BETIS (1): Silva; Bellerín, Llorente, Natan, R. Rodríguez; Altimira (Johnny Cardoso, m.78), Roca (Aitor Ruibal, m.78); Iker Losada (Fornals, m.60), Lo Celso, Abde (Assane Diao, m.88); Bakambu (Vitor Roque, m.60).
ESPANYOL (0): Joan García; Omar El Hilali, Kumbulla, Sergi Gómez, Carlos Romero (Véliz, m.87); Král, Gragera, Pol Lozano (Aguado, m.87); Jofre Carreras (Álvaro Tejero, m.68), Cheddira (Cardona, m.68) y Puado (Pere Milla, m.55).
Gol: 1-0, m. 85: Lo Celso.
Árbitro: Hernández Hernández. 53.000 espectadores.
Fiel a su regularísima trayectoria en la era Pellegrini, el Betis ha derrotado de forma justa a un rival débil como el Espanyol, demostrando de forma exacta su teórica superioridad: merecidamente, pero con ciertos apuros y sin la menor brillantez. En ello tuvo que ver, un día más, su infortunio de cara a puerta, agudizado esta vez por la inexplicable e infantil elección de lanzador en el penalti del que disfrutó en la primera parte.
Primer tiempo
Durante esa primera mitad el Betis pudo ponerse en ventaja pese a su inferioridad en la salida de balón y su exceso de velocidad en posesión. El habitual 4-4-2 defensivo de los verdiblancos –que pusieron en cancha su incansable equipo titular con la única novedad de Losada como alero derecho– naufragaba en la presión alta ante la bien trabajada salida de los españolistas, cuyo 4-3-3 les daba la acostumbrada superioridad numérica en esa fase del juego: el portero y los dos centrales más Gragera, frente a Lo Celso y Bakambu, sacaban la pelota con paciencia, buenas ubicaciones y sin miedo al riesgo. Es algo que suele sucederle al Betis de Pellegrini contra equipos de buen trato al balón desde atrás, y que resulta un tanto preocupante de cara al derbi. Es de notar también que la presencia de Lo Celso arriba, menos potente físicamente que Fekir, la acumulación de partidos y el modo de juego de esta temporada, que permite al rival reiniciar jugada a balón parado demasiadas veces, obliga a los delanteros a un esfuerzo continuo y desmesurado.
Por otro lado, dado que Altimira y Roca muy pocas veces abandonaban a los dos interiores españolistas –Lozano y (más adelantado) Král–, y dada la escasa calidad de los periquitos arriba, los visitantes apenas lograban acercarse a la meta bética.
El Betis por su parte jugaba al ritmo de Abde, con exceso de verticalidad y de juego largo, y una salida de balón mal trabajada, aunque con más calidad arriba. Al elaborar poco el juego las pérdidas béticas solían pillar al equipo mal colocado y al rival sin encerrar aún, y no había pues contrapresión efectiva, Las escasas ocasiones eran del Betis, pero el balón, del Espanyol.
Segundo tiempo
El Espanyol da un paso atrás difícil de explicar, aparentemente voluntario y tal vez debido al cansancio. Permite al Betis sacar el balón jugado sin oposición, se mete atrás –mucho más con el paso de los minutos– y la presión bética, ahora sí, comienza a funcionar. Pese a la persecución sin piedad contra Lo Celso –que como siempre se atrasó para ayudar en la elaboración– y a la falta de calidad con balón de Roca, el Betis llegaba a puerta con alguna regularidad, aunque insuficiente.
A la hora, como siempre, Pellegrini toca la alineación arriba sin mover apenas el árbol: Fornals ocupa el sitio de Losada como falso extremo derecho y Roque refresca arriba. Luego, a poco del final, saca a los dos pivotes y pasa a esa zona a Fornals junto a Cardoso, para que Ruibal ocupe la banda derecha. El juego mejora sustancialmente y llega el gol. Finalmente Diao entra por Abde para retener balón.
Línea por línea
Sin apenas trabajo Rui, Llorente fue una vez más el mejor de la zona trasera con gran diferencia, con una enorme presencia y anticipación; el resto de la defensa cumplió sobradamente aunque sin excesiva proyección de los laterales.
Muy desafortunado Roca, Altimira no pudo compensar la escasa elaboración del juego de su compañero, de modo que el trabajo recayó en un Lo Celso magnífico pero muy marcado. Losada dejó gotas de calidad (muy necesarias), y Bakambu buenos movimientos. Los cambios mejoraron esta vez al equipo.
Mención aparte, como casi siempre, merece Abde, que un día más demostró tener un alto nivel técnico, un uno contra uno peligrosísimo gracias a su enorme aceleración y velocidad, un nivel táctico propio de un infantil y la madurez psicológica de un benjamín, retratada en el episodio ridículo e irrespetuoso del penalti. Ricardo Rodríguez dejará pronto de intentar doblarlo inútilmente.
Pellegrini perdió por completo su autoridad.
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