera echarse a una banda para compartir alineación con el canario y con un delantero centro tanque. O sea, habría de ser un hombre rápido, con gol y con capacidad para seguir al lateral en su caso. Descartado Neymar, viene al recuerdo Dorlan Pabón, aunque su alto rendimiento en el Monterrey no pone fácil su retorno; pabones habrá en el mercado, alguno más joven, aunque seguramente ninguno barato.
- Uno o, mejor, si no siguiera Kadir, dos extremos convencionales, esto es, rápidos, con recorrido y, al menos, cierta llegada al área.
De todos estos fichajes consideramos puestos absolutamente prioritarios y, por tanto, que han de ser ocupados por jugadores que garanticen calidad (fuerte inversión mediante si es necesario): un central, el mediocentro posicional y el delantero adaptable a extremo. Tomar riesgos en cualquiera de esas tres posiciones dejaría al equipo muy expuesto.
Como siempre, los comentarios serán bienvenidos.
lunes, 22 de junio de 2015
jueves, 18 de junio de 2015
Balance 2014-15: los entrenadores y sus sistemas
Analizaremos ahora los resultados sobre el campo del trabajo de los tres entrenadores que ha tenido esta temporada la plantilla del Betis, con especial atención a sus sistemas de juego
Julio Velázquez
Inexperto a alto nivel y tópicamente castellano de carácter, el único resultado positivo que cabe atribuirle –junto a la aparición de Ceballos– es haber recuperado, al menos parcialmente, la ética del trabajo de unos jugadores cuya actitud había abochornado a su afición durante la segunda mitad de la temporada anterior, y que sin embargo se habían mantenido mayoritariamente en la plantilla. En casi todo lo demás falló, y seguramente la culpa fue más de quien lo trajo que suya, porque si antes triunfó en alguna parte fue proponiendo lo mismo que en el Betis: un fútbol rácano, miedoso y de equipo menor, esto es, justo lo contrario de lo que necesita un Betis en Segunda.
En efecto sus planteamientos iniciales se dirigieron básicamente a la estabilidad defensiva, a minimizar errores y a salir al contragolpe cuando lo permitiera el error del rival; apenas se intentaba una salida de balón desde atrás medianamente decente, no se ambicionaba la posesión, casi nunca se intentaba la presión alta y, en fin, el Betis pretendía jugar simplemente como un equipo más de la categoría: al cerocero y a esperar que se equivoque el rival o acierte el de casi siempre. Lejos de dar así seguridad a los jugadores, sólo logró minar su confianza y fomentar el miedo al error, naturalmente transmitido pronto a la grada. Ni siquiera pareció haber trabajado a fondo el balón parado, supuestamente una de sus virtudes. Tácticamente, el Betis jugaba variantes del 4-4-2 con el bloque a media altura en defensa, y un doble pivote que, como ya advertíamos antes de empezar la temporada, pasaría graves problemas para sacar el balón jugado por situarse demasiado paralelo, sin escalonarse, y con frecuencia con hombres (Torres, Reyes) poco dotados para avanzar como interiores. Velázquez intentó arreglarlo atrasando a Matilla a esa posición, pero la salida de balón seguía siendo improvisada y mal escalonada –Matilla venía demasiado atrás, entre los centrales–, de modo que sólo logró perder potencia defensiva. A estos problemas se añadían bajas sucesivas de Álex Martínez (su banda fue la única salida de balón aceptable en esa fase de la temporada), más la inexplicable decisión de dejar en el banquillo a Molina y N'Diaye, y la no menos importante (pero entonces ignorada aún por el aficionado) de no dar minutos a Bruno y Ceballos. Los resultados fueron desastrosos.
Al avanzar los partidos, y especialmente tras una racha de cuatro sin marcar un solo gol ni mercerlo, Velázquez pareció consciente de que todo un Betis en Segunda no podía renunciar al balón y someter a su afición a recitales de toque de equipos como el Albacete, de modo que cedió a las presiones y, tal vez inspirado en sus propias palabras, decidió cambiar al tiempo la actitud del equipo y el sistema. Ya con voluntad de tocar el balón y someter al rival, con cierto escalonamiento por dentro, e incluso con probaturas imaginativas de sistemas, el juego de ataque mejoró sustancialmente a partir de la décima jornada, pero el equipo estaba tácticamente poco trabajado y era psicológicamente débil: era demasiado tarde, y Velázquez fue derribado por el primer viento en contra.
Juan Merino
El canterano cogió al equipo en estado depresivo y aportó poco en lo táctico, pero mucho en lo psicológico: su rígido 4-4-2 fluía poco en ataque pero concedía poquísimo en defensa porque Merino inoculó en sus jugadores el carácter que tenía como jugador. Igualmente importante, pero hoy poco recordado, fue el cambio en las alineaciones: desaparecía Matilla y entraban ya con regularidad Bruno, Ceballos y N'Diaye, e incluso Molina. En cuatro partidos el linense había puesto las bases del ascenso.
Mel
La directiva se vio ante una difícil decisión, y el tiempo dice que no se equivocó. Pese a la opinión, más o menos fundada, de sus muchos detractores, Mel ha demostrado con los hechos que es el mejor entrenador que ha tenido el club al menos desde la marcha de Serra.
Sus armas para continuar la tendencia iniciada por Merino fueron un cambio en el modelo de juego y, por qué no decirlo, la suerte, que dio puntos y confianza cuando el proyecto apenas estaba afianzado. Mel apostó desde el inicio por el fútbol que implantó en 2010, también en Segunda: partiendo de la supuesta superioridad de su plantilla en la categoría –que otra cosa será mantener el modelo en Primera, ante rivales iguales o mejores que el Betis–, y con algún remiendo ad hoc (Portillo), Mel decidió apostar por el juego de posición à la Barça, o sea, presión alta y tras pérdida, mucho toque, salida de balón paciente y bien escalonada, juego al pie y movilidad ofensiva.
Consciente de la necesidad de jugar con un solo mediocentro de cierre (Reyes o Torres) para sacar aceptablemente el balón, de la calidad de su eterna pareja de delanteros, de la inoperancia de sus supuestos extremos (Cejudo, Pacheco, luego Vadillo), y auxiliado involuntariamente por la baja de Matilla, Mel se vio casi obligado a apostar por un mediocampo en rombo en cuyo vértice se alternaron Ceballos y N'Diaye, y en el que los hombres de los costados (Kadir, Portillo o el propio Ceballos) pisaron más zonas interiores que la cal; la profundidad por banda quedó entregada al emergente Varela y a Molinero.
A pesar de las quejas apocalípticas al primer pinchazo, las estadísticas dicen que el equipo fue, si no siempre brillante, sí extremadamente regular; si pasó de mirar con esperanza la promoción a ganar uno de los campeonatos de Segunda más caros de los últimos años fue porque realizó una segunda vuelta excelente. Guste o no, Mel había vuelto a hacerlo.
Los comentarios son siempre bienvenidos.
Julio Velázquez
Inexperto a alto nivel y tópicamente castellano de carácter, el único resultado positivo que cabe atribuirle –junto a la aparición de Ceballos– es haber recuperado, al menos parcialmente, la ética del trabajo de unos jugadores cuya actitud había abochornado a su afición durante la segunda mitad de la temporada anterior, y que sin embargo se habían mantenido mayoritariamente en la plantilla. En casi todo lo demás falló, y seguramente la culpa fue más de quien lo trajo que suya, porque si antes triunfó en alguna parte fue proponiendo lo mismo que en el Betis: un fútbol rácano, miedoso y de equipo menor, esto es, justo lo contrario de lo que necesita un Betis en Segunda.
