GIRONA (1): Becerra; Ramalho, Lejeune, Richy; Pere Pons (Cristian Alfonso, m. 80); Cifuentes, Cristian Gómez (Coris, m. 62), Granell, Aday; Felipe Sanchón (Mata, m. 46) y Sandaza.
Goles: 1-0, minuto 60: Jorge Molina. 2-0, minuto 86: Dani Ceballos. 2-1, minuto 89: Granell.
Árbitro: Piñeiro Crespo, asturiano. Amarillas para Lejeune, Pere Pons, Héctor Rodas, Molinero, Jorge Molina, N'Diaye, Rennella y Lolo Reyes. Fue permisivo con las amonestaciones hasta que dejó de serlo y las sacó todas.
31.000 espectadores y buen césped en el Villamarín. Pese a las gravísimas noticias de la semana el público no la tomó con Figueras.
Un Betis muy mentalizado logró ayer una importante victoria ante el Girona en un buen partido de los verdiblancos. Los béticos, una jornada más, fueron superiores al rival pero no tanto como para lograr una victoria holgada.
El partido trajo interesantes variantes tácticas por parte propia y del rival.
Primera hora de partido
El Girona es uno de los pocos equipos que se sale de la rutina casi obligatoria de cuatro defensas en línea del fútbol profesional actual, lo cual le da la ventaja de poner a los rivales ante problemas posicionales raramente sufridos. Los gerundenses salieron con un 3-1-4-2, esto es, su habitual defensa de tres centrales, con un mediocentro-ancla por delante de ellos, Pere Pons, dos interiores (Gómez y Granell) algo más adelantados, dos carrileros bastante ofensivos y dos delanteros. Por demás su exitoso fútbol no se sale del guion de esta pobre Segunda española: un buen nivel defensivo, gracias a cierta flexibilidad para salir a presionar arriba o juntarse atrás, y bajo nivel técnico y por tanto ofensivo, reducido a intentos de contra con balones cruzados hacia los carrileros y, sobre todo, centros a la olla para la subida de sus centrales apenas sufrían una falta más allá de la línea del centro del campo.
Tal vez ese peligro del Girona a balón parado terminó de decidir a Mel, como ya intuíamos en los comentarios del partido anterior, a introducir a N'Diaye como segundo mediocentro, prescindiendo después de muchos partidos de usar a Ceballos como punta de rombo. El entrenador bético pareció querer cumplir el consejo de meter en el campo a los once mejores y colocarlos de la mejor manera posible; el resultado fue, sobre el papel, un 4-4-2, pero (y resultan extraños estos bandazos de una solución a la opuesta) esta vez sin ningún verdadero extremo, pues de ocupar las bandas con Pacheco y Cejudo se pasó a Portillo y Ceballos, ambos (sobre todo el segundo) con claras tendencias interiores. Perdía así Mel la ocasión de castigar con al menos un verdadero extremo las espaldas de un carrilero, punto débil del sistema visitante.
Otra consecuencia de la presencia de N'Diaye en el centro y de la salida con tres al fondo del Girona es que el Betis no llevó la presión tan arriba como otros días, tal vez porque estimó (acertadamente) que para recuperar el balón no era necesario correr el riesgo de formar parejas hombre por hombre desde arriba. En todo caso el Betis tampoco pareció haber trabajado mucho este asunto: al presionar la salida gerundense, en lugar de cerrar al mediocentro y dejar libre al central-central (trampa fácil por jugar ambos demasiado cerca y en zona sensible), ocurrió que Molina y Castro, más a veces alguno de los falsos extremos —habitualmente Ceballos—, iban a la presión de los centrales, sin un plan demasiado definido.
En suma, tanto en defensa como en ataque resultó una asignación de parejas un tanto rara: los carrileros del Girona solían verse con los laterales béticos, muy adelantados por aprovechar los pasillos que dejaban Portillo y Ceballos; los dos delanteros visitantes quedaban cara a cara con los centrales béticos, sus interiores contra N'Diaye y Reyes, sus tres centrales contra Molina y Castro... y tanto el mediocentro del Girona como los falsos extremos béticos quedaban extrañamente desparejados, sin nadie a quien marcar claramente pero sin que tampoco nadie los cerrara por sistema. Ceballos atacaba siempre por dentro y N'Diaye se soltaba para aparecer por donde le parecía conveniente, resultando un ataque posicional elaborado, móvil y poco previsible, pero tal vez un poco embotellado hacia el centro.
