CELTA (4): Yoel; Hugo Mallo, David Costas, Fontás, Jony; Álex López (Nolito, m. 67), Oubiña, Krohn-Delhi (Madinda, m. 75); Rafinha, Charles (Mario Bermejo, m. 91) y Orellana.
BETIS (2): Sara; Juanfran, Paulão (Jordi Figueras, m. 46) Amaya, Nacho; Nono (Cedrick, m. 68), Lolo Reyes; Leo Baptistão (Jorge Molina, m. 62), Verdú, Salva Sevilla; y Rubén Castro.
0-1, m. 16: Rubén Castro. 1-1, m. 22: Orellana. 2-1, m. 30: Charles. 3-1, m. 38: Orellana. 4-1, m. 72: Nolito. 4-2, m. 78: Rubén Castro.
Árbitro: Hernández Hernández (Comité Canario). Mostró tarjetas amarillas a Krohn-Delhi, Orellana, Salva Sevilla y Rubén Castro, y mostró tarjeta roja directa a Cedrick en el minuto 91.
Unos 12.000 espectadores en las gradas.
Lasciate ogni speranza
Veinte minutos le duró al Betis el efecto Calderón. Queda por delante un purgatorio de diecisiete partidos y la esperanza de que lo elimine el Rubin de Kazán para evitar males mayores. Es este el peor Betis que uno recuerda en Primera –del nivel del de la temporada 90-91–.
La labor del nuevo entrenador fue intachable durante la semana: inyectó alegría, lo único que se podía hacer en tan pocos días, y pareció hacer creer al equipo en sí mismo. El problema fue que el día del partido el propio Calderón se imbuyó de ese optimismo y su planteamiento, tal vez apropiado para el líder de una liga menor, rozó lo insensato en un equipo cogido con alfileres.
Durante la semana la prensa difundió algunas presuntas novedades tácticas y una alineación que exponía uno de los mayores defectos de la plantilla, la escasa calidad física de sus jugadores, pero al menos se prometían nuevas ideas, con la renuncia a los extremos y la ubicación de Baptistão como delantero. Por desgracia la puesta en escena real reunió lo peor de cada mundo: esa alineación llena de jugadores físicamente muy dudosos (Salva, Verdú y Castro especialmente) se colocaba en el campo con el esquema que ya venían usando Garrido y antes Mel: el manido 4-2-3-1 con Verdú en la mediapunta y Leo en el extremo derecho. La tendencia al centro de Salva y Leo prácticamente obligaba además a Calderón a elegir dos laterales muy ofensivos. Para rematar la apuesta al todo o nada el Betis se fue a la presión alta: Oubiña, el mediocentro de los locales, era tomado por un mediocentro bético. Mientras la posesión estuviera en pies verdiblancos la cosa podía funcionar muy bien, pero apenas el Celta superara la presión los riesgos eran muy claros: inferioridad en las bandas (extremos que no siguen a los laterales rivales, laterales propios muy arriba), los lentos centrales muy expuestos por tirar la línea muy alta y tener que hacer ayudas a esas bandas...
Ante un Celta incapaz de ganar a casi nadie en su casa y que como el Rayo se empeña en irse a Segunda jugando una mala copia del estilo de Guardiola (mucho toque, presión alta, 4-3-3 con dos interiores...), la apuesta le salió bien a Calderón mientras al equipo le funcionó la hipermotivación y le duraron las pilas. Durante veinte minutos se robó la pelota muy arriba y se la hizo circular con cierta velocidad. Pero, como es usual este año, casi todo lo que podía salir mal lo hizo: un gol legal anulado, el Celta que empata la primera vez que remata a puerta, Baptistão que falla una ocasión clarísima con 1-1, y la fragilidad defensiva del planteamiento que queda en evidencia apenas aparece la primera adversidad. A partir de ahí, menguadas las fuerzas, el naufragio defensivo fue absoluto.
La segunda mitad comenzó con bríos y resultados similares. El equipo acabó en un 4-4-2 con Cedrick de extremo derecho (hasta que lo echaron) y Verdú como segundo mediocentro.
Jugador por jugador
Sara: En el primer gol está mal colocado (los cabezazos se paran desde la raya) y además no llega a un balón aun así asequible. Con los pies, mal. No da el nivel ni siquiera para un Betis de Segunda.
Juanfran: Dio una asistencia decisiva a un compañero (0-1) y dos a enemigos (3-1 y 4-1). Nunca aprenderá a ser defensa.
Paulão: Jugó lesionado, y bien que se notó. O tal vez no.
Amaya: Completamente desubicado, en particular en los centros laterales. Uno de los peores partidos que uno le recuerda.
Nacho: Desbordado en cuanto el Celta encontró el agujero a la espalda de Salva.
Nono: De lo poco salvable. Válido para intentar el ascenso.
Lolo Reyes: Vide supra. Podrá venir un segundo mediocentro defensivo para duplicar el puesto, pero probablemente no lo mejorará.
Leo Baptistão: Falló una vaselina muy clara para el 1-2. Lejos de portería hace cosas interesantes, pero se quedan en eso. Falta ver lo que haría más cerca.
Verdú: La mayor mentira futbolística del Betis desde López Ufarte.
Salva Sevilla: Durante la primera parte el Betis jugó con uno menos.
Castro: Metió dos goles. Tampoco es para pedirle más.
Jordi Figueras: Como es él.
Jorge Molina: Un delantero fuerte y sano como este debe jugar siempre en este equipo.
Cedrick: Ser expulsado (muy rigurosamente, por cierto) por dar una patada es casi un honor en este Betis.
El detalle
La planificación deportiva del club debería hacerse ya a largo plazo, y descartar planteamientos y gastos absurdos. Procede hacer recuento de efectivos para la próxima temporada, poner algo de dignidad y soltar lastre. La portería es un buen ejemplo: tiren de cantera.