En efecto sus planteamientos iniciales se dirigieron básicamente a la estabilidad defensiva, a minimizar errores y a salir al contragolpe cuando lo permitiera el error del rival; apenas se intentaba una salida de balón desde atrás medianamente decente, no se ambicionaba la posesión, casi nunca se intentaba la presión alta y, en fin, el Betis pretendía jugar simplemente como un equipo más de la categoría: al cerocero y a esperar que se equivoque el rival o acierte el de casi siempre. Lejos de dar así seguridad a los jugadores, sólo logró minar su confianza y fomentar el miedo al error, naturalmente transmitido pronto a la grada. Ni siquiera pareció haber trabajado a fondo el balón parado, supuestamente una de sus virtudes. Tácticamente, el Betis jugaba variantes del 4-4-2 con el bloque a media altura en defensa, y un doble pivote que, como ya advertíamos antes de empezar la temporada, pasaría graves problemas para sacar el balón jugado por situarse demasiado paralelo, sin escalonarse, y con frecuencia con hombres (Torres, Reyes) poco dotados para avanzar como interiores. Velázquez intentó arreglarlo atrasando a Matilla a esa posición, pero la salida de balón seguía siendo improvisada y mal escalonada –Matilla venía demasiado atrás, entre los centrales–, de modo que sólo logró perder potencia defensiva. A estos problemas se añadían bajas sucesivas de Álex Martínez (su banda fue la única salida de balón aceptable en esa fase de la temporada), más la inexplicable decisión de dejar en el banquillo a Molina y N'Diaye, y la no menos importante (pero entonces ignorada aún por el aficionado) de no dar minutos a Bruno y Ceballos. Los resultados fueron desastrosos.
Al avanzar los partidos, y especialmente tras una racha de cuatro sin marcar un solo gol ni mercerlo, Velázquez pareció consciente de que todo un Betis en Segunda no podía renunciar al balón y someter a su afición a recitales de toque de equipos como el Albacete, de modo que cedió a las presiones y, tal vez inspirado en sus propias palabras, decidió cambiar al tiempo la actitud del equipo y el sistema. Ya con voluntad de tocar el balón y someter al rival, con cierto escalonamiento por dentro, e incluso con probaturas imaginativas de sistemas, el juego de ataque mejoró sustancialmente a partir de la décima jornada, pero el equipo estaba tácticamente poco trabajado y era psicológicamente débil: era demasiado tarde, y Velázquez fue derribado por el primer viento en contra.
Juan Merino
El canterano cogió al equipo en estado depresivo y aportó poco en lo táctico, pero mucho en lo psicológico: su rígido 4-4-2 fluía poco en ataque pero concedía poquísimo en defensa porque Merino inoculó en sus jugadores el carácter que tenía como jugador. Igualmente importante, pero hoy poco recordado, fue el cambio en las alineaciones: desaparecía Matilla y entraban ya con regularidad Bruno, Ceballos y N'Diaye, e incluso Molina. En cuatro partidos el linense había puesto las bases del ascenso.
Mel
La directiva se vio ante una difícil decisión, y el tiempo dice que no se equivocó. Pese a la opinión, más o menos fundada, de sus muchos detractores, Mel ha demostrado con los hechos que es el mejor entrenador que ha tenido el club al menos desde la marcha de Serra.
Sus armas para continuar la tendencia iniciada por Merino fueron un cambio en el modelo de juego y, por qué no decirlo, la suerte, que dio puntos y confianza cuando el proyecto apenas estaba afianzado. Mel apostó desde el inicio por el fútbol que implantó en 2010, también en Segunda: partiendo de la supuesta superioridad de su plantilla en la categoría –que otra cosa será mantener el modelo en Primera, ante rivales iguales o mejores que el Betis–, y con algún remiendo ad hoc (Portillo), Mel decidió apostar por el juego de posición à la Barça, o sea, presión alta y tras pérdida, mucho toque, salida de balón paciente y bien escalonada, juego al pie y movilidad ofensiva.
Consciente de la necesidad de jugar con un solo mediocentro de cierre (Reyes o Torres) para sacar aceptablemente el balón, de la calidad de su eterna pareja de delanteros, de la inoperancia de sus supuestos extremos (Cejudo, Pacheco, luego Vadillo), y auxiliado involuntariamente por la baja de Matilla, Mel se vio casi obligado a apostar por un mediocampo en rombo en cuyo vértice se alternaron Ceballos y N'Diaye, y en el que los hombres de los costados (Kadir, Portillo o el propio Ceballos) pisaron más zonas interiores que la cal; la profundidad por banda quedó entregada al emergente Varela y a Molinero.
Movimientos de defensa (verde) a ataque (blanco) del Betis de Mel 2014-15
A pesar de las quejas apocalípticas al primer pinchazo, las estadísticas dicen que el equipo fue, si no siempre brillante, sí extremadamente regular; si pasó de mirar con esperanza la promoción a ganar uno de los campeonatos de Segunda más caros de los últimos años fue porque realizó una segunda vuelta excelente. Guste o no, Mel había vuelto a hacerlo.
Los comentarios son siempre bienvenidos.
martes, 16 de junio de 2015
Balance de la plantilla 2014-15 (III): extremos y delanteros
Culminamos
nuestro repaso al desempeño de los jugadores del primer equipo del Betis
durante la temporada recién acabada con los extremos y delanteros. El siguiente post será para los entrenadores, y seguirá un balance de efectivos y valoración de las necesidades del plantel.
Rubén Castro
Poco se puede añadir a lo ya dicho de este jugador. Sus muy feos problemas con la justicia no le impidieron hacer lo de siempre: meter goles cuando llovía, cuando había viento, con Velázquez, con Merino, con Mel, en primavera, por la noche o por la mañana, y casi siempre con el marcador vivo. Algunos de esos goles (como el primero en Girona o el primero en Mallorca) fueron de verdadera estrella. Lo jugó todo y, aunque se le atribuyeron malas rachas en cuanto dejó de marcar en tres o cuatro partidos, lo cierto es que a sus 34 años no da la menor señal de decadencia. Pese a sus problemas judiciales próximos (que previsiblemente le afectarán de lleno en torno a enero), seguirá.
Molina
Aunque, como en el caso de Castro, miremos cada año su fecha de nacimiento, lo cierto es que Molina tampoco da señal alguna de envejecimiento. Empezó la temporada prácticamente desahuciado por Velázquez, que se abonó a la curiosa y muy difundida teoría de que Rennella (que aún no ha demostrado nada) era mejor y había que apostar por el italiano. Apenas Mel confió en él, hizo lo de siempre: meter goles, dar salida al equipo por arriba como pivote, manejarse bien entre líneas y combinar a alta velocidad con Castro, con el que juega como si tuvieran una sola mente. Obviamente también seguirá, con una renovación pendiente.
Kadir
Es un jugador de indudables virtudes para el fútbol de posesión de balón: bueno en el control, el regate y el pase, ágil, rápido en corto, habilidoso, y, en fin, muy apto para jugar en espacios cortos. Su problema, como le ocurría a Denilson, viene cuando pisa el área; ahí se le apagan las luces, tal vez porque no tiene buen disparo y esto le resta confianza y le hace muy previsible para las defensas, que saben que va a buscar indefectiblemente el pase atrás. Si sigue en la plantilla deberá ser como mero relleno.
Rennella
Sus estéticas maneras lo han prestigiado por encima de su rendimiento real. Ha dado buenos partidos –seguramente, como todos los hombres grandes, necesite bastantes para coger la forma, y sólo tuvo continuidad en ocho o nueve, y en la peor época del equipo– y metido un puñado de goles, pero currículum en mano –cumplirá 27 años en octubre– es más que dudoso que su rendimiento alcance nunca el de un Molina, y como suplente para medias horas lució muy poco. Tiene buen manejo de balón, cierta velocidad cuando está en forma, buen juego de espaldas, olfato para moverse en el área y un disparo de zurda decente; más que luchador es algo pendenciero. Delantero centro clásico, continuará a la sombra de Molina, y deberá aclarar con su juego si puede ser su sucesor o hay que buscarle relevo.
