LEVANTE
(1): Keylor Navas; Rodas, Vyntra, David Navarro, Nikos (Juanlu, m.
76); Pedro Ríos, Iborra, Diop, Rubén; Valdo (El Zhar, m. 83) y
Acquafresca (Míchel, m. 21).
BETIS
(1): Casto; Ángel, Paulão, Amaya, Nacho; Rubén Castro, Beñat, Rubén
Pérez, Salva Sevilla (Campbell, m. 53); Jorge Molina (Nono,
m. 69) y Pabón (Vadillo, m. 84).
Goles:
1-0, m. 50: Pedro Ríos. 1-1, m. 67: Jorge Molina.
Árbitro:
Fernando Teixeira Vitienes (Colegio Cántabro). Amonestó a Iborra,
Salva Sevilla, Rubén Pérez, Pedro Ríos, Nono y Casto.
Fieles
a la
tradición de sus partidos en el Ciudad de Valencia, Levante y
Betis ofrecieron ayer un espectáculo soporífero y de escasa chicha
táctica, que sirvió para que el Betis certificara de forma oficial
su clasificación europea –que ya antes era prácticamente una
realidad–.
El
Levante añadió a los veinte minutos de partido una más a su ya
importante lista de bajas, varias de ellas debidas a los oscuros
manejos de hace unas semanas. Aun así mantuvo su identidad, basada
en la fuerza de su pareja de mediocentros: un 4-4-1-1 con dos líneas
defensivas bien juntas, una defensa que rara vez se adelanta
demasiado (aunque, para tratarse del Levante, esta vez no se aculó
demasiado atrás), e intentos de salida rápida al contragolpe cuando
se roba. Enfrente Mel repitió el esquema de hace una semana: un
4-4-2 en el que Molina jugaba más claramente que entonces por detrás
de Pabón, Salva Sevilla hacía de falso extremo izquierdo y Castro
debía aparecer por la derecha. En esta ocasión, se supone que por
cuestiones defensivas, Beñat se situó a la derecha de Rubén Pérez.
Los béticos casi nunca fueron muy arriba a presionar.
El
resultado de esos planteamientos fue un partido uniforme y
convencional: muy aburrido, de baja calidad, ritmo irregular, muchas
pérdidas de balón y pocas ocasiones. El Betis no logró imponerse
casi nunca por el centro, aunque a veces lo aparentase: superada su primera presión, el Levante
permitía cierto toque en esa zona pero acumulaba mucha gente –y
bien organizada– cerca de su área. Enfrente la defensa bética
pasó algunos –pocos– apuros más, casi siempre debidos a la
descoordinación entre los centrales y Casto, atado a su línea de
gol.
Tras
algunas permutas incidentales entre los hombres de arriba, Mel retiró
poco después del descanso a Salva (al borde de la expulsión) y fijó a Castro en la banda izquierda; cerca ya del final el delantero canario jugó
en la punta, tras sustituir Vadillo a Pabón. Para entonces el Betis
jugaba un 4-2-3-1 con Beñat en la mediapunta, pues Nono había
entrado por Molina, y el Betis se conformaba con el empate.
Jugador
por jugador
Casto:
Se despidió del club con un partido flojo, en el que estuvo muy
remiso a salir de puerta y poco atento a los balones largos. Bajo
palos sí paró un par de balones complicados.
Ángel:
Como siempre, cumplidor y con poco recorrido.
Paulão:
Impuso su potencia física en el cuerpo a cuerpo.
Amaya:
Poco coordinado con Casto, aprobó pero tuvo alguna indecisión.
Nacho:
Fue de los pocos que hilvanaron alguna jugada decente. Ríos no
lo superó nunca.
Castro:
El equipo cargó el juego por el lado contrario y llegó poco al
área, así que sólo apareció cuando se movió por zonas
interiores.
Beñat:
Corrió mucho, pero le falta la soltura en el juego de hace un año:
casi siempre da un toque de más y pone el balón un metro más atrás
de donde solía.
Pérez:
Tuvo menos presencia que en otros encuentros pero demostró de
nuevo su solvencia táctica.
Salva:
Supo moverse bien, pero le costó encontrar el pase bueno entre la
eterna maraña de la frontal levantinista.
Molina:
De lo mejorcito. Salió limpio de sus amagos de espaldas en el
mediocampo, y metió un golazo.
Pabón:
Se ofreció, pero tuvo poco suministro.
Campbell:
Su final de temporada ha sido decepcionante, pero para valorarlo
habría que verlo en una posición diferente de la banda derecha,
donde sólo encuentra la salida cuando está muy cerca del área. Tal
vez sea delantero, como piensan todos menos Mel.
Nono:
Dio dinamismo y oxígeno cuando faltaban, sin provocar el agujero
defensivo del partido de ida.
Vadillo:
Sin tiempo para apenas intentarlo.