Todo
el mundo sabe jugar al fútbol si le dejas cinco metros de espacio.
Johan
Cruyff
El aficionado bético observador de cuestiones tácticas ha podido detectar durante la pretemporada un curioso movimiento repetido en la salida de balón por el defensa más central de la línea trasera de tres del Betis (habitualmente Javi García). Al sacar el balón ante un equipo rival replegado, ese jugador se coloca como el más atrasado de los tres centrales. Es lo normal en estos casos:
Sin embargo, cuando el rival adelanta la presión y obliga a los tres centrales béticos –siempre en posesión de balón– a recular hasta cerca de su propia área, ese defensa se adelanta unos metros respecto a sus compañeros de línea, hasta una posición más propia de un mediocentro:
El movimiento, raro de ver, es inverso al de la llamada salida lavolpiana: en lugar de meter al mediocentro entre dos centrales para montar una línea de tres, se saca a un central de la línea de tres para convertirlo en mediocentro por delante de los otros dos. ¿Por qué?
La razón de ese movimiento es muy sencilla: si observamos el esquema tal y como estaba...
y simplemente retrasamos todo el bloque tal cual, el central acaba solapando su posición con la del portero:
y entonces se pierde un receptor de balón y con ello la ventaja numérica de poder jugar con el guardameta en la salida de pelota. Para evitarlo ese defensa se adelanta en el sentido de la flecha, y queda así:
El caso sirve como ejemplo de un concepto fundamental en el fútbol de posición, y que explica por qué se llama así y no de posesión, como creen muchos: los jugadores deben respetar las posiciones y espacios de los compañeros, y especialmente en la salida de balón, para crear líneas de pase diferentes a disposición del compañero que tiene el balón.
Para que esas posiciones entre las que pasarse el balón sean más difíciles de contrarrestar para el rival es fundamental que los receptores estén tan distanciados entre sí como sea posible: en la salida de balón el equipo poseedor está siempre en superioridad numérica (incluso en caso de que el rival presione hombre contra hombre apoyarse en el portero propio supone tener un hombre de más). Por tanto en cada momento de la jugada tiene que haber al menos un hombre libre, sin marca (con frecuencia, dos o más). Por ejemplo:
En el mismo partido, una típica salida de balón en la que dos jugadores del Lille tratan de cerrar la progresión de tres del Betis. Mandi y Garcia han logrado atraerlos (dividirlos, en la jerga) y la pelota irá a Tosca, libre de marca.
Al pasarle el balón a este hombre libre obligamos a un defensor (en este caso, a un delantero del equipo defensor) a acudir desde otra marca para cerrarle. Al distanciar a los receptores potenciales hacemos correr más distancia a ese defensor, y por tanto nuestro jugador tendrá más tiempo para jugar (controlar, avanzar y finalmente, cuando sea encimado, pasar el balón al siguiente hombre libre).
El defensor francés tendrá que recorrer casi quince metros para cerrar a Tosca cuando este reciba.
Por esta razón, al sacar el balón los equipos suelen situarse, más o menos premeditadamente, en unas posiciones que maximizan las distancias entre sus jugadores, hasta el punto de que acaban con frecuencia en lugares sorprendentemente parecidos a los que resultan de una simulación informática de optimización de distancias. Las siguientes imágenes están sacadas todas de este blog.
Distribución óptima de distancias (ataque de abajo arriba): 2-1-4-3 (tomada de un artículo aquí publicado)
El Betis de Mel ante el Granada (2012, ataque hacia la derecha; el movimiento de Salva va a averiar el invento)
El Betis de Mel en 2015 ante el Dépor (ataque hacia la izquierda)
El Betis de Poyet ante el Coruña (ataque hacia la izquierda). Abajo a la izquierda, Poyet.