Cejudo
Pese a su historial (venía de tres años como titular en un Osasuna de Primera), el excanterano nunca dio sensación de justificar con su juego su presencia en el equipo titular. Muy voluntarioso y honrado en el campo (por ejemplo, va al choque como un verdadero kamikaze), rapidito y con cierta tendencia a meterse por dentro pese a partir generalmente del extremo derecho, sencillamente le faltó futbol: casi nunca desbordó limpiamente por su banda, ni lució en el pase ni en el tiro. Su juego tenaz y peleón, de barullo y segunda jugada, parece más propio de un lateral que de un extremo, pero los intentos de reconvertirlo no parecieron tener mucho éxito. Fue titular sólo al inicio de la temporada, periodo en el que el juego del equipo era tan mediocre y enredado como el suyo. Probablemente saldrá.
Pacheco
Tras un inicio de temporada un tanto prometedor se fue diluyendo y apenas dejó un par de ratos de buen fútbol, que no le alcanzaron para reconducir su errática carrera profesional. Diestro, jugó casi siempre como extremo izquierdo, desde donde repitió hasta la saciedad el regate hacia dentro y el intento, más o menos afortunado, de pared con el compañero o pase interior hacia los delanteros. Ni confiaron en él ni se lo ganó. Saldrá.
Vadillo
Quien esto escribe confiesa que nunca confió en su recuperación tras su segunda gravísima lesión de rodilla, y sin embargo el chaval (ojo: sigue siendo muy joven) reapareció en plenitud física a final de temporada. Ahí tal vez le pudo la ansiedad y el deseo de hacer en tres partidos lo que no había hecho en los treinta anteriores, pero lo cierto es que su fútbol mostró sus antiguos defectos: velocidad descontrolada y mala elección de jugada. Jugó, como casi siempre, a pie cambiado, y ahí se le aprecia buen control y conducción de balón para explotar su gran velocidad y cambio de ritmo, pero poca precisión para soltarlo, y un tiro potente pero pocas veces bien dirigido.
Necesita minutos y en el Betis difícilmente los tendrá, pese a que en la plantilla casi no van a quedar extremos puros; conviene retenerlo porque aún tiene cierto valor potencial si supera su tendencia a lesionarse (para lo cual sólo hay un camino: el gimnasio), así que lo más razonable es una cesión.
Chuli
Típico delantero de rachas, su estado anímico deportivo, totalmente depresivo, le impidió llegar nunca en el Betis al nivel que sí se le ha visto en Leganés o Huelva, y que, en todo caso, apenas alcanzaría el necesario para Primera División en unas condiciones de confianza idílicas de que aquí nunca disfrutará. Con contrato y cierto valor de mercado, tal vez merezca la pena cederlo para que mejore su cartel (que en Segunda lo tiene, y no poco) y se pueda recuperar la inversión.
Fuera de estos análisis quedan jugadores cedidos como Sergio Rodríguez o Nono (inexplicable que se le enviara a ¡Alemania!), que a efectos prácticos nunca fueron miembros de la plantilla. Se agradecen, como siempre, los comentarios.
Rubén Castro
Poco se puede añadir a lo ya dicho de este jugador. Sus muy feos problemas con la justicia no le impidieron hacer lo de siempre: meter goles cuando llovía, cuando había viento, con Velázquez, con Merino, con Mel, en primavera, por la noche o por la mañana, y casi siempre con el marcador vivo. Algunos de esos goles (como el primero en Girona o el primero en Mallorca) fueron de verdadera estrella. Lo jugó todo y, aunque se le atribuyeron malas rachas en cuanto dejó de marcar en tres o cuatro partidos, lo cierto es que a sus 34 años no da la menor señal de decadencia. Pese a sus problemas judiciales próximos (que previsiblemente le afectarán de lleno en torno a enero), seguirá.
Molina
Aunque, como en el caso de Castro, miremos cada año su fecha de nacimiento, lo cierto es que Molina tampoco da señal alguna de envejecimiento. Empezó la temporada prácticamente desahuciado por Velázquez, que se abonó a la curiosa y muy difundida teoría de que Rennella (que aún no ha demostrado nada) era mejor y había que apostar por el italiano. Apenas Mel confió en él, hizo lo de siempre: meter goles, dar salida al equipo por arriba como pivote, manejarse bien entre líneas y combinar a alta velocidad con Castro, con el que juega como si tuvieran una sola mente. Obviamente también seguirá, con una renovación pendiente.
Kadir
Es un jugador de indudables virtudes para el fútbol de posesión de balón: bueno en el control, el regate y el pase, ágil, rápido en corto, habilidoso, y, en fin, muy apto para jugar en espacios cortos. Su problema, como le ocurría a Denilson, viene cuando pisa el área; ahí se le apagan las luces, tal vez porque no tiene buen disparo y esto le resta confianza y le hace muy previsible para las defensas, que saben que va a buscar indefectiblemente el pase atrás. Si sigue en la plantilla deberá ser como mero relleno.
Rennella
Sus estéticas maneras lo han prestigiado por encima de su rendimiento real. Ha dado buenos partidos –seguramente, como todos los hombres grandes, necesite bastantes para coger la forma, y sólo tuvo continuidad en ocho o nueve, y en la peor época del equipo– y metido un puñado de goles, pero currículum en mano –cumplirá 27 años en octubre– es más que dudoso que su rendimiento alcance nunca el de un Molina, y como suplente para medias horas lució muy poco. Tiene buen manejo de balón, cierta velocidad cuando está en forma, buen juego de espaldas, olfato para moverse en el área y un disparo de zurda decente; más que luchador es algo pendenciero. Delantero centro clásico, continuará a la sombra de Molina, y deberá aclarar con su juego si puede ser su sucesor o hay que buscarle relevo.
Cejudo
Pese a su historial (venía de tres años como titular en un Osasuna de Primera), el excanterano nunca dio sensación de justificar con su juego su presencia en el equipo titular. Muy voluntarioso y honrado en el campo (por ejemplo, va al choque como un verdadero kamikaze), rapidito y con cierta tendencia a meterse por dentro pese a partir generalmente del extremo derecho, sencillamente le faltó futbol: casi nunca desbordó limpiamente por su banda, ni lució en el pase ni en el tiro. Su juego tenaz y peleón, de barullo y segunda jugada, parece más propio de un lateral que de un extremo, pero los intentos de reconvertirlo no parecieron tener mucho éxito. Fue titular sólo al inicio de la temporada, periodo en el que el juego del equipo era tan mediocre y enredado como el suyo. Probablemente saldrá.
Pacheco
Tras un inicio de temporada un tanto prometedor se fue diluyendo y apenas dejó un par de ratos de buen fútbol, que no le alcanzaron para reconducir su errática carrera profesional. Diestro, jugó casi siempre como extremo izquierdo, desde donde repitió hasta la saciedad el regate hacia dentro y el intento, más o menos afortunado, de pared con el compañero o pase interior hacia los delanteros. Ni confiaron en él ni se lo ganó. Saldrá.
Vadillo
Quien esto escribe confiesa que nunca confió en su recuperación tras su segunda gravísima lesión de rodilla, y sin embargo el chaval (ojo: sigue siendo muy joven) reapareció en plenitud física a final de temporada. Ahí tal vez le pudo la ansiedad y el deseo de hacer en tres partidos lo que no había hecho en los treinta anteriores, pero lo cierto es que su fútbol mostró sus antiguos defectos: velocidad descontrolada y mala elección de jugada. Jugó, como casi siempre, a pie cambiado, y ahí se le aprecia buen control y conducción de balón para explotar su gran velocidad y cambio de ritmo, pero poca precisión para soltarlo, y un tiro potente pero pocas veces bien dirigido.
Necesita minutos y en el Betis difícilmente los tendrá, pese a que en la plantilla casi no van a quedar extremos puros; conviene retenerlo porque aún tiene cierto valor potencial si supera su tendencia a lesionarse (para lo cual sólo hay un camino: el gimnasio), así que lo más razonable es una cesión.