Un partido de extraños emparejamientos
El Betis tardó otra vez quince minutos en ajustar la presión, pero a partir de la media hora llegó con cierta regularidad al área hasta que llegó el 1-0.
Última media hora
Aunque el Girona se hace con el balón entre el minuto 60 y el 75 y el Betis hace algunas faltas más de las debidas, pronto los béticos corrigen con acierto, adelantan un poco las líneas y, sobre todo, buscan la posesión —aunque con pasajes mejorables en el ofrecimiento al compañero para tocarla—. Mel (otra vez yéndose al extremo opuesto de lo hecho hace dos semanas) no sólo no renuncia al tanque arriba —que facilita la salida pues permite tener el balón mediante el pase largo, como añadido al juego sólo en corto—, sino que mete a dos tanques y manda por un rato a Castro al extremo derecho. Luego Fabián entra por la banda izquierda y cambia de lado a Ceballos y, finalmente, Vadillo entra como extremo y Ceballos pasa a reforzar por dentro al equipo.
Jugador por jugador
Adán: Bien en general, aunque peor con los pies. En el gol, muy difícil en todo caso, da demasiados pasos antes de tirarse.
Molinero: Partido completísimo del exinternacional juvenil español. Cerró perfectamente su banda y subió mucho y con mucha profundidad.
Rodas: No tiene tipo de central fino pero cumplió con lo suyo. De momento no parece competencia para Bruno ni Figueras.
Figueras: Buen partido, pese a estar, como su compañero de línea, bastante menos protegido de lo habitual, expuesto muchas veces a un dos contra dos. Si las acusaciones vertidas sobre él esta semana son ciertas el destierro y la infamia eterna serán poco castigo; respetemos la presunción de inocencia.
Varela: Cumplidor en defensa, en ataque va soltándose y mejorando progresiva pero inexorablemente.
Portillo: Sin duda es uno de los jugadores con más clase del equipo. Hay que buscarle sitio.
N'Diaye: Por un lado no conviene olvidar que hace fáciles cosas raras de ver, como imponerse físicamente a todo rival que le pase cerca —ayer el Girona por dentro no existió—; pero, por contra, sigue dando señales preocupantes: ¿será para siempre un casi buen jugador? De momento, parece poco probable que Mel confíe en él como mediocentro-ancla, así que aparecerá junto a Reyes o Torres. En todo caso, a jugadores de su físico hay que darle partidos para que cojan ritmo.
Reyes: Su muy buen partido defensivo compensó errores con balón impropios de un profesional.
Ceballos: Al contrario que Varela, su rendimiento desciende progresivamente; aun así, siempre da trabajo, llegada (otro gol) y buen fútbol interior. Sigue sin aprender que no debe correr riesgos cuando tiene a casi todo el equipo por delante del balón.
Castro: En casos como el suyo la diferencia entre el todo y la nada es muy sutil. Marcará de nuevo pronto.
Molina: Gran partido, con un golazo y medio, juego de pivote e incluso cambios de dirección de delantero caro. Será baja en Miranda de Ebro.
Rennella: Es más joven, más guapo y más exótico que Molina, así que muchos decidieron que era mejor, aunque nunca metió ni la mitad de goles que el alcoyano. El domingo tendrá su oportunidad.
Fabián: Otra vez demostró clase.
Vadillo: Aparición testimonial.
Mel: Mentalizó al equipo de la importancia del partido y lo aisló de la presión ambiental (Crisis? What crisis?) y las noticias de la semana, que no era poco. Aunque no pareció haber trabajado durante la semana grandes sutilezas tácticas, el juego del equipo fue bueno. Probablemente volverá a usar a N'Diaye junto a un segundo mediocentro, que será Torres.
Como siempre, se agradecerán los comentarios.