Los rusos encantados: marcar a rivales que se juntan tanto es muy fácil
Pues bien, una vez así situados los atacantes, la jugada ideal del juego de posición consiste básicamente en ir pasando el balón de hombre libre en hombre libre, aprovechando el intervalo de tiempo en que el propio poseedor del balón lo es (porque aún no ha llegado un rival a cerrarlo) para conducir el balón hacia delante –punto este en el que Bartra es un consumado experto–.
La mayoría de los tópicos de este estilo de juego se derivan de esa mecánica base: los extremos (o carrileros en este Betis) pegados a la cal que esperan pacientemente en su posición, la ocupación de espacios intermedios, los cambios de juego cuando el rival bascula y deja libre justamente al hombre de la banda alejada, el uso del tercer hombre para triangular cuando el defensor cierra la línea de pase hacia el hombre libre, la larga elaboración de juego entre los centrales hasta que consiguen crear ese primer hombre libre... Y justamente para mejorar la técnica colectiva de situarse correctamente y encontrar al hombre libre en superioridad numérica se juegan los famosos rondos y juegos de posición.
En el Betis de Setién se usan aún otros recursos para crear mayores espacios y dificultar aún más el robo de balón al rival:
- Por un lado se suele llevar a una versión bastante extrema la atracción de rivales y provocación de la presión alta del rival, hasta el punto de que en ocasiones se renuncia a avanzar, especialmente con el marcador a favor, para incitar a la primera línea del rival a acercarse a los defensas béticos y provocar así huecos a sus espaldas –Mandi es especialista en este recurso–. Los delanteros béticos tienen además la misión de amenazar la espalda de los defensas rivales para aumentar más la distancia entre líneas del equipo que defiende.
Movimientos de atracción y amenaza para obligar al rival a separar líneas
- Por otro lado, al entrenar rondos en espacios muy reducidos el jugador se habitúa a ellos y los espacios naturales del juego real se le hacen mucho más cómodos.
- Para evitar jugar demasiado estáticos pero al tiempo no pisarse los espacios entre sí se realizan movimientos de permuta entre varios, tres típicamente, como movimientos hacia atrás de un extremo que arrastran a su lateral y abren al interior:
Permuta de posiciones en ataque entre Joaquín, Fabián y Barragán, típica de la temporada 17/18
Como puede verse, en suma, el juego de posición en fase ofensiva consiste fundamentalmente en un trabajo colectivo para que cada jugador reciba el balón en las mejores condiciones de espacio posibles, porque eso le dará tiempo para jugar y hacer daño al rival. En principio no hay nada extremista ni arriesgado en ello, sino que más bien se trata de aplicar pura racionalidad a partir, eso sí, de la voluntad de jugar colectivamente (sin estrellas que vengan a quitar el balón de los pies a sus centrales para ayudarles a sacar el balón jugado) y de querer avanzar tocando el balón por abajo, evitando en lo posible otros medios, igualmente lícitos, como el pelotazo largo.
PS: De modo inverso, un equipo con los jugadores muy juntos (por ejemplo, en los instantes inmediatos a recuperar el balón) tendrá dificultades para pasarse la pelota y conservar la posesión; por eso el rival aprovecha esos breves segundos –si los ha preparado bien– para hacer la famosa contrapresión o presión postpérdida. De esto, y de cómo distancian a sus jugadores los esquemas que está jugando el Betis esta pretemporada (3-1-4-2 y 3-4-3) intentaremos hablar próximamente.
Los comentarios son bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.
Muchas gracias como siempre!
ResponderEliminar¡A ti, Álvaro!
ResponderEliminarMuy instructivo sí señor. Poner de ejemplo a Tosca nunca te lo perdonaré Carmena��
ResponderEliminarMuchas gracias. Como diría la sra. jueza, Tosca es jugador del Betis mietras no se demuestre lo contrario ;)
ResponderEliminarJR
Muy instructivo y bien explicado.
ResponderEliminarMuchas gracias y porfavor más.
Gracias, José. Pronto escribiré algo de sistemas (además del análisis de partidos). Un saludo.
Eliminar