Chuli
Típico delantero de rachas, su estado anímico deportivo, totalmente depresivo, le impidió llegar nunca en el Betis al nivel que sí se le ha visto en Leganés o Huelva, y que, en todo caso, apenas alcanzaría el necesario para Primera División en unas condiciones de confianza idílicas de que aquí nunca disfrutará. Con contrato y cierto valor de mercado, tal vez merezca la pena cederlo para que mejore su cartel (que en Segunda lo tiene, y no poco) y se pueda recuperar la inversión.
Fuera de estos análisis quedan jugadores cedidos como Sergio Rodríguez o Nono (inexplicable que se le enviara a ¡Alemania!), que a efectos prácticos nunca fueron miembros de la plantilla. Se agradecen, como siempre, los comentarios.
sábado, 13 de junio de 2015
Balance de la plantilla 2014-15 (II): centrocampistas
Continuamos nuestro repaso al desempeño de los jugadores del primer equipo del Betis durante la temporada recién acabada con los centrocampistas.
Xavi Torres
Tras perderse prácticamente la temporada anterior por una grave lesión ha recuperado el tono físico, aunque sin dar nunca la sensación de haber vuelto plenamente al rendimiento que mostró en el Levante. Su importancia en el equipo procede toda ella de su software: es inteligente tácticamente, y parece ser un tipo carismático, positivo para el equipo y con buena conexión con los entrenadores. Sin embargo su hardware, o sea, su rendimiento físico y técnico, no ha respondido a lo que se esperaba de él: a pesar de que siempre que jugó se le respetó el exclusivo puesto de mediocentro posicional (obligando así a cualquiera que jugara a su lado en el doble pivote a adelantarse en ataque a posiciones de interior, aunque fuesen Reyes o el mismísimo Perquis –partido de presentación de pretemporada–), ni su físico le ha permitido robar muchos balones, ni ocupó excesivo campo, ni hizo muchas ayudas defensivas, ni cerró bien los balones cruzados en el área. En ataque su rendimiento no pasó de aceptable, e incurrió con cierta frecuencia en pérdidas delicadas, aunque tambien marcó un par de goles muy importantes en las escasas ocasiones en que se descolgó en ataque. En suma, no se hizo con el puesto –compartió titularidad con Reyes–, nunca pasó del aprobado raspado y es incompatible con el mediocentro posicional de jerarquía que necesita esta plantilla, de modo que nos parece prescindible.
Lolo Reyes
Tras haber sido tuerto en país de ciegos la temporada anterior, el mediocentro chileno ha cubierto una temporada irregular en la que la falta de continuidad en las alineaciones y de posición en el campo han lastrado su rendimiento. Torres lo expulsó unas veces de la titularidad (entendemos que injustamente) y otras de su sitio delante de los centrales, lo que lo obligó a atacar demasiadas veces en posiciones adelantadas entre líneas, en las que se evidenciaron sus limitaciones técnicas. Sin embargo, como mediocentro de cierre aportó lo que suele: muy buen rendimiento defensivo, porque se coloca muy bien, tiene un gran sentido de la anticipación, es fuerte y mete bien el cuerpo, cubre mucho campo, hace buenas ayudas y da todo lo que tiene –aunque esto le costara acabar algunos partidos acalambrado–. Pese a sus mencionadas limitaciones con balón, evidentes incluso cuando saca el balón de cara entre los centrales, puede ser un buen relleno de plantilla.
Matilla
Renovado hace año y medio tras un aceptable arranque de temporada, el impacto de su presencia en los resultados del Betis de los últimos años es desoladoramente negativo. Si consideramos que sólo ha sido titular la temporada pasada y en esta en la era Velázquez, esto es, justamente en el período durante el cual el equipo se despeñó desde la cómoda clase media de Primera a una vergonzosa clase media de Segunda, y que antes y después al equipo le fue muy bien sin él, la conclusión es que no debe volver a jugar en el Betis. Su grave lesión, de la que le deseamos una pronta y plena recuperación, quitó a Mel de la cabeza la muy perniciosa idea de darle un papel importante en el equipo ("N'Diaye no ha jugado como medio de cierre porque tras la lesión de Matilla nada más hacernos cargo del equipo tuvimos que jugar con dos futbolistas ahí de corte muy parecido"). Durante el tiempo de Velázquez fue titular y le echó cierta voluntad, pero apenas aportó algún golito y un par de asistencias. Su calidad técnica, que nadie niega, no compensa de ningún modo sus enormes carencias físicas: es lento en carrera (tiene piernas cortas y baja frecuencia), no tiene potencia alguna de arrancada, cubre poco campo y, aunque se coloca bien, su escaso rendimiento defensivo no le permite ser un mediocentro de mínimo nivel; situarlo de mediapunta es mediatizar absurdamente las posiciones del resto del equipo. En resumen, esperamos que, al estar saliente de lesión grave, el club prescinda de él con delicadeza.
N'Diaye
La incompetencia de Velázquez como alineador (ese entrenador que consideraba a Molina suplente) lo relegó durante meses a la suplencia de Matilla, respecto al que es algo inferior en lo técnico pero infinitamente superior en lo físico. Tras la llegada de Mel fue titular en el doble pivote defensivo, atacando a veces en paralelo con su compañero de línea y otras veces con libertad para jugar entre líneas como interior. Ahí luce una buena arrancada y su brutal superioridad en el cuerpo a cuerpo, aunque también se notan sus limitaciones ofensivas: su juego corto entre líneas es sólo aceptable y tiene muy poca llegada a gol para lo que insinúa su apariencia física.
En general ha decepcionado las (excesivas) expectativas en él depositadas, pero nunca ha tenido la debida continuidad que le impida subir peso y le permita mejorar tácticamente. Ha jugado en el Betis como central (la temporada pasada) y como mediocentro ofensivo, así que es de suponer que su puesto natural sea la media aritmética de esos, o sea, el de mediocentro defensivo, para el que tiene casi todo: juego aéreo (muy mejorable, pero aceptable), superioridad física en potencia y recorrido, intimidación, cierre de líneas de pase, buen manejo de balón...; sólo ofrecen dudas las sutilezas posicionales del puesto y su irregular pase largo. Sin duda debe seguir en la plantilla –tal vez no como titular–, y podrá ser utilizado en el doble pivote junto a un hombre más ofensivo o más defensivo, según necesidades.
Ceballos
Sin duda es el gran descubrimiento de la temporada. Lo tiene todo para triunfar: insultante juventud (18 años), voluntad, físico, técnica, inteligencia... Su puesto natural es de interior en un 4-3-3 estilo Barça, pues tiene recorrido, excelentes condiciones para la presión alta (piernas largas y sin embargo rápidas, e inteligencia para la anticipación), calidad para el juego interior y mucha intensidad. Además tiene muchísima maldad para hacer daño al rival: con talento natural para saber por dónde romper el sistema defensivo rival y especialmente para superar líneas, juega siempre con gran intención ofensiva (aunque a veces arriesgue la posesión más de la cuenta), y además, para su edad, conoce sorprendentemente bien el otro fútbol.
Sólo le han penalizado cierta irregularidad y su indefinición posicional: en el 4-4-2 parece que su sitio lógico es el de falso extremo izquierdo, pero para Mel ha sido tentador intentar acoplarlo al mediocentro móvil u ofensivo, un puesto para el que muy pocos jugadores tienen plenas condiciones, y el entrenador bien lo sabe. Ahí Ceballos debe aprender a medir riesgos en defensa (no siempre se puede ir a presionar sin pensar en lo que dejas detrás) y ataque (ha perdido balones importantes con pocos compañeros por detrás del balón).
Su renovación es imprescindible desde hace meses y se está retrasando inexplicablemente. En un par de años valdrá más de 20 millones de euros.
