BETIS (0): Adán; Rafa Navarro (Álex Alegría, m. 79), Pezzella, Mandi, Álex Martínez; Petros, Jonas (Nahuel, m. 62), Joaquín (Cejudo, m. 62), Felipe Gutiérrez; Rubén Castro y Sanabria.
ESPANYOL (1): Diego López; Aarón, David López, Diego Reyes, Víctor Sánchez; Hernán Pérez (Demichelis, m. 81), Javi Fuego, Marc Roca, Piatti (Diop, m. 75); Baptistão (Reyes, m. 69) y Gerard.
0-1, m. 62: Diego Reyes.
Árbitro: De Burgos Bengoetxea. (Comité Vasco). Mostró tarjeta amarilla a Pezzella, Jonas, Felipe Gutiérrez, Hernán Pérez, Piatti y Víctor Sánchez.
38000 espectadores en el Benito Villamarí y buenas condiciones para el fútbol.
El flojo partido jugado hoy por el Betis ante el Espanyol resultó tan igualado como tantos otros y se decidió en el acierto en las áreas.
Primera hora de juego
Adolecía el Betis esta temporada, a nuestro entender, de dos problemas graves: la situación en el campo –cuando está en él– de Rubén Castro y un modelo de juego obsoleto. Arregló Poyet con su alineación el primero de ellos, pero no el segundo.
Y es que tanto Quique Sánchez Flores como el preparador uruguayo del Betis optaron por un rígido 4-4-2 de mediocentros paralelos como sistema de juego, tanto en defensa como en ataque, lo cual hacía presagiar –y en efecto así fue– un partido áspero y poco vistoso. Los visitantes colocaban un equipo clementista, con cuatro jugadores en las zonas de centrales y mediocentros de esos que la secretaría técnica del Betis no fue capaz de hallar –salvo Donk– en el mercado: centrales convertibles a mediocentros, o viceversa, que jugaron rodeados de laterales, extremos y delanteros veloces capaces de salir disparados a toda velocidad tras robo; el Espanyol apostaba claramente por los espacios como modo de buscar la portería rival, aunque no rifaba fácilmente el balón cuando tenía que jugarlo desde atrás.
El 4-4-2 del Betis tenía una naturaleza algo distinta. Ante todo, Petros y Jonas, los mediocentros, son futbolistas con alma de interior, tendentes a la movilidad, el amplio recorrido, el dinamismo, la conducción y la presión adelantada, más que a mantener la posición. Por la derecha quedaba Joaquín, extremo natural con recientes tendencias interiores (cosas de la edad), y por la izquierda Felipe, que carece de velocidad para ser jugador de banda. Aunque Petros se situaba entre Jonas y Felipe, la falta de finura táctica de Poyet, y su gusto por un ataque móvil, un tanto desordenado y dejado a la inspiración de los jugadores, dejó pasar la oportunidad de meter a Felipe por dentro y dejar caer (en ataque) a Castro a la izquierda, lo cual hubiese metido un hombre más en zonas interiores y repartido mejor los roles y los espacios ofensivos de los béticos. Al contrario, no fue nada raro ver a Joaquín haciendo de verdadero interior, labor que cumple bien pero que obligó varias veces a Felipe a aparecer en posiciones excesivamente adelantadas.
Sanabria, pareja de Rubén, y Rafa Navarro, por Piccini, completaban un equipo algo más ordenado y pausado que en jornadas anteriores, pero con problemas para elaborar el juego. Con un Espanyol cómodo sin balón pero no muy encerrado atrás resultó un partido feo y algo bronco, en el que el Betis tenía más el balón (pese a no ejecutar una buena presión tras pérdida) pero sólo llegaba en contras tras los habituales robos de Petros. Jonas, único interior para hacer de segundo escalón por delante del brasileño, apenas se escalonaba con este y además es jugador menos fino de lo que el bético esperaba.
El dominio del Betis fue especialmente intenso en el arranque de ambos tiempos. Tras perder algo de fuelle en el segundo, pasada la hora llega el gol del Espanyol en un córner mal defendido.
Última media hora
Poyet pasa de inmediato a un 4-4-2 más abierto con Felipe ya en el mediocentro y Cejudo y Nahuel en bandas. El Espanyol saca más defensas, se encierra a la vieja usanza y junta muchísimo las líneas,hasta el punto de que la principal vía de llegada bética son los balones directos de Felipe hacia Álex Martínez a la espalda del lateral derecho.
Álex Alegría entra como, digamos, delantero por la derecha, con Rubén entre Sanabria y él, y sus bajadas de balón y el empuje de Cejudo logran acular al Espanyol y, aunque a pelotazos, crear algún peligro cerca del final. El partido acaba con una gran parada de López.
Jugador por jugador
Adán: En el gol, un remate muy cercano, no logró hacer el milagro que sí hizo Diego López al final.
Navarro: Partido muy aseado. Sin brillantez pero ordenado. Buen debut.
Mandi: Partido correcto, con buena salida de balón, pero el gol retrató su blandura en la marca.
Pezzella: Llegó tarde a varios cruces, cosa rara en él.
Álex Martínez: Controló bien a Hernán y aprovechó bien el pasillo que este le dejó.
Joaquín: Pone la poca calidad en la construcción que hay.
Jonas: No es el medio constructivo que algunos quisieron ver, aunque es dinámico y toca aceptablemente el balón. Otro interior corretón más, como Petros, Brasanac o Felipe (cada uno a su estilo).
Petros: Otro partidazo enorme, de recorrido e intensidad exagerados y acierto en el juego.
Felipe: Aunque la cierre en defensa, en ataque no debiera pisar tanto la banda, porque su fútbol es otro.
Sanabria: Está verde, y se le nota. Amaga pero casi nunca da. Le faltó instinto rematador.
Rubén: Poco suministrado y bien marcado, apenas pudo soltar un tiro.
Nahuel: Salió en circunstancias complicadas y lo notó.
Cejudo: Muy bien. Metió muchísimo empuje.
Álex Alegría: De repente Poyet recordó cómo ganaba metros su equipi hace tres partidos. Buen trabajo.
Poyet: Ha querido hacer alineaciones conformes a las presiones que le llegan (Sanabria por Álex Alegría, Castro arriba) pero no ha tenido la sutileza táctica para lograr una buena colocación ofensiva y un buen fútbol con ella.
El detalle
El público apoyó en todo momento al equipo y las críticas apenas aparecieron al final de cada tiempo y en los últimos quince minutos. El ambiente del Villamarín no es excusa: todo lo contrario.
