martes, 29 de octubre de 2024

Betis 1 - Atlético de Madrid 0 (11ª jornada de LaLiga)

BETIS (1): Rui Silva; Ruibal (Sabaly, 91'), Bartra, Diego Llorente, Perraud; Fornals, Johnny Cardoso, Altimira, Abde (Iker Losada, 91'); Chimy Ávila (Assane, 77') y Vitor Roque.
ATLÉTICO DE MADRID: Oblak; Molina, Giménez, Witsel, Reinildo (Javi Galán, 46'); De Paul (Lemar, 84'), Gallagher (Sorloth, 46'), Koke, Lino (Giuliano, 71'); Griezmann (Correa, 71') y Julián Álvarez.
Gol: 1-0 (m.4) Giménez (p.p.).
Árbitro: Gil Manzano. Amonestó a Reinildo, Koke, Perraud, Ruibal, Pellegrini y Adrián.
52.500 espectadores.

El Betis superó al invicto Atlético de Madrid en un gran partido, de ritmo muy alto y en cuya primera parte arrasó a los de Simeone.

Primera parte
A la inversa de lo sucedido hace apenas dos jornadas en el derbi, todos los mecanismos de salida de balón, en uno y otro campo, cayeron esta vez a favor de los béticos. Pellegrini planteó el partido de forma muy valiente: repitió el 4-4-2 de Pamplona, lo que ya de por sí daba un plus físico al cambiar un mediapunta por un delantero puro; pero además puso en el campo a los jugadores más agresivos en la anticipación y los duelos, particularmente a un Bartra decidido a salir de zona para impedir que los puntas del Atlético mediapuntearan para crear superioridad numérica en mediocampo. Todo el equipo presionó desde el inicio muy arriba, y como además el esquema bético encajaba con el 4-4-2 de los visitantes resultó una persecución man-to-man por todo el campo en la que los verdiblancos robaban constantemente balones muy arriba y lanzaban contras inmediatas. Todo el edificio se sostuvo gracias a los centrales, que aunque muy expuestos ganaron todos los duelos (Llorente, el 100% por alto).

Los ataques del Betis eran rápidos, de manera que más que de presión tras pérdida (que la hubo también) se trató de presión sobre saques, en jugadas que el Atlético –evolucionado pero poco valiente en esa fase del juego– escupía hacia las bandas y acababan en balones largos sin destino. Esto es, el Betis recetaba al Atlético la misma medicina que sufrió en el derbi.

En el lado contrario sucedía la tormenta perfecta también contra los colchoneros: las escasas veces que el Betis iniciaba desde atrás los béticos lograban salir jugando, por la timidez de la presión atlética, por la buena salida de un excelente Johnny Cardoso, un buen Altimira y un en general valiente equipo, y porque cuando los béticos jugaban en largo un magnífico Vítor Roque aprovechaba la igualdad numérica suya y del Chimy ante los centrales atléticos (dos contra dos) para ganar todo lo que por allí caía.

Como resultado de todo ello cayó un gol tempranero, y luego una verdadera avalancha de ocasiones de gol y jugadas polémicas en el área atlética, algo rarísimo ante un equipo de Simeone. El técnico argentino trató de mover el árbol por si caía algún fruto cambiando de esquema, y pasó a un 5-3-2 con Reinildo como central izquierdo.


Aunque se supone que así deshacía el dos contra dos arriba de los béticos, apenas hubo ocasión de comprobarlo: el partido se tornó frenético y los esquemas eran apenas visibles. El Betis, siempre en su 4-4-2 inmune a cualquier alteración táctica, basculaba para seguir hallando la manera de presionar uno contra uno, y la avalancha de fútbol continuaba.

Minutos 45 al 70
Simeone mantiene el 5-3-2 pero se lanza al ataque con Galán por Reinildo, Sorloth arriba junto a Álvarez y Griezmann como interior izquierdo en lugar de Gallagher. El punta noruego comienza a ganar algunos duelos por alto y el partido se iguala, aunque el Betis asienta bien su bloque medio y apenas hay ocasiones.