Portillo
Juega de lo mismo que Ceballos (interior, casi siempre falso extremo en el 4-4-2), pero de algún modo es opuesto al canterano: tiene incluso más calidad en el juego corto, a veces de verdadero virtuoso, pero ni la valentía futbolística de Ceballos ni sus condiciones físicas, por lo que su juego es mucho menos dañino para el rival. Ha cumplido aceptablemente en defensa por voluntad, aunque su enclenque físico no le permite ganar nunca los balones divididos ni ocupar campo. En ataque su juego interior (realmente muy bueno) ha sido importantísimo para tener el balón y desgastar a los rivales, algo decisivo para el estilo de juego impuesto por Mel en Segunda. Pero su muy escasa potencia física (que lo incapacita para encarar rivales, pese a ser rápido de piernas: sólo los desborda si éstos van a buscarlo) y su pusilanimidad a la hora de buscar el pase profundo hacen que rara vez rompa líneas, acercándolo peligrosamente al síndrome Verdú. De ahí su raquítico bagaje contable ofensivo (apenas un par de asistencias de gol), que no justifica su presencia en el campo si no corrige esa timidez futbolística. Su continuidad es aceptable como relleno de plantilla, pero debe mejorar y no debe ser titular.
Los comentarios son siempre bienvenidos, y más en estos posts.
lunes, 8 de junio de 2015
Balance de la plantilla 2014-15 (I): porteros y defensas
Terminada felizmente la temporada 2014-15, es momento de valorar las actuaciones individuales de los jugadores de la plantilla y jugar a secretarios técnicos, o sea, debatir quién merece o no continuar en ella según criterios estrictamente deportivos –o sea, eludiendo en lo posible cuestiones como sueldos y chismes–. Lo haremos línea a línea, de atrás adelante.
Adán
Tras un comienzo de temporada un tanto dubitativo se convirtió en uno de los artífices individuales del ascenso, tras el trío principal (Mel, Castro, Molina). Nunca insistiremos lo suficiente en lo decisivo que es el puesto de portero, y Adán desde él ha salvado un buen puñado de puntos, esto es, los que han marcado la diferencia entre el ascenso y una gran frustración.
Sólo cabe afearle el episodio publico de sus desavenencias con Kike Burgos, aunque el aparente caso de deslealtad resultó finalmente la salida a un problema; si hasta entonces Adán mostró un nivel inferior al de la temporada pasada, desde entonces lo recuperó. A sus 28 años recién cumplidos parece difícil que mejore sus escasas debilidades (un mediocre toque de pie en largo, por ejemplo), pero ha mantenido sus virtudes del año pasado: regularidad (apenas recibió cuatro o cinco goles parables en todo el año, y ninguno por error grave), excelente juego aéreo, rapidez, valentía, profesionalidad... Obviamente debe seguir, o el equipo quedaría expuesto a un desastre como el que supuso la salida de Adrián –hoy completo triunfador en la Premier–.
Dani Giménez
Es difícil evaluarlo por el escaso número de partidos que ha jugado: apenas los de Copa y los dos últimos de Liga. Nunca hizo competencia real a Adán, pero cumplió sobradamente en esos partidos. Comete pocos errores, es alto pero suficientemente rápido, se coloca bien y parece haber mantenido la intensidad en el trabajo. Con 32 años su progresión debe de haber tocado techo hace tiempo, así que puede seguir como digno suplente sin estorbar a alguna prometedora incorporación desde el filial.
Molinero
A sus casi 30 años parece haber remontado una carrera que se inició muy prometedora en el Atlético pero luego lo convirtió en un nómada –bien es cierto que, donde jugara, con un notable número de partidos como titular–. Inició la temporada mal, como casi todos, pero la acabó como un lateral completo, nunca brillante pero notable en casi todos los aspectos, al menos para el nivel de la Segunda española. Es resistente, aceptablemente rápido, defiende con concentración y tesón –aunque con tendencia a cometer a veces más faltas de las debidas–, se coloca bien siempre porque conoce el puesto, y ataca sin brillantez pero con eficacia: ha dado un buen puñado de asistencias y pisado con regularidad la línea de fondo rival. Se lesiona poco, así que para Primera casi garantiza en cada partido al menos un aprobado; por tanto se ha ganado la continuidad.
Piccini
Es el perfecto contrapunto de Molinero: tiene todo lo que le falta al toledano pero carece de las virtudes de este. Es joven (aún no cumplió los 23), alto, de buena estampa, potente físicamente, de uno contra uno desequilibrante por su llamativa arrancada, y tiene buen manejo de balón –incluso una habilidad en corto sorprendente por su altura–. Sin embargo se lesiona con muchísima frecuencia, sólo defiende aceptablemente, parece no conocer ciertas claves defensivas del puesto –ha tenido despistes graves de colocación, sobre todo al tirar el fuera de juego–, y sobre todo no parece tener muy definido su lugar en el campo; en este sentido recuerda al Varela ganador de la Copa del 2005 en que le falta calidad ofensiva para ser extremo pero también carece de consistencia defensiva para defender como lateral de una defensa de cuatro: su puesto ideal sólo existe en sistemas de tres centrales y carrileros. Así que ofrece un futuro promisorio pero muy poca fiabilidad, y (vino cedido) si bien la presencia de Molinero da cancha a un jugador de este tipo, no parece natural dar cabida en la plantilla a un jugador que sólo ofrece un posible futuro del que disfrutaría otro club.
Bruno
Para quien esto escribe ha sido, junto a Ceballos, la gran sorpresa positiva de la temporada. De una tremenda regularidad (uno sólo le recuerda medio partido realmente malo, aunque, eso sí, fue el primero que jugó en Liga y dejó una impresión horrible), nos parece el mejor central que ha tenido el equipo desde el internacional Juanito. Ha demostrado –al menos al nivel de Segunda, pero difícilmente note mucho el salto a Primera– las tres virtudes fundamentales de un buen central: colocación, buen juego aéreo (incluyamos aquí dos goles decisivos a balón parado) y velocidad; tal vez esta es su virtud más notable, y le permite ser casi inabordable en el uno contra uno. Además ha aguantado perfectamente la presión en todo momento, y aparenta siempre una frialdad a prueba de bombas. Su único defecto es una salida de balón sólo aceptable, si la comparamos con su nivel defensivo; y su único enemigo es la suficiencia. Aunque ha sido señalado implícitamente como una de las debilidades del equipo por muchos aficionados y periodístas sin opinión propia, por el hecho de ser uno de "los centrales" –culpabilizados sin piedad ni criterio desde la primera jornada de todos los males del equipo–, esperamos no sólo que siga sino que sea titular por muchos años.
Figueras
Ha hecho una temporada más que aceptable, pese a tener que sobreponerse a su predestinación como cabeza de turco de la temporada (rol bien ganado el año pasado). Es complementario con Bruno (algo fácil, por otra parte) y la falta de calidad de los delanteros rivales le facilitó el trabajo. Él puso de su parte: bien colocado habitualmente, atento y concentrado, cometió menos errores que el curso pasado en los balones cruzados y se notó poco su lentitud cuando jugó con muchos metros por detrás en la era Mel. Tiene por cierto unas virtudes para el puesto curiosas por raras: tapa tiros muy inteligentemente y es zurdo. Mejoró mucho en la salida de balón durante la temporada: pasó de enviar docenas de pedradas infames a salir con soltura como hombre libre y jugar bien en largo. Evidentemente no da de ningún modo el nivel de titular para Primera, pero por rendimiento podría ser un aceptable relleno de plantilla.
Lo extradeportivo, si lo es haber sido (presuntamente) uno de los líderes de la venta de un partido a finales de la campaña pasada, lo coloca sin embargo en una posición difícil de defender, y que la directiva habría de aclarar antes de ofrecerle la continuidad: la traición es un delito deportivo gravísimo.