Los comentarios son siempre bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.
lunes, 31 de octubre de 2016
sábado, 22 de octubre de 2016
Osasuna 1 - Betis 2 (9ª jornada de Liga de Primera División)
OSASUNA (1): Nauzet; Oier, David García, Miguel Flaño, Unai, Berenguer (Jaime Romero, m. 68); Roberto Torres, Digard, De las Cuevas; Sergio León (Fausto Tienza, m. 87) y Oriol Riera (Rivière, m. 57).
BETIS (2): Adán; Piccini, Pezzella, Mandi, Álex Martínez; Cejudo, Jonas (Brasanac, m. 63), Petros, Felipe Gutiérrez; Joaquín (Álex Alegría, m. 83) y Sanabria (Rubén Castro, m. 83)
0-1, m. 19: Joaquín. 1-1, m. 47: Roberto Torres. 1-2, m. 91: Felipe Gutiérrez.
Del Cerro Grande (Comité Madrileño). Amarillas a David García, De las Cuevas, Brasanac y Cejudo. Expulsó por roja directa a Rivière (min. 86).
El Betis de Poyet parece haber definido definitivamente su estilo: un juego basado en el dinamismo –si quieren mirar la botella medio llena–, o un juego descontrolado –si prefieren verla medio vacía–, de campo largo, presión constante e irreflexiva al rival cuando este tiene el balón, y mucha movilidad en ataque, fase en la que es difícil detectar movimientos o mecanismos reconocibles. En suma, una versión algo más cuidadosa con la pelota del viejo y obsoleto estilo inglés, ofensivo pero muy diferente del fútbol posicional hoy de moda. Números en mano, parece que alcanzará para disputar el partido a la mayoría de equipos de la liga española y vencer a un buen puñado de ellos, y también para hacer algunos ridículos apenas esa presión falle –por falta de intensidad o por la calidad del rival–. En el criterio de cada cual quede si el rendimiento de este equipo está por encima o por debajo –como creemos nosotros– del potencial de esta plantilla.
Primera media hora
Se anunciaban cambios en el Betis y desde luego los hubo: para estupefacción general Poyet decide prescindir del mejor jugador del club durante las seis últimas temporadas, Rubén Castro, y para sorpresa de quien esto escribe no lo hace para plantar su favorito 4-3-3 (en el que el canario es un cuerpo extraño) sino para colocar al equipo en un 4-4-1-1 (o 4-2-3-1 si lo prefieren) en el que Jonas y Petros hacían de mediocentros paralelos, Cejudo y Felipe Gutiérrez cogían las bandas y Joaquín quedaba, con absoluta libertad de movimientos, por detrás del punta, que era Sanabria en lugar de Alegría. Parece pues definitivamente que Poyet desea jugar con un solo punta nato, sea con un esquema o con otro, y que ese punta ha de ser para él un hombre potente físicamente para bajar balones, papel que ciertamente no puede cumplir Rubén. Bien podría Poyet entregar al canario el privilegiado puesto de segundo punta, a la manera de Joaquín ayer (aunque su aportación al juego interior sería obviamente distinta), o usar alguna de las fórmulas aquí veinte veces explicadas, pero no parece entrar en sus planes tal cosa: Rubén no corre lo suficiente, y además Poyet parece pensar que tener a tres por dentro en el mediocampo es imprescindible, incluso más que meter goles.
Menos problemas tuvo Quique Martín para jugar con dos arriba, aunque no tengan sus delanteros exactamente la calidad de Castro. Osasuna colocó un 5-3-2 de interiores bastante abiertos (De las Cuevas y Torres) por delante del mediocentro exbético Digard, saliente como siempre de lesión. Los sistemas encajaban mal, así que durante el partido nunca hubo emparejamientos claros y además los intentos de presión de unos y otros fueron siempre impulsivos y poco ordenados. De hecho tardaron los locales bastante en ajustar mínimamente su presión, lo que permitió tocar por dentro a un Betis a cuya salida de balón hace mucho bien la presencia de Mandi y Jonas, y que trataba de sacar el balón jugado. Los visitantes dominaban claramente la posesión pero apenas tenían más ocasiones que el gol de Joaquín.
Segunda media hora
Una buena jugada personal del excanterano bético Sergio León da el toque de corneta a Osasuna –un equipo muy corto de calidad: mantiene la base del equipo sexto el año pasado en Segunda, y su único fichaje no gratuito ha sido precisamente León–; los pamploneses dan a la media hora un paso adelante con su presión y el Betis, con un Jonas enredado, comete pérdidas en zonas prohibidas. A costa de un notable desgaste físico los locales acumulan ocasiones, especialmente en el desconcentrado arranque bético de la segunda parte. Llega el empate y puede caer algún gol más.
Última media hora
Afortunadamente para el Betis Quique Martín retira a Berenguer, martirio de Piccini desde el carril, y cambia a un 4-2-3-1 en el que De las Cuevas se coloca como mediocentro a la derecha de un Digard que ya sólo mira cómo pasan los rivales. La presión osasunista en el medio baja una barbaridad, el Betis (ya con Brasanac ahí) la toca con comodidad y, aun sin hacer un juego ni mucho menos vistoso, las ocasiones claras béticas van goteando. Poyet cambia a los dos de arriba y el Betis queda con un jugador más muy al final. El gol, justo, llega sobre la bocina.
Jugador por jugador
Adán: Mal en el gol de Osasuna y con los pies. Seguro por demás.
Piccini: La jugada del 1-1 lo deja en muy mal lugar: con el apoyo de dos compañeros por dentro permite al rival desbordarlo por fuera, algo muy poco inteligente.
Mandi: No se impone por físico, pero maneja bien el balón y el tiempo.
Pezzella: Cumplidor, como siempre.
Álex Martínez: Asegura un rendimiento aceptable y sabe cerrar, pero sus condiciones son inferiores a las de Durmisi.
Cejudo: Cuando las cosas se ponen feas los entrenadores acuden a él. Por algo será.
Jonas: Irregular. Pasa bien pero se dejó robar balones peligrosos.
Petros: Partido monumental. Omnipresente y acertado en el pase como siempre, fue el único que puso un poco de pausa racional en el precipitado juego bético, e incluso se permitió el lujo de dar un par de asistencias, como la del 0-1. En el doble pivote está más a gusto que como único mediocentro, porque tiene un rango más amplio de movimientos.
Felipe Gutiérrez: Carece de condiciones físicas (en concreto, de velocidad) para jugar realmente en banda como ayer. Fue decisivo en dos jugadas: una parada bajo palos –gracias a un movimiento previo excelente– y el gol final, de tiro muy potente que el portero se traga de forma infame.
Joaquín: La posición de segundo delantero, una bicoca para un jugador de calidad –exige poco en defensa y da mucha libertad en ataque–, se justifica si creas superioridades en zonas de mediapunta pero también llegas arriba al remate. Así fue. Desde ese lugar, más apropiado ya para él que el extremo –los años dan sabiduría y quitan velocidad–, fue gran protagonista de los ataques béticos.