Los comentarios, como siempre, serán bienvenidos.
sábado, 25 de enero de 2014
sábado, 18 de enero de 2014
Betis 0 - Real Madrid 5 (20ª jornada de Liga de Primera División)
BETIS: Andersen; Chica, Paulão, Amaya, Dídac; Baptistão, Lolo Reyes (Caro,
m. 76), Matilla, Salva Sevilla (Juanfran, m. 62); Jorge Molina y Rubén Castro
(Vadillo, m. 55).
Real Madrid: Diego López; Carvajal, Pepe, Sergio Ramos (Nacho, m. 72) Marcelo; Xavi Alonso; Bale, Modric, Di María (Illara, m. 69), Cristiano Ronaldo; y Benzema (Morata, m. 75).
Goles: 0-1: m. 10, Cristiano Ronaldo; 0-2: m. 25, Bale; 0-3: m. 45, Benzemá; 0-4: m. 62, Di María. 0-5: m. 90, Morata.
Árbitro: Iglesias Villanueva (Comité Gallego). Mostró tarjetas amarillas a Chica, Salva Sevilla, Vadillo y Sergio Ramos.
Incidencias: 42.000 espectadores asistieron al Benito Villamarín.
A la luz del partido realizado por el Betis esta tarde se comprenden mejor las declaraciones de Garrido tras el partido de Copa en Bilbao, en las que valoraba que su equipo hubiera "competido". Se entiende ahora que el entrenador se refería a que su equipo no había hecho el ridículo, como sí esta tarde ante el Madrid. El equipo, si se puede llamar tal, está destrozado en lo psicológico (ya nadie habla, no hay motivación, ni capacidad de reacción, ni siquiera, en muchos casos, dignidad profesional), en lo táctico, en lo físico e incluso en lo empresarial.
Alguien podrá argüir que hoy estaba enfrente todo un Real Madrid supergaláctico, con Balón de Oro, jugador más caro del mundo y esas cosas; el problema es que ese Madrid no necesitó jugar ni siquiera a medio gas, porque el ritmo de juego del Betis era impropio siquiera de la Segunda División. Tampoco es excusa que el Madrid marcara pronto: los ánimos y las intenciones de los béticos duraron lo que se tardó en sacar. No hubo ritmo ofensivo ni (lo que es menos perdonable) defensivo en ningún momento.
Ancelotti colocó un 4-1-4-1 en el que Modric (omnipresente, en teoría por la derecha) y Di María eran interiores y Cristiano y Bale jugaban a pie cambiado. Los laterales, Carvajal y Marcelo, eran muy ofensivos. Enfrente Garrido colocaba a los suyos en 4-4-2, con Reyes a la derecha de Matilla como mediocentro, Salva de falso extremo izquierdo, Baptistão de derecho, y Molina y Castro arriba.
El partido, si hubo tal, duró diez minutos. Con balón más en pies del Madrid, Molina incomodaba a Alonso, y Matilla y Reyes trataban de hacer una presión media, sin meterse muy atrás, cuando tal vez procedía cerrar espacios cerca de su portería para hacer jugar a las figuras del Madrid –Cristiano, Bale– a contraestilo. El Betis consiguió robar algunas arriba en los primeros minutos, pero la incapacidad física manifiesta de varios de sus hombres de delante le impidió aprovecharlos, y a cambio se exponía a facilitar a los extremos del Madrid su juego favorito, el de espacios amplios. A la primera que cayó en pies de Cristiano con campo delante, este la clavó en la escuadra.
El resto del encuentro no merece mucho más relato que el del bajísimo ritmo, la falta de presión de los béticos en el centro del campo y los errores de unos jugadores que ni siquiera parecían concentrados en su trabajo (véase a Andersen en el 0-2 o Matilla en el 0-3).
Jugador por jugador
Andersen: Su buena segunda parte no excusa la impresentable forma de encajar el ridículo 0-2, una falta mal tirada (floja y centrada) por Bale ante la que hizo la estatua. Con los pies, muy bien.
Chica: Tiene vergüenza profesional, que en esta plantilla es hoy algo.
Paulão: Pese a su evidente baja forma juega siempre: no habrá otra cosa.
Amaya: Ya ni siquiera grita ni va a todas. Escondidito.
Dídac: Mantuvo aceptablemente su sector en lo defensivo, pero técnicamente es el peor lateral izquierdo que ha jugado en el Betis desde Rubén Bilbao.
Baptistão: Tirado de nuevo a la banda, muy lejos de la portería, sigue mostrando maneras pero nadie le acompaña en las jugadas, así que acaban siempre en pérdidas ante tres o cuatro defensas. Abusa del túnel.
Matilla: En el minuto setenta estaba asfixiado, detalle significativo de su fondo físico si se considera que pasó los anteriores trotando. En carrera lo superaron todos.
Reyes: Sin ser un prodigio de velocidad en corto, la comparación con su entorno lo convierte en el mejor del partido.
Salva Sevilla: Otro jugador con una velocidad (en carrera y en ejecución) impropia de la categoría.
Molina: Peleó lo que pudo, pero en inferioridad siempre. Le echó profesionalidad.
Castro: Nos preguntábamos aquí hace algunas semanas cuál sería su nivel físico cuando se recuperara, dada su edad, sus lesiones encadenadas y sus problemas personales. Ya tenemos respuesta: indigno de un futbolista profesional, y seguramente no lo recupere ya nunca más. Ni siquiera parece tener la cabeza en el campo. No se entiende por qué juega.
Vadillo: No es cosa de señalarlo, pero tampoco aporta nada.
Juanfran: Cierta voluntad.
