BETIS: Adán; Bruno, Pezzella, Westermann, Montoya; Musonda (Cejudo, m. 51), N'Diaye, Petros (Fabián, m. 81), Dani Ceballos; Joaquín (Van Wolfswinkel, m.69) y Rubén Castro.
Goles: 1-0, m. 66: Gameiro. 2-0: m. 80: Coke.
Arbitraje diplomático de Velasco Carballo (Comité Madrileño). Amonestó a Banega, Musonda, Pezzella, Gameiro, Cejudo, Reyes, Westermann, Escudero y Mariano
Muy buenas condiciones y casi 40.000 espectadores (unos 800, béticos) en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán.
El partido jugado esta tarde por el Betis es paradigmático de las virtudes y las limitaciones de Juan Merino como entrenador y un buen resumen de su trabajo en el Betis esta temporada. El equipo mejoró mucho sus prestaciones respecto al vergonzoso derbi de Copa de hace unos meses –justamente el primer partido del linense esta temporada–, jugó con plena concentración y rindió a un buen nivel defensivo; pero fue una verdadera nulidad en ataque, y apenas pudo aspirar a más de lo que logró: una derrota triste y digna.
Y es que Merino ha convertido al Betis en la viva imagen de lo que fue él como jugador: un gran defensor –aunque jugase de mediocampista–, entregadísimo a su profesión, concentrado siempre en el juego, inteligente en defensa, pero para el que el balón fue siempre un objeto indeseable. Plantea pues los partidos desde que llegó al equipo desde el orden defensivo y la intensidad, pero sin el menor interés en el orden ofensivo, los movimientos y los mecanismos colectivos para poseer el balón y llegar a la puerta rival. Así era el fútbol hasta los años noventa; el actual, sin embargo, conoce y entrena ya esos mecanismos, y no sólo lo demuestran diariamente los equipos de alto nivel sino, hoy mismo, el Betis B. Renunciar a eso es quedarse detrás y, lo que es peor, debajo de los demás.
Primer cuarto de partido
Sin Vargas (lesionado) ni Molinero (por decisión técnica) en la convocatoria, y sin confianza en Varela, sorprendió Merino con la inclusión de un tercer central, Westermann, en el once. Abría esto varias posibilidades:
- Jugar con cinco atrás (los tres centrales más Montoya y Musonda o Joaquín en los carriles), opción con la que especulábamos aquí hace unos días y que podía convenir para evitar a los extremos béticos el engorro de seguir a los larguísimos laterales del Sevilla.
- Meter a Westermann como lateral de una defensa de cuatro que al atacar basculase a la derecha para salir con tres al fondo, subiendo sólo Montoya y quedando el extremo izquierdo (¿Musonda?) como carrilero en ataque. Esperar tan sofisticado y desusado mecanismo, que propuso por ejemplo el autor en un artículo publicado este verano y que utilizan la Fiorentina de Paulo Sousa o, ayer, el mismísimo Pep Guardiola, no parece realista en este Betis.
- Usar a Westermann como lateral izquierdo, lo que cegaría una banda para el ataque.
Merino no eligió ninguna de estas opciones, sino una peor aún que la peor de ellas para el funcionamiento ofensivo del equipo: usar a Bruno como lateral derecho de una defensa de cuatro, y situar a Montoya a pie cambiado, lo que cegaba, a efectos ofensivos, banda y media. La única explicación para ello ha de ser que Bruno es el más rápido de los tres centrales y por tanto el más adecuado para marcar a Reyes o Konoplyanka, pero las consecuencias ofensivas previsibles eran terribles para la salida de balón. En este contexto poco sorprende el descuido, un día más, de que Petros solapase su zona con la de Ceballos –que se vio desplazado a jugar con balón pegadísimo a la cal durante todo el partido–, o que Joaquín jugase a la derecha de Castro en lugar de caer al extremo izquierdo. En suma, Merino había construido un buen esquema defensivo, 4-4-2, y el esquema ofensivo resultante, para él de escaso interés, era este horror, de espacios espantosamente mal distribuidos:
Con semejante embudo en la banda izquierda poco pueden sorprender el grotesco heatmap general del segundo tiempo del equipo (siempre con la dirección del ataque de abajo arriba)...
Fuente: Marca
... o que en esa segunda parte el reparto de ataques izquierda/centro/derecha fuese 69%/22%/9% (¡¡¡¡!!!). Naturalmente, la consecuencia de este desinterés por la posesión fue que el Betis apenas tuvo posesión –y casi toda, por cierto, en los minutos finales, los de la basura–. Importa recalcar todo esto para aclarar la discusión entre los que creen que los futbolistas del Betis son (ofensivamente) muy malos, o sea, los antimaciaístas, y los que creen que no lo son tanto: según Cruyff "todo el mundo juega bien al fútbol si le das cinco metros de espacio", así que si embotellas a tu equipo en un sector reducido todos parecerán muy malos. Por demás, huelga decir que el equipo sigue careciendo de juego y movimientos colectivos, y todo se redujo pues a conducciones, regates y pelotazos.