Sanabria: De momento da mejores sensaciones que resultados.
Brasanac: Como otras veces, estuvo en su sitio, aunque no lo pareció.
Alegría: En su acción favorita provocó la falta del 1-2.
Castro: Tuvo la caña preparada.
Poyet: Que un entrenador sea incapaz de encontrar acomodo a un jugador como Rubén Castro por prejuicios tácticos lo descalifica totalmente. En cuanto a modelo de juego ya nadie puede llamarse a engaño: las cartas están boca arriba. La victoria le da oxígeno, aunque debe valorarse con la medida del bajísimo potencial del rival.
Los comentarios son bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.
BETIS (2): Adán; Piccini, Pezzella, Mandi, Álex Martínez; Cejudo, Jonas (Brasanac, m. 63), Petros, Felipe Gutiérrez; Joaquín (Álex Alegría, m. 83) y Sanabria (Rubén Castro, m. 83)
0-1, m. 19: Joaquín. 1-1, m. 47: Roberto Torres. 1-2, m. 91: Felipe Gutiérrez.
Del Cerro Grande (Comité Madrileño). Amarillas a David García, De las Cuevas, Brasanac y Cejudo. Expulsó por roja directa a Rivière (min. 86).
El Betis de Poyet parece haber definido definitivamente su estilo: un juego basado en el dinamismo –si quieren mirar la botella medio llena–, o un juego descontrolado –si prefieren verla medio vacía–, de campo largo, presión constante e irreflexiva al rival cuando este tiene el balón, y mucha movilidad en ataque, fase en la que es difícil detectar movimientos o mecanismos reconocibles. En suma, una versión algo más cuidadosa con la pelota del viejo y obsoleto estilo inglés, ofensivo pero muy diferente del fútbol posicional hoy de moda. Números en mano, parece que alcanzará para disputar el partido a la mayoría de equipos de la liga española y vencer a un buen puñado de ellos, y también para hacer algunos ridículos apenas esa presión falle –por falta de intensidad o por la calidad del rival–. En el criterio de cada cual quede si el rendimiento de este equipo está por encima o por debajo –como creemos nosotros– del potencial de esta plantilla.
Primera media hora
Se anunciaban cambios en el Betis y desde luego los hubo: para estupefacción general Poyet decide prescindir del mejor jugador del club durante las seis últimas temporadas, Rubén Castro, y para sorpresa de quien esto escribe no lo hace para plantar su favorito 4-3-3 (en el que el canario es un cuerpo extraño) sino para colocar al equipo en un 4-4-1-1 (o 4-2-3-1 si lo prefieren) en el que Jonas y Petros hacían de mediocentros paralelos, Cejudo y Felipe Gutiérrez cogían las bandas y Joaquín quedaba, con absoluta libertad de movimientos, por detrás del punta, que era Sanabria en lugar de Alegría. Parece pues definitivamente que Poyet desea jugar con un solo punta nato, sea con un esquema o con otro, y que ese punta ha de ser para él un hombre potente físicamente para bajar balones, papel que ciertamente no puede cumplir Rubén. Bien podría Poyet entregar al canario el privilegiado puesto de segundo punta, a la manera de Joaquín ayer (aunque su aportación al juego interior sería obviamente distinta), o usar alguna de las fórmulas aquí veinte veces explicadas, pero no parece entrar en sus planes tal cosa: Rubén no corre lo suficiente, y además Poyet parece pensar que tener a tres por dentro en el mediocampo es imprescindible, incluso más que meter goles.
Menos problemas tuvo Quique Martín para jugar con dos arriba, aunque no tengan sus delanteros exactamente la calidad de Castro. Osasuna colocó un 5-3-2 de interiores bastante abiertos (De las Cuevas y Torres) por delante del mediocentro exbético Digard, saliente como siempre de lesión. Los sistemas encajaban mal, así que durante el partido nunca hubo emparejamientos claros y además los intentos de presión de unos y otros fueron siempre impulsivos y poco ordenados. De hecho tardaron los locales bastante en ajustar mínimamente su presión, lo que permitió tocar por dentro a un Betis a cuya salida de balón hace mucho bien la presencia de Mandi y Jonas, y que trataba de sacar el balón jugado. Los visitantes dominaban claramente la posesión pero apenas tenían más ocasiones que el gol de Joaquín.
Segunda media hora
Una buena jugada personal del excanterano bético Sergio León da el toque de corneta a Osasuna –un equipo muy corto de calidad: mantiene la base del equipo sexto el año pasado en Segunda, y su único fichaje no gratuito ha sido precisamente León–; los pamploneses dan a la media hora un paso adelante con su presión y el Betis, con un Jonas enredado, comete pérdidas en zonas prohibidas. A costa de un notable desgaste físico los locales acumulan ocasiones, especialmente en el desconcentrado arranque bético de la segunda parte. Llega el empate y puede caer algún gol más.
Última media hora
Afortunadamente para el Betis Quique Martín retira a Berenguer, martirio de Piccini desde el carril, y cambia a un 4-2-3-1 en el que De las Cuevas se coloca como mediocentro a la derecha de un Digard que ya sólo mira cómo pasan los rivales. La presión osasunista en el medio baja una barbaridad, el Betis (ya con Brasanac ahí) la toca con comodidad y, aun sin hacer un juego ni mucho menos vistoso, las ocasiones claras béticas van goteando. Poyet cambia a los dos de arriba y el Betis queda con un jugador más muy al final. El gol, justo, llega sobre la bocina.
Jugador por jugador
Adán: Mal en el gol de Osasuna y con los pies. Seguro por demás.
Piccini: La jugada del 1-1 lo deja en muy mal lugar: con el apoyo de dos compañeros por dentro permite al rival desbordarlo por fuera, algo muy poco inteligente.
Mandi: No se impone por físico, pero maneja bien el balón y el tiempo.
Pezzella: Cumplidor, como siempre.
Álex Martínez: Asegura un rendimiento aceptable y sabe cerrar, pero sus condiciones son inferiores a las de Durmisi.
Cejudo: Cuando las cosas se ponen feas los entrenadores acuden a él. Por algo será.
Jonas: Irregular. Pasa bien pero se dejó robar balones peligrosos.
Petros: Partido monumental. Omnipresente y acertado en el pase como siempre, fue el único que puso un poco de pausa racional en el precipitado juego bético, e incluso se permitió el lujo de dar un par de asistencias, como la del 0-1. En el doble pivote está más a gusto que como único mediocentro, porque tiene un rango más amplio de movimientos.
Felipe Gutiérrez: Carece de condiciones físicas (en concreto, de velocidad) para jugar realmente en banda como ayer. Fue decisivo en dos jugadas: una parada bajo palos –gracias a un movimiento previo excelente– y el gol final, de tiro muy potente que el portero se traga de forma infame.
