ALMERÍA (2): Julián Cuesta; Míchel, Trujillo,
Mauro, Mané; Azeez; Zongo, Verza (Quique, minuto 66), Corona, Wellington
(Teerasil, minuto 66); y Thievy.
BETIS (1): Dani Giménez; Piccini, Perquis,
Jordi Figueras, Casado; Kadir (Dani Pacheco, minuto 62), Xavi Torres, Lolo Reyes, Dani Ceballos (Cejudo,
minuto 56); Jorge Molina y Rennella (Rubén Castro,
minuto 56).
Goles: 1-0, minuto 58: Míchel. 2-0, minuto 74: Zongo. 2-1, minuto 78: Perquis.
Árbitro: Velasco Carballo, madrileño. Amarillas para Míchel, Thievy, Perquis, Piccini, Trujillo y Corona.
Pocas conclusiones pueden sacarse del visionado en diferido del sopífero Almería-Betis del pasado martes. Entre ellas está el acierto de Merino al elaborar sus alineaciones ligueras y el bajo nivel de sus suplentes habituales: muy pocos de ellos se reivindicaron, y en este aspecto poco más puede sacarse en limpio que algún pase de Cejudo y la voluntad de Pacheco, Perquis y Casado, de cuyo acierto ya sabemos todo.
La otra conclusión útil es táctica: la absoluta incompatibilidad de Torres y Reyes –algo que ya anunciamos aquí (punto F) hace tres meses largos, y a lo que ahora quiere buscar remedio la secretaría técnica con el fichaje de un mediocentro ofensivo a la altura del club–. Son dos futbolistas incapaces de jugar en un puesto del mediocampo diferente del de mediocentro-ancla, lo que, si cohabitan, impide un juego corto mínimamente fluido en ataque... aunque no necesariamente ganar partidos si al menos impusiesen el físico (como bien demuestran Krychowiak y M'Bia en el Sevilla): no fue el caso.
Como enérgicamente denunció, también a inicios de temporada, uno de nuestros comentaristas (allí mismo y antes aquí), una vez más fue en ese mediocentro, y no en la pareja de centrales como considera pueblo y prensa, donde se le fue el partido al Betis. Los dos interiores del 4-1-4-1 (o 4-3-3) del Almería, Verza y Corona, jugaron tan a gusto como en la ida, pues Reyes y, sobre todo, Torres, eran poco agresivos y tapaban pocas líneas de pase. En ataque Merino no supo (o no quiso) escalonar al equipo, como denota el sólo aparentemente intrascendente detalle de que Reyes se situase a la izquierda de Torres: como este acudía siempre a pedirla entre los centrales y Ceballos tiene tendencia a meterse por dentro, el chileno se quedaba ahogado en una zona absurda. De este modo ni Ceballos podía meterse por dentro ni Reyes tenía sitio para jugar (aunque, en todo caso, es incapaz de hacerlo de interior porque sólo sabe jugar de cara); el equipo atacaba en un planísimo 4-4-2, y ni siquiera era capaz de encontrar a pelotazos a su pareja de tanques. Un Almería de aluvión, hecho a base de fichajes exóticos pero aceptables (cosas de tener una secretaría técnica que merezca tal nombre), era superior y se ponía 2-0.
El empujón final del equipo lo acercó luego al empate, como en la ida. Entre lo poco positivo apenas podemos salvar, una vez más, el buen nivel de Ceballos.
Los comentarios serán, como siempre, bienvenidos.
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