Caro: Tal vez le haya dicho a su entrenador que él sabe jugar de mediocentro, como Perquis.
Garrido: Es difícil señalarlo como único responsable de la lamentable mentalización del equipo previa al partido y su nula capacidad de reacción, pero su cuota de culpa ha de tener. Volvió a meter un central como mediocentro para quitar minutos a Reyes y mandar de paso un mensajito a la directiva –o lo que haya–, pero no llegará a entrenar al mediocentro que fichen.
Real Madrid: Diego López; Carvajal, Pepe, Sergio Ramos (Nacho, m. 72) Marcelo; Xavi Alonso; Bale, Modric, Di María (Illara, m. 69), Cristiano Ronaldo; y Benzema (Morata, m. 75).
Goles: 0-1: m. 10, Cristiano Ronaldo; 0-2: m. 25, Bale; 0-3: m. 45, Benzemá; 0-4: m. 62, Di María. 0-5: m. 90, Morata.
Árbitro: Iglesias Villanueva (Comité Gallego). Mostró tarjetas amarillas a Chica, Salva Sevilla, Vadillo y Sergio Ramos.
Incidencias: 42.000 espectadores asistieron al Benito Villamarín.
A la luz del partido realizado por el Betis esta tarde se comprenden mejor las declaraciones de Garrido tras el partido de Copa en Bilbao, en las que valoraba que su equipo hubiera "competido". Se entiende ahora que el entrenador se refería a que su equipo no había hecho el ridículo, como sí esta tarde ante el Madrid. El equipo, si se puede llamar tal, está destrozado en lo psicológico (ya nadie habla, no hay motivación, ni capacidad de reacción, ni siquiera, en muchos casos, dignidad profesional), en lo táctico, en lo físico e incluso en lo empresarial.
Alguien podrá argüir que hoy estaba enfrente todo un Real Madrid supergaláctico, con Balón de Oro, jugador más caro del mundo y esas cosas; el problema es que ese Madrid no necesitó jugar ni siquiera a medio gas, porque el ritmo de juego del Betis era impropio siquiera de la Segunda División. Tampoco es excusa que el Madrid marcara pronto: los ánimos y las intenciones de los béticos duraron lo que se tardó en sacar. No hubo ritmo ofensivo ni (lo que es menos perdonable) defensivo en ningún momento.
Ancelotti colocó un 4-1-4-1 en el que Modric (omnipresente, en teoría por la derecha) y Di María eran interiores y Cristiano y Bale jugaban a pie cambiado. Los laterales, Carvajal y Marcelo, eran muy ofensivos. Enfrente Garrido colocaba a los suyos en 4-4-2, con Reyes a la derecha de Matilla como mediocentro, Salva de falso extremo izquierdo, Baptistão de derecho, y Molina y Castro arriba.
El partido, si hubo tal, duró diez minutos. Con balón más en pies del Madrid, Molina incomodaba a Alonso, y Matilla y Reyes trataban de hacer una presión media, sin meterse muy atrás, cuando tal vez procedía cerrar espacios cerca de su portería para hacer jugar a las figuras del Madrid –Cristiano, Bale– a contraestilo. El Betis consiguió robar algunas arriba en los primeros minutos, pero la incapacidad física manifiesta de varios de sus hombres de delante le impidió aprovecharlos, y a cambio se exponía a facilitar a los extremos del Madrid su juego favorito, el de espacios amplios. A la primera que cayó en pies de Cristiano con campo delante, este la clavó en la escuadra.
El resto del encuentro no merece mucho más relato que el del bajísimo ritmo, la falta de presión de los béticos en el centro del campo y los errores de unos jugadores que ni siquiera parecían concentrados en su trabajo (véase a Andersen en el 0-2 o Matilla en el 0-3).
Jugador por jugador
Andersen: Su buena segunda parte no excusa la impresentable forma de encajar el ridículo 0-2, una falta mal tirada (floja y centrada) por Bale ante la que hizo la estatua. Con los pies, muy bien.
Chica: Tiene vergüenza profesional, que en esta plantilla es hoy algo.
Paulão: Pese a su evidente baja forma juega siempre: no habrá otra cosa.
Amaya: Ya ni siquiera grita ni va a todas. Escondidito.
Dídac: Mantuvo aceptablemente su sector en lo defensivo, pero técnicamente es el peor lateral izquierdo que ha jugado en el Betis desde Rubén Bilbao.
Baptistão: Tirado de nuevo a la banda, muy lejos de la portería, sigue mostrando maneras pero nadie le acompaña en las jugadas, así que acaban siempre en pérdidas ante tres o cuatro defensas. Abusa del túnel.
Matilla: En el minuto setenta estaba asfixiado, detalle significativo de su fondo físico si se considera que pasó los anteriores trotando. En carrera lo superaron todos.
Reyes: Sin ser un prodigio de velocidad en corto, la comparación con su entorno lo convierte en el mejor del partido.
Salva Sevilla: Otro jugador con una velocidad (en carrera y en ejecución) impropia de la categoría.
Molina: Peleó lo que pudo, pero en inferioridad siempre. Le echó profesionalidad.
Castro: Nos preguntábamos aquí hace algunas semanas cuál sería su nivel físico cuando se recuperara, dada su edad, sus lesiones encadenadas y sus problemas personales. Ya tenemos respuesta: indigno de un futbolista profesional, y seguramente no lo recupere ya nunca más. Ni siquiera parece tener la cabeza en el campo. No se entiende por qué juega.
Vadillo: No es cosa de señalarlo, pero tampoco aporta nada.
Juanfran: Cierta voluntad.
Caro: Tal vez le haya dicho a su entrenador que él sabe jugar de mediocentro, como Perquis.