Joaquín: La posición de segundo delantero, una bicoca para un jugador de calidad –exige poco en defensa y da mucha libertad en ataque–, se justifica si creas superioridades en zonas de mediapunta pero también llegas arriba al remate. Así fue. Desde ese lugar, más apropiado ya para él que el extremo –los años dan sabiduría y quitan velocidad–, fue gran protagonista de los ataques béticos.
Sanabria: De momento da mejores sensaciones que resultados.
Brasanac: Como otras veces, estuvo en su sitio, aunque no lo pareció.
Alegría: En su acción favorita provocó la falta del 1-2.
Castro: Tuvo la caña preparada.
Poyet: Que un entrenador sea incapaz de encontrar acomodo a un jugador como Rubén Castro por prejuicios tácticos lo descalifica totalmente. En cuanto a modelo de juego ya nadie puede llamarse a engaño: las cartas están boca arriba. La victoria le da oxígeno, aunque debe valorarse con la medida del bajísimo potencial del rival.
Los comentarios son bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.
domingo, 16 de octubre de 2016
Betis 1 - Real Madrid 6 (8ª jornada de Liga de Primera División)
BETIS (1): Adán; Piccini, Mandi, Pezzella, Durmisi; Petros; Joaquín, Jonas Martin (Dani Ceballos, m. 66), Brasanac (Cejudo, m.46), Rubén Castro; y Álex Alegría (Zozulia, m.46).
REAL MADRID: Keylor Navas; Carvajal, Pepe, Varane, Marcelo; Kroos, Kovacic (Lucas Vázquez, m. 64); Bale (Asensio, m. 79), Isco, Cristiano Ronaldo; y Benzema (Morata, m. 74).
Goles: 0-1, m.3: Varane. 0-2, m. 31: Benzema. 0-3, m. 39: Marcelo. 0-4, m. 45: Isco. 1-4, m. 55: Cejudo. 1-5, m. 62: Isco. 1-6, m. 78: Cristiano Ronaldo.
Árbitro: Gil Manzano (Comité Extremeño). Amonestó a Isco, Pezzella, Zozulia y Petros.
Incidencias: 42.000 espectadores en el estadio Benito Villamarín. Muy buen tiempo y terreno de juego en perfectas condiciones para el fútbol.
El Betis de Poyet hizo anoche un ridículo pleno e histórico ante el Real Madrid. El entrenador uruguayo reinicidió en sus errores tácticos y su puesto corre ya un peligro muy serio.
Primer tiempo
El primero de estos errores, pretender que la plantilla se adapte a un esquema de juego preconcebido, es fallo muy básico en un entrenador y ha sido ya demasiadas veces explicado aquí; afectó de nuevo a Rubén Castro, que ni defendió como debía ni pisó el área rival.
Vale la pena más por tanto detenerse en el segundo problema, el modelo de juego. Poyet insistió con su alineación y propuesta en lo ya conocido: un equipo concebido para el partido de ida y vuelta y la presión a campo abierto por pura resistencia, al obsoleto estilo inglés. Para ello pobló de nuevo el mediocampo con tres correcaminos, dispuestos a hacer los kilómetros que hicieran falta, aunque sin mucho talento para cerrar líneas de pase.
Dicho planteamiento se exponía ayer a dos peligros graves. Primero: en general es una manera de jugar arriesgada, que requiere una concentración y entrega totales para ganar los duelos y balones divididos; de lo contrario, los espacios abiertos entre líneas pueden provocar oleadas de ataques rivales en igualdad e incluso superioridad numérica cuando se supera esa presión. Si además el rival es el Real Madrid, con gente tan dotada técnicamente en el centro cono Kroos o Isco, la presión tiene que ser casi fanática y muy bien coordinada. No fue el caso, e incluso el arranque (desastroso para el Betis, que suerte tuvo de emerger con sólo un gol en contra del primer cuarto de hora) demostró que Zidane tuvo más éxito que Poyet en su petición de "intensidad": el Betis hizo una sola falta en campo propio en toda la primera mitad, y fue la del 1-0.
El segundo peligro, al que ya expuso al Betis un temerario Garrido hace casi tres años (con idénticos resultados, por cierto), era invitar al Real Madrid a practicar su juego favorito: jugadores como Bale, Cristiano o Marcelo, muy potentes físicamente y de zancada larga, se sienten a gusto a campo abierto y en el uno contra uno con metros por delante. Casi todos los goles del Madrid, efectivamente, llegaron en jugadas rápidas y verticales tras robo o presión fallida. Poco ayudados los laterales por Joaquín y, sobre todo, Rubén Castro, los béticos cedieron además siempre metros por las bandas, y las basculaciones de los interiores fueron castigdas con precisos cambios de juego.
Todo esto sucedió pese a la ortodoxa colocación de los béticos, bien emparejados con los madridistas. Los visitantes, con Casemiro fuera, transformaron su habitual 4-3-3 en un 4-2-3-1 en el que Kovacic hacía de escalón intermedio entre Kroos e Isco, prácticamente mediapunta. El 4-3-3 bético encajaba bien en teoría: Alegría trataba de ensuciar la salida de los centrales, Jonas encimaba a Kroos y Brasanac se emparejaba con el croata, mientras Petros tomaba a Isco. Pese a esos bien estudiados emparejamientos la presión en mediocampo nunca funcionó (enorme Kroos en el toque) y Piccini y Durmisi quedaron una y otra vez expuestos al uno contra uno con muchos espacios a su alrededor.
Sí logró el Betis mejorar sus cuotas de posesión –algo fundamental si se pretende presionar tras pérdida con un mínimo éxito–, aunque fuese a costa de riesgos, como mostró el 0-2. Dentro del pésimo partido general, fue buena noticia el trato de balón de Mandi y Jonas, que ganan metros siempre con su toque. El Betis se acercó con cierta frecuencia a la frontal del Real, aunque después la inoperancia de Brasanac y la escasa llegada de Joaquín (a veces muy atrasado por ayudar en la salida de balón) y Rubén (convertido en un mal marcador de Carvajal) aislaron a un desafortunado Alegría.
Segundo tiempo
Ya con un resultado escandaloso Poyet decide que había que haber ido a la guerra y mete a la infantería de choque: Cejudo y Zozulia son los nuevos extremos y Joaquín y Rubén la pareja de delanteros de un 4-4-1-1 (o 4-2-3-1). El Betis empuja durante quince minutos y marca el gol del honor. El resto del partido es un bochornoso entrenamiento ante un público silencioso.
Jugador por jugador
Adán: Irrelevante. Pudo hacer más en algún gol, como el segundo. Ha mejorado mucho el toque de media distancia hacia los laterales.