De la motivación, la concentración y el juego defensivo del equipo, sin embargo, sólo se pueden decir cosas buenas. Bien coordinado desde el 4-4-2, el Betis nos (digamos) hizo caso y plantó de salida la presión alta que considerábamos adecuada hace unos días, lo que enfrió la salida del Sevilla (últimamente catastrófica para el Betis en el Pizjuán) y le obligó a jugar estériles pelotazos largos. Los locales turnaban a Krychowiak y N'Zonzi para meterse entre centrales en salida lavolpiana, pero no lograban alargar sus ataques gracias al esfuerzo de Petros, N'Diaye y los de arriba, pese a haber alineado a los muy ofensivos Reyes y Konoplyanka como extremos; es de suponer, por cierto, que Emery confiaba en la motivación de estos para suplir sus carencias físicas, aunque, en todo caso, los laterales béticos no les pedirían mucho retorno.
Segundo cuarto del partido
Desgraciadamente hemos de ponernos un poco holísticos y reconocer que el fútbol es todo uno, y defensa y ataque van unidos: incapaz el Betis por su parte de dar tres pases seguidos, sus ataques duraban pocos segundos, así que ni descansaba ni su presión pillaba casi nunca al Sevilla mal colocado, y por tanto el paciente movimiento del balón local atrás acabó minando las fuerzas de los presionadores béticos. El Betis hubo de retroceder veinticinco metros y montar el 4-4-2 en su campo. Ahí se vio el clásico escenario casero del Sevilla: laterales muy arriba, mucha gente en zonas de interior (sólo Gameiro y uno de los dos extremos solían ser los hombres más adelantados), movimiento de balón hasta llegar a una banda en superioridad y ocasión de gol. Hubo muchas llegadas, aunque, muy correosa la defensa bética, pocas claras. El Betis era inferior y jugaba feo, pero al menos estaba lejos de la indigna imagen de tantos derbis fuera de casa de tiempos de Mel.
Tercer cuarto de partido
Tras un inicio dubitativo el Betis intenta de nuevo irse arriba a la presión e incluso tiene, por primera vez en el partido, alguna ocasión de gol. Sin embargo el fuelle vuelve, naturalmente, a fallar, la presión flaquea y, como el equipo ahora no da el paso atrás, el Sevilla llega con peligro a la contra cuando la sobrepasa. Llega así el gol, tras un rebote afortunado.
Tarjeteado Musonda, Merino había metido ya a Cejudo en su lugar. Emery refresca extremos (de escasa resistencia ambos y muy exigidos en su sistema) y Merino a su segundo delantero.
Último cuarto de partido
El Sevilla –con partidos importantes a la vista– baja un poco el ritmo y el Betis gana posesión, aunque aun así cae el 2-0 tras uno de los muchísimos córneres cedidos por los béticos. A partir de ahí el balón es definitivamente del Betis, ya con Fabián por Petros (pisando inexplicablemente los mismos terrenos de interior izquierdo) y con Iborra por Banega en un Sevilla que deja pasar los minutos. Ambos equipos sacan la bandera blanca.
Jugador por jugador
Adán: Tal vez el segundo gol era parable. Por demás, seguro en general, incluso con los pies, y pocas paradas de mérito.
Bruno: Defendió bien a Konoplyanka, pero llegaba demasiada gente por su zona. En ataque, previsiblemente nulo.
Pezzella: Pese a su maltrato habitual del balón, hizo un buen partido defensivo.
Westermann: No se notó su falta de ritmo. Incluso ganó una carrera a Gameiro: tan lento no será.
Montoya: Se fajó en defensa pero por su banda era imposible progresar, y menos si eres diestro.
Musonda: Aislado en su banda, se dedicó a sus carreras con el balón pegado, que esta vez casi nunca llevaron a ninguna parte.
N'Diaye: Mantuvo cosido al equipo por dentro cuando presionaba arriba, algo nada fácil. La jugó dignamente, no más.
Petros: Esfuerzo y recorrido tremendos capitaneando la presión. En ataque, muy poquito.
Ceballos: La horrible colocación ofensiva del equipo y la brevedad de sus ataques lo condenaron a jugar pegadísimo a la banda y rodeado de mil rivales. Así es imposible. No es su culpa.
Joaquín: Más esfuerzo que resultados.
Rubén Castro: Apenas apareció.
Cejudo: El mejor del equipo con diferencia. Muy acertado con balón, metió mucho empuje como extremo derecho y protagonizó las escasas llegadas del equipo.
Van Wolfswinkel: Ausente.
Fabián: Aunque se metió en la zona del atasco, al menos dinamizó el toque. Es difícil explicarse que no jugara el miniderbi.
Merino: Que en un partido en el que el rival llega tantísimo al área y saca tantísimos córneres Adán no hiciera una sola parada de mérito es señal del muy alto nivel defensivo que ha logrado del equipo. Para su desgracia en fútbol también hay que atacar.
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