Veinte minutos finales
Simeone cambia de nuevo a 4-4-2 con Julián por la izquierda, el talismán Correa arriba junto a Sorloth y De Paul (luego Lemar) ya por dentro. Pellegrini tarda demasiado en hacer cambios en un equipo muy desgastado por su tremendo esfuerzo en la presión, y los visitantes, a trancas y barrancas, consiguen crear un par de ocasiones más o menos claras. El habitual gol de Correa no cae, aunque da dos palos, y el Betis no pasa excesivos agobios en el largo descuento.

Línea por línea
Muy seguro Silva en sus escasas intervenciones, la hiperactividad y agresividad de cada uno de los jugadores de la línea trasera de cuatro fue decisiva. Llorente además sacó el balón, una vez más, con limpieza.

Esa agresividad atrás no hubiera sido posible sin el gran trabajo de Altimira y Johnny Cardoso, que pese al gran sector que debían cubrir impidieron en todo momento que los Griezmann, De Paul, Koke o Gallagher tuvieran tiempo para girarse y lanzar a la espalda de la última línea bética. El norteamericano hizo un partido monumental, en defensa y en ataque. Abde fue de nuevo una punzante pesadilla para su par, y Fornals hizo un partido casi perfecto.

Arriba Chimy y, sobre todo, Roque sumaron a la presión una gran capacidad para ganar balones largos. Entre los suplentes Assane aportó capacidad de retener la pelota, muy importante en el tramo final.

Pellegrini parece haber encontrado en la doble punta una vía para suplir las ausencias de los mediapuntas Isco y Lo Celso. El problema se lo encontrará en el desgaste físico y mental que supone ese tipo de juego para los mediocentros, una posición con muy escasos recursos en la plantilla.

Los comentarios son bienvenidos. En Twitter, @juantamonlara7.

lunes, 7 de octubre de 2024

Sevilla 1 - Betis 0 (9ª jornada de LaLiga)

SEVILLA F.C.: Nyland; Carmona, Badé, Nianzou, Pedrosa (Salas, 79'); Gudelj, Agoumé (Lokonga, 72'); Lukébakio, Peque (Suso, 79'), Ejuke (Marcao 91'); e Isaac Romero Jesús Navas, 72').
BETIS: Rui Silva; Bellerín, Llorente, Natan, Ricardo Rodríguez (Perraud 86'); Johnny, Roca (Ruibal, 64'); Fornals, Lo Celso, Abde (Ávila, 79'); y Vitor Roque (Bakambu, 64').
Árbitros: Martínez Munuera. Doble amarilla a Nianzou (89'). Amonestó a los locales Gudelj, Carmona, Agoumé (en el banquillo), Abde, Natan, Ávila y Johnny (tras el final).
Gol: 1-0 (50') Lukébakio, de penalti.
Casi lleno.

Otro mal derbi del Betis acabó en derrota ante el peor Sevilla del siglo XXI.

Primera parte
La notable diferencia entre los titulares de este Betis y sus suplentes hacía fácil adivinar la alineación bética: la plantilla es muy corta y el fondo de escasa calidad. Pero es indiscutible que jugador por jugador el once bético partía con una enorme ventaja cualitativa frente a un Sevilla cuyas supuestas amenazas, Ejuke y Lukébakio, han llegado a los 26 y 27 años sin mayor gloria que jugar en equipos como el Hertha de Berlín, y que apenas cuenta con Nyland y Badé como jugadores del nivel esperable en ese club.

Ocurre que a este Betis de Pellegrini cualquier equipo no ya le discute, sino que le supera holgadamente en manejo de pelota, como recientemente demostraron Las Palmas, Mallorca y Espanyol. Es perfectamente lícito que Pellegrini (un relacionista, que se diría hoy) no haya asumido los fundamentos del fútbol de posición que practica García Pimienta y los mejores equipos de Europa, y que deje libertad a sus jugadores en fase ofensiva. Pero, al igual que el mismísimo Pep Guardiola comprende que no puede llevar su posicionalismo hasta la fase de finalización de la jugada, recíprocamente Pellegrini debería comprender que en el fútbol actual la salida de balón debe ser trabajada profundamente con ubicaciones y movimientos planificados, como hacía el Betis hace siete años y como, en los últimos años, hace ya prácticamente cualquier equipo de la liga española (¡hasta el Getafe de Bordalás!).