Piccini: Favorecido por el estilo de partido, llegó alguna vez arriba. Tan desbordado como todos en defensa.
Mandi: Aunque blandeó en defensa, sube el nivel. Muy bien en la salida jugada.
Pezzella: De lo mejor del equipo, y eso tras un 1-6 y en un central es muy preocupante.
Durmisi: Atolondrado con balón y muy apurado ante Bale (que, cierto, es muchísimo Bale).
Petros: Persiguió sombras.
Jonas: Aportó poquito en defensa, pero su dinamismo y calidad en el pase deben ser importantes en ataque.
Brasanac: Sin duda uno de los diez mil mejores centrocampistas de Europa.
Joaquín: Asume mucha responsabilidad en la salida de balón, y eso da fluidez pero también riesgo (0-2), y además le resta llegada.
Alegría: Aislado, fracasó ante Pepe y Varane. Esta vez lo buscaron menos.
Castro: Cuando el viento soplaba a su favor avisamos de que no debía tener esas obligaciones defensivas. Está desquiciado.
Cejudo: El único salvable. Puso dignidad y un gol.
Zozulia: Su fichaje se hace cada día más difícil de entender.
Ceballos: Parece incomprensible que Poyet no lo use de interior y sí de mediocentro. Pese a ello, en defensa se limitó a trotar. Tocó bien la pelota.
Poyet: Al parecer para él el fútbol es un deporte en el que juegan once jugadores que se colocan en un 4-3-3 y corren mucho. La situación se le va de las manos.
Los comentarios son siempre bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.
REAL MADRID: Keylor Navas; Carvajal, Pepe, Varane, Marcelo; Kroos, Kovacic (Lucas Vázquez, m. 64); Bale (Asensio, m. 79), Isco, Cristiano Ronaldo; y Benzema (Morata, m. 74).
Goles: 0-1, m.3: Varane. 0-2, m. 31: Benzema. 0-3, m. 39: Marcelo. 0-4, m. 45: Isco. 1-4, m. 55: Cejudo. 1-5, m. 62: Isco. 1-6, m. 78: Cristiano Ronaldo.
Árbitro: Gil Manzano (Comité Extremeño). Amonestó a Isco, Pezzella, Zozulia y Petros.
Incidencias: 42.000 espectadores en el estadio Benito Villamarín. Muy buen tiempo y terreno de juego en perfectas condiciones para el fútbol.
El Betis de Poyet hizo anoche un ridículo pleno e histórico ante el Real Madrid. El entrenador uruguayo reinicidió en sus errores tácticos y su puesto corre ya un peligro muy serio.
Primer tiempo
El primero de estos errores, pretender que la plantilla se adapte a un esquema de juego preconcebido, es fallo muy básico en un entrenador y ha sido ya demasiadas veces explicado aquí; afectó de nuevo a Rubén Castro, que ni defendió como debía ni pisó el área rival.
Vale la pena más por tanto detenerse en el segundo problema, el modelo de juego. Poyet insistió con su alineación y propuesta en lo ya conocido: un equipo concebido para el partido de ida y vuelta y la presión a campo abierto por pura resistencia, al obsoleto estilo inglés. Para ello pobló de nuevo el mediocampo con tres correcaminos, dispuestos a hacer los kilómetros que hicieran falta, aunque sin mucho talento para cerrar líneas de pase.
Dicho planteamiento se exponía ayer a dos peligros graves. Primero: en general es una manera de jugar arriesgada, que requiere una concentración y entrega totales para ganar los duelos y balones divididos; de lo contrario, los espacios abiertos entre líneas pueden provocar oleadas de ataques rivales en igualdad e incluso superioridad numérica cuando se supera esa presión. Si además el rival es el Real Madrid, con gente tan dotada técnicamente en el centro cono Kroos o Isco, la presión tiene que ser casi fanática y muy bien coordinada. No fue el caso, e incluso el arranque (desastroso para el Betis, que suerte tuvo de emerger con sólo un gol en contra del primer cuarto de hora) demostró que Zidane tuvo más éxito que Poyet en su petición de "intensidad": el Betis hizo una sola falta en campo propio en toda la primera mitad, y fue la del 1-0.
El segundo peligro, al que ya expuso al Betis un temerario Garrido hace casi tres años (con idénticos resultados, por cierto), era invitar al Real Madrid a practicar su juego favorito: jugadores como Bale, Cristiano o Marcelo, muy potentes físicamente y de zancada larga, se sienten a gusto a campo abierto y en el uno contra uno con metros por delante. Casi todos los goles del Madrid, efectivamente, llegaron en jugadas rápidas y verticales tras robo o presión fallida. Poco ayudados los laterales por Joaquín y, sobre todo, Rubén Castro, los béticos cedieron además siempre metros por las bandas, y las basculaciones de los interiores fueron castigdas con precisos cambios de juego.
Todo esto sucedió pese a la ortodoxa colocación de los béticos, bien emparejados con los madridistas. Los visitantes, con Casemiro fuera, transformaron su habitual 4-3-3 en un 4-2-3-1 en el que Kovacic hacía de escalón intermedio entre Kroos e Isco, prácticamente mediapunta. El 4-3-3 bético encajaba bien en teoría: Alegría trataba de ensuciar la salida de los centrales, Jonas encimaba a Kroos y Brasanac se emparejaba con el croata, mientras Petros tomaba a Isco. Pese a esos bien estudiados emparejamientos la presión en mediocampo nunca funcionó (enorme Kroos en el toque) y Piccini y Durmisi quedaron una y otra vez expuestos al uno contra uno con muchos espacios a su alrededor.
Sí logró el Betis mejorar sus cuotas de posesión –algo fundamental si se pretende presionar tras pérdida con un mínimo éxito–, aunque fuese a costa de riesgos, como mostró el 0-2. Dentro del pésimo partido general, fue buena noticia el trato de balón de Mandi y Jonas, que ganan metros siempre con su toque. El Betis se acercó con cierta frecuencia a la frontal del Real, aunque después la inoperancia de Brasanac y la escasa llegada de Joaquín (a veces muy atrasado por ayudar en la salida de balón) y Rubén (convertido en un mal marcador de Carvajal) aislaron a un desafortunado Alegría.
Segundo tiempo
Ya con un resultado escandaloso Poyet decide que había que haber ido a la guerra y mete a la infantería de choque: Cejudo y Zozulia son los nuevos extremos y Joaquín y Rubén la pareja de delanteros de un 4-4-1-1 (o 4-2-3-1). El Betis empuja durante quince minutos y marca el gol del honor. El resto del partido es un bochornoso entrenamiento ante un público silencioso.
Jugador por jugador
Adán: Irrelevante. Pudo hacer más en algún gol, como el segundo. Ha mejorado mucho el toque de media distancia hacia los laterales.