Garrido: Es difícil señalarlo como único responsable de la lamentable mentalización del equipo previa al partido y su nula capacidad de reacción, pero su cuota de culpa ha de tener. Volvió a meter un central como mediocentro para quitar minutos a Reyes y mandar de paso un mensajito a la directiva –o lo que haya–, pero no llegará a entrenar al mediocentro que fichen.
miércoles, 15 de enero de 2014
Athletic de Bilbao 2 - Betis 0 (partido de vuelta de octavos de final de Copa)
Athletic Club: Iago Herrerín; Iraola, San José,
Laporte, Balenziaga; Herrera (Beñat, m. 77) Iturraspe, Mikel Rico (Gurpegui, m. 87); De Marcos, Aduriz (Sola, m. 66) e Ibai.
Real Betis: Sara; Chica, Amaya, Caro, Dídac; Salva Sevilla (Rubén Castro, m. 62), Lolo Reyes (Perquis, m. 71), Matilla; Baptistão (Chuli, m. 75), Jorge Molina y Juan Carlos.
Goles: 1-0, m. 22 Mikel Rico 2-0, m. 66 Mikel Rico.
Árbitro: Del Cerro Grande (Comité Madrileño). Amonestó con tarjeta amarilla a Aduriz, Amaya y Sara.
Incidencias: Muy buena entrada en San Mamés
De entre las tristes imágenes que viene ofreciendo el Betis esta temporada, la de la eliminación de esta noche ha sido una de las que producen más pesimismo: el equipo ha querido, ha jugado al nivel más alto que le ha sido posible y aun así ha dado sensación de inferioridad absoluta ante un Athletic que nunca ha visto peligrar la eliminatoria.
Los hombres que han vestido la camiseta bética esta noche pueden ser clasificados en tres clases: los incapacitados físicamente para jugar a primer nivel profesional, como Salva Sevilla, Matilla, Sara, Chuli o los actuales Perquis y Rubén Castro; los incapacitados técnicamente para ello, como Dídac, Chica o Juan Carlos; y los que, unos mejor que otros, alcanzan aceptablemente el nivel de la Primera División española, como Reyes, Molina, Baptistão y, sobre todo, Amaya.
Con esos mimbres Garrido planteó un partido como el de ida: 4-1-4-1 (o 4-3-3), esta vez, de derecha a izquierda, con Salva y Matilla de interiores, y Leo y Juan Carlos en los extremos. El Betis salió con buen toque y mucho ímpetu, gracias al fuerte viento favorable, pero al cuarto de hora se metió atrás y entregó el balón al rival para no recuperarlo nunca más. Plantado con el mismo sistema el Athletic, con De Marcos e Ibai en los extremos y Herrera y Rico en los interiores, el esquema bético encajaba mal por dentro con el de los locales, y como el balón era para los vascos fue el Betis el que sufrió: los interiores béticos retrocedían mucho para tomar a Rico y Ander, y era más Molina que Reyes quien tomaba a Iturraspe. De ese modo, a cambio de tener a Lolo y Caro casi de defensores libres, el Betis se amorraba cerca del borde de su área, sin apenas salida más que por la banda derecha, pues Salva y Matilla no tienen velocidad para el desmarque ni la salida en conducción, y Dídac, como siempre peleado con el balón, era incapaz de conectar con Juan Carlos, dedicado fundamentalmente a perseguir a Iraola.
Al menos, gracias a la acumulación de hombres y el adelantamiento de la defensa, el Athletic no encontraba espacios por dentro; pero le bastó superar las dos líneas con un pase largo para (salida timorata de Sara mediante) poner el 1-0. El resto del partido recordó al Liverpool-Betis de hace siete años: un Betis ordenadito y a un gol de la eliminatoria, pero completamente incapaz no ya de crear ocasiones, sino siquiera de acercarse al área del Athletic. Y este Athletic no es el Liverpool de Benítez.
Del Betis apenas cabe destacar el aseado partido de Caro (pese a su mal despeje antes del 2-0) y Amaya en la defensa, el buen aunque inocuo manejo de pelota de Matilla y las maneras de Baptistão, que tiene clase.
Mención aparte merece el penúltimo y ridículo cambio de Garrido (Perquis por Lolo Reyes, tras el 2-0): no se sabe muy bien si era un mensaje a la directiva –si existe tal– para que le fichen un mediocentro, o es que era lo más ofensivo que se le ocurría, porque se había llevado como suplentes a tres centrales (¡?).
Real Betis: Sara; Chica, Amaya, Caro, Dídac; Salva Sevilla (Rubén Castro, m. 62), Lolo Reyes (Perquis, m. 71), Matilla; Baptistão (Chuli, m. 75), Jorge Molina y Juan Carlos.
Goles: 1-0, m. 22 Mikel Rico 2-0, m. 66 Mikel Rico.
Árbitro: Del Cerro Grande (Comité Madrileño). Amonestó con tarjeta amarilla a Aduriz, Amaya y Sara.
Incidencias: Muy buena entrada en San Mamés
De entre las tristes imágenes que viene ofreciendo el Betis esta temporada, la de la eliminación de esta noche ha sido una de las que producen más pesimismo: el equipo ha querido, ha jugado al nivel más alto que le ha sido posible y aun así ha dado sensación de inferioridad absoluta ante un Athletic que nunca ha visto peligrar la eliminatoria.
Los hombres que han vestido la camiseta bética esta noche pueden ser clasificados en tres clases: los incapacitados físicamente para jugar a primer nivel profesional, como Salva Sevilla, Matilla, Sara, Chuli o los actuales Perquis y Rubén Castro; los incapacitados técnicamente para ello, como Dídac, Chica o Juan Carlos; y los que, unos mejor que otros, alcanzan aceptablemente el nivel de la Primera División española, como Reyes, Molina, Baptistão y, sobre todo, Amaya.