Caro
Ha jugado poquísimos partidos, y no por lesiones. Aplicado y cumplidor, es muy dudoso que nunca llegue a dar el nivel para Primera, así que el club debería buscarle una salida, al menos como cedido, que ya hace tiempo debería habérsele encontrado.
Rodas
Pese a sus maneras desgarbadas, cumplió holgadamente en los partidos que jugó; pero llegar el último y no ser zurdo no son razones suficientes para no competirle el puesto a Jordi Figueras si fuese un central de calidad. Imputado por las historias del Levante y con una opción como único nexo contractual con el club, saldrá, pero con buena nota.
Álex Martínez
Una grave lesión, de la que esperamos se haya recuperado plenamente, truncó la temporada que había de ser la de su consolidación como miembro pleno de la plantilla e incluso titular de cierta relevancia en ella. De hecho en los primeros partidos de Velázquez, de pésima elaboración de juego por parte del equipo y mala salida por el lado de Molinero, fue prácticamente la única vía de juego de ataque aceptable. Si vuelve a su nivel anterior, y no hay razón para pensar lo contrario, será un jugador plenamente válido para Primera: rápido, bueno en conducción y toque, y de buen golpeo para colgarla. Tal vez le falte algo de potencia física (es muy ligero) para el uno contra uno ante extremos fuertes, pero lo suple con actividad. Seguirá.
Varela
Afortunadamente la directiva se pensó dos veces el fichaje de un lateral alternativo tras la lesión de Álex, cuando Varela parecía cumplir con todas las necesidades del puesto. Empezó su media temporada como titular haciendo ejercicios de autocontrol posicional, sin subir casi nunca, pero luego demostró plena capacidad ofensiva para el puesto, en la que destaca una excelente zurda para el pase. Otra cuestión es su capacidad defensiva: es algo lento para ser lateral, y tampoco es alto, así que, aunque ha aprendido a colocarse bien, puede pasar apuros importantes ante extremos rápidos. En todo caso, más aún por joven y canterano, entendemos que debe continuar en la plantilla y que la dirección deportiva –salvo que haya encontrado en el mercado un Gordillo de veinte años por medio millón de euros– haría bien en ahorrarse el dinero en su puesto e invertirlo en zonas más caras.
Casado
Resulta todo un misterio que alguien considerara que este jugador tiene nivel para jugar en el Betis. Es voluntarioso y honrado, sin duda, e incluso concedemos que tiene buen toque de zurda (mejor a balón parado) y buen saque de banda. Pero es mediocre defensivamente (aunque fuerte, tiene poca cintura, y ni es especialmente rápido ni especialmente intuitivo), y es muy deficiente ofensivamente para el puesto de lateral: torpe en la conducción, previsible en el toque y sin habilidad ninguna para el juego corto. Nos trajo recuerdos del espantoso Rubén Bilbao de los 80. Ha tenido además oportunidades de sobra, es de suponer que bien ganadas a base de tesón en los entrenamientos. Es posible que tenga algún futuro como central izquierdo en sistemas de tres defensas, pero que sea lejos del Villamarín.
La salida a media temporada de Perquis nos exime de valorar su posible continuidad, que en todo caso no se ganó con su juego irregular y descontrolado, aunque sus condiciones sean adecuadas para el puesto de central.
Los comentarios serán bienvenidos.
Adán
Tras un comienzo de temporada un tanto dubitativo se convirtió en uno de los artífices individuales del ascenso, tras el trío principal (Mel, Castro, Molina). Nunca insistiremos lo suficiente en lo decisivo que es el puesto de portero, y Adán desde él ha salvado un buen puñado de puntos, esto es, los que han marcado la diferencia entre el ascenso y una gran frustración.
Sólo cabe afearle el episodio publico de sus desavenencias con Kike Burgos, aunque el aparente caso de deslealtad resultó finalmente la salida a un problema; si hasta entonces Adán mostró un nivel inferior al de la temporada pasada, desde entonces lo recuperó. A sus 28 años recién cumplidos parece difícil que mejore sus escasas debilidades (un mediocre toque de pie en largo, por ejemplo), pero ha mantenido sus virtudes del año pasado: regularidad (apenas recibió cuatro o cinco goles parables en todo el año, y ninguno por error grave), excelente juego aéreo, rapidez, valentía, profesionalidad... Obviamente debe seguir, o el equipo quedaría expuesto a un desastre como el que supuso la salida de Adrián –hoy completo triunfador en la Premier–.
Dani Giménez
Es difícil evaluarlo por el escaso número de partidos que ha jugado: apenas los de Copa y los dos últimos de Liga. Nunca hizo competencia real a Adán, pero cumplió sobradamente en esos partidos. Comete pocos errores, es alto pero suficientemente rápido, se coloca bien y parece haber mantenido la intensidad en el trabajo. Con 32 años su progresión debe de haber tocado techo hace tiempo, así que puede seguir como digno suplente sin estorbar a alguna prometedora incorporación desde el filial.
Molinero
A sus casi 30 años parece haber remontado una carrera que se inició muy prometedora en el Atlético pero luego lo convirtió en un nómada –bien es cierto que, donde jugara, con un notable número de partidos como titular–. Inició la temporada mal, como casi todos, pero la acabó como un lateral completo, nunca brillante pero notable en casi todos los aspectos, al menos para el nivel de la Segunda española. Es resistente, aceptablemente rápido, defiende con concentración y tesón –aunque con tendencia a cometer a veces más faltas de las debidas–, se coloca bien siempre porque conoce el puesto, y ataca sin brillantez pero con eficacia: ha dado un buen puñado de asistencias y pisado con regularidad la línea de fondo rival. Se lesiona poco, así que para Primera casi garantiza en cada partido al menos un aprobado; por tanto se ha ganado la continuidad.
Piccini
Es el perfecto contrapunto de Molinero: tiene todo lo que le falta al toledano pero carece de las virtudes de este. Es joven (aún no cumplió los 23), alto, de buena estampa, potente físicamente, de uno contra uno desequilibrante por su llamativa arrancada, y tiene buen manejo de balón –incluso una habilidad en corto sorprendente por su altura–. Sin embargo se lesiona con muchísima frecuencia, sólo defiende aceptablemente, parece no conocer ciertas claves defensivas del puesto –ha tenido despistes graves de colocación, sobre todo al tirar el fuera de juego–, y sobre todo no parece tener muy definido su lugar en el campo; en este sentido recuerda al Varela ganador de la Copa del 2005 en que le falta calidad ofensiva para ser extremo pero también carece de consistencia defensiva para defender como lateral de una defensa de cuatro: su puesto ideal sólo existe en sistemas de tres centrales y carrileros. Así que ofrece un futuro promisorio pero muy poca fiabilidad, y (vino cedido) si bien la presencia de Molinero da cancha a un jugador de este tipo, no parece natural dar cabida en la plantilla a un jugador que sólo ofrece un posible futuro del que disfrutaría otro club.
Bruno
Para quien esto escribe ha sido, junto a Ceballos, la gran sorpresa positiva de la temporada. De una tremenda regularidad (uno sólo le recuerda medio partido realmente malo, aunque, eso sí, fue el primero que jugó en Liga y dejó una impresión horrible), nos parece el mejor central que ha tenido el equipo desde el internacional Juanito. Ha demostrado –al menos al nivel de Segunda, pero difícilmente note mucho el salto a Primera– las tres virtudes fundamentales de un buen central: colocación, buen juego aéreo (incluyamos aquí dos goles decisivos a balón parado) y velocidad; tal vez esta es su virtud más notable, y le permite ser casi inabordable en el uno contra uno. Además ha aguantado perfectamente la presión en todo momento, y aparenta siempre una frialdad a prueba de bombas. Su único defecto es una salida de balón sólo aceptable, si la comparamos con su nivel defensivo; y su único enemigo es la suficiencia. Aunque ha sido señalado implícitamente como una de las debilidades del equipo por muchos aficionados y periodístas sin opinión propia, por el hecho de ser uno de "los centrales" –culpabilizados sin piedad ni criterio desde la primera jornada de todos los males del equipo–, esperamos no sólo que siga sino que sea titular por muchos años.