Piccini: Favorecido por el estilo de partido, llegó alguna vez arriba. Tan desbordado como todos en defensa.
Mandi: Aunque blandeó en defensa, sube el nivel. Muy bien en la salida jugada.
Pezzella: De lo mejor del equipo, y eso tras un 1-6 y en un central es muy preocupante.
Durmisi: Atolondrado con balón y muy apurado ante Bale (que, cierto, es muchísimo Bale).
Petros: Persiguió sombras.
Jonas: Aportó poquito en defensa, pero su dinamismo y calidad en el pase deben ser importantes en ataque.
Brasanac: Sin duda uno de los diez mil mejores centrocampistas de Europa.
Joaquín: Asume mucha responsabilidad en la salida de balón, y eso da fluidez pero también riesgo (0-2), y además le resta llegada.
Alegría: Aislado, fracasó ante Pepe y Varane. Esta vez lo buscaron menos.
Castro: Cuando el viento soplaba a su favor avisamos de que no debía tener esas obligaciones defensivas. Está desquiciado.
Cejudo: El único salvable. Puso dignidad y un gol.
Zozulia: Su fichaje se hace cada día más difícil de entender.
Ceballos: Parece incomprensible que Poyet no lo use de interior y sí de mediocentro. Pese a ello, en defensa se limitó a trotar. Tocó bien la pelota.
Poyet: Al parecer para él el fútbol es un deporte en el que juegan once jugadores que se colocan en un 4-3-3 y corren mucho. La situación se le va de las manos.
Los comentarios son siempre bienvenidos. En Twitter, @juanramonlara7.
sábado, 1 de octubre de 2016
Real Sociedad 1 - Betis 0 (7ª jornada de Liga de Primera División)
REAL SOCIEDAD (1): Rulli; Zaldúa (Mikel González, m. 89), Raúl Navas, Íñigo Martínez, Héctor Fernández; Illarramendi, Zurutuza; Vela (Canales, m. 74), Xabi Prieto, Oyarzabal; y Willian José (Juanmi, m. 91)
BETIS (0): Adán; Piccini, Bruno, Pezzella, Álex Martínez; Felipe Gutiérrez (Brašanac, m. 46), Petros, Ceballos; Joaquín (Musonda, m. 69), Álex Alegría y Rubén Castro (Nahuel, m. 68).
1-0, m. 63: Vela.
Árbitro: Trujillo Suárez (Comité Tinerfeño). Amarillas a Íñigo Martínez, Brasanac, Bruno, Joaquín e Illarramendi.
18.000 espectadores en Anoeta.
Sin orden no hay fútbol
El Betis reincidió anoche, durante su mal partido ante la Real Sociedad, en los defectos tácticos que ha mostrado desde el inicio de la Liga.
Hace muchas décadas que los equipos preparan cuidadosamente sus movimientos colectivos en defensa; incluso en los últimos años han surgido técnicos que también coreografían cuidadosamente los movimientos en ataque, más allá de los rutinarios o la inspiración individual de los jugadores. Pues bien, este Betis de Poyet no sólo carece de estos movimientos previstos en ataque sino que incluso parece defender más por desgaste físico y amontonamiento de jugadores que por tener preparadas las ubicaciones, desplazamientos y emparejamientos adecuados.
Primera parte
Esos movimientos impulsivos hacen estéril el abnegado trabajo de los jugadores del Betis –que correr, corren mucho– cuando delante se encuentran equipos inspirados en el juego ofensivo posicional del Barcelona, esto es, que abren el campo, tocan la pelota con paciencia y se separan adecuadamente entre ellos; si el rival logra encadenar diez o doce toques en mediocampo, las constantes salidas de posición de los centrocampistas béticos, siempre excesivamente móviles en defensa y muy dispuestos a irse al suelo a la primera ocasión –como ayer Gutiérrez, Petros y Ceballos–, provocan fácilmente la aparición de espacios y de ahí el peligro para Adán, el portero que más tiros recibe de la liga española. Ayer resultaron especialmente llamativas las exageradas basculaciones laterales de todo el equipo, que provocaron que una Real que lee bien los espacios (sobre todo Illarramendi) llegara con facilidad por los flancos apenas lograba en cada jugada un buen cambio de juego.
En lo posicional los planteamientos de los dos equipos fueron los previsibles. La Real jugaba un 4-2-3-1 que en ataque semejaba más un 4-3-3, pues Illarramendi pedía el balón como verdadero mediocentro posicional mientras Zurutuza quedaba como interior izquierdo en fase ofensiva. Oyarzabal era extremo izquierdo y Prieto y Vela se repartían los espacios de extremo e interior derecho. Enfrente el Betis volvía a presentar un 4-3-3 con Ceballos y Felipe como interiores, aparentemente de inicio a derecha e izquierda respectivamente, aunque pronto parecieron invertidos por iniciativa propia.
Una vez más el Betis no disfrutó, sino que sufrió, el círculo virtuoso que soñábamos en pretemporada: era la Real quien sacaba el balón con limpieza de atrás, lo movía con velocidad, descolocaba a un Betis que iba siempre al quite y nunca a cerrar líneas de pase, y así los locales o bien llegaban a puerta o bien perdían la pelota en zonas ventajosas y ante un rival aculado y desordenado, fácil víctima pues de la contrapresión. Cuando el Betis intentaba salir desde atrás Bruno, inseguro, dimitía ante la más tímida presión y cedía casi todo a Adán para que este jugase en largo. La posesión fue aplastantemente realista durante la primera media hora (68,2/31,8%) y durante la primera mitad sólo se igualó un poco en el último tramo.
Posicionalmente el Betis reprodujo el sabidísimo problema defensivo habitual: Castro se quedaba en una posición intermedia, indecisa entre presionar al central derecho de la Real y perseguir a su lateral. Sin plan concreto para esa contingencia, algo que nos parece muy grave por parte de los técnicos béticos, el equipo basculaba como podía para tapar la brecha y si la Real no encontraba el espacio por ahí lo hacía con rápidos cambios de juego hacia Oyarzabal, que encaró mil veces a Piccini. Por dentro (el trío de 1+2 nunca casa bien con el mediocentro más dos interiores del rival) Ceballos se emparejaba con Illarramendi y Petros quedaba a la izquierda de Felipe, casi en doble pivote. El Betis defendía más por amontonaimento (diez hombres siempre por detrás del balón) y por entrega que por buena posición. La Real era mejor y rondaba el área, aunque tenía pocas ocasiones claras.
Minuto 46 al 68
Sabido es que los sistemas de defensa posicional (o sea, cuando el balón lo tiene el rival y no se va arriba a presionar) se montan casi siempre con cuatro defensas contra tres delanteros, de modo que hay que negociar en qué sector del campo tener inferioridad numérica. Por ejemplo, en el planteamiento bético de la primera parte era Alegría quien estaba destinado a ensuciar la salida de los dos centrales locales (uno contra dos).