Con esos mimbres Garrido planteó un partido como el de ida: 4-1-4-1 (o 4-3-3), esta vez, de derecha a izquierda, con Salva y Matilla de interiores, y Leo y Juan Carlos en los extremos. El Betis salió con buen toque y mucho ímpetu, gracias al fuerte viento favorable, pero al cuarto de hora se metió atrás y entregó el balón al rival para no recuperarlo nunca más. Plantado con el mismo sistema el Athletic, con De Marcos e Ibai en los extremos y Herrera y Rico en los interiores, el esquema bético encajaba mal por dentro con el de los locales, y como el balón era para los vascos fue el Betis el que sufrió: los interiores béticos retrocedían mucho para tomar a Rico y Ander, y era más Molina que Reyes quien tomaba a Iturraspe. De ese modo, a cambio de tener a Lolo y Caro casi de defensores libres, el Betis se amorraba cerca del borde de su área, sin apenas salida más que por la banda derecha, pues Salva y Matilla no tienen velocidad para el desmarque ni la salida en conducción, y Dídac, como siempre peleado con el balón, era incapaz de conectar con Juan Carlos, dedicado fundamentalmente a perseguir a Iraola.
Al menos, gracias a la acumulación de hombres y el adelantamiento de la defensa, el Athletic no encontraba espacios por dentro; pero le bastó superar las dos líneas con un pase largo para (salida timorata de Sara mediante) poner el 1-0. El resto del partido recordó al Liverpool-Betis de hace siete años: un Betis ordenadito y a un gol de la eliminatoria, pero completamente incapaz no ya de crear ocasiones, sino siquiera de acercarse al área del Athletic. Y este Athletic no es el Liverpool de Benítez.
Del Betis apenas cabe destacar el aseado partido de Caro (pese a su mal despeje antes del 2-0) y Amaya en la defensa, el buen aunque inocuo manejo de pelota de Matilla y las maneras de Baptistão, que tiene clase.
Mención aparte merece el penúltimo y ridículo cambio de Garrido (Perquis por Lolo Reyes, tras el 2-0): no se sabe muy bien si era un mensaje a la directiva –si existe tal– para que le fichen un mediocentro, o es que era lo más ofensivo que se le ocurría, porque se había llevado como suplentes a tres centrales (¡?).
domingo, 12 de enero de 2014
Betis 1 - Osasuna 2 (19ª jornada de Liga de Primera División)
BETIS
(1): Andersen; Juanfran (Jordi Figueras, m.46), Amaya, Paulão,
Nacho; Lolo Reyes, Nono, Salva Sevilla (Jorge Molina, m.46); Vadillo,
Rubén Castro, Leo Baptistão (Chuli, m.75).
OSASUNA
(2): Andrés Fernández; Marc Bertrán, Arribas, Loties, Damià;
Lolo, Silva; Cejudo (Oier, m.76), De las Cuevas (Acuña, m.58),
Roberto Torres; y Oriol Riera (Riesgo, m.61).
Goles:
0-1, m.1: Roberto Torres; 0-2,
m.56: Jordi Figueras en propia meta; 1-2, m.79: Jorge Molina.
Árbitro:
Teixeira Vitienes, cántabro.
Expulsó por doble amarilla a Nono (min. 37) y por roja directa a
Fernández (min. 60). Enseñó amarillas a De las Cuevas, Lolo Reyes,
Jordi Figueras, Amaya, Acuña y Nacho.
34000
espectadores en el Benito Villamarín, con césped y clima adecuados.
Mil
maneras de morir
El
Betis ha firmado un 95 % de posibilidades de descenso en un
tragicómico espectáculo de los que suele ofrecer este club cada
pocos años. En un lamentable partido –por parte de los dos
equipos, dicho sea de paso– los béticos parecieron empeñarse en
investigar las más variadas formas de suicidio futbolístico.
Primera
parte
Ante
un Osasuna en un 4-2-3-1 con un De las Cuevas muy móvil por dentro,
sorprendió de salida Garrido con la inclusión de Andersen y, sobre
todo, la de un Baptistão que apenas llegaba del andén del AVE.
Luego se demostraría que en el desbarajuste táctico general poco
importaba no haber entrenado con sus compañeros: nada había que
aprender.
Una
vez más la historia del partido se empieza a contar en el primer
minuto: tras intentar explicar sobre la marcha a Baptistão qué
hacer en la primera jugada y perder absurdamente el balón, el Betis
se dejaba marcar seguidamente el 0-1, en una jugada muy mal
defendida: uno no se explica qué clase de actitud permite esto en el
(este sí lo era) partido más importante de la temporada.
Una
vez más las intenciones del entrenador, que en los últimos partidos
pasaban por compactar el equipo y juntar líneas sin ir arriba a la
presión, quedaban en el aire. Pese a todo el equipo mantuvo cierto
orden en el primer tiempo y no se volvió loco por robar el balón.
Garrido aprovechaba, como en Valladolid, la falta de salida del rival
por el lateral izquierdo (Damià es diestro cerrado) para meter a su
tanque, hoy Baptistão, como extremo derecho, permitiendo así que
Salva fuese mediapunta y Castro delantero centro. En teoría se
trataba de un 4-2-3-1, aunque viraba a 4-1-2-3, porque en ataque
Salva se retrasaba al interior izquierdo (y a veces también en
defensa: ni los jugadores parecían tener claro el esquema
defensivo). Aquí Garrido cometió un error táctico sutil pero
funesto: en lugar de atacar con Lolo Reyes como medio tapón, lo
metió a la derecha de Nono, quedando el chileno como interior
derecho, y el canterano –menos inteligente, menos frío y menos
posicional– como cierre. Pasada la media hora estaba expulsado.
