BETIS (2): Pau López; Mandi, Javi García, Feddal; Barragán (Guardado, m. 34), William Carvalho, Kaptoum, Francis; Lainez (Joaquín, m. 46), Sergio León (Sidnei, m. 77) y Canales.
0-1, m. 47: Mandi. 0-2, m. 86: Joaquín.
Árbitro: González Fuertes (Comité Asturiano). Mostró tarjeta amarilla a Nacho, Canales y Feddal.
20.000 espectadores, cientos de ellos béticos, y mal césped en Zorrilla
El plan Z
Quienes reclaman a Quique Setién que el Betis sepa cambiar de estilo según lo recomienden las circunstancias del juego, o sea, que tenga un plan B, estarán contentos con la feísima victoria de esta tarde-noche en Valladolid. Ocurre que a Setién se le fue la mano con el alfabeto y el plan del Betis se fue al extremo opuesto a su ideología futbolística oficial: una vez se pusieron por delante en el marcador los béticos juntaron líneas cerca de su área y jugaron al patadón. Eso sí, lo hicieron bien y concedieron pocas ocasiones.
Primera parte
No podrá quejarse el Valladolid de ello porque fue con ese plan (y bastante más suerte de la que hoy necesitó el Betis) como ganó hace unos meses en el Villamarín. De hecho durante bastantes minutos de la primera parte ese mismo fue hoy el plan del limitado equipo de Sergio: mientras el partido fue 0-0 los pucelanos alternaron breves fases de dominio y presión alta con largos tramos de un clásico repliegue en 4-4-2 con el bloque medio-bajo, muy al estilo del Valencia o el Getafe, y con la misma intención de robar y salir en transición rápida incorporando mucha gente al contragolpe.
Enfrente el contraestilismo del Betis tuvo su origen en la alineación. Setién priorizó claramente la semifinal del próximo jueves y reservó a titulares indiscutibles (e incluso discutibles) como Sidnei, Bartra, Joaquín, Guardado y Lo Celso. El Betis dibujaba en posesión un elegante 3-4-3 de perfectos triángulos equiláteros...
... pero sus ejecutores –los García, Feddal, Kaptoum o León– no tenían la calidad técnica debida para realizar un juego posicional medianamente aceptable. Si se añade a ello el espantoso partido de William Carvalho y la habitual inoperancia para progresar por el carril izquierdo de Francis, de nuevo a pie cambiado, resultaba un escenario conocido y que creíamos superado: ritmo de circulación lento, riesgos mínimos, pases en U de lado a lado del campo, interiores (más bien mediocentros) incapaces de girarse y que la devuelven siempre hacia atrás, e incluso delanteros (como Lainez) que reciben más atrás de lo debido. En el descuento los centrales resuelven una jugada a balón parado con el 0-1.
Segunda parte
El Betis hace dos sustituciones obligadas y corrige posiciones: con buen criterio Setién aprovecha para cambiar a Francis de banda, y luego hace lo mismo con Joaquín y Canales para que jueguen a pie cambiado, algo adecuado en los extremos para este fútbol y esquema.
Al volver al campo el Valladolid no suelta amarras, pero el paso de los minutos y el marcador obligan a Sergio a meter gente ofensiva, aun sin tocar la línea trasera de cuatro. El Valladolid empuja y los centrales béticos optan por el juego que es más cómodo para gente como Javi García y Feddal: dan dos pasos atrás y se aculan cerca de su frontal. Los béticos defienden en un 5-4-1 y tratan de juntar líneas, con desigual acierto: no siempre coordinan bien sus intentos de presión y dejan espacios por dentro y, sobre todo, por las bandas, donde las subidas de los laterales locales –como ocurrió esta semana ante el Rennes– no siempre son seguidas por los extremos béticos. Como lógica contrapartida del repliegue bético (más con un delantero como León, incapaz de bajar balones en el juego de espaldas) el equipo está demasiado junto cuando recupera la pelota y es víctima fácil de la contrapresión pucelana, así que los defensas verdiblancos optan por jugar al patadón sistemático, sin rubor alguno.
El Valladolid cruzaba mil balones desde las bandas y en córneres y faltas, pero los centrales béticos de hoy se sentían muy a gusto en ese juego y despejaron una infinidad de centros por alto y por bajo.
Despejes, recuperaciones y cortes de los centrales béticos, metidísimos en su área, durante el encuentro
Visto el cariz del partido Setién redobla la apuesta magureguiana de su equipo y a falta de un cuarto de hora mete a un central más, Sidnei, para tratar de montar un 3-1-4-2 con Kaptoum y Carvalho como interiores por detrás de Canales y Joaquín, delanteros (o algo así) encargados de cerrar la salida de los dos centrales locales. El Valladolid llega con facilidad a las inmediaciones del área bética pero el Betis defiende bien allí y casi nunca le permite ponerse de gol con claridad. Cerca del final una jugada típica de Canales (buen juego de espaldas y velocidad temible a campo abierto) acaba en un afortunado 0-2.
Jugador por jugador
Pau salvó la victoria con una gran parada en la única jugada comprometida que le llegó.
Mandi firmó un verdadero golazo, con la colaboración de un Feddal que demostró que metido en su área es un muro, y en el área rival un peligro a balón parado por la tremenda altura de su salto. García contribuyó decisivamente a que los pucelanos no remataran casi nunca.
Francis cumplió en defensa, donde hubo de negociar inferioridades, pero fue inoperante en ataque. Barragán dio alguna profundidad por su costado, cosa que no logró Guardado. Kaptoum sigue sin dar lo que se esperaba de él con balón, aunque trabajó bien. Carvalho hizo el peor partido que se le recuerda en el Betis; durante la primera parte dio casi todos sus pases hacia atrás, algo que se entendió cuando trató de jugar hacia delante en el segundo tiempo: las perdió todas. Además cubrió poco campo y defendió más con la mirada que con la realidad: recuperó solo tres balones (por contra falló ocho pases) y no intentó una sola entrada.
Lainez aguantó como pudo con un golpe, pero repitió el defecto Boudebouz: recibir demasiado atrás, casi alineado con los cuatro del centro del campo rival, y regatear hacia atrás, algo contraproducente para el progreso del ataque. León, cuya lentitud actual lo deja casi sin cualidades reseñables, aportó muy poco. Canales cerró con su monumental jugada del 0-2 (cuando parecía fundido) un partido hasta entonces de más trabajo que brillo. Joaquín dio alguna salida al equipo y Sidnei puso centímetros en defensa.
Los críticos de Setién podrán hoy alabar su flexibilidad o afearle incoherencia con su discurso, pero no podrán negar que alineaciones como la que tuvo que sacar dan para poco más que lo que se hizo.
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