Las aparente falta de planificación de esa fase del juego, con ubicaciones caprichosas en cada jugada, jugadores mal colocados y peor perfilados –mención especial merece aquí Marc Roca– e incapacidad casi absoluta para progresar por dentro, convierte a los béticos en presa facilísima de cualquier presión medianamente organizada: el equipo escupe el balón siempre hacia una banda y ahí el lateral, presionado, o bien la rifa en largo, o se ve obligado a jugar al pie a un extremo encimado y de espaldas a la puerta contraria, víctima fácil para su par. Ni siquiera se desgasta mínimamente el físico del rival o se le atrae para al menos dejar a los delanteros en buena disposición para disputar los balones divididos. Tal es así que ante saques de puerta en los que el Sevilla simplemente fue con dos delanteros a amagar la presión ante cuatro jugadores béticos (los dos centrales, un mediocentro y el portero) el equipo directamente mandó a todos arriba y jugó en largo. De hecho la disposición del Sevilla fue la misma que la del Betis, un 4-2-3-1 que era 4-4-2 presionante en defensa y 4-3-3 en ataque cuando bajaba a recibir el mediapunta:


Cobarde y poco trabajado en salida de balón, el Betis no se atrevió siquiera a intentar el 4 contra 2 ante una mínima presión sevillista. En consecuencia, Vítor Roque debía pelear los balones largos en inferioridad numérica.

A la mala colocación se sumaba poco compromiso con balón: las –ayer tan mentadas– gónadas no solo deben servir para poner intensidad y correr mucho, sino para que los jugadores tomen responsabilidades con balón y arriesguen a fin de poner en ventaja a sus compañeros, sin tomar la solución fácil del pelotazo a la primera dificultad. El rival sin embargo sí amasaba sus posesiones hasta conseguir salir con un hombre libre (generalmente Nianzou: al menos esto sí lo eligió bien el Betis) y asomarse a las cercanías del área bética. En todo caso la fase defensiva del Betis fue más que aceptable: la presión bética tal vez no fuese tan vistosa como el público exige, pero en todo caso el bloque defensivo, muy compacto, prácticamente no permitió ocasiones del Sevilla en 45 minutos, y sí se produjeron varios robos muy peligrosos cuyas contras pudieron poner por delante al Betis; es triste y propio de equipo pequeño que esta sea la única manera de llegar al marco rival, pero haber ocasiones, las hubo.

Segunda parte
El arranque de la segunda parte pone en evidencia un nuevo problema de este Betis: la mala defensa a balón parado, ya visible en partidos anteriores, cuando menos desde el del Getafe. Sumada al errático (y errado) criterio de Martínez Munuera, la jugada desemboca en gol. El Sevilla da un pasito atrás y el Betis sigue demostrando durante 45 minutos su escasísima capacidad de elaboración del juego, muy perseguido –naturalmente– un Lo Celso que parece el único recurso ofensivo fiable. La salida de Roca mejora levemente las cosas, aunque el equipo sigue sin acumular pases en campo rival hasta que, muy al final, el Sevilla se acantona atrás. Para entonces, un grave error del equipo técnico en los cambios iguala el partido al equilibrar la lesión de Natan la expulsión de Nianzou.

Línea por línea
Bien en general, aunque con poco trabajo, Rui sigue mostrando unas estadísticas muy pobres en los penaltis. Bellerín, bien ayudado por Fornals, pasó pocos apuros, y tampoco Rodríguez fue superado por Lukébakio, pese a las desmesuradas críticas recibidas y a la escasa ayuda de Abde. Otra cosa fue la salida de balón de ambos, muy deficiente. Los centrales estuvieron muy firmes, como casi siempre.

El partido de Roca fue muy flojo; junto a un Johnny sin empuje se vio superado por el rudimentario centro del campo del Sevilla. Fornals apareció poco por dentro y tampoco mejoró mucho las cosas ya de mediocentro, de modo que el perseguido Lo Celso fue la única baza ofensiva, pues Abde eligió tan mal como siempre y encaró peor que nunca. Vítor Roque peleó en inferioridad numérica y aun así se puso de gol un par de veces.

El banquillo aportó poco más que el dinamismo de Ruibal y Bakambu, más las habituales trastadas del Chimy.

Pellegrini ha salido de situaciones peores y es de esperar que levante al equipo, pero del mismo modo que se admiran sus estadísticas globales se le deben criticar sus pésimos números ante los tres equipos grandes de LaLiga y ante el máximo rival.

Los comentarios son bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.