Primeros
quince minutos de la segunda parte
Tras
los dos intentos de suicidio de la primera parte, y aún vivo el
equipo, Garrido comete el tercero: cuando, perdiendo en casa y con un
hombre menos, se requería cualquier cosa menos defensas y gente
lenta y pesada, mete en el campo a Figueras y Molina por el pitado
Salva y el (castigado en mal día) Juanfran, por cierto mucho más
competente que Vadillo como carrilero derecho. El equipo quedaba en
un extrañísimo 3-3-1-2 con tres centrales atrás, Vadillo y Nacho
de carrileros, y Baptistão en el medio por delante de Reyes. Osasuna
no mete ritmo ninguno a sus ataques, deja pasar absurdamente los
minutos, se encuentra con un gol en propia meta... pero le llega el
castigo: penalti y expulsión de su portero en una jugada tonta. El
Betis se dispara de nuevo en su pie: Castro falla.
Última
media hora
Con
media hora en igualdad por delante, Osasuna monta el 4-4-1 usual en
estos casos. En el Betis Amaya decide meterse a entrenador: ordena a
Vadillo que se haga lateral derecho y se autoalinea como mediocentro
llegador, resultando un 4-2-3 que es bendecido por Garrido con la
entrada de Chuli cuando Baptistão, lógicamente, no puede más.
Molina marca en una de sus combinaciones por dentro (el único
mecanismo reconocible que le queda al equipo) y el partido acaba con
un Betis completamente caótico, tácticamente indigno de un equipo
profesional. Como detalle significativo, en la segunda parte jugaron
de laterales derechos en diferentes momentos Vadillo, Figueras y Lolo
Reyes, con defensa de cuatro y de cinco, y casi nada de esto por
orden del entrenador.
Como
resumen del estado del equipo, de los cuatro aspectos principales en
que reside su preparación este Betis es malo en lo técnico;
individualmente mediocre en lo físico, aunque al menos el grupo
parece más o menos en forma; anda mal en lo psicológico, como
denota el lenguaje de gestos de algunos de sus jugadores, la actitud
de varios de ellos y, sobre todo, el pésimo síntoma de que los
últimos en llegar (Lolo Reyes, Baptistão...) sean los más
motivados; y totalmente perdido en lo táctico, aspecto que si ya
estaba poco trabajado en tiempos de Mel ahora se ha dejado
directamente a la improvisación y la autogestión de los jugadores.
Jugador
por jugador
Andersen:
El gol no es censurable pero no parece imparable. Rechazó hacia
delante los otros pocos tiros que le llegaron.
Juanfran:
Mucha gente se preguntaba por qué jugaba Chica y no él, y tardó
minuto y medio en demostrarlo. Dejarse meter ese gol en ese partido y
ese minuto es impresentable y no se compensa con buen toque ni con
declaraciones de intenciones.
Paulão:
Últimamente defiende más con las manos que con los pies. Aceptable.
Amaya:
Uno de los mejores, como defensa, como medio y hasta como
delantero. Pone más corazón que varios de sus compañeros juntos.
Nacho:
Buen manejo de pelota y corrección en defensa.
Lolo
Reyes: El mejor junto a Amaya. Inteligente, sin nervios, generoso
en el esfuerzo y suficiente con balón.
Nono:
No tiene inteligencia táctica ni calma para ser medio de cierre,
pero sí buen juego corto para ser el medicampista adelantado en
ataque de la pareja de mediocentros. Su expulsión fue algo rigurosa
pero reglamentaria.
Salva
Sevilla: Mal día para su fútbol. Vuelve a retrasarse demasiado
en ataque.
Baptistão:
Dio muy buena impresión, aunque erró un remate franco con 0-1.
Bueno técnicamente, sabe cómo jugar en diferentes lugares del
campo.
Castro:
Ni su actitud ni su acierto ayudaron, y hacía falta.
Vadillo:
Es difícil explicarse su displicente actitud en las circunstancias
de este partido.
Jordi
Figueras: Un jugador que no sabe despejar un balón raso con las
dos piernas no puede jugar en el Betis.
Molina:
De lo mejorcito de la segunda parte.
Chuli:
Le echó ganas en su ratito.
Garrido:
Ha perdido el control de la plantilla en un mes: todo un récord
El
detalle
No
conviene achacar al infortunio los errores propios: ni tantos goles
tempraneros son casuales, ni la expulsión de Nono imprevisible, ni
la suerte tira penaltis, ni es raro que un despeje se te vaya para
dentro si pretendes hacerlo con el exterior a pie cambiado, ni puede
quejarse un equipo que se encuentra un penalti con expulsión
favorable.
jueves, 9 de enero de 2014
Betis 1 – Athletic de Bilbao 0 (Octavos de final de la Copa del Rey)
BETIS
(1): Andersen; Juanfran, Caro, Jordi, Nacho; Nono; Chuli (Lolo Reyes,
m. 71), Verdú, Salva Sevilla (Abeledo, m. 83), Cedrick (Molina, m.
62); y Rubén Castro.
ATHLETIC
(0): Iago Herrerín; Iraola, Gurpegui, San José, Balenziaga; Morán;
Susaeta (Ander Herrera, m. 58), Mikel Rico (Muniain, m. 58), Beñat
(De Marcos, m. 79), Ibai; y Sola.
Goles:
1-0, m. 41: Rubén Castro.
Árbitro:
Álvarez Izquierdo (Colegio catalán). Reacio a mostrar tarjetas.
Mostró amarilla a San José.
Unos
21.000 espectadores en el Benito Villamarín. Césped en buenas
condiciones.
Flojo
partido del Betis hoy ante el Athletic, cuyo resultado disimula
la endeblez general de los béticos. Pese a ello podemos sacar
algunas conclusiones positivas: el resultado, la mejora del estado
físico de Rubén Castro y cierto manejo de los tiempos del partido:
el equipo ya sabe atrincherarse atrás cuando el marcador es
favorable.