Si, sin embargo, se pretende defender un 4-3-3 como ese de la Real desde un 4-4-2, los dos delanteros han de cerrar (en dos contra tres) a los centrales y el mediocentro rivales:
Pues bien: Poyet (¿o fue Rubén Castro?) cambió en el descanso el plan defensivo en el sentido que aquí tantas veces hemos pedido, pero lo hizo muy mal. El equipo pasó a defender en 4-4-2 pero, asombrosamente, Alegría y Castro se descolgaron como delanteros emparejados con los centrales y abandonaron el marcaje de Illarramendi; como el equipo tampoco iba a presionar arriba (y por tanto ni Bruno ni Pezzella saltaban al centro del campo a por el mediapunta) el mediocampo bético, ahora de sólo cuatro hombres, quedó en escandalosa inferioridad numérica ante el de la Real. Siguieron minutos de posesión aplastante realista y llegadas constantes por las bandas, hasta que cayó el gol.
Minuto 69 al final
Con 1-0 en contra Poyet prescinde de su mejor atacante ayer y de uno de los mejores goleadores de la historia del Betis para reconstruir su muy caro 4-3-3, con Nahuel y Musonda por las bandas y Petros como mediocentro. El Betis, sin calidad para la salida limpia desde atrás, mal situado en ataque –sus jugadores nunca se separan bien– y bien movido de lado a lado por una Real que se sabe defender con balón –que sí sabe separarse por dentro y hacer las cuatro esquinitas–, ni siquiera logra tener la pelota más que su rival y apenas se acerca a puerta. La Real hace sus cambios muy tarde.
Jugador por jugador
Adán: Mantuvo vivo al equipo en la primera parte con dos buenas paradas.
Piccini: No lució en ataque porque apenas pudo pasar de la divisoria; las enormes basculaciones lo obligaron en ocasiones a ocupar posiciones defensivas muy centrales, y sin embargo –aunque se lo critique– cumplió.
Bruno: Bien en defensa, su actual maltrato al balón penaliza mucho al equipo. Se espera a Mandi, que debe mejorar mucho este aspecto.
Pezzella: El argentino sí ha mejorado su trato de balón. Bien.
Álex Martínez: Muy exigido, como Piccni, cumplió a duras penas dentro de una lógica falta de ritmo.
Felipe Gutiérrez: Uno de los que corrieron mucho, pero no se sabe muy bien hacia dónde.
Petros: Debe jugar pero el peso de la construcción no puede caer sobre sus hombros. Su situación como mediocentro teóricamente posicional evidencia el grave error de la dirección deportiva de no cubrir esa posición: sea mejor o peor, se necesita urgentemente un mediocentro del estilo de Xabi Alonso.
Ceballos: Se mató a correr pero le salieron pocas cosas. Debe mejorar mucho su posicionamiento ofensivo, asunto muy importante en el que lamentablemente lleva años estancado. Si entrena bien hay que darle minutos.
Joaquín: Buen partido, una vez más. El único que tuvo claridad en ataque.
Álex Alegría: Bajó de nuevo un buen puñado de balones, se sacó de la manga la única ocasión clara (muy clara: apuradísima parada de Rulli) del Betis y combinó bien por dentro. Hay que renovarlo ya. Ya.
Rubén Castro: La intrahistoria nos dirá si su cambio fue un castigo por desobediencia posicional o un ejemplo supremo del desconocimiento de Poyet de su plantilla. En cualquier caso el entrenador uruguayo va camino de cargarse a una leyenda del club.
Brašanac: Esforzado e irrelevante, como siempre. Tardó dos minutos en recibir una tarjeta.
Nahuel: Voluntad, pero poco más que enredos por dentro.
Musonda: Sorprendió su suplencia. Al menos desbordó, aunque en el desorden general no encuentra su jugada natural: encarar en uno contra uno por fuera.
Poyet: Sigue empecinado en un sistema que trae de casa y que no se adapta a su plantilla, y en particular a su mejor jugador. Tal vez ese empecinamiento se deba a la necesidad de acumular cinco jugadores en mediocampo para paliar el desorden y exceso de movimento defensivo en esa zona; si es así, que arregle ese problema.
Los comentarios son siempre bienvenidos y casi siempre contestados. En Twitter, @juanramonlara7.
BETIS (0): Adán; Piccini, Bruno, Pezzella, Álex Martínez; Felipe Gutiérrez (Brašanac, m. 46), Petros, Ceballos; Joaquín (Musonda, m. 69), Álex Alegría y Rubén Castro (Nahuel, m. 68).
1-0, m. 63: Vela.
Árbitro: Trujillo Suárez (Comité Tinerfeño). Amarillas a Íñigo Martínez, Brasanac, Bruno, Joaquín e Illarramendi.
18.000 espectadores en Anoeta.
Sin orden no hay fútbol
El Betis reincidió anoche, durante su mal partido ante la Real Sociedad, en los defectos tácticos que ha mostrado desde el inicio de la Liga.
Hace muchas décadas que los equipos preparan cuidadosamente sus movimientos colectivos en defensa; incluso en los últimos años han surgido técnicos que también coreografían cuidadosamente los movimientos en ataque, más allá de los rutinarios o la inspiración individual de los jugadores. Pues bien, este Betis de Poyet no sólo carece de estos movimientos previstos en ataque sino que incluso parece defender más por desgaste físico y amontonamiento de jugadores que por tener preparadas las ubicaciones, desplazamientos y emparejamientos adecuados.
Primera parte
Esos movimientos impulsivos hacen estéril el abnegado trabajo de los jugadores del Betis –que correr, corren mucho– cuando delante se encuentran equipos inspirados en el juego ofensivo posicional del Barcelona, esto es, que abren el campo, tocan la pelota con paciencia y se separan adecuadamente entre ellos; si el rival logra encadenar diez o doce toques en mediocampo, las constantes salidas de posición de los centrocampistas béticos, siempre excesivamente móviles en defensa y muy dispuestos a irse al suelo a la primera ocasión –como ayer Gutiérrez, Petros y Ceballos–, provocan fácilmente la aparición de espacios y de ahí el peligro para Adán, el portero que más tiros recibe de la liga española. Ayer resultaron especialmente llamativas las exageradas basculaciones laterales de todo el equipo, que provocaron que una Real que lee bien los espacios (sobre todo Illarramendi) llegara con facilidad por los flancos apenas lograba en cada jugada un buen cambio de juego.