Figueras
Ha hecho una temporada más que aceptable, pese a tener que sobreponerse a su predestinación como cabeza de turco de la temporada (rol bien ganado el año pasado). Es complementario con Bruno (algo fácil, por otra parte) y la falta de calidad de los delanteros rivales le facilitó el trabajo. Él puso de su parte: bien colocado habitualmente, atento y concentrado, cometió menos errores que el curso pasado en los balones cruzados y se notó poco su lentitud cuando jugó con muchos metros por detrás en la era Mel. Tiene por cierto unas virtudes para el puesto curiosas por raras: tapa tiros muy inteligentemente y es zurdo. Mejoró mucho en la salida de balón durante la temporada: pasó de enviar docenas de pedradas infames a salir con soltura como hombre libre y jugar bien en largo. Evidentemente no da de ningún modo el nivel de titular para Primera, pero por rendimiento podría ser un aceptable relleno de plantilla.
Lo extradeportivo, si lo es haber sido (presuntamente) uno de los líderes de la venta de un partido a finales de la campaña pasada, lo coloca sin embargo en una posición difícil de defender, y que la directiva habría de aclarar antes de ofrecerle la continuidad: la traición es un delito deportivo gravísimo.
Caro
Ha jugado poquísimos partidos, y no por lesiones. Aplicado y cumplidor, es muy dudoso que nunca llegue a dar el nivel para Primera, así que el club debería buscarle una salida, al menos como cedido, que ya hace tiempo debería habérsele encontrado.
Rodas
Pese a sus maneras desgarbadas, cumplió holgadamente en los partidos que jugó; pero llegar el último y no ser zurdo no son razones suficientes para no competirle el puesto a Jordi Figueras si fuese un central de calidad. Imputado por las historias del Levante y con una opción como único nexo contractual con el club, saldrá, pero con buena nota.
Álex Martínez
Una grave lesión, de la que esperamos se haya recuperado plenamente, truncó la temporada que había de ser la de su consolidación como miembro pleno de la plantilla e incluso titular de cierta relevancia en ella. De hecho en los primeros partidos de Velázquez, de pésima elaboración de juego por parte del equipo y mala salida por el lado de Molinero, fue prácticamente la única vía de juego de ataque aceptable. Si vuelve a su nivel anterior, y no hay razón para pensar lo contrario, será un jugador plenamente válido para Primera: rápido, bueno en conducción y toque, y de buen golpeo para colgarla. Tal vez le falte algo de potencia física (es muy ligero) para el uno contra uno ante extremos fuertes, pero lo suple con actividad. Seguirá.
Varela
Afortunadamente la directiva se pensó dos veces el fichaje de un lateral alternativo tras la lesión de Álex, cuando Varela parecía cumplir con todas las necesidades del puesto. Empezó su media temporada como titular haciendo ejercicios de autocontrol posicional, sin subir casi nunca, pero luego demostró plena capacidad ofensiva para el puesto, en la que destaca una excelente zurda para el pase. Otra cuestión es su capacidad defensiva: es algo lento para ser lateral, y tampoco es alto, así que, aunque ha aprendido a colocarse bien, puede pasar apuros importantes ante extremos rápidos. En todo caso, más aún por joven y canterano, entendemos que debe continuar en la plantilla y que la dirección deportiva –salvo que haya encontrado en el mercado un Gordillo de veinte años por medio millón de euros– haría bien en ahorrarse el dinero en su puesto e invertirlo en zonas más caras.
Casado
Resulta todo un misterio que alguien considerara que este jugador tiene nivel para jugar en el Betis. Es voluntarioso y honrado, sin duda, e incluso concedemos que tiene buen toque de zurda (mejor a balón parado) y buen saque de banda. Pero es mediocre defensivamente (aunque fuerte, tiene poca cintura, y ni es especialmente rápido ni especialmente intuitivo), y es muy deficiente ofensivamente para el puesto de lateral: torpe en la conducción, previsible en el toque y sin habilidad ninguna para el juego corto. Nos trajo recuerdos del espantoso Rubén Bilbao de los 80. Ha tenido además oportunidades de sobra, es de suponer que bien ganadas a base de tesón en los entrenamientos. Es posible que tenga algún futuro como central izquierdo en sistemas de tres defensas, pero que sea lejos del Villamarín.
La salida a media temporada de Perquis nos exime de valorar su posible continuidad, que en todo caso no se ganó con su juego irregular y descontrolado, aunque sus condiciones sean adecuadas para el puesto de central.
Los comentarios serán bienvenidos.
domingo, 7 de junio de 2015
Betis 0 - Sporting 3 (42ª y última jornada de Liga de Segunda División)
BETIS (0): Dani Giménez; Molinero, Caro, Jordi, Varela; Piccini (Ceballos, m. 58), Portillo (Álex
Martínez, m. 78), N'Diaye, Cejudo; Rubén Castro y
Jorge Molina (Rennella, m. 60)
SPORTING DE GIJÓN (3): Cuéllar; Lora, Luis, Bernardo, Isma; Carmona, Sergio Álvarez (Atmane, m. 58), Nacho Cases, Hugo; Castro (Jony, m. 58) y Guerrero.
Goles: 0-1, m. 23: Guerrero. 0-2, m. 60: Jony. 0-3, m. 68: Isma López.
Arbitró Lesma López, madrileño. Anticasero, escamoteó un claro penalti en el área gijonesa (con 0-1) y sus linieres barrieron hacia Asturias.
26.000 espectadores en el Villamarín, entre ellos más de 1500 asturianos. Fuerte calor y fuerte viento, primero favorable a los sportinguistas y luego a los béticos.
El Betis ha hecho el ridículo esta tarde ante un Sporting infinitamente más motivado –siendo bien pensados–, que logró su objetivo del ascenso tras cumplir de sobras con su obligación y pinchar el Girona. El único interés del partido para los aficionados béticos residió en el rendimiento de algunos jugadores (en posiciones experimentales además varios de ellos) y en asistir a un final emocionantísimo para los sportinguistas.
Primera hora
La bajísima intensidad del Betis, apenas paliada en un rato al inicio del segundo tiempo, partió de una alineación plagada de suplentes y jugadores fuera de su posición habitual. El Betis jugó su últimamente habitual 4-4-2 con rombo en ataque (por cierto muy parecido al de la Juventus ayer), pero hoy con extremos (Piccini, sobre todo, y Cejudo) más abiertos que los interiores habituales, lo que restó eficacia al sistema. Ceballos fue reservado de salida y Portillo pasó a ser mediocentro ofensivo, con N'Diaye en línea con él en defensa (4-4-2) pero en ataque habitualmente por detrás del malagueño.
El Sporting jugaba también un 4-4-2 muy convencional. En ataque Cases se escalonaba levemente por delante de Álvarez, y Carmona iba muy arriba, incluso intercambiando posiciones a veces con Castro.
Última media hora
Ante un resultado que a nadie servía ambos entrenadores se la juegan. Cambian a un delantero y además Mel retira a Piccini y cambia de banda a Cejudo para hacer sitio en la izquierda a Portillo, desplazado del mediocentro ofensivo por Ceballos; el Sporting renuncia a su pivote defensivo, cambia de banda a Hugo y mete por dentro a Carmona, para hacer así sitio a Atmane. De inmediato llega el 0-2 y poco después el 0-3. Luego el Sporting la toca bien y el Betis corre ridículamente tras el balón.
Jugador por jugador
Giménez: Cumplió. Poco que hacer en los goles. No es Adán, desde luego, pero aprueba.