Primera
media hora
Tanto
Athletic como Betis plantearon un claro 4-1-4-1 (o 4-3-3) y una
alineación con más suplentes que titulares. En los vascos sólo
Rico, Iraola, Susaeta y Gurpegui son titulares habituales en Liga. En
el Betis Garrido reservaba a todos sus titulares recientes menos a
Rubén Castro, que, como con Mel, recibe su dosis plena de minutos
para recuperar fondo físico.
Técnicamente
igualados (el Betis sacó un mediocampo de mucho toque), la
superioridad de los vascos residió durante todo el partido en el
físico. Si los veinte jugadores de campo de partida hubiesen
disputado una carrera –elijan distancia– seguramente los siete
últimos hubiesen sido béticos. Gracias a ello los bilbaínos
salieron apretando arriba y manejaron el partido a placer durante la
primera media hora. Monopolizaron la posesión, los movimientos
hacia dentro de Ibai y Susaeta dejaban espacio a sus largos laterales
para las subidas, y los buenos cambios de juego de Beñat ponían en
ventaja a Iraola (demasiado arriba Cedrick para seguirlo siempre,
pese a su esfuerzo, y lejos Salva) y Balenziaga. Así, el Betis
sufrió mucho por las bandas durante todo el encuentro, y solo el
desacierto de Kike Sola, además único delantero puro de los
visitantes (defectos de jugar sin segundo punta) libró al Betis de
llevarse pronto algún gol.
Segunda
media hora
La presión del Athletic remite, el Betis tira algunas buenas
contras, Juanfran comienza a soltarse un poco por su lado y en una de
sus subidas (excelente centro) llega el gol de Castro. En el arranque
de la segunda parte los béticos salen con intensidad y andan cerca
del segundo gol.
Última
media hora
Justas
ya las fuerzas, el Betis monta dos líneas de cuatro y cinco hombres,
muy juntas, pero la presión es escasa, de modo que los bilbaínos
superan directamente ambas con pases a la espalda de la defensa y
llegan claras ocasiones, resueltas de nuevo por la suerte y el
desacierto de Sola. Los interiores béticos no tienen fuerzas ni velocidad para
montar contragolpes, y sólo el empuje de Juanfran da aire.
Retirado
Cedrick, Salva pasa nueve minutos como falso extremo de un 4-4-2.
Cuando entra Reyes como interior izquierdo el Betis vuelve al
4-1-4-1, con Castro como extremo izquierdo y Salva (luego Albeledo)
en la derecha. El Athletic acaba con Herrera y De Marcos como
interiores, Ibai de extremo derecho y Muniain en la banda izquierda.
Jugador por jugador
Jugador por jugador
Andersen:
Muy bien bajo palos, porque esta vez sus intuiciones funcionaron. Bien con el
pie, pero abusó, y mucho, del juego corto, especialmente de pases
absurdos y peligrosos a Nono.
Juanfran:
Agazapado en la primera parte, hizo una segunda muy completa, llena
de fuerza.
Caro:
Bien en general, pero comete esporádicamente errores graves: un
central ha de ser ante todo fiable.
Figueras:
En su línea de buena colocación, lentitud y gustarse demasiado con
balón.
Nacho:
Cumplidor, pero flojo físicamente.
Nono: No
parece que ser mediocentro de cierre sea su puesto natural, pero
cumplió, porque parece progresar en lo posicional.
Chuli:
Trabajador y punzante, aunque abusa de los intentos de rosquita al
segundo palo.
Verdú:
Peleón, su esfuerzo (ahora corre) compensa un poco su fútbol
inocuo. En ataque sigue sin romper líneas jamás: ni conduce, ni le
salen los pases profundos.
Salva:
Una copia de Verdú con aún menos físico. Al menos a veces
profundiza, pero son pocas.
Cedrick:
Su garrafal fallo casi a puerta vacía dejó en muy mal lugar a los que
defendemos su fútbol. Así y todo –técnicamente anda mal–
trabajó y desbordó como nadie hizo.
Castro:
Un buen gol, una buena jugada (la malograda por Cedrick) y buenas
persecuciones de Iraola en los últimos minutos; esta última es muy
buena noticia, porque indica que al menos ya tiene fondo.
Molina:
Algún juego de espaldas que desahogó al equipo, pero no anda fino.
Reyes:
Sorprendió que jugara por delante de Nono. Trabajó.
Abeledo:
Superado por el ritmo de Primera.
El detalle
A poco que el Athletic acierte en San Mamés muy difícil tendrá el Betis pasar la eliminatoria. Por una vez y por mucho que guste la Copa, tal vez sea lo mejor.
sábado, 4 de enero de 2014
Valladolid 0 - Betis 0 (18ª jornada de Liga de Primera División)
VALLADOLID
(0): Mariño; Rukavina, Marc Valiente, Rueda, Peña; Álvaro Rubio,
Víctor Pérez; Larsson (Manucho, m. 79), Rossi (Rama, m. 93), Omar
(Óscar, m. 75); y Javi Guerra.
BETIS
(0): Sara; Chica, Amaya, Paulão, Dídac; Lolo Reyes, Matilla (Salva
Sevilla, m. 59); Jorge Molina, Verdú (Nono, m. 75), Juan Carlos; y
Rubén Castro (Chuli, m. 86).
Árbitro:
Velasco Carballo (Colegio madrileño). Mostró tarjeta amarilla a
Álvaro Rubio.
Unos
15.000 espectadores en el Nuevo José Zorrilla.