En lo posicional los planteamientos de los dos equipos fueron los previsibles. La Real jugaba un 4-2-3-1 que en ataque semejaba más un 4-3-3, pues Illarramendi pedía el balón como verdadero mediocentro posicional mientras Zurutuza quedaba como interior izquierdo en fase ofensiva. Oyarzabal era extremo izquierdo y Prieto y Vela se repartían los espacios de extremo e interior derecho. Enfrente el Betis volvía a presentar un 4-3-3 con Ceballos y Felipe como interiores, aparentemente de inicio a derecha e izquierda respectivamente, aunque pronto parecieron invertidos por iniciativa propia.
Una vez más el Betis no disfrutó, sino que sufrió, el círculo virtuoso que soñábamos en pretemporada: era la Real quien sacaba el balón con limpieza de atrás, lo movía con velocidad, descolocaba a un Betis que iba siempre al quite y nunca a cerrar líneas de pase, y así los locales o bien llegaban a puerta o bien perdían la pelota en zonas ventajosas y ante un rival aculado y desordenado, fácil víctima pues de la contrapresión. Cuando el Betis intentaba salir desde atrás Bruno, inseguro, dimitía ante la más tímida presión y cedía casi todo a Adán para que este jugase en largo. La posesión fue aplastantemente realista durante la primera media hora (68,2/31,8%) y durante la primera mitad sólo se igualó un poco en el último tramo.
Posicionalmente el Betis reprodujo el sabidísimo problema defensivo habitual: Castro se quedaba en una posición intermedia, indecisa entre presionar al central derecho de la Real y perseguir a su lateral. Sin plan concreto para esa contingencia, algo que nos parece muy grave por parte de los técnicos béticos, el equipo basculaba como podía para tapar la brecha y si la Real no encontraba el espacio por ahí lo hacía con rápidos cambios de juego hacia Oyarzabal, que encaró mil veces a Piccini. Por dentro (el trío de 1+2 nunca casa bien con el mediocentro más dos interiores del rival) Ceballos se emparejaba con Illarramendi y Petros quedaba a la izquierda de Felipe, casi en doble pivote. El Betis defendía más por amontonaimento (diez hombres siempre por detrás del balón) y por entrega que por buena posición. La Real era mejor y rondaba el área, aunque tenía pocas ocasiones claras.
Minuto 46 al 68
Sabido es que los sistemas de defensa posicional (o sea, cuando el balón lo tiene el rival y no se va arriba a presionar) se montan casi siempre con cuatro defensas contra tres delanteros, de modo que hay que negociar en qué sector del campo tener inferioridad numérica. Por ejemplo, en el planteamiento bético de la primera parte era Alegría quien estaba destinado a ensuciar la salida de los dos centrales locales (uno contra dos).
Si, sin embargo, se pretende defender un 4-3-3 como ese de la Real desde un 4-4-2, los dos delanteros han de cerrar (en dos contra tres) a los centrales y el mediocentro rivales:
Pues bien: Poyet (¿o fue Rubén Castro?) cambió en el descanso el plan defensivo en el sentido que aquí tantas veces hemos pedido, pero lo hizo muy mal. El equipo pasó a defender en 4-4-2 pero, asombrosamente, Alegría y Castro se descolgaron como delanteros emparejados con los centrales y abandonaron el marcaje de Illarramendi; como el equipo tampoco iba a presionar arriba (y por tanto ni Bruno ni Pezzella saltaban al centro del campo a por el mediapunta) el mediocampo bético, ahora de sólo cuatro hombres, quedó en escandalosa inferioridad numérica ante el de la Real. Siguieron minutos de posesión aplastante realista y llegadas constantes por las bandas, hasta que cayó el gol.
Minuto 69 al final
Con 1-0 en contra Poyet prescinde de su mejor atacante ayer y de uno de los mejores goleadores de la historia del Betis para reconstruir su muy caro 4-3-3, con Nahuel y Musonda por las bandas y Petros como mediocentro. El Betis, sin calidad para la salida limpia desde atrás, mal situado en ataque –sus jugadores nunca se separan bien– y bien movido de lado a lado por una Real que se sabe defender con balón –que sí sabe separarse por dentro y hacer las cuatro esquinitas–, ni siquiera logra tener la pelota más que su rival y apenas se acerca a puerta. La Real hace sus cambios muy tarde.
Jugador por jugador
Adán: Mantuvo vivo al equipo en la primera parte con dos buenas paradas.
Piccini: No lució en ataque porque apenas pudo pasar de la divisoria; las enormes basculaciones lo obligaron en ocasiones a ocupar posiciones defensivas muy centrales, y sin embargo –aunque se lo critique– cumplió.
Bruno: Bien en defensa, su actual maltrato al balón penaliza mucho al equipo. Se espera a Mandi, que debe mejorar mucho este aspecto.
Pezzella: El argentino sí ha mejorado su trato de balón. Bien.
Álex Martínez: Muy exigido, como Piccni, cumplió a duras penas dentro de una lógica falta de ritmo.
Felipe Gutiérrez: Uno de los que corrieron mucho, pero no se sabe muy bien hacia dónde.
Petros: Debe jugar pero el peso de la construcción no puede caer sobre sus hombros. Su situación como mediocentro teóricamente posicional evidencia el grave error de la dirección deportiva de no cubrir esa posición: sea mejor o peor, se necesita urgentemente un mediocentro del estilo de Xabi Alonso.
Ceballos: Se mató a correr pero le salieron pocas cosas. Debe mejorar mucho su posicionamiento ofensivo, asunto muy importante en el que lamentablemente lleva años estancado. Si entrena bien hay que darle minutos.
Joaquín: Buen partido, una vez más. El único que tuvo claridad en ataque.
Álex Alegría: Bajó de nuevo un buen puñado de balones, se sacó de la manga la única ocasión clara (muy clara: apuradísima parada de Rulli) del Betis y combinó bien por dentro. Hay que renovarlo ya. Ya.
Rubén Castro: La intrahistoria nos dirá si su cambio fue un castigo por desobediencia posicional o un ejemplo supremo del desconocimiento de Poyet de su plantilla. En cualquier caso el entrenador uruguayo va camino de cargarse a una leyenda del club.
Brašanac: Esforzado e irrelevante, como siempre. Tardó dos minutos en recibir una tarjeta.
Nahuel: Voluntad, pero poco más que enredos por dentro.
Musonda: Sorprendió su suplencia. Al menos desbordó, aunque en el desorden general no encuentra su jugada natural: encarar en uno contra uno por fuera.
Poyet: Sigue empecinado en un sistema que trae de casa y que no se adapta a su plantilla, y en particular a su mejor jugador. Tal vez ese empecinamiento se deba a la necesidad de acumular cinco jugadores en mediocampo para paliar el desorden y exceso de movimento defensivo en esa zona; si es así, que arregle ese problema.
Los comentarios son siempre bienvenidos y casi siempre contestados. En Twitter, @juanramonlara7.