Molinero: Espeso y con menos recorrido del habitual por la posición de un Piccini por naturaleza demasiado abierto.
Caro: Voluntarioso y bastante acertado.
Figueras: Mal. Con mucho espacio por detrás y por delante, se le vio el cartón.
Varela: Algo desbordado en defensa por exceso de enemigos. Bien en ataque.
Piccini: Parece mucho más de lo que es: tiene potencia y calidad, pero acaba poco. Su gran problema, con todo, es similar al de Juanfran, el de la pasada temporada: nadie duda de que es bueno, pero nadie sabe de qué es bueno.
Portillo: Dio una gran y única asistencia y resultó ser fuera de juego. Como siempre, dio mucha fluidez al juego en zonas intermedias. Su presencia en el centro fue un agujero defensivo debido a su endeblez física.
N'Diaye: Tal vez la única buena noticia bética del día fue que demostró poder jugar como mediocentro defensivo, sin Reyes ni Torres a su lado. Si logra entender las claves tácticas del puesto se podrá hacer con él, porque física y técnicamente es muy superior a sus competentes, y es su lugar natural.
Cejudo: Anduvo más acertado de lo habitual en el juego corto, pero no terminó una sola jugada.
Castro: Las ganas de marcar se le apagaban cerca de la portería rival. Intentó un lob liftado (o folha seca) desde 35 metros espectacular.
Molina: Al menos le echó cierta voluntad.
Ceballos: Más detalles que otra cosa. Curiosamente su entrada coincidió con el desplome definitivo.
Rennella: No le salió nada, aunque no estaba la cosa ya fácil.
Álex: Su vuelta es una muy buena noticia.
Mel: Si intentó motivar a sus jugadores, le salió mal. El rombo en el centro exige interiores más cerrados o un extremo más adelantado: Piccini estorbó las subidas de Molinero.
Los comentarios son siempre bienvenidos.
SPORTING DE GIJÓN (3): Cuéllar; Lora, Luis, Bernardo, Isma; Carmona, Sergio Álvarez (Atmane, m. 58), Nacho Cases, Hugo; Castro (Jony, m. 58) y Guerrero.
Goles: 0-1, m. 23: Guerrero. 0-2, m. 60: Jony. 0-3, m. 68: Isma López.
Arbitró Lesma López, madrileño. Anticasero, escamoteó un claro penalti en el área gijonesa (con 0-1) y sus linieres barrieron hacia Asturias.
26.000 espectadores en el Villamarín, entre ellos más de 1500 asturianos. Fuerte calor y fuerte viento, primero favorable a los sportinguistas y luego a los béticos.
El Betis ha hecho el ridículo esta tarde ante un Sporting infinitamente más motivado –siendo bien pensados–, que logró su objetivo del ascenso tras cumplir de sobras con su obligación y pinchar el Girona. El único interés del partido para los aficionados béticos residió en el rendimiento de algunos jugadores (en posiciones experimentales además varios de ellos) y en asistir a un final emocionantísimo para los sportinguistas.
Primera hora
La bajísima intensidad del Betis, apenas paliada en un rato al inicio del segundo tiempo, partió de una alineación plagada de suplentes y jugadores fuera de su posición habitual. El Betis jugó su últimamente habitual 4-4-2 con rombo en ataque (por cierto muy parecido al de la Juventus ayer), pero hoy con extremos (Piccini, sobre todo, y Cejudo) más abiertos que los interiores habituales, lo que restó eficacia al sistema. Ceballos fue reservado de salida y Portillo pasó a ser mediocentro ofensivo, con N'Diaye en línea con él en defensa (4-4-2) pero en ataque habitualmente por detrás del malagueño.
El Sporting jugaba también un 4-4-2 muy convencional. En ataque Cases se escalonaba levemente por delante de Álvarez, y Carmona iba muy arriba, incluso intercambiando posiciones a veces con Castro.
Última media hora
Ante un resultado que a nadie servía ambos entrenadores se la juegan. Cambian a un delantero y además Mel retira a Piccini y cambia de banda a Cejudo para hacer sitio en la izquierda a Portillo, desplazado del mediocentro ofensivo por Ceballos; el Sporting renuncia a su pivote defensivo, cambia de banda a Hugo y mete por dentro a Carmona, para hacer así sitio a Atmane. De inmediato llega el 0-2 y poco después el 0-3. Luego el Sporting la toca bien y el Betis corre ridículamente tras el balón.
Jugador por jugador
Giménez: Cumplió. Poco que hacer en los goles. No es Adán, desde luego, pero aprueba.
Molinero: Espeso y con menos recorrido del habitual por la posición de un Piccini por naturaleza demasiado abierto.
Caro: Voluntarioso y bastante acertado.
Figueras: Mal. Con mucho espacio por detrás y por delante, se le vio el cartón.
Varela: Algo desbordado en defensa por exceso de enemigos. Bien en ataque.
Piccini: Parece mucho más de lo que es: tiene potencia y calidad, pero acaba poco. Su gran problema, con todo, es similar al de Juanfran, el de la pasada temporada: nadie duda de que es bueno, pero nadie sabe de qué es bueno.
Portillo: Dio una gran y única asistencia y resultó ser fuera de juego. Como siempre, dio mucha fluidez al juego en zonas intermedias. Su presencia en el centro fue un agujero defensivo debido a su endeblez física.
N'Diaye: Tal vez la única buena noticia bética del día fue que demostró poder jugar como mediocentro defensivo, sin Reyes ni Torres a su lado. Si logra entender las claves tácticas del puesto se podrá hacer con él, porque física y técnicamente es muy superior a sus competentes, y es su lugar natural.
Cejudo: Anduvo más acertado de lo habitual en el juego corto, pero no terminó una sola jugada.
Castro: Las ganas de marcar se le apagaban cerca de la portería rival. Intentó un lob liftado (o folha seca) desde 35 metros espectacular.
Molina: Al menos le echó cierta voluntad.
Ceballos: Más detalles que otra cosa. Curiosamente su entrada coincidió con el desplome definitivo.
Rennella: No le salió nada, aunque no estaba la cosa ya fácil.
Álex: Su vuelta es una muy buena noticia.
Mel: Si intentó motivar a sus jugadores, le salió mal. El rombo en el centro exige interiores más cerrados o un extremo más adelantado: Piccini estorbó las subidas de Molinero.
Los comentarios son siempre bienvenidos.
jueves, 4 de junio de 2015
Las transiciones: una visión posicional. Artículo en Club Perarnau
El autor de este blog, Juan Ramón Lara, publica su segundo artículo en la revista digital especializada en análisis deportivo Club Perarnau (de Perarnau Magazine), dedicado en esta ocasión a las transiciones defensa-ataque y ataque-defensa en el fútbol.
El artículo se basa en las conclusiones del anterior –sobre los esquemas de juego– para estudiar cómo realizar los cambios de posiciones al pasar del esquema defensivo al ofensivo, y viceversa. Se explican así los mecanismos de juego más extendidos y los roles de los jugadores en ellos (mediocentros posicional y ofensivo, falsos extremos, mediapunta, etc.). Los resultados se ejemplifican con equipos actuales de primer nivel.
Pueden conseguir este Extra nº51 de la revista en este enlace (al precio de 0,99 €). Los comentarios y discusiones sobre el contenido del artículo serán aquí bienvenidos.
El artículo se basa en las conclusiones del anterior –sobre los esquemas de juego– para estudiar cómo realizar los cambios de posiciones al pasar del esquema defensivo al ofensivo, y viceversa. Se explican así los mecanismos de juego más extendidos y los roles de los jugadores en ellos (mediocentros posicional y ofensivo, falsos extremos, mediapunta, etc.). Los resultados se ejemplifican con equipos actuales de primer nivel.
Pueden conseguir este Extra nº51 de la revista en este enlace (al precio de 0,99 €). Los comentarios y discusiones sobre el contenido del artículo serán aquí bienvenidos.