Empate
a nada entre Valladolid y Betis en un partido jugado en los sótanos,
en cuanto a calidad y a clasificación, de la Primera División
española. Quien esto escribe ha visto muchos partidos de Segunda
mejores que este. Pese a ello y a la acuciante necesidad de puntos
del Betis habrá que sacar algunas conclusiones positivas, pues al
cabo es el segundo partido (de nueve) en el que el Betis puntúa
fuera de casa: al menos hubo cierto orden y rigor defensivo.
Primera
parte
El
partido se vio muy influido por las condiciones climáticas: no solo
un intenso frío, sino, sobre todo, un césped muy mojado y por
tanto rapidísimo, y un fuerte viento, favorable al Betis en la
primera parte y en contra en la segunda. El equipo favorecido por el
viento en cada parte pudo empujar al rival a su área, pero a cambio
resultaba dificilísimo meter balones a la espalda de los centrales
rivales, porque se iban largos por arriba y cuando botaban salían
escupidos con mucha velocidad.
Es
así que, casi sin querer, el Betis tuvo más posesión en la primera
parte. Tiró una presión media-alta a partir de un extraño esquema
asimétrico. Garrido –al menos en la alineaciones– parece
decidido a la continuidad respecto a los tiempos del melato:
la alineación era básicamente la misma que hace dos meses, ahora
con dos laterales, Chica y Dídac, muy defensivos, Reyes y Matilla (a la izquierda) como doble pivote en defensa y Juan Carlos en el
extremo izquierdo. Arriba jugaban Verdú, Castro y Molina; la mayor
novedad era que, ante la disyuntiva de si tirar a la banda derecha a
Castro o Verdú, Garrido eligió a Molina (¡?), aunque durante ese
primer tiempo los tres jugadores se repartieron casi equitativamente
el trabajo de tapar esa banda, que por cierto muchas veces quedó sin
hacer. El Valladolid encontró por tanto su vía de salida en Peña,
que subía casi sin oposición; al menos la elección de lado
defensivo débil era correcta por parte del Betis, pues Rukavina era
mucho más temible en ataque.
La
falta de calidad de los locales, penalizados además por resbalones
(¿recuerdan el debut allí de Nosa?), bajas formas y lesiones en la
línea de mediapuntas, dio como resultado un juego de mucho error y
muy poco fútbol. El Betis llegó en dos o tres jugadas aisladas, y
el Valladolid en muchos córneres blandos, clónicos, mal tirados y
bien controlados por Sara.
Segunda
parte
El
viento cambia las tornas, pero el Valladolid, tan malo física
como técnicamente, no aprieta demasiado arriba, y menos con el
avance de los minutos. Pese a ello, durante la primera media hora
acumula dos o tres ocasiones en balones colgados a Javi Guerra. El
Betis, ayuno de calidad en los laterales, se limita a pegar
pelotazos, y casi nunca hacia la zona derecha, donde Molina tenía al
menos superioridad aérea.
A
la hora Garrido retira a Matilla, de lo mejorcito, y mete como
mediocentro a Salva, supuestamente para atacar más y tocar mejor.
Sin embargo, en un partido de mucho pelotazo y desgaste físico, sólo
consigue agujerear el centro del campo, y poco faltó para que
costara caro. Quince minutos después rectifica: Nono entra, por
Verdú, como mediocentro por la derecha, y Salva se va a la
mediapunta (con tendencia a la izquierda). El partido se iguala, pero al
Betis, con Molina cansado y Rubén mal, le falta ritmo y chispa arriba para
hacer daño. Muy al final Chuli manda arriba a Molina y Manucho hace
el doble tanque en el Valladolid en busca de pescar algo en un balón
largo, pero no hay nada.
Jugador
por jugador
Sara:
Muy bien, aunque no fue demasiado exigido. Salió muy bien por
alto, fue renuente a salir por bajo, jugó aceptablemente con el pie
y paró la única difícil, un extraño centro-chut.
Chica:
Muy en lo suyo, bien sin balón y mal con él.
Paulão:
Poco ágil como es, controló a Javi Guerra, al que marcó casi
al hombre, y no falló en sus muchos despejes.
Amaya:
Jugó casi de líbero antiguo, y estuvo rápido y seguro, pese a las
dificultades del bote del balón en un césped traicionero.
Dídac:
Personificó el partido: bien colocado y activo en defensa, y
totalmente incapaz de darle la pelota a alguien vestido de su color.
¿Quién dijo este verano que era un lateral ofensivo?
Reyes:
Nunca brillante, pero muy regular en su papel de medio tapón.
Matilla:
Buen partido, con suficiente despliegue físico esta vez (tampoco
tenía enfrente grandes mediocentros) y buen juego entre líneas como
interior izquierdo. Su cambio no fue fácil de entender.
Juan
Carlos: Trabajador (controló las subidas de Rukavina) y
desacertado en ataque. Físicamente anda bien.
Molina:
Cualquier día lo ponen de portero. Hizo lo que pudo en una zona
que no es la suya.
Verdú:
Uno de sus partidos más aseaditos en el Betis. Tuvo bastante
presencia en el juego, en ataque y defensa, y metió un buen balón
de gol a Molina.
Castro:
La incógnita de en qué estado físico volvería se resuelve, de
momento, negativamente: ni encara en el área (ahora busca más el
pase que el gol, algo rarísimo en él), ni llega a ninguna. Sin
chispa su clase se queda en nada.
Salva:
Alternó buenos pases con errores groseros. Como mediocentro no
sabe guardar la posición.
Nono:
Corrió más que jugó.
Chuli:
Entrada testimonial.
El
detalle
Sigue
el misterio Cedrick, que ya no va ni convocado. Ni Mel ni
Garrido cuentan en absoluto con él, y lo que se ha visto en el campo
no lo justifica de ningún modo. ¿Alguien sabe por qué?